lunes, 26 de noviembre de 2012

La sociedad sin familia





El gobierno francés ha presentado un proyecto de ley para el reconocimiento de las parejas homosexuales, incluyendo la posibilidad de la adopción. El parlamento analizará el proyecto a principios del año que viene. Se dice que, detrás de estos proyectos de ley, existe la cuestión de los llamados derechos de los homosexuales. Pero no es cierto en absoluto porque detrás de esto hay mucho más. El reconocimiento de los matrimonios homsexuales es la puerta para pasar a una sociedad muy diferente de lo que hemos conocido hasta ahora. Veamos el ¿Por qué?

Todo comenzó el 25 de julio de 1978

Era 25 de julio cuando nació Luise Brown, el primer bebé concebido en un tubo de ensayo. Por primera vez, un ser humano nacía no concebido en el curpo de una mujer. El día de hoy, un niño que nace puede tener hasta seis padres entre biologicos y sociales. La separación entre la sexualidad y la concepción produce una disolución de las relaciones naturales en la creación de una sociedad compuesta por individuos asexuados, la sustitución de la naturaleza con la cultura. La punta más aguda de la cuestión antropológica es la ideología del gender (género) que pretende elegir el propio orientamiento sexual: mujer y hombre no se nace, se vuelve.
En un futuro próximo será siempre más y más fácil ser padre sin ser hombre, ser madre sin ser mujer, tener un hijo sin haberlo dado a luz, concebirlo sola sin la necesidad de un hombre, proyectar un hijo, contraer un hijo con una mujer que alquila su útero, seleccionar el hijo. La solicitud de reconocer las parejas homosexuales trae consigo todo esto y tiene como objetivo todo lo que hemos mencionado. No existen asociaciones que protegen los derechos de las parejas que son heterosexuales. Esto significa que el problema no son los derechos  de los convivientes.
En todo caso, es para abrir el camino a las parejas homosexuales, el verdadero cambio real, porque hoy en día la pareja homosexual puede tener hijos. Detrás del matrimonio homosexual existe la voluntad de construir una sociedad diferente a la que ha sido hasta ahora.

Los datos en ciertos casos dicen mucho

Ha sido demuestrado con datos cuantitativos que el diseño es muy ideológico y no se lo explica solo usando la retórica de “pobres homosexuales”. En España los matrimonios gay se celebran desde el 1 de julio del 2005. En 7 años se han celebrado 22.442 matrimonios gay, equivalente al 0,006 por ciento. En Inglaterra se llega al 0,064 por ciento.

Además, debido que las estadísticas hablan de alrededor del 1 por ciento de ciudadanos que se declaran homosexuales, lo que significa que entre ellos hay muchos que no desean, ni en lo mas mínimo, celebrar cualquier tipo de boda. Estos datos nos indican que las razones por la tenedencia de las fuerzas políticas, en modo especial las de izquierda, de querer a toda costa el reconocimiento de las parejas (coppie di fatto) y luego de las parejas homosexuales son de un tipo totalmente diferente.
Durante mucho tiempo se ha pedido el reconocimiento de las parejas de hecho; es decir, la convivencia. La razón no era proteger los convivientes sino abrir las puertas para el reconocimiento de las parejas homosexuales. De hecho, no existe una pizca de una asociación de convivientes que luchen por sus propios derechos. Los convivientes quieren permanecer como tales, de lo contrario contraería matrimonio.
Como la propaganda para el reconocimiento de la convivencia era el caballo de Troya para el matrimonio entre homosexuales, ahora las bodas homosexuales son en caballo de Troya para una sociedad sin vínculos naturales y sin la familia. Esto es debido a que: después de Louise Brown, los homosexuales pueden (técnicamente) tener hijos.

¿Qué cosa sucede en Francia?

En Francia nos encontramos en lo mismo. Un guión que ya se ha recitado en Inglaterra, España y que seguramente encontrará la confirmación por parte de otra nación. Por debajo de esto existe una sociedad secularizada que no cree que existan  más elementos naturales; es decir,  elementos relacionados con lo que el hombre es y lo que debe hacer para vivir bien. El concepto de orden natural se ha ido cuando se ha abandonado la idea de un Creador. La secularización religiosa ha producido una profunda secularización ética y civil cuyo credo es que cada uno haga lo que cree.

En este contexto, es digna de elogio, la acción de algunos grupos católicos (por desgracia otros grupos se han integrado a la sociedad de los deseos) que combaten en el campo de las ideas y de las acciones políticas. La revista Liberté Politique [www.libertepolitique.fr], expresión de la Asociación para la Fundación del Servicio Político de París, está librando una dura batalla cultural contra una sociedad sin familia. La asociación Nouveuao féeminisme européen [www.nouveaufeminisme.eu] esta recogiendo firmas para un referéndum.

Elizabeth Monfort, presidente de esta asociación, ha dicho que el proyecto “el matrimonio para todos” viola el principio de igualdad entre hombre y mujer en cuanto planea abolir los terminos “hombre” y “mujer” después de que las mujeres hayan luchado por obtener la igualdad con los hombres. El proyecto de ley gubernamental niega a la mujer la condición de “esposa” y de “madre”, impone que no se ocupen más las palabras “mujer” y “marido” sino solo la palabra “conviviente”, tampoco utilizar la palabra “padre” y “madre” si no solo la palabra “progenitore”. Todo esto pone un interrogativo a la diferencia de sexos y a la igualdad del mismo.

Benedetta Cortese


Osservatorio Internazionale Cardinale Van Thuân, 26-11-12

viernes, 23 de noviembre de 2012

La nueva encíclica del Papa reflexionará sobre la Pascua





El Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, monseñor Gerhard Ludwig Müller, confirmó que la nueva encíclica de Benedicto XVI se publicará durante la Cuaresma. La cuarta encíclica de su Pontificado estará dedicada al tema de la fe y, en particular “a la Pascua”. De este modo completará las virtudes teologales que abordó en "Deus Caritas est" y "Spe salvi".

Benedicto XVI la terminó de escribir durante el verano en la residencia de Castelgandolfo y se encuentra ahora en fase de revisión, para darle los “últimos retoques” y estará relacionada con la fiesta de la Pascua, la más solemne de todo el año litúrgico. Su publicación, de hecho, será uno de los acontecimientos más importantes de la Cuaresma de 2013, por lo que se prevé que estará disponible a partir de los primeros meses del próximo año, probablemente en febrero o en marzo.

El tema de la fe, por lo demás, completará el tríptico de las virtudes teologales sobre las que ha reflexionado el Papa con las encíclicas anteriores sobre la caridad (Deus Caritas est, de 2006) y sobre la esperanza (Spe Salvi, de 2007), con las que se conectaría indirectamente la tercera encíclica Caritas in Veritate, de 2009.

“El texto es hermosísimo”
La encíclica sobre la fe será de crucial importancia para el Año de la Fe, que fue inaugurado el 11 de octubre pasado por Benedicto XVI durante la conmemoración de los 50 años del Concilio Vaticano II y los 20 del Catecismo de la Iglesia Católica.

El Papa-teólogo desea ofrecer para este Año de la Fe su reflexión sobre el significado de ser cristianos hoy, sobre el papel de la fe en la vida del hombre y de la sociedad, sobre el valor de las verdades cristianas, como las que están vinculadas con el misterio pascual, en un mundo golpeado por la crisis bajo muchos aspectos. Un texto que será la coronación de este Año para la meditación e incluso para las generaciones futuras.

Según informa Vatican Insider, algunos que han podido leer la nueva encíclica ofrecieron juicios muy positivos y entusiastas que hacen aún mayor la expectación. "El texto del Papa es hermosísimo", señalan que fue el comentario de un alto prelado de la Curia que pudo leerlo y que añadió: "Benedicto XVI, con su lenguaje simple incluso cuando debe expresar verdades complejas y muy profundas, logra alcanzar una difusión más allá de cualquier imaginación".+

Ciudad del Vaticano (AICA): Viernes 23 Nov 2012

 La nueva encíclica del Papa reflexionará sobre la Pascua


El Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, monseñor Gerhard Ludwig Müller, confirmó que la nueva encíclica de Benedicto XVI se publicará durante la Cuaresma. La cuarta encíclica de su Pontificado estará dedicada al tema de la fe y, en particular “a la Pascua”. De este modo completará las virtudes teologales que abordó en "Deus Caritas est" y "Spe salvi".

Benedicto XVI la terminó de escribir durante el verano en la residencia de Castelgandolfo y se encuentra ahora en fase de revisión, para darle los “últimos retoques” y estará relacionada con la fiesta de la Pascua, la más solemne de todo el año litúrgico. Su publicación, de hecho, será uno de los acontecimientos más importantes de la Cuaresma de 2013, por lo que se prevé que estará disponible a partir de los primeros meses del próximo año, probablemente en febrero o en marzo.

El tema de la fe, por lo demás, completará el tríptico de las virtudes teologales sobre las que ha reflexionado el Papa con las encíclicas anteriores sobre la caridad (Deus Caritas est, de 2006) y sobre la esperanza (Spe Salvi, de 2007), con las que se conectaría indirectamente la tercera encíclica Caritas in Veritate, de 2009.

“El texto es hermosísimo”
La encíclica sobre la fe será de crucial importancia para el Año de la Fe, que fue inaugurado el 11 de octubre pasado por Benedicto XVI durante la conmemoración de los 50 años del Concilio Vaticano II y los 20 del Catecismo de la Iglesia Católica.

El Papa-teólogo desea ofrecer para este Año de la Fe su reflexión sobre el significado de ser cristianos hoy, sobre el papel de la fe en la vida del hombre y de la sociedad, sobre el valor de las verdades cristianas, como las que están vinculadas con el misterio pascual, en un mundo golpeado por la crisis bajo muchos aspectos. Un texto que será la coronación de este Año para la meditación e incluso para las generaciones futuras.

Según informa Vatican Insider, algunos que han podido leer la nueva encíclica ofrecieron juicios muy positivos y entusiastas que hacen aún mayor la expectación. "El texto del Papa es hermosísimo", señalan que fue el comentario de un alto prelado de la Curia que pudo leerlo y que añadió: "Benedicto XVI, con su lenguaje simple incluso cuando debe expresar verdades complejas y muy profundas, logra alcanzar una difusión más allá de cualquier imaginación".+

Ciudad del Vaticano (AICA): Viernes 23 Nov 2012


miércoles, 21 de noviembre de 2012

Discurso del Cardenal Rouco Varela




LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA CELEBRA SU ASAMBLEA PLENARIA NÚMERO CIEN



Queridos Hermanos Cardenales, Arzobispos y Obispos,
Señor Nuncio,
colaboradores de esta Casa,
señoras y señores:

Ha llegado de nuevo el momento de encontrarnos todos los obispos a quienes el Señor de la mies ha encomendado el cuidado de su Iglesia en las diócesis de España. Lo venimos haciendo regularmente, desde el Concilio, dos veces al año. Esta que hoy comenzamos hace ya el número cien de nuestras Asambleas Plenarias. Nuestra Conferencia Episcopal es joven, no ha cumplido todavía los cincuenta años. Los cumplirá, Dios mediante, no tardando mucho: en 2016. Pero como hemos celebrado algunas Plenarias Extraordinarias, ya alcanzamos ese primer número total de Asambleas Plenarias con tres cifras.

Bienvenidos, pues, Hermanos, a nuestro encuentro anual del otoño, en el que deseamos saludar de modo particular al nuevo obispo auxiliar de Tudela-Pamplona, Mons. D. Juan Antonio Aznárez Cobo, consagrado el pasado 9 de septiembre, así como al nuevo obispo auxiliar de Getafe, Mons. D. José Rico Pavés, consagrado el pasado 21 de septiembre.
Felicitamos y acompañamos con nuestra oración a Mons. D. Jesús Murgui Soriano, a quien se ha encomendado la sede de Orihuela-Alicante, al tiempo que agradecemos al obispo, emérito, Mons. D. Rafael Palmero Ramos, sus largos años de ministerio episcopal y le deseamos un fecundo tiempo de servicio a la Iglesia en su nueva etapa de vida. Felicitamos también a Mons. D. Javier Salinas Viñals, a quien el Santo Padre ha encomendado el cuidado pastoral de la diócesis de Mallorca.
Encomendamos a la misericordia del Señor el alma de Mons. D. Ireneo García Alonso, obispo, emérito, de Albacete, fallecido el pasado 4 de junio. Descanse en paz.

I. Cien Asambleas Plenarias de la Conferencia Episcopal
Los obispos sabemos bien que el arduo y hermoso trabajo de la nueva evangelización se lleva a cabo fundamentalmente en el día a día de las parroquias, de las obras apostólicas de institutos de vida consagrada, de asociaciones y de movimientos, en los monasterios y también en las familias que cultivan la fe en los hijos y en los nietos. Sabemos que el trabajo apostólico es sostenido por personas concretas, llenas del ardor de la caridad que se alimenta en la eucaristía y en los sacramentos y que viven su fe y su misión en la comunión de la Iglesia, guiada por los sacerdotes y vivificada por la oración de todos, en particular, la de quienes en los claustros hacen de su vida entera plegaria y culto racional, agradable a Dios. Todo ello fructifica en la Iglesia particular, en la que el obispo -con Pedro y bajo Pedro- preside, enseña y santifica, como vicario de Cristo, de modo que la comunión en la que los bautizados han de vivir sea realmente para el mundo signo e instrumento de aquella comunión que Dios mismo ha establecido con la humanidad en su Hijo querido.

Ninguna institución humana, tampoco la Conferencia Episcopal, puede en modo alguno sustituir los cauces ordinarios queridos por el Señor para hacerse presente en el mundo, a través de los sacramentos de la gracia, en la comunión de la Iglesia. Esos cauces van ligados a la Tradición viva, por la que la Palabra del Dios viviente interpela hoy a los hombres y los une con Él; una Tradición eclesial que tiene su garantía sacramental en la sucesión apostólica, y que es, por tanto, obra del Espíritu Santo. La Tradición nunca es un proceso anónimo ni burocrático, sino que va unida a testigos concretos: a los Apóstoles y sus sucesores, en particular al Sucesor de Pedro, y a cada uno de los bautizados, llamados todos a ser apóstoles.

Pero también sabemos los obispos que nuestro ministerio es católico y, por eso, colegial; que cada uno de nosotros ha de estar movido por la solicitud por todas las Iglesias. Sabemos además, que el mundo tan interconectado en el que vivimos exige de modo cada vez más apremiante que ejerzamos nuestro ministerio en estrecha colaboración unos con otros, estudiando juntos los problemas comunes, que a todos nos afectan, y buscando vías conjuntas de solución para ellos, así como buscando unidos el modo mejor de responder a nuestra misión apostólica en las circunstancias de hoy.
Por eso, la celebración de esta centésima Asamblea Plenaria nos ofrece la ocasión de dar gracias a Dios por este precioso instrumento de la colegialidad episcopal que son las Conferencias de los obispos, creadas o potenciadas después del Concilio. En España se contaba ya, entre otras cosas, con el antecedente de las Juntas de Metropolitanos y también con la experiencia de la elaboración de documentos de todos los obispos, lo que implicaba una intercomunicación notable. Pero la institucionalización del trabajo conjunto y estable de todos hubo de esperar -como es sabido- hasta 1966, cuando se creó la Conferencia Episcopal, como fruto precioso del Concilio.

Los años postconciliares son inimaginables en cada una de nuestras diócesis y en el conjunto de ellas sin el trabajo llevado a cabo por los obispos en la Conferencia Episcopal. Los caminos canónicos y pastorales recorridos en la interpretación y en la aplicación del Concilio Vaticano II, sobre todo, no son comprensibles ni evaluables sin las enseñanzas, la doctrina, las orientaciones, normas e iniciativas pastorales de la Conferencia Episcopal Española. Permítanme hacer un pequeño recorrido por todo ello, sin ánimo alguno de exhaustividad[1].

Desde la perspectiva de la nueva evangelización, basta recordar algunas de las más significativas declaraciones o instrucciones pastorales. Primero, las referidas más expresamente a lo que podríamos llamar la vida interna de la comunidad eclesial, en cuestiones como la iniciación y la vida cristiana; sin olvidar, naturalmente, que de estos asuntos depende básicamente la vitalidad de la Iglesia y su incidencia apostólica en la sociedad y en su configuración moral y política. Cabe mencionar en este capítulo la declaración sobre la Humanae vitae, de noviembre de 1968; las orientaciones sobre el apostolado seglar, de noviembre de 1972; sobre el matrimonio y la familia, de julio de 1979; sobre la visita del papa Juan Pablo II y la fe de nuestro pueblo, de junio de 1983; las notas sobre el aborto, de noviembre de 1986, y sobre la situación y reforma de la enseñanza, de abril de 1988; la instrucción pastoral acerca del sacramento de la penitencia, de abril de 1982, o las de mayo de 1992 sobre el sentido evangelizador del domingo y de las fiestas y la de abril de 1995 sobre “domingo y sociedad”; las propuestas sobre la caridad en la vida de la Iglesia, de noviembre de 1993; la instrucción Los cristianos laicos, Iglesia en el mundo, de noviembre de 1991; las orientaciones sobre la iniciación cristiana, de noviembre de 1998, y las instrucciones Dios es amor de noviembre de 1998 y sobre Teología y secularización, a los cuarenta años del Concilio, de marzo de 2006.

Luego está todo el acervo doctrinal y de orientaciones prácticas más directamente referido a la inserción de la Iglesia y de la vida cristiana en el contexto social y político, en el que el Evangelio ha de actuar como luz y fermento. Cabe recordar aquí la declaración sobre La Iglesia y la comunidad política, de enero de 1973; La reconciliación en la Iglesia y en la sociedad, de abril de 1975; Testigos del Dios vivo, de junio de 1985; Los católicos y la vida pública, de abril de 1986; La verdad os hará libres: ante la actual situación moral de nuestra sociedad, de noviembre de 1990; La construcción de Europa, de febrero de 1993; Moral y sociedad democrática, de febrero de 1996; La fidelidad de Dios dura siempre. Mirada de fe al siglo XX, de noviembre de 1999; La familia, santuario de la vida y esperanza de la sociedad, de abril de 2001; Valoración moral del terrorismo en España, de sus causas y de sus consecuencias, de noviembre de 2002; Orientaciones morales ante la situación actual de España, de julio de 2006; y La verdad del amor humano. Orientaciones sobre el amor conyugal, la ideología de género y la legislación familiar, de la Plenaria de abril de este mismo año.

En ambos capítulos -el de lo “interior” y el de lo “exterior”- se pueden observar unos ciertos acentos temáticos propios de cada momento histórico: desde los nuevos planteamientos referentes a la moral conyugal o al ordenamiento de la vida política, de los años sesenta-setenta; pasando por el viaje del papa y la posterior atención a temas como el de la reconciliación y la penitencia o el de los católicos en la vida pública, de los años ochenta; la proposición monográfica de la buena noticia del Dios que es amor, la mirada  de fe al siglo XX y la lectura de la situación moral de la sociedad en la perspectiva de «la verdad os hará libres», en los años noventa; hasta llegar al análisis moral exhaustivo del terrorismo y de sus causas, de la secularización y la calidad de la teología, de la nueva situación moral de España, y de la familia y el amor conyugal, ya en estos primeros años del siglo XXI.

En el plano más específico de la actividad canónica y de orientaciones prácticas pastorales hay que inscribir los Decretos generales de desarrollo de las normas del nuevo Código de Derecho Canónico de 1983 y todas las relativas a seminarios y universidades; la catequesis, la iniciación cristiana, la escuela católica y, no en último lugar, la puesta en práctica de la reforma litúrgica. Queremos mencionar expresamente aquí el gran trabajo de traducción y adaptación de los libros litúrgicos realizado con gran diligencia ya desde los tiempos mismos del Concilio. Nuestras traducciones de los salmos y, en general, del amplio leccionario litúrgico que la reforma conciliar ponía a disposición de los fieles, fueron, por lo general, muy buenas y sirvieron de pauta a otras Conferencias Episcopales, no solo de habla española. El amplio trabajo de revisión que llevamos haciendo desde hace cerca de quince años en este campo ha fructificado en una versión completa de la Sagrada Escritura, hecha en aquél mismo espíritu de las traducciones litúrgicas, y que hemos ofrecido como versión oficial de la Conferencia Episcopal en 2010, junto con la Instrucción pastoral La Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia. Tampoco queremos dejar de referirnos a los valiosos catecismos de nuestra Conferencia Episcopal para los diversos ámbitos de la iniciación cristiana. Mencionamos entre ellos tan solo al actualmente vigente para la infancia, Jesús es el Señor, aprobado en 2008.

Es obligado subrayar también con fuerza el papel jugado por la Conferencia Episcopal en el estudio, negociación y elaboración de los Acuerdos entre la Santa Sede y el Gobierno de España, verdaderos Tratados de Derecho internacional. Gracias estos instrumentos legales ha sido posible la regulación ordenada de las relaciones entre la Iglesia y el Estado, en el marco de la nueva situación social y política simbolizada y decantada jurídicamente en la Constitución de 1978.
No cabe duda de que el papel jugado por la Conferencia Episcopal en la vida de la Iglesia en estos ya casi cincuenta años de vida ha sido de una decisiva y beneficiosa importancia para la Iglesia misma y para su presencia y acción evangelizadora en la sociedad española. La rápida evocación que acabamos de hacer ofrece solo una idea global, muy incompleta, del trabajo realizado. Damos gracias a Dios por todo ello al comenzar hoy nuestra centésima Asamblea Plenaria.

Es verdad que, como en cualquier historia humana, no todo han sido luces en estos años. También ha habido sombras, que van siendo aclaradas a medida que el tiempo nos permite una revisión del camino recorrido, en clave de conversión y de creciente clarividencia pastoral, a la luz de la gran Tradición de la Iglesia y, en particular, con la ayuda del magisterio de los papas.

II. La hora actual de la Iglesia en España, al hilo del Plan Pastoral
En la Asamblea Plenaria última aprobamos un Plan Pastoral para cinco años, que lleva por título: La nueva evangelización desde la Palabra de Dios: “Por tu palabra echaré las redes” (Lc 5, 5). Recordábamos entonces que la Conferencia Episcopal vivió los primeros casi veinte años de su existencia sin este tipo de ayudas para su trabajo que venimos utilizando desde 1983, después de la primera visita de Juan Pablo II. Los planes pastorales no son, por tanto, imprescindibles, pero son muy útiles, como han demostrado los siete Planes anteriores. Este octavo Plan Pastoral, a la vista de los acontecimientos eclesiales de estos años y de la urgencia de la nueva evangelización, inspira la colaboración de los diversos organismos de nuestra Conferencia en acciones concretas de gran relevancia, de las que algunas ya han sido puestas en marcha y otras están en preparación.

El Congreso Nacional de Pastoral Juvenil, celebrado en Valencia a comienzos de este mes, en realidad había sido previsto ya en el Plan anterior, si bien había sido pospuesto, cuando se conoció que en 2011 iba a tener lugar en Madrid la Jornada Mundial de la Juventud. Se preveía lo que realmente ocurrió: que el impulso de comunión creado por la JMJ -como acontecimiento de «una nueva evangelización vivida», según la calificó el propio Benedicto XVI- iba a hacer posible un gran paso adelante en el centramiento de todos los que trabajan en la pastoral juvenil en lo que es el corazón de la misma, es decir, en facilitar a los jóvenes el encuentro de conversión con Jesucristo, en la comunión de la Iglesia, para hacerse evangelizadores en ella y con ella. El Plan actual prevé nuevas acciones llamadas a recoger y potenciar los frutos de la Jornada Mundial de la Juventud.

Acogiendo el constante magisterio de los papas sobre el matrimonio y la familia, y continuando la labor anterior de nuestra Conferencia, el Plan Pastoral vigente preveía una acción importante, que ya ha sido realizada: la redacción y difusión de un documento que  proponga la verdad del amor y oriente sobre la ideología de género y la legislación familiar[2]. Es la Instrucción pastoral, ya mencionada, aprobada en la última Plenaria bajo el titulo de La verdad del amor humano.
No es necesario ponderar de nuevo aquí la urgencia de la pastoral del matrimonio y de la familia. Esta Instrucción sobre La verdad del amor humano puede ayudar mucho a la clarificación doctrinal de la situación y a la orientación práctica de lo que hay que hacer. Por ejemplo, el pasado día 8 de este mes de noviembre, el Comité Ejecutivo de nuestra Conferencia Episcopal encontró en ella la formulación precisa para responder a las preguntas que se plantearon con motivo de la decisión del Tribunal Constitucional acerca de la actual legislación sobre el matrimonio. No nos corresponde a los obispos pronunciarnos sobre la pertinencia jurídica de los actos de los tribunales. Pero sí tenemos el deber de ayudar al discernimiento necesario acerca de la justicia de una legislación como la referente al matrimonio, que toca tan de lleno el corazón de la vida de las personas y que condiciona tan decisivamente la vida de la sociedad y el futuro de nuestro pueblo. La Instrucción pastoral de la que hablamos denuncia, en efecto, que la actual legislación sobre el matrimonio es gravemente injusta, porque no reconoce netamente la institución del matrimonio en su especificidad, y no protege el derecho de los contrayentes a ser reconocidos en el ordenamiento jurídico como “esposo” y “esposa”; ni garantiza el derecho de los niños y de los jóvenes a ser educados como “esposos” y “esposas” del futuro; ni el derecho de los niños a disfrutar de un padre y de una madre en el seno de una familia estable. 

No son leyes justas las que no reconocen ni protegen estos derechos tan básicos sin restricción alguna. Por eso, es urgente la reforma de nuestra legislación sobre el matrimonio[3]. Y es tanto o más urgente que la Instrucción sobre La verdad del amor humano sea conocida por todos en nuestras parroquias, colegios y en cada lugar de la actividad apostólica de la Iglesia.
También ha sido realizada ya la peregrinación a Roma con motivo de la declaración de san Juan de Ávila como doctor de la Iglesia universal, según preveía el Plan Pastoral. En los años próximos, de acuerdo con las indicaciones de la Junta San Juan de Ávila, Doctor de la Iglesia, «se desarrollarán acciones que contribuyan a iluminar la vida cristiana desde el magisterio eximio de san Juan de Ávila»[4]. Agradecemos al Sr. Obispo de Córdoba la invitación que ha hecho a esta Asamblea a peregrinar el próximo viernes a Montilla, a la basílica que guarda los restos del nuevo doctor de la Iglesia. Por su intercesión, pediremos al Señor, en nuestra concelebración de la santa Misa, por los frutos de la nueva evangelización, en particular en el campo de las vocaciones al sacerdocio ministerial y a la vida consagrada.

Siguiendo el repaso de las previsiones del Plan Pastoral, hay que decir que otras dos de ellas van a ser tratadas en la Asamblea que hoy comenzamos. La Subcomisión Episcopal de Catequesis presenta ya un borrador del segundo catecismo de infancia, Testigos del Señor. La propuesta de la nueva evangelización afecta profundamente a la catequesis. Por eso, en nuestro Plan Pastoral, centrado en la nueva evangelización desde la Palabra de Dios, no podía faltar la atención sobre esta básica actividad maternal de la Iglesia. «El Año de la fe -escribe el Papa al convocarlo- deberá expresar un compromiso unánime para redescubrir y estudiar los contenidos fundamentales de la fe, sintetizados sistemática y orgánicamente en el Catecismo de la Iglesia Católica»[5]. «Acogiendo la invitación del Papa -dice nuestro Plan Pastoral- la Conferencia Episcopal pondrá especial empeño en ayudar a redescubrir la íntima conexión existente entre las dos dimensiones del acto de fe que han de ser cultivadas equilibradamente en la acción catequética, si esta quiere contribuir con éxito a la transmisión de la fe: por un lado, la dimensión volitiva, del amor que se adhiere a la persona de Cristo, y, por otro, la dimensión intelectiva, del conocimiento que comprende la verdad del Señor»[6]. El catecismo para la segunda infancia que estudiaremos estos días desea ser un instrumento eficaz para una acción catequética como la descrita.

Otra de las acciones previstas en el Plan Pastoral es la preparación y celebración en octubre de 2013 de una ceremonia de beatificación de mártires: «Al terminar el Año de la fe, se celebrará la beatificación conjunta de un buen número de mártires del siglo XX en España, procedentes de muchas diócesis, cuyo testimonio e intercesión son de gran valor para el crecimiento en la certeza y en la alegría de la fe de todo el Pueblo de Dios»[7]. El Plan Pastoral justifica esta acción con la siguiente reflexión: «Al convocar el Año de la fe, el Papa recuerda que “por la fe, los mártires entregaron su vida como testimonio de la verdad del Evangelio, que los había transformado y hecho capaces de llegar hasta el mayor don del amor con el perdón de sus perseguidores”. La Iglesia que peregrina en España ha sido agraciada con un gran número de estos testigos privilegiados del Señor. (...) Los mártires del siglo XX en España son un estímulo muy valioso para una profesión de fe íntegra y valerosa»[8]. Los preparativos para la beatificación están avanzados, porque la mayoría de las Causas que integran el grupo ya tienen el decreto correspondiente y se prevé que las otras lo podrán tener antes del verano próximo. De modo que, si Dios quiere, se reunirá un grupo de mártires en torno a los quinientos. En esta Asamblea tenemos previsto determinar el lugar en el que se celebrará esta ceremonia de beatificación interdiocesana, un gran broche de comunión y testimonio para el Año de la fe.

Como no podía ser de otra manera, entre los desafíos y escenarios de la nueva evangelización en estos años, el Plan Pastoral se refiere al nuevo contexto marcado por la llamada “crisis económico-financiera”, de la que dice que, en su origen y en sus consecuencias, «traspasa la frontera de lo estrictamente económico»[9]. Es una crisis global y extensiva que no parece tocar fondo. Ante una situación en la que «la tensión social crece» y en la que «determinadas propuestas políticas han venido a añadir elementos de preocupación  en momentos de por sí ya difíciles», la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal decidió publicar, el pasado 3 de octubre, una Declaración titulada Ante la crisis, solidaridad. En ella se señalan los aspectos más acuciantes y dolorosos en los que se manifiesta la crisis: el desempleo de tantos, en especial de tantos jóvenes; el debilitamiento de la conciencia de unidad y de solidaridad entre todos los españoles; los dramas que sufren tantas familias, en particular las que se ven expulsadas de sus casas por el desahucio. La Declaración exhorta a la conversión a la verdad, propiciada por la fe; a la solidaridad, animada por la caridad; y al espíritu de superación, alentado por la esperanza en Dios. Y pide también, en concreto, «que los costes de la crisis no recaigan sobre los más débiles, con especial atención a los emigrantes»; que «se preserve el bien de la unidad, al mismo tiempo que el de la rica diversidad de los pueblos de España»; y que se busquen con urgencia soluciones «que permitan a esas familias (desahuciadas) -igual que se ha hecho con otras instituciones sociales- hacer frente a sus deudas sin tener que verse en la calle»[10].

Reiteramos estas peticiones y aprovechamos también para  exhortar una vez más a los gestos de ayuda concreta con quienes más sufren las consecuencias de la crisis. Por pequeños que parezcan, los gestos de caridad no solo ayudan a quienes lo necesitan, sino que también ayudan a revisar el propio estilo de vida y a adoptar formas de ser y de actuar más responsables con la familia, los vecinos y la comunidad política. Sabemos que hay parroquias en las que en los últimos cuatro años se han multiplicado por cinco los recursos destinados a Cáritas, gracias a la generosidad y al sacrificio de muchos. Lo agradecemos en nombre del Señor y de los que de este modo ven aliviada su necesidad.

III. El Sínodo sobre la nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana
Durante las tres últimas semanas del pasado mes de octubre, hemos participado en la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, en Roma. Venimos contentos de habernos encontrado con Hermanos de todo el mundo, a quienes hemos podido escuchar y con quienes hemos podido hablar de la única misión de la Iglesia para todos los hombres: la evangelización de nuestros contemporáneos. Es verdad que las situaciones son muy distintas en las diversas partes de la tierra por lo que respecta a las condiciones religiosas, culturales, sociales, económicas y políticas de los diversos pueblos en los que la Iglesia de Cristo predica el Evangelio de la salvación. Pero es verdad también que en una reunión católica, universal, como es la asamblea general del Sínodo, se percibe cada vez más el mundo como una gran aldea global; en particular, en lo que toca a las dificultades y a las ocasiones que todos encuentran para la evangelización.


En la homilía de la santa Misa con la que se clausuró la Asamblea, el Santo Padre subrayaba como sigue lo que él denominaba «las tres líneas pastorales que han surgido del Sínodo».
«La primera -decía el Papa- corresponde a los sacramentos de la iniciación cristiana. Se ha reafirmado la necesidad de acompañar con una catequesis adecuada la preparación al bautismo, a la confirmación y a la eucaristía. También se ha reiterado la importancia de la penitencia, sacramento de la misericordia de Dios. La llamada del Señor a la santidad, dirigida a todos los cristianos, pasa a través de este itinerario sacramental. En efecto, se ha repetido muchas veces que los verdaderos protagonistas de la nueva evangelización son los santos: ellos hablan un lenguaje comprensible para todos, con el ejemplo de la vida y con las obras de caridad.
En segundo lugar -proseguía el Papa en esta especie de resumen autorizado de los debates sinodales- la nueva evangelización está esencialmente conectada con la misión ad gentes. La Iglesia tiene la tarea de evangelizar, de anunciar el mensaje de salvación a los hombres que aún no conocen a Jesucristo. En el transcurso de las reflexiones sinodales, se ha subrayado también que existen muchos lugares en África, Asia y Oceanía en donde los habitantes, muchas veces sin ser plenamente conscientes, esperan con gran expectativa el primer anuncio del Evangelio. Por tanto, es necesario rezar al Espíritu Santo para que suscite en la Iglesia un renovado dinamismo misionero, cuyos protagonistas sean de modo especial los agentes pastorales y los fieles laicos. La globalización ha causado también un notable desplazamiento de poblaciones; por tanto, el primer anuncio se impone también en los países de antigua evangelización. Todos los hombres tienen el derecho de conocer a Jesucristo y su Evangelio; y a esto corresponde el deber de los cristianos, de todos los cristianos -sacerdotes, religiosos y laicos-, de anunciar el Evangelio.

Un tercer aspecto tiene que ver con las personas bautizadas, pero que no viven las exigencias del bautismo. Durante los trabajos sinodales se ha puesto de manifiesto que estas personas se encuentran en todos los continentes, especialmente en los países más secularizados. La Iglesia dedica una atención particular para que encuentren nuevamente a Jesucristo, vuelvan a descubrir el gozo de la fe y regresen a las prácticas religiosas en la comunidad de los fieles. Además de los métodos pastorales tradicionales, siempre válidos, la Iglesia intenta utilizar también métodos nuevos, usando asimismo nuevos lenguajes, apropiados a las diferentes culturas del mundo, proponiendo la verdad de Cristo con una actitud de diálogo y de amistad, que tiene como fundamento a Dios, que es Amor»[11].


Esperamos con mucho interés la exhortación apostólica en la que, si Dios quiere, el Papa recogerá de manera más detallada y con su propia autoridad los frutos del Sínodo. Mientras tanto, seguimos empeñados en el trabajo de la nueva evangelización, de modo especial en este Año de la fe. En la hermosa reflexión pronunciada ante los sinodales en la primera congregación general, Benedicto XVI recordaba que confesar la fe -término tomado por el latín cristiano del testimonio dado ante un tribunal por un acusado (confessio)- «implica la disposición a dar mi vida, a aceptar la pasión»; en definitiva, porque «la confessio no es algo abstracto, sino que es caritas, es amor»[12]. Son muchos los hermanos obispos que, secundando la llamada del Papa a celebrar el Año de la fe, han escrito cartas pastorales explicando de nuevo la virtud teologal de la fe y proponiendo caminos de ayer y de hoy para fomentarla. Ponemos el trabajo de cada uno en nuestras diócesis y el de todos juntos durante estos días en manos de la Virgen María, amparo de la fe:
«Gloriosa Madre de Cristo, porque has creído que el Hijo, a quien concebiste creyendo, muerto por nosotros, había de resucitar. ¡Oh, piadosa!, tú eres para la Iglesia fortaleza de la fe»[13].

Emmo. y Rvdmo. Sr. D. Antonio Mª Rouco Varela
Cardenal Arzobispo de Madrid y Presidente de la Conferencia Episcopal Española
NOTAS
[1] El listado completo de los documentos de la Conferencia Episcopal Española, junto con su texto íntegro, se encuentra en www.conferenciaepiscopal.es/documentos. La Biblioteca de Autores Cristianos (BAC) ha publicado todo este acervo documental hasta el año 2000 en cuatro volúmenes, titulados Documentos de la Conferencia Episcopal Española. Los documentos aparecidos, desde 1983 hasta hoy, se encuentran también en el Boletín Oficial de la Conferencia Episcopal Española.
[2] Cf. XCIX Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española,  La nueva evangelización desde la Palabra de Dios: “Por tu palabra echaré las redes” (Lc 5, 5). Plan Pastoral 2011-2015, n. 14.
[3] Cf. Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española, Nota sobre el matrimonio y la sentencia del Tribunal Constitucional(8.XI.2012).
[4] XCIX Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española,  La nueva evangelización desde la Palabra de Dios: “Por tu palabra echaré las redes” (Lc 5, 5). Plan Pastoral 2011-2015, n. 35.
[5] Benedicto XVI, Porta fidei (11.X.2011), n. 11.
[6] XCIX Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española,  La nueva evangelización desde la Palabra de Dios: “Por tu palabra echaré las redes” (Lc 5, 5). Plan Pastoral 2011-2015, n. 25.
[7] Ibíd., n. 30.
[8] Ibíd., n. 26. La cita de Benedicto XVI es de Porta fidei, n. 13.
[9] Ibíd., n. 16.
[10] Cf. Declaración de la CCXXV Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española, Ante la crisis, solidaridad (3.XI.2012) en: Ecclesia 3.644 (13.XI.2012), pp. 8-11, Alfa y Omega 802 (11.XI.1012), pp. 24-27, www.conferenciaepiscopal.es.
[11] Benedicto XVI, Homilía en la misa de clausura de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos (28.X.2012).
[12] Benedicto XVI, Reflexión durante la I Congregación General de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos (8-X-2012).
[13] Antífona de entrada de la Misa “La Virgen María, amparo de la fe”, en Misas de la Virgen María. I Misal, Libros Litúrgicos, Madrid 2012, p. 165.

MADRID, lunes 19 noviembre 2012 (ZENIT.org).-

lunes, 19 de noviembre de 2012

Papa a obispos de Francia:





 "Mostrad a los políticos el valor de la defensa del matrimonio"



RESUMEN DEL DISCURSO DEL PAPA :

“Vuestro país es rico de una larga historia cristiana que no puede ser ignorada o disminuida, y que testimonia con elocuencia esta verdad, la cual configura, también en nuestros días su vocación singular”, ha dicho el Papa recibiendo a los prelados de la Conferencia Episcopal de Francia en su quinquenal visita “ad Limina”.

“El Año de la fe - ha observado el pontífice- nos permite crecer en la confianza en la fuerza y la riqueza intrínseca del mensaje del Evangelio.¿Cuántas veces hemos visto que son las palabra de fe, esas palabras simples y directas cargadas de la savia de la Palabra divina, las que más tocan los corazones y las mentes e iluminan las decisiones? Hay en ellas palabras y realidades, convicciones fundamentales y formas de pensar que pueden dar esperanza a un mundo sediento de ella”.

“En los debates claves de la sociedad, la voz de la Iglesia debe hacerse escuchar, sin flaqueza y con determinación. Se hace escuchar respetando la tradición francesa en materia de distinción entre las esferas de competencia de la Iglesia y las del Estado. En este contexto, precisamente, la armonía que existe entre la fe y la razón os da una seguridad particular : el mensaje de Cristo y de su Iglesia no es sólo portador de una identidad religiosa, que requiere ser respetada como tal; aporta una sabiduría que permite percibir con rectitud cuales son las respuestas concretas a las preguntas más apremiantes, y a veces angustiosas, de la época actual. Ejerciendo, como ya hacéis, la dimensión profética de vuestro ministerio episcopal, aportáis a estos debates una palabra indispensable de verdad que libera y abre el corazón a la esperanza”.

El Papa ha elogiado a continuación a los numerosos intelectuales franceses, creyentes o no, que “son conscientes de los enormes retos de nuestra época y para los que el mensaje cristiano es un punto de referencia irreemplazable” y ha recordado la vitalidad de las comunidades religiosas, sobre todo monásticas que “enriquecen a la sociedad entera y no solo a la Iglesia” de ese país. Se ha referido, igualmente, a la liturgia, a través de la cual la Iglesia “contribuye a la obra civilizadora”, puntualizando que en ese ámbito “ el respeto de las normas establecidas expresa el amor y la fidelidad a la fe de la Iglesia; la belleza de las ceremonias, mucho más que las innovaciones y los ajustes subjetivos, constituye una obra duradera y eficaz de evangelización”.

Benedicto XVI, ha abordado también la cuestión de la transmisión de la fe a las nuevas generaciones, un tema del que los obispos “no ignoran los desafíos; sea que se trate de la dificultad unida al pasaje de la fe recibida - familiar, social -, de la fe personalmente asumida en el umbral de la edad adulta, o más aún, de la dificultad de una verdadera ruptura en la transmisión, cuando hay sucesivas generaciones que ya viven lejos de la fe. Hay también el enorme desafío de vivir en una sociedad que no siempre comparte las enseñanzas de Cristo, y que ,en ocasiones, trata de ridiculizar o marginar a la Iglesia intentando confinarla exclusivamente en la esfera privada. Para hacer frente a estos enormes desafíos, la Iglesia tiene necesidad de testigos creíbles”.

“Conscientes de la fuerza del ejemplo -ha dicho el Papa a los obispos- sabréis encontrar las palabras y gestos para animar a los fieles a encarnar esta "unidad de vida". Deben sentir que su fe los compromete, que representa para ellos una liberación y no una carga, que la coherencia es fuente de alegría y fecundidad . Esto atañe también a su apego y fidelidad a la enseñanza moral de la Iglesia, por ejemplo, para mostrar el valor de sus convicciones cristianas, sin arrogancia pero con respeto, en los distintos entornos en los que operan. Los que entre ellos se dedican a la vida pública, tienen en este ámbito, una responsabilidad especial. Junto a los obispos, deben prestar atención a los proyectos de leyes civiles que puedan atentar a la protección del matrimonio entre el hombre y la mujer, a la protección de la vida desde la concepción hasta la muerte, y a la correcta orientación de la bioética en fidelidad a los documentos magisteriales. Es más necesario que nunca que sean numerosos los cristianos que emprendan el camino del servicio al bien común profundizando en la Doctrina Social de la Iglesia”.

 19 de noviembre, 2012. (Romereports.com)

viernes, 16 de noviembre de 2012

Elecciones en Estados Unidos




muestran que debe enseñarse mejor la doctrina sobre el matrimonio

Los recientes resultados de las elecciones en Estados Unidos revelan que los Obispos y todos los demás católicos deben trabajar más y mejor para presentar con claridad la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio, afirmó el Arzobispo de Nueva York y Presidente del Episcopado, Cardenal Timothy M. Dolan.

En conferencia de prensa realizada ayer en el marco de la asamblea plenaria de los Obispos de Estados Unidos que se realiza en Baltimore hasta este jueves 15, el Purpurado dijo que “nuestro rol, nuestra sagrada responsabilidad es defender el matrimonio de cualquier cosa que pueda diluirlo de su naturaleza y lo que el Dios de esa naturaleza quiso: una unión fiel, de por vida, dadora de vida, entre una hombre y una mujer”.

El Cardenal recordó además que la definición del Matrimonio que hace la Iglesia, como la unión de un hombre y una mujer, no es el resultado “de un prejuicio en contra de las personas con atracción del mismo sexo”.

En vez de ello, explicó, la Iglesia se opone a cualquier cosa que “agreda” o “combata” la santidad del matrimonio, incluyendo el “divorcio frívolo y el matrimonio a prueba”.

Sin embargo, quienes se oponen al matrimonio auténtico siguen “caricaturizándonos como gente malévola o fanática que está tratando de imponer sus perspectivas medievales al resto de la sociedad”.

El Arzobispo dijo que en vez de permitir que esos ataques sigan, la Iglesia y quienes apoyan sus enseñanzas sobre el matrimonio deben trabajar para comunicar efectivamente su posición de una forma que sea mejor entendida por la sociedad.

“No somos antigay, no estamos en contra de los divorciados. Lo que pasa es que somos pro-matrimonio”, precisó.

En las elecciones de la semana pasada los votantes de los estados de Maryland y Washington aprobaron leyes que legalizan el “matrimonio” homosexual, mientras que en Minnesota se rechazó por muy poco una enmienda constitucional para definir el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer.

El Cardenal Dolan dijo que esas votaciones y la decisión en el estado de Maine de otorgar licencias de matrimonio a parejas homosexuales, son “un desafío del que no podemos apartarnos”.

BALTIMORE, 15 Nov. 12 / 04:17 am (ACI/EWTN Noticias).-

miércoles, 14 de noviembre de 2012

La unidad entre Fe y Caridad es inseparable




El papa reflexionó durante el Ángelus sobre la verdadera pobreza

¡Queridos hermanos y hermanas!
La Liturgia de la Palabra de este domingo nos presenta como modelo de fe las figuras de dos viudas. Y nos la presenta en paralelo: una en el Primer Libro de los Reyes (17,10-16), la otra en el Evangelio de Marcos (12,41-44). Ambas mujeres son muy pobres, y es en esta condición que demuestran una gran fe en Dios. La primera aparece en el ciclo de relatos sobre el profeta Elías. Este, en una época de carestía, recibe del Señor la orden de ir cerca de Sidón, por lo tanto, fuera de Israel, en territorio pagano. Allí se encuentra con esta viuda y le pide un poco de agua para beber y algo de pan. La mujer responde que solo le queda un puñado de harina y un poco de aceite --pero dado que el profeta insiste y le promete que, si le hace caso, la harina y el aceite no le faltarán--, se lo concede y es recompensada.

La segunda viuda, la del Evangelio, es puesta en evidencia por Jesús en el templo de Jerusalén, específicamente ante el arca del tesoro, donde la gente dejaba las ofrendas. Jesús ve que esta mujer deja dos monedas en el arca; luego llama a los discípulos y les explica que su óbolo es mayor que la de los ricos, porque, mientras ellos dan de su abundancia, la viuda dio "todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir" (Mc. 12,44).

A partir de estos dos episodios bíblicos, muy bien combinados, se puede obtener una valiosa lección sobre la fe. Se parece a la actitud interior de aquel que basa su vida en Dios, en su Palabra, y confía plenamente en Él. La viudez, en la antigüedad, era en sí misma una situación de gran necesidad. Por esta razón, en la Biblia, las viudas y los huérfanos son personas de las que Dios se preocupa de modo especial: han perdido su apoyo en la tierra, pero Dios sigue siendo su esposo, su padre. Sin embargo, la Escritura dice que la condición objetiva de la necesidad, en este caso, al ser una viuda, no es suficiente: Dios siempre exige nuestra libre aceptación de la fe, que se expresa en el amor a Él y al prójimo. Nadie es tan pobre que no pueda donar algo.

De hecho, nuestras viudas de hoy muestran su fe cumpliendo con un acto de caridad: una frente al profeta y la otra dando la limosna. Así, dan testimonio de la unidad inseparable de la fe y de la caridad, y entre el amor a Dios y el amor al prójimo--, como nos recuerda el evangelio del domingo pasado. El papa san León Magno, cuya memoria celebramos ayer, explica: "En la balanza de la justicia divina no pesa la cantidad de dones, sino el peso de los corazones. La viuda del Evangelio depositó en el arca del templo dos monedas y superó todos los regalos de los ricos. Ningún acto de bondad carece de sentido ante Dios, ningún acto de misericordia permanece sin fruto (Sermo de jejunio dec. mens., 90, 3).
La Virgen María es el ejemplo perfecto de alguien que se entrega por completo confiando en Dios; con esta fe le dijo al ángel su "Heme aquí" y aceptó la voluntad del Señor. María, ayuda a cada uno de nosotros, en este Año de la fe, a reforzar la confianza en Dios y en su Palabra.

CIUDAD DEL VATICANO, domingo 11 noviembre 2012 (ZENIT.org).-

lunes, 12 de noviembre de 2012

Los obispos paraguayos condenan la masonería y la corrupción





 En Paraguay, al término de la 196ª asamblea de la Conferencia Episcopal del País, los obispos dirigieron una carta pastoral en la cual afirman -entre otros puntos- que la corrupción, la injusticia y la impunidad en el mundo político, social y económico debilitan la fe y las ganas de trabajar por el bien común.



CARTA PASTORAL
EL AÑO DE LA FE RENUEVA A LAS FAMILIAS Y A LA IGLESIA
"Los Apóstoles dijeron al Señor: auméntanos la fe" (Lc 17,5)

Los Obispos, reunidos en la 196ª Asamblea Plenaria Ordinaria, nos asociamos al júbilo de la Iglesia Universal al acoger el Año de la fe, propuesto por el Santo Padre Benedicto XVI. Después de compartir juntos nuestra reflexión, queremos dirigirles una Carta pastoral que deberá dar un gran impulso a la Nueva Evangelización, abundantes gracias y numerosas vocaciones a nuestra Iglesia al servicio del Pueblo de Dios.
Con la promulgación de este Año el Santo Padre quiere poner al centro de la atención eclesial lo más importante: el encuentro con Jesucristo y la belleza de la fe en Él. El Año de la fe desea contribuir a una renovada conversión al Señor Jesús y al redescubrimiento de la fe, de modo que todos los miembros de la Iglesia sean para el mundo actual testigos gozosos y convincentes del Señor resucitado, capaces de señalar la "puerta de la fe" a tantos que están en búsqueda de la verdad. "La puerta de la fe" (cfr. He 14, 27), que introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia, está siempre abierta para nosotros" (Benedicto XVI, Carta Apostólica Porta Fidei, 1).

I. NUESTRA REALIDAD PASTORAL
Este Año de gracia es para nosotros Pastores, herederos de la fe apostólica recibida mediante el Orden Sagrado, una apasionante vocación que a su vez, en este gozoso tiempo, podemos cumplir la misión dada por el mandato de Jesucristo "Vayan, pues, y consíganme discípulos de todas las naciones" (Mt 28,19).
La evangelización, con el anuncio de Jesucristo y la implantación de la Iglesia, con su rica expresión de fe y también de religiosidad popular, ha acompañado la vida de nuestro pueblo. La luz de la fe ha sido el faro potente que da unidad y sentido espiritual a la Nación Paraguaya, desde sus inicios hasta el presente.
Mencionamos algunas experiencias que van modelando la vida de las familias y de las comunidades. Son los aspectos esperanzadores de la fe manifestada en la vida cotidiana, con sus luces y sombras.

El conocimiento y el acceso a la Sagrada Escritura permiten que miles de personas, en los fines de semana se acerquen a los Retiros Espirituales, alimentando la fe en Jesucristo, a partir de la Palabra de Dios, realizando la conversión personal y acercándose a los sacramentos de la Reconciliación y de la Eucaristía.
La Misión Continental Permanente con el programa misionero de visita casa por casa, está imprimiendo en las familias misioneras y en los sacerdotes un impacto espiritual impresionante.
En muchas comunidades y familias, se constatan algunas señales claras que la evangelización está desarrollando una fe más madura e integral como, por ejemplo, la iluminación cada vez más fuerte de la Sagrada Escritura, la atención esmerada a la Iniciación Cristiana mediante la catequesis familiar, la dedicación a la liturgia, el cuidado de los templos, el fomento de los grupos corales y litúrgicos, la pastoral social al servicio de los más pobres.

La presencia en la Iglesia de muchos jóvenes, tanto en los grupos y comunidades juveniles como en los seminarios y casas de consagrados religiosos; el protagonismo pastoral de las familias organizadas en la pastoral familiar, los movimientos laicales apostólicos, las comunidades eclesiales de base (Ceb´s) van renovando decididamente la vida cristiana en las parroquias y en las diócesis.
No faltan, sin embargo, los obstáculos en la educación a la fe. Los encontramos tanto al interior como al exterior de nuestra Iglesia.

Notamos algunos obstáculos:
Que a los Apóstoles y santos no les fue fácil el seguimiento del Señor. Las dudas, los temores y las infidelidades no han sido obstáculo para el crecimiento de la fe ("si hemos sido infieles Él permanece fiel" Cfr. 2Tim 2,13).
En muchas personas, niños, jóvenes y adultos de nuestro pueblo vemos el ´rostro del Señor´; lo reconocemos en el dolor de mucha gente defraudada por la justicia, agobiada por la pobreza y manipulada por la corrupción; sentimos su presencia en la familia de cada hogar paraguayo; notamos su existencia real en los acontecimientos y encuentros realizados en torno a la Palabra de Dios y a la Santa Eucaristía, como comunidad de fe; notamos su presencia en los acontecimientos de nuestra sociedad paraguaya, sobre todo, en las veces que movidos por su Palabra, amparados y guiados por la Santísima Virgen María, tratamos de realizar lo que Ella nos propone: "hagan lo que Él les diga" (Jn 2, 5 ).
Todos somos conscientes de los problemas y desafíos que debe afrontar hoy la fe y sentimos más que nunca la actualidad de la pregunta de Jesús: "Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra? (Lc 18, 8). Por ello, si la fe no se renueva y fortalece, convirtiéndose en una convicción profunda y una fuerza real gracias al encuentro personal con Jesucristo, todas las demás reformas y cambio de estructuras serán ineficaces.

Nos preocupa la debilidad de nuestra evangelización en la iniciación cristiana, debido a una catequesis superficial y muchas veces sólo para la recepción de los sacramentos, desunida de la liturgia comunitaria dominical y que debe crear la mentalidad de promover en la sociedad la justicia y la paz.
Vemos la fuerte tendencia, en muchos católicos, de la pereza espiritual que rechaza la educación en y a la fe, al demostrar poco interés en la formación doctrinal, integral y comunitaria a lo largo de toda la vida.

Una amenaza permanente es la separación entre fe y vida, puesto que se constata poca incidencia de la fe cristiana en el mejoramiento de nuestra realidad social, política y cultural.
Es un serio problema la escasez sacerdotal: el número de seminaristas no es suficiente aún y la falta de sacerdotes es alarmante para cubrir las necesidades del país y de lugares de primera evangelización. Las familias cristianas aún no promueven suficientemente en su mismo seno la vocación consagrada religiosa y la vocación sacerdotal.
Constatamos también que un gran porcentaje de la población católica no participa en la celebración dominical, no accede a la lectura y meditación de la Sagrada Escritura, ni practica la oración familiar. Pocos son también los que se acercan al sacramento de la reconciliación frecuente.

Las familias cristianas no pueden acceder a la educación religiosa de sus hijos en las instituciones públicas por un claro laicismo que discrimina a quienes así lo requieran. La separación entre Iglesia y Estado no es motivo para que la enseñanza religiosa de nuestras familias deje de cultivarse en los centros escolares estatales. Los padres de familia en sus Asociaciones educativas deberán plantear el derecho de la educación religiosa de sus hijos en centros públicos.

Entre otros obstáculos externos, notamos también:
La realidad del relativismo globalizado con mayor fuerza prescinde de Dios y combate la religión cristiana, impide la verdad, al afirmar que "todo es relativo" según lo que le conviene a uno mismo; el consumismo y el hedonismo y el neoliberalismo, crean una mentalidad materialista y egoísta, que dan poca cabida a la fe cristiana, y generan mayor inequidad social.
La corrupción, la injusticia y la impunidad en el mundo político, social y económico debilitan la fe y las ganas auténticas de trabajar por el Bien Común.

La ideología de género pretende destruir la ecología de la persona humana.
Tomamos conciencia de la presencia de las sectas que abundan cada vez más, y que son un peligro por desviar la fe católica. Por eso el católico debe participar activamente en su comunidad católica y no en las sectas.
Hay padres católicos que al enviar a sus hijos a las escuelas de iglesias separadas o de sectas, exponen a sus hijos a la pérdida de la fe católica. Por ello, los padres deben intensificar en el hogar la formación católica de esos hijos.

La masonería, al no reconocer la divinidad de Jesucristo, ofrece engañosamente un atractivo de filosofía mezclada con una filantropía que contradice la fe cristiana. Por tanto, ningún católico puede formar parte de la masonería.

II. NUESTRA REFLEXIÓN SOBRE EL AÑO DE LA FE Y SU INCIDENCIA ECLESIAL
Cuando los Apóstoles piden al Señor que les aumente la fe (Cfr. Lc 17,5) están reconociendo por una parte, su fragilidad humana y por otra, claman por aquella fuerza divina que les motive a aceptar la persona, palabra, obra y vida de Jesús como Hijo de Dios y único Salvador de la historia.
En este apartado de la Carta Pastoral queremos subrayar la importancia del Concilio Vaticano II, del Catecismo de la Iglesia Católica y expresiones del Mensaje final de los Obispos en el Sínodo sobre la nueva evangelización para la transmisión de la fe (Roma, octubre de 2012).

Es necesario reconocer que las enseñanzas que nos ha dejado aquel riquísimo Concilio Vaticano II (1962-1965) no pierden su valor ni su esplendor, a pesar del paso del tiempo. Esas enseñanzas nos han servido como una brújula evangélica, como una verdadera estrella de Belén que ha orientado la vida de nuestra Iglesia en los tiempos actuales; ese gran Concilio fue la concreción de una gran fuerza de renovación necesaria de la Iglesia para no quedarse rezagada ante la realidad siempre cambiante. 

De ahí la importancia de volver a estudiar y considerar los cuatro grandes Documentos del Vaticano II (Dei Verbum, Gaudium et Spes, Lumen Gentium y Sacrosanctum Concilium) así como los cuatro aspectos principales del Catecismo de la Iglesia (Credo, Liturgia, Moral y Oración) y el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia.
Por eso instamos a todos los miembros de la Iglesia: sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas, laicos y laicas a releer y estudiar esos documentos para sacar su savia trascendental para el bien de nuestra Iglesia aquí en el Paraguay.
Del Catecismo de la Iglesia Católica compartimos el concepto de la fe que nos ayudará a comprender mejor el misterio de la revelación del amor de Dios en su Hijo Jesucristo. Al respecto nos afirma:
El significado de la fe: "La fe es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que El nos ha dicho y revelado, y que la Santa Iglesia nos propone, porque El es la verdad misma. Por la fe ´el hombre se entrega entera y libremente a Dios´ (DV 5). Por eso el creyente se esfuerza por conocer y hacer la voluntad de Dios. ´El justo vivirá por la fe´ (Rm 1, 17). La fe viva ´actúa por la caridad" (Ga 5, 6) (n. 1814).

La fe y las obras: "la fe sin obras está muerta" (St 2, 26): privada de la esperanza y de la caridad, la fe no une plenamente el fiel a Cristo ni hace de él un miembro vivo de su Cuerpo" (1815).
La fe y la transmisión de la fe: "El discípulo de Cristo no debe sólo guardar la fe y vivir de ella sino también profesarla, testimoniarla con firmeza y difundirla: ´Todos vivan preparados para confesar a Cristo delante de los hombres y a seguirle por el camino de la cruz en medio de las persecuciones que nunca faltan a la Iglesia´ (LG 42; cf DH 14). El servicio y el testimonio de la fe son requeridos para la salvación: ´Todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos"(Mt 10, 32-33). (1816).

El Mensaje final del Sínodo de los Obispos nos propone varios puntos de los cuales elegimos los siguientes.
"El encuentro personal con Jesucristo en la Iglesia: Sentimos la exigencia de decirles, con profunda convicción, que la fe se decide, sobre todo, en la relación que establecemos con la persona de Jesús, que sale a nuestro encuentro. La obra de la nueva evangelización consiste en proponer de nuevo al corazón y a la mente, sobre todo a nosotros mismos, la belleza y la novedad perenne del encuentro con Cristo. Les invitamos a todos a contemplar el rostro del Señor Jesucristo, a entrar en el misterio de su existencia, entregada por nosotros hasta la cruz, derramada como don del Padre por su resurrección de entre los muertos y comunicada a nosotros mediante el Espíritu. En la persona de Jesús se revela el misterio de amor de Dios Padre por la entera familia humana. Él no ha querido dejarla a la deriva de su imposible autonomía, sino que la ha unido a sí mismo por medio de una renovada alianza de amor" (n. 3)

Otro párrafo sobre la conversión nos podrá ayudar a comprender que debemos dejarnos evangelizar por el Amor de Dios manifestado en Jesucristo para evangelizar:
"Queremos resaltar que la nueva evangelización se refiere, en primer lugar, a nosotros mismos. En estos días, recordamos que, para poder evangelizar el mundo, la Iglesia debe, ante todo, ponerse a la escucha de la Palabra. La invitación a evangelizar se traduce en una llamada a la conversión. Sentimos sinceramente el deber de convertirnos a la potencia de Cristo, que es capaz de hacer todas las cosas nuevas, sobre todo nuestras pobres personas. Hemos de reconocer con humildad que la miseria, las debilidades de los discípulos de Jesús, especialmente de sus ministros, hacen mella en la credibilidad de la misión. Somos plenamente conscientes, nosotros los Obispos los primeros, de no poder estar nunca a la altura de la llamada del Señor y del Evangelio que nos ha entregado para su anuncio a las gentes. Sabemos que hemos de reconocer humildemente nuestra debilidad ante las heridas de la historia y no dejamos de reconocer nuestros pecados personales. Estamos, además, convencidos de que la fuerza del Espíritu del Señor puede renovar su Iglesia y hacerla de nuevo esplendorosa si nos dejamos transformar por Él. Lo muestra la vida de los santos, cuya memoria y el relato de sus vidas son instrumentos privilegiados de la nueva evangelización" (n.5).

III. LAS ORIENTACIONES PARA EL AÑO DE LA FE
La plena vigencia de la Misión Continental Permanente en nuestro país, que aparece como el rostro actual de la Nueva Evangelización, nos abre horizontes nuevos y estamos seguros que hará crecer a todas nuestras comunidades y familias en el país, y en modo particular contribuirá en la renovación de la pastoral ordinaria de las Iglesias particulares.
Continuemos la atención pastoral a las familias, en este Trienio. Sigamos anunciando en nuestra sociedad paraguaya, los principios fundamentales del Evangelio de la Familia, fundada ésta sobre el Sacramento del matrimonio, con el fin de renovar la vida cristiana en este santuario de la vida y esperanza de la sociedad, reafirmando su vocación eclesial y social. Porque una de las mejores contribuciones de la familia es la de edificar la Iglesia y la de dar solidez de convivencia a la sociedad

Sepamos presentar imágenes evangelizadoras que realmente impacten, inspiren y alegren de una manera existencial, en nuestra labor evangelizadora porque, gracias a Dios, nuestras tradiciones seculares están impregnadas por el Evangelio y el testimonio cercano de tantos misioneros entre quienes recordamos, con especial admiración, a San Roque González de Santa Cruz y sus compañeros mártires. Difundamos la vida ejemplar de Chiquitunga, del Pa´i Duarte Ortellado, Mons. Juan Sinforiano Bogarín, y de tantos otros grandes testigos de la fe en Cristo, repitiendo con insistencia la oración de los Apóstoles: "Señor, auméntanos la fe" (Lc 17,5). Es nuestro anhelo que, con ocasión del Año de la fe, se manifieste la santidad de Dios en medio nuestro, y el Espíritu del Señor Jesús suscite nuevos santos.

Queremos dar algunas orientaciones para que todas nuestras comunidades católicas se pongan en marcha para renovar el compromiso de la nueva evangelización en la transmisión de la fe particularmente en las parroquias y centros educativos.

Nos comprometemos, como Conferencia Episcopal, a difundir los documentos del Concilio Vaticano II, el Catecismo de la Iglesia Católica, en especial en su versión YOUCAT (para jóvenes), y el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, mediante jornadas de estudios, retiros espirituales y cursos de formación que profundicen la fe de nuestros agentes pastorales. 

Igualmente, revisaremos nuestros textos de Catequesis actualizándolos conforme a los documentos pontificios y al documento de Aparecida. 

Incentivemos que la fe católica esté bien presente en los grandes problemas nacionales, sociales, económicos, políticos y culturales, por su aportación al acompañamiento de la historia paraguaya mediante la Doctrina Social de la Iglesia fundada en los dos principios: la dignidad de la persona humana y la búsqueda permanente del Bien Común.

En el Seminario Mayor Nacional pedimos que el Catecismo de la Iglesia Católica sea el punto de referencia para la enseñanza teológica, tanto en el Propedéutico como en los cursos del Instituto de Teología.
Exhortamos vivamente que en la Universidad Católica, los Docentes - llamados a ser "maestros de la fe" (Sapientia christiana, Proemio, IV) durante el Año de la fe tomen iniciativas para profesar la fe, estudiarla, celebrarla, anunciarla y purificarla, a la luz del tesoro que nos ha dejado el Concilio Vaticano II y en particular el Catecismo de la Iglesia Católica. Tengan todos en cuenta las orientaciones de la Iglesia sobre la identidad católica de la Universidad Católica (Ex corde Ecclesiae, como carta magna de las Universidades católicas) al afirmar que "la Universidad católica debe comprometerse, más específicamente cómo razón y fe se encuentran en la única verdad" (n. 17).

Estimulamos que las Escuelas Católicas, en el diálogo intercultural preserven la identidad católica de la escuela y reconozcan el papel de la enseñanza de la religión católica como parte integrante del mismo diálogo en el currículo académico, resaltando la aportación del Concilio Vaticano II y del Catecismo en este tema. Exhortamos que los Profesores Católicos, organizados en una propia Asociación, formen parte de la Unión Mundial de Profesores Católicos.
Exhortamos a los fieles a conocer ampliamente esta Carta Pastoral de la CEP como nuestra mejor adhesión a la promoción de la Misión Continental, en el Trienio de la Familia, contribuyendo pastoralmente a la nueva evangelización y a la revisión del propio Plan Pastoral diocesano. Invitamos a los fieles católicos a aprovechar el Año de la fe para beneficiarse de las Indulgencias Plenarias según las orientaciones dadas en cada Diócesis.

La pastoral de las parroquias, de suma atención a la iniciación cristiana mediante la catequesis; los párrocos háganse ayudar por equipos pastorales, en la preparación de la predicación dominical; refuércense con catequistas competentes la preparación a los sacramentos; las fiestas patronales, al asumir la religiosidad popular, sean momentos de conversión y de anuncio claro de la fe en Jesucristo; promuévanse las pequeñas comunidades eclesiales basadas en la "Lectura Orante de la Palabra" y en la solidaridad con el entorno social. Promuévase, mediante una buena preparación el sacramento del Matrimonio.
En las parroquias promovamos el estudio y la difusión de la fe mediante los Documentos eclesiales arriba mencionados, juntamente con los varios subsidios destinados a las familias, en apoyo de su vocación de "pequeñas iglesias domésticas" y semilleros de vocaciones consagradas y sacerdotales.

Demos máxima importancia al domingo, Día del Señor, para que todo fiel cristiano con su familia participe de la Eucaristía comunitaria o de la Celebraciones de la Palabra de Dios en las capillas y centros alejados.
Organicemos las celebraciones especiales por el "Año de la fe" en los tiempos fuertes durante el año, favoreciendo de modo particular, el sacramento de la Reconciliación y en el Trienio de la familia sigamos promoviendo el sacramento del Matrimonio.
Los movimientos laicales, junto con los pastores, sean protagonistas contribuyendo con sus carismas al testimonio, la difusión, la defensa de la fe y la comunión eclesial. Sugerimos a las autoridades, políticos y empresarios católicos a aunar esfuerzos para promover el desarrollo integral, la seguridad nacional y la solución de la inequidad social.

Nos auguramos que los jóvenes que constituyen la fuerza dinamizadora de la Iglesia sean constructoras y forjadoras de las comunidades juveniles y transmisores de la fe a otros jóvenes, con el entusiasmo de la esperanza y la alegría del amor que les caracterizan.

4. CONCLUSIÓN
La finalidad de la Nueva Evangelización es la transmisión de la fe con creatividad y audacia evangélica. Esto requiere de una nueva sensibilidad en nuestra labor pastoral para interpretar la voluntad de Dios manifestada en los signos de los tiempos y asistir a las personas, familias, instituciones y sectores de nuestra sociedad paraguaya que se han ido debilitando en su vivencia de fe por algún motivo, razón o circunstancia.
Somos conscientes de que con Aparecida la Iglesia toma su rumbo original, que consiste en formar discípulos y misioneros de Cristo, condición esencial para volverse "sal de la tierra y luz del mundo" (cf. Mt 5, 13-16). Los hombres deben descubrir a través de cada uno de los bautizados la luz de Cristo que da plenitud y claridad de vida. Retomemos el ecumenismo recomendado por el Concilio Vaticano II y el documento de Aparecida.

Nuestra esperanza puesta en el Señor Jesús, no nos hace olvidar que muchas personas, familias y el pueblo todo, necesitan de la conversión personal, pastoral e institucional, propuesta por los Obispos en Aparecida (2007). Necesitamos de la Nueva Evangelización para que "nuestros pueblos tengan vida en Él" y así, la asistencia privilegiada a la familia, la educación en la escuela, colegios y universidades, la catequesis en las parroquias, la atención de la salud de los enfermos y a los que adictos a la droga; la atención al mundo del trabajo, el diálogo a todos los niveles de la sociedad, la opción preferencial por los pobres y más necesitados, entre tantas otras realidades urgentes, sean nuestra respuesta de fe.

Sepamos unir en la actividad pastoral ordinaria: Misión Continental Permanente, Trienio de la Familia, Nueva Evangelización y el Año de la fe, ya que forman parte de un misterio interconectado e interdependiente para nuestra labor evangelizadora actual inspirado por el Espíritu de Dios para el fortalecimiento de nuestra Iglesia.

Finalmente queremos que este año, en todos los niveles de la Iglesia, parroquias, comunidades religiosas, centros culturales, abramos nuestro corazón a la "Puerta de la fe" en la adhesión al Amor del Padre, manifestado en su Hijo Jesucristo y en el Espíritu Santo, especialmente con la oración diaria del Credo y de las oraciones tradicionales de la familia, como el Santo Rosario.
Nos encomendamos a la intercesión de nuestros Santos Roque González de Santa Cruz y Compañeros Mártires, como también a la protección y bendición de la Virgen de Caacupé, Madre y Señora de nuestro pueblo.

Religión Digital, 11-11-12