lunes, 31 de marzo de 2014

Líderes católicos, ante el desafío de llevar el Evangelio a la sociedad


 (AICA): 31-3-14

Referentes de los movimientos eclesiales de representación nacional y de equipos de pastoral participaron en el campus Puerto Madero, de la UCA, del Encuentro de Líderes Laicos, organizado por el Departamento de Laicos de la Conferencia Episcopal Argentina(Deplai).

Al inicio de la jornada, que contó con unos 100 representantes venidos de diversos puntos del país, el director ejecutivo del Deplai, Justo Carbajales, dio la bienvenida a los congresistas y adelantó el temario de la jornada, en la que se trataron las iniciativas del organismo, como ser la Red de Profesionales de la Salud, la Red de Desarrollo del Niño y la Familia (Redinfa) y la campaña “Votemos Mejor”.

Luego, el arzobispo de Corrientes y presidente de la Celaf, monseñor Andrés Stanovnik OFMCap., presentó a los líderes laicos la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, que debe ser motivación para los laicos hacia la construcción de una sociedad más justa y solidaria.

El arzobispo destacó que la nota distintiva del estilo pastoral que deben adoptar los agentes pastorales debe ser la alegría, que debe abrir camino a un determino estilo evangelizador y a la pastoral en clave misionera. Observó que el gran riesgo del mundo actual es caer en la tristeza individualista y afirmó que se requiere “un cambio de mente y de actitud”, que lleva al Papa a hablar de una “pastoral de conversión”.

Monseñor Stanovnik habló de la dimensión social de la evangelización, que requiere volver a centrar la solidaridad como valor esencial de la vida en comunidad y advirtió sobre la exclusión que sufren los sectores más débiles de la sociedad.

El arzobispo de Corrientes aseguró que, para la Iglesia, en este tiempo hay tres campos de diálogo: el diálogo con los estados, el diálogo con la sociedad - con las culturas y con las ciencias-, y el diálogo con otros creyentes que no forman parte de la Iglesia católica.

“Ante un modo individualista de vivir la vida que propone el mundo, hay una crisis del compromiso comunitario. Vivimos una cultura que coloca en primer lugar lo exterior, lo inmediato, lo visible, lo rápido, lo superficial, lo provisorio. ¡Hay necesidad de evangelizar las culturas, aun las de tradición cristiana!”, aseveró el arzobispo.

Durante la jornada también disertaron el periodista Nelson Castro y el vocero del episcopado, presbítero Jorge Oesterheld, quienes intentaron presentar un panorama sobre el camino que transita la Iglesia en la Argentina y la sociedad como tal.

El resto de la jornada sirvió para trabajar las prioridades de acción, que se resumen en el plan VIFE, es decir, la promoción de la vida, la inclusión, la familia y la educación con valores. Luego, cada referente presentó las experiencias particulares para la aplicación de estos valores.

Una de las experiencias más comentadas fue la de la Red de Familias Mendocinas, que preside Manuel Martín. Esta red nuclea a decenas de agrupaciones, que recientemente realizaron una jornada de concientización y asistencia social en la peatonal de la capital provincial en coincidencia con el Día del Niño por Nacer. Allí, profesionales de distintas ramas atendieron a mujeres embarazadas y a madres en situación de vulnerabilidad.


Finalmente, la jornada concluyó con la presentación de la Red Argentina de Laicos, una propuesta abarcadora que persigue reunir el trabajo laical en el ámbito social.+ 

Sitio web

Con información sobre la beatificación y la canonización, en varios idiomas:


www.karol-wojtyla.org   


    


jueves, 27 de marzo de 2014

El estatuto de la política frente a la fe



Introducción a la lectura de “El católico en política” de Mons. Crepaldi

Stefano Fontana


Alianza Católica - Castelletto di Brenzone – 30 diciembre 2010

La cuestión de fondo que afronta el libro de Mons. Crepaldi (El católico en política. Manual para retomar el camino, Cantagalli, Siena 2010) es el estatuto de la política, qué cosa es, y cómo asume una visión metafísica de la política, que hace de fundamento epistemológico para una fundación teológica de la política. Para decirlo con Horkheimer en la “Nostalgia del totalmente otro”, pero también primero con Joseph De Maistre, la política es sobre todo y primero que todo una cuestión teológica. Este es el asunto principal del libro y sobre esto llama en causa a los católicos en política. Así las cosas en conjunto, se abre toda una serie de cuestiones de fondo. Veamos algunas.

Augusto Del Noce afirmaba que la fe cristiana presupone una metafísica y que la filosofía cristiana – o el filosofar en la fe –no es otra cosa que la explicitación de esta metafísica. Para permanecer “en la metafísica” la filosofía tiene necesidad de permanecer “en la fe”, dado que si se individua – y aquí la afinidad con Ratzinger es evidente – aparece por fuerza el “positivismo” (y con esto fideísmo porque a cuanto no resulta empíricamente “se cree”). 

Sobre el plano cultural, y entonces también sobre el plano político, el principal obstáculo a la comunicación entre los católicos y “los otros” es hoy propiamente la cuestión metafísica. Cuando el católico habla de persona, de familia, de relación, de comunidad, de bien común, de naturaleza, de alma, de vida… les entiende en sentido metafísico, mientras “los otros” no entienden todas estas cosas más en sentido metafísico. Si también los católicos, para dialogar con los otros, no les entiende más en sentido metafísico, terminarán  por fuerza con entenderles en sentido funcional y subjetivísimo, y  a ese punto habrán ya perdido la partida.

También la política debería ser entendida por el católico en tal sentido, si no hay también nada más lejano del sentir moderno. Este punto es importante para comprender el libro de Mons. Crepaldi, el cual me parece fundarse sobre el hecho que en la política se juegan significados absolutos, como se lee en otros puntos del libro.
También cuando el católico habla de “fe” la entiende en sentido metafísico. No sólo la fe presupone la metafísica sino también la metafísica presupone la fe. En la metafísica, en efecto, la fe se nos presenta disponible, propiamente como en la fe: en ella no somos nosotros a llegar a lo disponible sino es esta a irrumpir. La actitud metafísica no comporta un “hacer” sino, como dice Ratzinger en Introducción al Cristianismo, un “estar”, una disponibilidad a la Palabra que se revela, propiamente como la fe.

El libro presenta entonces la política de manera muy diversa de las opiniones corrientes, al indicar que ninguna renovación de la presencia política de los católicos será posible si primero ellos no se reapropian de esta su “tradicional” – en el sentido fuerte del término - visión de la política. 
Esta no es una ’acción que constituye la comunidad, sino presupone que la comunidad sea constituida por otro. Aquí tenemos el encuentro principal expresado por el libro: el encuentro entre una política católica que acepta plenamente el laicismo – o la madurez de la democracia como decía Dossetti -, al punto de pensar constituirse de modo autónomo, y una política católica según la cual, para decirlo con el Papa Benedicto XVI, un mundo sin Dios no es un mundo neutro, es un mundo sin Dios.

Sobre esto se consuma toda la grande cuestión del laicismo, de la democracia, de la autonomía de las realidades terrestres, a cual  el libro de Mons. Crepaldi hace mención en la bella y profunda Introducción del libro. En los decenios pasados se ha consolidado, poco a poco, una profunda y compleja orientación tensa a conducir a los católicos y adquirir la madurez de la democracia, para entenderse como la plena consistencia metafísica de lo finito respecto al infinito. 

No por caso Crepaldi cita en su Introducción tres obras de los años  Sesenta que, desde puntos de partida diversos, tienen en contradicción esta pretensión  y según él, el magisterio del Papa Benedicto XVI, sobre la huella aquella de los Pontífices precedentes, aclaró definitivamente estos equívocos, sosteniendo precisamente que un mundo sin Dios no es un mundo neutro sino un mundo sin Dios. Insisto sobre este punto porque me parece fundamental: la razón sin la fe no es neutra, sino es una razón-sin-la-fe: ella se encuentra a nivel absoluto en cuanto ve y construye el mundo “sin Dios”. Existe la absolutización de un mundo construido sobre Dios, pero hay también la absolutización de un mundo construido sin Dios. Lo mismo, naturalmente, vale también para la razón política.

Uno de los puntos más interesantes del libro es el capítulo en el que se habla de la ampliación de la razón política y las nuevas ideologías, en el cual se pueden ver las consecuencias de un lenguaje político ahora privado de la densidad metafísica. 

Cuando el Papa habla de “sostenibilidad” no usa el término en el sentido de Latouche o de los Reportes de las agencias ONU; cuando habla de “sobriedad” no la entiende en el sentido de los movimientos ecologistas y animalistas; cuando habla de “salvaguardia del creado” no lo hace en el sentido de Green Peace; cuando habla de paz no usa los slogan de la marcha Perugia-Asís. Sin embargo es evidente que los católicos frecuentemente se aplanchan sobre estas acepciones, las cuales reduciendo o excluyendo la densidad metafísica de los conceptos, terminan por borrar el verdadero significado y  no dejar espacio a un significado religioso. Sin espacio metafísico, desde el punto de vista conceptual, la religión no tiene más posibilidad de respiro. La horizontalidad del lenguaje político no esta privada de densas consecuencias negativas sobre la conducción de la política.

Como se ve, un nivel muy importante de la problemática es aquél epistemológico. Si la fe no es “conocimiento” en el verdadero sentido de la palabra, ella se unirá desde el externo al conocimiento racional, de por si autónoma: pero el conocimiento racional de por si autónomo no es para nada autónomo dado que, como hemos visto, razonar fuera de la fe es caer en el positivismo y un mundo sin Dios no es un mundo neutro sino es un mundo sin Dios. La fe entonces es destinada a ser expulsada del cuadro del saber. Hoy hay un “laicismo epistemológico” que aparece  por fuerza como “laicismo epistemológico”. El paso con que esto ocurre es precisamente consolidado: reivindicar una autonomía del plano racional respecto a aquél de la fe que, sin embargo, en realidad, es una expulsión de la fe para la vida. Todo esto tiene repercusiones políticas fundamentales.

Por esto el libro de Mons. Crepaldi dice que la presencia política de los católicos comienza primero de la política. El no quiere decir sólo – sino también, no sólo – que los seminarios, las universidades católicas, los institutos de ciencias religiosas, las comunidades diocesanas, etcétera, no forman más a la política. Esto es también verdad, pero él parece querer ir a la raíz y reconocer que la formación política no viene hecha porque a la fe no se le reconoce más – por parte de los católicos, entiendo - un significado cognoscitivo fundante; porqué se acepta la neutralidad de las cuestiones políticas desde la prospectiva de fe. 

Muchas de las intervenciones de Benedicto XVI, dedicadas a los más variados argumentos, tienen este hilo rojo:  su crítica a la absolutización del método histórico crítico, la insistencia con la cual proclama que la obra del teólogo no es nunca sólo conceptual en cuanto la fe cristiana cree en Dios Verdad y Amor, la afirmación que sólo la sabiduría que se abre al misterio es verdadero conocimiento, cuando dice que sin Dios no se tiene un verdadero conocimiento de la realidad, cuando nos explica que cosa es la Tradición: no una manipulación de los eventos históricos, sino una mayor penetración y actualización, no una deformación de las Escrituras sino una iluminación.

Ahora bien, podemos comprender la presencia en el libro del tema de los “principios no negociables”. Sobre ellos Mons. Crepaldi insiste mucho y da a los políticos también las indicaciones de comportamiento muy precisas. Sin embargo no reduce nunca estos principios a indicaciones operativas: ellos, en efecto, recuerdan al fundamento absoluto de la política que sólo la fe cristiana puede garantizar. No son la última barricada reducida, sino el punto de fuerza para “retomar” una brisa y crear un puesto para Dios en la sociedad. Podemos así también comprender como el libro trata el problema del pluralismo religioso, manteniendo vivo el “deber” - como dice la Humanae vitae – de las sociedades en las confrontaciones de la verdadera religión.

El tema del libro es entonces si la ciudad del hombre se pueda constituir adecuadamente sin la referencia a la ciudad de Dios. Se trata de la autonomía de lo temporal respecto a lo espiritual, de la naturaleza respecto a la gracia, de la política respecto a la religión. Tema fundamental para todas las épocas, pero especialmente para la nuestra, que parece haber perdido incluso el sentido mismo del problema, y no sólo de sus soluciones. 
San Agustín se pregunta las causas de la caída de Imperio Romano. Defiende a los cristianos de las acusaciones, que consulta en cambio a los paganos: El Imperio cayó a causa de los vicios que habían  sustituido las antiguas virtudes. Pero esto significa que las virtudes existían también primero del cristianismo. Nota Gilson a este propósito: él lo precisa propiamente para que no se nos engañe sobre el fin específico sobrenatural de las virtudes cristianas. Las virtudes cristianas hacen ciudadanos de otra ciudad. Pero con esto el cristianismo emite también todas las fuerzas constructivas de la sociedad terrena y no es necesario concebirse como una etapa hacia el eterno el temporal de residuos.

Por este motivo retengo que la frase más importante del libro de Mons. Crepaldi es aquella que se encuentra en la página 63, frase que por sí sola vale todo el libro: «Cuando el católico en política busca aclarar a sí mismo el problema del laicismo, pienso que debería hacerse dos preguntas: la primera es si por la construcción de una convivencia social conforme a la dignidad humana, Cristo sea sólo útil o también indispensable. La segunda es si la vida eterna así como la muerte material tengan una relación con la organización comunitaria de esta vida en la sociedad».


Curaciones por intercesión de Juan Pablo II

Ante la inminente canonización de nuestro patrono -que se realizará el 27 de abril-, reproducimos los datos de curaciones atribuidas a Juan Pablo II.



Curación de Floribeth Mora


Esta es la curación elegida para la canonización de Juan Pablo II, que tendrá lugar el 27 de abril de 2014. La protagonista es una mujer costarricense que vive en la localidad de Tres Ríos de Cartago. El pasado 18 de junio de 2013, la Comisión Teológica de la Congregación para la Causa de los Santos aprobó esta curación, como ya lo hicieran en el mes de abril los médicos que reconocieron que, de forma inexplicable, Flory –como la llaman sus familiares y amigos–superó un aneurisma cerebral cuando ya estaba desahuciada por los médicos.

La propia Flory relata así su testimonio: Todo comenzó el 8 de abril de 2011 al despertar. «Me dio un dolor de cabeza tan fuerte que pensé que me reventaría la cabeza. Le pedí a mi esposo que me llevara al hospital porque me sentía bastante mal. Cuando llegué me encontraba muy mal por los vómitos y el dolor de cabeza», relata esta mujer en un testimonio escrito por ella misma hace un año, recogido ahora por "La Razón", y confirmado a ese diario español por uno de los partícipes del milagro.

En aquella primera visita al médico, le diagnosticaron estrés y presión alta. Al comprobar a lo largo de los días posteriores que su estado de salud no mejoraba, decidió acudir a un hospital en San José, la capital de Costa Rica.

«Tras varios exámenes me dijeron que tenía un pequeño derrame de sangre en mi cerebro, luego me hicieron un TAC y descubrieron que se trataba de un aneurisma cerebral en el lado derecho».

Los médicos desistieron

De inmediato la trasladaron a otro centro, mientras los facultativos se mostraban sorprendidos por su aguante. Tras varios intentos por cerrar el goteo de sangre que sufría en su cerebro, el equipo médico que la atendía tuvo que desistir al encontrarse la dilatación en un lugar de difícil acceso.

A partir de este momento, la situación empeoró sobremanera. Tras pasar unos días en observación, las limitaciones del sistema sanitario costarricense impidieron llevar a cabo una operación.

«Se cerraban así mis posibilidad de sobrevivir a tan fatal diagnóstico», recuerda esta madre de cuatro hijos, abuela de cuatro nietos y esposa de un exoficial de la Policía nacional.

Tal era la gravedad de su situación que regresó a casa con un aviso claro a su familia: sólo le quedaba un mes de vida. Sin embargo, a pesar de la desesperación que en un primer momento les generó pensar en el desenlace de la historia, «nos llenamos de mucha fe, pero no puedo negar el miedo tan grande que sentía al ver lo que me estaba sucediendo».

Juan Pablo II, beato

No se cumplía ni un mes de aquella mañana en la que su vida se truncó, cuando tuvo lugar otro giro inesperado. El 1 de mayo de 2011, en la plaza de San Pedro, más de un millón de personas participan en la beatificación de Juan Pablo II.

Benedicto XVI proclamaba beato al Papa polaco destacando en primera persona cómo vivió la santidad de su predecesor en la sede de Pedro: «Durante 23 años pude estar cerca de él y venerar cada vez más su persona. Su profundidad espiritual y la riqueza de sus intuiciones sostenían mi servicio. El ejemplo de su oración siempre me ha impresionado y edificado: él se sumergía en el encuentro con Dios, aun en medio de las múltiples ocupaciones de su ministerio». Cuando amanecía en Costa Rica, Juan Pablo II ya había sido beatificado.

Jesús Sacramentado, en procesión

Como todos los domingos, la familia de Floribeth acudió a misa a la parroquia. Con pocas fuerzas, pero de nuevo animada por su esposo, acudieron al centro del barrio porque se estaba celebrando una procesión.

«En ese momento estaba pasando una carroza con la imagen de Jesús Sacramentado y sentí un frío en el cuerpo. Me bajé del coche y fui hasta allí».

Entonces, el sacerdote que acompañaba a la procesión declamaba una oración: «¡Oh, Señor! Hay una sanación».

La mujer se detuvo y se puso a rezar: «Le pedimos a nuestro Papa Juan Pablo que nos ayudara a pedirle a Dios que me ayudara».

Y en ese preciso instante, algo empezó a cambiar. «Salí de ese parque con la fe de que yo fui la sanada», apunta esta madre de familia que desde entonces centra las miradas de sus vecinos y amigos. A partir de ahora, de todo el orbe católico.

Reliquias del Papa en un santuario

Unos días después de aquel hecho, Floribeth, consciente de que al Santuario de la Virgen de Ujarrás –cercano a su domicilio– había recibido unas reliquias del Papa polaco, decidió acudir a rezar. «De nuevo, un milagro», apostilla.

 Se trataba de un relicario que contiene muestras de sangre de Juan Pablo II, extraídas un día antes de morir.

 Sin embargo, a pesar del esfuerzo realizado, cuando llegó ya había terminado la exposición. Aun así, el padre Dónald Solano hizo una excepción.

«Me la enseñó y la toqué. Seis meses después me hicieron otro examen en el cerebro y me indicaron que el aneurisma había desaparecido para la honra y la gloria de mi Dios», subraya esta mujer, que ha hecho posible que Juan Pablo II sea proclamado santo el 27 de abril de 2014.

El neurocirujano, sin explicación

Según publicó el jueves 20 de junio el diario «La Nación» de Costa Rica, el neurocirujano Alejandro Vargas Román, que atendió a Floribeth Mora durante su enfermedad, confirmó estos días que no encontró explicación científica a la desaparición repentina del aneurisma que padecía cuando analizaron exámenes posteriores a aquel 1 de mayo de 2011.

 Además, Vargas reveló que funcionarios de la Santa Sede le consultaron sobre los detalles del caso durante la fase diocesana del proceso de canonización, la primera antes de que los informes sean remitidos a Roma y examinados por las diferentes comisiones de la Congregación para la Causa de los Santos.

«Médicamente, en teoría, nunca les va a desaparecer un aneurisma a las personas porque es una dilatación. Científicamente, yo no tengo ninguna explicación del por qué desapareció», comenta el doctor, que vivió en primera persona lo ocurrido en el hospital Calderón Guardia.


Curación de Marco Fidel Roja

Marco Fidel RojasMarco Fidel Rojas fue alcalde de Huila. Es colombiano, sufría de Párkinson y fue curado por intercesión del Beato Juan Pablo II

Según relató el propio Marco Fidel, todo comenzó el 8 de diciembre del 2005 cuando sintió los primeros síntomas de la enfermedad. Luego de una serie de exámenes se determinó que tenía un accidente cerebrovascular. Posteriormente le indicaron que como consecuencia del infarto en el cerebro sufría de Párkinson.

Poco a poco la enfermedad fue empeorando. "En cualquier momento me podía desplomar. Varias veces me caí en la calle", indicó y relató que incluso como consecuencia de uno de estos desplomes casi es atropellado por un taxi.

Fueron pasando los años hasta que la noche del 27 de diciembre del 2010 recordó que en un viaje a Roma conoció al en entonces Papa Juan Pablo II en una Misa y que habló con él unos pocos segundos.

"Tengo un amigo en el más allá. Y tuvo Párkinson. ¿Por qué no lo había invocado antes? Venerable padre Juan Pablo II: venga y sáneme, ponga sus manos en mi cabeza", dijo esa noche en medio de su dolor.

Esa noche durmió profundamente y al día siguiente ya no tenía los síntomas de la enfermedad.

"Sí, Juan Pablo II me hizo el milagro de curarme", dijo el colombiano que ahora no duda en destinar su pensión para extender la devoción al Papa polaco comprando y regalando estampitas.

"Mi gran promesa con mi sanador, con el beato, es regar la devoción por donde vea que puedo", contó a El Tiempo. Según el diario, dijo que sería como volver a nacer si Juan Pablo II es proclamado santo gracias a su historia.

Según el diario colombiano, la sanación de Marco Fidel es certificada por "el prestigioso neurólogo Antonio Schlesinger Piedrahita", que en el certificado expedido el 26 de septiembre de 2011 señala que "actualmente encuentro al paciente en buenas condiciones de salud. Presenta temblor de reposo en manos. Resto del examen neurológico, normal".

Como se recuerda, el milagro que permitió la beatificación del Papa Juan Pablo II fue la sanación de la religiosa francesa Marie Simon-Pierre, que también padecía de Párkinson, la enfermedad que durante años padeció el extinto Pontífice.

Marie Simon PierreMarie Simon-Pierre, una hermana nacida en 1962, perteneciente a la congregación de las Hermanitas de las Maternidades Católicas, que trabaja actualmente en la maternidad de la Sainte Félicité, en el distrito número 15 de París, ha sido curada de parkinson por intercesión de Juan Pablo II.
A Marie-Simon-Pierre le diagnosticaron los trastornos neurológicos propios de esa enfermedad en junio de 2001, una enfermedad que también padeció Juan Pablo II. A continuación, podrán leer el testimonio de la Hermana Marie Simon Pierre:

<<Estaba enferma de Parkinson. Me fue diagnosticado en junio de 2001. La enfermedad me había afectado toda la parte derecha del cuerpo, causándome una serie de dificultades. Después de tres años, de una fase inicial lentamente progresiva de la enfermedad, se agravaron los síntomas, se acentuaron los temblores, la rigidez, los dolores y el insomnio.

Desde el 2 de abril de 2005, comencé a empeorar de semana en semana, me debilitaba de día en día, no conseguía escribir -soy zurda- y, si intentaba hacerlo, lo que escribía era difícilmente legible. No conseguía conducir el coche, salvo en trayectos muy breves, porque mi pierna izquierda se bloqueaba a veces durante mucho rato y la rigidez no me permitía conducir. Para desarrollar mi trabajo en el ámbito hospitalario necesitaba además siempre mucho tiempo. Estaba totalmente exhausta. Después del diagnóstico, me era difícil ver a Juan Pablo II en televisión; pero me sentía muy cercana a él en la oración, y sabía que podía entender lo que yo vivía. Admiraba su fuerza y su coraje, que me estimulaban a no rendirme y a amar este sufrimiento. Sólo el amor habría dado sentido a todo ello. Era una lucha cotidiana, pero mi único deseo era vivirla en la fe, y de aceptar con amor la voluntad del Padre.

Era la Pascua de 2005, y deseaba ver a nuestro Santo Padre en televisión, porque en mi interior sabía que sería la última vez que iba a poder hacerlo. Durante toda la mañana me preparé para aquel encuentro (él me mostraba lo que yo sería al cabo de algunos años). Era muy duro para mí, que era tan joven... Pero un imprevisto no me permitió verlo.

La tarde del 2 de abril de 2005, estaba reunida toda la comunidad para participar en la vigilia de oración en la plaza de San Pedro, transmitida en directo por la televisión francesa de la diócesis de Paría (KTO), cuando fue anunciada la muerte de Juan Pablo II se me vino el mundo encima. Había perdido al amigo que me entendía y que me daba la fuerza de seguir adelante.

Notaba en aquellos días la sensación de un gran vacío, pero sentía la certeza de su presencia viva. El 13 de mayo, fiesta de Nuestra Señora de Fátima, el Papa Benedicto XVI anunció oficialmente el comienzo de la Causa de beatificación y canonización del Siervo de Dios Juan Pablo II. A partir del 14 de mayo, las hermanas de todas las comunidades francesas y africanas de mi Congregación pidieron la intercesión de Juan Pablo II para mi curación. Rezaron incansablemente, hasta que llegó la noticia de la curación. Yo estaba de vacaciones en aquellos días. El 26 de mayo, concluido el tiempo de descanso, volví a la comunidad, totalmente exhausta a causa de la enfermedad. Si crees, verás la gloria de Dios: éste es el fragmento del evangelio de San Juan que me acompaña desde el 14 de mayo. Y el 1 de junio: «¡No puedo más! Debo luchar para mantenerme en pie y andar». El 2 de junio, por la tarde, fui a hablar con mi Superiora, para pedirle que me dispensara de toda actividad laboral. Me pidió que resistiese todavía un poco, hasta el regreso de Lourdes, en agosto, y añadió: «Juan Pablo II no ha dicho todavía la última palabra».

Seguramente, él estaba presente en aquel encuentro, que se desarrolló en la paz y en la serenidad. Luego, la Superiora me dio una estilográfica y me pidió que escribiera «Juan Pablo II». Eran las 17 horas. A duras penas, escribí «Juan Pablo II». Ante la caligrafía ilegible, permanecimos largo rato en silencio... Y la jornada prosiguió como de costumbre. Tras la oración de la tarde, a las 21 horas, pasé por mi oficina para volver después a mi habitación. Sentí el deseo de coger una estilográfica y escribir, como si alguien me dijera: «Coge tu estilográfica y escribe…». Eran las 21:30/45. La caligrafía era claramente legible, ¡sorprendente! Me tendí sobre la cama, estupefacta. Habían pasado exactamente dos meses desde el regreso de Juan Pablo II a la Casa del Padre... Me desperté a las 4:30, sorprendida de haber podido dormir. Me levanté de la cama. Mi cuerpo ya no estaba dolorido, había desaparecido la rigidez e interiormente ya no era la misma. Luego sentí una llamada interior y un fuerte impulso a caminar para ir a rezar ante el Santísimo Sacramento. Bajé a la capilla y permanecí en oración. Sentí una profunda paz y una sensación de bienestar, una experiencia demasiado grande, como un misterio, difícil de explicar con palabras.

Después, siempre ante el Santísimo Sacramento, medité los misterios de la luz, de Juan Pablo II. A las 6 de la mañana, salí para unirme a mis hermanas en la capilla, para un momento de oración, seguido de la celebración eucarística. Tenía que recorrer unos 50 metros y, en aquel instante, al caminar, me di cuenta de que mi brazo izquierdo se balanceaba, ya no estaba inmóvil a lo largo del cuerpo. Noté también una ligereza y una agilidad física desconocidas para mí desde hacía  mucho tiempo.

Durante la celebración eucarística, me sentí colmada de alegría y de paz. Era el 3 de junio, fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. Al salir de Misa, estaba segura de que estaba curada... «Mi mano ya no tiembla. Me voy de nuevo a escribir». A mediodía dejé de tomar las medicinas.

El 7 de junio, como estaba previsto, fui al neurólogo que me atendía desde hacía 4 años. Se quedó sorprendido, también él, al constatar la imprevista desaparición de todos los síntomas de la enfermedad, a pesar de que había interrumpido el tratamiento cinco días antes de la visita. Al día siguiente, la Superiora General confió a todas nuestras comunidades la acción de gracias, y toda la Congregación inició una novena de gratitud a Juan Pablo II.

He interrumpido todo tipo de tratamiento. He reanudado el trabajo con normalidad, no tengo dificultad alguna para escribir, y conduzco incluso larguísimas distancias. Me parece haber renacido; es una vida nueva, porque nada es como antes. Hoy puedo decir que el amigo que dejó nuestra tierra está ahora muy cercano a mi corazón. Ha hecho crecer en mí el deseo de la adoración del Santísimo Sacramento y el amor por la Eucaristía, que tienen un lugar de privilegio en mi vida de cada día.

Esto que el Señor me ha concedido vivir por intercesión de Juan Pablo II es un gran misterio, difícil de explicar con palabras... Pero nada es imposible para Dios. Realmente es cierto: «Si crees, verás la gloria de Dios».

Se trata del casos más impresionante de curación atribuído al difunto Papa, según declaró en Roma, Monseñor Slawomir Oder, encargado del proceso de canonización de quien se llamara Karol Wojtyla antes de ser elegido Santo Padre como Juan Pablo II en 1978.

CURACIÓN DE UN NIÑO POLACO PARALÍTICO

El cardenal de Cracovia, Stanislaw Dziwisz, secretario personal de Juan Pablo II durante más de 39 años, reveló la siguiente curación: se trata de un episodio ocurrido en 2009, unos días antes de la celebración del cuarto aniversario de su muerte. Un niño polaco de nueve años, de Danzica, enfermo de tumor, cáncer en el riñón, fue llevado en silla de ruedas porque no podía caminar', relató.

'Allí -agregó en declaraciones a la televisión italiana-, ante la tumba de Juan Pablo II, rezó y apenas salió de la Basílica de San Pedro dijo a los padres sorprendidos: yo quiero caminar, se alzó e inició a caminar'.

El también arzobispo de Cracovia (Polonia), señaló haber sido testigo personal de 'tantas gracias' a las cuales no quiso llamar milagros pero sí curaciones, sobre todo de enfermos de tumor.

CURACIÓN DE JORY AEBLY

En Cleveland, lo acontecido no fue menos extraordinario. Jory Aebly, de 26 años, sufrió una "herida letal" en la cabeza. Mal pronóstico, decían todos los médicos que le atendieron. Pero hete aquí que, según la cadena de televisión ABC, fue tener en sus manos un rosario bendecido tiempo atrás por Juan Pablo II y comenzar a sanar inexplicablemente.

CURACIÓN DEL CARDENAL FRANCESCO MARCHISANO

Durante la segunda Misa de los novendiales en sufragio del Papa Wojtyla que se tuvo en la Basílica Vaticana el sábado 9 a las 17 horas el celebrante, cardenal Arcipreste de la Patriarcal Basílica Vaticana Francesco Marchisano, afirmó haber sido curado cinco años atrás por el desaparecido Pontífice.

“Había sido operado a las carótidas y por un error de los médicos la cuerda vocal derecha había quedado paralizada, obligándome a hablar casi imperceptiblemente. El Papa me acarició el lugar de la garganta donde había sido operado diciéndome que habría rezado por mí. Después de algún tiempo volví a hablar regularmente”, expresó el Cardenal Marchisano.

Son muchísimos los tipos de milagros que se vienen atribuyendo a Juan Pablo II en estos días. Miles de historias distintas, sobretodo curaciones de enfermedades, tumores, y abundantes historias de conversiones. Las miles de cartas llegan con la frase “gracias Santidad por el milagro que me ha concedido”.

Curación de Joe Amaral

«Miré la imagen de Juan Pablo II y, simplemente, me puse de pie». La frase no tendría mayor misterio si no fuera porque el que la pronunció, Joe Amaral, era paralítico desde hacía 30 años. Feligrés asiduo de la parroquia de San Antonio de Padua, en New Bedford, arrastraba una parálisis desde su juventud. «Recuerdo verle con frecuencia con sus muletas, tratando de subir las escaleras de granito de la iglesia», explicaba su párroco, el padre Roger Landry. «Me conmovía al ver la gran fe que poseía», agrega.

Un sábado del año 2008, Amaral fue a confesarse con el sacerdote. «Algo ocurrió», rememora el feligrés. «El domingo por la mañana me desperté y me sentía diferente», explica. Físicamente se encontraba igual, «pero estaba lleno de una gran paz». «Sentí que, en ese momento, necesitaba rezarle a Juan Pablo II», añade. Cuando terminó, encendió la televisión y apareció un documental sobre el anterior pontífice. Nada más verle, sus 30 años de parálisis quedaron para el recuerdo. Fue inmediatamente a visitar a su médico. «Me puse frente a él y le entregué mis muletas. Durante cinco minutos permaneció mudo», afirma. El médico, que conocía perfectamente su historial, musitó: «No hay ninguna razón médica para explicarlo».

Curación del antiguo peluquero de Juan Pablo II

"Los médicos me dijeron que no sabían cómo había sido, pero la hernia ya no estaba"

Gianni Vecchio trabaja en una peluquería de Roma desde hace más de 50 años. Por sus manos han pasado miles de clientes, entre ellos un futuro santo. Hablando de todo y de nada, transcurrían las esporádicas visitas de Karol Wojtyla a la peluquería en la que trabajaba Gianni en los años 70, muy cerca del Vaticano.

"En una de las ocasiones le dije "Padre, tiene que saber que yo soy comunista". Él me dijo: "No pasa nada, no te preocupes. Se ve que eres una persona buena". Tenía muy buena memoria. Cuando entraba en la tienda siempre decía: "¿Cómo está mi comunista?" En otras ocasiones hablábamos de mi familia, de mis hijas".

Así comenzó una amistad sin que Gianni supiera que ese sacerdote era cardenal y uno de los papables, es decir uno de los candidatos con más posibilidades de ser Papa.

Tras la muerte de Juan Pablo I, durante la elección del nuevo Papa, Gianni estaba en la plaza de San Pedro cuando Karol Wojtyla salió al balcón de la basílica. Entonces reconoció la voz de uno de sus clientes.

"Cuando lo vi en el balcón grité: "¡Yo lo conozco, le he cortado el pelo!" Corrí a casa a contárselo a mi mujer. "¡Han elegido Papa al sacerdote al que le cortaba el pelo! Fue un día muy alegre para mí".

Durante los 27 años de pontificado, Gianni se encontró con el Papa varias veces. Pero esta amistad se hizo aún más fuerte tras el fallecimiento de Juan Pablo II.

A Gianni le dolía mucho la espalda. Los médicos le diagnosticaron una hernia de disco, una enfermedad muy dolorosa que afecta a los nervios de la espalda y de la pierna. Aunque Gianni ya estaba en el hospital para ser operado, no tuvo que pasar por el quirófano. Fue un milagro de su amigo Juan Pablo II.

"Cuando entré en el hospital vi una foto de Juan Pablo II y Madre Teresa. Estaba esperando para que me operasen al día siguiente y el médico decidió hacerme otras pruebas, otra resonancia magnética. Durante meses había sufrido dolores muy fuertes. Cuando me dieron los resultados, compararon las dos resonancias y la hernia había desaparecido".

Ni Gianni ni los médicos podían creer que la hernia hubiera desaparecido. Pero así fue, Gianni ya no sentía ningún dolor ni en la pierna ni en la espalda. Se sentía como nuevo.
"Los médicos me dijeron que no sabían cómo había sido, pero la hernia ya no estaba, había desaparecido. Que todo estaba bien y así es. Sigo perfectamente".

Gianni no ha vuelto a sentir ningún tipo de dolor relacionado con la hernia. Lo considera un milagro de su amigo Karol Wojtyla. Por eso decidió escribir su curación en una web del proceso de beatificación de Juan Pablo II.
"Un mes después me llamaron de Radio Vaticana para pedirme que testimoniara, que contara mi curación"."Tengo todos los documentos, los informes médicos. Todo. Sé que cuando lo necesiten, se pondrán en contacto conmigo para que testimonie y poder formar una comisión que investigue mi caso".

Un encuentro fortuito entre Karol Wojtyla, futuro papa Juan Pablo II, y Gianni Vecchio, peluquero comunista de Roma. Una amistad que ha cambiado la vida de Gianni para siempre.

Fuente: webcatolicodejavier.org



lunes, 24 de marzo de 2014

Encontrándonos con el Señor y contemplado anticipadamente su Gloria, sobrellevamos con paciencia las penalidades de este mundo


El apóstol san Pablo estando encarcelado en Roma escribe a su discípulo Timoteo, obispo de Éfeso, diciéndole “comparte conmigo los sufrimientos que es necesario padecer por el Evangelio” (II Tim.8b-10). Está afirmando que sus padecimientos se originan en la fidelidad a Jesús y a sus enseñanzas y, que todo discípulo de Cristo no puede esperar en este mundo más que persecución y olvido a causa de esa fidelidad al Señor y a su Palabra.

San Pablo deja estos pensamientos a Timoteo para que no se desanime en su misión, y nos ilumina también como enseñanza a cada uno de nosotros.
De este modo conocemos que a pesar de los sinsabores sufridos a causa del evangelio, no estamos solos, ya que contamos siempre con el auxilio divino, verdad ésta que Jesús devela en el monte Tabor delante de Pedro, Santiago y Juan, al transfigurarse.
En efecto, fue allí donde los apóstoles tuvieron la experiencia anticipada de lo que nos espera a todos en la vida eterna, ya que allí el Señor les mostró su gloria al modo que ellos pudieran captarla.

Fue tal el gozo experimentado que Pedro exclama: “¡Qué bien estamos aquí. Si quieres, levantaré aquí mismo tres carpas, una para Ti, otra para Moisés y otra para Elías!” (Mt. 17,1-9), evocando así la experiencia del pueblo elegido cuando en el Antiguo Testamento se comunicaba con Dios en la carpa del Encuentro.
En este encuentro personal con el Señor está la clave de lo que san Pablo le dice a Timoteo y por extensión a cada uno de nosotros, ya que sólo es posible entusiasmarse por el evangelio, darlo a conocer, y jugarse totalmente por el Hijo de Dios y  la causa de la verdad revelada, si se ha tenido un encuentro personal con Él, ya que  eso es lo que abre totalmente el corazón en la fidelidad a quien se nos manifiesta.

De allí que el tiempo de cuaresma que transitamos, es un lapso temporal propicio para encontrarnos con el Señor y conocerlo, para lo cual es necesario salir de nosotros mismos, como hizo Abraham (Gn.12, 1-4ª) que es invitado a salir de su tierra, de sus cosas, de sus proyectos, de él mismo, para transitar el camino del seguimiento de Dios y de su voluntad.
Desatado de todo impedimento y seguridades, el Patriarca se dirige hacia la meta que Dios le indica, esperando contra todas esperanza el cumplimiento de las promesas que tardan en cumplirse,  movido sólo por la obediencia de la fe, con el convencimiento de que quien lo ha llamado le mostrará el camino, la meta y la gran descendencia ofrecida.
Como sucediera con Abraham, san Pablo, también en la obediencia de la fe, y confiado sólo en quien lo ha llamado, emprende su misión.

En este marco referencial, a su vez, nosotros somos convocados a encontrarnos con el Salvador, y desde ese encuentro, poder orientarnos a los demás, confortados con las palabras de Jesús que dirigiéndose a los suyos  y a nosotros exhorta: “Levántense, no tengan miedo”, vayan al mundo, encuéntrense con todos para llevarles la verdad.
Con la experiencia de la transfiguración y cercana ya la pasión de Cristo, los discípulos son fortalecidos para soportar las pruebas, fundados en la certeza de la gloria que tenían prometida, sin quedar atrapados por el miedo y el desconcierto, sino dispuestos a transmitir la experiencia del misterio pascual a todo hombre y mujer que bien dispuestos quisieran compartirlo. De esta manera los discípulos podrán soportar su propia debilidad y las persecuciones del mundo a causa de la transmisión del evangelio, contagiando con la esperanza de la gloria a todos los que  como ellos hagan realidad el mandato del Padre: “Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo”.

El Señor, por lo tanto, nos deja la seguridad que el encuentro con Dios no es algo de lo que podemos prescindir, sino que concede verdadero sentido a nuestra existencia. De allí que encontremos siempre al apóstol san Pablo llevando la Palabra de Jesús a todos los que han descubierto que fueron llamados a la salvación y están dispuestos a aceptarla de corazón.
Cuanto más profundo es el encuentro con Jesús, más fácilmente descubrimos los obstáculos que se presentan en nuestra vida no sólo en la persecución por causa de la fe, sino también cuando grupos aparentemente religiosos buscan atraparnos en la confusión de sus enseñanzas. Precisamente en estos días un grupo, con raíces brasileñas, sedicente seguidor de apariciones y mensajes marianos, ha confundido a no pocos católicos santafesinos atrayéndolos a una pseuda confesión religiosa a todas luces sincretista, que para engañar  toman elementos de la Iglesia católica y siembran el error en los corazones, prometiendo respuestas aparentes a los problemas que muchas veces aquejan a las personas.

Cuando hemos tenido la experiencia de encontrarnos con Jesús, dentro de la Iglesia, nos resulta más fácil descubrir cuando estos “comunicadores de mensajes de la Virgen” hacen su aparición para engañar, presentándose incluso como “sacerdotes” de no sé que culto. Nuestra pertenencia a la verdadera Iglesia nos debe llevar siempre a consultar con nuestros párrocos cuando estos fenómenos se presentan, de manera de poder discernir entre la verdad y la fantasía o la seducción de nuevas modas religiosas que no buscan más que confundir y alejar de la fe, y que casi siempre  buscan copiosas ganancias dinerarias en forma de donativos para la  “pretendida” buena obra religiosa.

“Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo”, nos dice el evangelio de hoy. Pongamos en práctica esta invitación escuchando también a la Iglesia que Él ha fundado y no seremos engañados. Imitemos a Abrahán saliendo de nosotros mismos y de la búsqueda de novedades religiosas, para encaminarnos por la obediencia de la fe a dónde Dios quiere conducirnos.

Padre Ricardo B. Mazza. 

Párroco de la parroquia “San Juan Bautista”, en Santa Fe de la Vera Cruz,  Argentina. Homilía en el segundo domingo de Cuaresma, ciclo “A”. 16 de marzo de 2014.- 
http://ricardomazza.blogspot.com; ribamazza@gmail.com.-





viernes, 21 de marzo de 2014

Sacerdotes destituidos por Benedicto XVI

Mariana Morales 
Yo Influyo, 20 Mar 2014.


A propósito del ahora Obispo Emérito de Roma, cabe destacar que, de acuerdo con un documento obtenido a principios de este año por la agencia noticiosa “The Associated Press”, el entonces Papa Benedicto XVI destituyó a casi 400 sacerdotes en dos años por abusar sexualmente de niños. Estas estadísticas corresponden a los años 2011 y 2012 y son mucho más que los 170 sacerdotes destituidos entre 2008 y 2009, cuando el Vaticano reveló por primera vez detalles sobre el número de sacerdotes despedidos.



El documento fue elaborado con base en datos recolectados por la Santa Sede para defenderse ante un comité de la ONU días antes en Ginebra. El arzobispo Silvano Tomasi, embajador del Vaticano ante la ONU en Ginebra, aludió a una sola de las estadísticas en una sesión de ocho horas en la que el comité de derechos humanos de la ONU lo sometió a un intenso interrogatorio con fuertes críticas a la Iglesia católica.

Las estadísticas fueron compiladas de los propios reportes anuales del Vaticano sobre las actividades de sus distintas oficinas, incluyendo la Congregación de la Doctrina de la Fe, que maneja los casos por abuso sexual. Aunque son públicos, los reportes anuales no están disponibles de primera mano ni se venden fuera de Roma y suelen encontrarse en oficinas del Vaticano y en bibliotecas de las universidades católicas.

La propia agencia AP, al revisar los libros de referencia, observó una evolución notable en los procesos internos de la Santa Sede para emprender acciones disciplinarias contra los pedófilos desde 2001, cuando el Vaticano ordenó a los obispos que enviaran a Roma los casos de todos los sacerdotes, cuya acusación parecía verosímil, para su revisión.

El Cardenal Joseph Ratzinger mucho, antes de ser Papa, tenía presente esta problemática tan fuerte dentro de la Iglesia Católica; por ello, durante el Papado de Juan Pablo II fue introduciendo la necesidad de atender este tema tan delicado. Con esta preocupación, emprendió acciones por considerar que los obispos del mundo no estaban siguiendo la ley de la Iglesia para enjuiciar a los clérigos acusados en los tribunales católicos. Los obispos solían simplemente cambiar a los sacerdotes problemáticos de una congregación a otra en vez de someterlos a juicios canónicos o entregarlos a la policía.

Por siglos, la Iglesia ha tenido sus propios procedimientos para lidiar con curas que abusan sexualmente de niños. Pero Ratzinger impulsó normas al respecto en 2001, y sus subsecuentes reformas, según las cuales, la Congregación para la Doctrina de la Fe revisa cada caso enviado a Roma y después indica a los obispos cómo proceder ya sea emprendiendo un proceso administrativo contra el sacerdote, si la evidencia es contundente, o un juicio clerical. El sacerdote se puede defender en todo momento.

La Congregación comenzó a compilar sus cifras en 2005, cuando comienzan los reportes de Tomasi. En 2005, la Congregación autorizó a los obispos abrir juicios clericales en contra de 21 sacerdotes acusados y reportó que su corte de apelaciones había llevado dos casos. No dijo cuáles fueron las sentencias, según los reportes anuales citados por el documento.

En 2006, la cantidad de juicios canónicos que fueron autorizados por el Vaticano se duplicó a 43 y se escucharon ocho casos en apelación. Y, por primera vez, la Congregación reveló públicamente el número de casos reportados a la misma: 362, aunque esa cifra incluye un puñado de casos no relacionados con el abuso sino con delitos que infringen el derecho canónico. En 2007 se reportaron 365, casi lo mismo que el año anterior, pero de nuevo la Congregación no especificó cuántos casos eran de abuso sexual.
Funcionarios del Vaticano, sin embargo, dijeron que recibieron entre 300 a 400 casos al año a finales de la década, a raíz del aumento de casos reportados de abusos sexuales ocurridos en Estados Unidos. En 2007, 23 casos fueron enviados a las diócesis para juicio. Para 2008, el tono del Vaticano había cambiado. Ratzinger, quien ya era entonces el Papa Benedicto XVI, viajó ese año a Estados Unidos, donde el escándalo por abusos había salido a la luz pública, y es citado en el reporte anual diciendo a reporteros en su viaje que estaba "mortificado" por la dimensión del abuso y que no podía comprender "cómo podían caer los sacerdotes de esa manera".

Ese año también es destacable porque por primera vez un documento oficial del Vaticano dejó en claro que nada en el proceso de la Iglesia impedía a las víctimas reportar el abuso con la policía. Y por primera vez el Vaticano reveló el número de sacerdotes cesados: 68. Otros 191 casos nuevos fueron reportados.
En 2010 fueron miles de casos reportados en los medios de comunicación del mundo. Unos 527 casos fueron finalmente reportados a la Congregación. Ese año no se revelaron cifras de sacerdotes cesados, pero la Congregación describió nuevas leyes para removerlos más fácil y rápidamente. Para 2011 con las nuevas leyes en vigor el número de sacerdotes destituidos aumentó bastante: 260 fueron cesados en un año y 404 nuevos casos de abuso contra menores fueron reportados.

Además de los destituidos, otros 419 sacerdotes fueron sancionados por crímenes relacionados con abusos. En 2012, el último año del que se tienen cifras el número de destituciones se redujo a 124, y se reportaron 418 nuevos casos.


Como puede observarse, Benedicto XVl actuó siempre con energía y tomó medidas severas para desterrar este flagelo del seno de la Iglesia Católica.