martes, 26 de mayo de 2015

La esperanza de una Argentina posible


Reflexión de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, en el programa "Claves para un Mundo Mejor" (23 de mayo de 2015)

El lunes celebraremos el aniversario del Primer Gobierno Patrio, después vendrá el Día de la Bandera, el Aniversario de la Independencia y ya estamos enfocando lo que ocurrirá el año próximo que es la celebración del Bicentenario de nuestra Independencia. Pensando en estas fechas se me ha ocurrido hablarles hoy sobre la Argentina, por supuesto sobre la Argentina actual y sus posibilidades futuras y yo lo titularía: la esperanza de una Argentina posible.

He oído muchas veces decir que la Argentina es un país fracasado, que no tiene remedio. Los que dicen esto frecuentemente son aquellos a los cuales les ha ido muy bien en la vida y es como que ellos no fracasaron en nada. Esa sentencia que emiten indica que hay una especie de distancia allí como que a mi me va bien, que los demás se arreglen, que el país vaya por donde pueda y demás. Eso es una de las causas por las cuales la Argentina va a los tumbos. Algunos dicen que desde el 25 de Mayo de 1810 las cosas andan así y, la verdad, que si se trata de un pecado original irredimible mejor dediquémonos a otra cosa, vayámonos a no sé dónde.

La cuestión no es esa sino que la cuestión es qué queremos que sea la Argentina. Hay avatares muy diversos en nuestra Historia pero qué pasa ahora, hay mucha gente que se queja con plena razón porque hay mucha gente a la cual no le va bien y, por otra parte, también hay mucha gente que, como decía antes, no tiene un afecto verdadero por el país. Hacen lo que pueden pero no hay un “affectio societatis”, como se dice en latín, que es la vinculación afectuosa con la sociedad en la que se vive y además con la Historia del país que uno la carga como una mochila y una mirada al futuro. Por eso digo la esperanza de una Argentina posible.

La Argentina anda mal, algunas veces anduvo un poco mejor, otras un poco peor pero porqué tiene que ser siempre así. ¿No podemos pensar en una Argentina mejor? Algunos hacen pronósticos terribles que a uno lo hacen temblar pero nosotros podemos pensar en una Argentina mejor porque podemos pensar en una sociedad más justa, más sana, en gobiernos mejores, en clases políticas que estén verdaderamente preparadas y otras cosas.

En el Libro Tercero de Aristóteles se dice que la virtud de la sociedad, lo que hace a una sociedad o un país, es la prudencia y dice, el filósofo, que con mayor razón esa prudencia se exige a los gobernantes. Aristóteles dice que los gobernantes tienen que tener dos cualidades fundamentales que son en primer lugar ser honestos y en segundo lugar ser competentes o sea que conozcan el oficio. Esto es no sólo que no roben, que no coimeen, que no hagan otras picardías, sino que además conozcan el oficio o que por lo menos tengan la habilidad suficiente para elegir correctamente a sus colaboradores pero si eso no funciona es porque no funciona la sociedad, porque no tenemos ese afecto por el país y por eso cuando tenemos que votar hagamos lo que podamos pero tratemos de hacerlo lo mejor posible.

Pero la cuestión no es sólo el voto sino que la cuestión es si nosotros constituimos una sociedad que piensa en el futuro. Y esto es posible y no sólo porque los cristianos tenemos esperanza sino que es una esperanza humana, natural, pero fundada porque nuestro país tiene posibilidades extraordinarias. Hemos sido agraciados por la Providencia pero nosotros hemos hecho un desastre y hay que enmendar esos errores. Eso depende, de alguna manera, de todos aunque es verdad que no en el mismo grado pero si depende de todos. Ahí está la cuestión.


Si pensamos que la Argentina puede ser mejor, si pensamos en un futuro posible mejor y eso tiene que ver con la esperanza. La esperanza es estar mirando a un futuro, deseando un futuro que es posible. No es opinión disparatada, no es una utopía, no es una ilusión, sino que es algo fundado en la realidad. Les decía antes como hemos sido enriquecidos por la Providencia, ver épocas de nuestra Historia donde las cosas han andado mejor y esperar que Dios nos ayude. Pero es fácil decir que Dios nos ayude pero Dios no tiene porque hacer milagros y además el dicho afirma: “Ayúdate que Dios te ayudará”. Por eso empecemos nosotros. Hasta la próxima semana. 

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