ESCRITOS
DEL P. HORACIO BOJORGE S.J. QUE TRATAN SOBRE ANSELM GRÜN
PUBLICADOS
EN EL BLOG TOMA Y LEE
http://tomaylee-sagradasescrituras.blogspot.com
EL MODERNISMO (TEOLÓGICO)
SE HA IMPUESTO COMO SENTIDO COMÚN
Anselm Grün es uno de
sus representantes actuales
http://tomaylee-sagradasescrituras.blogspot.com/search?updated-max=2009-05-14T00:44:00-03:00&max-results=2&reverse-paginate=true
El Modernismo afirmó
que la revelación de Dios se da en la experiencia.
Hoy, en algunos
ambientes, se oye hablar más de experiencias de Dios y de experiencias de
oración que de fe y de creer.
Un breve escrito mío
apareció en Internet en el año 2007 para recordar el centenario de la Encíclica Pascendi
de San Pío X. Fue retomado por varios sitios amigos de la red. Lo escribí y
publiqué año y medio antes de inaugurar el Blog Toma y Lee, por lo cual me
parece oportuno modificarlo y albergarlo ahora en el Blog.
Estoy convencido de
que sigue siendo esclarecedor. Y de que es necesario seguir avisando que el
modernismo es una herejía que exige permanente atención, porque está impuesta y
se ha convertido en sentido común de muchos fieles y también, desgraciadamente,
de muchos pastores.
Es como un olor
ambiental al que nos hemos habituado y ya no lo percibimos.
El dibujo de E. J.
Pace, que hemos tomado del Artículo Modernismo (teología) (Wikipedia) muestra,
con elocuencia gráfica, cómo descienden los
modernistas por la
escalera de sus negaciones, desde la fe cristiana al ateísmo. Ellos niegan:
1) La divina
inspiración e infalibilidad de las Sgdas. Escrituras,
2) Que el hombre haya
sido creado a imagen de Dios,
3) Que pueda haber
milagros,
4) El nacimiento
virginal de Cristo
5) La divinidad de
Cristo,
6) El carácter
expiatorio de su muerte,
7) Su resurrección
histórica
De esa manera
descienden hasta el agnosticismo y al ateísmo.
Y así recaen,
dramáticamente, de la condición de hombre nuevo a la de "hombre
viejo". Y descienden desde las luces de la fe a las tinieblas del ateísmo.
El Modernismo afirmó
que la revelación de Dios se da en la experiencia interior del hombre. Con esto
restó importancia y hasta invalidó la revelación histórica. Pero además, tuvo
un efecto incalculablemente grave:
puso la vida
religiosa del ser humano en mano de los psicólogos.
En una entrevista a la Nación, concedida a Silvana
Premat, el benedictino alemán Anselm Grün dejó escapar, de pasada, la
afirmación de que: "La experiencia de Dios se hace a través del
cuerpo".
Los ecos de la
afirmación han resonado y se siguen repitiendo ampliamente en la red, como
podrá comprobar cualquiera usando un buscador. La expresión no llama la atención
porque afirme que Dios sea experimentable, sino porque afirma que lo sea a
través del cuerpo.
Pero la sola
afirmación de la posibilidad de experimentar a Dios, que ya no resulta
llamativa, se aparta de la doctrina de la fe católica, según la cual Dios no es
experimentable.
A Dios solamente se
tiene acceso desde y por la fe. La doctrina revelada y católica dice que
"a Dios nadie lo vió jamás" y que fue Jesucristo quien nos lo reveló,
de modo que no tenemos acceso a Él sino por la fe en Cristo. De la fe, pueden
luego derivar experiencias. O también, la fe puede interpretar hechos que sin
ella no sería inteligibles o perceptibles.
Pero, lo que entiende
el modernismo, es que Dios se revela en la experiencia interior, psicológica
del ser humano.
Ya me he referido en
algunas de las primeras entradas de este Blog, al método de Anselm Grün en su
interpretación acomodada de las Sagradas Escrituras [Ver las entradas
publicadas el 26 y 27 de diciembre del 2008]. He señalado en ellas que ese
método reduce el mensaje revelado de las Sagradas Escrituras primero porque lo
interpreta en forma acomodada y segundo porque, mediante este sentido no
bíblico, lo homologa con afirmaciones de orden psicológico, haciendo así del
Evangelio un libro de autoayuda.
La afirmación de Anselm
Grün en la entrevista antes citada, no ha llamado la atención de los pastores.
Anselm Grün no es su creador. Es un modo de hablar de uso común en los medios
eclesiales de hoy, hablar de experiencia de Dios. Es frecuente ver anuncios de
retiros espirituales que se ponen como meta lograr una experiencia de Dios.
No es de admirar,
además, que Anselm Grün use esa expresión, porque él no oculta su dependencia
de la doctrina psicológica de Carl Jung, un representante de la visión
modernista en psicología. Jung hace de Dios un arquetipo del inconsciente
colectivo.
Dios en la
experiencia moral. Emanuel Kant
Pero mucho antes de
estos fenómenos actuales, el modernismo se mostró discípulo de Emanuel Kant,
por la convicción kantiana de que Dios es objeto de la experiencia moral del
ser humano. Para Kant la religión verdadera debía ser relegada, reducida a la
moral, al encerrarla dentro de los límites de la pura razón. La revelación
histórica no tiene, afirma Kant, fuerza de convicción universal como tiene la
lógica y su fuerza racional. La revelación histórica, y el Dios que en ella se
revela, no puede aspirar a ser una religión universalmente aceptada por todos.
De la apelación de
Kant a la universalidad de la razón en asuntos de fe y moral, sobreviene más
tarde el recurso de los autores modernistas a la "experiencia
humana", universal o compartible, como fuente de la revelación o
conocimiento de Dios. Sólo que de la conciencia moral, se pasa a explorar la
experiencia religiosa en otros campos de la conciencia. De este modo se ofrecía
una alternativa que se consideraba ventajosa frente a la fe, y que aconsejaba
dejarla de lado, como algo que divide a los hombres y es causa de desacuerdo.
Separa a los creyentes de los demás hombres y no puede ser fundamento de un acuerdo
universal sobre la base de una experiencia humana universal.
De esta visión
modernista de cuño y origen kantiano fueron derivando en estos cien años
muchísimos frutos, efectos y consecuencias. Dado que se presentan en sus formas
corrientes de "sentido común instalado" ya no se percibe cuáles son
sus orígenes y hacia dónde conducen. Ni es fácil a veces percibir su
incompatibilidad de fondo con la fe y la espiritualidad católica.
Sucede, que muchos de
estos fenómenos del sentido común modernista, se han extendido también entre
los católicos, sin que se advierta cuál es su origen y cuáles sus
consecuencias. Tanto más cuanto que la inadvertencia acerca de su naturaleza
modernista está extendida a menudo hasta en la misma academia teológica y
universitaria católica; en la mente de las clases dirigentes intelectuales del
catolicismo.
Esto explica que no
se haya percibido la naturaleza modernista de las obras de Anselm Grün y que
pastores de almas bien intencionados , hayan creído que se trataba de un ensayo
valioso de conciliación de la "psicología moderna" con la
"espiritualidad cristiana". Sorprendidos en su buena fe, se hicieron
difusores del pensamiento de Anselm Grün. Algún sacerdote a quien aprecio mucho
reaccionó muy fuertemente contra mí, cuando le comuniqué mis reparos frente a
la obra de este autor. Según él, Anselm Grün está prestando un gran servicio al
conciliar los conocimientos de la psicología actual con la tradición espiritual
eclesial.
Esto muestra hasta
qué punto, los principios modernistas, convertidos actualmente en sentido común
de fieles y pastores, hacen difícilmente perceptible el carácter modernista de
muchas afirmaciones hoy corrientes.
Cuando algo se
convierte en cultura, sus principios ingresan en la profundidad de los
implícitos y, más aún, en la condición de tabúes intocables y que ya no es
posible poner en discusión, sin exponerse a aparecer como un cuestionador del
sentido común, que es como decir: un loco.
A eso se agrega, que
esos métodos se presentan a menudo con una cierta ambigüedad, que permite a la
vez entenderlos de manera ortodoxa por unos y heterodoxa por otros.
Precisamente porque los principios de los que derivan quedan implícitos y fuera
de discusión.
Cuando el Pastor
Bonhoeffer dice, por ejemplo "redimidos para lo humano", lo humano
puede entenderlo el católico a su manera, a la luz de Cristo, verdadero hombre,
y el marxista a la suya a la luz de la ideología del hombre nuevo socialista.
Cuando en catequesis
se habla de partir del hecho de vida, se puede entender el método de manera
correcta, si en la percepción del hecho de vida ya está implicada la mirada, el
juicio y la acción de fe. Y si se ha admitido que el gran hecho de vida es la
muerte redentora de Cristo en Cruz.
O puede entenderse de
manera que se suponga que el anuncio evangélico y la fe que reclama como
respuesta, son tan difíciles, que solamente pueden tener lugar si previamente
se les ha preparado el terreno con la "revelación" que tiene lugar en
la experiencia interior del hombre, para que lo humano haga aceptable lo
revelado y propuesto a la fe.
De manera semejante,
resulta ambiguo el método del "ver, juzgar y actuar" íntimamente
relacionado con el método catequístico que propone algo dogmáticamente que se
ha de partir del "hecho de vida", es decir "de la
experiencia" humana común, (en cuya génesis puede suponerse sin problema
que la fe todavía no interviene) para llegar, por fin a la fe, según algunos lo
entienden, o para llegar a la "iluminación del hecho" por la Palabra, que muchas veces
funciona como una iluminación de la
Palabra por el hecho de vida.
Esto sucede por lo
tanto muchas veces en el supuesto, al parecer, de que la fe no ha logrado
previamente determinar el ver, de que no sería capaz de hacerlo, por lo que el
ver tiene que terminar fundando la racionabilidad o aceptabilidad de la fe.
En ocasión de
aproximarse la Conferencia
de Aparecida, volvían a oírse voces partidarias de mantener y de volver al
método del ver, juzgar y actuar. La Conferencia lo hizo, pero dejando bien claro en
su número 19 que: "Este método implica contemplar a Dios con los ojos de
la fe a través de su Palabra revelada y el contacto vivificante con los
Sacramentos, a fin de que en la vida cotidiana, veamos la realidad que nos circunda
a la luz de su providencia, la juzguemos según Jesucristo, Camino, Verdad y
Vida, y actuemos desde la
Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo y Sacramento Universal de
Salvación, en la propagación del Reino de Dios, que se siembra en la tierra y
que fructifica plenamente en el Cielo".Ya que, como afirmaba el Papa
Benedicto XVI en su discurso inaugural de la Conferencia, el 13 de
Mayo de 2007: "Quien excluye a Dios de su horizonte, falsifica el concepto
de realidad".
Nada impide pues
emplear el método como enseñan a emplearlo el Papa y los obispos en Aparecida:
purificado de ambigüedades dañosas, que pudieron hacerlo funcionar en la
perspectiva modernista y no en la católica.
Esto quiere decir:
interpretando y explicitando claramente el pleno acuerdo con el método, pero
urgiendo que:
1) El ver del que se
trata y se trate, sea el ver de la fe, y no un ver previo, que luego va a
preguntarle a la fe, por su juicio y su acción, sino que ya desde que ve, ve
con fe. El Vaticano primero ya ponía en guardia contra un poner de lado la fe
provisoriamente por principio metódico (Denzinger 1815, Dz Schönmetzer: 3036)
2) Que el juicio sea
el juicio creyente, de quien ha mirado con fe, sin ponerla de lado en el
momento del ver, y por lo tanto entiende y juzga con fe y desde la fe, libre de
complicidades con juicios mundanos o de contaminaciones con miras humanas
3) Que la acción sea
la vida cristiana, la caridad y la misericordia, pero también la parresía
cristiana dispuesta a la confesión, a la prisión y al martirio.
De lo contrario se
llega, como muestra la experiencia pasada, por el camino del experiencialismo
modernista, a una mirada o un ver, que es el ver de las ciencia humanas
construidas a partir de una antropología ajena a la fe (una psicología, una
sociología, una economía, una ciencia política, que ignoran el pecado original,
que ignoran la existencia de la envidia, de la acedia, del impulso irracional
de las pasiones); que juzga de acuerdo a esa mirada glaucomiosa sobre lo humano
y que actúa en consecuencia y ¡con qué consecuencias!.
Nos encontramos así,
al final de este recorrido desde la pretensión modernista de la revelación de
Dios en el alma del hombre, en el drama que señala Benedicto XVI en su discurso
en Ratisbona.
Quiero por fin,
señalar, que la visión psicológica de Jung según la cual Dios se revela en el
alma del hombre casi como una estructura (simplifico forzosamente pero por ahí
va) es una concreción del principio modernista de la revelación interior. Es
clara la impronta de este pensamiento en el de los discípulos de Jung, entre
los que se encuentra Anselm Grün.
Sin embargo no se ha
percibido en muchos medios católicos a qué conduce esta visión junguiana que se
difunde a través de las obras de Anselm Grün.
Por eso me ha
parecido urgente avisar que el hoy tan difundido magisterio espiritual del
Benedictino alemán Anselm Grün, tributario de Jung y Drewermann, navega en la
corriente modernista. Y cunde produciendo desviaciones muy dañinas, por lo
parecidas al recto camino de la fe y la espiritualidad católica.
De hecho, como me
decía un amigo obispo, Anselm Grün, siguiendo a Jung, termina leyendo el
evangelio como un librito de auto ayuda.
Lejos de ser
conciliables con la fe y la sana espiritualidad católica, como algunos suponen,
desvían el alma de los fieles católicos por los trillos del modernismo y de una
falsa ciencia psicológica, vulgarizados y convertidos en sentido común de la
cultura dominante.
Me parece que es
necesario seguir avisando que el modernismo es un tema que exige atención,
porque está candente. Y cuáles son algunos de los más torrentosos canales por
donde se derrama hoy en los medios católicos más ávidos de oración y
espiritualidad.
Publicado por Padre
Horacio Bojorge en 09:24 2 comentarios
Etiquetas: Anselm
Grün, experiencia de Dios, Kant, modernismo teológico, moralismo
LA HERMENÉUTICA BÍBLICA DE ANSELM GRÜN
Las acomodaciones
psicologistas
Eugen Drewermann,
Anselm Grün, John A.Sanford
http://tomaylee-sagradasescrituras.blogspot.com/search?updated-min=2011-09-01T00:00:00-03:00&updated-max=2011-10-01T00:00:00-03:00&max-results=5
La sexta vez que me
ocupé de errores o abusos de la acomodación en la interpretación bíblica fue más recientemente, ante los escritos del
benedictino alemán Anselm Grün que pertenecen a la familia de los que podemos
llamar los errores psicologistas. Tienen de común con la teología de la
liberación, que no tienen como meta presentar el sentido auténtico de la Escritura tal como ha
sido siempre interpretada por la
Iglesia y según la fe católica, sino que usan de los textos
bíblicos con una intención ajena a su sentido literal y auténtico. Unos tienen
como meta la libertad política, los otros la libertad psicológica del
individuo.
El benedictino alemán
Anselm Grün, difundido por nuestras editoriales "católicas", y en
Argentina hasta por Radio María, en su obra “Evangelio y psicología profunda”
reconoce, sin ahorrarle elogios, que su fuente de inspiración es la obra del
sacerdote alemán Eugen Drewermann, que fue separado de su cátedra primero y de
su ministerio sacerdotal después, precisamente a causa de su exégesis
psicologista. Este magisterio de Drewermann, lo reconocía Anselm Grün en la
primera edición de su obra "Evangelio y psicología profunda" ,
publicada en 1988. Tres años después, el obispo de Paderborn separaría al P.
Eugen Drewermann de su cátedra, y al año siguiente le prohibiría predicar y lo
apartaría del ejercicio del sacerdocio.
En 1988 reconocía
Anselm Grün: “en todo cuanto sigue utilizo los dos tomos de Drewermann
Psicología profunda y exégesis, a los que debo interesantes puntos de vista, y
un libro de Sanford , discípulos [ambos] de Carl G. Jung, en el que el autor
hizo ya hace veinte años [hacia 1968, contemporáneamente a Gabriel Morán] una
exégesis bíblica desde el punto de vista de la psicología profunda” [Anselm
Grün, Evangelio y Psicología Profunda, p. 8].
Es evidente que no se
puede considerar el pensamiento de Anselm Grün como "un intento válido de
conciliar la fe y la espiritualidad católica con la ciencia psicológica actual".
Todo lo contrario.
El mismo Anselm Grün
se considera discípulo de las interpretaciones bíblicas de Eugen Drewermann,
del pastor John A. Sanford, psicologistas inspirados en los métodos e ideas de
Carl Jung.
Abro aquí un paréntesis
para informar al lector brevemente acerca de quién es John. A. Sanford, a quien
Anselm Grün cita solamente por su apellido y sin nombrar la principal obra
psicologista a la que se refiere y que versa sobre el Evangelio según San Juan
leída en clave de psicología profunda.
John A. Sanford
(1929-2005) fue un psicoanalista junguiano y ministro o pastor episcopaliano.
En 1955, fue ordenado en el Seminario Teológico Episcopal de Cambridge, Mass.
Más tarde, fue profundamente influenciado por su mentor, Fritz Kunkel,
discípulo de Carl G. Jung, el psiquiatra suizo y fundador de la psicología
analítica, de quien Jack era un estudiante dedicado. Estudió y dominó la
mitología griega, lengua griega, y la historia indígena Americana. La primera
asignación de oficina de Jack como sacerdote asistente fue en la parroquia de
St. Luke's en Monrovia en 1955. Fué nombrado rector de la iglesia de Trinity en
Los Angeles en 1958.
Aunque Anselm Grün no
especifica a qué libro de Sanford se refiere como su fuente de inspiración, es
casi seguro que alude a tres de sus principales libros 1) Mystical
Christianity: A Psychological Commentary on the Gospel of John; 2) The Kingdom
Within: The Inner Meaning of Jesus' Sayings y 3)Dreams: God's Forgotten
Language
John A. Sanford, uno
de cuyos libros dice seguir Anselm Grün, es un pastor episcopaliano
estadounidense, autor de una interpretación psicologista en clave junguiana del
Evangelio según San Juan, que ve a Jesús como un hombre común y se refiere a él
como una persona humana: "En la cruz colgó la persona más consciente que
el mundo haya conocido jamás. En él, la mente de Dios fue ejemplificada y
revelada... Cuando la consciencia de una persona individual aumenta, este hecho
afecta la conciencia general de la humanidad" .
La obra de Sanford
sobre el Evangelio de Juan interpretado desde el punto de vista de la
psicología junguiana es presentada como “Un comentario psicológico que recorre
todo el evangelio con sus imágenes del agua viva, el pan de vida, el vino
mejor, el buen pastor y otros símbolos de Jesús”.
No hay referencia
aquí al Verbo del Principio, al Hijo, al Jesús que lleva al Padre. No se trata
de una interpretación del texto sino de una sustitución de los sentidos
auténticos del texto según los han entendido la Iglesia y los santos.
Según un
comentarista, Sanford viene a desenredar (¡por lo visto el sentido literal es
una maraña incomprensible para el hombre moderno!) a desenredar el sentido más
profundo del texto de Juan. Ese sentido más profundo humanamente no sería el
sentido inspirado que ha leído siempre la Iglesia, la revelación del Padre a cargo del Hijo
que vive de cara a la profundidad del seno de Dios, sino un sentido más
profundo en las dimensiones de la profundidad del alma humana, que viene a sustituir
al enmarañado discurso sobre Dios Padre y Dios hijo, incomprensible para el
hombre de hoy. Y lo sustituye más que por simple acomodación mediante una
verdadera sustitución por impostura del sentido que intentó el autor inspirado
por Dios y Dios mismo.
Afirma Sanford: “El
autor del cuarto Evangelio era un genio religioso cercano a Cristo. Un
resultado de este genio es que el Cristo cuyas palabras escuchamos en este
evangelio no es el Jesús histórico de los evangelios Sinópticos sino el Cristo
cósmico resucitado. La vitalidad perenne de este evangelio único proviene de su
capacidad de brindar a los lectores de sucesivas generaciones nuevas
intuiciones que solamente un avance en la comprensión espiritual y psicológica
puede hacer posible”. De la acción del Espíritu Santo y de la gracia, ni una
palabra.
La afirmación sugiere
la convicción común a los autores modernisto-progresistas , de que la
interpretación de fe eclesiástica es hoy inaceptable y superada y ha perdido su
vitalidad. El sentido literal y eclesial quedó atrás como algo enmarañado,
incomprensible para las nuevas generaciones iluminadas por la nueva
espiritualidad modernista, lo conciencia y la psicología profunda donde tiene
lugar la auténtica revelación de Dios para el hombre.
He aquí, en otras
palabras, un ejemplo claro de la convicción modernista de que la revelación de
Dios la encuentra el hombre espontáneamente desde su “inmanencia vital”, o de
su “experiencia de vida”, o como un “hecho de vida”, o por participación en un
imaginario colectivo.
Jung, en quienes
algunos cristianos e incluso sacerdotes creyeron ver un autor que hacía
conciliable la moderna psicología con la fe cristiana, superando el
pansexualismo y el ateísmo práctico freudiano, es, sin embargo, un pensador
modernista que buscó y creyó ver en la inmanencia psicológica la revelación de
Dios.
Anselm Grün practica
la misma acomodación psicologista que Eugen Drewermann y John A. Sanford,
atribuyéndole arbitrariamente, al texto bíblico, un sentido de orden
psicológico, del "imaginario" que sin embargo él presenta como si
fuera mejor sentido que el sentido literal, al que califica, lisa y llanamente,
desdiciendo desaprensivamente la tradición y el magisterio, de: “inútil”.
El sentido literal es
inútil
Cuenta, en efecto,
Anselm Grün que en sus retiros bíblicos a jóvenes:
“[Los jóvenes] se
lanzaron a veces a hacer una interpretación de los textos bíblicos de manera
lúdica. Cuando se ha llegado a pensar y sentir en imágenes bíblicas aparecen
nuevos aspectos en los textos bíblicos. De su interpretación he llegado a la
conclusión de que entienden bien el lenguaje de los simbolismos e imágenes
bíblicas. Lo único que necesitan es estímulo para leer la Biblia en imágenes, sin
perderse en inútiles interpretaciones literales” .
En un escolio al
final de este artículo se explica la importancia del sentido literal.
Estamos en la vía de
la libre interpretación luterana y calvinista. Estamos en la práctica de
atribuir al texto sagrado los sentidos acomodados de la simbología del alma
como si fueran su sentido más profundo y propio, dejando de lado el sentido
histórico como ¡inútil! e ininteresante. Nos viene a la memoria el dicho de
Hans Friedrich Strauss "¿Que tiene todavía de interesante Jesús como
individuo? Lo que nos interesa de Jesús es la idea" .
Estamos ante
parecidas afirmaciones a las que a Eugen Drewermann le ocasionaron su
separación de la cátedra y del ejercicio del ministerio sacerdotal .
Anselm Grün intenta
apañar esta operación de atribución de un sentido acomodado bajo la pretensión
de que es un sentido alegórico como el practicado por los Santos Padres y
antiguos exegetas: “Los padres de la
Iglesia - afirma - ya se enfrentaron con problemas al querer
conjuntar dentro de una misma exégesis los textos del Antiguo y del Nuevo
Testamento. Nadie que pretenda ensayar una exégesis bíblica desde la psicología
profunda podrá silenciar su esfuerzo por lograr una exposición espiritual” .
Llamar “exégesis
bíblica” a una interpretación de la Sagrada Escritura
"desde la psicología profunda" es una tergiversación. Es apañar la
sustitución del sentido literal por un sentido acomodado de orden psicológico y
por lo tanto inmanente, que es presentado por Anselm Grün como equivalente.
El texto bíblico ya
no les interesa a estos autores por su sentido literal, inseparable de su
sentido inspirado, sino como pre-texto para una acomodación imaginaria,
proyectada desde afuera en el texto, la cual solamente sirve ya para estribar y
levantar vuelo al mundo de lo imaginario psicológico.
Para estos
pensadores, el texto bíblico ya no tiene un mensaje propio y normativo para
expresar, sino que, aunque se sigan refiriendo a él, deja de ser un texto para
convertirse – como he dicho - en un pretexto para exponer sus ideas propias.
Pero echando mano al texto bíblico y parasitándolo, usurpándolo, subvierten inescrupulosamente su sentido.
En estos ámbitos
modernistas se ha acuñado el término eiségesis [introducir un sentido] como
procedimiento alternativo de la tradicional exégesis [extraer el sentido].
Ya hemos visto por
qué el texto bíblico puede llegar a parecerle Anselm Grün y a los jóvenes que
él dirige, que es “inútil”. Sin reparar en que la Iglesia, por el contrario
le da la máxima importancia y autoridad para revelarnos la verdad acerca de
Dios, del hombre y de su alma. Amén de que es el único sentido apto para la
reflexión y la argumentación teológica.
Es obvio que cuando
alguien no cree en la posibilidad de los milagros, del nacimiento virginal, de
la resurrección, de la ascensión al cielo, de los exorcismos de demonios, de la
curación de enfermedades y de calmar las tormentas con la palabra o andar sobre
las aguas, etc. tratará de ver, en esos textos cuyo sentido literal no puede
aceptar como verdadero, algún otro sentido verosímil para el lector, pero que
no es el sentido que ha querido darle Dios y ha leído siempre la Iglesia y el Magisterio en
esos textos.
El Jesús de la
historia que presentan los Evangelios es relegado así al orden de la fantasía
mítica y se lo "rescata" de la insignificancia a la significación
mediante "recuperaciones" ideológicas, políticas o psicologistas.
Esto sucede sobre la
huella del libre examen de los primeros reformadores. Huella por la que
prosiguieron sus lecturas de la
Biblia los racionalistas de todos los tiempos empezando por
Kant y siguiendo por su descendencia intelectual modernista.
Publicado por Padre
Horacio Bojorge en 00:29 3 comentarios
Etiquetas:
Anselm_Grün, Carl_Jung, errores_modernos, Eugen_Drewermann, interpretación_bíblica,
psicologismo, sentido_acomodado
Escolio sobre el
sentido literal
Se ha de distinguir
entre sentido y significado
Una palabra puede
tener muchos significados. El “sentido” es el significado que una palabra tiene
en un determinado texto.
El sentido literal se
llama así porque es lo que expresa la letra del texto.
a) directo, porque es
el término inmediato de las palabras
b) histórico: porque
expresa el intento del hagiógrafo (= escritor inspirado) en su momento
histórico
c) lógico: porque se
deduce mediante leyes de lógica elemental
d) gramatical: porque
se logra mediante la aplicación de las leyes gramaticales
3. El sentido literal
es uno solo
El sentido literal ya
sea propio o metafórico, es único en cada texto
Todos los pasajes de la Escritura tienen un
único sentido literal, ya sea propio, ya sea metafórico. Por lo cual, una vez
determinado el sentido literal, es inútil investigar o pretender encontrar
otros en el mismo pasaje. La unidad del sentido literal del texto bíblico lo
enseña el magisterio eclesiástico de pontíficies y concilios. Es de fe.
Este es uno de los
errores señalables en los comentarios evangélicos de Anselm Grün quien, además
del sentido literal, generalmente reconocido, de un texto evangélico, le
yuxtapone una interpretación psicológica como un segundo sentido igualmente
válido del texto, como si el sentido literal no fuera suficiente o
satisfactorio,.
4. El sentido literal
es el único fundamento de la argumentación teológica. El único sentido que
tiene valor probativo en el razonamiento teológico es el sentido literal. Y
como argumento probatorio, su valor es definitivo.
La acomodación
psicologista de Anselm Grün
Una lectora del Blog
Toma y Lee, Edit, me pidió, en un comentario, que le aclarara más lo del
“sentido acomodado” o “traslaticio” y sentido literal, porque desea entender
mejor los abusos interpretativos que practica Anselm Grün – que no está solo,
dicho sea de paso, en este extendido vicio - cuando presenta como equivalentes
las interpretaciones eclesiásticas tradicionales por un lado y los sentidos
acomodados y traslaticios como si fueran sentidos bíblicos auténticos, por el
otro.
Anselm Grün y Eugen
Drewermann
Para entender el
método que practica Anselm Grün conviene tener en cuenta que, en los primeros
años de la década de 1990, el sacerdote alemán Eugen Drewermann había sido
suspendido de su cátedra en Paderborn y, más tarde, también suspendido en el
ministerio sacerdotal. El motivo fue que Drewermann sostenía una interpretación
psicologista del mensaje bíblico y evangélico, descalificando las
interpretaciones católicas tradicionales como erróneas. Sus tesis eran una
plasmación de la doctrina modernista de la revelación de Dios inmanente al alma
en forma de fenómenos psicológicos, en la línea de las doctrinas de Sigmund
Freud y Carl Jung.
Anselm Grün,
naturalmente, ya no hace lo mismo. Sería suicida. De haberlo hecho se hubiera
expuesto a correr la misma suerte que Drewermann, si se hubiera topado, como
éste, con un pastor celoso como lo fue el Arzobispo de Paderborn, Mons.
Johannes Joachim Degenhardt. El arzobispo Degenhardt soportó a pie firme la
tormenta desatada en los medios en su contra por su intervención en el caso
Drewermann. Juan Pablo II reconoció el mérito del coraje del Arzobispo y lo
promovió al cardenalato.
Anselm Grün, aunque
manifiesta sus simpatías por los enfoques de Drewermann citándolo en su
bibliografía, se guarda de imitar la brutal sinceridad de su maestro.
Lo que hace Anselm
Grün no es negar de plano, como Drewermann, la interpretación tradicional del
Evangelio y proponer sustituirla por una interpretación psicologista de corte
entre analítico y junguiano. Su método apunta a una sustitución pragmática sin
entrar en una refutación teórica.
El evangelio como
libro de autoayuda
Anselm Grün presenta
las interpretaciones bíblicas correctas, de autores reconocidos, como por ejemplo
Pesch, pero las yuxtapone, a sus interpretaciones psicologistas presentándolas
como son equivalentes: "o también". Grün baraja sentidos bíblicos
reinterpretados en sentido acomodado o traslaticio. El confiado lector se
encuentra con el relato evangélico y su sentido literario tradicional que le es
familiar, pero también se le sirve, en el mismo plato, la acomodación
psicológica, como si fuera igualmente válida. Pero en la acomodación
psicológica, una resurrección puede convertirse simplemente en una curación y
ser tratada como tal. Y una posesión demoníaca puede convertirse en un estado
de exasperación emocional y psicológica. No se niega la resurrección, pero se
presenta como alternativa válida una interpretación que la explica como
curación. No se niega la acción demoníaca por posesión, obsesión o tentación,
pero se habla de “las propias sombras”.
Jesús camino hacia la
libertad…
Para mostrar en qué
consiste este procedimiento, tomo aquí un ejemplo del comentario de Anselm Grün
al Evangelio de Marcos titulado: Jesús, camino hacia la libertad. El evangelio
de Marcos .
Ya desde el título de
la obra Anselm Grün ensaya uno de sus pases de magia hermenéuticos. Jesús es
camino hacia libertad. La afirmación la suscribirá cualquier creyente.
Pero ¿hacia qué libertad?...
La libertad de que
habla Anselm Grün no es la misma de la que habló Jesús y se lee en Marcos.
Según lo presenta Anselm Grün, Jesús ya no es el camino hacia la libertad
porque sea el camino que nos conduzca al Padre, y porque nos convierta en hijos
y nos de la libertad de los hijos.
La libertad de que
habla este monje, se ha soltado, sin negarlo explícitamente pero en el modo de
tratar la materia, de su relación a la meta real del camino de Jesús.
La libertad de la que
habló Jesús, - la de los hijos de Dios por vivir según la voluntad del Padre y
dentro de la vinculación fililal -, ha
quedado sometida y reducida a un concepto pre-cristiano o preter-cristiano de
libertad. La misión de Jesús ha quedado reducida a una función de liberador
terapéutico por vía de un agudo conocimiento psicológico y una praxis que, en
el fondo, es puramente natural, intramundana y psicológica.
La libertad es, en el
contexto de las demás obras de Anselm Grün la integración de los contrarios, la
integración de la sombra junguiana, que es inaceptable para la espiritualidad
cristiana, porque implica aceptar el pecado y hasta lo demoníaco, para
integrarlos en la unificación del yo.
La resurrección de la
hija de Jairo según san Marcos (5, 21-43)
Para advertir mejor
los malabarismos retóricos de Anselm Grün, partamos primero del sentido literal
en san Marcos. El evangelista Marcos, antes de llegar a este relato de
resurrección de un muerto, ha venido mostrando el poder de Jesucristo primero
sobre el viento y el mar, luego sobre los demonios, y ahora sobre la vida en su
origen (el seno de la hemorroísa) y en su final (el lecho de muerte de la hija
de Jairo).
Marcos quiere
decirnos que en Jesús se encuentran todos los poderes que la Sagrada Escritura
reconoce como exclusivos de Dios: Jesús es Señor de los elementos de la
naturaleza, Señor tiene poder sobre los demonios y es Señor de la vida y de la
muerte. La intención de Marcos es pues decirnos quién es Jesús y reconocerle
poderes divinos.
Veamos ahora lo que
interpreta Anselm Grün de espaldas a este sentido literal y en realidad
sustituyéndolo.
La “curación” [no la
resurrección] de la hija de la hija de Jairo según Anselm Grün
Anselm Grün proyecta
en el texto evangélico una interpretación psicológica, de consejería familiar,
totalmente ajena a la intención de Marcos y por lo tanto al sentido literal del
pasaje.
En primer lugar hay
que notar que Grün evita hablar de resurrección de la niña. Él habla de
“curación” . Y nos explica, con pericia de psicólogo, que su enfermedad habría
sido causada por un mal vínculo con su padre.
El texto evangélico
trataría, según Grün, de: “cómo se desarrolla una chica que pasa inadvertida
para su padre… con tantas responsabilidades como él tiene, él ignora a su hija,
y ella se pone enferma, incluso muere. Ella no puede vivir. El padre ve que no
puede ayudar a su hija, a pesar de toda su piedad y de su alta posición. Y
entonces se produce el primer paso de la terapia él va a otro , se arrodilla ante Jesús y le
pide ayuda. Él reconoce su impotencia. Se trata de un paso muy importante para
la curación de su hija. Si el padre
suelta su poder, con el que cree dominar todo, entonces podrá liberar también a
su hija del asidero estrangulador de su mano” .
¡Otro padre torpe
más! ¡Cuidado con Dios Padre!
Nótese que en esta
interpretación acomodaticia, no se nos dice palabra ni de la fe del padre ni de
su oración, ni de que acuda a Jesús y no a un psicólogo.
Anselm Grün tiene una
visión del padre que es más bien tributaria de la depreciación cultural y de la
demolición de la autoridad paterna, y al final, de toda autoridad. Jesús es un
camino hacia la libertad de toda autoridad, sobre todo de la autoridad del
Padre.
La autoridad del
Padre tiene un efecto estrangulador
sobre la niña.
¿Y la del Padre
celestial sobre nosotros? ¿Acaso viene Jesús, como afirmaba Freud, a liberarnos
de Dios Padre, en vez de hacernos libres precisamente al hacernos hijos?
Un poco más adelante,
Anselm Grün sigue su explicación, olvidado de la resurrección, del poder de
Jesús y de la intención de Marcos: “Jesús siente que la relación del padre con
su hija está determinada por el miedo. Los padres quieren tenerlo todo
controlado. Les resulta difícil soltar a su hija y confiarla al poder curativo
de Dios” […] “El miedo del padre le lleva a controlar a su hija o bien a
fijarlo todo para que ella corresponda a sus ilusiones. El padre cuida a la
hijo no porque confía en ella, sino porque é mismo quiere moldearla en lugar de
rendirse al modelo que Dios le ha introducido” .
Anselm Grün nos
informa acerca de Jairo como si lo hubiera conocido ¿Por qué se calló Marcos
todos estos detalles que nos hubieran explicado todo mucho mejor, sin necesidad
de resurrección, de milagro y hasta sin Jesús?
Pero además Anselm
Grün desvía la atención del lector del evangelio de la verdadera intención del
autor inspirado y del texto, - que es decirnos quién es Jesús -, hacia recetas
de consejería familiar, que no son malas en sí, pero que aquí están fuera de
lugar y tergiversan el sentido del texto bíblico.
La parábola del
Sembrador naturalizada psicologizada
¿El sembrador o las
semillas? Anselm Grün: Interpretación psicologista.
Anselm Grün
interpreta la parábola del sembrador y muchos otros pasajes evangélicos en una
clave psicologista, que no es un sentido propiamente bíblico sino un sentido
acomodado o traslaticio.
El Sentido bíblico es
el que intentó el escritor sagrado.
El sentido acomodado
o traslaticio, es un sentido ajeno al sentido bíblico, que le atribuye
arbitrariamente un lector y no es el inspirado por Dios al autor del texto de la Escritura.
Al explicar la
parábola del sembrador, clave de interpretación de todas las parábolas, Grün
cree encontrar en ella sus propias teorías sobre cuatro tipos de hombre. Y si
bien Anselm Grün habla de Jesús, de la Palabra de Dios, de la apertura a la palabra del
Evangelio y de los frutos que dará en su vida el recibirla, una lectura atenta
demuestra que su interpretación no es propiamente bíblica, sino que va en un
sentido predominantemente acomodado o translaticio, que no puede llamarse
propiamente sentido bíblico, y que pone al lector en una pista por lo menos
distractiva, de naturaleza psicológica más que religiosa.
“Anselm Grün - me
comentó certeramente un obispo amigo - lee el Evangelio como un libro de
autoayuda”.
Para Anselm Grün,
Jesús habla, en la parábola, de "cuatro tipos de hombre que escuchan la Palabra de Dios".
"Jesús quiere advertirnos para que no tomemos la Palabra de Dios
superficialmente".
Pero es lo que hace
el mismo Anselm Grün al pasar de largo sobre el sentido literal que es el que
el autor sagrado dijo y quiso decir.
Los daños que Anselm
Grün considera que se siguen de no recibir la semilla en buena tierra son de
orden psicológico y no religioso.
Da la impresión de
que la interpretación de Anselm Grün no servirá al lector para entrar en el
misterio del Reino, sino que lo dejará oyendo sin entender, viendo sin ver, y
en último término sin convertirse para obtener el perdón al entrar en la
comunión de fe y amor con Cristo y con el Padre.
¡Es abusivo leer el
evangelio como un libro de autoayuda y/o de consejería familiar! Más vale no
mezclar los géneros literarios. El Evangelio sea Evangelio. Y para autoayuda y
consejería familiar, no echar mano de comentarios bíblicos. Es confundirlo
todo.
Escolio al Artículo
Tercero
El sentido acomodado
no es sentido bíblico es decir inspirado por Dios
A pedido de Edita
prosigo explicando mejor en qué consiste el sentido acomodado que hemos
señalado a propósito de los comentarios bíblicos de Anselm Grün.
El sentido acomodado
es un sentido que atribuye al texto un lector, pero que es ajeno al sentido que
quiso darle - y de hecho le dio -al texto, el autor sagrado, inspirado por
Dios.
Podría llamarse
también sentido “atribuido” por un lector. Por lo cual, este “sentido” no es
Palabra de Dios, sino que es, simplemente, palabra de hombre.
En efecto: “para que
el intérprete [que es un lector] de la Sagrada Escritura
comprenda lo que Dios quiso comunicarnos, debe investigar con atención qué
pretendieron expresar realmente los hagiógrafos y plugo a Dios manifestar con
las palabras de ellos” [Constitución Dei Verbum Nº 12].
El sentido acomodado
es, por lo tanto, un sentido ajeno al sentido literal, que como se ha dicho, es
el único inspirado por Dios y digno de prestarle fe. Es, por eso mismo, el
único válido para argumentar en teología.
El sentido literal,
ya lo dijimos antes, es el que pretendió dar a sus palabras el autor sagrado.
El sentido acomodado
es el que le atribuye al texto un lector, no su autor.
La acomodación se
presta por lo tanto a cometer una verdadera usurpación de la Palabra de Dios, su
tergiversación ingenua o maliciosa, (lo mismo da). Se presta a cobijar bajo la
autoridad divina, las propias ideas, ideologías y pensamientos. Puede prestarse
a veces a cometer una verdadera estafa del sentido literal auténtico del texto
sagrado, escamoteándolo y sustituyéndolo por un sentido puramente humano pero
disfrazado de Palabra de Dios. Realmente: una falsa profecía.
En cuanto que el
sentido acomodado es una atribución: la atribución puede quedar implícita
[atribución mental] o afirmarse explícitamente como sentido literal [atribución
argumental]. Puede ser ingenua por simple error, o puede ser advertida,
pretendida e intencional. A su vez, esta atribución intencional puede ser
simplemente decorativa o bien puede ser esgrimida argumentalmente, utilizada
con fines humanos, como es el caso de las acomodaciones psicológicas y de
consejería en los escritos bíblicos de Anselm Grün.
Los que pretenden que
le es lícito al lector atribuirle sentidos diversos a los textos de la Sagrada Escritura,
pierden de vista la doctrina católica de la inspiración y – con ella - la
diferencia que existe entre autor y lector, desde el punto de vista de Dios y
de la acción del Espíritu Santo en el uno o en el otro.
El autor tiene el
carisma de la inspiración. El lector o intérprete no.
Éste debe atenerse al
sentido literal y prestarle fe; debe argumentar partiendo de él y fundándose en
él. Le es lícito sacar consecuencias del sentido literal (sentido consecuente)
pero no atribuirle sentidos que eran ajenos a la intención del autor.
“Se entiende por
sentido acomodado – dicen Tuya-Salguero – el uso [!!!] de los textos bíblicos,
aplicados a otro propósito del que fue intentado por el hagiógrafo”.
Obsérvese bien: El
que acomoda la Escritura,
¡la usa!, o sea se apropia de ella y la instrumentaliza para sus propios fines,
que pueden ser ajenos y aún contrarios a la intención de Dios y del autor
Sagrado. Es un uso que se hace de los textos bíblicos. Usar e instrumentalizar
supone un adueñarse de la palabra para los propios fines. El creyente en
cambio, no es dueño del sentido de la escritura, sino su servidor y oyente, que
obedece a la Palabra
de Dios.
“El fundamento de la
acomodación – prosiguen Tuya y Salguero – es cierta analogía que puede haber
entre un texto en cuestión y el propósito distinto al que quiere traérsele
[aducirlo]”
“Este fundamento
analógico del texto puede ser doble: si está basado en el contenido del mismo,
entonces hay la “acomodación real”, o “por extensión” [sentido consecuente] si
está basado sólo en la semejanza o asonancia material de las palabras, hay la
“acomodación verbal”, o “por alusión” [al texto bíblico].
Cuidado con la irreverencia
Cuando la acomodación
se hace sin suficiente fundamento espiritual y religioso, hay que aplicar la
advertencia de Tuya y Salguero:
“se ha de tener muy
presente que no se han de “acomodar” con violencia, pues sería traer esos
pasajes a contrapelo, y no quedaría exento su uso de irreverencia para con la
palabra de Dios. Y, en consecuencia, que no se puede sacar argumento dogmático
tomado de esta palabra de Dios, ya que se la toma sólo por “analogía”.
Hay una irreverencia
muy difundida en ambientes religiosos que usa palabras de la Sagrada Escritura
en situaciones o para fines profanos. Por ejemplo: se produce un apagón en un
convento y alguien exclama jocosamente “¡Hágase la luz!”. Todo un Señor
Presidente, termina un discurso invitando a su país con la frase de Cristo:
“¡Levántate y anda!”.
Si el segundo
mandamiento prescribe no tomar el Santo Nombre del Señor en vano, cae bajo la
misma prohibición no tomar sus santas palabras en vano ni para la broma o sin
necesidad. Hacerlo es faltar al segundo mandamiento.
[Fuente: Manuel de
Tuya – José Salguero, Introducción a la Biblia, BAC, Madrid 1967]