miércoles, 27 de mayo de 2015

Tedeum del 25 de mayo

Homilía de monseñor Marcelo Raúl Martorell, obispo de Puerto Iguazú 


Señor Intendente, autoridades presentes civiles, militares y de seguridad de nuestra Ciudad, maestros y alumnos de nuestras escuelas, directores de todas nuestras instituciones: 

Mis queridos hermanos, nos hemos reunido en la Casa de Dios, para dar gracias por un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo, oportunidad en que celebramos el bicentenario de la misma, todos nosotros Gobernantes, Militares, Fuerzas de Seguridad y Custodios del Bien Público, Sacerdotes y Fieles cristianos junto a su Obispo, no podemos dejar de dar gracias a Dios, en este día que en un día como ayer nacía la Patria, que nos llevó a ser Nación e hijos de la libertad. 

No podemos dejar de pensar y de orar a Dios Nuestro Señor por tan grande gracia y pedir auxilio al Altísimo para poder cumplir con la misión que El nos confiara, al entregarnos esta porción del Pueblo de Dios. 

Es por eso que cada vez que asumimos la tarea de guiar al Pueblo no podemos dejar de “saber” a conciencia que estamos llamados en el amor de Dios a cuidar de nuestros ciudadanos trabajando por el Bien Común, cuidarlo y servirlo. 

La Iglesia inserta en el núcleo de la sociedad por mandato divino tampoco puede abstraerse del compromiso por el Bien Común, acompañando e iluminando a quienes tienen a misión temporal de construir la historia construyendo una Patria de hermanos, pacífica y laboriosa que no excluya a nadie de sus beneficios. 

El Bien Común es el conjunto de aquellas condiciones de la vida social que permiten a los ciudadanos y a las Instituciones de la Patria, conseguir más plena y fielmente su propia perfección. 

El Bien Común, no se improvisa ni se desatiende, orientado por ideologías extrañas, a las raíces mismas de la Patria, sino atendiendo a sus raíces e idiosincrasia fundacionales, teniendo en cuenta que es imposible para el hombre solo, sin Dios, llegar a buen fin en esta tarea, que ciertamente es tarea de todos, gobernantes y ciudadanos de estas tierras. 

La próxima celebración del bicentenario de la Constitución merece un clima espiritual y social con una armonía y una calidad de vida diferente a la que estamos viviendo, y ello significa, un empeño de todos los habitantes de estas tierras y un compromiso definitivo por el Bien Común. 

En estos días precisamente los obispos argentinos hemos emitido un duro documento sobre la drogadicción, flagelo de nuestra juventud, al cual no podemos sino prestar una gran atención que clame a nuestros oídos y a nuestro corazón. 

Trabajar por el Bien Común supone dejar de lado todo personalismo, egoísmo y ambición individual o sectorial, detectando cuales son los valores de nuestra cultura que debemos cuidar, engrandecer y transmitir, inculcándolos en el corazón de nuestros niños y jóvenes, despertando en ellos el valor inconmensurable del amor a Dios y el servicio a nuestra Patria, el amor al estudio, al trabajo como signo de la dignidad del hombre, el rechazo a la dádiva fácil, a la familia y a sus valores fundacionales de la vida y la cultura de nuestras tierras. Haciendo de la libertad de los hombres un valor sobrenatural que debe ser vivido con responsabilidad y amor a Dios y a la dignidad del hombre. 

Trabajar por el bien común supone en primer lugar el respeto a la Persona Humana en cuanto tal desde la concepción hasta su muerte natural. Y esto comporta un sumo cuidado moral en nuestras actitudes, palabras, discursos, y más aún, en nuestras obras las obras. 

Respetando así los derechos fundamentales de la Persona, Hijo de Dios, y heredero de una vida mejor y más plena, el cuál durante su caminar por la historia necesita del cuidado, la orientación, la inclusión social, y las orientaciones morales propias de su cultura cristiana. 

La Nación sufre una crisis de grandeza moral en las personas e instituciones y esto debe llevarnos a un profundo examen de conciencia, sobre la “cualidad” y “calidad” de vida, que queremos para nuestros hijos y para nosotros mismos. 

El hombre debe sentirse en la sociedad argentina capaz de realizar su vocación a la dignidad humana; y al engrandecimiento de esto los valores espirituales y morales que esta en decadencia y sobretodo, los que tenemos alguna responsabilidad de gobierno en la conducción de nuestra Patria. 

El bien común exige el bienestar social de las personas y de las Instituciones. El desarrollo del bien común, es el resumen de todos los deberes sociales. Especialmente la “inclusión de los más pobre y desamparados a un sistema de “inclusión ciudadana” donde reciban un tratamiento digno de la “persona humana” facilitando a cada uno lo que necesita para llevar una vida verdaderamente humana y digna: Educación, Salud, Trabajo, Valores Morales, Espirituales y Cívicos, Información veraz y adecuada, Fe, Derecho a fundar una familia, respeto a la vida, como ya dijimos, desde su concepción hasta su muerte natural.- 

El Bicentenario de la Constitución, como celebración y acontecimiento del nacimiento de la Patria, implica finalmente la paz y la armonía entre todos los ciudadanos cuidando el equilibrio sectorial y desechando el avance de grupos creadores de rupturas por medio de la violencia y la desarticulación de la paz social. 

El orden social hay que desarrollarlo a diario, fundarlo en la verdad, edificarlo sobre la justicia, el trabajo y vivificarlo por el amor a Dios y a la Patria. 

Es por eso que debemos proponernos durante todo este año este cometido: Vivir en la Justicia y la Paz. 

Para cumplir todos estos objetivos hay que fundar la vida en Dios, Señor y Centro de la historia, procediendo a una renovación de los espíritus en el Señor, que nos conducirá a una real y verdadera reforma de la Sociedad. 

Tenemos que afirmar una y otra vez que el Espíritu de Dios que guía con admirable providencia el curso del tiempo y la faz de la tierra, no es nunca ni lo será ajeno a esta Patria que desea evolucionar y crecer, y así también el fermento evangélico deberá despertar en el corazón de todos los hombres y especialmente de los que gobiernan nuestra Patria, un vivo deseo e irrefrenable exigencia de la dignidad de todos los Argentinos. 

La Iglesia católica, madre y maestra de los Pueblos, quiere constantemente y a través de su predicación y sus documentos, la constante tarea de educarnos en la verdad y el amor, velando también con maternal solicitud la vida de cada individuo y del pueblo, cuya dignidad y dignificación miró la Iglesia con máximo respeto y defendió con la mayor vigilancia. 

En efecto, es la Iglesia la que saca del evangelio las enseñanzas sociales, cuando en el mundo niño, mujeres y adultos eran explotados por un liberalismo económico y fatídico. Es así que la primera Encíclica Social, nos enseña sobre la dignidad del trabajo y la justicia social, la necesidad de cuidar del hombre y no explotarlo, especialmente la dignidad de los niños y mujeres; buscando de alcanzar una convivencia más justa, fraterna y solidaria. 

La doctrina de Jesús une en efecto, la tierra con el cielo, ya que considera al hombre completo, cuerpo y espíritu, inteligencia y voluntad y le llama a elevar su mente y su corazón, desde las condiciones transitorias de esta vida terrenal, hasta las alturas de la Vida eterna, donde el hombre por su fe y por sus obras alcanzará la felicidad sin fin. 

Un párrafo especial, en el contexto bien común y el ejercicio de la libertad, se encuentra el apasionante mundo de la cultura y la educación. 

Nos dicen los Obispos en Aparecida: La misión primaria de la Iglesia es anunciar el evangelio de tal manera que garantice la relación entre fe y vida, tanto en la persona individual como en el contexto socio-cultural en donde las personas viven, actúan y se relacionan entre si; es decir la sociedad. Así procura transformar mediante la fuerza del evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes (de la sociedad), los puntos de interés, la líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad que están en contraste con la Palabra de Dios y el designio de salvación. 

Frente al desgaste de propuestas, en su mayoría con gran ausencia de valores, la reflexión de la Iglesia se nutre de la experiencia pedagógica de Jesús. Su apuesta por la innegable dignidad de las personas, su conducta reconciliadora y reconciliada, nos hace comprender una forma de vida para los Argentinos. 

Nuestra fidelidad al Evangelio nos exige proclamar en todos los areópagos públicos y privados del mundo de hoy, y desde todas las instancias de la vida y misión de la Iglesia, la verdad y dignidad de todo ser humano. 

Conscientes de este desafío, convencidos del derecho y del deber de educar, es que queremos como Iglesia hacer escuela en nuestra comunidad de la Patria, también en nuestra Diócesis. 

Asistimos hoy a un viejo y triste debate que quiere oponer la gestión pública estatal a la gestión pública privada, sin darse cuenta que los rehenes de esta discusión son quienes tienen el derecho de aprender y no los que tienen la obligación de enseñar. 

Nuestros Próceres hombres y mujeres que forjaron e hicieron grande nuestra patria y nación, tuvieron plena conciencia de este desafío. En la etapa fundacional de nuestra Patria, la fe, motorizaba el deseo de libertad y de crecimiento, y el anhelo de construirnos como nación abriendo las puertas de nuestra Patria a todos los hombres de buena voluntad, sin distinción de razas, religión o condición humana, haciendo la Nación que queremos construir. 

Tenemos la obligación de defender esta unidad, en la fe y la esperanza, en nuestra Patria, evitar los enfrentamientos inútiles y las rupturas desgarradoras. Evitando la propagación del odio y del rencor, que separan y dividen, decir todos juntos Iglesia-Estado y todas las fuerzas vivas. ¡Argentina levántate y camina¡ Que el bicentenario de nuestra Patria nos encuentre fortalecidos en un espíritu común, donde la reconciliación genere un ambiente de verdadera paz y amistad común, para la grandeza de Nuestra Patria, hoy mañana y siempre. 

Que Dios y nuestra Madre la Virgen bendigan a nuestra Patria ¡Amén! 

Mons. Marcelo Raúl Martorell, obispo de Puerto Iguazú

martes, 26 de mayo de 2015

Mons. Romero, un santo por descubrir


Luis Fernando Valdés

Encuentra.com, 25 mayo 2015
Sección: Blog, Fe y razón

Monseñor Romero ya está en los altares. Su figura es usada por grupos de izquierda y es vista con sospechas por parte de sectores de derecha. ¿Cuál es el verdadero Beato Romero? ¿Cuál es el mensaje eclesial de esta beatificación?

En la plaza del Salvador del Mundo de la capital salvadoreña, el cardenal Angelo Amato, beatificó a nombre del Papa a monseñor Óscar Arnulfo Romero, asesinado “por odio a la fe” el 24 de marzo de 1980.

1) Ante más de 250 mil personas, Mons. Amato expuso en su homilía el punto de equilibrio para considerar la figura del nuevo beato. Era un Pastor cercano a la gente y querido por su pueblo: “la figura de Romero continúa viva y dando consuelo a los marginados de la tierra”, dijo.

Pero no se trata de un personaje perteneciente a una facción política, ni de izquierda ni de derecha, sino de un guía espiritual de la Iglesia. Amato desmarcó la figura de Romero de la izquierda política, al afirmar que “su opción por los pobres no era ideológica, sino evangélica”. Y la prueba de esto es que “su caridad se extendía a los perseguidores”.

2) Por su parte, el Santo Padre envió una Carta al Presidente de la Conferencia Episcopal de El Salvador (23 mayo 2015), con motivo de esta ceremonia. En ella también se percibe claramente que el Papa le da una interpretación religiosa y no política a esta beatificación.

Francisco enfatiza que Romero fue un pastor (no un político) que guió a su gente, basado en la fe (no en una ideología política): “En tiempos de difícil convivencia, Monseñor Romero supo guiar, defender y proteger a su rebaño, permaneciendo fiel al Evangelio y en comunión con toda la Iglesia”.

El Pontífice subraya que la fidelidad a la doctrina de la Iglesia y la unión con la Iglesia fueron la base desde la que el Beato Romero atendió a los pobres. “Su ministerio se distinguió por una particular atención a los más pobres y marginados”, escribió.

El Santo Padre insistió luego en la misma idea. La cercanía de Romero con la gente (“la capacidad de ver y oír el sufrimiento de su pueblo”) fue posible por su comunión con la Iglesia: “la voz del nuevo Beato sigue resonando hoy para recordarnos que la Iglesia, convocación de hermanos entorno a su Señor, es familia de Dios, en la que no puede haber ninguna división”.

3) Para descubrir a Monseñor Romero, es importante identificar lo que es real y lo que es manipulación. Recomiendo leer a Federico Hernández Aguilar, un intelectual de prestigio, que es un experto en la vida del nuevo beato.

En una entrevista reciente (22 mayo 2015), Hernández Aguilar explicar que luego de su asesinato, “él comienza a ser muy manipulado, sobre todo por la izquierda más radical del país, y eso también pesó en contra de su imagen para muchos salvadoreños”.

Y añade que Mons. Romero fue además “muy enfático, primero al decir que no estaba a favor del marxismo, pero además que la violencia radicalizada por las ideas marxistas no conducían a nada bueno”.

Hernández Aguilar también explica que Romero “fue muy tergiversado. Él mismo además lo denunciaba, él decía ‘no tergiversen mis palabras, por favor consignen las cosas que he dicho y cómo las he dicho’.” Es falsa la frase que le atribuyen: “Si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño”.

Esta beatificación es un regalo de Dios para la Iglesia Católica latinoamericana, que nos pone como punto de referencia al Obispo Óscar Arnulfo Romero como modelo de pastor comprometido con su gente en momentos históricos turbulentos. Pero debemos buscar al beato Romero de verdad: al Pastor comprometido con el Evangelio y con la unidad.


Recomendamos: Monseñor Romero y el Opus Dei, Entre la caricatura y la historia: tres facetas que nos acercan al auténtico Mons. Romero.

La esperanza de una Argentina posible


Reflexión de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, en el programa "Claves para un Mundo Mejor" (23 de mayo de 2015)

El lunes celebraremos el aniversario del Primer Gobierno Patrio, después vendrá el Día de la Bandera, el Aniversario de la Independencia y ya estamos enfocando lo que ocurrirá el año próximo que es la celebración del Bicentenario de nuestra Independencia. Pensando en estas fechas se me ha ocurrido hablarles hoy sobre la Argentina, por supuesto sobre la Argentina actual y sus posibilidades futuras y yo lo titularía: la esperanza de una Argentina posible.

He oído muchas veces decir que la Argentina es un país fracasado, que no tiene remedio. Los que dicen esto frecuentemente son aquellos a los cuales les ha ido muy bien en la vida y es como que ellos no fracasaron en nada. Esa sentencia que emiten indica que hay una especie de distancia allí como que a mi me va bien, que los demás se arreglen, que el país vaya por donde pueda y demás. Eso es una de las causas por las cuales la Argentina va a los tumbos. Algunos dicen que desde el 25 de Mayo de 1810 las cosas andan así y, la verdad, que si se trata de un pecado original irredimible mejor dediquémonos a otra cosa, vayámonos a no sé dónde.

La cuestión no es esa sino que la cuestión es qué queremos que sea la Argentina. Hay avatares muy diversos en nuestra Historia pero qué pasa ahora, hay mucha gente que se queja con plena razón porque hay mucha gente a la cual no le va bien y, por otra parte, también hay mucha gente que, como decía antes, no tiene un afecto verdadero por el país. Hacen lo que pueden pero no hay un “affectio societatis”, como se dice en latín, que es la vinculación afectuosa con la sociedad en la que se vive y además con la Historia del país que uno la carga como una mochila y una mirada al futuro. Por eso digo la esperanza de una Argentina posible.

La Argentina anda mal, algunas veces anduvo un poco mejor, otras un poco peor pero porqué tiene que ser siempre así. ¿No podemos pensar en una Argentina mejor? Algunos hacen pronósticos terribles que a uno lo hacen temblar pero nosotros podemos pensar en una Argentina mejor porque podemos pensar en una sociedad más justa, más sana, en gobiernos mejores, en clases políticas que estén verdaderamente preparadas y otras cosas.

En el Libro Tercero de Aristóteles se dice que la virtud de la sociedad, lo que hace a una sociedad o un país, es la prudencia y dice, el filósofo, que con mayor razón esa prudencia se exige a los gobernantes. Aristóteles dice que los gobernantes tienen que tener dos cualidades fundamentales que son en primer lugar ser honestos y en segundo lugar ser competentes o sea que conozcan el oficio. Esto es no sólo que no roben, que no coimeen, que no hagan otras picardías, sino que además conozcan el oficio o que por lo menos tengan la habilidad suficiente para elegir correctamente a sus colaboradores pero si eso no funciona es porque no funciona la sociedad, porque no tenemos ese afecto por el país y por eso cuando tenemos que votar hagamos lo que podamos pero tratemos de hacerlo lo mejor posible.

Pero la cuestión no es sólo el voto sino que la cuestión es si nosotros constituimos una sociedad que piensa en el futuro. Y esto es posible y no sólo porque los cristianos tenemos esperanza sino que es una esperanza humana, natural, pero fundada porque nuestro país tiene posibilidades extraordinarias. Hemos sido agraciados por la Providencia pero nosotros hemos hecho un desastre y hay que enmendar esos errores. Eso depende, de alguna manera, de todos aunque es verdad que no en el mismo grado pero si depende de todos. Ahí está la cuestión.


Si pensamos que la Argentina puede ser mejor, si pensamos en un futuro posible mejor y eso tiene que ver con la esperanza. La esperanza es estar mirando a un futuro, deseando un futuro que es posible. No es opinión disparatada, no es una utopía, no es una ilusión, sino que es algo fundado en la realidad. Les decía antes como hemos sido enriquecidos por la Providencia, ver épocas de nuestra Historia donde las cosas han andado mejor y esperar que Dios nos ayude. Pero es fácil decir que Dios nos ayude pero Dios no tiene porque hacer milagros y además el dicho afirma: “Ayúdate que Dios te ayudará”. Por eso empecemos nosotros. Hasta la próxima semana. 

jueves, 21 de mayo de 2015

La convicción de la unión futura con el Señor, si vivimos en su amistad, otorga un sentido diferente a la existencia humana


Padre Ricardo Mazza

En nuestra vida cotidiana comprobamos siempre que la persona humana obra siempre por un fin, sea éste bueno o malo. Este fin o meta a alcanzar es lo primero en la intención de cada uno, aunque lo último a conseguir. El fin atrae y convoca a la persona a realizar determinadas acciones, y esto continuamente, cada día de nuestra vida. La filosofía griega en la antigüedad mencionaba a la felicidad  en este mundo como el fin último del hombre, que se lograba a partir de obrar honestamente, es decir, con sentido ético.  

Felicidad que no se identificaba con la vida eterna después de la muerte, y que por lo demás resultaba siempre precaria, ya que se perdía con el mal moral, o porque no saciaba a la persona aún obrando el bien. De manera que el hombre siempre estaba en camino hacia una meta que trascendía inalcanzable.
Desde la fe sabemos que la felicidad plena se logra en el encuentro con el Creador, más allá de la muerte, hacia la que caminamos ya desde esta vida temporal, con la esperanza cierta de adquirir si obramos el bien, respondiendo a la gracia que como ayuda divina recibimos desde el bautismo.

Es verdad que para muchos el fin último del hombre está en el poder, en el placer, en la riqueza, en la fama, en el honor o la ciencia.
Sin embargo, quien así concibe la felicidad, como algo puramente temporal, experimenta que todos estos bienes dejan siempre al hombre insatisfecho, por lo que se ve impelido a buscar más y más, en una carrera alocada, la abundancia de esos bienes,  experimentando siempre su fugacidad e incapacidad de tornarnos plenos.

Para nosotros, en cambio, los que creemos en Cristo, se espera que hayamos superado esas tentaciones por buscar lo que no hace feliz, y deseemos merecer la comunión plena con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y desde ese término final que se busca aunque todavía no obtuvimos, iluminemos nuestro existir en este mundo dándole un sentido nuevo, es decir, de medio y no de fin.
Con la mirada excelsa que nos da la fe en Cristo, buscamos conocerlo y amarlo, aún a pesar de nuestras limitaciones, sabiendo que el seguimiento de su persona y enseñanzas nos eleva a la dignidad de verdaderos hijos de Dios.

En este marco de referencia, celebramos hoy esta fiesta de la Ascensión del Señor, que actualiza el momento en que Jesús vuelve al Padre.
Aunque como Hijo del Padre no dejó de estar a su lado en la comunión trinitaria, como hombre, cumplida su misión en este mundo, siendo Cabeza  de la Iglesia, que formamos nosotros, alienta la esperanza de estar con Él. 
Si creemos en la verdad de fe de que lo que engrandece al hombre está en ascender a la gloria que ya vive Cristo, culminada la misión encomendada, es de esperar que la existencia en este mundo, nuestro pensar y obrar,  tengan una iluminación diferente, y sea realidad una orientación distinta.

Esta felicidad que se nos promete y aún no adquirimos, no empequeñece el deseo que nos impulsa a lograrlo, sino que por el contrario la certeza de su presencia sigue atrayendo nuestro corazón a la plenitud que ofrece.
La felicidad y grandeza que Cristo promete en la vida eterna no deben quedar guardadas en nuestro pensamiento y deseo personal, sino que nos debe llevar a prolongar su misión presentando la Buena Noticia, e invitando al compromiso con ella, como un gesto de profundo amor al prójimo significado en el logro de la salud  espiritual de cada persona de buena voluntad. 
Como el bien es difusivo de sí, sucede que cuando vivimos en comunión de vida con Jesús, será motivo de alegría el esperar que otros logren también esta perfección de vida.

Darlo a conocer a Cristo a la sociedad en la que estamos insertos como camino de salvación humana, no es presentar un espejismo, ni un consuelo en medio de las dificultades de la vida, sino que es anunciar lo que siendo realidad en la eternidad, es promesa que nos atrae y convoca para alcanzarla.
Y porque creemos que Jesús está también presente real y sustancialmente en la Eucaristía en el tiempo que transitamos, es que participamos de Él, de su misma vida, por medio de la comunión  en la misa dominical.
Quien con fe y en estado de gracia, sin pecado grave, se acerca a la comunión eucarística,  tiene la certeza que anticipa la comunión futura con Él, siendo al mismo tiempo ésta unión realidad, ya que está presente en nuestra vida.
Esta fe en la ya presencia del Señor, aunque todavía no en plenitud, nos lleva a prorrumpir en cánticos de alabanza, manifestando la alegría propia del creyente que busca a Dios, en medio de las tentaciones y dificultades.

La convicción de la unión futura con el Señor si vivimos en su amistad, hace posible una mirada nueva de los acontecimientos que rodean nuestra vida diaria, dándole un sentido diferente al que habitualmente se tiene si se prescinde de la vocación humana a la eternidad.
Mientras el mundo incrédulo de Cristo deposita su esperanza en lo pasajero y efímero, sin futuro sobrenatural, la persona de fe cae en la cuenta que la caducidad de lo temporal más bien ha de acercarnos al Señor, porque sólo Él nos abre las puertas de la eternidad.

Al retornar al Padre, Jesús nos promete el envío de la tercera persona de la Santísima Trinidad, esto es, el Espíritu Santo, que viene a derramar sobre los creyentes inefables dones que el apóstol (Ef. 4, 1-13) señala diciendo que “cada uno de nosotros ha recibido su propio don, en la medida en que Cristo los ha distribuido”, precisando que “Él comunicó a unos el don de ser apóstoles, a otros profetas, a otros predicadores del evangelio, a otros pastores o maestros” y todo esto para organizar “a los santos para la obra del ministerio, en orden a la edificación del Cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios”.

Esto nos debe conducir a descubrir qué dones o cualidades hemos recibido, para que a través de una respuesta entregada en las obras y fiel a la meta de la esperanza, lleguemos “al estado de hombre perfecto y a la madurez que corresponde a la plenitud de Cristo”.
Como “hombres perfectos” será posible lograr la unidad  de todos los creyentes, como lo reclama con insistencia el apóstol, mediante una misma fe, un mismo bautismo, un mismo Dios y Padre de todos, que lo penetra todo y está en todos y una misma esperanza a la que fuimos llamados.

Queridos hermanos: con la certeza de llegar a encontrarnos con Cristo, fruto de la esperanza a la que fuimos llamados, y que ya se nos anticipó en el cielo,  vivamos realizando el bien, anunciando la salvación que viene del Redentor y que nos libera de la temporalidad, para que iluminados y fortalecidos por Él, caminemos gozosos a su encuentro eterno.



Padre Ricardo B. Mazza. Cura párroco de la parroquia “San Juan Bautista”, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en el  Domingo de la Ascensión del Señor. Ciclo “B”. 17 de mayo de 2015. ribamazza@gmail.com; http://ricardomazza.blogspot.com

miércoles, 20 de mayo de 2015

La Iglesia se pronunció en contra de la farandulización de la política


 (Urgente24). 20-5-15

 "Hay una farandulización de la política. Es penoso. Los candidatos tienen que presentar sus ideas y proyectos", advirtió este miércoles el secretario general de la Coferencia Episcopal Argentina (CEA), Carlos Malfa, en un diálogo con periodistas en la sede del Episcopado.

El pronunciamiento tiene lugar unos días después de la comentada visita de los principales precandidatos presidenciales al programa de Marcelo Tinelli. Por allí desfilaron Daniel Scioli, Sergio Massa y Mauricio Macri. 

El Episcopado sugiere buscar un acuerdo político para establecer políticas de Estado "en temas importantes y permanentes" -la pobreza extrema y la desnutrición infantil, la generación de empleo, la mejora en la calidad de la educación, la lucha contra el narcotráfico y la trata de personas, el combate contra la inflación- y afirma que el diálogo no es signo de debilidad "sino de grandeza".

"En vísperas del Bicentenario de la Independencia", los obispos invitan a realizar "un examen de conciencia colectivo" sobre lo que los argentinos hemos hecho con nuestro país y el lugar que aspiramos a ocupar, "como Nación independiente y soberana en el contexto internacional".

Malfa recordó ante la prensa el documento "Las elecciones, exigencia de compromiso ciudadano", que la comisión permanente del Episcopado difundió en marzo pasado, en el que invitaron a los candidatos a "ofrecer sus propuestas, sin incurrir en agresiones".

"Los ciudadanos tienen que tener en cuenta la integridad y la honestidad de los ciudadanos. Necesitamos dirigentes con capacidad de diálogo y gestión, y que se ocupen en serio de los pobres", afirmó hoy el obispo de Chascomús y secretario general del organismo que nuclea a los obispos argentinos.

En el documento de marzo, la Iglesia había señalado que "la elección de gobernantes, en los poderes ejecutivos y legislativos de todos los niveles, no debe ser el resultado del 'marketing'" y exhortó a los ciudadanos a "un ejercicio de elección responsable, donde se evalúe a los candidatos no por su imagen mediática".

En el encuentro de este miércoles con la prensa, también trascendió que los obispos transmitieron una invitación al papa Francisco para que visite la Argentina en la segunda mitad del año próximo, luego de que Jorge Bergoglio declinara por cuestiones de agenda participar del Congreso Eucarístico Internacional que se realizará en julio del 2016 en Tucumán, en el que la Iglesia argentina celebrará el Bicentenario de la Independencia.

En varias manifestaciones públicas, Francisco ya reiteró su intención de visitar su país natal el año próximo, aunque todavía no está confirmada oficialmente por la Santa Sede la fecha de su llegada, que incluiría también Uruguay y Chile tal como lo hiciera Juan Pablo II en abril de 1987.

Ante la prensa, Malfa -elegido secretario general de la CEA en noviembre del año pasado- presentó las orientaciones pastorales de la Iglesia argentina para el próximo trienio, basadas en tres acciones concretas: misión, misericordia y alegría con las que buscan "bajar a la realidad cotidiana" los lineamientos del papa Francisco.

"Tenemos una responsabilidad muy grande. Somos la Iglesia que le dio un Papa al mundo", reflexionó Malfa.

martes, 19 de mayo de 2015

Los dos Francisco, el de los medios de comunicación y el real


por Sandro Magister 

Informador Público,19/05/2015

Del papa Francisco hay ahora dos versiones cada vez más distantes entre ellas: el Francisco de los medios de comunicación y el verdadero, el real.
El primero es archiconocido y estuvo en la ola desde su primera aparición en el balcón de la basílica de San Pedro.
Está el relato del Papa que revoluciona a la Iglesia, que depone las llaves de atar y desatar, que no condena sino que sólo perdona, más aún, ni siquiera juzga más, que lava los pies a una encarcelada musulmana y a un transexual, que abandona el palacio para zambullirse en las periferias, que abre sendas a lo ancho, sobre los divorciados que se han vuelto a casar y sobre los dineros del Vaticano, que clausura las costumbres del dogma y abre las puertas de la misericordia. Un Papa amigo del mundo, de quien ya se alaba la inminente encíclica sobre el “desarrollo sustentable” antes incluso que se vea qué se ha de escribir.

En efecto, en las palabras y en los gestos de Jorge Mario Bergoglio hay mucho que se presta a este relato.

El Francisco de los medios de comunicación es un poco creación también suya, genial, que en el curso de una mañana ha revertido milagrosamente la imagen de la Iglesia Católica, de opulenta y decadente a “pobre y para los pobres”.

Pero si sólo se toca con la mano qué ha aportado verdaderamente de nuevo el pontificado de Francisco, la cosa cambia.

La vieja curia, tan detestada con razón o sin ella, está todavía allí entera en su totalidad. Nada ha sido desmantelado o sustituido. Las novedades son todas sobre cosas que se agregan: otros dicasterios, otras oficinas, otros gastos. Los diplomáticos de carrera, que el Concilio Vaticano casi llegó a abolir, están más en el poder que antes, también allí donde se esperaba encontrar a los “pastores”, como a la cabeza del sínodo de los obispos o de la Congregación para el Clero. Para no hablar del “círculo interior” en contacto directo con el Papa, carente de roles definidos pero muy influyentes y con penetrantes ramificaciones en los medios de comunicación.

Luego están las cuestiones candentes, que apasionan y dividen mucho más a la opinión pública: el divorcio, la homosexualidad.

El papa Francisco ha querido que se discutiera abiertamente y lo hizo él primero, con pocas, estudiadas y eficacísimas frases impactantes, como la de “¿quién soy yo para juzgar?”, la cual se convirtió en la marca identificatoria de su pontificado, dentro y fuera de la Iglesia.

Durante meses y meses, entre los dos veranos de su primer y segundo año como Papa, Bergoglio ha dado espacio y visibilidad a los hombres y a las corrientes favorables a una reforma de la pastoral de la familia y de la moral sexual.

Pero cuando en el sínodo del pasado mes de octubre verificó que entre los obispos la resistencias a esta reforma eran mucho más fuertes y extensas que lo previsto, corrigió el tiro y desde allí en más no ha dicho más una sola palabra de apoyo a los innovadores. Más bien, ha vuelto a martillar sobre temas controvertidos -el aborto, el divorcio, la homosexualidad, la anticoncepción- sin separarse jamás ni un milímetro de la rígida enseñanza de sus predecesores Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI.

Desde octubre hasta hoy, Francisco ha intervenido sobre tales cuestiones no menos de cuarenta veces, atacando pesadamente sobre todo a la ideología de “género” y a su ambición de colonizar el mundo, no obstante, ha dicho, es “expresión de una frustración y de una resignación que busca eliminar la diferencia sexual porque ya no sabe confrontar más con ella”. Pasando de las palabras a los hechos, ha negado el “placet” al nuevo embajador de Francia, porque es homosexual.

También sobre el divorcio Francisco se ha endurecido mucho. “Con esto no se resuelve nada”, dijo recientemente respecto a la idea de dar la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar, tanto menos, agregó, si ellos la pretenden, porque la comunión “no es una adorno, un honor, no, no”.

Sabe que en esta materia las expectativas son altísimas y sabe que él mismo las ha alimentado, pero ahora ha tomado distancia de ellas. Las define como “expectativas desmesuradas”, sabiendo que no puede satisfacerlas, porque luego de haber anunciado tanto un gobierno más colegial de la Iglesia, del Papa junto con los obispos, es necesario que Francisco se alinee al querer de los obispos, en gran mayoría conservadores, y renuncie a imponer una reforma rechazada por la mayoría.

A pesar de todo, los medios de comunicación siguen vendiendo el relato del Papa “revolucionario”, pero el verdadero Francisco está cada vez más lejos.

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La distancia entre la realidad y la imagen propagada por los medios de comunicación es una constante de la reciente vida de la Iglesia. El Concilio Vaticano II es un ejemplo macroscópico, como lo ha explicado Benedicto XVI en uno de sus últimos discursos como Papa:

> La guerra de los dos Concilios: el verdadero y el falso (15.2.2013)

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La antología completa, en dos bloques, de las casi cuarenta intervenciones dedicadas por el papa Francisco al aborto, al divorcio, a la homosexualidad y a la anticoncepción, desde fines del sínodo de 2014 hasta hoy:

> Diario Vaticano / El paso doble del Papa argentino (17.3.2015)

> La puerta cerrada del Papa Francisco (11.5.2015)

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Para otros detalles sobre el rechazo del placet al nuevo embajador en la Santa Sede, Laurent Stefanini, designado por el gobierno francés:

> Indicios de desagrado. El embajador y el cardenal (15.4.2015)

El veto, a causa de la homosexualidad del embajador designado, no ha caído ni siquiera después que el papa Francisco lo recibió el 17 de abril en la Casa Santa Marta. Como lo reveló la agencia I-Media, la entrevista duró casi 40 minutos, “en un clima particularmente cordial, e incluso directamente afectuoso y caracterizado por la espiritualidad. Los dos hombres dedicaron también tiempo para rezar juntos”, pero sin ninguna alusión al pedido de acreditación presentado por París.

Sandro Magister

L’Espresso


* Traducción en español de José Arturo Quarracino, Temperley, Buenos Aires, Argentina.

lunes, 18 de mayo de 2015

Escuela de Formación de Laicos



14 mayo 2015

 La localidad de Bezana acogerá este viernes, 15 de mayo, una nueva cita de la Escuela de Formación de Laicos, en concreto la conferencia ‘La Construcción de la Sociedad en este cambio de Época’ que impartirá el sacerdote diocesano Óscar Lavín, especializado en Doctrina Social de la Iglesia.
   La conferencia se celebrará, a las 20 horas, en la Escuela de Formación de Laicos de la parroquia de Santa Cruz de Bezana, cuyo programa y contenidos es parte de una iniciativa de las parroquias que forman el Arciprestazgo de la Virgen del Mar, según ha informado el Obispado en un comunicado.

La intervención de Lavín Aja abordará textos del Concilio Vaticano II (1962-65) y de encíclicas de los papas Pablo VI (‘Populorum Progressio’); Juan Pablo II (‘Redemptor hominis’); Benedicto XVI (‘Caritas in Veritate’), así como de la reciente exhortación apostólica del Papa Francisco, ‘Evangelii Gaudium’ (La alegría del Evangelio).

Igualmente, tocará el ámbito de la antropología en su relación con el actual fenómeno de la globalización y hará mención a la neurociencia y la espiritualidad, y analizará la corriente de la llamada, “ideología de Género”.

ESCUELA FORMACIÓN LAICOS

La Escuela de Formación de Laicos se inauguró en octubre pasado como una iniciativa “abierta a todos” que durante este primer curso está ahondando sobre los documentos que conforman la Doctrina Social de la Iglesia, y también sobre la encíclica del Papa Francisco, ‘Evagelii Gaudium’ (la alegría del Evangelio).

Esta Escuela está, igualmente, enfocada a “mejorar la formación y vida de fe” de los laicos. Así, se pretende “ayudarles a ser cristianos en el corazón del mundo” y se les facilitará el conocimiento sobre la Iglesia, su doctrina y la vida de fe. Además, se  enseñará a orar “con mayor sencillez y profundidad” y a responder “mejor a las demandas sociales”, entre otros objetivos más.

CALENDARIO CONFERENCIAS

Cada mes se celebra una sesión que siempre se desarrollará en la jornada de los viernes y a las 20.00 horas, y serán varios los especialistas que se encargarán de desarrollar, hasta junio, los contenidos, que “serán sencillos y muy adaptados” para los participantes.

Esta Escuela nació en el seno de las parroquias que forman el arciprestazgo de la Virgen del Mar, las cuales reúnen a una población de unas 34.000 personas que residen en municipios costeros adyacentes a la ciudad de Santander. Por este motivo, las personas interesadas en recibir más información, se podrán dirigir a sus parroquias.

Pero la organización de esta iniciativa también atiende a una de las propuestas de la Asamblea Diocesana de Laicos que se celebró en junio de 2013 en el Seminario de Corbán y que se desarrolló bajo el lema, “Cristianos enraizados en la sociedad”.

Una de las propuestas aprobadas en esta magna asamblea fue la de profundizar en el conocimiento de la Doctrina Social de la Iglesia, por su vigencia en los actuales tiempos y por la riqueza de sus contenidos.

miércoles, 13 de mayo de 2015

Declaración conjunta de la Comisión bilateral de la Santa Sede y el Estado de Palestina



La Comisión Bilateral de la Santa Sede y el Estado de Palestina, que trabaja en un Acuerdo Global que sigue al Acuerdo Básico, firmado el 15 de febrero de 2000, se reunió hoy, 13 de mayo, en sesión plenaria en el Vaticano para analizar la tarea realizada, a nivel informal, por el grupo técnico mixto tras la última reunión oficial celebrada en el Ministerio de Relaciones Exteriores del Estado de Palestina, en Ramala el 6 de febrero de 2014.

Las conversaciones estuvieron presididas por monseñor Antoine Camilleri, Subsecretario de Relaciones de la Santa Sede con los Estados, y por el embajador Rawan Sulaimán, Viceministro de Relaciones Exteriores para Asuntos Multilaterales del Estado de Palestina.

El encuentro se desarrolló en una atmósfera cordial y constructiva. Retomando las cuestiones ya examinadas a nivel informal, la Comisión constató con gran satisfacción los progresos alcanzados en la formulación del texto del Acuerdo que trata de los aspectos esenciales de la vida y la actividad de la Iglesia Católica en Palestina.

Ambas partes coincidieron en que la labor de la Comisión sobre el texto del Acuerdo ha llegado a la conclusión, y que éste se presentará a las autoridades respectivas para su aprobación antes de fijar una fecha para la firma en un futuro próximo.

Los miembros de la Delegación de la Santa Sede eran: Monseñor Antoine Camilleri, Subsecretario para las Relaciones con los Estados; el arzobispo Giuseppe Lazzarotto, Delegado Apostólico en Jerusalén y Palestina; el arzobispo Antonio Franco, nuncio apostólico; Padre Luciano Lorusso O.P., Subsecretario de la Congregación para las Iglesias Orientales; Monseñor Alberto Ortega, Oficial de la Sección de Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado; Padre Emil Salayta, Vicario Judicial del Patriarcado Latino de Jerusalén.

Los miembros de la delegación palestina eran: embajador Rawan Sulaimán, Viceministro de Relaciones Exteriores para Asuntos Multilaterales; embajador Issa Kassissieh, Representante del Estado de Palestina ante la Santa Sede; Ammar Hijazi, Adjunto al Ministro de Relaciones Exteriores para Asuntos Multilaterales; Azem Bishara, Consejero Jurídico de la OLP.


Ciudad del Vaticano, 13 de mayo 2015 (VIS).-

martes, 12 de mayo de 2015

Cátedra de Doctrina Social de la Iglesia en La Rioja: mal comienzo



(www.catapulta.com.ar, 12 mayo 2015 )

 Cátedra de Doctrina Social de la Iglesia “Mons. Enrique Angelelli”

Con buena convocatoria de diferentes actores de la comunidad universitaria y general, comenzó la cátedra de Doctrina Social de la Iglesia “monseñor Enrique Angelelli”, con la presencia del rector de la UNLaR Fabián Calderón, el vicegobernador Sergio Casas y el obispo Marcelo Colombo, entre otras autoridades provinciales.
La jornada se extendió desde el 28 al 30 de abril y estuvo destinada a agentes de pastoral, catequistas, servidores e liturgia, animadores de Cáritas y distintas parroquias y comunidades.

El primer encuentro estuvo a cargo del Dr. Marco Gallo, titular de la Cátedra Pontificia de la Universidad Católica Argentina. El segundo y tercer encuentro se desarrolló en  el Anfiteatro 17 de Octubre, estuvo a cargo del Prof. Oscar Campana, teólogo laico de la Universidad Católica Argentina y Rector del Profesorado Don Bosco de Buenos Aires.

La cátedra fue declara de interés académico departamental mediante resolución 280/15 del Departamento Académico de Ciencias Sociales Jurídicas y Económicas.

Notas:

1) Marco Gallo pertenece a los sincretistas de Sant´Egidio.

2) Oscar Campana está vinculado al grupo Curas en Opción por los Pobres, capitaneado por el marxistoide Eduardo de la Serna.
Sobre “la Iglesia del futuro” escribe Campana: “En esa Iglesia del futuro, comunidad de comunidades, toda ella bautismal, habrá estallado la pluralidad de los ministerios en la unidad de la fe, la esperanza y el amor. Por fin habrá caído el muro o el escalón que separaba al clero y al laicado.
Por fin se habrá comprendido la necesidad y la importancia de distinguir en el sacerdocio entre el carisma del celibato y el ministerio. Y como aún ocurre en la Iglesia que está en Oriente, habrá sacerdotes casados y sacerdotes célibes. Su formación no se hará en el aislamiento de un claustro sino en medio de la vida de la sociedad y de las comunidades.
Los teólogos enseñarán sin otra condición que la de su compromiso con las comunidades, dejando atrás el modelo aún vigente del teólogo medieval, el “escolástico”, y volviendo al de la Iglesia de los primeros siglos, el del “teólogo-pastor”.

La catequesis, la liturgia, la lectura de la Biblia, la espiritualidad y las diversas formas de piedad popular habrán dado lugar a una gran variedad de ministerios surgidos en el seno de las comunidades y para el servicio de las mismas.
En esa Iglesia ministerial las mujeres ocuparán un lugar nuevo y destacado. Saldrán de la sombra a la que tantos siglos de machismo y de lectura masculinizante de los escritos cristianos las habían confinado. No habrá diversidad de sexos en los ministerios, ni siquiera en el sacerdotal.
Tras tantos siglos de sexismo y capellanocracia, la Iglesia del futuro será profundamente comunitaria, ministerial y femenina”.


La militancia de Campana se revela en su artículo sobre los tercermundistas Tello y Gera:

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