lunes, 31 de octubre de 2016

El Papa cambia totalmente el equipo asesor de la Congregación para el Culto

catolicos-on-line, 31-10-16

El Papa Francisco ha nombrado a 27 nuevos miembros para la Congregación para el culto divino, manteniendo al cardenal Sarah como presidente. Entre ellos hay diez cardenales, incluido el Secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin, y el arzobispo de Valladolid, cardenal Ricardo Blázquez. También pasa a formar para del dicasterio Mons. Piero Marini. Los cardenales Raymond Burke, Angelo Scola, George Pell, Marc Ouellet, Angelo Bagnasco, y Malcolm Ranjith dejan de pertenecer al dicasterio.

Un cambio tan radical, donde salen todos los miembros del equipo asesor del  prefecto y entran otros totalmente nuevos no es normal en el Vaticano. Algunos de los nuevos están claramente identificados con una línea litúrgica diferente de la que preconiza el cardenal Sarah, el cual, sin embargo, permanece como prefecto de la Congregación.

El Santo Padre a nombrado miembros de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos a los cardenales :

Rainer Maria Woelki, arzobispo de  Köln (Germania);

John Olorunfemi Onaiyekan, arzobispo de  Abuja (Nigeria);

Pietro Parolin, Secretario de  Estado;

Gérald Cyprien Lacroix, arzobispo de Québec (Canadá);

Philippe Nakellentuba Ouédraogo, arzobispo de  Ouagadougou (Burkina Faso);

John Atcherley Dew, arzobispo de  Wellington (Nueva Zelanda);

Ricardo Blázquez Pérez, arzobispo de  Valladolid (España);

Arlindo Gomes Furtado, obispo de Santiago de Cabo Verde (Cabo Verde);

Gianfranco Ravasi, Presidente del Pontificio Consejo de la Cultura;

Beniamino Stella, Prefecto de la Congregación para el Clero;

Y a los arzobispos y obispos:

Dominic Jala, arzobispo de  Shillong (India);

Domenico Sorrentino, arzobispo obispo de Assisi Nocera Umbra Gualdo Tadino (Italia);

Denis James Hart, arzobispo de  Melbourne (Australia);

Piero Marini, arzobispo y presidente del Comité Pontificio para los  Congresos Eucarísticos Internacionales;

Bernard Nicolas Aubertin, arzobispo de  Tours (Francia);

Romulo G. Valles, Arzobispo de  Davao (Filipinas);

Lorenzo Voltolini Esti, arzobispo de  Portoviejo (Ecuador);

Arthur Joseph Serratelli, obispo de Paterson (Estados Unidos);

Alan Stephen Hopes, obispo de East Anglia (Gran Bretaña);

Claudio Maniago, obispo de Castellaneta (Italia);

Bernt Ivar Eidsvig, obispo de Oslo (Noruega);

Miguel Ángel D'Annibale, obispo de Rio Gallegos (Argentina);

José Manuel Garcia Cordeiro, obispo de Bragança Miranda (Portugal);

Charles Morerod, obispo de Lausanne, Genève et Fribourg (Suiza);

Jean Pierre Kwambamba Masi, obispo auxiliar de Kinshasa (Rep. Democrática del Congo);


Benny Mario Travas, obispo de Multan (Pakistán); John Bosco Chang Shin Ho, obispo auxiliar de Daegu (Corea).

sábado, 29 de octubre de 2016

El Cardenal Burke denuncia

 la intercomunión antes del homenaje del Papa a Lutero en Suecia

Infocatólica, 29/10/16

El cardenal estaba respondiendo a una pregunta sobre la intercomunión con otras confesiones cristianas realizada por el periodista John-Henry Westen de LifeSiteNews durante el lanzamiento de la versión croata del libro del cardenal sobre la Eucaristía en Zagreb, Croacia, el 23 de octubre.

Declaración completa del cardenal Burke

LSN: Eminencia, ¿hay algo en la sagrada Eucaristía que impida la intercomunión con otras denominaciones cristianas? La próxima semana tenemos... y ya ahora, algunos de los líderes luteranos expresan la esperanza de recibir la comunión y tener intercomunión entre las dos confesiones. ¿Hay algo acerca de la Santa Eucaristía que impida eso? Y si es así, ¿es irreformable esa enseñanza?


Cardenal Raymond Burke: ¿Qué hay en la sagrada Eucaristía [que impida la intercomunión entre confesiones diferentes]? Es la realidad de que la Eucaristía es el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Cristo, que después de que el sacerdote, prestando su voz al mismo Cristo, que es quien actúa en la santa Misa, pronuncie las palabras de la consagración, la sustancia del pan y el vino se convierte en el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo.

Por lo tanto, nadie puede acercarse a recibir la sagrada Eucaristía si no cree que la hostia que está recibiendo -a pesar de que tiene aspecto de pan, sabe a pan, y huele a pan- es, en realidad, el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Sólo la persona que crea esto puede acercarse al santísimo Sacramento, puede acercarse a recibir la sagrada Comunión.

San Pablo deja esto muy claro en el capítulo 11 de la primera carta a los Corintios, porque hubo abusos en la celebración eucarística en la Iglesia primitiva. Dijo muy claramente que la persona que recibe la sagrada Comunión sin reconocer el cuerpo de Cristo, come su propia condenación. Esto es un sacrilegio. Es uno de los pecados más graves.

Por eso nosotros no invitamos a recibir la sagrada Comunión a los que no creen en la presencia real. En primer lugar, por respeto a nuestro Señor Jesucristo y por respeto a la realidad de la sagrada Eucaristía, pero también por respeto a las personas, ya que invitarlos a recibir algo en lo que no creen es un gran signo de falta de respeto [al Señor] y hace un gran daño a las almas de aquellos que son invitados.

Esto es simplemente así. Por ejemplo, [tomemos] la creencia luterana clásica: tienen esta idea acerca de la sagrada Comunión de que hay un tipo de presencia moral de nuestro Señor durante su celebración de la liturgia. Sin embargo, cuando la liturgia se acaba, esos panes que se utilizan -y utilizo el término “panes” deliberadamente, porque no son el cuerpo de Cristo- se vuelven a poner en un cajón para otro momento.

Para nosotros, una vez que las hostias que se han colocado en el altar son consagradas, se transubstancian en el Cuerpo y la Sangre de Cristo y se guardan en el sagrario para los enfermos y moribundos, para nuestra adoración y para la posterior comunión de los fieles. Esas hostias deben tratarse como se trata la Presencia real de nuestro Señor Jesucristo en medio de nosotros.

Creo que es muy problemático sugerir que la celebración que va a tener lugar en honor a Martín Lutero debería ser motivo de algún tipo de 'hospitalidad eucarística' o intercomunión. Eso no es posible. Sí, es algo irreformable.

O bien la sagrada hostia es el Cuerpo, la Sangre, Alma y Divinidad de Cristo o no lo es. Y si lo es, ofrecer la sagrada forma a alguien que no cree es el más grave de los pecados.

Nota: Con el término «intercomunión» suele designarse la posibilidad de que el miembro de una confesión cristiana comulgue en una celebración de otra confesión distinta.

Traducido por Bruno Moreno


Publicado originalmente en Life Site News

martes, 25 de octubre de 2016

Instrucción Ad Resurgendum cum Christo


CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE


acerca de la sepultura de los difuntos
y la conservación de las cenizas en caso de cremación



1. Para resucitar con Cristo, es necesario morir con Cristo, es necesario «dejar este cuerpo para ir a morar cerca del Señor»(2 Co 5, 8). Con la Instrucción Piam et constantem del 5 de julio de 1963, el entonces Santo Oficio, estableció que «la Iglesia aconseja vivamente la piadosa costumbre de sepultar el cadáver de los difuntos», pero agregó que la cremación no es «contraria a ninguna verdad natural o sobrenatural» y que no se les negaran los sacramentos y los funerales a los que habían solicitado ser cremados, siempre que esta opción no obedezca a la «negación de los dogmas cristianos o por odio contra la religión católica y la Iglesia»[1]. Este cambio de la disciplina eclesiástica ha sido incorporado en el Código de Derecho Canónico (1983) y en el Código de Cánones de las Iglesias Orientales (1990).

Mientras tanto, la práctica de la cremación se ha difundido notablemente en muchos países, pero al mismo tiempo también se han propagado nuevas ideas en desacuerdo con la fe de la Iglesia. Después de haber debidamente escuchado a la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, el Consejo Pontificio para los Textos Legislativos y muchas Conferencias Episcopales y Sínodos de los Obispos de las Iglesias Orientales, la Congregación para la Doctrina de la Fe ha considerado conveniente la publicación de una nueva Instrucción, con el fin de reafirmar las razones doctrinales y pastorales para la preferencia de la sepultura de los cuerpos y de emanar normas relativas a la conservación de las cenizas en el caso de la cremación.

2. La resurrección de Jesús es la verdad culminante de la fe cristiana, predicada como una parte esencial del Misterio pascual desde los orígenes del cristianismo: «Les he trasmitido en primer lugar, lo que yo mismo recibí: Cristo murió por nuestros pecados, conforme a la Escritura. Fue sepultado y resucitó al tercer día, de acuerdo con la Escritura. Se apareció a Pedro y después a los Doce» (1 Co 15,3-5).

Por su muerte y resurrección, Cristo nos libera del pecado y nos da acceso a una nueva vida: «a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos… también nosotros vivamos una nueva vida» (Rm 6,4). Además, el Cristo resucitado es principio y fuente de nuestra resurrección futura: «Cristo resucitó de entre los muertos, como primicia de los que durmieron… del mismo modo que en Adán mueren todos, así también todos revivirán en Cristo» (1 Co 15, 20-22).

Si es verdad que Cristo nos resucitará en el último día, también lo es, en cierto modo, que nosotros ya hemos resucitado con Cristo. En el Bautismo, de hecho, hemos sido sumergidos en la muerte y resurrección de Cristo y asimilados sacramentalmente a él: «Sepultados con él en el bautismo, con él habéis resucitado por la fe en la acción de Dios, que le resucitó de entre los muertos»(Col 2, 12). Unidos a Cristo por el Bautismo, los creyentes participan ya realmente en la vida celestial de Cristo resucitado (cf. Ef 2, 6).

Gracias a Cristo, la muerte cristiana tiene un sentido positivo. La visión cristiana de la muerte se expresa de modo privilegiado en la liturgia de la Iglesia: «La vida de los que en ti creemos, Señor, no termina, se transforma: y, al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo»[2]. Por la muerte, el alma se separa del cuerpo, pero en la resurrección Dios devolverá la vida incorruptible a nuestro cuerpo transformado, reuniéndolo con nuestra alma. También en nuestros días, la Iglesia está llamada a anunciar la fe en la resurrección: «La resurrección de los muertos es esperanza de los cristianos; somos cristianos por creer en ella»[3].

3. Siguiendo la antiquísima tradición cristiana, la Iglesia recomienda insistentemente que los cuerpos de los difuntos sean sepultados en los cementerios u otros lugares sagrados[4].

En la memoria de la muerte, sepultura y resurrección del Señor, misterio a la luz del cual se manifiesta el sentido cristiano de la muerte[5], la inhumación es en primer lugar la forma más adecuada para expresar la fe y la esperanza en la resurrección corporal[6].

La Iglesia, como madre acompaña al cristiano durante su peregrinación terrena, ofrece al Padre, en Cristo, el hijo de su gracia, y entregará sus restos mortales a la tierra con la esperanza de que resucitará en la gloria[7].

Enterrando los cuerpos de los fieles difuntos, la Iglesia confirma su fe en la resurrección de la carne[8], y pone de relieve la alta dignidad del cuerpo humano como parte integrante de la persona con la cual el cuerpo comparte la historia[9]. No puede permitir, por lo tanto, actitudes y rituales que impliquen conceptos erróneos de la muerte, considerada como anulación definitiva de la persona, o como momento de fusión con la Madre naturaleza o con el universo, o como una etapa en el proceso de re-encarnación, o como la liberación definitiva de la “prisión” del cuerpo.

Además, la sepultura en los cementerios u otros lugares sagrados responde adecuadamente a la compasión y el respeto debido a los cuerpos de los fieles difuntos, que mediante el Bautismo se han convertido en templo del Espíritu Santo y de los cuales, «como herramientas y vasos, se ha servido piadosamente el Espíritu para llevar a cabo muchas obras buenas»[10].

Tobías el justo es elogiado por los méritos adquiridos ante Dios por haber sepultado a los muertos[11], y la Iglesia considera la sepultura de los muertos como una obra de misericordia corporal[12].

Por último, la sepultura de los cuerpos de los fieles difuntos en los cementerios u otros lugares sagrados favorece el recuerdo y la oración por los difuntos por parte de los familiares y de toda la comunidad cristiana, y la veneración de los mártires y santos.

Mediante la sepultura de los cuerpos en los cementerios, en las iglesias o en las áreas a ellos dedicadas, la tradición cristiana ha custodiado la comunión entre los vivos y los muertos, y se ha opuesto a la tendencia a ocultar o privatizar el evento de la muerte y el significado que tiene para los cristianos.

4. Cuando razones de tipo higiénicas, económicas o sociales lleven a optar por la cremación, ésta no debe ser contraria a la voluntad expresa o razonablemente presunta del fiel difunto, la Iglesia no ve razones doctrinales para evitar esta práctica, ya que la cremación del cadáver no toca el alma y no impide a la omnipotencia divina resucitar el cuerpo y por lo tanto no contiene la negación objetiva de la doctrina cristiana sobre la inmortalidad del alma y la resurrección del cuerpo[13].

La Iglesia sigue prefiriendo la sepultura de los cuerpos, porque con ella se demuestra un mayor aprecio por los difuntos; sin embargo, la cremación no está prohibida, «a no ser que haya sido elegida por razones contrarias a la doctrina cristiana»[14].

En ausencia de razones contrarias a la doctrina cristiana, la Iglesia, después de la celebración de las exequias, acompaña la cremación con especiales indicaciones litúrgicas y pastorales, teniendo un cuidado particular para evitar cualquier tipo de escándalo o indiferencia religiosa.

5. Si por razones legítimas se opta por la cremación del cadáver, las cenizas del difunto, por regla general, deben mantenerse en un lugar sagrado, es decir, en el cementerio o, si es el caso, en una iglesia o en un área especialmente dedicada a tal fin por la autoridad eclesiástica competente.

Desde el principio, los cristianos han deseado que sus difuntos fueran objeto de oraciones y recuerdo de parte de la comunidad cristiana. Sus tumbas se convirtieron en lugares de oración, recuerdo y reflexión. Los fieles difuntos son parte de la Iglesia, que cree en la comunión «de los que peregrinan en la tierra, de los que se purifican después de muertos y de los que gozan de la bienaventuranza celeste, y que todos se unen en una sola Iglesia»[15].

La conservación de las cenizas en un lugar sagrado puede ayudar a reducir el riesgo de sustraer a los difuntos de la oración y el recuerdo de los familiares y de la comunidad cristiana. Así, además, se evita la posibilidad de olvido, falta de respeto y malos tratos, que pueden sobrevenir sobre todo una vez pasada la primera generación, así como prácticas inconvenientes o supersticiosas.

6. Por las razones mencionadas anteriormente, no está permitida la conservación de las cenizas en el hogar. Sólo en casos de graves y excepcionales circunstancias, dependiendo de las condiciones culturales de carácter local, el Ordinario, de acuerdo con la Conferencia Episcopal o con el Sínodo de los Obispos de las Iglesias Orientales, puede conceder el permiso para conservar las cenizas en el hogar. Las cenizas, sin embargo, no pueden ser divididas entre los diferentes núcleos familiares y se les debe asegurar respeto y condiciones adecuadas de conservación.

7. Para evitar cualquier malentendido panteísta, naturalista o nihilista, no sea permitida la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra o en el agua o en cualquier otra forma, o la conversión de las cenizas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos, teniendo en cuenta que para estas formas de proceder no se pueden invocar razones higiénicas, sociales o económicas que pueden motivar la opción de la cremación.

8. En el caso de que el difunto hubiera dispuesto la cremación y la dispersión de sus cenizas en la naturaleza por razones contrarias a la fe cristiana, se le han de negar las exequias, de acuerdo con la norma del derecho[16].

El Sumo Pontífice Francisco, en audiencia concedida al infrascrito Cardenal Prefecto el 18 de marzo de 2016, ha aprobado la presente Instrucción, decidida en la Sesión Ordinaria de esta Congregación el 2 de marzo de 2016, y ha ordenado su publicación.

Roma, de la sede de la Congregación para la Doctrina de la Fe, 15 de agosto de 2016, Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María.

GerhardCard. Müller
Prefecto

+Luis F. Ladaria, S.I.
Arzobispo titular de Thibica
Secretario



[1] Suprema Sagrada Congregación del Santo Oficio, Instrucción Piam et constantem (5 de julio de 1963): AAS 56 (1964), 822-823.

[2] Misal Romano, Prefacio de difuntos, I.

[3] Tertuliano, De resurrectione carnis, 1,1: CCL 2, 921.

[4] Cf. CIC, can. 1176, § 3; can. 1205; CCEO, can. 876, § 3; can. 868.

[5] Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1681.

[6] Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2300.

[7] Cf. 1 Co 15,42-44; Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1683.

[8] Cf. San Agustín, De cura pro mortuis gerenda, 3, 5: CSEL 41, 628.

[9] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, n. 14.

[10] Cf. San Agustín, De cura pro mortuis gerenda, 3, 5: CSEL 41, 627.

[11] Cf. Tb 2, 9; 12, 12.

[12] Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2300.

[13] Cf. Suprema Sagrada Congregación del Santo Oficio, Instrucción Piam et constantem (5 de julio de  1963): AAS 56 (1964), 822.

[14] CIC, can. 1176, § 3; cf. CCEO, can. 876, § 3.

[15] Catecismo de la Iglesia Católica, n. 962.

[16] CIC, can. 1184; CCEO, can. 876, § 3.

miércoles, 19 de octubre de 2016

Rabino Neusner

Observatorio Cardenal Van Thuan, 18-10-16

Ha fallecido el rabino Jakob Neusner, autor de “Un rabino habla con Jesús” y el amigo de Joseph Ratzinger que Benedicto XVI cita ampliamente en el primer volumen de su “Jesús de Nazaret”, en uno de los vuelos del pensamiento a los que nos había acostumbrado. 

Recordamos aún ese diálogo a distancia porque concernía el momento exacto en que un rabino se detiene ante Jesús y el momento exacto en el que un cristiano prosigue. Pero lo bonito -y ésta es la gran enseñanza de Benedicto XVI- es que el cristiano prosigue llevando consigo lo que es importante también para el rabino.

El Nuevo Testamento no rechaza el Antiguo, no lo abandona. Benedicto XVI, dialogando con Neusner, explicaba que si el Cristianismo pierde la relación con el Antiguo Testamento pierde la relación con la ley, la nación, la cultura y acaba olvidando el propio papel histórico y público. 
También hoy se oye decir que la ley nueva ha sustituido a la ley antigua, que la ley del amor y de la misericordia ha sustituido a la ley moral natural. Pero son afirmaciones de tipo gnóstico. Marcione separaba los dos Testamentos, como todos los herejes -pensemos en Joaquín de Fiore- que prenuncian un cristianismo del espíritu en lugar de una religión de la ley.

Benedicto XVI, en su “Jesús de Nazaret”, nos habla de su amigo rabino de Nueva York, Jakob Neusner, discurriendo acerca del cuarto mandamiento. Cristo construye una comunidad nueva y, al hacerlo, hace morir al “Israel eterno” que se funda sobre la Torah; hace morir a la familia y a la estirpe, los vínculos de carne, destruye la ley del sábado y no ofrece ninguna estructura social realizable de manera concreta, sino un “Nuevo Israel” portador de una promesa universal.

Neusner entiende que esta “pretensión” puede derivar sólo de Dios, pero no renuncia al Israel eterno, a la comunidad fundada sobre la sangre y la ley.  Benedicto XVI piensa, en cambio, que Jesús no supera la Torah, sino que la lleva a cumplimiento.
Es un punto fundamental de todo el libro y que tiene notables repercusiones para la Doctrina Social de la Iglesia, es decir, para la relación entre la Iglesia y el mundo. 
Fundando una comunidad universal, el cristianismo ha liberado los ordenamientos políticos y sociales concretos de la inmediata sacralidad y ha fundado, por lo tanto, una sana laicidad, pero no ha eliminado la Torah, sino que la ha confiado a una razón capaz de discernir, elemento que estaba presente en la propia Torah: «No se formula un ordenamiento social; sin embargo, seguramente se anticipan a los ordenamientos sociales los criterios fundamentales que, como tales, no pueden encontrar plena realización en ningún ordenamiento social”.

Nace aquí la Doctrina Social cristiana, dice Benedicto XVI. Y añade: «La tentación, muy difundida hoy, de interpretar el Nuevo Testamento de manera puramente espiritual, privándolo de toda relevancia social y política, va en esta dirección». ¿En qué dirección? En la dirección de liberar el Nuevo Testamento del Antiguo, la ley nueva de la Torah, la ley del domingo de la del sábado. Los temores de Neusner estaban fundados, pero hacían referencia a un cristianismo gnóstico, al cristianismo desencarnado y privado.

Neusner quiere permanecer unido a la tabla de la Ley y teme que la ampliación universal traída por Cristo separe la nueva ley de las bienaventuranzas de la posibilidad de dar cuerpo a una nación, de dar forma a las leyes civiles y a las costumbres, de construir un conjunto social. Él se detiene sobre este punto: ve en Jesús algo que es “demasiado” para él. Sabe que sólo un Dios podría hacer esto, es decir, re-crear en el espíritu cuanto ha sido creado en la carne. No puede renunciar a Israel y a la ley que, ordenando con sus disposiciones y prohibiciones el sábado, ordena al conjunto de la sociedad entera.

Pero Benedicto responde que Cristo no ha venido a abolir la ley, sino a darle cumplimiento y que, en el fondo, esto estaba presente también como exigencia y tendencia de fondo en Israel, cuya vocación universal está plenamente expresada por los Profetas, dado que Israel adora al Dios verdadero y único y no al de la tribu o la estirpe.
Toda forma de gnosticismo, también protestante, separa la carne del espíritu, el papel público de la fe del papel personal de la misma, su tarea política de la espiritual. Esto se puede resumir en la separación entre Antiguo y Nuevo Testamento.

 Neusner se queda en el Antiguo; muchos cristianos, hoy en día, se olvidan del Antiguo y desprecian la ley antigua. En este caso, la Doctrina Social de la Iglesia y el papel público de la fe cristiana están acabados. Pero no para Benedicto XVI, que aprovecha el diálogo con su amigo rabino para honrar su valentía y su coherencia judía y, al mismo tiempo, para garantizar que la re-creación cristiana no abandona nada de la creación, como de hecho hace actualmente quien abandona los principios no negociables y la ley moral natural, pensado que está superada por el discurso de la montaña.


Stefano Fontana

sábado, 15 de octubre de 2016

Ciudad Ave María

 una Ciudad Diseñada y Operada PARA CATÓLICOS


Para los que viven allí, se dice que es un pequeño pedazo de paraíso escondido en el suroeste de Florida (EEUU).
Para los que quisieran vivir allí pero no llegan por razones económicas lo ven con cierta envidia y hasta piensan que pudiera ser algo sectario.
Para los que no comulgan con la vida cristiana, esta ciudad es una violación a la laicidad e inconstitucional, porque opera sobre la base de la moral católica y no deja entrar la moral del mundo, en teoría.

UN EMPRENDIMIENTO DE DISEÑO
Esta pequeña ciudad en el suroeste de Florida está donde solían estar más de 400 hectáreas de plantas de tomate.
Desde 2007, este pantano se ha transformado en una ciudad universitaria, con instalaciones modernas y muy distintos estilos de vida religiosa.
El fundador de Domino Pizza, Tom Monaghan, de 79 años de edad, que vendió Domino’s Pizzas por un estimado de mil millones de dólares en 1998, ha invertido su dinero en un proyecto de ensueño, junto con desarrolladores locales.
Aunque la ciudad y la universidad funcionan de forma independiente, la cultura católica es evidente en todas partes, incluso en los nombres de las calles como Asís, Ávila y Caná.



SE RESPIRA CATOLICISMO
Toda la ciudad fue construida alrededor y gira alrededor de su centro: el Oratorio.
Avemariablvd.com cita a Thomas Merton como inspiración para esta elección de la construcción:
“Aquí, en todas partes que fui, me vi obligado, por la disposición de todo lo que me rodea, de estar siempre al menos virtualmente consciente de la Iglesia.

Cada calle señalaba más o menos hacia el interior del centro de la ciudad, a la Iglesia…”

No es una iglesia vacía, como las actuales hermosas catedrales europeas.
“Los domingos, el 97 por ciento de todo el pueblo va a misa, y los días de semana cerca de 65 por ciento de los estudiantes“, dice Michael Novak en la National Review Online . La misa diaria en Ave Maria se dice a cuatro veces al día durante el año escolar.

El campus universitario cuenta con dormitorios de un solo sexo y cada residencia cuenta con una capilla.
“No nos disculpamos por tratar de defender las enseñanzas morales católicas”, dijo Nicholas Healy Presidente de Ave Maria University.
“No podríamos aprobar o facilitar algo que es muy común, según me han dicho, en los campus universitarios de hoy, conectar y dormir por ahí, y borracheras.”
Aunque el estilo de vida puede ser inusual para un campus estadounidense, el académico no parece quedarse corto.
Michael Waldstein, respetado profesor y traductor de la Teología del Cuerpo de Juan Pablo II, comenta:
“la contemplación profundamente fructífera, característica de una vida intelectual auténticamente católica, que está llevando a cabo [en Ave Maria University], entre los profesores de teología y estudiantes de posgrado.
Sé que no hay mejor programa para la formación de los futuros teólogos. Incluyo en esta sentencia el programa de ITI, que ayudé a construir…”.

Chelsea Allan dice en su testimonio :
“Cuando voy al gimnasio de Ave Maria y empiezo en la cinta equipada con un televisor personal, la estación ya está establecido en EWTN”.
Es una comunidad llena de vida, literalmente: un montón de niños y con actividades como la “caminata del rosario” por las noches.
¿Quieres saber más sobre Ave Maria, Florida?.
Puedes ir a la tienda de libros. Hay también un periódico, el Ave Herald y muchos enlaces en avemarialiving.com.


SU PLANIFICACIÓN
La ciudad fue planeada con la gran Iglesia Oratorio Ave María en el centro.

Cuya fachada muestra una escultura de Márton Varo de 9 metros de alto de la Anunciación, que representa al Arcángel Gabriel saludando a la Virgen María con las palabras “Ave Maria”.
La escultura de el “Buen Pastor” de Varo también aparece en el interior del oratorio.
El Oratorio es el hogar de la cuasi-parroquia católica romana del Oratorio Ave Maria, parte de la Diócesis de Venecia, que sirve como la parroquia de la universidad y los residentes locales.
La iglesia recibió un premio de arquitectura de la Instituto Americano de Construcción en Acero en 2008.
Una de las características más distintivas del oratorio es su estructura de acero, gran parte del cual está expuesto interna como externamente.
Monaghan, ha tenido un gran interés en la arquitectura durante más de 50 años y ha sido uno de los mayores coleccionistas del mundo de obras y objetos de interés de Frank Lloyd Wright.
Dibujó los primeros bocetos del Oratorio por sí mismo en un mantel.
Monaghan fue presidente de la Universidad Ave María hasta febrero de 2011.


¿SE PUEDE MANTENER UN OASIS DE ESTE TIPO?
Al anunciar sus planes para la ciudad en 2004, Monaghan, quien una vez fue seminarista, dijo:
“No va a haber televisión pornográfica en la Ciudad del Ave María. Si vas a la farmacia y quieres comprar la píldora o condones o anticonceptivos, no serás capaz de conseguirlos”.

La universidad ha prohibido la pornografía y otras formas de entretenimiento que no respetan la cultura católica, requiere ropa modesta, y espera que los estudiantes a “amen a Dios sobre todas las cosas”.
Pero este tipo de regulaciones chocan contra las leyes laicistas de un país que quiere imponer la religión laica.
La Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) ha sido crítico de Ave María desde que fue desarrollada, cuestionando si su existencia era inconstitucional.
Pero, ningún caso ha sido presentado con éxito contra Monaghan o Ave María, según el sitio web.
Aunque seguramente tiene muchos enemigos, que van desde los laicistas hasta los protestantes porque no pueden hacer proselitismo.
Pero el procedimiento usado por el emprendimiento es claro.
Si bien no existen prohibiciones de control de la natalidad o el aborto en la ciudad, en la ciudad no hay quien a prescriba medicamentos anticonceptivos a las mujeres.

No hay farmacias de la ciudad donde los particulares pueden comprar anticonceptivos, con la farmacia más cercana a siete millas de distancia.

Y si bien hay clínicas y un dentista en la ciudad, no hay hospitales que proporcionen abortos o métodos de control de la natalidad.

Un Papa entre dos fuegos


Santiago MARTÍN, sacerdote
catolicos-on-line, 15-10-16

Dado que contentar a todos es imposible, lo peor que le puede suceder a alguien es no contentar a nadie, y eso sí puede pasar. Eso creo que es lo que le puede estar pasando al Papa Francisco. 
A su regreso del viaje a dos países del Cáucaso, en el avión, volvió a reiterar su firme y clara condena de la ideología de género, que ha desplazado al aborto en la eterna guerra que el bien libra contra el mal en el mundo y en la que la Iglesia lucha, casi en solitario, defendiendo la causa de la vida. El Papa no dudó en llamarla “colonización ideológica” y repitió, como había dicho en Georgia, que hay una guerra mundial para destruir el matrimonio. Su enfrentamiento con el progresismo actual, en este punto vital, no puede ser más evidente.

Quizá por eso, el “The New York Times” ha prestado sus páginas para acoger un artículo que, bajo la forma del interrogante, plantea el fracaso del Papa Francisco en su intento de atraer a los católicos desencantados. El autor es un prestigioso escritor norteamericano, editor de “First Things”, la más influyente revista religiosa de ese país, de carácter conservador. 

Pero lo novedoso no es que un escritor conservador critique veladamente al Papa, sino que el diario icónico del progresismo mundial dé cabida a esas críticas. Es una forma de atacar al Papa usando artillería ajena. Como decía uno de los padres del periodismo moderno, MacLuhan, “el medio es el mensaje”. A la vez, desde medios más conservadores que “First Things” se lanzaba una crítica frontal contra el Pontífice. Una crítica que lleva este título: “Con imperiosa preocupación, acusamos al Papa Francisco”.

Estamos, pues, como decía al principio, en el peor de los escenarios: el de no contentar a nadie. En realidad, eso no es tan importante si a quien se da contento es a Dios, que estoy seguro de que es lo que al Papa de verdad le importa. Sin embargo, y al margen de esta íntima intención del Pontífice, creo que en este momento del Pontificado, cuando Francisco está a punto de cumplir ochenta años y de cerrar la que ha sido su gran apuesta: el año de la misericordia, debemos tener mucho cuidado con lo que hacemos y decimos. 

Con la mejor de las intenciones y sin darnos cuenta, podemos terminar por ser utilizados como armas arrojadizas contra el Santo Padre precisamente por aquellos que son sus verdaderos enemigos, aunque hasta ahora hayan pasado por ser sus mejores amigos. El Papa ha desencantado al mundo, como no podía ser de otra manera. Los progresistas están desilusionados con él. La Amoris laetitia les decepcionó. Esperaban muchísimo más. Y creo que lo que ahora van a hacer es utilizar a los conservadores para atacar al Pontífice, para intentar que se pliegue a la dictadura del relativismo, expresada ahora en la ideología de género. La munición la dará la derecha, pero los cañones son de la izquierda.

Tenemos que rezar por el Papa, que es algo que él pide continuamente y que unos y otros se olvidan de hacer. Tenemos que apoyarle en este momento más que nunca. Incluso aunque haya cosas que no nos gusten porque son ambiguas y, por lo tanto, den pie a que se comentan abusos gravísimos. 

Podemos disentir en algunos aspectos, porque él no se ha pronunciado magisterialmente sobre ellos y porque en la Iglesia hay suficiente margen de libertad para hacerlo, y no como sucede en los partidos políticos. Pero el tono general tiene que ser el de apoyar al Santo Padre, mostrarle nuestro cariño, ofrecerle nuestra oración y expresarle que puede contar con nosotros. Hoy la verdadera guerra no se libra en torno a las excepciones sobre la comunión de los divorciados vueltos a casar, sino sobre la ideología de género. Y en esta guerra el Papa está siendo firme y claro. Por eso y porque es el vicario de Cristo, tiene derecho a contar con nuestro apoyo y se lo vamos a dar.

El Cardenal Antonelli

 explica la "Amoris laetitia" en sentido restrictivo


catolicos-on-line, 15-10-16

El sábado 8 de octubre el cardenal Ennio Antonelli, ex presidente del Pontificio Consejo para la Familia, ha hecho público un documento titulado «Instrucciones para los confesores, en el surco de la tradición católica», en el que aborda la situación de los divorciados vueltos a casar. El pupurado recuerda que es magisterio católico en el grado más alto la doctrina de que no hay un solo mandamiento de la ley de Dios imposible de guardar.

El cardenal Antonelli explica el magisterio de la Iglesia:

He dicho que la observancia de la norma moral podría ser considerado erróneamente por la persona como algo imposible, porque en realidad, con la ayuda de la gracia de Dios, siempre es posible observar los mandamientos, también el de ser castos según la propia condición de vida.

El magisterio de la Iglesia lo enseña comprometiendo su autoridad en el grado más alto:

- “Dios no manda lo que es imposible, sino que al mandar algo te exhorta a hacer aquello que puedes, y a pedir lo que no puedes, y te ayuda para que puedas” (Concilio de Trento, DH 1536).

- “Si alguien dice que aún para el hombre justificado y constituido en gracia los mandamientos de Dios son imposibles de observar: sea anatema” (Concilio de Trento, DH 1568).

- “La observancia de la ley de Dios, en determinadas situaciones, puede ser difícil, dificilísima, pero nunca es imposible. Esta es una enseñanza constante de la tradición de la Iglesia” (San Juan Pablo II, Veritatis Splendor, 102).

Es por ello que el purpurado añade:

Para quien reza, cultiva una intensa relación personal con el Señor Jesucristo e invoca, con humildad y confianza, la ayuda de su gracia, es posible observar los mandamientos, y si es un divorciado vuelto a casar, le es posible observar la continencia sexual. 

Como consecuencia de ello, el cardenal dice que un sacerdote:

... no debe permanecer en silencio, cuando se encuentra ante la persona de un cristiano que, aún viviendo en una situación conocida públicamente de grave desorden moral, tiene la intención de recibir la sagrada comunión, sacramento de la unidad eclesial, espiritual y visible, que requiere una armonía entre la profesión de la fe y la coherencia objetiva en la forma de vida.

Y recuerda que:

Dado que las normas generales negativas obligan siempre, sin ninguna excepción, el cristiano en situación irregular está obligado ante Dios a hacer todo lo posible para salir del desorden objetivo y armonizar su comportamiento con la norma.

Puede ser que su conciencia, errónea de buena fe, no sea consciente de ello; pero el sacerdote, que le acompaña, le debe guiar con caridad y prudencia para discernir y cumplir la voluntad de Dios para él, hasta llegar a asumir una forma de vida coherente con el Evangelio.

jueves, 13 de octubre de 2016

Algunos gobernantes y políticos

santos o beatos

Santo Tomás Moro, mártir, (1478-1535), patrono de los gobernantes y de los políticos

Beato Alberto Marvelli (1918-1946), político italiano (Democracia Cristiana)

Beato Pablo Meléndez Gonzalo, mártir (1876-1936), Teniente de Alcalde

Beato Arturo Ros Montalt, mártir (1901-1936), Concejal

Beato Carlos I de Habsburgo, último Emperador del Imperio Austro-Húngaro (1887-1922)

San Luis IX, Rey de Francia (1214-1270)

San Fernando III, Rey de Castilla y León (1198-1252)

San Esteban, Rey de Hungría (969-1038)

San Vladimiro el Grande, príncipe de Kiev (956-1015)

San Wenceslao de Bohemia, mártir (c. 907-c. 935)


(Fuente: obispadodealcala.org)