miércoles, 28 de noviembre de 2018

El gobierno tira la piedra y esconde la mano



Aica,  28 Nov 2018


Desde hace varios sábados, en el programa Claves por un Mundo Mejor que se emite por el canal 9 de TV, y en el que tiene el espacio editorial, el arzobispo emérito de La Plata, monseñor Héctor Aguer, viene hablando acerca de la Educación Sexual Integral (ESI) y de la ideología de género por considerarlos “temas del momento, pero con una consecuencia de futuro terrible”.

“Tengo la impresión -dijo al comienzo de su reflexión del sábado 24 de noviembre-, de que los funcionarios del actual gobierno tiran la piedra y esconden la mano, porque comienzan a decir algunos que en realidad la educación sexual integral no se va a llevar a cabo”.

“Claro -prosiguió-, se acercan las elecciones y el oficialismo advierte que en este tema no tiene las de ganar. Hay una ley del año 2006 a la que las provincias debían adherir, porque es una ley nacional, pero algunas provincias en vez de adherirse a ella promulgaron sus propias leyes”.

Una ley que destila odio contra la Iglesia
“La provincia de Buenos Aires tiene una ley, la 14.744, que es una calamidad y ahora, peor todavía, tiene media sanción de los diputados una ley que, ya en sus fundamentos, destila odio contra la Iglesia como si nosotros fuéramos los responsables o los únicos que estamos en contra de la perversión de los niños y de los adolescentes a través de esta materia. Nos acompañan en el repudio nuestros hermanos evangélicos”.

“Pero esta -añadió- es una cuestión sobre la que el Presidente de la Nación, hace pocos días, en un discurso, dijo que es transversal. Aquí rige transversalmente la perspectiva de género. El presidente obedece puntualmente a quienes inyectan dólares a nuestras ruinosas finanzas. Al parecer, según los funcionarios, esto no es para alarmarse, porque no va a pasar nada”. ¡Pero está pasando!, exclamó el prelado. Y para fundamentar su alarma, monseñor Aguer leyó una carta enviada por la señora María Cullen al diario La Nación, “una carta verdaderamente extraordinaria que me pareció oportuno que todo el mundo la conozca. Su título es “Por los chicos” y dice así:

Carta de la Sra. María Cullen publicada en La Nación

“Los padres no nos oponemos a que se enseñe sexualidad a nuestros hijos, pero una sexualidad sana, con valores, fundada en la ciencia y en la biología. La ESI (Educación Sexual Integral) puede ser un buen instrumento, pero los contenidos que con su excusa se están dando están rompiendo la cabeza de los chicos con ideología de género, una sexualización temprana y una visión totalmente hedonista. Aunque traten de negarlo, sí se les enseña sobre masturbación (por favor vayan a los manuales) y esto a partir de los dos años. A los diez ya les enseñan orientación sexual, juegos presexuales y sexuales. Lo más grave es que los contenidos de los manuales se aplican según la “creatividad” del maestro o instructor, y así vemos en una escuela en Brandsen donde se enseñó a alumnos de sexto grado a masturbarse y a usar consoladores, a un jardín de infantes de Mendoza que hizo un taller para que los varones aprendieran a usar collares y a maquillarse, o a una escuela primaria de González Catán que pidió a los alumnos que reescribieran cuentos clásicos con la consigna de que Rapunzel debía ser transexual, Pinocho gay y Caperucita lesbiana. 
No debería extrañar si, paralelamente, el Estado nacional invita a los niños a partir de los doce años a chatear con un desconocido en línea y en forma confidencial sobre temas sexuales (¿para qué los habré cuidado siempre de los extraños en las redes sociales?), o el gobierno de la ciudad auspicia videos en los que se cuenta lo divertido y glamoroso que es ser una drag queen. No son casos aislados. Por nuestros hijos y por el futuro del país, urge participar y frenar este abuso”.

El Estado no tiene derecho a hacer esto
Al terminar la lectura monseño Aguer afirmó que “la carta es impecable”, porque “esto está pasando. No tiren la piedra y escondan la mano. Está pasando esto, están pervirtiendo, están corrompiendo a la juventud argentina. Nos hemos preguntado varias veces: ¿Y la patria potestad? ¿Los papás saben que les enseñan esto a sus hijos? ¿Quieren que se haga? ¿Y la libertad de educación, de la educación en general y la libertad de la Iglesia? ¿Y la libertad de cualquier instituto de gestión privada? El Estado no tiene derecho a hacer esto”.

“Es inconcebible -continuó reflexionando el arzobispo emérito- cómo un partido y un gobierno que son considerados liberales o neoliberales y parece que lo son en economía, aunque diría que, más bien, es un gobierno sumiso a los dictados de la gran finanza internacional pero en esta materia son autoritarios, son totalitarios y responden a los dictados de la gran finanza internacional: hambrean al pueblo y corrompen a sus hijos”.

Como contraste el arzobispo citó el caso de China. Dijo: ¿Qué curioso, no? China que es un país totalitario no quiere saber nada con la educación sexual integral ni con la ideología de género porque dice que la familia es la base de la sociedad. Esto en China que es un país marxista. Acá en un país “católico” nosotros nos tragamos que a nuestros chicos los perviertan de esta manera”.

Ideología o perspectiva de género
“He oído en algún ambiente católico que hay que decir perspectiva de género y no ideología de género. No estoy de acuerdo con esta postura. La perspectiva es el ángulo de visión desde el cual se considera un asunto pero en el caso del género es una ideología bien trabada y tiene que ver con el constructivismo que afirma que no existe una naturaleza humana y que no hay varón y mujer sino que hay posibilidades de ciento y pico de géneros. Por eso yo la llamo ideología de género, porque es una ideología con la cual se quiere masajear el bocho de nuestros chicos y por eso, como dice muy bien esta señora, no lo tenemos que permitir y hay que manifestarse e impedir que siga consumándose esta iniquidad”.

Por último monseñor Aguer, tras afirmar que “los medios de comunicación apoyan masivamente la ideología de género”, manifestó que “en las elecciones de 2019 hay que exigir a los candidatos que se definan sobre esta cuestión, que no se hagan los distraídos, que no engañen al pueblo con sus planteos pseudodemocráticos, y pidió que el actual gobierno masónico, que intentará perpetuarse, “se saque la careta y no confunda a la gente”.+

lunes, 26 de noviembre de 2018

La sociología de Santo Tomás de Aquino





“La vida interior es sociógena” Dr. Emilio Komar


P. Fr. Rafael María Rossi O.P.



El Papa Pablo VI, en un discurso del 29 de Junio de 1972, hacía referencia a la sociología de San Pedro: “Ciertas corrientes sociológicas tienden hoy a estudiar a la humanidad prescindiendo del contacto con Dios. La sociología de San Pedro, en cambio, la sociología de la Iglesia, para estudiar a los hombres pone de manifiesto precisamente este aspecto sagrado, de conversación con lo inefable, con Dios, con el mundo de lo divino”. Por eso erran el camino quienes pretenden explicar y orientar  la sociedad por el camino del secularismo, e incluso del marxismo: y así utilizan “préstamos no criticados de la ideología marxista y el recurso a las tesis  de una hermenéutica bíblica dominada por el racionalismo” (Instrucción sobre algunos aspectos de la teología de la liberación, nº 10).

De allí que para hablar del orden social (o de cualquier actividad humana) debemos recordar las palabras del Apóstol: “Voy a mostraros un camino más excelente: aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor (agapé) soy como una campana que suena o un platillo que retiñe; y aunque tuviera el don de profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera fe como para trasladar montañas, pero no tengo amor, nada soy.” (I Cor. 13)…. Aunque tuviéramos leyes justas y cristianas, aunque la Argentina fuera católica, aunque se restaurara la Cristiandad, y existieran familias católicas, escuelas católicas, universidades católicas, políticos católicos, y hasta “democracia cristiana”, si no tenemos caridad nada somos: porque el bien último del hombre, el bien perfecto y total (el Bien Común) consiste en la unión con Dios, que se realiza por el amor.

Por esto afirmamos la tesis (que aprendiéramos del Dr. Emilio Komar) que la vida interior es sociógena; mientras que los elementos estructurales (y por tanto extrínsecos) organizativos de la sociedad (leyes, instituciones, cuerpos intermedios, y la misma institución religiosa) si son según el orden natural y cristiano custodian la ciudad en su vitalidad, en su sanidad, como las murallas la custodian de los enemigos y de las fieras salvajes; pero no pueden comunicarle la vida humana, que es un camino de perfección: la ley de Dios (inscripta en el corazón del hombre) es la muralla interior de la ciudad.

Consideremos cuál sea el fin de la vida del hombre: la felicidad. Pues Dios nos ha creado para que fuésemos felices, aunque más no sea en la Vida Eterna (si no en ésta), y en eso consiste nuestra perfección: llegar al final de nuestra existencia tal y como Dios nos ha pensado desde toda la eternidad.

Siguiendo a Aristóteles (X, Ética a Nicómaco) Santo Tomás nos plantea dos grados de felicidad: la activa y la contemplativa.

 La felicidad activa consiste en la vida conforme a las virtudes morales, que hacen la perfección de la persona y la perfección de las relaciones sociales: por lo tanto mantienen el orden social desde el interior de la persona.

En el plano cultural, la cultura católica, a diferencia de la calvinista (como muestra Max Weber, cfr. La ética protestante y el espíritu del capitalismo) se orienta hacia la contemplación de toda verdad: <<Ahora la contemplación de la verdad divina es en nosotros imperfecta, “como por medio de un espejo y en enigma”, de ahí que por medio de ella se nos da una cierta incoación de la bienaventuranza… pero como por medio de los efectos divinos somos conducidos como de la mano hacia la contemplación de Dios (Rom. I: “lo invisible de Dios lo conocemos por medio de las cosas que fueron hechas”), por lo tanto, también la contemplación de los efectos divinos pertenece secundariamente a la vida contemplativa, porque a partir de ellos el hombre es conducido de la mano hasta el conocimiento de Dios.
Por eso dice san Agustín (De vera religione) que en la consideración de las creaturas no ha de ejercerse una curiosidad vana y perecedera, sino que  ha de hacerse escalera hacia las cosas inmortales y permanentes>> (II-II, q. 180, a. 4).

En el plano moral la felicidad activa consiste en el ejercicio de las virtudes naturales  e infusas (que conforman la moral cristiana), es decir, la santidad: porque las virtudes hacen buena a la persona y hacen buenas sus obras; porque las virtudes morales se ordenan a las acciones exteriores. La vida virtuosa permite la amistad (como afirman categóricamente Aristóteles y Cicerón) y por eso puede sustentar las relaciones interpersonales, y por eso puede sustentar la vida social; cosa que no puede lograrse tan sólo por las leyes:

<<Habéis oído que se dijo a nuestros antepasados: “no matarás” y el que mate será llevado a juicio. Pero yo os digo que todo el que se enoje contra su hermano será culpable en el juicio; y cualquiera que diga a su hermano raca (necio) será culpable ante el sanedrín; y cualquiera que le diga loco será culpable en la gehenna de fuego>> (Mateo 5, 21-22).

Porque además, la vida virtuosa  (más perfecta que la ley y que las leyes) engendra en el orden social la gratuidad (Cáritas in veritate, nº 34): <<La caridad en la verdad pone al hombre ante la sorprendente experiencia del don. La gratuidad está en su vida de muchas maneras… El ser humano está hecho para el don, el cual manifiesta y desarrolla su dimensión trascendente… Por su propia naturaleza el don supera al mérito, su norma es sobreabundar… Al ser un don recibido por todos, la caridad en la verdad es una fuerza que constituye la comunidad, unifica a los hombres de manera que no haya barreras o confines… El desarrollo económico, social y político necesita, si quiere ser auténticamente humano, dar espacio al principio de gratuidad como expresión de fraternidad>>.

No es el hecho material de reunirnos para estar juntos, para compartir, sino el amarnos en Cristo lo que “constituye” y fundamenta cualquier orden social: familiar, parroquial. conventual, etc.

Mientras que la felicidad activa se funda en la ratio, la felicidad contemplativa se funda en el intellectus (el nous griego): <<El filósofo dice que la vida contemplativa está por encima del hombre, porque nos es propia en cuanto que hay algo divino en nosotros, a saber, el intellectus (nous)>> (II-II, q. 180, a. 8 ad 3). En el orden del conocimiento, la perfección última o máxima del alma consiste en que <<en ella se describa todo el orden del universo y sus causas>> (De Veritate, q. 2, a. 2),  que en la última instancia definitiva consiste en la visión beatífica. En el orden del afecto, la felicidad contemplativa consiste en el amor a la Verdad divina. <<El objeto del amor divino, que es Dios, excede el juicio de la razón. Y por eso no es medido por la razón (ratio), sino que excede la razón… El acto interior de la caridad tiene razón de fin, porque el último bien del hombre consiste en que el alma se una [inhaereat = Dios en el alma y el alma en Dios] a Dios>> (II-II q. 27, a. 6).


CONCLUSIÓN


Dice el padre Leonardo Castellani: <<La causa del fracaso de Rosas puede hallarse por el lado de la falta de verdadera contemplación en el país. El clero, a quien principalmente ella atañe, es quien falló más que nadie… La formación intelectual del clero es deficiente; y no orientada a la contemplación>> (La raíz del mal, en Jauja, Nº 4, Abril de l.967). 
Coincidentemente con santa Catalina de Siena y san Juan de Ávila, que aducen que la causa de los males con que Dios castiga a las sociedades cristianas son los pecados del clero; por eso la reforma de la Iglesia sólo puede hacerla Dios, enviando santos sacerdotes y retirando el castigo. Dijo Dios Padre a santa Catalina: 
<<Yo me dejaré obligar por el deseo, las lágrimas y las oraciones de mis servidores, y haré misericordia a mi Esposa, reformándola con buenos y santos pastores. Una vez reformada, los súbditos se enmendarán, porque de casi todo lo malo que hacen tienen la culpa los malos pastores>> (Diálogo nº 129).

Abraham pidió a Dios que tuviera misericordia y no destruyera las ciudades de Sodoma y Gomorra: “¿Vas a exterminar a la vez al justo con el pecador? Quizá haya cincuenta justos en la ciudad. ¿Vas a exterminarlos? ¿No la perdonarás más bien por los cincuenta justos que hay en ella?. El Señor respondió: Si encuentro en Sodoma cincuenta justos, perdonaré por ellos a toda la ciudad… Abraham volvió a decir: No se enoje mi Señor. Voy a hablar por última vez. Quizá no sean más que diez. Y respondió el Señor: Por consideración a esos diez no la destruiré” (Gén. 18, 23 ss.).

Para la restauración de la Patria se necesita previamente la restauración de la Iglesia: pidamos a Dios santos y sabios sacerdotes y obispos, que nos devuelvan al amor y a la contemplación de Dios: “Es importante que lo que nos propongamos, con la ayuda de Dios, esté fundado en la contemplación y en la oración. El nuestro es un tiempo en continuo movimiento que, a menudo, desemboca en el activismo, con el riesgo fácil del ‘hacer por hacer’. Tenemos que resistir esta tentación, buscando ‘ser’ antes que ‘hacer’ ” (Novo milennio ineunte, nº 15).







miércoles, 14 de noviembre de 2018

Preguntas



 para formularse tras la decisión del Episcopado sobre los aporte del Estado


Aica,  14 Nov 2018


El obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, difundió la carta pastoral “Una Iglesia misionera, pobre y solidaria”, en la que plantea algunos interrogantes que debería formularse la comunidad católica diocesana tras la decisión de la Conferencia Episcopal Argentina de ir reemplazando en forma gradual el aporte del Estado nacional.

El prelado destaca que el reciente plenario episcopal hizo una “mirada evangélica” sobre este tema, pero sobre todo tuvo que discernir “qué quiere el Señor de su Iglesia, aquí en la Argentina con nuestra historia, logros, defectos y dificultades”.

“Esto ha sido realmente muy consolador: hemos escuchado al Señor que nos invita a la confianza, audacia y valentía del Evangelio. Nos sentimos gozosamente llamados a ser una Iglesia misionera, pobre y para los pobres”, sostiene, y agrega: “Nos hemos visto cálidamente urgidos a vivir a fondo la solidaridad, el compartir bienes, talentos, carismas”.

Asimismo, puntualiza tres decisiones importantes tomadas por el plenario de obispos.

“1. Ante todo, dar nuestra aprobación para que prosigan los diálogos con el Gobierno en orden a una progresiva disminución – hasta su desaparición – de este aporte del Estado a la Iglesia (el Presupuesto de Culto). El Gobierno nacional, por su parte se ha comprometido a desarrollar algunos instrumentos para facilitar que los fieles católicos puedan seguir aportando al sostenimiento de la Iglesia.

“2. Crear una Comisión Episcopal para pensar mejor, y de manera más integral, el sostenimiento de la obra evangelizadora de la Iglesia en la Argentina, atenta, especialmente, a desarrollar los instrumentos aptos para reemplazar el aporte del Estado que irá disminuyendo.

“3. En orden a esto, crear ya mismo un Fondo Solidario que vaya recogiendo el aporte de todos para suplir los recursos que hasta ahora han ido viniendo del Presupuesto de Culto. Algunas diócesis ya han declarado estar en condiciones de iniciar la formación de este Fondo. Otras nos iremos sumando en breve. Cada una según sus posibilidades”.

Monseñor Buenanueva hace algunas precisiones sobre las decisiones adoptadas, y formula algunas preguntas que considera “importantes”.

“El Estado dejará esta forma – bastante anacrónica, por cierto – de aportar a la misión de la Iglesia. Podemos, sin embargo, preguntarnos: el Estado, en cualquiera de sus niveles, ¿puede desentenderse sin más de las actividades religiosas de los ciudadanos? La respuesta es clara: no, no puede”, asevera.

“Es su deber interesarse activa y concretamente de todo lo que es un interés legítimo de los ciudadanos, sea en áreas culturales, artísticas, solidarias o deportivas. También en las religiosas. El Estado debe cuidar y promover los valores espirituales y éticos de los ciudadanos, pues, por sí mismo, no los puede generar, menos aún imponer”, afirma.

Por esto, el obispo explica que no se habla de “renuncia”, y justifica el porqué: “Esta podría ser un gesto clamoroso pero, a la larga, injusto y nocivo. Los ciudadanos tenemos que ayudar al Estado a cumplir su misión de servicio a la sociedad y ciudadanos reales del país”.

Monseñor Buenanueva considera que la segunda pregunta deberían formulársela los católicos de las comunidades cristianas de esta zona “próspera de Córdoba y de la Argentina”: ¿No tendríamos que intensificar nuestra solidaridad, compartiendo con más generosidad lo que Dios nos ha regalado: recursos, carismas, tiempo y talentos?

“El Estado podrá seguir ayudando o no, lo cierto es que nuestra Iglesia seguirá dando lo mejor de sí al servicio del Evangelio y, de manera especial, de los más pobres. Como la viuda pobre y sus dos moneditas de cobre del Evangelio de este domingo”, ejemplifica.

Monseñor Buenanueva reconoce que los católicos no pueden desentenderse de los “hermanos necesitados” y profundiza: “No podemos encerrarnos en nuestro bienestar”.

“La vida de las Iglesias hermanas es también nuestra preocupación. Ya tenemos la formidable experiencia de “Más por Menos”. ¿No tendríamos que potenciarla? ¿Cómo contribuirá nuestra Iglesia diocesana al Fondo Solidario de la CEA?”, pregunta.

“La motivación que tenemos los cristianos para compartir nuestras vidas y bienes es la más alta: el amor de Cristo. Así lo hemos expresado también en nuestro Plan de Pastoral. Hemos aprendido a dar pasos en comunión y participación. Este capítulo reclama también un camino común de discernimiento y acción”, concluye.+

martes, 13 de noviembre de 2018

La diplomacia Vaticana



 NO ES DESPREVENIDA.

Pero el Acuerdo con China Comunista deja a la Secretaría de Estado muy mal parada

 Por Carlos Alvarez Cozzi

Mucho se habló en los últimos años de la situación de los católicos chinos, perseguidos por el régimen comunista que quiere a una iglesia patríotica totalmente servil a sus propósitos. Miles de chinos católicos fieles han dado su vida en el martirio, regando con su sangre el nacimiento de nuevos cristianos. Que se esperaba de la Santa Sede? Pues que defendiera a sus obispos, sacerdotes y fieles!. Pero en cambio que fue lo que hizo? Llegar a un Acuerdo con el gobierno comunista chino para entregar prácticamente a sus fieles, sacerdotes y obispos legítimos en manos del gobierno, para que los detengan y “reeduquen”. 

Y esta noticia cuyo link copiamos es la prueba de ello.


Además, el régimen ha destruído varios templos católicos con el pretendido argumento que tiene demasiadas cruces?!. Por eso el Cardenal Zen, Arzobispo Emérito de Hong Kong, que ni siquiera fue consultado por el cardenal Parolín antes de firmar el Acuerdo, ha sido claro: el Vaticano ha traicionado a su Iglesia fiel en China entregándola a los comunistas.

Los hechos narrados le dan la razón, lamentablemente. Y pidió la renuncia del cardenal Parolín, que sigue defendiendo el Acuerdo y tan campante en su cargo, sostenido por el papa Francisco. Todo dicho verdad? No hace falta agregar más nada!



lunes, 12 de noviembre de 2018

El Papa invita


 a abrir­se al sen­ti­do más am­plio de la Doc­tri­na So­cial de la Igle­sia


 AGEN­CIA SIC, 7-11-18




En la ma­ña­na del  7 de no­viem­bre, como to­dos los miér­co­les, el Papa pre­si­dió la Au­dien­cia Ge­ne­ral e im­par­tió su ca­te­que­sis. Lo hizo en la Pla­za de san  Pe­dro, ante los fie­les pro­ve­nien­tes de di­ver­sas par­tes del mun­do. La ca­te­que­sis de este día se tra­tó so­bre el sép­ti­mo man­da­mien­to “no ro­ba­rás”.

Hoy re­fle­xio­na­mos so­bre el sép­ti­mo man­da­mien­to del de­cá­lo­go: «No ro­ba­rás»-dijo en es­pa­ñol-. Lo pri­me­ro que nos vie­ne a la men­te es el tema de la sus­trac­ción o re­ten­ción ilí­ci­ta de los bie­nes aje­nos, y el de­bi­do res­pe­to a la pro­pie­dad de los de­más. En toda cul­tu­ra, ro­bar es inacep­ta­ble, pues to­das de­fien­den el de­re­cho a po­seer bie­nes.

Si bien el con­cep­to es que en to­das las cul­tu­ras ro­bar es inacep­ta­ble, el Papa Fran­cis­co in­vi­tó a abrir­se a una lec­tu­ra más am­plia de esta pa­la­bra, fo­ca­li­zan­do el tema de la pro­pie­dad de los bie­nes a la luz de la sa­bi­du­ría cris­tia­na. De este modo re­cor­dó cuan­to afir­ma el ca­te­cis­mo de la Igle­sia ca­tó­li­ca so­bre la des­ti­na­ción uni­ver­sal de los bie­nes y afir­mó:

La sa­bi­du­ría cris­tia­na nos dice que, por vo­lun­tad di­vi­na, los fru­tos de la crea­ción es­tán des­ti­na­dos a todo el gé­ne­ro hu­mano. El des­tino uni­ver­sal de los bie­nes y su dis­tri­bu­ción jus­ta es an­te­rior al de­re­cho a la pro­pie­dad pri­va­da, que debe es­tar en fun­ción de las ne­ce­si­da­des pri­ma­rias del hom­bre.

El mun­do es uno solo y las ri­que­zas es­tán en ma­nos de po­cos

Sin em­bar­go, Fran­cis­co re­cor­dó que la Pro­vi­den­cia no ha dis­pues­to un mun­do “en se­rie” , hay  di­fe­ren­cias y con­di­cio­nes di­ver­sas, y así se pue­de vi­vir pro­ve­yen­do los unos a los otros:

El mun­do es rico en re­cur­sos para ase­gu­rar a to­dos el ac­ce­so a los bie­nes fun­da­men­ta­les; sin em­bar­go, mu­chos vi­ven en una si­tua­ción de po­bre­za es­can­da­lo­sa. Y los re­cur­sos na­tu­ra­les mal usa­dos, se van de­te­rio­ran­do y des­tru­yen­do. La pro­pie­dad, muy en es­pe­cial cuan­do afec­ta los re­cur­sos na­tu­ra­les, debe es­tar siem­pre al ser­vi­cio de las ne­ce­si­da­des de los pue­blos. No po­de­mos con­si­de­rar­nos due­ños ab­so­lu­tos de las co­sas.

“El mun­do es uno solo”,  afir­mó el Papa, “la hu­ma­ni­dad es una sola”, y la ri­que­za del mun­do de hoy “está en las ma­nos de las mi­no­rías de po­cos y la po­bre­za es el su­fri­mien­to de mu­chos, de la ma­yo­ría”. Si en la tie­rra hay ham­bre – pro­si­guió – no es por­que fal­ta el ali­men­to. Es más, de­bi­do a las exi­gen­cias del mer­ca­do se lle­ga a ve­ces a ti­rar­lo. Lo que fal­ta es un “es­pí­ri­tu em­pre­sa­rial li­bre y pre­vi­sor, que ga­ran­ti­ce una pro­duc­ción ade­cua­da, y un en­fo­que de apo­yo, que ga­ran­ti­ce una dis­tri­bu­ción jus­ta”.

El Se­ñor nos lla­ma a ser ad­mi­nis­tra­do­res res­pon­sa­bles

De ahí que en esta pers­pec­ti­va apa­re­ce el sig­ni­fi­ca­do po­si­ti­vo y am­plio del man­da­mien­to no ro­ba­rás:

En sen­ti­do po­si­ti­vo, – dijo en es­pa­ñol – «no ro­ba­rás» sig­ni­fi­ca que el Se­ñor nos lla­ma a ser ad­mi­nis­tra­do­res res­pon­sa­bles de su Pro­vi­den­cia, a apren­der a mul­ti­pli­car con crea­ti­vi­dad los bie­nes que po­see­mos para usar­los con ge­ne­ro­si­dad en fa­vor de nues­tro pró­ji­mo, y de este modo cre­cer en la ca­ri­dad y en la li­ber­tad.

El Papa ase­gu­ró que si eres rico, es una res­pon­sa­bi­li­dad que tie­nes: “lo que po­seo ver­da­de­ra­men­te es lo que sé do­nar”, dijo. “Esta es la me­di­da para eva­luar cómo yo lo­gro te­ner las ri­que­zas, si lo­gro bien o mal”. “Si yo pue­do do­nar soy rico no sólo en lo que po­seo sino tam­bién en la ge­ne­ro­si­dad, ge­ne­ro­si­dad como un de­ber de dar para que to­dos par­ti­ci­pen”. Y esto por­que, de he­cho, si no lo­gro do­nar algo es por­que esa cosa me po­see: “soy es­cla­vo, tie­ne po­der so­bre mí y  soy es­cla­vo”, reite­ró.

En la ca­te­que­sis en ita­liano Fran­cis­co con­clu­yó ilu­mi­nan­do con Je­sús: cómo el Maes­tro, una vez más, nos de­ve­la el sen­ti­do pleno de las es­cri­tu­ras.

“No ro­ba­rás sig­ni­fi­ca ama con tus bie­nes, apro­ve­cha tus me­dios para amar como pue­des. En­ton­ces tu vida se vuel­ve bue­na y el po­seer se con­vier­te ver­da­de­ra­men­te en un don. Por­que la vida no es tiem­po para po­seer, sino para amar”.

En los sa­lu­dos a los fie­les de len­gua es­pa­ño­la Fran­cis­co rogó que “el Se­ñor Je­sús nos con­ce­da en­ten­der que la vida no es un tiem­po para po­seer sino para amar con nues­tros bie­nes, por­que solo te­ne­mos aque­llo que sa­be­mos do­nar”. “Que la Vir­gen Ma­ría nos am­pa­re e in­ter­ce­da por no­so­tros”, con­clu­yó.

(Gri­sel­da Mu­tual – Ciu­dad del Va­ti­cano, va­ti­can­news.va)

Simposio Internacional



 "San Josemaría" en Jaén espera más de 500 participantes de distintos países
             
07 nov 2018

Durante la presentación, Antonio Sánchez Font, en representación de la Fundación Catalina Mir, organizadora del simposio, ha explicado que el tema de la edición de 2018 es Fe y sociedad. San Josemaría —inspirado en los principios del Evangelio, de la doctrina social de la Iglesia y del carisma propio del Opus Dei— comprendió con claridad que los cristianos habían vivir como ciudadanos ejemplares en la sociedad civil, contribuyendo al bien común con su trabajo profesional, con sus virtudes cívicas, respetando la libertad de los demás, participando de manera constructiva y leal en todas las iniciativas e instituciones sociales, ejercitando sus derechos y cumpliendo sus deberes. Y todo ello vivido con naturalidad desde su identidad cristiana, proponiendo sin imponer, y siendo sembradores de paz y de alegría.

El Simposio comenzará el sábado, día 16, por la tarde con un saludo del alcalde de Jaén, Javier Márquez, continuando con la conferencia inaugural “El compromiso del cristiano con la sociedad en el mensaje de san Josemaría Escrivá”, a cargo de José Ramón Pin Arboledas, profesor emérito del Departamento de Dirección de Personas de las Organizaciones y ética Empresarial (IESE, Universidad de Navarra). La jornada finalizará con la entrega del IX Premio Simposio Internacional San Josemaría.

Entre los ponentes que participarán el sábado en el Simposio, se encuentran el periodista y escritor Lluis Foix, los escritores y conferenciantes Ulf Elman y Birgitta Ekman. También habrá tres paneles: “Dos temas relevantes en el mensaje de san Josemaría”, “Millennials de la fe” y “La familia, motor del bien común”. En ellos se tratarán temas como la “Fe y el rol cultural de la mujer”; la “Medicina, ciencia e investigación al servicio de la sociedad”; “Familias en salida”; “Simpáticos, empáticos y antipáticos; “Familias, pandillas y escuelas”.

En estos paneles participarán: Isabel Berges, consultora de moda; Daniel de la Fuente Feliú, torero; María Vera Imago Christi, religiosa; Marius Lekker, instagramer; Emilia Tarifa Valentín-Gamazo, presidenta de la Asociación de Familias Numerosas de Cataluña (FANOC); Adrián Cano Prous, psiquiatra de la Clínica Universitaria de Navarra; y Begoña Ladrón de Guevara Pascual, presidenta de la Confederación de Padres de Alumnos (COFAPA).

Además, se proyectará el documental “La unidad de vida en san Josemaría”, antes de la conferencia final “Transformar el mundo desde dentro, a cargo de Mariano Fazio, vicario general de la Prelatura del Opus Dei. En la rueda de prensa también han intervenido dos jóvenes estudiantes de la Universidad de Jaén, Ana León y Alejandro López, encargados de organizar la mesa redonda “Milleniials de la fe. Alejandro, estudiante de tercer curso de Derecho, ha asegurado que “ahora nos toca a los jóvenes dar la cara para luchar por asuntos que pueden resultar peliagudos”, “ahora nos toca ser protagonistas de nuestras vidas y ayudar a otros que sean protagonistas de sus vidas”. “Queremos demostrar que fe y sociedad están íntimamente unidos” y que “somos muchísimos los jóvenes que estamos dispuestos a comprometerse con la sociedad”.

El Simposio está organizado por la Fundación Catalina Mir, una entidad de beneficencia particular, aprobada por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, que tiene como fines promover y realizar actividades de carácter asistencial, cultural y social.

Su finalidad es profundizar y dar a conocer las diversas facetas del mensaje de este “santo de lo ordinario” —como lo llamó el papa S. Juan Pablo II—, con el objetivo de que, de su estudio, puedan nacer sugerencias e iniciativas que sirvan a las necesidades de nuestro tiempo. Este es el noveno simposio que se celebra desde 2002, de forma bienal, con una media de 400 personas cada uno, procedentes de distintos países como mexicanos, franceses, argentinos, chilenos, holandeses, italianos, ingleses, finlandeses, bielorrusos, kenianos y nigerianos. En el último simposio se registró una asistencia de 500 participantes y en la presente edición las previsiones superan esa cifra. Las ediciones anteriores se dedicaron, la primera, a profundizar en los puntos centrales de su mensaje, y las siguientes, a La familia, a Los medios de comunicación, a La solidaridad, a Los jóvenes, al Trabajo, a Los escenarios de la libertad en el s. XXI, y el último al Diálogo y la convivencia.

sábado, 10 de noviembre de 2018

Mons. Athanasius Schneider



“Han utilizado la sinodalidad para promover su personal agenda ideológica”

Por INFOVATICANA | 10 noviembre, 2018

El documento final del recientemente concluido Sínodo de Obispos sobre los Jóvenes “está lleno de expresiones sentimentales” y también manifiesta, en algunos pasajes clave, que la jerarquía superior “ha utilizado a los jóvenes” para llevar adelante su agenda, ha declarado mons. Athanasius Schneider.


A continuación, la entrevista de LifeSiteNews a mons. Athanasius Schneider.

 Excelencia, como pregunta general, ¿en qué difiere el documento final del Sínodo sobre los Jóvenes, recientemente concluido, de otros documentos finales, en lenguaje, contenido y estilo?

La principal diferencia entre el documento final de este sínodo y los de los sínodos anteriores la hallamos en el hecho de que ha sido inmediatamente aprobado por el Papa. Respecto al contenido, ha sido la primera vez que una asamblea con obispos católicos de todo el mundo ha abordado de manera explícita el tema de los jóvenes. El lenguaje y el estilo también es bastante diferente a los documentos de los sínodos anteriores en la medida en que le falta claridad doctrinal y está lleno de expresiones sentimentales, un rasgo que también ha caracterizado, en parte, el Informe Final del Sínodo sobre la Familia de 2015.

 Importancia del magisterio

Según la nueva constitución apostólica sobre la estructura de los sínodos, Episcopalis Communio, si el documento final “es aprobado expresamente por el Romano Pontífice”, o si él “concede a la Asamblea del Sínodo potestad deliberativa, según norma del can. 343 del Código de derecho canónico”, el documento final “participa del Magisterio ordinario del Sucesor de Pedro”. ¿Cuál es su opinión al respecto? ¿Cómo deben comprenderlo los laicos?



Primero tenemos que aclarar el significado de “Magisterio ordinario”. Esta expresión es nueva y no existía hasta antes el tiempo del Papa Pío IX. Sin embargo, el Papa Pío IX y el Concilio Vaticano I nunca utilizaron la expresión “Magisterio ordinario”, sino más bien “Magisterio universal ordinario”. El ejercicio del Magisterio se comprendía como infalible, lo que significa que todo el episcopado, junto con el Papa, enseña de manera inalterable siempre y en todos los lugares las cosas necesarias para la salvación. Fuera de las definiciones infalibles del Papa (llamadas ex cathedra), de las definiciones doctrinales infalibles de los Concilios Ecuménicos y de la enseñanza constante e infalible del Magisterio universal ordinario, no hay otros documentos del Magisterio que puedan ser considerados como infalibles.

Para evitar confusiones con el “Magisterio universal ordinario” infalible, sería mejor utilizar expresiones como “Magisterio diario ordinario del Romano Pontífice y los obispos”, o “Magisterio diario del Romano Pontífice y los obispos”. Desde un punto de vista teológico, es posible -y a veces, desde un punto de vista pastoral, también útil-, hacer esta distinción, por ejemplo, cuando el Romano Pontífice, junto al colegio cardenalicio, o con representantes de todo el episcopado, o con un grupo de obispos de una región, emite un documento no-infalible como parte del Magisterio diario ordinario.

 El papel que tiene un sínodo

Episcopalis Communio, en el n. 3, dice: “El Sínodo de los Obispos, que en el nombre se remitía simbólicamente a la antigua y riquísima tradición sinodal de la Iglesia, tenida en gran estima sobre todo en las Iglesias de Oriente, tendría normalmente función consultiva, ofreciendo al Romano Pontífice, bajo el impulso del Espíritu Santo, informaciones y consejos sobre las distintas cuestiones eclesiales. Al mismo tiempo, el Sínodo podría gozar también de potestad deliberativa cuando el Romano Pontífice se lo concediese”. ¿Qué luz arrojaban los Padres de la Iglesia sobre el papel de un sínodo? En su forma actual, ¿puede un sínodo ser deliberativo?

En la época de los Padres de la Iglesia, había frecuentes reuniones regionales o sínodos de obispos, cuyo objetivo era triple: rechazar las herejías, definir de manera más concreta la doctrina católica y resolver cuestiones disciplinarias de gran relevancia, corrigiendo los abusos y la laxitud presente en la disciplina de la vida de la Iglesia. En esos tiempos no había reuniones de obispos por el mero hecho de tenerlas, sin más, o para discutir programas pastorales, como sucede ahora con la práctica actual del Sínodo de los Obispos, iniciada por el Papa Pablo VI en 1965. En la época de los Padres de la Iglesia no se organizaban encuentros para discutir los programas pastorales. Sólo se reunían cuando había una emergencia real y grave. Preferían dedicar su valioso tiempo a la oración y a llevar a cabo una evangelización directa y ferviente.

En lo que respecta a la situación actual, a partir del Concilio Vaticano II, el Romano Pontífice ha aumentado la participación de los obispos de las distintas regiones en la toma de decisiones y en el proceso consultivo de los dicasterios de la curia romana: en primer lugar, hay obispos que son miembros de los dicasterios; y, en segundo lugar, hay obispos que son consultores de los dicasterios.

No debemos olvidar que el colegio cardenalicio es el primer cuerpo consultor del Romano Pontífice. La amplia mayoría de los cardenales son, actualmente, obispos diocesanos procedentes de las distintas regiones del mundo. Por lo tanto, en la actualidad tenemos tres grupos estables de miembros del colegio episcopal cuyo papel es aconsejar y ayudar al Papa en el gobierno de la Iglesia universal. 
La institución del Sínodo permanente de los obispos es, en mi opinión, una innecesaria multiplicación de instituciones. Desgraciadamente, esto lleva a una mayor burocratización de la vida de la Iglesia, lo que conlleva un gasto enorme en un momento en el que la Iglesia continuamente declara ser una Iglesia de los pobres.

Además, los frecuentes y básicamente innecesarios encuentros del Sínodo de los Obispos les quita un tiempo valioso a los obispos, que deberían utilizar sobre todo para la oración y para proclamar la verdad del Evangelio (cf. Hch 6, 4).

Respecto a la pregunta si un sínodo en su forma actual puede ser deliberativo, diría que, de manera excepcional y con normas claramente definidas, es posible. Pero si esta asamblea sinodal deliberativa tuviera que reunirse de manera regular, se confundiría con el poder deliberativo de un concilio ecuménico, que es estrictamente colegial y universal y, como tal, es una forma extraordinaria de ejercicio del ministerio episcopal. Una asamblea episcopal deliberativa permanente a nivel universal es problemática desde un punto de vista dogmático, puesto que el Señor instituyó a Pedro y sus sucesores, y no a todo el episcopado, como gobierno universal supremo ordinario de la Iglesia. Tener asambleas sinodales deliberativas casi-permanentes conllevaría tener los efectos negativos del “conciliarismo”, que la Iglesia ya sufrió en el siglo XV.

 Instrumentum laboris

Excelencia, el Instrumentum laboris (IL) se ha abierto paso hasta el documento final (n. 3). Durante el sínodo, el IL fue ampliamente criticado por diversas razones; la principal fue su naturaleza demasiado sociológica. También incluía el acrónimo “LGBT” utilizado por el lobby homosexual. Un padre sinodal, que según parece hablaba en nombre de muchos obispos, dijo que esperaba que el documento de trabajo “muriera” para que así uno nuevo pudiera “germinar y crecer”. ¿Cuál es su opinión sobre la inclusión del Instrumentum laboris en el documento final?

El acrónimo “LGBT” es un astuto eslogan que es utilizado en una campaña de propaganda global para promover la ideología homosexual y la legitimación de los actos homosexuales. La mención neutral y no crítica de dicho término en un documento de la Santa Sede es inaceptable y demuestra, por este simple hecho, una especie de colaboración de la Santa Sede con la dictadura de la ideología homosexual totalitaria de nuestros días. La inclusión del Instrumentum laboris en el documento final del Sínodo es un modo deshonesto de aceptar que entre por la puerta de atrás, como si tal cosa, el inaceptable acrónimo político “LGBT”.

 Sexualidad

El párrafo que ha encontrado más oposición por parte de los padres sinodales es el 150, con 65 votos en contra, de un total de 248. ¿Cuál es su valoración de este párrafo 150, sobre todo en lo que concierne a su uso del término “orientación sexual” y su llamada a una “profundización pastoral, teológica y antropológica” de la sexualidad? 

La referencia a la Carta a los obipos de la Iglesia católica sobre la atención pastoral a las personas homosexuales proporciona la correcta interpretación del término “orientación sexual”. Sin embargo, a nivel general se sabe, y se puede probar fácilmente, que hoy en día el término “orientación sexual” es altamente ambiguo, y es utilizado principalmente por la sección de propaganda ideológica del lobby homosexual y de las Naciones Unidas. El Catecismo de la Iglesia Católica utiliza el término “tendencia homosexual” que, de manera más apropiada, expresa las distintas inclinaciones morales y psicológicas desmesuradas, o la concupiscencia debida al pecado original. El término “orientación” implica una realidad positiva, un fin positivo y, por consiguiente, no debe utilizarse para expresar una tendencia homosexual.

Para un verdadero católico, y aún más para el Magisterio, una profundización pastoral, teológica y antropológica sobre la sexualidad puede sólo significar lo siguiente: mostrar de manera aún más clara la verdad revelada sobre la sexualidad humana, tal como Dios la concibió y la creó, y tal como la Sagrada Escritura y la Tradición de la Iglesia la han enseñado de manera inalterada y siempre con el mismo sentido y significado. Una profundización de este tipo deberá incluir necesariamente una estima por la virtud de la castidad.

Por desgracia, al documento final del Sínodo de los Jóvenes le falta esta declaración católica clara sobre la castidad. Espiritualmente podría haber sido de gran ayuda para los jóvenes si el documento final hubiera citado textos sobre la castidad, como el siguiente del Papa Juan Pablo II: “La verdadera felicidad exige entereza y espíritu de sacrificio, rechazo de cualquier componenda con el mal y disposición a pagar personalmente, incluso con la muerte, la fidelidad a Dios y a sus mandamientos. ¡Qué actual es este mensaje! Hoy se exaltan a menudo el placer, el egoísmo o incluso la inmoralidad, en nombre de falsos ideales de libertad y de felicidad. Es necesario reafirmar con claridad que se debe defender la pureza del corazón y del cuerpo, porque la castidad “custodia” el amor auténtico” (Angelus, 6 de julio de 2003).

 Sinodalidad

También ha habido mucha oposición al número 121 del documento final, sobre la forma sinodal de la Iglesia; 51 padres sinodales han votado en contra. Aunque apenas se ha abordado el tema de la sinodalidad durante el Sínodo, esta cuestión domina la tercera parte del documento final, lo que ha causado gran sorpresa entre los padres sinodales. Algunos sugieren que la sinodalidad será utilizada para hacer pasar una enseñanza más heterodoxa. ¿Cuál es su opinión e inquietud sobre el énfasis acerca de la sinodalidad presente en el documento final?

El hecho de que el tema estrictamente eclesiológico y, de algún modo, “clerical”, de la sinodalidad sea tan prominente en el documento del sínodo es asombroso, y parece sospechoso. Está claro que algunos de los componentes del clero de la jerarquía superior han utilizado el Sínodo sobre los jóvenes -y, por lo tanto, también a ellos, a los más jóvenes- para promover su agenda con el fin de mejorar su capacidad de toma de decisiones en el seno de la Iglesia, introduciendo así su ideología personal en la vida de la Iglesia, justificando sus fines a través de vagas referencias a los Padres de la Iglesia.

Es irónico que en el n. 121 del documento final se mencione a san Juan Crisóstomo para apoyar la “sinodalidad”, cuando fue precisamente este santo el que fue condenado por “sinodalidad”, es decir, por un sínodo de obispos. La condena sinodal de san Juan Crisóstomo cita los cánones del sínodo arriano de Antioquía, que por su parte condenó a san Atanasio.

Dos de los más grandes Padres y Doctores de la Iglesia, san Atanasio y san Juan Crisóstomo, fueron víctima de la “sinodalidad”. Fueron condenados por sínodos. Actualmente, san Juan Crisóstomo y san Atanasio, junto a san Ambrosio y san Agustín, están representados en las estatuas monumentales que sujetan en alto la cátedra de san Pedro, en el ábside de la Basílica de San Pedro en Roma.

Además, sabemos bien lo que pensaba san Gregorio Nacianceno, uno de los grandes teólogos de los Padres de la Iglesia, sobre la “sinodalidad”. Dijo: “Estoy decidido a evitar todo encuentro de obispos, porque no he visto ningún sínodo acabar bien, como tampoco he visto aplacar, en lugar de agravar, los problemas” (Ep. ad Procop.). Insistir en el tema de la “sinodalidad” en el documento final, haciendo caso omiso de los auténticos métodos sinodales -dado que este tema no fue suficientemente debatido en el aula sinodal, y no hubo tiempo suficiente para leer el texto final, que fue entregado a los obispos sólo en italiano-, es una clara demostración de clericalismo exasperado. Este clericalismo “sinodal” quiere transformar la vida de la Iglesia en una especie de parlamento mundano y protestante, en el que haya continuas discusiones y procesos de votación sobre cuestiones que no pueden ser sometidas a votación.

 El papel de las mujeres en la Iglesia

El número 148, sobre el papel de las mujeres en la Iglesia, también ha sido citado como uno de los pasajes más controvertidos del documento final. Una fuente cercana al Sínodo ha dicho que la referencia a las mujeres de este párrafo como presentes en “los cuerpos eclesiales a todos los niveles”, rompe con la naturaleza apostólica de la Iglesia, y representa un “rechazo profundo” a las intenciones de Cristo sobre el liderazgo episcopal, además de socavar la paternidad espiritual de los sacerdotes. ¿Está usted de acuerdo? ¿Cree usted que hay maneras legítimas mejores con las que la Iglesia pueda involucrar a las mujeres en el proceso de toma de decisiones? ¿Y cuáles son los límites?

La  inclusión del tema “el papel de las mujeres en la Iglesia” en el debate sinodal y en su documento final demuestra, una vez más, el abuso que miembros de la alta jerarquía eclesial hacen de nuestros jóvenes, de los más pequeños, por su deseo de tener otra Iglesia: quieren dar a una ideología feminista poco femenina la base para una acción dentro de la Iglesia. Una mujer verdaderamente católica no desea tener el poder de decisión en la política eclesial, o sobre cuestiones que, por su naturaleza, pertenecen a la jerarquía establecida de manera divina. Una mujer verdaderamente católica detesta las luchas de poder en la vida de la Iglesia. El mayor poder de toma de decisiones que tiene una mujer católica en la vida de la Iglesia es el ejercicio cristiano de la maternidad en la familia. ¿Puede haber un poder de toma de decisiones mayor que el de un madre que educa a un futuro santo sacerdote, un futuro santo obispo, un futuro santo papa? ¿Cuál es el increíble poder de decisión que tiene una joven que se convierte en Esposa de Cristo en la vida religiosa, y que por medio de su vida consagrada en un convento de clausura representa el corazón de la Iglesia? Hay mujeres santas que son Doctoras de la Iglesia. Conocemos sus nombres: santa Hildegarda de Bingen, santa Catalina de Siena, santa Teresa de Ávila, santa Teresa de Lisieux, por no mencionar a las dos patronas de Europa, santa Brígida de Suecia y santa Teresa Benedicta de la Cruz. Enseñaron a la Iglesia con lo que recibieron de la Iglesia, no con sus propias ideas, y pudieron hacerlo gracias a sus vidas contemplativas, de santidad y de amor a la integridad de la doctrina de la Iglesia.

En tiempos de gran tribulación para la vida de la Iglesia, y por amor a ella, estas santas mujeres no tuvieron miedo de elevar su voz para corregir filialmente a obispos y papas. Los clérigos, sin embargo, a menudo fueron cobardes y, preocupados por sus carreras, eligieron no expresar una corrección que era necesaria a la jerarquía. Las santas mujeres nombradas más arriba no pertenecían al poder que tomaba las decisiones en la Iglesia en su época. No hagamos que las mujeres católicas estén en los ámbitos donde se toman las decisiones porque si no perderán la libertad de corregir públicamente los abusos perpetrados por los clérigos, o de expresar una corrección filial a los niveles más altos de la jerarquía. No necesitamos mujeres clericalizadas que formen parte de la burocracia eclesial. La Iglesia de nuestros días necesita urgentemente nuevas santas Hildegardas, nuevas santas Catalinas, nuevas santas mujeres que, con su sabiduría y oración, enriquezcan la comprensión de la fe, y que con su valentía reprendan a los clérigos negligentes y abusadores a todos los niveles.

Conciencia

¿Qué opina sobre cómo se ha abordado en el documento final el tema de la conciencia? (Ver ns. 107-109)

Las declaraciones del documento final sobre la conciencia en los números 107-109 reflejan la enseñanza de la Iglesia y son bastante aceptables. Para una comprensión más completa de la conciencia hubiera sido útil, sin embargo, que el documento mencionara también los peligros de los errores de conciencia y los obstáculos a una conciencia justamente formada. Hubiera sido de gran ayuda para los jóvenes si el documento final hubiera incluido explicaciones sobre la conciencia como, por ejemplo, la siguiente, del Beato John Henry Newman: “El sentimiento de lo justo y de lo injusto, que en la religión es el primer elemento, es tan delicado, tan irregular, tan fácil de confundirse, de oscurecerse, pervertirse, tan sutil en sus métodos de razonamiento, tan maleable desde la educación, tan influenciado por el orgullo y las pasiones, tan inestable en su curso que, en la lucha por la existencia, entre los múltiples ejercicios y triunfos de la mente humana, este sentimiento al mismo tiempo es el mayor y el más oscuro de los maestros; la conciencia no es un egoísmo clarividente, ni el deseo de ser coherentes con uno mismo” (Carta al duque de Norfolk).

Abusos sexuales

¿Cuál es su opinión sobre el modo cómo el documento final ha abordado el tema de la crisis de los abusos sexuales, que ha afectado de manera especial a unas regiones concretas del mundo? (Ver ns. 29-31). El arzobispo mons. Charles Chaput ha dicho que los pasajes sobre el tema eran “inadecuados y decepcionantes” y que los líderes de la Iglesia de los países que no han sido sacudidos por la crisis de los abusos “claramente no comprenden su objetivo y gravedad”. “Falta en el texto unas disculpas de corazón”, ha añadido, y el clericalismo “es parte del problema de los abusos, pero no es en absoluto el tema central para muchos laicos, sobre todo para los padres”.

Estoy de acuerdo con las observaciones de mons. Chaput. La respuesta del documento a la cuestión de los abusos sexuales en la Iglesia es realmente insuficiente. La más dolorosa y, seguramente, una de las heridas más profundas en la vida de la Iglesia -los abusos sexuales de niños y adolescentes por parte de sacerdotes-, no se menciona de manera explícita, y está incluida en una lista de diferentes tipos de abuso, como el abuso de gente joven, el abuso de poder, el abuso de conciencia, los abusos económicos, etc.

El texto esquiva el tema central y no pone el dedo sobre la llaga. Al no hablar sobre el hecho demostrado de que la homosexualidad ha jugado un papel crucial en los abusos sexuales de menores, es deshonesto o está motivado ideológicamente, por ejemplo, se ha hecho para proteger la homosexualidad o por motivos políticos, es decir, para ser políticamente correcto con la opinión dominante, que niega la conexión entre homosexualidad y abuso sexual de menores.

En un estudio académico reciente, el Ruth Institute (situado en Louisiana, EE.UU.) demostró claramente la conexión entre los abusos sexuales de menores y la homosexualización del clero. Según este estudio, el 78% de los menores víctimas de abusos no eran niños, sino adolescentes varones post-púberes. El documento del Sínodo sobre la Juventud 2018 seguramente pasará a la historia como un texto en el que la jerarquía no admitió una de las causas principales del abuso sexual de niños y adolescentes, que es la homosexualidad en el clero. ¿Acaso esta negación de la evidencia en el documento sinodal no es también una forma de clericalismo?

 Elementos positivos

¿Qué elementos positivos ve usted en el documento final?

Hay, claro está, varios elementos positivos en el documento final. Se podrían mencionar los siguientes:

La llamada a la santidad, sobre todo en el n. 165.
Una descripción hermosa y teológicamente correcta de la Sagrada Liturgia en el n. 134; la importancia del silencio, el temor reverencial ante el Misterio, etc.
La importancia de la oración, la contemplación, la adoración Eucarística, la interioridad, las peregrinaciones y las devociones populares.
La necesidad de dar respuesta y razón de nuestra Fe, citando a 1 Pe 3, 15.
La mención de no crear una nueva Iglesia en el n. 60.
La mención de la gracia – siete veces; sin embargo, la palabra “acción” es mencionada el doble de veces que “gracia”.
La importancia de la dirección espiritual.
La mención de la ascesis y la lucha espiritual, y de la formación de la conciencia.
La oración por las vocaciones.
La hermosa conclusión en el n. 167.
Omisiones y términos tendenciosos

Excelencia, ¿le gustaría añadir alguna cosa?

Para poder evaluar un documento hay que considerar las omisiones y los términos tendenciosos, ya que estos reflejan una ideología concreta. Desde luego, el enfoque básico del documento manifiesta claramente una tendencia hacia el naturalismo, el antropocentrismo, la ambigüedad doctrinal, el sentimentalismo y el subjetivismo. Esta tendencia puede identificarse inequívocamente como un neo-pelagianismo vestido de clericalismo.

Hay que considerar, por ejemplo, las siguientes omisiones, que hablan por sí solas. No hay palabras como: “sagrado”, “santo”, “roca”, “eterno”, “eternidad”, “sobrenatural”, “cielo” (en el sentido de vida eterna), “vencer”, “conquistar”, “resistir”, “defender”, “soldado”, “victoria”, “objetivo”, “fin”, “virtud” (en el sentido teológico), “alma” (en cambio “cuerpo” se menciona 19 veces), “verdad” (no en el sentido teológico o metafísico, sino sólo en relaciones psicológicas y humanas), “objetivo”, “objetividad”, “claro”, “convicción”, “ley de Dios”, “observancia”, “mandamientos”, “arrepentimiento”, “obediente”, “obediencia”, “martirio” (en el sentido de morir por la fe católica y Jesucristo), “reverencia” y “respeto hacia Dios”.

Hay también las palabras tendenciosas: “humano” (20 veces, mientras que “divino” aparece sólo dos), “cuerpo” (19 veces, mientras que “alma” no aparece nunca); “historia” (15 veces); “experiencia” (52 veces); “libertad” (38 veces); “acción y actividad” (25 veces, mientras que “gracia” sólo 7 veces); “tierra” (6 veces); “ecología” (3 veces); “sinodal o sinodalidad” (105 veces).

Es asombroso que las siguientes citas bíblicas, aptas en grado sumo para la formación de los jóvenes, no estén incluidas en el documento final:

“Se acercó uno a Jesús y le preguntó: ‘Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?’. …Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos”(Mt 19, 16-17).
“Si hemos puesto nuestra esperanza en Cristo solo en esta vida, somos los más desgraciados de toda la humanidad” (1 Cor 15, 19).
“Por eso corro yo, pero no al azar; lucho, pero no contra el aire” (1 Cor 9, 26).
“Arraigados y edificado en él, afianzados en la fe” (Col 2, 7).
“Huye de las pasiones juveniles y busca la justicia” (2 Tim 2, 22).
“La fe es fundamento de lo que se espera, y garantía de lo que no se ve” (Heb 11, 1).
“Estáis firmes en la verdad que poseéis” (2 Pe 1, 12).
“Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe” (1 Jn 5, 4).
La voz eterna de la Iglesia

Las siguientes palabras de Juan Pablo II y de Pío XII reflejan la voz eterna de la Iglesia en su enseñanza a los jóvenes. Esta voz es intemporal en su contenido y lenguaje:

“¿Qué he de hacer para alcanzar la vida eterna?… ¿No somos nosotros la generación a la que el mundo y el progreso temporal llenan completamente el horizonte de la existencia?… Cuando nos ponemos ante Cristo, cuando Él se convierte en el confidente de los interrogantes de nuestra juventud, no podemos poner una pregunta diversa de la del joven del Evangelio: «¿Qué he de hacer para alcanzar la vida eterna?». Cualquier otra pregunta sobre el sentido y valor de nuestra vida sería, ante Cristo, insuficiente y no esencial. … Hemos de suponer que en este diálogo que Cristo sostiene con cada uno de vosotros, jóvenes, se repita la misma pregunta: ¿Sabes los mandamientos? Ésta se repetirá infaliblemente, porque los mandamientos forman parte de la Alianza entre Dios y la humanidad. Los mandamientos determinan las bases esenciales del comportamiento, deciden el valor moral de los actos humanos, permanecen en relación orgánica con la vocación del hombre a la vida eterna, con la instauración del Reino de Dios en los hombres y entre los hombres. … Si es necesario, sed decididos en ir contra la corriente de las opiniones que circulan y de los «slogans» propagandísticos. No tengáis miedo del amor, que presenta exigencias precisas al hombre. Estas exigencias –tal como las encontráis en la enseñanza constante de la Iglesia– son capaces de convertir vuestro amor en un amor verdadero” (Juan Pablo II, Carta Apostólica Dilecti Amici a los jóvenes del mundo, 31 de marzo de 1985).

“Jóvenes católicos, queréis ser verdadera y plenamente tales. A la irreligiosidad y la incredulidad que os rodean, oponéis vuestra fe firme, viva y activa. Vuestra fe será firme y luminosa sólo si la conocéis, no superficialmente o de manera confusa, sino clara e íntimamente. Vuestra fe será viva si vivís según sus máximas y observáis los mandamientos de Dios. El joven que santifica las fiestas afrontando cualquier dificultad o problema, que se acerca a menudo a la Mesa del Señor, que es verdadero y leal, dispuestos a socorrer a los necesitados, que respeta a las jóvenes y a las mujeres y que tiene la fuerza de cerrar los ojos y el corazón a todo lo que es impuro en los libros, las imágenes, las «películas», demuestra tener verdaderamente una fe viva. Observad que si no es viva, la fe ni siquiera es activa. Si otros hacen estos grandes esfuerzos para las obras del maligno, ¡cuán mayor deberá ser nuestro celo por la causa de Dios, de Cristo y de la Iglesia!

Cumpliréis con vuestro deber, también en vuestra vida terrenal, sólo si sois hombres de espíritu sobrenatural, para los que la unión con Cristo, la resurrección gloriosa y la vida eterna valen más que todas las cosas humanas. El mundo católico lleva en sí una fuente inagotable de prosperidad y de bien también en el campo de la vida terrenal, precisamente porque sitúa lo eterno por encima de lo temporal. Si no fuera así, su fuerza se extinguiría. […] En nuestros tiempos, la humanidad ha oído el mensaje del «derrumbamiento de todos los valores» (Umwertung aller Werte). … Precisamente en estos años de agitación económica y social, los valores religiosos y eternos han demostrado con fuerza su total indestructibilidad: Dios y su ley natural; Cristo y su Reino de verdad y gracia; la familia cristiana, siempre la misma y siempre espina dorsal y medida de cualquier orden económico y público; la dulce y segura esperanza del más allá, de la resurrección y de la vida eterna” (Discurso de Pío XII en el 80 aniversario de la juventud italiana de Acción Católica, 12 de septiembre de 1948).

Es una pena que en el primer sínodo sobre los jóvenes de la Iglesia no se citara una obra importante de un gran santo y Doctor de la Iglesia, san Basilio, que aborda explícitamente el tema de los jóvenes. Vale la pena citar de esta obra patrística los pasajes siguientes, que son intemporales y tan actuales para la juventud de hoy. Escribe san Basilio:

“Nosotros cristianos, hijos míos, sostenemos que esta vida humana no vale absolutamente nada y de ningún modo consideramos ni calificamos de «bueno» nada que nos reporte la plena satisfacción pero sólo restringida a aquella. … En nuestras esperanzas vamos más lejos y todo lo hacemos en preparación de la otra vida. […] Lo cierto es que quizá os lo expondría con suficiente claridad sólo con deciros que si uno con el pensamiento reúne a la vez y agrupa en conjunto toda la felicidad desde que existen seres humanos, no la encontrará equivalente ni siquiera a la parte más pequeña de aquellos bienes, sino que la totalidad de las lindezas de aquí por su valor se queda más lejos del más minúsculo de aquellos de lo que la sombra y el sueño lo están de la realidad. Es más, para servirme de un ejemplo más apropiado, tanto cuanto el alma es en todo más preciada que el cuerpo, tan grande es la diferencia entre una y otra vida. […] No, no hay cosa de la que más deba huir alguien sensato que de vivir pendiente del qué dirán y de tener en cuenta el parecer de la mayoría, y no hacer de la recta razón guía de la vida: en consecuencia, aunque haya que contradecir a toda la humanidad, tener mala fama y correr peligros en favor del bien, no elegirá remover nada de lo que se juzga correcto” (San Basilio Magno, A los jóvenes, capítulos 2, 9).

En lugar de dar a los jóvenes, metafóricamente hablando, un pan casero nutritivo y sano, proporcionándoles una formación pastoral, espiritual y doctrinal auténtica en contenido y lenguaje, el documento final de este sínodo ha fracasado en este aspecto y podemos decir, metafóricamente también, que es una “limonada excesivamente edulcorada”. La limonada dulce no le gusta a todo el mundo y no siempre, mientras que un pan casero, sano y nutritivo, es un alimento que tiene un gusto imperecedero y que da verdadera fuerza. Así han sido los documentos magisteriales auténticos de la Iglesia durante más de dos mil años: reflejaban de manera fiel e inequívoca, en su contenido y lenguaje, la Tradición perenne de la fe católica, testimoniada de manera privilegiada por los Padres y Doctores de la Iglesia, y también por muchos mártires y confesores jóvenes.

Publicado por Diane Montagna en LifeSiteNews; traducido por Elena Faccia Serrano para InfoVaticana.