jueves, 24 de julio de 2014

Doce criterios para orientar el diálogo y la reflexión sobre la Teología India



Los pueblos originarios como aportantes desde la pluralidad de culturas a "las semillas del verbo".

CELAM

Previo al V Simposio de Teología India del CELAM (San Cristóbal de las Casas, México)
---------------------
CRITERIOS PARA CONTINUAR LA REFLEXIÓN

SOBRE LA TEOLOGÍA INDIA

Del 14 al 17 de octubre de 2014, tendrá lugar en mi diócesis, San Cristóbal de Las Casas, el V Simposio de Teología India, con el tema “Revelación de Dios y Pueblos Originarios”. Se trata de un paso más en el camino de diálogo entre pastores y especialistas de la Teología India, en el camino de profundización de los contenidos doctrinales de la misma, para avanzar en su clarificación a la luz de la Palabra de Dios y del Magisterio de la Iglesia.

Después de una ardua reflexión sobre estos muchos años de camino, he querido poner por escrito algunos “criterios” básicos que, a mi parecer, se habrían de tener en cuenta, para poder proseguir con frutos en este camino de reflexión y profundización. Los ha revisado la Congregación para la Doctrina de la Fe, los ha precisado y completado, y me ha pedido que los difunda.

1. “La teología es la reflexión científica sobre la revelación divina que la Iglesia acepta como verdad salvadora universal por medio de la fe” (COMISION TEOLOGICA INTERNACIONAL, La Teología hoy, perspectivas, principios y criterios, n. 5). La inmensidad de la revelación es captada por el hombre en diferentes formas que dan lugar a múltiples teologías, todas al servicio de la única verdad de Dios. Hay una diversificación de estilos teológicos por la influencia externa de las otras ciencias y de otras circunstancias culturales. Como resultado, hoy coexisten distintas formas de pensamiento en los campos centrales de la teología católica. Hay, respecto a la práctica de la teología, una multiplicidad cada vez más creciente de temas, lugares, instituciones, intenciones, contextos e intereses, y una nueva apreciación de la pluralidad y variedad de culturas. En este variado contexto de la teología católica actual, la Teología India encuentra también su lugar, método, sujeto y objeto específico. Los pueblos indígenas no piensan en base a raciocinios especulativos, sino que su modo cultural es más simbólico, mítico, figurativo, concreto y contemplativo. Su interés fundamental es coadyuvar a una vida más digna y plena de los pueblos originarios y no tanto elaborar tratados.

2. La inspiración original de la Teología India no puede ser otra que la revelación, presente en la Sagrada Escritura y en la Tradición, interpretada con autoridad por el Magisterio eclesiástico. Y desde esta plataforma esencial, va a la búsqueda de las “Semillas del Verbo” posiblemente presentes en los mitos, ritos, símbolos, sueños y tradiciones de los pueblos originarios, que no son simples cuentos, leyendas o fábulas, sino que son acercamientos a realidades trascendentales.

3. El fundamento irrenunciable de nuestra fe católica es que hay un solo Dios creador, Padre y Señor del cosmos y de la humanidad. Hay un único Redentor de todos, Jesucristo, el Hijo eterno del Padre, quien dio la vida por nosotros, para que tengamos vida en abundancia. Hay un Espíritu Santo, que actúa de muchos modos, visibles e invisibles, en la historia de la humanidad y en el cosmos. Creemos que la revelación definitiva del plan salvífico de Dios se nos ha manifestado en Jesucristo, quien sigue vivo y actuante en los pueblos. En la Iglesia Católica subsisten todos los medios de salvación que Jesús dejó para la vida de los pueblos, “si bien fuera de su estructura se encuentran muchos elementos de santidad y verdad” (LG 8).

4. El canon de los libros revelados, del Antiguo y del Nuevo Testamento, ya ha sido fijado por el Magisterio de la Iglesia y no hay más libros que tengan el mismo valor de revelación normativa divina para la Iglesia. Muchos elementos contenidos en los libros sagrados de los pueblos indígenas podrían ser considerados como preparación al Evangelio. Labor de la Teología India es descubrir qué elementos de las culturas indígenas corresponden a esta categoría.

5. El descubrir las “Semillas del Verbo” en estas culturas, sirve para ayudar a estos pueblos a alcanzar la plenitud de la revelación en Jesucristo, único camino de vida. Por su lado, los pueblos indígenas nos pueden ayudar a tener una percepción más vivencial de la verdad divina revelada en Cristo.

6. Jesucristo es el Logos en su totalidad, el único Salvador, cuya presencia se puede descubrir en muchos elementos de las culturas de los pueblos indígenas, del modo que sólo Dios conoce, pues “cuanto hay de bueno y verdadero entre ellos, la Iglesia lo juzga como una preparación al Evangelio y otorgado por quien ilumina a todos los hombres para que al fin tengan la vida” (LG 16). Dios ha estado presente en América desde antes de la evangelización; pero esta presencia de Dios está mezclada con elementos humanos de imperfección y de pecado, como en todas las culturas. Nuestro servicio teológico y pastoral implica reconocer, valorar y difundir la sabiduría de estos pueblos, así como también elevar, purificar, llevar a su desarrollo y madurez lo que Dios sembró en ellos, siempre guiados por la Palabra de Dios.

7. Para hacer Teología India católica, así como es necesario guiarnos por la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia, también es necesario escuchar a los mismos indígenas y a los agentes de pastoral que conviven con ellos, para que expliquen a los no indígenas el por qué y el cómo de sus mitos y ritos, y así tener información confiable, antes de emitir un juicio. Un mito no puede ser propuesto a priori como “Semilla del Verbo”, sino después de un discernimiento.

8. Aunque si por su naturaleza la Teología India parece esencialmente práctica, no debe mezclarse con la pastoral de los pueblos originarios, que es competencia irrenunciable de los obispos, y que tiene sus propios objetivos y su propia metodología.

9. Podría suceder que en la interpretación de campo se encuentren ritos que se asemejen por su forma y/o contenido a los ya en uso en la Iglesia Católica. Antes de poderlos emplear en la liturgia, es necesario observar los pasos que establece la autoridad eclesiástica al respecto.

10. Es necesario mantener el proceso de discernimiento de la Teología India. Los diálogos teológicos deben avanzar en la clarificación de temas centrales de nuestra fe y su expresión en las culturas originarias, como son la Revelación, los nombres de Dios, la Creación, la Soteriología, etc., con apoyo del CELAM y la Congregación para la Doctrina de la Fe.

11.Conviene que quienes impulsan la Teología India elaboren, conforme a sus propios métodos, investigaciones sobre cómo el camino salvador de Dios se ha manifestado y está presente en las diferentes expresiones culturales de los pueblos originarios, guiados siempre por las Sagradas Escrituras y el Magisterio de la Iglesia.

12. Estos criterios son orientativos, y no cierran el camino de un diálogo teológico amplio, plural, para el mutuo enriquecimiento. La investigación teológica necesita una “adecuada libertad” para avanzar en el conocimiento de Dios y en su proyecto de salvación, con sus diversas manifestaciones en las culturas de los pueblos.

Si deseamos continuar con la reflexión, dando verdaderos pasos adelante, sin estancarnos y sin regresar a los mismos temas que quedan siempre sin la debida aclaración, es indispensable tomar muy en serio estos criterios que he descrito antes.

Sólo así la Teología India podrá encontrar su propio lugar en el concierto de las teologías católicas y podrá contribuir concretamente tanto a la Iglesia universal como a los pueblos originarios, a quienes desea acompañar y cuya sabiduría desea poner de manifiesto a la humanidad.

+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de Las Casas, México
Responsable de la Dimensión de Pastoral de la Cultura en la CEM

Coordinador del V Simposio de Teología India

La participación ciudadana




Ante la gravedad de la crisis institucional que sufre la Argentina, parece oportuno reflexionar sobre la participación ciudadana en la vida pública. Ya Aristóteles señalaba que quien se niega a actuar en sociedad, o es un semidiós o es una bestia. Y como en toda sociedad existen personas que ejercen la autoridad y dictan las normas que regirán la misma; no es razonable desentenderse del proceso que determinará quienes sean esas personas. Puesto que, como advierte Toynbee, el mayor castigo para quienes no se interesan en la política, es que serán gobernados por personas que sí se interesan.

Un ejemplo reciente de las consecuencias de la indiferencia en esta materia, se advierte en el resultado de las elecciones municipales italianas(2013). Hubo un crecimiento sin precedentes del ausentismo, que demuestra  el desánimo generalizado. Además,  el Movimiento 5 Estrellas, fundado por el comediante Beppe Grillo, perdió la mitad de los sufragios obtenidos hace pocos meses. Recordemos que este nuevo partido “antisistema” había logrado en los comicios nacionales el 25% de los votos, obteniendo  162 diputados y senadores. Finalizada la elección, Grillo se negó a cualquier acuerdo con otras fuerzas políticas, impidiendo la formación del gobierno durante dos meses, y desalentando a sus propios votantes.
Antecedente a tener en cuenta, pues no es razonable apoyar a dirigentes improvisados carentes de la formación y experiencia que requiere el manejo de la función pública; ni en Italia ni en la Argentina.

No está demás recordar las manifestaciones multitudinarias en países europeos de los indignados, movimiento espontáneo que se inspiró en un opúsculo de Stéphane Hessel (“Indignaos”), que, por cierto, no produjo ningún cambio en la difícil realidad. El mismo autor publicó otra obra (“Comprometeos”), reconociendo que la indignación y la resistencia no bastan: es necesario emprender una acción. En otras palabras, es necesario apoyar a quienes tienen vocación por la política, y la desarrollan en una actividad sistemática.

El aspecto más importante del funcionamiento de la sociedad política, es la selección de quienes ocuparán el gobierno del Estado. En el mundo contemporáneo, en todos los Estados democráticos, la selección mencionada se realiza a través de los partidos políticos. Éstos son agrupaciones de ciudadanos, que buscan apoyo social para competir por el poder y participar en la conducción del Estado. No podemos ignorar que el actual sistema de partidos merece fundadas críticas.  Lo más grave, en el caso argentino, es que la reforma de la Constitución Nacional, en 1994, les concedió a los partidos el monopolio de la representación política, lo que facilita la partidocracia: situación en que las decisiones estatales se subordinan a la conveniencia circunstancial de los dirigentes de los partidos más influyentes. Es preciso, entonces, perfeccionar el sistema para que sirva al bien común. Pero, dicho perfeccionamiento solo podrá ser logrado si existe una amplia y activa participación ciudadana.

La forma de participación en la vida cívica, que compete a todos los ciudadanos, es la de votar en las elecciones para determinar quienes serán los gobernantes. Pues bien, el voto es un derecho y un deber, que obliga en conciencia, Únicamente en casos muy graves y excepcionales, puede justificarse la abstención o el voto en blanco.
Debido a la cantidad de partidos existentes en la Argentina, es casi imposible que no se presente ningún partido, que tenga una plataforma compatible con los propios principios doctrinarios. Mucho más difícil aún es que no haya ningún candidato que reúna condiciones mínimas de capacidad y honestidad. Entonces, aunque no nos satisfaga el panorama de la política nacional, y aunque no encontremos ningún partido y ningún candidato que despierten nuestra adhesión plena, debemos practicar la antigua doctrina  del mal menor, vinculada al tópico de la tolerancia del mal. La doctrina enseña que, entre dos males, se puede elegir, o permitir, el menor.

La tolerancia al mal, es un postulado de la prudencia política. Por eso, no está de más recordar a Santo Tomás Moro,  “Patrono de los gobernantes y de los políticos”. Precisamente, en su libro “Utopía” nos ha dejado un consejo  que resume adecuadamente la doctrina del mal menor:
La imposibilidad de suprimir enseguida prácticas inmorales y corregir defectos inveterados no vale como razón para renunciar a la función pública. El piloto no abandona su nave en la tempestad, porque no puede dominar los vientos.
----------------------------------------------------------------------
Documento de Trabajo Nº 8



miércoles, 23 de julio de 2014

Divorcio y segundas nupcias



por Robert Spaemann

Observatorio Van Thuan, (Boletín n.522)  2014
(traducción hecha por Gmail)

Las estadísticas de divorcio para las sociedades occidentales modernas son catastróficas. Ellos muestran que el matrimonio ya no se considera como una nueva realidad, independiente de trascender la individualidad de los cónyuges, una realidad que, por lo menos, no puede ser disuelto por voluntad de una parte sola. Pero, ¿puede ser disuelto por el consentimiento de ambas partes, o por la voluntad de un sínodo o un Papa? La respuesta debe ser negativa, pues como el mismo Jesús declara explícitamente, el hombre no puede  separar lo que Dios mismo ha unido. Tal es la enseñanza de la Iglesia Católica.

La concepción cristiana de la vida buena afirma ser válida para todos los seres humanos. Sin embargo, incluso los discípulos de Jesús se sorprendieron por las palabras de su Maestro: ¿No sería mejor, entonces, respondieron, no casarse en absoluto? El asombro de los discípulos de relieve el contraste entre la forma de vida cristiana y de la forma de vida dominante en el mundo. Tanto si se quiere o no, la Iglesia en Occidente está en camino de convertirse en una contracultura, y su futuro ahora depende principalmente de si es capaz, como la sal de la tierra, para mantener su sabor y no ser pisoteada por hombres.

La belleza de las enseñanzas de la Iglesia puede brillar sólo cuando no son aguadas. La tentación de diluir la doctrina se refuerza en la actualidad por un hecho inquietante: los católicos se están divorciando casi tan frecuentemente como sus homólogos seculares. Algo ha ido claramente errónea. Va en contra de toda razón para pensar que todos los católicos divorciados vueltos a casar civilmente comenzaron sus primeros matrimonios firmemente convencido de su indisolubilidad y luego fundamentalmente invertido a sí mismos a lo largo del camino. Es más razonable suponer que entraron en el matrimonio sin darse cuenta claramente lo que estaban haciendo en el primer lugar: la quema de sus puentes detrás de ellos por todo el tiempo (es decir, hasta la muerte), por lo que la idea misma de un segundo matrimonio simplemente  no existe para ellos.

Lamentablemente, la Iglesia Católica no está exenta de culpa. Preparación para el matrimonio cristiano muy a menudo no se dan las parejas comprometidas una imagen clara de las implicaciones de una boda católica. Si es así, muchas parejas muy probablemente se decidirán en contra de ser casados ​​por la Iglesia. Para otros, por supuesto, una buena preparación para el matrimonio proporcionaría un impulso útil para la conversión. Hay un inmenso atractivo en la idea de que la unión de un hombre y una mujer está "escrito en las estrellas", que perdura a lo alto, y que nada puede destruirlo, tanto "en las buenas y en las malas." Esta convicción es un maravilloso y estimulante fuente de fortaleza y alegría para los cónyuges de trabajo a través de las crisis matrimoniales y tratando de dar nueva vida a su viejo amor.

En lugar de reforzar el atractivo natural e intuitivo de permanencia conyugal, muchos eclesiásticos, incluidos obispos y cardenales, prefieren recomendar, o al menos tener en cuenta, otra opción, que es una alternativa a la enseñanza de Jesús y, básicamente, una capitulación a la corriente principal secular. El remedio para el adulterio que entraña el nuevo matrimonio de los divorciados, se nos dice, ya no es ser la contrición, la renuncia y el perdón, pero el paso del tiempo y la costumbre, como si la aceptación social general y nuestra comodidad personal con nuestras decisiones y en la vida tienen un poder casi sobrenatural. Esta alquimia supuestamente transforma un concubinato adúltero que llamamos un "segundo matrimonio" en una unión aceptable para ser bendecidos por la Iglesia en nombre de Dios. Teniendo en cuenta esta lógica, por supuesto, es justo que la Iglesia bendiga las uniones homosexuales también.

Pero esta forma de pensar se basa en un profundo error. El tiempo no es creativo. Su paso no restaura la inocencia perdida. De hecho, su tendencia es siempre todo lo contrario, es decir, para aumentar la entropía. Cada instancia de orden en la naturaleza es arrebatado de las garras de la entropía y el paso del tiempo, finalmente, cae bajo su dominio una vez más. Como Anaximandro dice, "¿De dónde surgen las cosas, para que eventualmente regresan, según el tiempo señalado." Sería un error para volver a empaquetar el principio de la decadencia y la muerte como algo bueno. No debemos confundir la amortiguación progresiva del sentido del pecado con su desaparición y la liberación de nuestra continua responsabilidad por ello.

Aristóteles enseñó que hay un mal mayor en pecado habitual que en un mismo lapso acompañado por el aguijón del remordimiento. El adulterio es un ejemplo de ello, sobre todo cuando se lleva a la nueva, legalmente sancionado acuerdos de "nuevo matrimonio"-que son casi imposibles de deshacer sin gran dolor y esfuerzo. Tomás de Aquino usa los perplexitas plazo para caracterizar los casos como estos. Son situaciones de las que no hay escape que no incurre en la culpa de un tipo u otro. Incluso un solo acto de infidelidad enreda el adúltero con perplejidad: ¿Debía confesar su título de propiedad de su cónyuge, o no? Si él confiesa, él podría salvar el matrimonio y, en todo caso, él evita una mentira que eventualmente destruir la confianza mutua. Por otra parte, una confesión podría suponer una amenaza aún mayor para el matrimonio que el propio pecado (que es la razón por sacerdotes a menudo penitentes consejo contra revelar la infidelidad de sus cónyuges). Tenga en cuenta, por cierto, que Santo Tomás enseña que nunca nos tropezamos en perplexitas sin un cierto grado de culpa personal y que Dios permite esto como un castigo por el pecado que al principio nos dejó el camino equivocado.

Para destacar por nuestros hermanos cristianos en medio de las perplexitas de nuevo matrimonio, para mostrarles empatía y asegurarles la solidaridad de la comunidad, es una obra de misericordia. Pero  admitirlos a la comunión sin contrición y regularizar su situación sería una ofensa contra el Santísimo Sacramento y uno más entre los muchos que se han comprometido hoy. La instrucción de Pablo sobre la Eucaristía en Primera de Corintios culmina en una advertencia contra la recepción indigna del cuerpo de Cristo: El que come y bebe indignamente, come y bebe su propia condenación. ¿Por qué los reformadores litúrgicos golpean estos versos decisivos de la segunda lectura de la Misa del Jueves Santo y Corpus Christi, de todos los banquetes? Cuando toda la congregación se pone de pie para recibir la comunión domingo tras domingo, uno tiene que preguntarse: ¿Los parroquias católicas ahora consisten exclusivamente de los santos?

Pero todavía hay un último punto, que con todo derecho debe ser el primero. La Iglesia admite que manejó el abuso sexual de menores de edad sin la suficiente atención a las víctimas. El mismo patrón se repite aquí. ¿Alguien siquiera se menciona a las víctimas? ¿Alguien está hablando de la mujer cuyo marido ella y sus cuatro hijos ha abandonado? Ella podría estar dispuesto a llevarlo de regreso, aunque sólo sea para garantizar que los niños dispongan de, pero él tiene una nueva familia y no tiene intención de regresar.

Mientras tanto, el tiempo pasa. El adúltero le gustaría recibir la comunión de nuevo. Él está dispuesto a confesar su culpa, pero él no está dispuesto a pagar el precio, es decir, una vida de continencia. La mujer abandonada se ve obligado a mirar mientras la Iglesia acepta y bendice la nueva unión. Como para colmo de males, su abandono recibe un sello de aprobación eclesiástica. Sería más honesto para sustituir "hasta que la muerte los separe" por "hasta que el amor de uno de ustedes se enfría", una fórmula que ya está siendo recomendada en serio. Para hablar aquí de una "liturgia de la bendición", más que de un nuevo matrimonio ante el altar es un truco engañoso de la mano que simplemente lanza polvo a los ojos de la gente.


Robert Spaemann es profesor emérito de filosofía en la Universidad de Munich.

Equipo de la Cátedra


lunes, 21 de julio de 2014

La paciencia como virtud del Reino

  


Alocución de monseñor José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz (19 de julio de 2014)

Aica, 21-7-14

La paciencia es una virtud que tiene mala prensa. Valoramos lo inmediato, lo que no hay que esperar. Tal vez esto encuentre algún justificativo en una cultura del zapping, o el deseo de quedarnos rápidamente con lo que nos gusta. Sin embargo, cuando buscamos el resultado de un proyecto llamado a realizarse en el tiempo comenzamos a valorar la espera, que es una manera de sabiduría. El evangelio de este domingo nos habla de la cizaña que va creciendo junto al buen trigo, y nos muestra el deseo normal de los trabajadores de arrancarla inmediatamente, pero el Señor les dice: "No, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo" (Mt, 13, 29). Se que no es fácil acostumbrarnos a convivir con lo imperfecto, quisiéramos quedarnos sólo con lo que es perfecto, sin embargo, ello también forma parte de una realidad en nuestro caminar que debemos asumir y transformar.

La paciencia es virtud, incluso es parte de la virtud de la fortaleza, cuando se la vive en el marco de un proyecto de vida. La urgencia, la ansiedad o inmediatez, cuántas veces denota la falta de un camino que de sentido a la espera. Diría que él que ha encontrado un camino, un objetivo, es paciente, porque sabe a dónde va. Esto vale tanto para la vida personal, espiritual o familiar, como social y política. Si no hay un mañana que nos abre a un ideal que nos compromete, la paciencia pierde su sentido. Cuando Jesucristo define la "carta fundamental" del Reino de Dios en el Sermón de la Montaña, nos dice: "Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia" (Mt. 5, 4). No se trata de pasividad o resignación ante el mal, sino de una actitud o estilo de vida nuevo y exigente, que se funda en la fe que da sentido a nuestras vidas dentro del Plan de Dios, y en el amor que nos hace testigos y protagonistas de mundo nuevo. Fe y amor se convierten desde Jesucristo en la fuente y el modelo de la paciencia cristiana.

Cuando uno ve en la historia de la Iglesia esas grandes obras de caridad que llevaron adelante personas frágiles, pero dotadas de este espíritu de las Bienaventuranzas, comprende lo que es la santidad como presencia de un estilo nuevo de vida al que somos llamados como un ideal al que no siempre alcanzamos, es cierto, pero qué importante es tenerlo y vivir con la certeza de una verdad que nos da sentido y plenitud. Jesucristo no nos predica una utopía inalcanzable sino una vida  real y posible. Los santos dan testimonio de esta verdad del Evangelio. En este caminar junto a lo imperfecto, ellos han sabido esperar. A ellos los veo como testigos de aquella actitud de Jesucristo de la que san Pedro hizo el mayor elogio, cuando dijo: "Pasó haciendo el bien" (Hech. 10, 38), es decir, fue curando, elevando y transformado esa realidad herida y postergada. Podemos concluir diciendo, el Señor fue paciente e incluso cargó la cruz.

Reciban de su obispo, junto a mi afecto y oraciones, mi bendición en el Señor.


Mons. José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz

jueves, 17 de julio de 2014

La educación católica y su aporte sustancial en la Argentina



Reflexión de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata,
en el programa "Claves para un Mundo Mejor" 
(12 de junio de 2014)

“Para mi es un gusto, cada semana, encontrarme con ustedes en “Claves”, porque pienso que del otro lado de la cámara, frente a la pantalla, están ustedes, a los que ya considero amigos. Hoy quiero hablarles de algo que es un problema argentino muy serio: la educación.

Seguramente habrán leído u oído que, en la actualidad muchos expertos hablan de una grave decadencia de la educación argentina en su conjunto. No parece una exageración; es una verdad indiscutible.

Ahora bien: ¿cuáles son las soluciones? Yo no quiero referirme a eso ahora; además, estrictamente hablando no es mi competencia. Pero sí quiero referirme a los problemas que hoy afectan a la educación católica, los problemas que tenemos en nuestros colegios.

Un colegio es el receptor de toda la problemática de la sociedad, especialmente de las familias, aunque en nuestro caso, en nuestras escuelas, tratamos de mantener un diálogo lo mejor posible con las familias y de ayudar a los chicos en un sentido integral. ¡Ese es el problema que hoy afecta a muchos ámbitos educativos: una educación integral!.

A propósito de la formación integral que deseamos ofrecer en nuestras escuelas, me preocupa, entre otras cosas, la presión que desde el Estado se ejerce acerca de los contenidos, los diseños curriculares, los contenidos curriculares de diversas materias que se han impuesto recientemente, como “Salud y Adolescencia”, “Educación Sexual”, “Construcción de Ciudadanía”.

El Estado pretende que nosotros, en el subsistema educativo de la Iglesia, introduzcamos una orientación ideológica en muchos aspectos contraria a la visión cristiana del hombre y del mundo, de la moral que, siguiendo al Evangelio, la Iglesia nos enseña.

En la Provincia de Buenos Aires, especialmente, he hablado sobre este problema con las autoridades, creo haber encontrado en ellas comprensión. La Constitución de la Provincia de Buenos Aires, que ha sido sancionada en 1994, dice que los chicos bonaerenses deberán recibir una educación integral, con sentido trascendente y según los principios de la moral cristiana, respetando la libertad de conciencia. Pero esta definición no suele ser tenida en cuenta, y los problemas no se revuelven. Además, muchas de las disposiciones que el Gobierno Nacional establece, pasando por sobre la jurisdicción provincial, son anticonstitucionales y menoscaban la libertad de la Iglesia, y la libertad de enseñanza.

Por otra parte, ustedes saben que el Estado en distintas jurisdicciones, hace aportes a la educación católica, como a otras escuelas privadas. Esos aportes son de 40%, 60%, 80% o 100% del costo de la planta funcional, es decir los directivos y los docentes. Yo le decía a las autoridades provinciales: si en lugar del 100%, todos nuestros colegios recibieran el 150% de esos aportes, nuestros colegios serían gratuitos, no tendrían que cobrar ninguna cuota y por añadidura el Gobierno Provincial ahorraría plata, porque les saldría mucho más barato que todas sus escuelas juntas.

Desde la Iglesia estamos ofreciendo un servicio, el mejor posible, a la sociedad argentina, en este momento en que el conjunto de la educación es objeto de críticas muy severas por parte de aquellos que entienden de estas cosas.

En el caso nuestro, la Arquidiócesis de La Plata, estamos promoviendo la creación de colegios en la periferia, en los barrios más pobres, donde a veces hay pocas escuelas estatales o éstas dejan tanto que desear y los padres de familia nos reclaman que nosotros nos lancemos a afrontar las dificultades y riesgo que implica abrir nuevas escuelas.

Quería comentarles esto, para que ustedes recen por la educación cristiana, para que podamos ofrecer a la sociedad Argentina de hoy, tan agobiada por diversos problemas, un aporte que sea verdaderamente sustancial.



miércoles, 16 de julio de 2014

Mi palabra no vuelve a mí estéril, sino que cumple la misión que le encomiendo, dice el Señor



 Homilía en el domingo XV durante el año. Ciclo A. 13 de julio de 2014.

P. Ricardo Mazza

Por medio  de su Palabra, Dios crea el mundo de la nada, colocando toda la creación al servicio del hombre, la creatura más amada por el hecho de ser “su imagen y semejanza”. Pero por envidia del maligno entró el pecado, de modo que “la creación espera ansiosamente” verse liberada ya que “ella quedó sujeta a la vanidad, no voluntariamente, sino por causa de quien la sometió, pero conservando una esperanza” la de ser “liberada de la esclavitud de la corrupción para participar de la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que la creación entera, hasta el presente, gime y sufre dolores de parto. Y no sólo ella, también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente anhelando la plena realización de nuestra filiación adoptiva, la redención de nuestros cuerpo” (Rom. 8, 18-23).
En su benevolencia, Dios mismo envía a su Hijo, su Palabra, para que hecho hombre, ingrese en la historia humana para mostrarnos el camino de la liberación de toda esclavitud, y así llegar a  “la plena realización de nuestra filiación adoptiva”.
Para realizar  la salvación de todo hombre que viene a este mundo, y como Palabra del Padre, Cristo se hace presente en nuestro devenir, sembrando su Verdad en la tierra de nuestro corazón, fecundándolo y haciéndolo capaz de abundantes frutos, como la lluvia que cae en la tierra (cf. Is. 55,10-11), necesitando, eso sí, la respuesta libre de cada uno de nosotros, es decir, una tierra preparada y apta para recibir la semilla de la palabra divina.

La manifestación de esta experiencia de un Dios que quiere sacarnos del estado de postración que nos hace gemir interiormente deseando “la gloriosa libertad de los hijos de Dios”, y la diversa respuesta humana que se suscita, aparece reflejada en  la liturgia de este domingo por medio de la parábola del sembrador (Mt. 13, 1-23).
El sembrador es Jesús, la semilla es la Palabra de Dios, los destinatarios son todos los hombres que dan respuestas diferentes a la propuesta de salvación, de manera que “se perdieron tres partes, y una sola se salvó” (s. Juan Crisóstomo, homilía 46), siendo responsable de la pérdida de la mayor parte de la siembra, no el sembrador, “sino la tierra  que la recibe, es decir, el alma; porque el sembrador al cumplir su misión no distingue al rico ni al pobre, ni al sabio ni al ignorante, sino que habla indistintamente a todos, en la previsión de los que había de resultar” (hom. 45).
En el texto del evangelio de referencia, Jesús, antes de explicar la parábola, afirma que “a quien tiene se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aún lo que tiene”, significando que a quien tiene el deseo de convertirse y unirse al Señor, se le otorgarán en abundancia los dones divinos, mientras que a quien no lo mueve el deseo de ser mejor, y por lo tanto no pone de su parte cuanto puede para conseguirlos, no le serán facilitados los beneficios que la Providencia divina le tenía reservados.

Las semillas que caen en el borde del camino y son devoradas por los pájaros, refiere a la situación de tantos incrédulos o  cristianos que escuchan la palabra pero ésta les resbala, sin que nunca les llegue algo de lo que Dios comunica. Están instalados en sus ideologías y pensamientos mundanos, se sienten cómodos en su vida y la Palabra no consigue cambiarlos para nada.
En los pecados personales estas personas no se dan por aludidas, aceptan y promueven los criterios demoledores del mundo acerca del matrimonio, la familia, la honestidad de costumbres, directamente contrarían personalmente los mandamientos de Dios promoviendo su aniquilación en la sociedad, aplaudiendo siempre todo lo que denigra al ser humano. Tratan de justificarse con mil razones falsas en lo personal, o distinguen siempre entre lo que pertenece al campo de lo privado y lo público, favoreciendo en este último ámbito la realización del mal.
En ellos se cumplen las palabras del profeta Isaías que Jesús cita en el texto de la parábola afirmando que “Por más que oigan, no comprenderán, porque el corazón…se ha endurecido, se han tapado sus oídos y han cerrado sus ojos, por temor de que sus ojos vean, que sus oídos oigan, que su corazón comprenda, que se conviertan, y que yo los cure”.

Las semillas que cayeron en terreno pedregoso que crecen enseguida, pero que por falta de tierra son quemadas por el sol y se secan, corresponden a quienes reciben con alegría la palabra del Señor, pero al carecer  de profundidad su decisión, abandonan los buenos propósitos a causa de las dificultades, ya que son inconstantes.
La historia humana está colmada de esta tipología de la inconstancia, por la que son muchos los que se entusiasman en un retiro o por algo que los impactó, o pretenden andar bien con Dios y con el diablo, y cuando surgen las pruebas reniegan de lo que creían, o por respeto humano prefieren seguir el aplauso del mundo haciendo caso omiso a la fidelidad a Dios.
Son los que abandonan las obras e instituciones de la Iglesia cuando no se comparten sus criterios “iluminados o providencialistas”,  o se cansan  de “ser fieles” a la obra del Señor a través del tiempo.

Otra parte de semillas caen entre espinas y son ahogadas impidiéndoles crecer. Escuchan la palabra pero las preocupaciones del mundo son tan “ruidosas” que no la perciben en toda su magnitud.
Son los hombres que por la abundancia de bienes o de poder, no pueden oír el sonido salvador de la palabra de Dios; los que agobiados por tantas ocupaciones carecen de tiempo para entregarse a lo que verdaderamente importa; los que justifican su mala vida censurando los mismos pecados presentes en la Iglesia; los que están tan llenos de sí, de vanidad y de falsos conceptos que no atribuyen importancia alguna a la revelación divina.
Para todos estos, pasarla bien y gozar de la vida son sus metas centrales; la despreocupación por el más allá su estandarte; la desesperación su fin obligado, aunque no deseado.

Por último, las semillas que cayeron en tierra fértil produciendo fruto diverso, refieren a los que deseosos de encontrarse con Cristo, abren sus corazones a su misericordia infinita, ávidos de seguir sus enseñanzas.
Se trata, como dice san Remigio, de “la conciencia fiel de los elegidos o el alma de los santos que reciben con gozo y con deseo, y con devoción del corazón  la palabra de Dios y la conservan varonilmente en la prosperidad y en la adversidad, y produce frutos”.
Queridos hermanos, por medio de esta parábola, Jesús muestra nuestras posibilidades de elección ante los dones que se nos ofrecen.

Ante ello, ¿Cuál será nuestra respuesta? ¿Dejaremos de entregarnos a su mensaje porque nos domina la inconstancia? ¿Seguiremos siendo superficiales dejando que las cosas nos ahoguen y dominen profundizando nuestra esclavitud a lo efímero?, ¿Nos entusiasmaremos  por Jesús durante un tiempo para luego abandonarlo?
Pidamos al Señor prepare nuestro corazón, la tierra de nuestro interior, que nos ilumine con su Palabra y, nos fortifique con el regalo de la Eucaristía.


Padre Ricardo B. Mazza. Cura párroco de la parroquia “San Juan Bautista”, en Santa Fe de la Vera Cruz.

 Homilía en el domingo XV durante el año. Ciclo A. 13 de julio de 2014. 

sábado, 12 de julio de 2014

Actividad de la Cátedra



PROGRAMA DE REFLEXIÓN CÍVICA

Objetivo: analizar entre todos los asistentes, aspectos importantes de la realidad argentina, a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia.

El próximo encuentro se realizará el sábado 2 de agosto, desde las 10 horas. En esa oportunidad, se analizará el tema:

Participación de los católicos en la vida pública
---------------------------------------------------------------------------------
“Involucrarse en la política es una obligación para un cristiano. Debemos mezclarnos en la política porque es una de las formas más altas de la caridad”. Papa Francisco
---------------------------------------------------------------------------------

Coordinador: Dr. Mario Meneghini

Asesor: P. José Cuesta sdb

Av. Colón 1067


Informes: catedrajuanpablo@gmail.com

viernes, 11 de julio de 2014

Mensaje para la Jornada Mundial de Turismo



TURISMO EN ARMONÍA CON LAS COMUNIDADES QUE LO ACOGEN

Ciudad del Vaticano, 11 julio 2014 (VIS).-

El Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes publica hoy el Mensaje con ocasión de la Jornada Mundial del Turismo 2014 que, promovida por la Organización Mundial del Turismo (OMT), se celebra el 27 de septiembre y cuyo lema es esta vez Turismo y desarrollo comunitario. Firman el documento el cardenal Antonio Maria Vegliò y el obispo Joseph Kalathiparambil, respectivamente presidente y secretario de ese dicasterio.


''Siendo conscientes de la importancia social y económica que el turismo tiene en el momento actual - se lee en el texto- la Santa Sede desea acompañar este fenómeno desde el ámbito que le es propio, singularmente en el contexto de la evangelización''

En su Código Ético Mundial, la OMT afirma que ésta ha de ser una actividad beneficiosa para las comunidades de destino: Las poblaciones y comunidades locales se asociarán a las actividades turísticas y tendrán una participación equitativa en los beneficios económicos, sociales y culturales que reporten, especialmente en la creación directa e indirecta de empleo a que den lugar. Es decir, pide instaurar entre ambas realidades una relación recíproca, que lleve a un enriquecimiento mutuo.

La noción de desarrollo comunitario está muy vinculada con un concepto más amplio que forma parte de la doctrina social de la Iglesia, el de desarrollo integral. Desde este segundo queremos leer e interpretar el primero. Al respecto, son iluminadoras las palabras del papa Pablo VI, quien en la encíclica Populorum progressio afirmaba que el desarrollo no se reduce al simple crecimiento económico. Para ser auténtico debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a todo el hombre?.

¿Cómo el turismo puede contribuir a dicho desarrollo? Con ese fin, el desarrollo integral y, por tanto, el desarrollo comunitario en el ámbito del turismo deben dirigirse hacia la consecución de un progreso equilibrado que sea sostenible y respetuoso en tres ámbitos: económico, social y ambiental, entendiendo como tal tanto el entorno ecológico como el contexto cultural.

El turismo es un motor fundamental del desarrollo económico, por su importante contribución al PIB (entre un 3% y un 5% a nivel mundial), al empleo (entre el 7% y el 8% de los puestos de trabajo) y a las exportaciones (el 30% de las exportaciones mundiales de servicios).

En el momento presente, en que se observa una diversificación de los destinos, cualquier lugar del planeta se convierte en una potencial meta. Por ello, el sector turístico aparece como una de las opciones más viables y sostenibles para reducir el nivel de pobreza de las áreas más deprimidas. Si se desarrolla adecuadamente, puede ser un instrumento precioso de progreso, de creación de empleo, de desarrollo de infraestructuras y de crecimiento económico.

Siendo conscientes, como ha señalado el papa Francisco, de que la dignidad del hombre está vinculada al trabajo, se nos pide afrontar el problema de la desocupación con los instrumentos de la creatividad y la solidaridad. En esa línea, el turismo aparece como uno de los sectores con mayor capacidad para generar un tipo de empleo creativo, diversificado y del que con mayor facilidad pueden beneficiarse los colectivos más desfavorecidos, entre los que se encuentran las mujeres, los jóvenes o ciertas minorías étnicas.

Es ineludible que las ganancias económicas del turismo lleguen a todos los sectores de la sociedad local, con un impacto directo en las familias, al tiempo que se deben aprovechar al máximo los recursos humanos locales. También es fundamental que los beneficios se obtengan siguiendo unos criterios éticos, que sean respetuosos, en primer lugar, con las personas, tanto a nivel comunitario como con cada una de ellas, y huyendo de ?una concepción economicista de la sociedad, que busca el beneficio egoísta, al margen de los parámetros de la justicia social?. Nadie puede construir su prosperidad a expensas de los demás.

Los beneficios de un turismo a favor del desarrollo comunitario no pueden reducirse exclusivamente a lo económico, sino que tiene otras dimensiones de igual o mayor importancia. Entre ellas se encuentran el enriquecimiento cultural, la oportunidad de encuentro humano, el generar bienes relacionales, el favorecer el respeto mutuo y la tolerancia, el promover la colaboración entre las entidades públicas y privadas, el potenciar el tejido social y asociativo, el mejorar las condiciones sociales de la comunidad, el suscitar un desarrollo económico y social sostenibles, y el promover la capacitación de jóvenes que lo ven como una dedicación laboral, por citar algunas.

El desarrollo turístico exige que la comunidad local sea su protagonista principal, que lo asuma como propio, y que los agentes sociales, institucionales y ciudadanos tengan una presencia activa. Será importante que se generen oportunas estructuras de participación y coordinación, favoreciendo el diálogo, asumiendo compromisos, complementando esfuerzos y determinando objetivos comunes y soluciones consensuadas. No se trata de hacer algo para la comunidad, sino con la comunidad.

Además, el destino turístico no es únicamente un hermoso paisaje o una confortable infraestructura, sino que es, en primer lugar, una comunidad local, con su entorno físico y su cultura. Es necesario promover un turismo que se desarrolle en armonía con la comunidad que las acoge, con su medio ambiente, con sus formas tradicionales y culturales, con su patrimonio y sus estilos de vida. Y en este encuentro respetuoso, se puede establecer un diálogo enriquecedor entre la población local y los visitantes que fomente la tolerancia, el respeto y la mutua comprensión.

La comunidad local debe saberse llamada a custodiar su patrimonio natural y cultural, conociéndolo, sintiéndose orgullosa de él, respetándolo y revalorizándolo, de modo que pueda compartirlo con los turistas y transmitirlo a las generaciones futuras.

También los cristianos de ese lugar deben ser capaces de mostrar su arte, sus tradiciones, su historia, sus valores morales y espirituales, pero sobre todo la fe que se sitúa en el origen de todo ello y que le da sentido.

En este camino hacia un desarrollo integral y comunitario, la Iglesia, experta en humanidad, desea colaborar ofreciendo su visión cristiana del desarrollo, proponiendo ?lo que ella posee como propio: una visión global del hombre y de la humanidad.

Desde nuestra fe, podemos ofrecer el sentido de persona, de comunidad y de fraternidad, de solidaridad, de búsqueda de la justicia, de sabernos custodios (y no propietarios) de la creación y, bajo la acción del Espíritu, seguir colaborando con la obra de Cristo.

Siguiendo cuanto nos pedía el Papa Benedicto XVI a quienes trabajamos en la pastoral del turismo, deberemos acrecentar nuestros esfuerzos con el fin de iluminar este fenómeno con la doctrina social de la Iglesia, promoviendo una cultura del turismo ético y responsable, de modo que llegue a ser respetuoso con la dignidad de las personas y de los pueblos, accesible a todos, justo, sostenible y ecológico.

Con gozo contemplamos cómo en diversas partes del mundo la Iglesia ha reconocido las posibilidades que ofrece el sector turístico y ha puesto en marcha proyectos sencillos pero efectivos.

Son cada vez más numerosas las asociaciones cristianas que organizan viajes de turismo responsable hacia zonas en desarrollo así como aquellas que promueven el llamado turismo solidario o de voluntariado, que aprovecha el tiempo de vacaciones para colaborar en algún proyecto de cooperación, en países en vías de desarrollo.

Dignos de mención son los programas de turismo sustentable y solidario en zonas desfavorecidas que, promovidos por conferencias episcopales, diócesis o congregaciones religiosas, acompañan a las comunidades locales creando espacios de reflexión, promoviendo la formación y capacitación, asesorando y colaborando en la redacción de proyectos y favoreciendo el diálogo con las autoridades y otros colectivos. Esto ha llevado a la creación de una oferta gestionada por las comunidades locales, a través de asociaciones y microempresas dedicadas al turismo (alojamiento, restaurantes, guías, producción artesanal, etc.).

Y son muchas las parroquias de las zonas turísticas que acogen al visitante ofreciendo propuestas litúrgicas, formativas y culturales, con la aspiración de que las vacaciones sean de provecho para su crecimiento humano y espiritual, convencidos que ni siquiera en este tiempo podemos olvidarnos de Dios, quien nunca se olvida de nosotros. Para ello, buscan desarrollar una pastoral de la amabilidad, que permite acoger con un espíritu de apertura y de fraternidad, mostrando el rostro de una comunidad viva y acogedora. Y para que la hospitalidad sea más efectiva, se hace necesaria una colaboración efectiva con los demás sectores implicados.

Estas propuestas pastorales son cada día más significativas, singularmente cuando está creciendo un tipo de turista vivencial, que busca instaurar vínculos con la población local y desea sentirse un miembro más de la comunidad anfitriona, participando de su vida cotidiana, poniendo en valor el encuentro y el diálogo.

La solicitud eclesial en el ámbito del turismo se ha concretado, pues, en numerosos proyectos, surgidos de experiencias muy diversas, nacidas del esfuerzo, de la ilusión y de la creatividad de tantos sacerdotes, religiosos y laicos que desean colaborar de este modo al desarrollo socio-económico, cultural y espiritual de la comunidad local, y ayudarle a mirar con esperanza al propio futuro.


Sabiendo que su primera misión es la evangelización, la Iglesia quiere ofrecer con todo ello su colaboración, muchas veces humilde, para responder a las situaciones concretas de los pueblos, especialmente de los más necesitados. Y desde el convencimiento de que evangelizamos también cuando tratamos de afrontar los diversos desafíos que puedan presentarse.

El secreto de confesión es absoluto e inviolable



AICA, 11 Jul 2014

La diócesis de Baton Rouge, en el estado de Alabama, emitió una declaración para rechazar un concepto de la Corte Suprema de Louisiana sobre la supuesta obligación de un sacerdote de declarar para esclarecer un caso. El problema, insalvable para la Iglesia, es que lo que se solicita al presbítero es nada menos que revelar el contenido de la confesión sacramental de una presunta víctima. "Una doctrina fundamental de la Iglesia Católica Romana durante miles de años ordena que el secreto de confesión es absoluto e inviolable", indicó la diócesis como respuesta oficial.

En cumplimiento de este grave compromiso, "un sacerdote está obligado a no romper jamás este secreto. El sacerdote tampoco puede admitir si alguien fue a confesarse con él". Por este motivo, el presbítero Jeff Bayhi, de esta diócesis, debe abstenerse de declarar en el proceso de una niña que en teoría habría revelado detalles sobre un crimen en su contra en su confesión sacramental con el sacerdote. Además, el clérigo debe enfrentar sin doblegarse las acusaciones de no haber denunciado los hechos si hubieran sido de su conocimiento. El sacerdote rehusó declarar al respecto.

Defenderse a cualquier costo
"De ser necesario, el sacerdote debería padecer un proceso en una corte civil y sufrir una pena de prisión antes que violar su deber sagrado, violentar el secreto de confesión y su deber para con el penitente", afirma con toda claridad la declaración de la diócesis sobre lo que podría ser el futuro del padre Bayhi, quien se mantuvo en su negativa a declarar como testigo. "Esta no es un área gris en la doctrina de la Iglesia Católica Romana", dice el comunicado. "Un sacerdote / confesor que rompe el secreto de la confesión incurre en una excomunión inmediata cuyo perdón está reservado únicamente a la Sede Apostólica".

La libertad religiosa del sacerdote y el secreto de confesión fueron protegidos por la Corte de Apelaciones en la primera instancia, pero los demandantes interpusieron un recurso ante la Suprema Corte de Louisiana, que a su vez ordenó a la Corte de Distrito llevar a cabo la polémica audiencia y determinar si hubo un sacramento de confesión susceptible de ser protegido en el caso. 
"La Suprema Corte de Louisiana no puede ordenar a la Corte de Distrito hacer lo que ninguna corte civil podría llegar a hacer: determinar qué constituye el Sacramento de la Reconciliación en la Iglesia Católica", protestó la diócesis. "La jurisprudencia estatal y federal deja claro que no hay jurisdicción que pueda admitir reclamos que corresponden a preguntas puramente religiosas de esta naturaleza", recordó.

Por ello la diócesis de Baton Rouge respalda la actuación del clérigo y afirma que la ley de la Iglesia tampoco permite que el penitente u otra persona revele los contenidos de la confesión sacramental. Además, denuncia que el hecho de que una corte civil pretenda determinar si una situación está o no protegida por el secreto de confesión constituye "una clara y desmedida violación de la Cláusula de Establecimiento de la Constitución de los Estados Unidos".


"Esta materia trae consecuencias no solo a la fe católica, sino a todas las religiones", agrega la declaración de la diócesis. "Los estatutos involucrados en este asunto se refieren a las "comunicaciones sagradas" que son confidenciales y están exentas de un informe obligatorio". La Iglesia local pidió el respeto de la libertad religiosa e invocó la separación de la Iglesia y el Estado, al tiempo que anunció que realizará todas las acciones legales disponibles para proteger el ejercicio libre de la religión por parte de sus miembros.+