viernes, 30 de octubre de 2015

El Cardenal Dolan asegura que el Sínodo no ha cambiado la doctrina tradicional




catolicos-on-line, 30-10-15

Timothy Dolan, cardenal y arzobispo de Nueva York, ha escrito una carta en la que explica a sus fieles su visión sobre el reciente sínodo sobre la familia celebrado en Roma. En relación a la polémica sobre el acceso a la comunión de los divorciados vueltos a casar, el purpurado estadounidense es claro. La propuesta de los padres sinodales no cambian para nada la enseñanza vigente.

El cardenal Dolan aborda directamente en su carta la actuación del sínodo ante la polémica sobre los divorciados vueltos a casar:

«Se ha dado mucha atención en la cobertura sobre el sínodo si aquellos que se han casado sacramentalmente de forma válida, divorciado y vuelto a casar civilmente, pueden recibir la Sagrada Comunión (De hecho, ese tema candente no fue tan predominante en el sínodo como en la prensa). La práctica continuada de la Iglesia -recientemente confirmada por San Juan Pablo II después del sínodo sobre la familia de 1980 y renovada por el papa Benedicto XVI después del sínodo sobre la Eucaristía del 2005-- es que no pueden mientras la segunda unión conyugal continue. Es la consecuencia necesaria de lo que Jesús enseñó sobre el divorcio y el recasamiento y de lo que el apóstol San Pabl enseño acerca de estar en estado de gracia para recibir la Sagrada Comunión. Las propuestas finales de los obispos del Sínodo no hicieron nada para alterar esa enseñanza».

El arzobispo de Nueva York destaca como una de las intervenciones más acertadas del sínodo la del cardenal Thomas Collis, arzobispo de Toronto (Canadá), que estableció como línea de actuación de la Iglesia lo que hizo Cristo con dos de sus fieles en el camino a Emaús. 

Jesús se acercó. Les acompañó con su presencia amorosa. Les preguntó acerca de su situación. Escuchó su testimonio. Les reprendió por sus errores. Les enseñó acerca de la verdad de las Escrituras. Se reveló a sí mismo en la Eucaristía. En definitiva, restauró su esperanza y los llevó a la conversión.

El cardenal, dirigiéndose a sus fieles, les hace la siguiente propuesta:

¿Puedo proponer un desafío para la Iglesia en Nueva York después del Sínodo sobre la familia?

¡Vamos a imitar plenamente Emaús!

Muchos de los desacuerdos en el sínodo sobre la pastoral familiar surgiendo de ofrecer una experiencia parcial del camino de Emaús a los que puede estar desanimados y andando en la noche. Pero un Emaús parcial no es lo que quiere Jesús para su pueblo: no es lo que los pastores de la Iglesia están llamados a ofrecer como servicio. Si solo acompañamos pero no convertimos, entonces simplemente caminamos al lado de la gente en la noche más lejos, lejos de la comunidad de fe en Jesuralén. Si solo preguntamos y escuchamos, estamos reteniendo la noticia salvadora de la salvación. Si solo reprendemos, entonces afligimos a los que ya sufren. Si solo explicamos la verdad objetiva de las Escrituras, no somos capaces de mostrar cómo es esa buena noticia para cada persona en particular. Si traemos a la gente a la Eucaristía sin primero prepararlos durante el camino para su conversión, no serán transformados por la revelación de Cristo.

jueves, 29 de octubre de 2015

Grandes cosas hizo el Señor por nosotros


 disponiéndonos a seguir sus pasos por el camino de la fe que nos ha regalado”.

P. Ricardo Mazza


En el salmo responsorial  (Ps 125, 1-6) cantábamos “Grandes cosas hizo el Señor por nosotros”, afirmación ésta que debiera permanecer en nuestro corazón a lo largo de nuestra vida, ya que desde que nacemos hasta que morimos, experimentaremos siempre que Dios hace por nosotros grandes cosas.
Precisamente la Sagrada Escritura va mostrando todos los signos del amor de Dios para con las criaturas más amadas, que  somos cada uno de nosotros, nacidos de sus manos.

Y así, el profeta Jeremías (31, 7-9) anuncia la salvación para el pueblo elegido, de modo que habiendo partido llorando al exilio, vuelve rebosante de gozo, pleno de consuelo, constituido en “resto”, es decir, pequeño grupo de elegidos por su fidelidad al Creador.
Y toda la historia de la salvación describe las maravillas que Dios hace por nosotros, y así la carta a los hebreos que proclamamos recién (5,1-6), deja bien en claro cómo los Sumos Sacerdotes del culto antiguo, fueron tomados de entre los hombres,  para el servicio de todos “a fin de ofrecer dones y sacrificios por los pecados” mostrándose indulgente “con los que pecan por ignorancia y con los descarriados porque él mismo está sujeto a la debilidad humana”. Sacerdocio que hace de puente entre Dios y los hombres, acercando al ser humano a su Creador y, mostrando a su vez el rostro misericordioso de Dios.

Con esta enseñanza, el autor de la carta a los Hebreos apunta en realidad a mostrar la plenitud del sacerdocio presente en la Persona de Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre. Sacerdocio de Cristo del que depende toda figura sacerdotal tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, para nada comparable en perfección con Aquél.
Por medio del sacerdocio de Cristo, Dios Padre concede grandes favores al ser humano, ya que el hombre es elevado a la altura de la divinidad, y Dios se abaja para encontrarse con quien ha creado por Él y para Él.

Clara expresión de esta realidad es el grito del mendigo ciego “¡Jesús hijo de David, ten piedad de mí!”, mientras  Jesús, siempre atento a las tribulaciones humanas, y ejerciendo su sacerdocio-puente entre Dios y los hombres, se allega al que clama diciendo “Llámenlo”.
En cuanto hombre, Jesús se conmueve por la miseria de este ciego, signo de la humanidad toda, y como Dios que es, le ofrece el camino de la salvación ya que “Grandes cosas hizo el Señor por nosotros”.

A su vez, una vez que  lo traen a su presencia, le pregunta: “¿Qué quieres que haga por ti?”, “Maestro, que yo pueda ver” se escucha,  hermosa súplica como respuesta doliente del que sabe de su limitación.
También nosotros podríamos repetir éste ruego confiado, “Maestro, que yo pueda ver”, ya que necesitamos ver con el corazón,  anhelamos descubrir el misterio de la misericordia divina presente en Jesús, que no pocas veces nos cuesta contemplar y entender, influenciados como estamos por un mundo inmisericorde, en el que las miserias humanas son escondidas u olvidadas fácilmente para que no lleguen a intranquilizar las conciencias de las personas.
Urge ingresar más y más en el misterio de Cristo y lo que Él significa para nosotros desde la fe, para comprender el infinito amor divino que busca siempre rescatarnos de toda miseria, especialmente la del pecado.
Pidamos el poder reconocerlo en la vida cotidiana, en la oración de cada día,  en la recepción de los sacramentos, que podamos conocerlo cuando estamos sometidos al misterio del sufrimiento, que aguzando nuestros sentidos interiores podamos reconocer en los padecimientos de los demás la presencia del mismo dolor redentor de Jesús crucificado.
Sólo Jesús puede iluminarnos con la verdad, de manera que todo se hace diáfano con su presencia, alcanzando profundidades de compresión.
El mundo con sus cosas y atractivos nos encandilan, de manera que no contemplamos la realidad y la vida misma desde la verdad plena.
En efecto, todos hemos tenido alguna vez la experiencia de ser  “encandilados”, quedando enceguecidos, aunque sea de momento, e imposibilitados de ver con nitidez lo que nos rodea y dudando de aquello que percibimos con la vista.
Pues bien, lo mismo pasa en el ámbito espiritual, cuando el pecado o la lejanía de Dios encandila al hombre de tal manera que lo deja impedido de ver con claridad lo que refiere a la verdad, al bien o a la contemplación del Creador.
La luz que proviene de Cristo, en cambio, no sólo permite descubrir y profundizar en el misterio divino, sino que posibilita una mirada nueva de todo lo existente, ya que se lo hace desde la perspectiva de la fe.
Hermanos: Estamos invitados a acercarnos a Jesús con confianza, suplicando que podamos verlo y contemplar todo desde la fe que sólo Él puede darnos, y como el ciego curado, disponernos a seguir sus pasos recorriendo el nuevo camino descubierto desde la luz que nos ha regalado el Señor.

Cura párroco de la parroquia “San Juan Bautista”, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en el domingo XXX durante el año. Ciclo B. 25 de octubre de 2015. 



miércoles, 28 de octubre de 2015

El Card. Pell sale al paso de la confusión creada tras el Sínodo


Catolicos-on-line, 28-10-15

El Cardenal australiano George Pell ha asegurado que la Relatio final del Sínodo no supone una puerta abierta para la comunión de los divorciados vueltos a casar. Sin embargo, otros padres sinodales están adoptando una postura diferente, lo cual puede provocar nuevos enfrentamientos sobre una cuestión que ha dividido y sigue dividiendo claramente a la Iglesia.

El cardenal Pell, Prefecto de la Secretaría Vaticana para la Economía, le dijo a Catholic News Service el sábado que «el texto ciertamente está siendo malinterpretado de manera significativa».

«No hay referencia alguna, tanto en el párrafo 85 como en ninguna otra parte del documento, a la comunión para los divorciados civilmente y vueltos a casar; eso es fundamental», dijo el prelado.

Sin embargo, otros padres sinodales afirman que el texto representa una apertura al discernimiento, basado en un análisis caso por caso, de la posibilidad de una absolución y posible admisión a la comunión para algunos católicos divorciados civilmente y vueltos a casar.

El cardenal Reinhard Marx, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, dijo a la prensa que la Relatio Final marca un «verdadero paso hacia adelante» en el cuidado pastoral de los divorciados y vueltos a casar civilmente.

El cardenal Andre Vingt-Trois dijo que el documento es firme cuando dice que «no puede haber regla general que se aplique igualmente» a todos los divorciados y vueltos a casar sin considerar sus situaciones personales.

El cardenal austríaco Christoph Schonborn dijo a los periodistas que la Relatio final no es un completo «sí o no» a la comunión para los divorciados vueltos a casar civilmente, sino al discernimiento cuidadoso, reconociendo que la cantidad de culpa que las diferentes personas poseen y las diferentes situaciones que las llevaron a volver a casarse varían ampliamente. Por lo tanto, las consecuencias en términos de absolución y comunión varían también, dijo.

El cardenal Pell explica que siguen vigente las enseñanzas de San Juan Pablo II

En respuesta a tales interpretaciones del texto, el cardenal Pell mantuvo que «el discernimiento al cual alienta el párrafo 85 en estos casos particulares tiene que estar basado en la completa enseñanza del Papa Juan Pablo II» y la enseñanza de la Iglesia en general.

El purpurado dijo que la mención del documento al «fuero interno», que involucra la primacía de la conciencia propia por sobre Dios para determinar si el acceso al sacramento es posible, «no puede ser usada para negar la verdad objetiva».

Cuando se le preguntó por qué el documento no dice claramente que la puerta de la comunión se encuentra cerrada para los divorciados vueltos a casar civilmente, el cardenal Pell respondió: «Pienso que es una buena pregunta, y creo que el documento sí dice eso», aunque no de manera explícita.

La prohibición del acceso a la comunión para los católicos que civilmente se han vuelto a casar, dice, «está implícita, realmente presente en el documento, aunque no tan detallada como a algunos de los padres podría gustarles».

Los párrafos de la Relatio final del Sínodo que tratan la cuestión del cuidado pastoral de los católicos vueltos a casar civilmente recibieron la mayor parte de votos negativos, pero aun así ganaron la mayoría de dos tercios necesaria.

El cardenal Pell dijo que los padres sinodales podrían haber logrado «un consenso aún más profundo con un poco más de claridad».

Los mismos miembros del Sínodo reconocen que el documento está siendo leído de manera diferente, afirmó el arzobispo de Lille, (Francia), Mons. Laurent Ulrich. Aunque ningún párrafo fue derribado en la votación final, «se mantuvieron puntos de resistencia», dijo.

Según informa Catholic Voicer, el cardenal Vincent Nichols de Westminster, Inglaterra, dijo a los periodistas que los pasos delineados en el texto para «este camino de discernimiento» están destinados a asegurar que un pastor evite «la tentación de remover la herida» mientras que el dolor y el resentimiento están «supurando».

«Este camino de discernimiento es para ayudarles a mirar todas las cosas a través de los ojos de la fe y los ojos de la Misericordia de Dios», dijo el Cardenal Nichols. El discernimiento que se viene a requerir significa que las situaciones individuales no son «pre-juzgadas».

Cuando se le preguntó si el Papa iba a resolver este tema de la Comunión y brindar una interpretación definitiva al documento, el cardenal Pell respondió que «si lo hará o no depende, supongo, del modo en que vea el documento, si lo considera suficientemente claro, y si expresa adecuadamente el pensamiento de la Iglesia».


«No quisiéramos que (el documento) nos llleve a la situación de algunas otras iglesias cristianas, donde varios temas fueron debatidos públicamente por años y años» añadió el cardenal australiano.

martes, 27 de octubre de 2015

La misa no es un espectáculo


Aica, 27 Oct 2015

 Con estas claras palabras el cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, rechazó el uso de elementos electrónicos y otro tipo de distracciones durante la sagrada Eucaristía, a veces infortunadamente por parte de los propios sacerdotes, y recordó que el santo sacrificio de la misa es un "signo del amor de Dios y el centro de la fe".

Estas afirmaciones fueron hechas durante el lanzamiento de la edición en italiano del libro “Divino Amor Encarnado”, del cardenal Raymond Burke, cuya presentación contó con la presencia del cardenal Robert Sarah. El Prefecto, señala una nota de la agencia Gaudium Press, recordó durante su intervención un infortunado suceso en una reciente eucaristía internacional, donde algunas personas estuvieron más concentradas en tomar fotografías tipo selfie con sus teléfonos celulares que en participar del sacramento, hecho evidente para los presentes en el lugar y registrado en algunas fotografías difundidas en medios de comunicación. El hecho reviste especial gravedad ya que algunos de los involucrados eran sacerdotes. “Fue vergonzoso”, dijo.

“La Eucaristía no puede ser un mero entretenimiento de los fieles, sino una participación y relación íntima con Dios”, recordó el cardenal Sarah. Este llamado sobre la profundidad del misterio de la Eucaristía concuerda con el tema del libro, dedicado a la reflexión de la última encíclica papal de San Juan Pablo II, Ecclesia de Eucharistia, y la exhortación apostólica de Benedicto XVI Sacramentum Caritatis. La identificación del sacramento de la Eucaristía como Jesucristo mismo es el tema fundamental del libro, ya que la Eucaristía es mucho más que un simple medio para obtener la gracia de Dios.


“La santa Eucaristía une a los hermanos y hermanas en Cristo en la unidad más profunda posible, más allá de cualquier vínculo meramente humano”, recuerda el autor. “La participación en el sacrificio y el banquete de la Eucaristía no es simplemente compartir una comida juntos. En cambio es compartir la comunión divina que es la única que puede traer a la humanidad la unidad y la paz”.+ 

lunes, 26 de octubre de 2015

Informe final del Sínodo


 George WEIGEL, escritor
catolicos-on-line, 26-10-15

Cargado como estaba de sociología, y no muy buena sociología, el documento de trabajo era, en más de unos cuantos puntos, difícil de reconocer como un documento de la Iglesia. El informe final es claramente un documento eclesial, un producto de la meditación de la Iglesia sobre la Palabra de Dios, entendida como la lente a través de la cual la Iglesia interpreta su experiencia contemporánea.

El documento de trabajo era bíblicamente anoréxico. El informe final es ricamente bíblico, incluso elocuentemente bíblico, como corresponde a un encuentro del Sínodo en el quincuagésimo aniversario de la conclusión del Concilio Vaticano Segundo y su Constitución Dogmática sobre la Revelación Divina, «Dei Verbum».

A veces, el documento de trabajo parecía casi avergonzado de la asentada doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio, sobre las condiciones necesarias para la recepción digna de la Sagrada Comunión, y sobre las virtudes de la castidad y fidelidad. El informe final reafirma la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio, Sagrada Comunión, y la posibilidad de vivir virtuosamente en el mundo post-moderno. Y lo hace sin reparos, incluso cuando llama a la Iglesia a una proclamación más efectiva de la verdad lo lleva como patrimonio del mismo Señor Jesús, y a un mayor cuidado pastoral de aquellos con circunstancias maritales y familiares difíciles.

El documento de trabajo silenciaba virtualmente el don de los hijos. El informe final describe a los hijos como una de las mayores bendiciones, alaba las familias grandes, tiene cuidado de honrar los niños con necesidades especiales, y eleva el testimonio de parejas casadas felices y fructíferas y a sus hijos como agentes de evangelización.

El documento de trabajo hizo una especie de discusión a fondo de la conciencia y su papel en la vida moral. El informe final hace un mucho mejor trabajo explicando lo que entiende la Iglesia de la conciencia y su relación con la verdad, rechazando la idea que la conciencia es una especie de facultad sin ataduras de la voluntad que puede funcionar como el equivalente de la carta »Queda libre de la cárcel».

El documento de trabajo estaba lleno de ambigüedades sobre la práctica pastoral y su relación con la doctrina. El informe final, aunque no está libre de algunas ambigüedades, deja claro que el cuidado pastoral debe empezar de una base de compromiso con la enseñanza asentada de la Iglesia, y que realmente no hay algo como »opción de Catolicismo local», en términos de soluciones regionales/nacionales a los desafíos o soluciones parroquia por parroquia [en el original pone patish-by-parish, no he logrado encontrar el significado del término patish, creo que es una errata y quería decir parish-by -parish]. La Iglesia continúa siendo una Iglesia.

El documento de trabajo también era ambiguo en la descripción de »familia». El informe final subraya que no es posible trazar analogías entre lo que entiende el Catolicismo por «»matrimonio» y «»familia» y otros arreglos sociales, no importa su estatuto legal.

Misericordia y verdad a veces parecían en tensión en el documento de trabajo. El informe final es mucho más desarrollado teológicamente al relacionar misericordia y verdad en Dios, y entonces inseparables de la doctrina y práctica de la Iglesia.

El documento de trabajo no era una gran cosa desde el punto de vista literario y era algo más que laborioso de digerir. El documento final es bastante elocuente en un número de puntos y enriquecerá las vidas de los que lo lean, aunque muchos quizás no estén de acuerdo con una u otra formulación.

En resumen, el informe final, aunque no sin defectos, va mucho más lejos – y a años luz más allá del «Instrumentum Laboris» - en aquello que el Papa Francisco y muchos padres Sinodiales querían hacer en este proceso de dos años: elevar y celebrar la visión Católica del matrimonio y la familia como una respuesta luminosa a la crisis de estas instituciones en el siglo veintiuno.

Trasfondo y oportunidades perdidas

El Sínodo-2015 también ha traído a la luz varios problemas serios que deben ser tratados mientras la Iglesia se mueve más allá de los Sínodos gemelos de 2014 y 2015, con el informe final del Sínodo-2015 como marco de trabajo para una reflexión adicional (y para el que sea el documento post-sinodial que el Papa Francisco eventualmente elija emitir).

El primero de estos problemas podría llamarse uno de digestión teológica y pastoral. Fue dolorosamente claro en más de unas pocas intervenciones en la asamblea general del Sínodo – y de alguno de los informes de los grupos de discusión del Sínodo basados en la lengua – que amplios sectores de la Iglesia mundial no han ni siquiera empezado a interiorizar la enseñanza de la «Familiaris Consortio» (la exhortación apostólica de 1981de Juan Pablo II que completa el trabajo del Sínodo de la Familia de 1980), mucho menos la teología del Cuerpo de Juan Pablo. Peor, algunas partes de la Iglesia Europea occidental parece que consideran cualquier referencia a este material como trillado sin esperanza, incluso si solo tiene algo más de treinta años. El entusiasmo con el que la Teología del Cuerpo fue recibida en las partes más alerta de la Iglesia en Norte América ha sido ciertamente parte de la discusión en el Sínodo-2015; pero queda mucho trabajo por hacer para que esta única perspectiva Católica sobre corporalidad, sexualidad y amor humano dé frutos pastorales en América Latina y Europa.

Todavía, quizás no sorprende que lleva tiempo arraigar la enseñanza genuina que ensancha y desarrolla la tradición Católica; estas cosas siempre llevan tiempo. Pero dada la velocidad con el que el cambio cultural (o deconstrucción cultural) está invadiendo el mundo occidental, ciertamente cabe esperar que las iglesias locales que todavía no han hecho uso de estos recursos aprieten el acelerador.

El Sínodo 2015 habría sido más honesto si hubiese sacado a la superficie el duro hecho de que el asunto de la comunión y de la conciencia a menudo funcionan como pretexto de los episcopados, normalmente desde el mundo germano-hablante, que quieren olvidar la «Humanae Vitae» y deconstruir la «Veritatis Splendor». Esas partes del Iglesia mundial nunca han perdonado a Pablo VI por reafirmar en la «Humanae Vitae», la visión clásica de los medios apropiados para regular la fertilidad. 

Tampoco han perdonado a Juan Pablo II el rechazo de la teología de la moral proporcionalista de grandes figuras teológicas alemanas como son Bernard Häring y Joseph Fuchs e insistir, en la «Veritatis Splendor», que algunos actos son, en y por ellos mismos, gravemente malos («malum in se»). Un prominente padre Sinodial del Catolicismo germano-hablante incluso fue tan lejos para sugerir, en un entrevista antes del Sínodo 2015, que siempre se podía encontrar algo bueno en todas las situaciones, que «malum in se» no tiene sentido real en nuestro mundo. (Uno inmediatamente piensa en violaciones, tortura de niños, tráfico sexual de chicas, crucifixiones y decapitaciones de Cristianos por el ISIS, y se pregunta que pasa con esta notable afirmación ).

Además del orgullo intelectual que he notado como un problema en estas luchas, uno tampoco puede dejar de preguntarse sobre una cierta ceguera de la historia. La desintegración del tejido moral de Occidente está dirigiendo, paso a paso, a lo que Benedicto XVI acertadamente llamó la «dictadura del relativismo» - el uso del poder coercitivo del estado para imponer a fondo un código moral relativístico en toda la sociedad. ¿Por qué prominentes obispos gemano-hablantes no pueden ver esto?

Otro trasfondo en los debates del Sínodo 2015 ha sido una cuestión tan vieja como la controversia entre Agustín y Pelagio – y probablemente mucho más vieja que esa: ¿Somos pecadores necesitados de redención, o somos básicamente buenas personas que pueden, por nuestros propios esfuerzos, empujarnos a nosotros mismos a la nobleza a la que aspiramos? La última opción ahora viene empaquetada como «individualismo expresivo» - el término usado por el catedrático de derecho de Notre Dame Carteer Snead, en observaciones comunicadas esta semana en «Letter to the Synod» [en www.firstthings.com], para resumir la noción post-moderna de la persona como simplemente un manojo de deseos,una voluntad corporal. Es bastante malo, como el Catedrático Snead dijo, cuando cinco jueces del Tribunal Supremo de EE.UU. creen en esto y lo usan para encontrar «»derechos» en la constitución que habrían sido inimaginables para los que la escribieron y adoptaron ese texto y sus enmiendas. Es mucho más que malo cuando uno encuentra obispos Católicos que viran en una dirección similar, equivocada, actuando bajo presiones culturales que parece que estén creando un sentido de desesperación pastoral. Aquí hay, entonces, otro asunto que necesita ser examinado seriamente en la Iglesia post-Sínodo 2015.

Finalmente, y a pesar de todas las cosas buenas del informe final, es una lástima que un Sínodo que pretendía cambiar el mundo ha acabado siendo una batalla sobre cambiar la Iglesia – o permanecer fiel a su doctrina constitutiva y forma. Esto no es, uno espera, lo que el Papa Francisco quería, pero es lo que ha ocurrido, y que en sí misma ha sido una oportunidad perdida. También sugiere que la pasión por una «Iglesia permanentemente en misión» de la cual habla el Santo Padre todavía tiene que ser comunicada a algunos sectores muy importantes de la Iglesia mundial.

Una Iglesia vuelta en sí misma no es la Iglesia de la Nueva Evangelización. Queda para los que están comprometidos con el renacimiento evangélico del Catolicismo en el siglo veintiuno enlazar la familia a la misión más estrechamente de lo que ha hecho el Sínodo 2015.



domingo, 25 de octubre de 2015

Texto final del Sínodo


catolicos-on-line, 24-12-15

Los trabajos del Sínodo de los Obispos sobre la Familia terminaron este sábado y entre los diversos puntos que aparecen en el documento final, está el de los divorciados vueltos a casar; y también el de aquellos que estando separados o habiendo llegado al divorcio han decidido permanecer fieles al vínculo del matrimonio y no están en una nueva unión.

Divorciados pero fieles al vínculo del matrimoni

Sobre estos últimos, el numeral 83, aprobado por 248 votos contra 12, señala: “el testimonio de los que incluso en condiciones difíciles no ingresan en una nueva unión, permaneciendo fieles al vínculo sacramental, merece el aprecio y el sostenimiento de parte de la Iglesia. Ella quiere mostrarles a ellos el rostro de un Dios fiel al su amor y siempre capaz de volver a darles fuerza y esperanza. Las personas separadas o divorciadas pero no vueltas a casar, que con frecuencia son testimonio de la fidelidad matrimonial, son alentadas a encontrar en la Eucaristía el alimento que los sostenga en su estado”.

Divorciados vueltos a casar

El tema de los divorciados en nueva unión aparece en el documento final bajo el subtítulo “Discernimiento e integración” y está en los numerales 84 (aprobado por 187 votos contra 72), 85 (178 a favor, 80 en contra) y 86 (190 a favor, 60 en contra).

Para ser aprobado, cada numeral debe recibir un mínimo de 177 votos, es decir el voto de dos tercios de los obispos participantes.

A continuación ACI Prensa ofrece una traducción no oficial de estos tres numerales en los que se analiza la situación de los divorciados en nueva unión en la Iglesia, se recuerda que no están excomulgados y se propone una serie de formas para acompañar a estar personas en su vida de fe.

84.- Los bautizados que están divorciados y vueltos a casar civilmente deben estar más integrados en las comunidades cristianas en los diversos modos posibles, evitando toda ocasión de escándalo. La lógica de la integración es la clave de su acompañamiento pastoral, para que no solo sepan que pertenecen al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia, sino para que puedan tener una feliz y fecunda experiencia de ella. Son bautizados, son hermanos y hermanas, el Espíritu Santo derrama en ellos dones y carismas para el bien de todos.

Su participación puede expresarse en diversos servicios eclesiales: es necesario por ello discernir cuáles de las diversas formas de exclusión actualmente practicadas en el ámbito litúrgico, pastoral, educativo e institucional pueden ser superadas. Ellos no están y no deben sentirse excomulgados, y pueden vivir y madurar como miembros vivos de la Iglesia, sintiéndola como una madre que los acoge siempre, los cuida con afecto y los alienta en el camino de la vida y del Evangelio.

Esta integración es necesaria también para el cuidado y la educación cristiana de sus hijos, que deben ser considerados los más importantes. Para la comunidad cristiana, cuidar a estas personas no es un debilitamiento de la propia fe y del testimonio acerca de la indisolubilidad matrimonial, sino que así la Iglesia expresa en este cuidado su caridad.

85.- San Juan Pablo II ha ofrecido un criterio integral que permanece como la base para la valoración de estas situaciones: “Los pastores, por amor a la verdad, están obligados a discernir bien las situaciones. En efecto, hay diferencia entre los que sinceramente se han esforzado por salvar el primer matrimonio y han sido abandonados del todo injustamente, y los que por culpa grave han destruido un matrimonio canónicamente válido. Finalmente están los que han contraído una segunda unión en vista a la educación de los hijos, y a veces están subjetivamente seguros en conciencia de que el precedente matrimonio, irreparablemente destruido, no había sido nunca válido” (Familiaris Consortio, 84).

Es entonces tarea de los presbíteros acompañar a las personas interesadas en el camino del discernimiento según la enseñanza de la Iglesia y las orientaciones del Obispo. En este proceso será útil hacer un examen de conciencia, a través de momentos de reflexión y arrepentimiento.

Los divorciados vueltos a casar deberían preguntarse cómo se han comportado con sus hijos cuando la unión conyugal entró en crisis, si hubo intentos de reconciliación, cómo está la situación del compañero abandonado, qué consecuencia tiene la nueva relación sobre el resto de la familia y la comunidad de fieles, qué ejemplo ofrece a los jóvenes que se deben preparar para el matrimonio. Una sincera reflexión puede reforzar la confianza en la misericordia de Dios que no se le niega a ninguno.

Además, no se pueden negar que en algunas circunstancias “la imputabilidad y la responsabilidad de una acción pueden quedar disminuidas e incluso suprimidas” (CCC, 1735) a causa de diversos condicionamientos. Como consecuencia, el juicio sobre una situación objetiva no debe llevar a un juicio sobre la “imputabilidad subjetiva” (Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, Declaración del 24 de junio de 2000, 2a).

En determinadas circunstancias las personas encuentran grandes dificultades para actuar de modo distinto. Por ello, mientras se sostiene una norma general, es necesario reconocer que la responsabilidad respecto a determinadas acciones o decisiones no es la misma en todos los casos.

El discernimiento pastoral, teniendo en cuenta la conciencia rectamente formada por las personas, debe hacerse cargo de estas situaciones. También las consecuencias de los actos realizados no son necesariamente las mismas en todos los casos.

86.- El recorrido de acompañamiento y discernimiento orienta a estos fieles a la toma de conciencia de su situación ante Dios. El coloquio con el sacerdote, en el fuero interno, concurre con la formación de un juicio correcto sobre lo que obstaculiza la posibilidad de una participación más plena en la vida de la Iglesia y sobre los pasos que pueden favorecerla y hacerla crecer.


Dado que en la misma ley no hay gradualidad (FC, 34), este discernimiento no podrá nunca prescindir de las exigencias de la verdad y la caridad del Evangelio propuesta por la Iglesia. Para que esto suceda, deben garantizarse las necesarias condiciones de humildad, reserva, amor a la Iglesia y a su enseñanza, en la búsqueda sincera de la voluntad de Dios y en el deseo de alcanzar una respuesta más perfecta a ella.

viernes, 23 de octubre de 2015

Los métodos de Stalin


 Santiago MARTÍN, sacerdote

catolicos-on-line, 23-10-15

Stalin, tan sanguinario y que sembró Rusia de cadáveres, incluidos algunos de sus antiguos camaradas comunistas, decía que el asesinato no era la primera arma a emplear. Primero, afirmaba, había que intentar comprar al que podía ser una molestia. Si eso no funcionaba, había que anularlo y para ello había que rebuscar en su pasado a ver si se encontraba algo vergonzoso; si era así, se aireaba y, si era de poca importancia, se exageraba; pero si no se encontraba nada, se inventaba; para Stalin, era mejor un zombi, un muerto en vida, que un cadáver. Sólo si esos dos pasos no funcionaban, se recurría al asesinato, generalmente previa tortura.

Los métodos de Stalin no se han olvidado y algunos creen que ahora van a utilizarse por parte de los que han perdido la batalla del Sínodo, sin llegar -confiemos- al extremo de sembrarlo todo de cadáveres. Aún no sabemos el contenido del documento final del Sínodo de los obispos, pero todo parece indicar que no sólo no se va a tocar la doctrina, sino que los cambios en la pastoral no pasarán de ser un acompañamiento misericordioso a los divorciados vueltos a casar, convivientes y homosexuales, que es por otro lado lo que la Iglesia siempre ha hecho. La decepción y el enfado de los que han promovido el cambio es inmensa y buscan a los responsables de su derrota para hacerles pagar un alto precio por ello.

Me consta que ha empezado la caza para decapitar a los que han defendido a Cristo y a su Iglesia del asalto de los relativistas. Un nuncio en un país latino decía esta semana que a los que se han opuesto al cambio les iban a estallar "bombas morales" entre las manos y esto ha empezado ya. Se está difundiendo vía email la acusación de violación contra un importante cardenal latinoamericano. Circula por Roma un escrito procedente de un nuncio de un país africano denigrando al cardenal Saráh. Al cardenal Pell le reabrirán una vieja acusación por un supuesto apoyo a un sacerdote pederasta hace muchos años. Los durísimos ataques al cardenal Cañizares por lo que dijo sobre los emigrantes no son una mera casualidad, sino que responden a un propósito muy concreto. Y esto no ha hecho más que empezar. Pero también los periodistas están siendo objeto de ataques, bien quitándoles la acreditación para acceder a la Sala de Prensa, bien hurgando en su pasado.


A pesar de sus cadáveres amontonados, Stalin no logró sus objetivos. Tampoco estos lo conseguirán. Podrán desacreditar a los que han estado en primera línea del combate, pero otros vendrán. La sangre de los mártires, siempre es semilla de cristianos.

Mons. Chaput pide en el Sínodo defender la unidad de la Iglesia



catolicos-on-line, 23-10-15

El arzobispo de Philadelphia, monseñor Charles Chaput, intervino en el Sínodo de los Obispos para alertar de las graves consecuencias que tendría permitir a las Conferencias Episcopales tomar decisiones en cuestiones dogmáticas o disciplinares, que pondrían en grave riesgo la unidad de la Iglesia. Ofrecemos a continuación su intervención íntegra.

El Santo Padre nos ha animado sabiamente a ser tan fraternales como sinceros al comunicar nuestros pensamientos durante este sínodo.

De igual modo que nuestros pensamientos dan forma al lenguaje que usamos, así también el lenguaje que usamos moldea nuestro pensamiento y el contenido de nuestros debates. El lenguaje impreciso conduce al pensamiento confuso, y eso a veces puede conducir a resultados infelices. Quiero compartir con ustedes dos ejemplos que deberían causarnos alguna preocupación, al menos en el mundo angloparlante.

El primer ejemplo es la palabra inclusivo. Hemos oído muchas veces que la Iglesia debería ser inclusiva. Y si por «inclusive» queremos decir una Iglesia que es paciente y humilde, misericordiosa y acogedora –entonces todos nosotros aquí estaremos de acuerdo. Pero es muy dificil incluir a aquellos que no desean ser incluidos, o insisten en serlo en sus propios términos. Por decirlo de otra forma: yo puedo invitar a alguien a mi casa, y puedo hacer mi hogar tan cálido y acogedor como sea posible. Pero la persona de fuera de mi casa debe aún elegir entrar. Si yo reconstruyo mi casa según el proyecto del visitante o extraño, mi familia tendrá que soportar el coste, y mi hogar no será más su hogar. La lección es simple. Necesitamos ser una Iglesia acogedora que ofrece refugio a cualquiera que busca honestamente a Dios. Pero necesitamos continuar siendo una Iglesia comprometida con la Palabra de Dios, fiel a la sabiduría de la Tradición cristiana, y que predica la verdad de Jesucristo.

El segundo ejemplo es la expresión unidad en la diversidad. La Iglesia es católica o universal. Tenemos que respetar las muchas diferencias en personalidad y cultura que existen entre los fieles. Pero vivimos en un tiempo de intenso cambio global, confusión y agitación. Nuestra más urgente necesidad es la unidad, y nuestro peligro más grande es la fragmentación. Hermanos, tenemos que ser muy cautelosos en delegar importantes asuntos disciplinarios y doctrinales a las conferencias episcopales regionales y nacionales –especialmente cuando la presión en esa dirección está acompañada por un espíritu implícito de autoafirmación y resistencia.


Hace cinco siglos, en un momento muy similar al nuestro, Erasmo de Rotterdam escribió que la unidad de la Iglesia es la característica concreta más importante de todas. Podemos discutir sobre lo que realmente creía Erasmo, y lo que pretendió con sus escritos. Pero no podemos discutir sobre las consecuencias cuando fue ignorada la necesidad de la unidad de la Iglesia. En los próximos días de nuestro sínodo, deberíamos recordar provechosamente la importancia de nuestra unidad, lo que la unidad requiere, y lo que supone la desunión sobre cuestiones esenciales.

jueves, 22 de octubre de 2015

Fiesta de San Juan Pablo II




Ecclesia, 22-10-15

De la Homilía de san Juan Pablo II, papa, en el inicio de su pontificado

(22 de octubre 1978: AAS 70 [1978] 945-947)

¡No tengáis miedo! ¡Abrid las puertas a Cristo!

¡Pedro vino a Roma! ¿Qué fue lo que le guió y condujo a esta Urbe, corazón del Imperio Romano, sino la obediencia a la inspiración recibida del Señor? Es posible que este pescador de Galilea no hubiera querido venir hasta aquí; que hubiera preferido quedarse allá, a orillas del Lago de Genesaret, con su barca, con sus redes. Pero guiado por el Señor, obediente a su inspiración, llegó hasta aquí.

Según una antigua tradición durante la persecución de Nerón, Pedro quería abandonar Roma. Pero el Señor intervino, le salió al encuentro. Pedro se dirigió a El preguntándole: «Quo vadis, Domine?: ¿Dónde vas, Señor?». Y el Señor le respondió enseguida: «Voy a Roma para ser crucificado por segunda vez». Pedro volvió a Roma y permaneció aquí hasta su crucifixión.

Nuestro tiempo nos invita, nos impulsa y nos obliga a mirar al Señor y a sumergirnos en una meditación humilde y devota sobre el misterio de la suprema potestad del mismo Cristo.

El que nació de María Virgen, el Hijo del carpintero – como se le consideraba –, el Hijo del Dios vivo, como confesó Pedro, vino para hacer de todos nosotros «un reino de sacerdotes».

El Concilio Vaticano II nos ha recordado el misterio de esta potestad y el hecho de que la misión de Cristo –Sacerdote, Profeta-Maestro, Rey– continúa en la Iglesia. Todos, todo el Pueblo de Dios participa de esta triple misión. Y quizás en el pasado se colocaba sobre la cabeza del Papa la tiara, esa triple corona, para expresar, por medio de tal símbolo, el designio del Señor sobre su Iglesia, es decir, que todo el orden jerárquico de la Iglesia de Cristo, toda su “sagrada potestad” ejercitada en ella no es otra cosa que el servicio, servicio que tiene un objetivo único: que todo el Pueblo de Dios participe en esta triple misión de Cristo y permanezca siempre bajo la potestad del Señor, la cual tiene su origen no en los poderes de este mundo, sino en el Padre celestial y en el misterio de la cruz y de la resurrección.

La potestad absoluta y también dulce y suave del Señor responde a lo más profundo del hombre, a sus más elevadas aspiraciones de la inteligencia, de la voluntad y del corazón. Esta potestad no habla con un lenguaje de fuerza, sino que se expresa en la caridad y en la verdad.

El nuevo Sucesor de Pedro en la Sede de Roma eleva hoy una oración fervorosa, humilde y confiada: ¡Oh Cristo! ¡Haz que yo me convierta en servidor, y lo sea, de tu única potestad! ¡Servidor de tu dulce potestad! ¡Servidor de tu potestad que no conoce ocaso! ¡Haz que yo sea un siervo! Más aún, siervo de tus siervos.

¡Hermanos y hermanas! ¡No tengáis miedo de acoger a Cristo y de aceptar su potestad!

¡Ayudad al Papa y a todos los que quieren servir a Cristo y, con la potestad de Cristo, servir al hombre y a la humanidad entera!

¡No temáis! ¡Abrid, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo! Abrid a su potestad salvadora los confines de los Estados, los sistemas económicos y los políticos, los extensos campos de la cultura. de la civilización y del desarrollo. ¡No tengáis miedo! Cristo conoce «lo que hay dentro del hombre». ¡Sólo El lo conoce!

Con frecuencia el hombre actual no sabe lo que lleva dentro, en lo profundo de su ánimo, de su corazón. Muchas veces se siente inseguro sobre el sentido de su vida en este mundo. Se siente invadido por la duda que se transforma en desesperación. Permitid, pues, – os lo ruego, os lo imploro con humildad y con confianza – permitid que Cristo hable al hombre. ¡Sólo El tiene palabras de vida, sí, de vida eterna!

Responsorio

R/. No tengáis miedo: el Redentor del hombre ha revelado el poder de la cruz y ha dado la vida por nosotros. * Abrid de par en par las puertas a Cristo.
V/. Somos llamados en la Iglesia a participar de su potestad. * Abrid.
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Oración

«Oh Dios, rico en misericordia,
que has querido que San Juan Pablo II, Papa,
guiara toda tu Iglesia, te pedimos que,
instruidos por sus enseñanzas,
nos concedas abrir confiadamente
nuestros corazones a la gracia salvadora de Cristo,
único redentor del hombre. Él, que vive y reina por

los siglos de los siglos. Amén»