La
Catedral Primada de Bélgica transmitirá la llamada musulmana a la oración (sic)
Por
Carlos Esteban
Infovaticana
| 08 noviembre, 2018
¿Qué
mejor modo tiene la iglesia católica en Bélgica de conmemorar a los caídos en
la Primera Guerra Mundial que transmitir desde la Catedral de Malinas, sede del
Arzobispo Primado, la llamada a la oración de los musulmanes?
El
próximo domingo, la iglesia de San Rumoldo, catedral de la Archidiócesis de
Malinas-Bruselas, transmitirá el adhan o llamada a la oración musulmana,
durante un ‘concierto por la paz’ para conmemorar a los caídos en la Primera
Guerra Mundial, informa el diario local Het Laatste Nieuws.
Sí,
suena extraño. La Primera Guerra Mundial no está especialmente relacionada con
el mundo musulmán, siendo en origen una disputa esencialmente europea, mucho
más aún en Bélgica, reino tradicionalmente católico del que el Islam ha estado
absolutamente ausente hasta hace relativamente poco, con la llegada masiva de
inmigrantes.
En
cualquier caso, e incluso si se tratara de un evento con evidentes conexiones
con el mundo islámico, quizá una catedral católica ‘en activo’, habitualmente
dedicada al culto cristiano, no sea el lugar más apropiado para llamar a los
musulmanes a la oración. También se recitará el Kadish, la oración judía por
los muertos.
Pero
es necesario recordar varias cosas aquí. La primera es que el arzobispo de
Malinas-Bruselas y primado de Bélgica es el cardenal Josef De Kesel, que
recientemente se deshizo sin ceremonias de una de las congregaciones religiosas
que más vocaciones estaban aportando a su diócesis, la Hermandad de los Santos
Apóstoles y que es sucesor del cardenal Danneels, el único cardenal hallado
culpable de encubrimiento de abusos a menores en la gran purga de 2002.
En
segundo lugar -y consecuencia directa de lo anterior-, Bélgica sufre una
descristianización casi tan acelerada como su islamización, y tal vez la
iniciativa sea una especie de ensayo para cuando la catedral, como sucedió con
Santa Sofía en Estambul, se convierta en una mezquita.
Y,
sobre todo, este ecumenismo que transciende con mucho los límites impuestos al
original -es decir, que va más allá del diálogo con los ‘hermanos cristianos
separados’- es la orden del día en la nueva Iglesia del Papa Francisco.
Hoy
mismo podía leer en la página oficial de la Santa Sede la ‘declaración final
del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso sobre el segundo
encuentro Cristiano-Taoista’, una sorpresa porque no sabía que había habido un
primero. Han extraído siete puntos y, afortunadamente, en ninguno de ellos se
dice nada en absoluto. Por supuesto, no hay referencia alguna a conceptos
católicos o siquiera mención alguna de pasada a Cristo, que es quien, en última
instancia, justifica que exista siquiera dicasterio alguno, pero al menos las
vaciedades de costumbre no comprometen la fe, solo hacen perder el tiempo.
Todavía
está fresca la tinta en el texto final de un sínodo que se ha prolongado
durante un mes y que se titulaba -engañosamente, como se vio después- ‘de la
juventud’. Su prosa no lo hace más digerible ni más claro que si se tratara de
las conclusiones de un congreso cristiano-taoísta, pero con un poco de
paciencia podía entreverse cierta vaga preocupación por atraer a los jóvenes a
la Iglesia. Bien, pues aunque las estrategias sean opinables, desde aquí nos
atrevemos a decir que esta que se transmite con la ‘llamada a la oración
musulmana’ no es la manera.
No ya
cualquier joven; cualquier persona normal, de cualquier edad, sexo o condición,
que esté alejada de la Iglesia, difícilmente podrá sentirse atraída por una fe
tan insegura de su propio mensaje que dedica uno de sus templos principales a
realizar los servicios de otra religión. Religión esta última, por cierto, que
gana adeptos entre nativos de Occidente porque, como poco, se muestra
sobradamente segura de la verdad de su mensaje. Y no es probable que en breve
vayamos a escuchar en una mezquita mayor de un país árabe campanas llamando al
Ángelus.
No hay comentarios:
Publicar un comentario