Para facilitar el conocimiento del reciente Intrumentum Laboris, hemos seleccionado los párrafos que nos parecen más significativos para comprender la problemática actual sobre la familia en su contexto católico.
III
ASAMBLEA GENERAL EXTRAORDINARIA
LOS
DESAFÍOS PASTORALES
DE
LA FAMILIA
EN
EL CONTEXTO
DE
LA EVANGELIZACIÓN
INSTRUMENTUM
LABORIS
Ciudad
del Vaticano
2014
Algunos motivos de la
dificultad de recepción
15. Algunas
Conferencias Episcopales ponen de relieve que el motivo de tanta resistencia a
las enseñanzas de la Iglesia
acerca de la moral familiar es la falta de una auténtica experiencia cristiana,
de un encuentro personal y comunitario con Cristo, que ninguna presentación
—aunque sea correcta— de una doctrina puede sustituir. En este contexto, se
lamenta la insuficiencia de una pastoral preocupada sólo de administrar los
sacramentos, sin que a esto corresponda una verdadera experiencia cristiana
atrayente. Además, la gran mayoría de las respuestas pone de relieve el
creciente contraste entre los valores que propone la Iglesia sobre matrimonio y
familia y la situación social y cultural diversificada en todo el planeta.
Existe unanimidad en las respuestas también en relación a los motivos de fondo
de las dificultades a la hora de acoger la enseñanza de la Iglesia : las nuevas
tecnologías difusivas e invasivas; la influencia de los medios de comunicación
de masas; la cultura hedonista; el relativismo; el materialismo; el
individualismo; la creciente secularización; el hecho de que prevalgan
concepciones que han llevado a una excesiva liberalización de las costumbres en
sentido egoísta; la fragilidad de las relaciones interpersonales; una cultura
que rechaza decisiones definitivas, condicionada por la precariedad, la
provisionalidad, propia de una “sociedad líquida”, del “usar y tirar”, del
“todo y en seguida”; valores sostenidos por la denominada “cultura del
descarte” y de lo “provisional”, como recuerda frecuentemente el Papa
Francisco.
16. Algunos recuerdan
los obstáculos debidos al largo dominio de ideologías ateas en numerosos
países, que crearon una actitud de desconfianza respecto de las enseñanzas
religiosas en general.
19. Por último, es
una consideración común que la catequesis sobre matrimonio y familia hoy no se
puede limitar solamente a la preparación de la pareja al matrimonio; es
necesaria una dinámica de acompañamiento vinculado a la experiencia que,
mediante testigos, muestre la belleza de lo que nos transmiten el Evangelio y
los documentos del Magisterio de la
Iglesia sobre la familia. Mucho antes de que se presenten
para el matrimonio, los jóvenes necesitan que se les ayude a conocer lo que la Iglesia enseña y por qué
lo enseña. Muchas respuestas ponen de relieve la función de los padres en la
catequesis específica sobre la familia. Los padres tienen un rol insustituible
en la formación cristiana de los hijos en relación al Evangelio de la familia.
Esta tarea requiere una profunda comprensión de su vocación a la luz de la
doctrina de la Iglesia. Su
testimonio ya es una catequesis viviente, no sólo en la Iglesia , sino también en
la sociedad.
Capítulo III
Evangelio de la
familia y ley natural
El nexo entre
Evangelio de la familia y ley natural
20. En el contexto de
la acogida de la enseñanza de la
Iglesia sobre matrimonio y familia es necesario tener
presente el tema de la ley natural. Aquí se considera el hecho que los
documentos magisteriales a menudo hacen referencia a este vocabulario, que hoy
presenta dificultades. La perplejidad acerca del concepto de ley natural —que
hoy existe a gran escala—suele repercutir de modo problemático en algunos
elementos de la doctrina cristiana sobre el tema. En realidad, lo que subyace
en la relación entre Evangelio de la familia y ley natural no es tanto la
defensa de un concepto filosófico abstracto, como la necesaria relación que el
Evangelio establece con lo humano en todas sus declinaciones históricas y
culturales. «La ley natural responde así a la exigencia de fundar sobre la
razón los derechos del hombre y hace posible un diálogo intercultural e
interreligioso» (CTI, En busca de una ética universal: una mirada nueva sobre
la ley natural, 35).
Problematismo de la
ley natural hoy
21. A la luz de
cuanto la Iglesia
ha sostenido a lo largo de los siglos, examinando la relación entre el
Evangelio de la familia y la experiencia común a toda persona, es posible
considerar los numerosos problemas que se ponen de relieve en las respuestas al
cuestionario respecto al tema de la ley natural. Para la gran mayoría de las
respuestas y observaciones, en los distintos contextos culturales, hoy el
concepto de “ley natural” resulta ser, como tal, bastante problemático, incluso
incomprensible. Se trata de una expresión que se entiende de modos diferentes o
sencillamente no se entiende. Numerosas Conferencias Episcopales, en contextos
extremadamente distintos, afirman que, aunque la dimensión esponsal de la
relación entre hombre y mujer generalmente se acepta como una realidad vivida,
esto no se interpreta conformemente a una ley universalmente dada. Sólo un
número muy restringido de respuestas y observaciones pone de relieve una
adecuada comprensión de dicha ley a nivel popular.
22. Asimismo, de las
respuestas y observaciones resulta que el adjetivo “natural” suele ser
interpretado según un matiz subjetivo de “espontáneo”. Las personas son
orientadas a valorar el sentimiento y la emotividad; dimensiones consideradas
“auténticas” y “originales” y, por tanto, que “naturalmente” hay que seguir.
Las visiones antropológicas subyacentes recuerdan, por una parte, la autonomía
de la libertad humana, no necesariamente vinculada a un orden objetivo natural,
y, por otra, la aspiración a la felicidad del ser humano, entendida como
realización de los propios deseos. Por consiguiente, la ley natural se percibe
como una herencia anticuada. Hoy, no sólo en Occidente, sino progresivamente en
todas partes en la tierra, la investigación científica representa un serio
desafío al concepto de naturaleza. La evolución, la biología y las
neurociencias, al confrontarse con la idea tradicional de ley natural, llegan a
la conclusión de que ésta no se puede considerar “científica”.
23. También la noción
de “derechos humanos” se ve generalmente como una referencia a la
autodeterminación del sujeto, no anclada en la idea de ley natural. Al
respecto, muchos observan que los sistemas legislativos de numerosos países se
encuentran con que tienen que reglamentar situaciones contrarias al dictado tradicional
de la ley natural (por ejemplo, la fecundación in vitro, las uniones
homosexuales, la manipulación de embriones humanos, el aborto, etc.). En este
contexto, se sitúa la creciente generalización de la ideología denominada
gender theory, según la cual el gender de cada individuo resulta ser sólo el
producto de condicionamientos y necesidades sociales, dejando de este modo de
tener plena correspondencia con la sexualidad biológica.
24. Además se señala
ampliamente que lo que establece la ley civil —basándose en el positivismo
jurídico, cada vez más dominante— se convierte también en moralmente aceptable
en la mentalidad común. Lo que es “natural” lo suelen definir solamente el
individuo y la sociedad, que se han convertido en los únicos jueces para las
decisiones éticas. La relativización del concepto de “naturaleza” se refleja
también en el concepto de “duración” estable en relación a la unión
matrimonial. Hoy, un amor se considera “para siempre” sólo en relación a cuánto
puede durar efectivamente.
Una deseable
renovación del lenguaje
30. La exigencia
subyacente al uso tradicional de la expresión “ley natural” impulsa a mejorar
el lenguaje y el marco conceptual de referencia, a fin de comunicar los valores
del Evangelio de modo comprensible al hombre de hoy. En particular, de la gran
mayoría de las respuestas y, todavía más, de las observaciones, emerge la
necesidad de hacer mayor hincapié, decididamente, en el papel de la Palabra de Dios como
instrumento privilegiado en la concepción de la vida conyugal y familiar. Se
recomienda una mayor referencia al mundo bíblico, a sus lenguajes y formas
narrativas. En ese sentido, es digna de relieve la propuesta de tematizar y
profundizar el concepto, de inspiración bíblica, de “orden de la creación”,
como posibilidad de releer de modo existencialmente más significativo la “ley
natural” (cfr. la idea de ley escrita en el corazón en Rom 1,19-21 y 2,14-15).
Se propone, asimismo, la insistencia en los lenguajes accesibles, como por
ejemplo el lenguaje simbólico que utiliza la liturgia. Se recomienda también la
atención al mundo juvenil, que hay que asumir como interlocutor directo,
incluso sobre estos temas.
52. Algunas
respuestas señalan la poca atención de los novios prometidos —en muchos casos—
a los cursos prematrimoniales. Por este motivo, en numerosos contextos existe
la tendencia a promover catequesis diferenciadas: para los jóvenes incluso
antes del noviazgo; para los padres de los novios; para las parejas de casados;
para las personas separadas; para la preparación al Bautismo; para el
conocimiento de los documentos pastorales de los Obispos y del Magisterio de la Iglesia. En algunos
países se señalan auténticas escuelas de preparación a la vida matrimonial,
dirigidas sobre todo a la educación y promoción de la mujer. El discurso se
diferencia en particular en las zonas en las que existe una fuerte
secularización, donde se constata una creciente distancia cultural de las
parejas respecto a la enseñanza de la Iglesia. Los cursos especialmente prolongados no
siempre son bien acogidos. En los cursos prematrimoniales, normalmente, se
propone a los prometidos el conocimiento de los métodos naturales de regulación
de la fertilidad. Esta propuesta se ofrece mediante el testimonio y la guía de
otras parejas.
53. Algunas
Conferencias Episcopales se quejan de que las parejas a menudo se presentan en
el último momento, cuando ya han fijado la fecha de la boda, incluso cuando la
pareja presenta aspectos que requerirían una atención especial, como en el caso
de la disparidad de culto (matrimonio entre un bautizado y un no bautizado) o
de una escasa formación cristiana. Otras Conferencias recuerdan que los
itinerarios a la preparación al sacramento del matrimonio han mejorado en las
últimas décadas; se ha tratado cada vez más de transformar los “cursos” en
“itinerarios”, en los que participen juntos sacerdotes y esposos. Se observa
que en los últimos años los contenidos de los programas han sufrido un cambio
substancial: se ha pasado de un servicio orientado solamente al sacramento a un
primer anuncio de la fe.
Separados,
divorciados y divorciados vueltos a casar
86. De las respuestas
resulta que la realidad de los separados, divorciados y divorciados vueltos a
casar es relevante en Europa y en toda América; mucho menos en África y en
Asia. Dado el fenómeno en crecimiento de estas situaciones, muchos padres están
preocupados por el futuro de sus hijos. Por otra parte, se observa que el
número creciente de convivientes hace que el problema de los divorcios sea
menos relevante: la gente se divorcia gradualmente menos, porque en realidad
suele casarse cada vez menos. En determinados contextos, la situación es
distinta: no hay divorcio porque no hay matrimonio civil (en los países árabes
y en algunos países de Asia).
Situaciones de
irregularidad canónica
89. En líneas
generales, en varias áreas geográficas, las respuestas se concentran sobre todo
en los divorciados vueltos a casar o, en cualquier caso, que viven una nueva
unión. Entre los que viven en situación canónicamente irregular, se observan
diferentes actitudes, que van de la falta de conciencia de su situación a la
indiferencia, o bien, a un sufrimiento consciente. Las actitudes de los
divorciados que viven una nueva unión son por lo general semejantes en los
distintos contextos regionales, con especial relieve en Europa y en América, y
menor en África. Al respecto, algunas respuestas atribuyen esta situación a la
formación carente o a la escasa práctica religiosa. En América del Norte, la
gente piensa a menudo que la
Iglesia ya no es una referencia moral de confianza, sobre
todo para las cuestiones de la familia, considerada como materia privada sobre
la que decidir autónomamente.
90. Es más bien
consistente el número de quienes consideran con despreocupación su situación
irregular. En este caso, no hay ninguna solicitud de admisión a la comunión
eucarística, ni de poder celebrar el sacramento de la reconciliación. La
conciencia de la situación irregular a menudo se manifiesta cuando interviene
el deseo de la iniciación cristiana para los hijos, o si llega la petición de
participar en una celebración de Bautismo o Confirmación como padrino o
madrina. A veces personas adultas que alcanzan una fe personal y consciente en
el camino catequético o casi catecumenal descubren el problema de su
irregularidad. Desde el punto de vista pastoral, estas situaciones se
consideran una buena oportunidad para comenzar un itinerario de regularización,
sobre todo en los casos de las convivencias. Una situación diferente se señala
en África, no tanto respecto a los divorciados en nueva unión, sino en relación
a la práctica de la poligamia. Hay casos de convertidos en los que es difícil
abandonar a la segunda o tercera mujer, con la que ya se han tenido hijos, y
que quieren participar en la vida eclesial.
91. Antes de abordar
el sufrimiento que conlleva no poder recibir los sacramentos de parte de
quienes se encuentran en situación de irregularidad, se señala un sufrimiento
más originario, del que la
Iglesia se debe hacer cargo: el sufrimiento vinculado al
fracaso del matrimonio y a la dificultad de regularizar la situación. Algunos
ponen de relieve, en esta crisis, el deseo de dirigirse a la Iglesia para obtener
ayuda. El sufrimiento a menudo está relacionado con los diferentes niveles de
formación, como señalan diversas Conferencias Episcopales en Europa, África y
América. Con frecuencia no se comprende la relación intrínseca entre
matrimonio, Eucaristía y penitencia; por tanto, resulta bastante difícil
comprender por qué la Iglesia
no admite a la comunión a quienes se encuentran en una condición irregular. Los
itinerarios catequéticos sobre el matrimonio no explican suficientemente este
vínculo. En algunas respuestas (América, Europa del Este, Asia), se pone de
relieve que a veces se considera erróneamente que el divorcio como tal, aunque
no se viva en una nueva unión, excluye automáticamente el acceso a la comunión.
De ese modo estas personas son —sin motivo alguno— privadas de los sacramentos.
92. El sufrimiento
que causa no recibir los sacramentos está presente con claridad en los
bautizados queson conscientes de su situación.Muchos sienten frustración y se
sienten marginados. Algunos se preguntan por qué los otros pecados se perdonan
y éste no;o bien por qué losreligiosos y sacerdotes que han recibido la
dispensa de sus votos y de las obligaciones sacerdotales puedencelebrar el
matrimonio y recibir la comunión, mientras que los divorciadosvueltos a casar
no. Todo esto pone de relieve la necesidad de una oportuna formación e
información. En otros casos, no se percibe que la propiasituación irregular es
el motivo para no poder recibir los sacramentos; más bien, se considera que la
culpa es de la Iglesia
porque no admite tales circunstancias. En esto, se señala también el riesgo de
una mentalidad reivindicativa respecto a los sacramentos.Asimismo, es bastante
preocupante la incomprensión de la disciplina de la Iglesia cuando niega el
acceso a los sacramentos en estos casos, como si se tratara deun castigo.Un
buen número de Conferencias Episcopales sugiere ayudar a las personas en
situación canónicamente irregular a no considerarse «separados de la Iglesia , pudiendo y aun
debiendo, en cuanto bautizados, participar en su vida» (FC 84). Por otro lado,
hay respuestas y observaciones, de parte de algunas conferencias episcopales,
que hacen hincapié en la necesidad de que la Iglesia se dote de instrumentos pastorales
mediante los cuales se abra la posibilidad de ejercer una misericordia,
clemencia e indulgencia más amplias respecto de las nuevas uniones.
Acerca del acceso a
los sacramentos
93. Acerca del acceso
a los sacramentos, las reacciones de parte de los fieles divorciados vueltos a
casar son diferentes. En Europa (aunque también en algunos países de América
Latina y Asia), prevalece la tendencia a resolver la cuestión a través de un
sacerdote que condescienda a la petición de acceso a los sacramentos. Al
respecto, se señala (en particular en Europa y en América Latina) un modo
distinto de responder de parte de los pastores. A veces, estos fieles se alejan
de la Iglesia
o pasan a otras confesiones cristianas. En varios países, no sólo europeos,
esta solución individual para muchas personas no es suficiente, ya que aspiran
a una readmisión pública en los sacramentos de parte de la Iglesia. El problema
no es tanto que no puedan recibir la comunión, sino el hecho que la Iglesia públicamente no
les admite al sacramento, de modo que estos fieles simplemente se niegan a ser
considerados en situación irregular.
94. En las
comunidades eclesiales están presentes personas que, al encontrarse en una
situación canónicamente irregular, piden que se les acoja y acompañe en su
condición. Esto sucede especialmente cuando se trata de hacer razonable la
enseñanza de la Iglesia.
En semejantes circunstancias es posible que estos fieles
vivan su condición sostenidos por la misericordia de Dios, de la cual la Iglesia es instrumento.
Otros, como señalan algunas Conferencias Episcopales del área de la Europa atlántica, aceptan
el compromiso de vivir en continencia (cfr. FC 84).
95. Muchas de las
respuestas recibidas señalan que en numerosos casos existe una clara petición
de poder recibir los sacramentos de la Eucaristía y la Penitencia ,
especialmente en Europa, en América y en algunos países de África. La petición
es más insistente sobre todo con ocasión de la celebración de los sacramentos
de parte de los hijos. A veces se desea la admisión a la comunión como para ser
“legitimados” por la Iglesia ,
eliminando el sentido de exclusión o de marginalización. Al respecto, algunos
sugieren considerar la praxis de algunas Iglesias ortodoxas, que, a su juicio,
abre el camino a un segundo o tercer matrimonio con carácter penitencial; a
este propósito, los países de mayoría ortodoxa señalan que la experiencia de
estas soluciones no impide el aumento de los divorcios. Otros piden aclarar si
la cuestión es de carácter doctrinal o sólo disciplinar.
Otras peticiones
96. En numerosos
casos, señalados en particular en Europa y en América del Norte, se pide
agilizar el procedimiento para la nulidad matrimonial; al respecto, se indica
la necesidad de profundizar la cuestión de la relación entre fe y sacramento
del matrimonio, como sugirió reiteradamente Benedicto XVI. En los países de
mayoría ortodoxa, se señala el caso de católicos que se vuelven a casar en la Iglesia ortodoxa, según la
praxis vigente en ésta, y después piden acercarse a la comunión en la Iglesia católica. Por
último, otras instancias piden que se precise la praxis a seguir en los casos
de matrimonios mixtos, en los cuales el cónyuge ortodoxo ya ha estado casado y
ha obtenido de la Iglesia
ortodoxa el permiso para las segundas nupcias.
Acerca de los
separados y los divorciados
97. En varias
respuestas y observaciones, se pone de relieve la necesidad de prestar más
atención a los separados y los divorciados que, fieles al vínculo nupcial, no
se han vuelto a casar. Al parecer, a menudo para ellos al sufrimiento del
fracaso matrimonial se añade el de no ser considerados convenientemente por la Iglesia y, por tanto, son
desatendidos. Se observa que ellos también tienen sus dificultades y la
necesidad de ser acompañados pastoralmente. Asimismo, se hace presente la
importancia de verificar una posible nulidad matrimonial, con particular
cuidado de parte de los pastores, a fin de no introducir causas sin un
discernimiento atento. En ese contexto, se encuentran peticiones de promover
mayormente una pastoral de la reconciliación, que se haga cargo de las
posibilidades de reunir a los cónyuges separados. Algunos subrayan que la
valiente aceptación de la condición de separados que siguen fieles al vínculo,
marcada por el sufrimiento y la soledad, constituye una gran testimonio
cristiano.
Simplificación de las
causas matrimoniales
98. Existe una amplia
solicitud de simplificación de la praxis canónica de las causas matrimoniales.
Las posiciones son diferentes: algunos afirman que agilizarlas no es un remedio
eficaz; otros, favorables a la agilización, invitan a explicar bien la
naturaleza del proceso de declaración de nulidad, para una mejor comprensión de
éste de parte de los fieles.
99. Algunos invitan a
la prudencia, señalando que al agilizar, simplificar o reducir los pasos
previstos se corre el riesgo de provocar injusticias y errores; se podría dar
la impresión de no respetar la indisolubilidad del sacramento; se podría
favorecer el abuso y obstaculizar la formación de los jóvenes al matrimonio
como compromiso para toda la vida; se podría alimentar la idea de un “divorcio
católico”. Proponen, en cambio, preparar a un número adecuado de personas
cualificadas para seguir los casos; y, en América Latina, África y Asia, se
solicita incrementar el número de tribunales —ausentes en numerosas regiones—,
y conceder mayor autoridad a las instancias locales, formando mejor a los
sacerdotes. Otras respuestas relativizan la importancia de esta posibilidad de
agilizar los procedimientos, ya que a menudo los fieles aceptan la validez de
su matrimonio, reconociendo que se trata de un fracaso y no consideran honrado
pedir la declaración de nulidad. Muchos fieles consideran, sin embargo, válido
su primer matrimonio porque no conocen los motivos de invalidez. A veces,
quienes se han divorciado tienen la dificultad de volver a mirar al pasado, lo
cual podría abrir de nuevo heridas dolorosas personales y para el cónyuge.
100. Muchos piden
como elementos de esta agilización: proceso canónico simplificado y más rápido;
concesión de mayor autoridad al Obispo local; mayor acceso de los laicos como
jueces; reducción del costo económico del proceso. En particular, algunos
proponen reconsiderar si es verdaderamente necesaria la doble sentencia
conforme, al menos cuando no hay solicitud de apelación, obligando sin embargo
a la apelación en ciertos casos el defensor del vínculo. Se propone, asimismo,
descentralizar la tercera instancia. En todas las áreas geográficas, se pide un
planteamiento más pastoral en los tribunales eclesiásticos, con una mayor
atención espiritual a las personas.
101. En las
respuestas y observaciones, teniendo en cuenta la magnitud del problema pastoral
de los fracasos matrimoniales, se plantea la duda de si la vía procesal
judicial es el único modo para afrontarlo. Se lanza la propuesta de emprender
una vía administrativa. En algunos casos se propone proceder a una verificación
de la conciencia de las personas interesadas a comprobar la nulidad del
vínculo. Se plantea la cuestión de si los presbíteros elegidos para esta tarea
tienen otros instrumentos pastorales para verificar la validez del matrimonio.
En general, se solicita una mayor formación específica de los agentes
pastorales en este campo, a fin de ayudar oportunamente a los fieles.
102. Una formación
más adecuada de los fieles respecto a los procesos de nulidad ayudaría, en
algunos casos, a eliminar dificultades, como por ejemplo la de padres que temen
que un matrimonio nulo convierta a los hijos en ilegítimos, señalada por
algunas Conferencias Episcopales africanas. En numerosas respuestas, se insiste
en el hecho de que agilizar el proceso canónico sería útil sólo si se afronta
de modo integral la pastoral familiar. De parte de algunas Conferencias
Episcopales asiáticas, se señala el caso de matrimonios con no cristianos, que
no quieren cooperar en el proceso canónico.
El cuidado de las
situaciones difíciles
103. La caridad
pastoral impulsa a la Iglesia
a acompañar a las personas que han sufrido un fracaso matrimonial y a ayudarles
a vivir su situación con la gracia de Cristo. Una herida más dolorosa se abre
para las personas que se vuelven a casar, entrando en un estado de vida que no
les permite el acceso a la comunión. Ciertamente, en estos casos, la Iglesia no debe asumir la
actitud de juez que condena (cfr. Papa Francisco, Homilía del 28 de febrero de
2014), sino la de una madre que acoge siempre a sus hijos y cura sus heridas
(cfr. EG 139-141). Con gran misericordia, la Iglesia está llamada a encontrar formas de
“compañía” para sostener a estos hijos suyos en un itinerario de
reconciliación. Con comprensión y paciencia, es importante explicar que el
hecho de no poder acceder a los sacramentos no significa quedar excluidos de la
vida cristiana y de la relación con Dios.
104. En referencia a
estas situaciones complejas, en numerosas respuestas se pone de relieve la
falta de un servicio de asistencia específica en las diócesis para estas personas.
Muchas Conferencias Episcopales recuerdan la importancia de ofrecer a estos
fieles una participación activa a la vida de la Iglesia , mediante grupos
de oración, momentos litúrgicos y actividades caritativas. Se indican, además,
algunas iniciativas pastorales, como por ejemplo una bendición personal a quien
no puede recibir la
Eucaristía o alentar la participación de los hijos en la vida
parroquial. Se subraya el papel de los movimientos de espiritualidad conyugal,
de las órdenes religiosas y de las comisiones parroquiales para la familia. Es
significativa la recomendación de la oración para las situaciones difíciles, en
el contexto de las liturgias parroquiales y diocesanas, en la oración
universal.
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