base de la verdadera educación
POR AGUSTÍN DE
JESÚS SUÁREZ (*)
LA PRENSA,
22.06.2022
La forma en la
que educamos a nuestros niños y jóvenes está, por varias razones, en el centro
de muchos debates sociales, uno de los cuales sin dudas es el cómo y para qué
se los educa.
La Modernidad nos
ha acostumbrado a una educación meramente enciclopédica, de trasmisión y
memorización de información. Pero en un mundo en el cual los más pequeños
tienen las herramientas y la capacidad de conocer al instante cualquier dato
que necesiten o les interese este tipo de abordaje resulta absolutamente
inadecuado.
Si bien los
métodos y formas de educar están y seguirán siendo cruzados por las nuevas
tecnologías (especialmente, luego de la pandemia) hay verdades sobre la
educación que se mantienen inalterables.
Parte central de
la labor educativa radica en la importancia de formar en los alumnos
habilidades que les permitan no solo aprender contenidos, sino desarrollar sus
hábitos intelectuales y morales. Este fue siempre el objetivo más básico y, a
la vez el más alto, de la educación.
Para ello, es
necesario buscar y desarrollar acciones y herramientas que puedan dar respuesta
a esta fundamental necesidad en lo que respecta a la formación de nuestros
niños y jóvenes.
EL METODO
SOCRATICO
En este sentido,
la tradición educativa occidental nos ofrece un gran número de propuestas que
merecen ser tenidas en cuenta en el diseño de las currículas escolares.
Tomemos, por
ejemplo, el Método Socrático, piedra fundacional de la Retórica. El sistema
dialéctico de exposición y defensa de ideas que nos fue legado en los escritos
de Platón permite a quienes lo practican desarrollar las indispensables
habilidades de pensamiento y expresión asertiva._
La práctica del
Método Socrático no enseña contenidos particulares, sino algo mucho más
importante: a pensar de forma autónoma y reflexiva, defender ideas,
argumentarlas y dialogar colaborativamente con los demás con el fin de alcanzar
la verdad. Se trata no solo de un crecimiento intelectual, sino también del
desarrollo de habilidades sociales de expresión y escucha de los demás.
Sin duda que una
herramienta como ésta (u otras de raigambre tradicional) no puede ser aplicada
de la misma manera que se hacía en el pasado. Para poder implementarla desde
una óptica innovadora es necesario que se adapte a las realidades y necesidades
actuales y teniendo en cuenta las edades de los alumnos que las utilizarán.
Para poder poner
en práctica una herramienta de este estilo resulta absolutamente necesario
desarrollar en los niños y jóvenes la capacidad de lectura y comprensión de
textos. El hábito lector no solo fomenta la concentración, la perseverancia y
la autonomía, sino que también es una herramienta básica para el desarrollo de
las habilidades de pensamiento y del aprendizaje en general.
Resulta sumamente
paradójico que ante los resultados negativos de diversas evaluaciones
educativas que evidencian el gran déficit de comprensión lectora de textos
sencillos se denueste cualquier atisbo de educación tradicional por un
prejuicio que la concibe como anticuada, desactualizada y desinteresada de las
reales necesidades de los alumnos.
(*) Director de
Nivel Medio del Colegio Calasanz
No hay comentarios:
Publicar un comentario