martes, 30 de septiembre de 2014

Ser buenos ciudadanos a favor del bien común


Reflexión de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, en el programa "Claves para un Mundo Mejor" (27 de septiembre de 2014)

Mis amigos, esta semana voy a hablarles de Aristóteles y de la política de Aristóteles; pero no se asusten, no es nada complicado. Aristóteles escribió una obra que se llama “Política” y allí, en el tercer libro, hace una distinción que es de lo más interesante. Dice Aristóteles que no es lo mismo la virtud en general -que hace buena a una persona, las virtudes de un hombre o una mujer de bien-, que las virtudes propiamente cívicas o políticas.

¿En qué sentido? Se llama virtud en general a las virtudes que tratamos nosotros de practicar; una persona es virtuosa cuando se trata de una persona de bien. Así pensaba Aristóteles y así tenemos que pensar nosotros también. Existen, por otra parte virtudes propias y específicas del hombre o la mujer en cuanto a ciudadano, en cuanto a miembros de la pólis. Política viene de allí de polis, que en griego significa ciudad. ¿Y cuáles son estas virtudes propias del ciudadano? Fundamentalmente, dice, es la prudencia. La prudencia y las otras que se llaman cardinales: la fortaleza, la templanza, la justicia; pero importa sobre todo la prudencia. La prudencia consiste en hacer equilibrio entre el bien y el mal, sino que es aquello que nos ayuda a elegir lo mejor, y lo mejor en cada momento.

La prudencia es una virtud eminentemente práctica. Aristóteles subraya especialmente que los gobernantes tienen que ser prudentes. A partir de esta distinción entre la virtud en general, la que hace al hombre bueno y la virtud propiamente cívica o política que hace al buen gobernante y al buen ciudadano, se pueden hacer varias combinaciones.

Por ejemplo, puede haber una sociedad en la cual la mayoría de la población es buena gente, poseen virtudes comunes, son personas honradas, y sin embargo carecen de virtudes cívicas. ¿Por qué? porque no participan debidamente de la vida social, no se preocupan por el bien común, porque no piensan seriamente en lo que van a hacer con su voto por ejemplo. ¡Qué cambios favorables, o que desastres se pueden realizar a través de ese medio en las sociedades democráticas!.

Podría darse también que en una sociedad la mayoría de la gente sea gente mala, gente moralmente reprochable pero que tengan, a lo mejor, la habilidad de votar bien, de elegir bien, son prudentes en esto, en los cívico. Es un poco raro que se den estos casos, especialmente cuando se trata de los que tienen responsabilidades importantes en la sociedad o están a cargo del gobierno. Esta es una hipótesis que quizás Aristóteles no se planteó.

¿Qué ocurre en un país cuando los gobernantes ni son buenas personas, porque llevan una vida moralmente reprochable, ni son buenos gobernantes porque carecen de prudencia?, Uno no puede ser verdaderamente justo si no es prudente. ¿Cómo podrían elegir bien a sus colaboradores? Sería grave también que en lugar de poner su carisma y su cargo al servicio de la sociedad se aprovechen de ello.

Los problemas que Aristóteles se planteaba, siglos antes de Cristo, son problemas reales de hoy en todo el mundo. La lección que podemos sacar de este planteo es la importancia de cultivar las virtudes propiamente cívicas; que uno no viva enroscado en sí mismo. El Papa Francisco lo llama, con una palabra un poco difícil, autorreferencialidad. Esto significa que uno está solo refiriéndose a si mismo. No le importa lo que pasa en su país, en la sociedad a la que pertenece. Mira todo desde afuera, encerrado en su egoísmo.

Lo propio del buen ciudadano, con mayor razón podríamos decir del buen cristiano, es, referirse a los demás, al interés de los demás. No buscar sólo el propio interés sino buscar lo que se llama en la gran tradición de la Doctrina Social de la Iglesia el bien común. Ya Aristóteles –y vuelvo a citarlo– hablaba del “bien común”.

“Si se buscara con mayor ahínco, con mayor lucidez, con perseverancia, el bien común, las cosas andarían mejor. Lo que pasa sobre los males sociales es precisamente el egoísmo. Y no se puede ser prudente si uno es egoísta. Es decir no puede ser uno verdaderamente objetivo y preocuparse de un modo serio, real, perseverante por el bien del prójimo y colaborar a que las cosas en la sociedad mejoren si uno es autorreferencial. Recojamos esto, también en la Argentina de hoy es necesario que haya mucha más gente, que no solamente sean buenas personas, sino que sean buenos ciudadanos y que se preocupen por el bien común”.

AICA



sábado, 27 de septiembre de 2014

Carta del Papa en la beatificación de Álvaro del Portillo



Ecclesia, 27-9-14
 
Carta dirigida al actual obispo prelado del Opus Dei, Javier Echevarria

Querido hermano:

La beatificación del siervo de Dios Álvaro del Portillo, colaborador fiel y primer sucesor de san Josemaría Escrivá al frente del Opus Dei, representa un momento de especial alegría para todos los fieles de esa Prelatura, así como también para ti, que durante tanto tiempo fuiste testigo de su amor a Dios y a los demás, de su fidelidad a la Iglesia y a su vocación. También yo deseo unirme a vuestra alegría y dar gracias a Dios que embellece el rostro de la Iglesia con la santidad de sus hijos.

Su beatificación tendrá lugar en Madrid, la ciudad en la que nació y en la que transcurrió su infancia y juventud, con una existencia forjada en la sencillez de la vida familiar, en la amistad y el servicio a los demás, como cuando iba a los barrios para ayudar en la formación humana y cristiana de tantas personas necesitadas. Y allí tuvo lugar sobre todo el acontecimiento que selló definitivamente el rumbo de su vida: el encuentro con san Josemaría Escrivá, de quien aprendió a enamorarse cada día más de Cristo. Sí, enamorarse de Cristo. Éste es el camino de santidad que ha de recorrer todo cristiano: dejarse amar por el Señor, abrir el corazón a su amor y permitir que sea él el que guíe nuestra vida.

Me gusta recordar la jaculatoria que el siervo de Dios solía repetir con frecuencia, especialmente en las celebraciones y aniversarios personales: «¡gracias, perdón, ayúdame más!». Son palabras que nos acercan a la realidad de su vida interior y su trato con el Señor, y que pueden ayudarnos también a nosotros a dar un nuevo impulso a nuestra propia vida cristiana.

En primer lugar, gracias. Es la reacción inmediata y espontánea que siente el alma frente a la bondad de Dios. No puede ser de otra manera. Él siempre nos precede. Por mucho que nos esforcemos, su amor siempre llega antes, nos toca y acaricia primero, nos primerea. Álvaro del Portillo era consciente de los muchos dones que Dios le había concedido, y daba gracias a Dios por esa manifestación de amor paterno. Pero no se quedó ahí; el reconocimiento del amor del Señor despertó en su corazón deseos de seguirlo con mayor entrega y generosidad, y a vivir una vida de humilde servicio a los demás. 

Especialmente destacado era su amor a la Iglesia, esposa de Cristo, a la que sirvió con un corazón despojado de interés mundano, lejos de la discordia, acogedor con todos y buscando siempre lo positivo en los demás, lo que une, lo que construye. Nunca una queja o crítica, ni siquiera en momentos especialmente difíciles, sino que, como había aprendido de san Josemaría, respondía siempre con la oración, el perdón, la comprensión, la caridad sincera.

Perdón. A menudo confesaba que se veía delante de Dios con las manos vacías, incapaz de responder a tanta generosidad. Pero la confesión de la pobreza humana no es fruto de la desesperanza, sino de un confiado abandono en Dios que es Padre. Es abrirse a su misericordia, a su amor capaz de regenerar nuestra vida. Un amor que no humilla, ni hunde en el abismo de la culpa, sino que nos abraza, nos levanta de nuestra postración y nos hace caminar con más determinación y alegría. El siervo de Dios Álvaro sabía de la necesidad que tenemos de la misericordia divina y dedicó muchas energías personales para animar a las personas que trataba a acercarse al sacramento de la confesión, sacramento de la alegría. Qué importante es sentir la ternura del amor de Dios y descubrir que aún hay tiempo para amar.

Ayúdame más. Sí, el Señor no nos abandona nunca, siempre está a nuestro lado, camina con nosotros y cada día espera de nosotros un nuevo amor. Su gracia no nos faltará, y con su ayuda podemos llevar su nombre a todo el mundo. En el corazón del nuevo beato latía el afán de llevar la Buena Nueva a todos los corazones. Así recorrió muchos países fomentando proyectos de evangelización, sin reparar en dificultades, movido por su amor a Dios y a los hermanos. Quien está muy metido en Dios sabe estar muy cerca de los hombres. 

La primera condición para anunciarles a Cristo es amarlos, porque Cristo ya los ama antes. Hay que salir de nuestros egoísmos y comodidades e ir al encuentro de nuestros hermanos. Allí nos espera el Señor. No podemos quedarnos con la fe para nosotros mismos, es un don que hemos recibido para donarlo y compartirlo con los demás.

¡Gracias, perdón, ayúdame! En estas palabras se expresa la tensión de una existencia centrada en Dios. De alguien que ha sido tocado por el Amor más grande y vive totalmente de ese amor. De alguien que, aun experimentando sus flaquezas y límites humanos, confía en la misericordia del Señor y quiere que todos los hombres, sus hermanos, la experimenten también.

Querido hermano, el beato Álvaro del Portillo nos envía un mensaje muy claro, nos dice que nos fiemos del Señor, que él es nuestro hermano, nuestro amigo que nunca nos defrauda y que siempre está a nuestro lado. Nos anima a no tener miedo de ir a contracorriente y de sufrir por anunciar el Evangelio. Nos enseña además que en la sencillez y cotidianidad de nuestra vida podemos encontrar un camino seguro de santidad.

Pido, por favor, a todos los fieles de la Prelatura, sacerdotes y laicos, así como a todos los que participan en sus actividades, que recen por mí, a la vez que les imparto la Bendición Apostólica.

Que Jesús los bendiga y que la Virgen Santa los cuide.

Fraternalmente,


Franciscus

jueves, 18 de septiembre de 2014

Coloquio


APLICACIÓN DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

La Cátedra ha organizado este coloquio con la finalidad de analizar y debatir aspectos particulares de la doctrina social, como aplicación práctica de los cursos realizados.

Modalidad:
* Podrán participar, previa inscripción, todos las personas que han realizado cursos de la entidad y aquellas interesadas en la disciplina.
* La Cátedra invitará a sus docentes y colaboradores a presentar ponencias –mínimo: 4 páginas- sobre algún tema específico, pudiendo exponer su contribución durante 20 minutos.
* Las ponencias deberán fundamentarse en documentos oficiales del Magisterio, y serán agrupadas en 2 o 3 paneles, de acuerdo al tema elegido.
* Luego de exponerse los trabajos en cada panel, se abrirá un espacio para preguntas y opiniones, abierto a todos los participantes.
* Las ponencias deberán ser remitidas por correo electrónico, hasta el 14-10-14. Luego del coloquio, serán publicadas en el blog de la Cátedra.

Ponencias:

*Tomismo y DSI:                                                                           
 Fray Rafael Rossi OP

*DerechonaturalyDSI:                                                              
Dr. Camilo Tale

* Antropología cristiana y homosexualidad:                               
 Lic. Edmundo Geloch Villarino

* Pobreza y redistribución de la riqueza:                                   
 Dr. Mario Meneghini

* Ideología liberal y catolicismo:                                                  
 Dr. Luis María Caballero

* Los católicos en la vida pública:                                                
P. José Cuesta sdb

Lugar: el coloquio se realizará en la sede de la Cátedra, Av. Colón 1067.

Fecha: miércoles 22 de octubre de 2014, en que se celebra la festividad de San Juan Pablo II, desde las 18 horas.


Consultas e inscripciones: catedrajuanpablo@gmail.com    

Jesucristo se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor mostrándonos el camino de la plenitud evangélica



Padre Ricardo B. Mazza.
                                                                 
  La liturgia dominical del tiempo litúrgico “durante el año”, hoy cede su lugar a la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, que la Iglesia celebra cada año el 14 de septiembre. El origen de esta celebración se remonta al 13 de septiembre del año 335 cuando es consagrada en Jerusalén la Basílica de la Resurrección que había sido construida a instancias del emperador Constantino y de su madre Elena, hoy venerada como santa. Al día siguiente se muestra al pueblo para su veneración la reliquia de la Santa Cruz, explicando el sentido de la nueva iglesia, es decir, la relación estrecha existente entre la Cruz y la Resurrección. A mediados del siglo VII –el 14 de septiembre- se comienza a mostrar  el lignum crucis a la devoción del pueblo, como signo e instrumento de salvación.
La celebración litúrgica apunta, pues, a profundizar en el misterio salvífico de la Cruz de Cristo y de su necesaria presencia en nuestra vida cotidiana.

En el libro de los Números (21, 4b-9) que hemos proclamado como primera lectura, se nos narra cómo el pueblo pierde la paciencia en su caminar hacia la cercana tierra prometida comenzando a protestar contra Dios y Moisés diciendo “¿Por qué nos hicieron salir de Egipto para hacernos morir en el desierto?”. Como respuesta, el Señor les envía serpientes venenosas que muerden a la gente muriendo muchos de ellos. Reconociendo su pecado, el pueblo pide a Moisés interceda por ellos, a quien Dios le encomienda fabricar una serpiente de bronce y elevarla, siendo curado quien la mirara.
En el texto del evangelio (Juan 3,14-21) Jesús explica el sentido de este pasaje del Antiguo Testamento señalando el carácter profético que  posee, ya que de la misma manera será necesario que “el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en Él tengan Vida eterna”.

Ahora bien, contemplando nuestra vida cotidiana, encontramos similitud con lo que aconteciera al pueblo elegido que caminaba a la tierra de promisión.
Nosotros estamos también en camino, no ya a una tierra exuberante como lugar geográfico, sino a la Tierra Prometida en la que estamos llamados a contemplar a Aquél que nos creó para participar de su misma vida.
En este caminar no es infrecuente que rezonguemos también contra Dios y la vida misma por las dificultades que se nos presentan, o ante la aparente falta de respuestas que nos satisfagan plenamente frente a tantos males padecidos.
A veces las expectativas que tenemos en la vida no se compensan con resultados, y el sufrimiento, la falta de salud, el dolor y la muerte parecieran marcar nuestro derrotero temporal. La desconexión que vivimos con un Dios Providente, en el que no siempre nos afirmamos, producen a menudo desesperanza, al no percibir lo que Dios hace siempre por nosotros desde que nacemos hasta que morimos, aún en medio de las pruebas de este mundo, como lo indica el salmo responsorial que hemos cantado: “no olviden las proezas del Señor” (salmo 77).

El creyente, en medio de las dificultades de la vida, no debe dejarse llevar por la nostalgia de bienes perecederos, sino que ha de mirar a la cruz salvadora para encontrar en ella consuelo y respuesta que nos permitan vivir de la fe.
La tentación del desánimo nos puede muchas veces conducir a colocar nuestra seguridad en bienes que no nos traen más que consuelos pasajeros, porque en ellos no se encuentra en plenitud la Vida y la verdadera Felicidad a la que aspiramos aún sin saberlo.
Es en ese momento cuando hemos de elevar nuestra mirada hacia Cristo crucificado recordando las palabras del evangelio que nos afirma “Dios amó tanto al mundo que entregó a su Hijo único para que todo el cree en Él no muera sino que tenga Vida eterna”.
Relacionado con esto, el apóstol san Pablo (Fil. 2, 6-11) nos deja un itinerario profundo para entender el misterio de la Cruz ya que “Jesucristo, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres” y al aceptar humillándose y por obediencia la muerte y muerte de cruz, es exaltado por Dios y puesto por encima de todo, “para que al nombre de Jesús, se doble  toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: “Jesucristo es el Señor”.
Hecho hombre, el Hijo de Dios, no sólo ingresa en la historia humana, sino que carga también nuestras miserias y las consecuencias del pecado, sin  ser pecador, para liberarnos de todo mal y conducirnos a la gloria del Padre, haciéndose realidad lo que rezaré dentro de un rato en el prefacio, que aquél que venció en un árbol –el demonio vencedor en el árbol del paraíso- fue  vencido en otro árbol  -el de la cruz  en el que colgó nuestra salvación-.

El Nuevo Adán –Cristo- se contrapone al viejo Adán, como la Nueva Eva –María- contrasta a la vieja Eva-, por lo que la humillación y muerte de Cristo ha sido causa de salvación para toda la humanidad, siendo exaltado por la resurrección, por encima de todo lo creado, recuperando todos nosotros nuevamente la Vida Nueva de hijos recibida en el bautismo, ya que desde el misterio de la Cruz  podemos asumir todo lo que acontece en nuestra vida.
En efecto, mientras que para el no creyente –ante quien está también presente la cruz de cada día que es imposible evadir-, todo es agobio y desesperanza, para el creyente el signo de la cruz es salvador como lo fue para Cristo -que nos salvó del pecado y del padre de la mentira, el demonio-, contribuyendo al asumirla a darle un sentido nuevo a la existencia asegurándole una salvación que cambia de raíz el corazón humano y lo predispone a trabajar para la transformación del mundo en una realidad nueva. 
El Señor Jesús en la cruz proclama lo que afirma en el texto evangélico “Dios amó tanto al mundo que entregó a su Hijo único para que todo el cree en Él no muera sino que tenga Vida eterna”.
Mirando la cruz de Cristo, ¿nos sentimos agradecidos por lo que hizo por nosotros? ¿Estamos convencidos que la cruz de Cristo es fuente de vida verdadera para nosotros? ¿Ofrecemos las cruces de cada día como instrumento de purificación personal que nos afirma más y más en el amor? ¿Nuestra fe en Cristo es tan firme que en verdad luchamos para ser coherentes con la misma en cada momento de nuestra existencia? ¿Nuestro compromiso diario como cristianos nos lleva a olvidarnos de nosotros mismos para pensar en el bien de los hermanos?

Precisamente en este domingo tenemos la posibilidad de responder con amor al llamado de la Iglesia peregrina en Argentina que nos invita a la generosidad en la colecta “Más por Menos” y, así contribuir al esfuerzo de tantos hermanos nuestros que en las diócesis más pobres se esfuerzan por contar con medios aptos para la evangelización.
La renuncia  de algunos bienes que generosamente nos da el Señor para ofrecerlos a otros, nos identifica con el crucificado que se ofrece a sí mismo para enriquecernos a todos con su gracia.
Hermanos: pidamos que la Exaltación de la Santa Cruz nos identifique más y más con Cristo, disponiéndonos a entregar nuestras vidas no sólo al amor del Padre, sino también al bien de nuestros hermanos.


Padre Ricardo B. Mazza. Cura párroco de la parroquia “San Juan Bautista”, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en la Fiesta de La Exaltación de la Santa Cruz.- 14 de septiembre de 2014. ribamazza@gmail.com; http://ricardomazza.blogspot.com





martes, 16 de septiembre de 2014

Cátedra ambulante de Doctrina Social de la Iglesia



La Conferencia Episcopal Española y la Diócesis de Orihuela-Alicante han presentado esta mañana la Semana Social de España, que en su XLII edición tendrá como sede la ciudad de Alicante bajo el lema "Por una sociedad nueva. Desafíos y propuestas". Se trata de un evento congresual, con gran tradición en nuestro país que reunirá en Alicante, del 23 al 25 de octubre, a prestigiosos especialistas nacionales e internacionales congregando a numerosos asistentes procedentes de todos los rincones de España.

Monseñor Jesús Murgui, obispo de Orihuela-Alicante, ha valorado enormemente que Alicante acoja este importante foro de pensamiento al que ha calificado como "cátedra ambulante de la Doctrina Social de la Iglesia" y más en un año en el que se ha celebrado el 450 aniversario de la Diócesis de Orihuela-Alicante. Ha invitado así a la participación de todo el ámbito social, cultural, intelectual y educativo.

Por su parte D. Fernando Fuentes Alcántara, director del Secretariado de la Comisión Episcopal de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Española ha destacado que se trata no solo de un encuentro sino de "toda una institución de discernimiento que ha dado la vuelta a nuestro país desde su puesta en marcha en 1906". "Las Semanas Sociales son un hito dentro del pensamiento social de la Iglesia con grandes expertos de calado nacional e internacional" ha añadido Fuentes Alcántara.

En definitiva serán tres intensas jornadas que se desarrollarán en el Aula de Cultura de la Fundación de la Comunitat Valenciana Obra Social de Caja Mediterráneo (Avda. Doctor Gadea, 1). El nuncio del Papa en España, monseñor Renzo Fratini, ya ha confirmado su presencia a la apertura de este relevante encuentro, en la tarde del jueves 23 de octubre. Momento en el que se contará también con el obispo de Mondoñedo-Ferrol y consiliario de las Semanas Sociales de España, D. Manuel Sánchez Monge.

 De la programación destaca la conferencia inaugural a cargo del cardenal arzobispo de Lyon, D. Philippe Barbarin, miembro de la Comisión Doctrinal de la Conferencia Episcopal de Francia y considerado papable en el último cónclave de 2013. Así lo ha confirmado el presidente de la Junta Nacional de Semanas Sociales de España, D. Vicente Navarro de Luján, quien ha destacado la gran importancia de contar con Barbarin en la apertura de este foro de pensamiento: "es alguien muy valorado y respetado con gran poder de diálogo y cuya diócesis, la de Lyon, nos podrá servir sin duda como paradigma de los problemas que puedan tener el resto de diócesis en Europa".

"El modelo de relación entre Estado y sociedad" será analizado por el profesor de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad de Murcia, Fernando Jiménez Sánchez, en la jornada del viernes 24. Día en el que también se hablará de "Cómo relanzar el proyecto europeo. La tarea de los católicos en ese proceso", por parte del profesor de Economía Política en la Universidad de Bolonia, Stefano Zamagni. Serán, según Navarro de Luján, "ponencias de diagnóstico que nos ayudarán a evaluar dónde radican los desafíos a los que nos enfrentamos en Europa y qué nuevas formar de participación en la vida pública se puede plantear la Iglesia española".

Además, se desarrollarán diversas mesas temáticas: "Crisis económica y familia", "El sentido del trabajo en la sociedad del descarte", "Experiencias de iniciativa social", "Crisis y compromiso social" y "ONGs y acción social: una experiencia en la India". "Estas mesas redondas mostrarán las respuestas que la Iglesia española está dando ante los problemas de nuestra sociedad" ha añadido el presidente de la Junta Nacional de Semanas Sociales de España.

 La XLII Semana Social de España finalizará el sábado 25 de octubre con la conferencia "Perspectivas económicas de España", a cargo del catedrático de Economía Aplicada de la Universidad CEU San Pablo, Rafael Pampillón Olmedo.


Las Semanas Sociales de España, cuya organización data de 1906, son un servicio de la Conferencia Episcopal Española para el estudio, difusión y aplicación de la Doctrina Social de la Iglesia y recorren periódicamente las distintas diócesis del país. En la Diócesis de Orihuela Alicante se celebraron por primera vez en el año 1984, en su XXXIII edición.

viernes, 12 de septiembre de 2014

Las fiestas de San Juan XXIII y de San Juan Pablo II



Ecclesia, 12-9-14


La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos emitió el decreto que establece como fiestas litúrgicas de San Juan XIII y San Juan Pablo II el 11 y 22 de octubre, respectivamente, ingresando ambas celebraciones al Calendario Universal de la Iglesia.

Así lo informó este jueves L’Osservatore Romano. El decreto señala que “teniendo en cuenta las numerosas peticiones de diferentes partes del mundo, el Papa Francisco ha dispuesto que las celebraciones de las fiestas litúrgicas de los santos Papa Juan XXIII y Juan Pablo II, sean inscritas en el Calendario Romano general, la primera el 11 y la segunda el 22 de octubre, con el grado de memoria facultativa”.

El decreto fue publicado en latín e italiano, el cual regula el culto reservado a ambos santos. Asimismo, fueron publicados los textos litúrgicos para la Misa en honor a San Juan XXIII. Los textos para la celebración de San Juan Pablo II fueron publicados en L’Osservatore Romano del 11-12 de abril de 2011.



lunes, 8 de septiembre de 2014

Card. Dolan: ¿Capitulación vergonzosa?



Por Juan Bacigaluppi.

NOTICIAS GLOBALES, 07 septiembre 2014


El cardenal Timothy Michael Dolan, arzobispo de New York, fue nombrado Gran Mariscal del Desfile de San Patricio de 2015. Dolan, ante la decisión del Comité del Desfile de admitir la participación de gays y lesbianas con pancartas que identifiquen positivamente su homosexualidad, declaró en la conferencia de prensa la tarde en que se anunció su nombramiento: "no tengo ningún problema con la decisión. Creo que la decisión es sabia".

El 3 de septiembre, el cardenal dio un comunicado en el que se dice, entre otras cosas, “como lo hago cada año, espero con interés la celebración de la misa en honor a San Patricio, el santo patrón de Irlanda, y Patrono de esta Arquidiócesis, para comenzar la fiesta, y rezo para que el desfile siga siendo una fuente de unidad para todos nosotros”.

Presiones desde 1990

Desde 1990, datan las presiones para que se admitiera a los gays en el desfile. En 1993, el comité y el cardenal John O'Connor declararon que no había lugar para un contingente gay en el desfile, ya que era un evento católico y la Iglesia enseña que los actos homosexuales son intrínsecamente malos, se publicó entonces en el New York Times.

Este año, los organizadores del desfile fueron presionados por los empleados del grupo de activistas homosexuales de NBCUniversal, para demostrar que el mismo es más inclusivo. Al mismo tiempo, las marcas de cerveza Guinness y Heineken, desde hace un tiempo se han negado a patrocinar el desfile por la “exclusión” de los grupos LGTB.

Reacciones

El columnista Pat Archbold del National Catholic Register, calificó la participación del cardenal como una aprobación de la identidad gay. "Es una capitulación vergonzosa y pecaminosa por parte de los organizadores del desfile y del cardenal Dolan", dijo Archbold.

Philip Lawler, director de Catholic Culture y editor de Catholic World News, llamó a la arquidiócesis de Nueva York a romper relaciones con el desfile del Día de San Patricio. “No se honra a un santo fomentando el pecado", dijo Lawler en su columna, "si esto realmente es un evento católico, no puede incluir un grupo definido por su oposición a la doctrina de la Iglesia. Si se trata de un evento católico, deberíamos olvidar a Guinness, olvidar a la NBC, olvidar todo el alboroto, y en silencio honrar a San Patricio".

Mons. Charles Pope, el 3 de septiembre, publicó en la página web de la arquidiócesis de Washington una columna, que posteriormente fue retirada de la web, en la que decía: “El Desfile de San Patricio se ha convertido en el desfile del desorden, el caos, y la falsa unidad. Seamos honestos: El Día de San Patricio a nivel nacional se ha convertido en una vergonzosa muestra de embriaguez y locura en el medio de la Cuaresma que más a menudo avergüenza la memoria de San Patricio que honrarlo. En la ciudad de Nueva York, en particular, el ‘desfile’ se ha convertido en una burla ridícula y odiosa de la fe que San Patricio predicó. Es hora de cancelar el desfile del día de San Patricio y todas las otras tradiciones ‘católicas’ que han sido secuestradas por el mundo”.


No es la primera vez que el cardenal Dolan confunde con sus dichos y acciones. En marzo de este año, felicitó públicamente al jugador de fútbol americano universitario Michael Sam después que éste saliera del closet, es decir, tras su anuncio de que es homosexual. 

viernes, 5 de septiembre de 2014

El Llamamiento político de nuestro Observatorio a los italianos




S. E. Mons. Giampaolo Crepaldi

Presidente del Observatorio

 Osservatorio Internazionale Cardinale Van Thuân, 5-9-14


En la primavera del 2014 nuestro Observatorio publicó "Un país perdido y la esperanza de un pueblo. Llamamiento político a los italianos” (ediciones Cantagalli). El Llamamiento fue ampliamente recogido por los medios de comunicación. El 14 de abril 2014 se le presentó oficialmente en Roma, en el Palazzo Altieri en Piazza del Gesù, sede del Banco Popular, con la presencia del Ministro Angelino Alfano y del secretario de la CISL Raffaele Bonanni, con la coordinación de Antonio Polito y con el saludo introductorio de Carlo Costalli, presidente del Movimiento Cristiano de Trabajadores, y del suscrito. La discusión sobre el Llamamiento sigue ahora en este número del "Boletín de Doctrina social de la Iglesia" dedicado íntegramente al mismo. Y también puedo anticipar que en el próximo mes de octubre realizaremos un seminario de profundización.

Agradezco vivamente a las personalidades que han aceptado escribir los artículos sobre nuestro Llamamiento que publicamos en este número. Su generosa adhesión a nuestra propuesta confirma la validez y la consistencia de nuestro trabajo. Estos artículos son análisis realizados desde distintos puntos de vista, según la experiencia de los autores, pero también presentan algo en común. Es evidente en todos estos comentarios que publicamos, una pasión que va más allá de los análisis temáticos y de los diversos aspectos del contenido del Llamamiento. Una convicción sobre la necesidad de un compromiso de los católicos en este difícil momento de nuestro país y ante una gran incertidumbre sobre el diagnóstico y sobre las reformas. Se nota en todos la angustia por una situación de extravío —como acertadamente dice el título del Llamamiento— y que no es sólo del país, sino también de los católicos y, yo diría, de descontento por cómo van las cosas, junto con el deseo de intervenir, pero no superficialmente. En esta última intención se encuentra la razón, la historia de los católicos italianos, la fe y la doctrina de la Iglesia. Es una intención "fortalecida”, la misma intención que ha movido al personal del Observatorio a redactar el Llamamiento.

Muchos ya han dicho que este es un momento histórico. Nosotros estamos convencidos de ello. Precisamente el Llamamiento habla de un "punto de inflexión" al que llegó Italia tras veinte años de transición, y al que llegó también el mundo católico, después de intentar distintas formas de reagrupación. Pero esto no ocurrirá sino a través de recuperar la convicción de que la fe católica no solo influye sobre compromisos de testimonio personal, sino también sobre un orden social. Y esto corre el riesgo de ser olvidado. Es el olvido de las consecuencias más importantes, porque la misma Doctrina social de la Iglesia está al servicio del "proyecto de Dios en el mundo”, como dice al inicio el Compendio de la Doctrina social de la Iglesia, y no de un genérico compromiso personal con un, tampoco mejor definido, bien común. Si de la fe y la razón no emana un orden social, el papel público de la fe católica se ve afectado y el Evangelio se reduce a un manual de consejos para buenas prácticas individuales. También hay que recordar que sin el reconocimiento de su papel público, la fe católica tampoco podría ser vivida adecuadamente, no sólo en su rol público, sino también en el más estrictamente personal o espiritual, porque tendríamos encima el dominio absoluto de la conciencia individual.

Al escribir nuestro Llamamiento, hemos puesto gran atención a este punto. A medida que la fe católica renuncia a animar un compromiso social y político para la construcción de un orden social respetuoso del proyecto de Dios sobre el hombre, se entorpece también a la fe religiosa, que se vuelve introvertida y caprichosa, y se pone a disposición de una sensiblería psicologista new age, junto con la búsqueda de la satisfacción de pertenecer a un grupo pequeño. Si la fe católica no tiene una palabra que decir sobre el mundo y si allí, en el mundo, prima el completo pluralismo de las opciones, también la vida de fe personal se individualiza y se adapta a las circunstancias cambiantes, basándose en lo accidental antes que en lo sustancial. Digo esto para subrayar que el Llamamiento del Observatorio nace no sólo por una reflexión sobre la sociedad y la política en este momento histórico, sino también de una visión más global de las urgencias e incluso de los peligros que la fe católica encuentra y experimenta en nuestra época.

Los católicos se están acostumbrando a la secularización, y muchos estudiosos la consideran fruto mismo del cristianismo, y esto es en parte verdadero. Sin embargo, respecto del proceso de secularización no hemos llegado hasta el fondo. El Llamamiento no tiene por objeto aclarar los aspectos de esta complejidad, pero cultiva en su interior la siguiente convicción. Si observamos el proceso de secularización no podemos negar que él no se ha detenido nunca y que en este tiempo se ha radicalizado continuamente. No se ha buscado hacer el mundo legítimamente autónomo, como plantea la Gaudium et spes, sino hacerlo independiente de Dios. Y no solo eso, sino que después se ha querido hacerlo independiente también de cualquier otro principio fuera de Dios y, por último, se ha querido hacerlo independiente también de sí mismo. No existía hasta ahora, un laicismo que hubiera mantenido una posición de apertura hacia la religión, sin degenerar en una negación arrogante, para después terminar convirtiéndose en la negación incluso de sí mismo.

Aun en una sociedad secularizada, democrática y pluralista no es menor la importancia de Dios y de su proyecto sobre el hombre para la construcción de una sociedad verdaderamente humana. Cualquier valoración católica del proceso de secularización no debe olvidar este punto que justifica en profundidad la existencia de la Doctrina social de la Iglesia como expresión del papel público de la fe de la Iglesia y que justifica también al Llamamiento del Observatorio que se comenta en este número del Boletín.

Diciendo estas cosas, soy consciente de hacer afirmaciones que no son universalmente compartidas entre los católicos. Pero es precisamente en esta claridad de enfoque donde este Llamamiento del Observatorio encuentra su eficacia. No sólo por la claridad con que traza las pistas de un compromiso político concreto —desde la reforma de la escuela, hasta la de la administración pública—, sino sobre todo por su enfoque de fondo sobre los grandes temas de la relación entre la Iglesia y el mundo.

El futuro son los jóvenes con alas y raíces





Ciudad del Vaticano, 5 septiembre 2014 (VIS).-

Ayer tarde en el Aula del Sínodo, el Papa Francisco puso el punto final al tercer congreso de 'Scholas Occurrentes', red internacional de institutos escolares interreligiosos y multiculturales -cuyo objetivo es la inclusión social a través de la instrucción-, heredera de las Escuela de Vecinos y las Escuelas Hermanas, dos asociaciones nacidas en Buenos Aires cuando el Santo Padre era arzobispo de esa ciudad. El pontífice, respondió, en conexión directa, a las preguntas de estudiantes de Estambul, Israel, Sudáfrica, San Salvador y Australia, y pronunció un discurso improvisado en el que subrayó la importancia de la ''cultura del encuentro''.

La primera pregunta la hizo un estudiante australiano que quería saber cómo el programa de Scholas podía ayudarles a crear puentes hoy entre los jóvenes de varios países.

''Los muros separan, dividen -respondió el Papa- Los puentes acercan. Respondiendo a tu pregunta: ¿qué pueden hacer?, seguir comunicándose, comunicar las experiencias, las experiencias que ustedes hacen... y con esta comunicación nadie manda, pero todo funciona. Es la espontaneidad de la vida, es decirle un sí a la vida. Comunicarse es dar, comunicarse es generosidad, comunicarse es respeto, comunicarse es evitar todo tipo de discriminación''.

A continuación, Francisco habló con un miembro de Scholas en Israel que le preguntó si pensaba volver pronto a visitarlos. ''Me gustaría volver- aseguró el pontífice- Estuve hace unos meses y vine muy contento, vine muy contento''.

La tercera pregunta la formuló un joven de Estambul interesado en saber si el Papa pensaba que el futuro del mundo sería mejor o peor que el actual.

''Yo no tengo esa bola de cristal que tienen la brujas para mirar el futuro - bromeó- Pero te quiero decir una cosa: ¿Sabes dónde está el futuro?... El futuro lo tienen los jóvenes. Pero cuidado, jóvenes con dos cualidades: jóvenes con alas y jóvenes con raíces. Jóvenes que tengan alas para volar, para soñar, para crear, y que tengan raíces para recibir de los mayores la sabiduría que nos dan los mayores''.

De Sudáfrica llegó, en cambio, la pregunta sobre cómo se formó la idea de la plataforma escolar.

''Scholas surgió- rememoró el pontífice- formando una escuela de vecinos, en la Diócesis de Buenos Aires. Además de las escuelas, una red de escuelas de vecinos, para tender puentes entre las escuelas de Buenos Aires. Y tendió muchos puentes, muchos puentes, hasta puentes transoceánicos....¿Por qué? Porque estamos convencidos de que la juventud necesita comunicarse, necesita mostrar sus valores y compartir sus valores. La juventud, hoy, necesita tres pilares claves: educación, deporte y cultura. Por eso Scholas junta todo. .... Adelante, para que los Estados puedan preparar salidas laborales para estos chicos que son acompañados por educación, el deporte y la cultura. Y el deporte es importante porque enseña a jugar en equipo. El deporte salva del egoísmo, ayuda a no ser egoísta. Por eso es importante trabajar en equipo y estudiar en equipo y andar el camino de la vida en equipo.

Ernesto, un estudiante de El Salvador, preocupado por el futuro empleo, pidió al Papa que hiciera un llamado a todas las universidades o a las empresas privadas y Francisco tras subrayar los avances del país en la educación dijo a su interlocutor que había que tener cuidado con las maras porque, ''así como existen puentes que los unen a ustedes, también existen comunicaciones para destruir. Estén bien alerta cuando hay grupos que buscan la destrucción, que buscan la guerra, que no saben trabajar en equipo. Defiéndanse entre ustedes, como equipo, como grupo, y trabajen fuerte allí. Sé que están trabajando muy bien, y muy bien apoyados. Y el Ministerio de Educación, sé que los apoya. Sigan adelante por este camino de trabajar en equipo y defenderse de aquellos que quieren atomizarlos y quitarles esa fuerza del grupo''.

Al final, el presentador del programa preguntó al Santo Padre que mensaje le gustaría transmitir a todos los que estaban viendo el encuentro.

''Una cosa que no es mía -respondió Francisco-. Jesús la decía muchas veces: No tengan miedo. Nosotros en mi país tenemos una expresión que no sé cómo la traducirán en inglés: No se arruguen. No tengan miedo, vayan adelante, tiendan puentes de paz, jueguen en equipo y hagan el futuro mejor porque acuérdense que el futuro está en las manos de ustedes. Sueñen el futuro volando, pero no olviden la herencia cultural, sapiencial y religiosa que les dejaron sus mayores. Adelante y con valentía. Hagan el futuro''.

En su breve discurso, en la clausura de estas III Jornadas de la Red Mundial de Escuelas para el Encuentro, el Papa subrayó que ''la cultura del encuentro''' es el gran desafío. ''Hoy ya nadie duda -dijo- que el mundo está en guerra. Y nadie duda, por supuesto, que el mundo está en desencuentro. Y hay que proponer una cultura del encuentro de alguna manera. Una cultura de la integración, del encuentro, de los puentes... Pero recuerdo ese refrán africano: Para educar a un hijo hace falta una aldea. Para educar a una persona, hace falta todo esto''.

''No podemos dejar solos a los chicos, por favor. -exclamó- Ya se ha incorporado a nuestro lenguaje hablar de los chicos de la calle ...como si un chico pudiera estar solo, abandonado de todo lo que es entorno cultural, de todo lo que es entorno familiar... y hay que recomponer el pacto educativo... recomponer esta aldea para educar a un chico. No los podemos dejar solos, no los podemos dejar en la calle, ni desprotegidos, y a merced de un mundo en el que prevalece el culto al dinero, a la violencia y al descarte... Descartan los chicos, los ancianos y ahora el nuevo descarte, toda una generación de jóvenes sin trabajo en países desarrollados. Se habla de 75 millones de jóvenes en países desarrollados, de 25 años para abajo, sin trabajo. Se descarta una generación de jóvenes. Esto nos obliga a salir y no dejar a los chicos solos, por lo menos eso. Y ése es nuestro trabajo''.


''En este sentido -concluyó- es muy importante fortalecer los vínculos: los vínculos sociales, los familiares, los personales. Todos, pero especialmente los niños y los más jóvenes, tienen necesidad de un entorno adecuado, de un hábitat verdaderamente humano, en el que se den las condiciones para su desarrollo personal armónico y para su integración en el hábitat más grande de la sociedad. Qué importante resulta entonces el empeño por crear una red, extensa y fuerte de lazos verdaderamente humanos, que sostenga a los niños, que los abra confiada y serenamente a la realidad.... Los animo a que sigan trabajando para crear esta aldea humana, cada vez más humana, que ofrezca a los niños un presente de paz y un futuro de esperanza''.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Los cristianos no somos huérfanos, la Iglesia es nuestra madre


Aica,  3 Sep 2014

    
“Uno no se convierte en cristiano por sí mismo, con sus propias fuerzas, de forma autónoma o en un laboratorio, sino que se genera y crece en la fe dentro del gran cuerpo de la Iglesia -dijo esta mañana el Papa en la audiencia general-. La Iglesia es realmente madre, una madre que nos da la vida en Cristo que nos hace vivir junto a otros hermanos en la comunión del Espíritu Santo”.

Francisco recordó que en esta maternidad, la Iglesia tiene como modelo a la Virgen María. “La maternidad de la Iglesia está en continuidad con la de María. La Iglesia en la fecundidad del Espíritu Santo, sigue generando nuevos hijos en Cristo. El nacimiento de Jesús en el vientre de María, en efecto, es preludio del renacer de cada cristiano en el vientre de la Iglesia. Entendemos entonces por qué la relación que une a María y a la Iglesia es tan profunda.

Mirando a María, descubrimos el rostro más bello y más tierno de la Iglesia, mirando a la Iglesia, reconocemos las características más sublimes de María. Los cristianos no somos huérfanos”.

El Papa señaló que la Iglesia es nuestra madre al habernos concebido en el Bautismo y cómo “desde ese día, como madre afectuosa nos hace crecer en la fe y nos indica con la fuerza de la Palabra de Dios, el camino de salvación, defendiéndonos del mal”.

La maternidad de la Iglesia se manifiesta de forma particular en el servicio de evangelización, al cual se dedica como una madre que ofrece a sus hijos el alimento espiritual que nutre y hace fructificar la vida cristiana. Y es con la fuerza del Evangelio y el apoyo de los Sacramentos que la Iglesia nos guía y acompaña por el camino de salvación y nos da la capacidad de defendernos del mal como una madre valiente que defiende a sus propios hijos de los peligros del mundo.

A pesar de que Dios haya vencido a Satanás, éste siempre regresa con sus tentaciones, advirtió el pontífice, subrayando que “no debemos ser ingenuos, sino estar atentos y permanecer firmes en la fe con los consejos y la ayuda de la madre Iglesia que, como tal, acompaña a sus hijos en los momentos difíciles”.

También animó a los presentes a no olvidar que la Iglesia somos todos los bautizados y a no ser cobardes y dar testimonio de esta maternidad.


“Confiemos en María -finalizó- para que nos enseñe a imitar su espíritu materno hacia nuestros hermanos, con la capacidad sincera de recibir, de perdonar, de dar fuerza e infundir confianza y esperanza”.+ 

Los ataques actuales al matrimonio y a la familia también son fruto de la Constitución de la República Italiana



Entrevista al profesor Danilo Castellano.

por Samuele Cecotti

 Osservatorio Internazionale Cardinale Van Thuan
Newsletter n.527 | 2014-09-03

Es bastante evidente que la familia está bajo ataque, no solo en Italia, sino en toda Europa y en todo Occidente. La mentalidad divorcista ha triunfado en todas partes y se abre camino, rápida y violentamente, el desmantelamiento del principio mismo de heterosexualidad de los cónyuges y de los padres. Se habla así, incluso en ámbitos legislativos, de matrimonio gay y de “homoparentalidad”. La monogamia ha sido superada por la poligamia o poliandria sucesiva, permitida por la legislación divorcista, y se abren resquicios para la poligamia o poliandra simultánea, tal vez bajo la forma del llamado “poliamor”.

El mismo mundo católico parece confundido y desorientado, los datos que emergen de la consulta preliminar a las labores preparatorias de los dos sínodos sobre la familia registrados en el Instrumentum laboris fotografían una población católica que, en gran medida, ignora el ABC de la doctrina moral y con frecuencia vive en abierto conflicto con la ética sexual y familiar cristiana.

Bien vista, la fotografía habla más de un déficit de razón, antes incluso que de fe. De hecho, son negadas, contradichas o simplemente ignoradas las más elementales verdades de la ley natural cognoscible por todo hombre mediante el uso de la razón.

Conversamos con el profesor Danilo Castellano, profesor ordinario de filosofía del derecho y filosofía política y decano de la facultad de jurisprudencia de la universidad de Udine, probablemente el mayor exponente de la iusfilosofía tomista en el ámbito académico, como ha sido considerado en una ocasión. Discípulo del gran filósofo católico Augusto Del Noce, miembro de prestigiosas Reales Academias de España, la de Ciencias Morales y Políticas y la de Jurisprudencia y Legislación, con cerca de cuatrocientas publicaciones científicas y, por tanto, una de las personas más indicadas para brindarnos un poco de claridad en una materia tan importante y delicada.



Profesor, la reciente aprobación del llamado “divorcio breve” se inserta en un proceso ideológico-legislativo que tiene sus antecedentes en la introducción del divorcio y en la reforma del derecho de familia. ¿Podría ayudarnos a comprender la naturaleza de tal proceso?

Ciertamente un hilo de Ariadna liga ideológicamente las innovaciones legislativas republicanas en materia de derecho de familia. Sus premisas se encuentran, sin embargo, en la Constitución. De hecho, la Asamblea Constituyente aprobó el texto del artículo 29 suprimiendo el adjetivo «indisoluble» contenido en el texto del proyecto. Varios diputados democristianos se ausentaron la noche que se aprobó este artículo. Las ausencias no eran casuales. Habían sido pactadas, sobre todo con el PCI (Partido Comunista Italiano), que se comprometía a votar el actual artículo 7. Todo esto era fruto de una ilusión. Se decía que el adjetivo «indisoluble» del texto del artículo 29 propuesto era un pleonasmo, porque con la aprobación del artículo 7 se «constitucionalizaban» los Pactos de Letrán. Como demuestra la historia republicana y sobre todo la jurisprudencia de la Corte constitucional, el artículo 7 no “implementa” el “contenido” de los Pactos de Letrán (en marcado contraste con los principios constitucionales), sino simplemente el sistema de pactos, vale decir el procedimiento de su eventual revisión (como ha sucedido, por ejemplo, en 1984).

Aquello que ahora ha incidido más en favor de las innovaciones en materia de derecho de familia son la definición de persona (identificada puramente con la voluntad) y la de igualdad (ilustrada) acogidas en la Constitución de la República (parcialmente también en el artículo 29). De ahí que tanto la ley 898/1970, confirmada por referéndum en 1974, como la ley 159/1975 dan aplicación a la Constitución; no están en conflicto con ella. Así también el llamado “divorcio breve” y aun antes la ley 164/1982 que, en algunos casos, consiente en “conservar” el matrimonio regular y válidamente contraído incluso ante un subsiguiente cambio de sexo por parte de uno de los cónyuges.



Parece estar en juego la misma naturaleza del matrimonio. ¿Existe una naturaleza del matrimonio? ¿O quizás el matrimonio es lo que la norma civil dice que sea y que cada Estado puede definir a su arbitrio?

Hoy en día estamos mucho más allá de la vieja doctrina positivista sobre el tema del matrimonio. Esta consideraba contradictorio definir el matrimonio como una institución “natural”. Basta pensar, en este sentido, en la memorable intervención de Calamandrei en el debate general en la Asamblea Constituyente. Hoy también parte de la cultura que se autodefine “católica” sostiene que no es legítimo hablar de la naturaleza de las “cosas”. Por tanto, también el matrimonio se sustraería a las “reglas” de su esencia. Estaría basado entera y exclusivamente en el proyecto (individual o colectivo). Un positivismo sociológico-voluntarista sostendría esta posición. La institución del matrimonio sería producto de la mera convención, una de las tantas “decisiones compartidas”. La posición más radical y coherente al respecto –aunque absurda- sostiene que se trataría de una “elección” de hecho respecto a la pareja: mientras esta exista, existe también el matrimonio; cuando desaparece, también lo haría el matrimonio.



¿Cuáles sería entonces las propiedades esenciales del matrimonio sin las que no se daría un verdadero matrimonio?

Hace algunos años fui invitado por una universidad española (la San Pablo CEU de Madrid) para hablar sobre este tema. Considero oportuno, entonces, para explicar las propiedades esenciales del matrimonio, comentar la definición aristotélica de familia, que es tomar en consideración el pensamiento de un filósofo pre-cristiano, a fin de evitar posibles “interferencias” fideístas. El matrimonio se presenta necesariamente como heterosexual, monogámico, indisoluble, unitario y subsidiario. He dado, creo, la justificación de estas características en el texto de la conferencia, publicado también en italiano (cfr. Instaurare, Udine, n. 1/2012).



Si la indisolubilidad del vínculo matrimonial no es un dato de fe sino de razón y se refiere a todo matrimonio en cuanto sea verdadero matrimonio, el divorcio, incluso antes que contrario a las enseñanzas de Cristo, ¿es irracional y antijurídico? Pero entonces, dada la actual legislación en Italia y en Occidente, ¿se puede hablar todavía de matrimonio o se debería tristemente constatar que aquello que es llamado matrimonio por la ley en realidad no lo es?

No hay duda: la introducción de la institución del divorcio en el ordenamiento “jurídico” comporta simultáneamente la expulsión de la institución del matrimonio, mantenida como tal solo en el nombre. Se ha observado, precisamente, que mantener la ley 898/1970, es decir, el divorcio, significa impedir a todos contraer matrimonio. La tesis parece singular. Pero tiene un fundamento, porque, en último análisis, no se le concede obligarse jurídicamente a nadie si se admite el divorcio, que es la posibilidad de “deshacerse” de las obligaciones libremente asumidas. Lo sostiene ya Platón, señalando que uno se puede casar solamente en virtud de la ley (no entendida como sola norma positiva). El hecho es que la institución del divorcio, aunque con límites puramente procedimentales, permite que los contrayentes se mantengan unidos solamente si así lo desean. “Libres de permanecer unidos”, afirmaba, de hecho, un eslogan divorcista de 1974. Es como decir que las obligaciones se contraen pero pueden ser anuladas, ad nutum. Lo cual, con razón, no se permite para obligaciones contractuales tales como, por ejemplo, la compra-venta.


El proyecto Cirinnà en el Parlamento prevé el reconocimiento de las parejas homosexuales a través de la creación de uniones civiles asimiladas de facto al matrimonio. En muchos países se tiene ya el llamado “matrimonio gay”. ¿Qué cosa se puede decir al respecto a la luz de la ética natural y de la ciencia jurídica?

La propuesta Cirinnà no hace otra cosa que llevar adelante (coherente aunque absurdamente) la ratio que es el supuesto fundamento del divorcio: el matrimonio no tiene una esencia y finalidad naturales sino depende de la voluntad de los seres humanos. Su convencionalidad consentiría con atribuirle cualesquiera fines. En el plano teórico en Italia lo sostiene, por ejemplo, Bobbio; lo realizó en España a nivel legislativo Rodríguez Zapatero. En el fondo está la consideración de la libertad como libertad negativa, vale decir, como aquella libertad (luciferina) que para ser tal reivindica su ejercicio sobre la base de la sola libertad, es decir, sin ningún criterio. Es el viejo y absurdo sueño de la gnosis que debe “rechazar” la ética y la juridicidad misma, transformadas respectivamente en meros disfraces y en simple efectividad.



Se habla cada vez más frecuentemente de “familias” en plural, aumentado sus varias adjetivaciones – la familia sería a veces tradicional, “arcoíris”, abierta, alargada, etc… -perdiéndose así completamente el sentido de qué cosa es la familia. ¿Podría explicarnos en qué sentido la familia es, por el contrario, una sociedad de derecho natural?

Se necesita hacer al menos, dos distinciones: una se refiere al matrimonio y a la familia; la segunda, al modelo histórico-sociológico de familia. Por cuanto respecta a los modelos de familia entran en consideración las épocas históricas, los problemas ligados a las circunstancias, las formas organizativas dependientes de las necesidades a satisfacer. La familia, aunque conservando su naturaleza, puede ser, por tanto “tribal”, patriarcal, nuclear, etc…Hoy, sin embargo, se atribuye un significado “subversivo” a la caracterización de la familia. En otras palabras, no se toma en consideración elementos contingentes de una realidad “natural” sino se pretende definir la familia como aquello que no es. Sobre todo porque –y esto se refiere a la primera distinción – se ha hecho “volar” el matrimonio, que ya no es más el “núcleo” de la familia. En la realidad sociológica y “jurídica” occidental contemporánea la familia según el orden natural es un recuerdo.

Que el matrimonio y la familia sean de orden natural es obvio, pero podemos explicarlo brevemente: son realidades hacia las cuales la naturaleza inclina (matrimonio), aun si se accede a ellas libremente, es el “lugar” (la familia) en que la donación acontecida con el matrimonio encuentra realización o, mejor aún, en que esta es realmente posible. Y es por esto que en el matrimonio (a diferencia de las uniones de hecho) el amor se traduce en un compromiso moral y jurídico al mismo tiempo.



Ante este absurdo juego lingüístico donde las palabras (familia, matrimonio, paternidad y maternidad) pierden todo significado y la legislación pretende por sí misma redefinir la realidad, ¿qué deben hacer los católicos y cuantos se empeñan en usar la razón para contribuir al bien común?

Debemos constatar, por desgracia, la ausencia y, a menudo, la subordinación de la cultura católica a la cultura gnóstica, sea de la modernidad o de la posmodernidad. La primera cosa que se pide a los católicos, por tanto, es la de cambiar de paradigma. Debe abandonarse toda forma de “clericalismo”, o sea el método que nos lleva a intentar bautizar todo (incluso aquello que no puede ser bautizado), convencidos que al obrar así estamos haciendo una obra de cristianización.

Una segunda constatación, por tanto, se impone: en lo que respecta al concepto de bien común reina la confusión y la desorientación. No se le considera, ni siquiera dentro de la cultura católica, como el bien propio de todo hombre en cuanto hombre y, por tanto, el bien común a todos los hombres. De hecho, el bien común es erróneamente identificado a veces con el bien público, a veces con el bien privado. Y aun cuando se le considera como el conjunto de las condiciones que favorecen el proceso de perfección del ser humano se le identifica con elementos absolutamente “externos” al hombre. Los católicos deben abandonar estos errores, por sobre todo.


Están llamados a ser “luz del mundo”, particularmente en momentos oscuros y difíciles de la humanidad.