jueves, 26 de julio de 2018

Carta abierta



de los obispos de la provincia de Córdoba

“Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”(Jn 10.10)


En 1983, a poco de haber retomado el camino de la democracia, los obispos argentinos publicaban el documento “Dios, el hombre y la conciencia”. Estábamos saliendo de un período oscuro: pocas veces en la historia joven de nuestro país se había avasallado la dignidad de la vida como entonces. Los obispos nos invitaban a reconstruir nuestra Nación a partir de sus bases morales y culturales más profundas. Proponían para ello un examen de conciencia (que en la actualidad sigue siendo necesario) para que cada uno pudiera identificar su responsabilidad y un compromiso nuevo con la dignidad de todo hombre.

Hoy vivimos en democracia. Podemos así expresarnos con libertad, e incluso peticionar a nuestros gobernantes para que tengan en cuenta los legítimos puntos de vista de los ciudadanos. Los que profesamos la fe católica, como la mayoría de los argentinos, queremos la justicia, la paz, el bien común, una vida plena y digna para todos.

Los obispos de las seis diócesis presentes en el territorio cordobés, sentimos el deber de expresarnos acerca de la propuesta de los senadores de nuestra provincia sobre la ley de interrupción voluntaria del embarazo. Dicha ley cuenta con la media sanción de Diputados, y los senadores tienen la grave responsabilidad de dar su voto sobre ella. A nadie se le oculta la importancia, complejidad y gravedad de la materia sobre la que están legislando: la dignidad de la vida, tanto del ser humano en gestación como de la madre gestante.

Por las mismas razones, nosotros, como pastores y ciudadanos, sentimos también el deber de hacerles llegar a los cordobeses nuestra valoración de algunos aspectos de esta propuesta. Con respeto y la mayor claridad posible, les hacemos llegar estas observaciones que se detienen en los aspectos éticos de la propuesta.

1.         Reconocemos, ante todo, la oportunidad de incluir expresamente la objeción de conciencia institucional. Insólitamente, la ley con media sanción, mientras admite, aun con incomprensibles restricciones, la objeción individual, prohíbe taxativamente la objeción institucional. Parece que no hubiéramos aprendido nada de los dramas vividos en el siglo XX en el mundo y en la patria. Creemos que la propuesta de los senadores cordobeses es un aporte importante en esta delicada materia, pero resulta insuficiente.

2. El contexto hace que llegue tarde y no resuelva el tema de fondo, en sus dos vertientes: en primer lugar, cómo acompañar el drama de las mujeres que han sufrido violencia o abandono, y que viven un embarazo no querido; en segundo lugar, y es lo más decisivo, cómo legitimar la injustificable muerte de un inocente.

3. Nos parecería desacertado el voto de los senadores aprobando el proyecto. Es más, consideramos que no expresa ni el sentir de muchos cordobeses, ni el rico cimiento jurídico a favor de la vida de nuestra Constitución Provincial.-

4. Les compartimos que nuestra oposición al aborto no surge, en primer término, de un dogma o de razones puramente religiosas. La defensa y cuidado de la vida por parte de todos y del estado es cuestión de humanismo y racionalidad más allá de las creencias religiosas personales de cada uno.

5. Creemos que una democracia que no respete toda vida humana se convierte visible o encubiertamente en dictadura de los que ostentan más poder porque cuando no se respeta la vida del más débil la libertad se convierte en ocasión de dominio y arbitrariedad.

6. Cabe también recordar aquí la clara y abundante enseñanza de San Juan Pablo II en su carta Evangelium vitae (Evangelio de la vida) a la que podríamos acudir para seguir profundizando. Allí nos decía al comienzo que “Todo hombre abierto sinceramente a la verdad y al bien, aun entre dificultades e incertidumbres, con la luz de la razón y no sin el influjo secreto de la gracia, puede llegar a descubrir en la ley natural escrita en su corazón el valor sagrado de la vida humana desde su inicio hasta su término, y afirmar el derecho de cada ser humano a ver respetado totalmente este bien primario suyo. En el reconocimiento de este derecho se fundamenta la convivencia humana y la misma comunidad política” (Evangelium vitae 2).

7. “Es cierto que en muchas ocasiones la opción del aborto tiene para la madre un carácter dramático y doloroso. La decisión de deshacerse del fruto de la concepción no se toma por razones puramente egoístas o de conveniencia. Se buscaría, con esa grave decisión, preservar algunos bienes importantes… Sin embargo, estas y otras razones semejantes, aun siendo graves y dramáticas, “jamás pueden justificar la eliminación deliberada de un ser humano inocente” (Evangelium vitae 58).

8. El Creador ha confiado la vida del hombre a su cuidado responsable, no para que disponga de ella de modo arbitrario, sino para que la custodie con sabiduría y la administre con amorosa fidelidad.

9. Se nos pide amar y respetar la vida de cada hombre y de cada mujer y trabajar con constancia y valor, para que se instaure finalmente en nuestro tiempo, marcado por tantos signos de muerte, una cultura nueva de la vida, fruto de la cultura de la verdad y del amor.

10. Agradecemos a todos los que se han animado a expresar respetuosamente en este tiempo, incluidos legisladores provinciales, hombres y mujeres públicos que vale toda vida.

Hasta aquí nuestro aporte. Como creyentes, invocamos a Jesucristo, el Señor de la historia, implorando las luces necesarias para los legisladores de la nación y todos los que tienen que tomar estas decisiones tan importantes para la vida y futuro de los argentinos y cordobeses.

Con afecto y respeto.
Córdoba, 26 de julio de 2018.     

Mons. Carlos José Ñáñez, arzobispo de Córdoba
Mons. Adolfo A. Uriona FDP, obispo de Villa de la Cocepción del Rio Cuarto
Mons. Sergio O. Buenanueva, obispo de San Francisco
Mons. Samuel Jofré, obispo de Villa María      
Mons. Ricardo Araya, obispo de Cruz del Eje 
Mons. Gustavo G. Zurbriggen, obispo prelado de Deán Funes

Mons. Ricardo O. Seirutti, obispo auxiliar de Córdoba          
Mons. Pedro J. Torres, obispo auxiliar de Córdoba

martes, 24 de julio de 2018

¿Puede un joven ser santo?




¿puede un obrero ser santo?

Ecclesia, 24-7-18

El Papa Francisco ha añadido una nueva canonización para la celebración prevista el domingo 14 de octubre (ver página 34), en plena Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. Y la elección del beato a canonizar, una vez que el pasado 9 de junio la Congregación para las Causas de los Santos reconociera un milagro obrado por su intercesión, no ha podido ser más oportuna. Y así un joven será proclamado santo en los días en que la Iglesia, a través del Sínodo de los Obispos, reflexiona, ora y trabaja sobre los retos pastorales actuales que presentan los  jóvenes.

De este modo, se completa mejor aún el simbolismo y alto significado de las canonizaciones del próximo 14 de octubre. ¿Por qué? Porque subirán también a los altares el Papa (Pablo VI) que reinstauró el Sínodo de los Obispos, en 1965, y que asimismo había beatificado dos años antes al joven que ahora será canonizado. Porque igualmente sube a los altares, en pleno sínodo episcopal, un obispo contemporáneo (Óscar Romero). Y porque la universalidad de la Iglesia, en cuanto a lugares, estados de vida y periodos históricos, se visibilizará aún mejor. Y es que el 14 de octubre serán proclamados santos el Papa y el obispo citados, del siglo XX; dos sacerdotes fundadores en los siglos XVIII y XIX; dos religiosas, asimismo fundadoras, una del siglo XIX y otra del siglo XX; y un joven obrero, del siglo XIX. Italia, El Salvador, España y Alemania estarán representadas en la celebración. Y con la española Nazaria Ignacia March también lo estará América del Sur, singularmente Bolivia.

Nunzio Sulprizio es el nombre del joven italiano en cuestión. Su corta, dolorosa y luminosa vida -19 años- discurrió entre Pescara y Nápoles, en el este y sur respectivos de Italia. Es el patrono de los inválidos y de los accidentados por causas laborales y un modelo de fe, abnegación, piedad, perdón y esperanza. Muy popular en Italia,  casi dos siglos después de su muerte, su canonización demuestra que los santos no pasan de moda y son una continua referencia y mediación en la vida de los creyentes.

Ya ha acontecido en otras asambleas sinodales sectoriales (por ejemplo,  en 2015, en el Sínodo para la familia, con la canonización del matrimonio francés compuesto por Luis Martin y María Azelia Guérin, los padres de santa Teresita de Lisieux; y en 2016, en pleno Año de la Misericordia, con madre Teresa de Calcuta). Canonizar ahora a un joven en pleno Sínodo para los jóvenes significa, por todo ello, presentar un modelo, un referente, un intercesor. Y, sobre todo, significa poner el foco en lo esencial y principal de la vida cristiana como es la respuesta a la llamada universal a la santidad. Nos lo acaba de recordar el Papa Francisco en su hermosísima exhortación apostólica Gaudete et exsultate: la santidad es la vocación de todo cristiano, en las todas edades, circunstancias y condiciones. Ser cristiano no es una ideología, una adscripción, sino el seguimiento radical de Jesucristo, encarnado personalmente en un compromiso y estilo de vida, que, mediante la gracia de Dios, busca la plenitud, que no es otra que la santidad.

En torno a 400 de los diez mil cristianos en los altares (cifras estimativas) son jóvenes. Y lo son desde los mártires del alba del cristianismo hasta los mártires de hace 80 años o de la hora presente. Ha habido santos jóvenes en la vida consagrada (Teresa de los Andes, Luis Gonzaga, Teresa del Niño Jesús, Gabriel de la Dolorosa,…) y en el laicado (Pier Giorgio Frassati, María Goretti, Alexia González-Barros,…). Y se hallan, sobre todo, en el incontable número de todos los santos, en los santos anónimos y no por ello menos admirables, en los santos de las clases medias y de la puerta de al lado.

Cuando el 1 de diciembre de 1963, Pablo V beatificó al joven Nunzio, en una bellísima alocución, se preguntó: “¿Puede un joven ser santo? ¿Puede un obrero ser santo?”. Y respondió de modo inequívocamente afirmativo. Porque ninguna edad como la juventud es más oportuna para consagrarse a los grandes ideales y para dar lo mejor de sí mismo. Y porque la dignidad del trabajo es tal que el trabajador coopera a la obra permanente de la creación de Dios Padre y al servicio y construcción de una sociedad mejor para todos.

domingo, 22 de julio de 2018

50 años de Humanae vitae




"Humanae vitae" Así ha nacido y ¡ay a quien la toca!

Autor: Sandro MAGISTER, periodista

Católicos-on-line, julio 2018

El ajetreo en curso para demoler la "Humanae vitae" –la encíclica de Pablo VI, de 1968, que ha dicho no a los anticonceptivos artificiales–, ha encontrado en estos días un inesperado contratiempo en un libro que reconstruye la génesis de aquél texto, gracias al acceso, por primera vez, a los documentos secretos que le conciernen; acceso autorizado en persona por el Papa Francisco.

El contratiempo es tanto más serio en cuanto que los promotores de un "cambio de paradigma", es decir, de una liberalización de los anticonceptivos –desde el cardenal Walter Kasper al teólogo Maurizio Chiodi, autor de la ya célebre conferencia en la Pontificia Universidad Gregoriana que ha desencadenado la campaña, con la aparente aprobación del Papa Francisco–, se esperaban precisamente de este libro no un obstáculo, sino un posterior apoyo a sus tesis.

De hecho, el autor del libro ha sido coordinador de un grupo de estudio constituido hace más de un año en el Vaticano, precisamente en el clima de una revisión de la "Humanae vitae". Además de Marengo, el grupo lo componían el teólogo Pierangelo Sequeri, nombrado por el Papa presidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II para las ciencias del matrimonio y de la familia, Angelo Maffeis del Instituto Paolo VI de Brescia y el histórico Philippe Chenaux, de la Pontificia Universidad Lateranense.

La institución del grupo de estudio había sido saludada con mucho fervor por los promotores de la "superación" de la enseñanza de la "Humanae vitae", dado que había sido lanzada precisamente por uno de ellos, monseñor Vincenzo Paglia, muy cercano al Papa Francisco, presidente de la Pontificia Academia para la Vida y Gran Canciller del Instituto Juan Pablo II. El pasado 8 de marzo, el periódico de la Conferencia Episcopal Italiana "Avvenire" –también plenamente alineado con los innovadores– había llegado a pronosticar "resultados sorprendentes por los estudios autorizados por la Pontificia Academia para la Vida", respecto a la génesis y, consiguientemente, también a la interpretación en términos más liberales de la "Humanae vitae".

Pero mientras tanto, el 9 de mayo, a los innovadores les ha llegado una primera desilusión del miembro más acreditado del grupo de estudio, Sequeri, que en una docta conferencia sobre la "Humanae vitae" en la Universidad Católica de Milán, ha vuelto a confirmar como "injustificable la práctica que procura e impone una esterilización artificial del acto conyugal".

Pero ahora, después de la salida del libro de Marengo, de la desilusión se ha pasado a la consternación. Porque el libro contradice con la fuerza de los hechos justo las tesis más queridas por los promotores del cambio.

De hecho, basta leer sólo la síntesis que Andrea Tornielli ha dado del libro en Vatican Insider –fuente no sospechosa dada su proximidad al Papa Francisco–, para entender cómo ha fracasado sustancialmente el cálculo de exhibir, de entre los papeles secretos de la preparación de la encíclica de Pablo VI, algún asidero que permita redimensionar su enseñanza.

Por ejemplo, es verdad que Pablo VI hizo reescribir a los futuros cardenales Jacques-Paul Martin e Paul Poupard, en la época funcionarios de la secretaría de Estado, el primer borrador de la encíclica, escrita por el entonces teólogo de la Casa Pontificia y también él futuro cardenal Mario Luigi Ciappi. Pero en ambos borradores los contenidos doctrinales eran los mismos, aunque formulados diversamente. Y tampoco el segundo borrador satisfizo a Pablo VI, hasta el punto que lo adaptó de nuevo para remover lo que le parecían ambigüedades, con correcciones de su propia mano o de su teólogo de confianza, el milanés Carlo Colombo.

Los hechos también desmienten que Pablo VI haya descuidado, en la preparación de la encíclica, las exigencias de sinodalidad y de colegialidad, hoy tan ensalzadas –paradójicamente– durante uno de los pontificados más monocráticos de la historia.

En 1967, el año precedente a su publicación, Pablo VI pidió a los casi doscientos padres sinodales reunidos en Roma para la primera asamblea ordinaria del Sínodo de los obispos, que le entregaran su opinión de manera reservada. Le respondieron 26, cuyas opiniones se encuentran en el libro; entre los que se decantaron por el no a los anticonceptivos artificiales había un futuro Papa y santo, Karol Wojtyla, y el entonces popularísimo obispo americano Fulton Sheen, un predicador de gran temple, también él en camino hacia los altares. Wojtyla, arzobispo de Cracovia en esa época, en sus apuntes entregados a Pablo VI anticipó las profundizaciones de la enseñanza de la "Humanae vitae" a las que después, como Papa, habría dado curso.

Entre los favorables a admitir los anticonceptivos había algunos cardenales y obispos destacados en el campo progresista, desde Suenens a Döpfner y a Léger. También en la importante comisión de estudio constituida por Juan XXIII, y después potenciada por su sucesor, los favorables eran más que los contrarios. Pero según el libro de Marengo, resulta también confirmado que Pablo VI "examinó con muchísima atención" sus posturas y las rechazó –como escribió después en el prólogo de la encíclica– sólo porque había reconocido en ellas "algunos criterios de soluciones que se separaban de la doctrina moral sobre el matrimonio propuesta por el Magisterio de la Iglesia con constante firmeza".

Con otras palabras, del libro se deduce que Pablo VI, lejos de vacilar y dudar hasta lo último, ejerció "en virtud del mandato que Cristo nos confió" precisamente ese "discernimiento" que hoy se exalta tanto y que, en ese mismo año 1968, le llevó a volver a confirmar solemnemente las verdades fundamentales de la fe católica contra las dudas difusas, con la proclamación pública de lo que definió el "Credo del Pueblo de Dios".

Como es sabido, la "Humanae vitae" fue inmediatamente sometida a una onda masiva de contestaciones, incluso por parte de importantes sectores de la jerarquía. Pero Pablo VI nunca retrocedió ni un solo paso. Al contrario, la consideró siempre uno de los puntos más altos de su misión de sucesor de Pedro. En su última homilía pública, en la fiesta de los santos Pedro y Pablo de 1978, al resumir su pontificado indicó sus actos más significativos precisamente en la "Humanae vitae" y en el "Credo del Pueblo de Dios".

A los partidarios de una revisión de la "Humanae vitae" no les queda más que insistir –como están haciendo– diciendo que su enseñanza no es "ni infalible ni irreformable", como efectivamente declaró, en la época de su publicación, un teólogo de primer plano de la Pontificia Universidad Lateranense, Ferdinando Lambruschini, que según la opinión corriente, se expresó de tal forma por petición directa del Papa.

El hecho es que, inmediatamente después de aquellas declaraciones, Lambruschini fue apartado de la enseñanza, nombrado arzobispo de Perugia y sustituido, en la Lateranense, por un teólogo moralista de extremo rigor, Ermenegildo Lio.

Por no decir que, planteada así, la cuestión parece más bien impropia, ya que la "Humanae vitae" no contiene proclamación alguna de un dogma de fe, por lo que la encíclica no configura un "magisterio definitorio", sino más bien un "magisterio definitivo", es decir, la reafirmación de una enseñanza constante en la historia de la Iglesia, como confirmó solemnemente Juan Pablo II, sucesor de Pablo VI, en un memorable discurso en el vigésimo aniversario de la encíclica.

jueves, 19 de julio de 2018

Giorgio La Pira


 el "alcalde santo", ya es Venerable

Aica, 19 Jul 2018

El pasado 5 de julio el papa Francisco autorizó a publicar el decreto que reconoce la práctica de las virtudes en grado heroico del político italiano Giorgio La Pira, al que tras su muerte se lo comenzó a llamar "el alcalde santo". Con la publicación de este decreto Giorgio La Pira, alcalde de Florencia, es Venerable, un paso para la beatificación.

Quién fue Giorgio La Pira
Nació el 9 de enero de 1904 y sirvió durante 15 años como alcalde de la ciudad de Florencia. Fue abogado, profesor universitario, laico comprometido en la Iglesia y un agente de paz en todo el mundo, siendo protagonista de las negociaciones para poner fin a la guerra de Vietnam, adonde viajó en 1965 para encontrarse con el entonces primer ministro Ho Chi Minh.

Siendo laico, fue también terciario dominico y franciscano. Participó en la Acción Católica. 
Lo eligieron como miembro de la asamblea constituyente italiana de 1946. Además fue diputado y ministro de trabajo.

En 1959 se convirtió en el primer político que atravesó la Cortina de Hierro, cuando viajó a Moscú para fomentar la paz y la unidad entre Oriente y Occidente, un proyecto que plasmó en los “congresos por la paz y la civilización cristiana” y los “coloquios mediterráneos para la reconciliación de las religiones de la familia de Abraham”.
Fue amigo de los papas Pío XII, San Juan XXIII y Beato Pablo VI.

En una carta enviada a Pablo VI, La Pira afirmó: “Unificar el mundo, ese es el único problema de hoy: unificarlo haciendo puentes por todas partes y derribando muros por todas partes. Pues bien, esta unificación no es posible –casi no tiene sentido‒ si no pasa (en cierta manera) por Pedro. Es decir, ¡si esta unificación jurídica y política entre los Estados no se ve acompañada de una relación unificadora (jurídica y política, en sentido profundo) entre los Estados y la Iglesia!”

En 1976, cuando se discutía una ley sobre el aborto en Italia, escribió un claro artículo en L’Osservatore Romano, el diario del Vaticano, en el que resaltaba que “el aborto no es solo matar a un no nacido (un homicidio, como los Padres de la Iglesia lo definen): se ‘introduce’, menoscabándolo, en el plan teleológico de la historia, de la esperanza histórica, trastocando inmensurablemente el plan histórico trascendente de Dios y haciendo que ‘se desmoronen’ ‒si es posible‒ la civilización humana, el cuerpo místico y el cuerpo de las naciones por entero”.

“El aborto no es un acto que libera a la mujer, es más, la relega para siempre, en un cierto sentido, a una esclavitud interior: ninguna ‘intervención humana’ puede liberarla”, destacó en aquella oportunidad.

El político italiano falleció el 5 de noviembre de 1977 en Florencia. Una procesión interminable de ciudadanos, amigos, personalidades de todos los credos religiosos y políticos, llegados desde todos los rincones de Italia y alguno también del extranjero, rindieron un conmovedor homenaje a La Pira, al que ya todos definían como el ‘alcalde santo’”.

En otra carta sobre la vida espiritual, La Pira afirmó: “Yo rezo, rezo, rezo. No por mí, sería una oración miserable y ofensiva: rezo, oh Señor, por todos los hombres que no te conocen y, como yo antes, no saben dónde está el lugar de Tu Cena perpetua”.

El 9 de enero de 1986 el cardenal Silvano Piovanelli, arzobispo de Florencia, abrió el proceso de beatificación de Giorgio La Pira.

La aprobación de las virtudes heroicas es tal vez el paso más complejo y largo en el proceso de beatificación de un fiel católico, ya que con el decreto se reconoce que el Siervo de Dios ha vivido en grado heroico la fe, la esperanza y la caridad; para lo cual se debe haber investigado en detalle su vida y escritos.

Con la aprobación de las virtudes heroicas, la causa de Giorgio La Pira queda a la espera de que se produzca un milagro obrado por su intercesión para declararlo beato.+

martes, 17 de julio de 2018

Documento de los sacerdotes



de las Villas de Emergencia de Buenos Aires y Gran Buenos Aires sobre el cuidado de la vida

(Parroquia Cristo Obrero de la Villa 31, 17 de julio de 2018)


Hemos visto con dolor como la Cámara de Diputados de la Nación sancionó por escasos votos el Proyecto de Ley de “Interrupción voluntaria del embarazo”, un eufemismo para dar media sanción al Aborto en nuestras tierras.

Como Iglesia presente en villas y barrios populares, donde se viven diversidad de dificultades, queremos renovar nuestro compromiso con la lucha por la Cultura de la Vida y los derechos humanos. Esperando que los senadores puedan dar cuenta del inmenso valor que tiene toda vida humana, la de la madre y la de la niña o niño por nacer; proponemos una respuesta concreta a la dificultad de las jóvenes y adolescentes de nuestros barrios que llevan adelante embarazos de riesgo o incluso no deseados ni planificados.

Creemos firmemente en la necesidad de cuidar de la vida humana en todas sus etapas, desde la concepción hasta la muerte. Siempre cada ser humano será el rostro de Dios, más allá de su fragilidad. La lucha por la igualdad -tan invocada en los discursos de estos días- está en nuestro ADN: los cristianos creemos profundamente en la fraternidad que nos da ser hijos de Dios y por lo tanto hermanos e iguales entre nosotros y ante sus ojos.

Nuestro querido Papa Francisco ha denunciado innumerables veces la cultura del descarte de nuestras sociedades: los viejos, los inmigrantes, las personas con discapacidad, los pobres y los niños por nacer molestan, nos piden atención, nos piden cuidado, nos “quitan” comodidades y privilegios; entonces hay una fuerte tendencia a descartarlos, a quitarles el derecho a la existencia. Los proyectos individuales, el nivel de consumo, el bienestar y el confort, por sobre todas las cosas, son los que mandan.

En el espíritu del documento que escribimos, hace un tiempo atrás, los curas de las villas “Con los pobres abrazamos la vida”, queremos dar una respuesta concreta a las necesidades de nuestras villas y barrios populares, allí donde la vida se lleva adelante pese a las dificultades. Y cada embarazo, cada niña y cada niño, es esperado y recibido como un don, un regalo, con la esperanza de que un futuro distinto y mejor que el actual le espera.

Queremos hacer notar, una vez más, que este compromiso y valoración de la vida lo hemos aprendido del mismo Evangelio y de las mujeres pobres con las que compartimos nuestra vida y trabajo. Muchas veces son madres de sus hijos y de los del pasillo. Sí, en momentos en que tantos y tantas hablan por los pobres mostrando su “preocupación” por ellos, nuestras comunidades quieren hacer nuevamente visible que las mujeres de nuestros barrios eligen la vida, la vida del niña o niño que vendrá y la de la mujer que lo lleva en su vientre, incluso cuando muchas veces deben hacerlo solas sin un hombre que se haga cargo de su propia paternidad y totalmente ausente o en grandes dificultades. Por esto las mujeres serán las grandes protagonistas de esta propuesta: como sujetos de derechos que no solo reciben contención y cuidados, sino que también lo brindan a sus pares. Sí, las mismas mujeres de nuestras comunidades llevarán adelante los Centros que recibirán el nombre de: “Hogar del abrazo maternal”.

Destacamos y agradecemos el trabajo silencioso que se viene haciendo ya hace años en distintas instituciones y dentro de nuestras comunidades para acompañar a mujeres con embarazos de riesgo, o inesperados. De estas experiencias tan concretas nos nutriremos.

Por todo esto es que comenzaremos, e invitamos a otros a hacerlo, a llevar adelante estos Centros para recibir a adolescentes y jóvenes mujeres, que lleven adelante embarazos de riesgo, o inesperados, en condiciones de fragilidad y desamparo. Allí les daremos alimentación, atención y control médico y sanitario, apoyo psicológico, orientación legal y social para que puedan llevar adelante sus embarazos como así también los primeros años de sus bebés hasta poder ingresar al ciclo de educación inicial. Buscaremos facilitar el acceso a políticas y programas que promueven la vida como la Asignación Universal por Embarazo y los programas de Salud Materno infantil, entre otros. En nuestras propias Capillas dispondremos de un lugar adecuado para que puedan estar durante el día, almorzar, merendar, descansar, recibir cariño y contención, formación y orientación ante cada situación y, en los casos en que no fuera posible la crianza posterior del niño, poder rápidamente articular con el sistema Judicial para una pronta adopción del mismo. En un clima de familia que recibe, abraza y acompaña se buscará sobre todo dar ánimo y fortaleza. Por otro lado, también se recibirá y acompañará en sus crecientes responsabilidades a los papás adolescentes y jóvenes. Obviamente se acompañará con respeto y cariño a las mujeres que hayan atravesado el drama de un aborto.

Porque creemos profundamente en que vale toda vida y que las sociedades muestran su verdadero rostro por la forma en que tratan a aquellos más débiles, es que elegimos hacernos cargo comunitariamente de estas situaciones dramáticas y no esperamos acríticamente la instalación de una verdadera cultura del descarte humano.

De modo gradual y con la debida adaptación a cada contexto para recibir mejor la vida como viene, se irán abriendo los Hogares del abrazo maternal en distintas comunidades.

Que la Virgen de Luján, nos enseñe a cuidar de nuestra Patria, comenzando por los más frágiles.

17 de julio de 2018

P. José María Di Paola. Villa La Carcova, 13 de Julio y Villa Curita. Diócesis de San Martín.
Mons. Gustavo Carrara. Obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Buenos Aires. Vicario para la Pastoral en Villas de CABA
P. Guillermo Torre, P. José Luis Lozzia, P. Marco Espínola. Villa 31. Arquidiócesis de Buenos Aires.
P. Juan Isasmendi, P. Eduardo Casabal, P. Ignacio Bagattini. Villa 1-11-14. Arquidiócesis de Buenos Aires.
P. Lorenzo de Vedia, P. Carlos Olivero, P. Gastón Colombres. Villa 21-24 y Zavaleta. Arquidiócesis de Buenos Aires.
P. Domingo Rehin. Villa Lanzone. Villa Costa Esperanza. Diócesis de San Martín.
Mons. Jorge García Cuerva. Obispo auxiliar de la Diócesis de Lomas de Zamora.
P. Hernán Cruz Martín. Barrio Don Orione - Claypole. Obra Don Orione. Diócesis Lomas de Zamora.
Mons. Eduardo García. Obispo de San Justo.
P. Basilicio Britez. Villa Palito. Diócesis de San Justo.
P. Nicolás Angellotti. Puerta de Hierro, San Petesburgo y 17 de Marzo. Diócesis de San Justo.
Mons. Gabriel Barba. Diócesis de Gregorio Laferrere.
P. Sebastián Sury, P. Damián Reynoso. Villa 15. Arquidiócesis de Buenos Aires.
P. Rodrigo Valdez. Villa Playón de Chacarita. Arquidiócesis de Buenos Aires.
P. Martín Carroza y P. Sebastián Risso. Villa Cildañez. Arquidiócesis de Buenos Aires.
P. Pedro Baya Casal, P. Adrián Bennardis. Villa 3 y del Barrio Ramón Carrillo. Arquidiócesis de Buenos Aires.
P. Juan Ignacio Pandolfini. Villa la Cava. Diócesis de San Isidro.
P. Juan Manuel Ortiz de Rozas. San Fernando. Diócesis de San Isidro.
P. Joaquín Giangreco. Villa Trujuy. Diócesis Merlo-Moreno.
P. Nibaldo Leal. Villa Hidalgo. Diócesis de San Martin.
Carlos Morena, Mario Romanín, Alejandro León, Juan Carlos Romanín, Salesianos, Don Bosco.
Cecilia Lee, misionera franciscana.
Bea GmiItrowicz, misionera franciscana, Villa Itatí. Diócesis de Quilmes.
P. Alejandro Seijo. Villa Rodrigo Bueno. Arquidiócesis de Buenos Aires.
P. Andrés Tocalini. Villa los Piletones. Arquidiócesis de Buenos Aires.
P. Dante Delia. Villa Borges. Diócesis de San Isidro.
P. Franco Punturo. Villa 20. Arquidiócesis de Buenos Aires.
P. Omar Mazza. Villa Inta. Arquidiócesis de Buenos Aires.

jueves, 12 de julio de 2018

Colapso demográfico




Gotti Tedeschi alerta de que los responsables del colapso demográfico están en el Vaticano

Por Carlos Esteban |
Infovaticana, 11 julio, 2018

El envejecimiento acelerado de la población europea responde a un plan, asegura el ex responsable del banco vaticano, Ettore Gotti Tedeschi, y muchos de sus autores ocupan altos cargos en el Vaticano.

El economista y banquero italiano ha acusado a las élites globalistas de forzar una reducción de la población mundial, en el curso de la primera conferencia internacional de la Academia Juan Pablo II para la Vida Humana y la Familia. La serie de catástrofes económicas, geopolíticas y sociales que ha producido el colapso demográfico en Occidente son intencionales, insiste Gotti Tedeschi, y tienen como objetivo que la gente en todo el mundo acepte la ‘visión política’ globalista, que eliminaría la soberanía nacional e instituiría el “ecologismo gnóstico” como religión universal.

Quizá no sea coincidencia, sugiere el banquero, que los temas recurrentes del actual pontificado, como la pobreza, la inmigración masiva y la destrucción del medio ambiente, se achaquen en exclusiva a la “avaricia de la banca”, a la guerra y a la actividad del hombre, ese “cáncer del planeta”; pero en realidad estos problemas se han visto agravados por el colapso de los nacimientos, en opinión del economista italiano.

Este movimiento tiene sus propios profetas, como los fanáticos del control de la natalidad Paul Ehrlich, Jeffrey Sachs y Ban Ki-moon, y sus grandes enemigos son la familia -que proporciona “educación, autonomía e independencia” con respecto al Estado- y la Iglesia Católica, y por eso los nuevos gnósticos se esfuerzan por “reescribir el Génesis en los salones del Vaticano”.

La falta de crecimiento demográfico se traduce necesariamente en frenazo económico, aunque este se maquilla en “un gran espejismo creado en los treinta últimos años”. Nada de esto, insiste el financiero, ha pasado por casualidad, sino con el fin de crear una crisis que obligue a la gente a aceptar el Nuevo Orden Mundial de carácter globalista y neognóstico. “La economía es un medio de persuasión formidable”, sostiene. “Es la mejor excusa para que la gente de todo el mundo acepte la solución”.

Hizo luego un rápido repaso por los hitos de este plan pergeñado por las élites, como el Informe Kissinger, con el que se trataba de “homogeneizar las culturas”, fomentando el sincretismo religioso, algo a lo que también contribuye la inmigración masiva.

En cuanto a la Iglesia, “entrará en colisión con este movimiento o será arrinconada”, asegura Gotti Tedeschi. Pero hay indicios preocupantes dentro de la propia jerarquía vaticana, advierte, como los que surgen de la Academia Pontificia de las Ciencias.

Le preocupa que quienes hoy asesoran a la cúpula de la Iglesia sean esos mismos a quienes llama “profetas gnósticos” y que pretenden transformar el génesis tal como lo interpreta la Iglesia en un “génesis gnóstico”, con la colaboración de la citada Academia.

viernes, 6 de julio de 2018

Nota



con ocasión del 50 aniversario de la Encíclica de Pablo VI.

La Humanae vitae y la Doctrina social de la Iglesia, unidas por el mismo destino.

Observatorio Cardenal Van Thuan, 22 giugno 2018
Stefano Fontana


La encíclica de Pablo VI Humanae vitae y la Doctrina social de la Iglesia son objeto de la misma oposición. Estamos hablando de finales de los años sesenta y principio de los setenta del siglo pasado. Este hecho del destino común al ser objeto de polémica en esos años (y, después, en los años sucesivos hasta llegar al día de hoy, dado que los argumentos de fondo no han cambiado) es de gran interés, no sólo para comprender la relación entre la Humanae vitae y la Doctrina social de la Iglesia, sino también para considerar la común estructura de pensamiento objeto del rechazo. En este cincuenta aniversario de la encíclica de Pablo VI es importante que este tema no pase inadvertido.

Como es bien sabido, la oposición a la Humanae vitae dentro de la Iglesia fue bastante dura, lo que fue causa de gran asombro y profundo pesar para Pablo VI, que fue abandonado por muchos cardenales y obispos cercanos a él antes y durante el Concilio. Ambos progresismos eran claramente distintos en las intenciones de fondo, aunque convergían en algunos momentos del recorrido. Recientemente, se ha publicado un libro que documenta la aportación de Karol Wojtyla a la Humanae vitae y que recuerda, de manera indirecta, los episcopados que se opusieron con mayor fuerza [GALUSZKA, Pawel Stanislaw, Karol Wojtyla e Humanae vitae. Il contributo dell’Arcivescovo di Cracovia e del gruppo di teologi polacchi all’enciclica di Paolo VI, Cantagalli, Siena 2017]. Augusto Del Noce dijo que se había tratado del más grande “Kulturkampf” (combate cultural) moderno contra la Iglesia católica, al que Pablo VI resistió con tenacidad.

En esos mismos años se desarrolló el rechazo a la Doctrina social de la Iglesia. El libro que llegó a ser el texto de referencia de esta oposición fue escrito por el padre Dominique Chenu, La Dottrina sociale della Chiesa (Queriniana, Brescia 1977), del que aconsejamos leer sobre todo las páginas 48-53. En la base de esta condena se encontraban la interpretación del Concilio tal como lo entendía la Escuela de Bolonia, el cambio de la teología de la naturaleza a la historia, la idea que con Octogesima adveniens Pablo VI debería haber reajustado la Doctrina social de la Iglesia  publicando voluntariamente un documento social de tono inferior a una encíclica. 

El motivo principal era, sin embargo, el cambio de paradigma de la relación entre la Iglesia y el mundo, con la fundamental aceptación del “cambio antropológico” y de un mundo que ya estaba “maturo”. En esos años, las editoriales católicas publicaron una avalancha de textos -una verdadera bomba teológica- que contradecían desde la raíz la estructura teológica de la Doctrina social de la Iglesia. En la Iglesia, el 68 tuvo también esta característica y la “opción socialista” que realizaron las ACLI (Associazioni Cristiane Lavoratori Italiani) en 1970 se convirtió, de algún modo, en el símbolo principal para Italia, como la Conferencia de los obispos latinoamericanos (CELAM) en Medellín, Colombia, lo fue a nivel de Iglesia universal.

El rechazo a la Humanae vitae y la Doctrina social de la Iglesia prosiguió también después. Los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI respondieron relanzando, juntas, la moral matrimonial y la Doctrina social de la Iglesia. Con todo, esto no ha conseguido derrotar a las corrientes teológicas y eclesiales que son contrarias tanto a la una como a la otra y que, además, se han fortalecido con el tiempo.

Esta unidad de destino de la Humanae vitae y de la Doctrina social de la Iglesia merece gran atención. Parece que ambas permanecen juntas o caen junta. Efectivamente, es así. El primer motivo es que, como se ha dicho recientemente, en la unión conyugal está contenido el  germen de cualquier otra relación social, por lo que si lo natural se transforma en contractual, el efecto negativo que recae sobre el orden total de la sociedad es enorme. El segundo motivo es aún más profundo. Tanto la Humanae vitae como la Doctrina social de la Iglesia comparten una estructura de pensamiento filosófico y teológico que es su fundamento.

Esta estructura de pensamento había sido expuesta por León XIII en la serie de encíclicas que rodeaban la Rerum novarum, y había sido confirmada por Juan Pablo II en las tres encíclicas fundamentales, a saber: Evangelium vitae, Veritatis splendor y Fides et ratio. 
Podemos expresarlo con las palabras de Humanae vitae: «Ningún fiel querrá negar que corresponda al Magisterio de la Iglesia el interpretar también la ley moral natural. Es, en efecto, incontrovertible -como tantas veces han declarado nuestros predecesores-, que Jesucristo, al comunicar a Pedro y a los Apóstoles su autoridad divina y al enviarlos a enseñar a todas las gentes sus mandamientos, los constituía en custodios y en intérpretes auténticos de toda ley moral, es decir, no sólo de la ley evangélica, sino también de la natural, expresión de la voluntad de Dios, cuyo cumplimiento fiel es igualmente necesario para salvarse» (n. 4).

Quienes rechazaban entonces y rechazan ahora la Humanae vitae y la Doctrina social de la Iglesia rechazan, en el fondo, la estructura de pensamiento basada en la relación entre lo natural y lo sobrenatural, entre razón y fe, entre ley moral natural y ley divina, relación en la que el segundo término purifica al primero, pero sin negarlo nunca.



miércoles, 4 de julio de 2018

Diaconisas




Sandro Magister da por hecho que tras el Sínodo de la Amazonía se ordenarán las primeras diaconisas

Por Carlos Esteban
Infovaticana,  | 03 julio, 2018

“A juzgar por el documento preparatorio del Sínodo de la Amazonia, en agenda en 2019, se prevé que precisamente en esa región se ordenarán las primeras mujeres diácono”, señala en la última entrada de su blog, Settimo Cielo, el prestigioso vaticanista Sandro Magister, que añade: “Y después, quién sabe”.

 Subraya Magister en su texto el que se ha convertido quizá en el rasgo más característico del Papado de Francisco, ese avanzar para luego retroceder, decir una cosa para matizar la contraria, declarar algo y contradecirlo en una decisión, utilizar diferentes audiencias para lanzar mensajes distintos para una misma cuestión. Un modo, en fin, de plantear la tan cacareada ‘renovación’ de un modo tan confuso que uno no sabe muy bien a qué atenerse hasta que el asunto parece asentarse solo.

Naturalmente, el asunto de fondo no es el diaconado femenino, ni nadie duda por un segundo que los ‘renovadores’ a ultranza vayan a dejar de reivindicar lo que consideran el lógico fin de trayecto de estas reformas: el sacerdocio femenino, como exige el Mundo.

Francisco, siempre que se ha pronunciado sobre el particular, ha confirmado la práctica unánime y continuada de la Iglesia, proclamada solemnemente por San Juan Pablo II: las mujeres no pueden ser sacerdotes. A diferencia del celibato sacerdotal, una cuestión disciplinaria sobre la que la Iglesia tiene potestad para cambiar, el predecesor de Benedicto XVI aclaró que se trata de una cuestión ontológica y ‘de fide’, perteneciente a la naturaleza misma del Sacramento del Orden.

Pero, por otra parte, deja sin responder a quienes opinan en contrario desde la misma cúpula de la Iglesia y aun entre su círculo íntimo, como cuando el Arzobispo de Viena, el Cardenal Christoph Schönborn, dejó abierta la puerta a una futura reforma de la ‘visión’ de Wojtyla.

El debate llegó a tal punto que tuvo que intervenir el pasado mayo el propio prefecto para la Doctrina de la Fe, el Cardenal Luis Ladaria, que confirmó la decisión de San Juan Pablo, calificándola de “definitiva” e “infalible” en una nota publicada en L’Osservatore Romano.

Por supuesto, esto no ha acallado al ala progresista, maximalistas que si algo hay que admirar en ellos es la constancia, ahora animados por la comisión que ha encargado Su Santidad para estudiar la elevación de mujeres al diaconado.

Pero el diaconado es ya Sacramento del Orden, aunque no abarque las funciones sacerdotales plenas. Así se define en la encíclica Lumen Gentium proclamada como parte del Concilio Vaticano II: “En el grado inferior de la jerarquía están los diáconos, que reciben la imposición de las manos «no en orden al sacerdocio, sino en orden al ministerio». Así, confortados con la gracia sacramental, en comunión con el obispo y su presbítero, sirven al pueblo de Dios en el ministerio de la liturgia, de la palabra y de la caridad. Es oficio propio del diácono, según le fuere asignado por la autoridad competente, administrar solemnemente el bautismo, reservar y distribuir la Eucaristía, asistir al matrimonio y bendecirlo en nombre de la Iglesia, llevar el viático a los moribundos, leer la Sagrada Escritura a los fieles, instruir y exhortar al pueblo, presidir el culto y oración de los fieles, administrar los sacramentales, presidir el rito de los funerales y sepultura”.

Y, ahora, por lo que puede leerse en el documento preparatorio del Sínodo de la Amazonia, que habrá de celebrarse en 2019, se prevé que allí se ordenen las primeras diaconisas, junto con los ‘viri probati‘, los primeros casados ordenados sacerdotes del rito latino que, según las voces más alarmistas, anunciarán el fin del celibato sacerdotal obligatorio para la Iglesia universal.