lunes, 16 de febrero de 2015

Card. Sarah: género, crimen contra la humanidad





Por Mons. Juan C. Sanahuja

NOTICIAS GLOBALES,  14 y 16 febrero 2015


“¡Promover la diversidad de la ‘orientación sexual’ por África, Asia, Oceanía, América del Sur significa llevar al mundo a una deriva total de decadencia antropológica y moral. Vamos hacia la destrucción de la humanidad!”

El Cardenal Robert Sarah* hizo el prólogo al libro de Marguerite A. Peeters, Il Gender, Una questione politica e culturale, publicado recientemente en Italia.

Si el libro es importante, también lo son las palabras del Cardenal Sarah, que con su claridad perforan el velo de ambigüedad y de hipocresía que rodea a la “perspectiva de género” incluso, por desgracia, en sectores del mundo católico. Por eso reproducimos algunos de sus párrafos.

Imponer el género es un crimen contra la humanidad

Dice el cardenal: “(...) De acuerdo con la ideología de género, no hay diferencia ontológica entre el hombre y la mujer. La identidad del hombre o mujer no es inherente a la naturaleza, sólo se atribuiría a la cultura: sería el resultado de una construcción social, un papel que los individuos interpretan a través de tareas y funciones sociales. Según su teoría, el género es performativo, y las diferencias entre los hombres y las mujeres son las regulaciones opresivas, los estereotipos culturales y las construcciones sociales, que se deben desconstruir para lograr la igualdad entre hombres y mujeres.

En nombre de la libertad y la igualdad, las batallas ideológicas de género obedecen a necesidades individualistas y subjetivistas que tienen como objetivo organizar la sociedad sin tener en cuenta la diferencia sexual. Los técnicos de esta teoría y el poderoso lobby que están luchando a favor de una falta de diferenciación de los sexos -que ellos llaman "la neutralidad sexual"-, forman un fluido magmático en el que se mezclan cosas confusamente abstractas y se pone en movimiento, como si se tratara de una nueva utopía "liberación del deseo", portadora falsamente de una felicidad universal. Trabajan para desmantelar lo que ellos llaman el "sistema binario" hombre-mujer.

Como se puede ver, estamos ante una revolución que busca revocar el orden de la creación del hombre y la mujer, como Dios manda desde el principio en su designio de amor eterno. Llevada a cabo por parte de Occidente, esta revolución se desarrolla en una ausencia sutil, casi total de debate público. Las consecuencias son muy graves. No sólo se refieren a las ciencias médicas, las humanidades y sociales: las consecuencias destructivas podrían llegar a ser cada vez más evidentes en la vida concreta de la gente, de la persona y de la sociedad, dondequiera que vivamos.

El género consolida hoy sus cimientos y gana más terreno. Una forma diferente de considerar el matrimonio, la familia, el amor, la dignidad humana, los derechos y la sexualidad desde una perspectiva esencialmente subjetivista, están arraigados gradual y sólidamente en el Oeste, y tienden a expandirse en el resto del mundo. La teoría de género salta a un nivel superior, decisivo, convirtiéndose en la teoría queer.

Es decir, salta a un deseo generalizado de "desestabilización de la identidad y de lo institucional" porque la teoría queer, explica Marguerite A. Peeters, "no se detiene en la deconstrucción del sujeto: afecta principalmente a la deconstrucción del orden social. [...] Se trata de sembrar la duda sobre las tendencias de orden sexual, para introducir la sospecha sobre las ‘restricciones de la heterosexualidad’, para cambiar la cultura", para demoler las normas convencionales. (…)

Si los cambios subversivos promovidos por el género no dejan de expandirse, nuestra civilización podría perder el sentido de lo que la humanidad es, “no en beneficio de un mundo perfecto, sino en una caída hacia la barbarie" y el totalitarismo.

Lo que hace que la batalla aún sea más ardua y difícil es que la revolución cultural llega hoy, de manera significativa, para destruir el vínculo vital que debe existir entre el derecho y la verdad, lo correcto, lo bueno, lo justo, la centralidad de la persona humana en la sociedad. Los derechos humanos están ahora sujetos al procedimiento y las interpretaciones de los dictados del falso consenso. Una vez proclamadas, estas interpretaciones podrán ser citadas para adoptar convenciones internacionales, que se convierten en leyes, en los estados que son parte de esos tratados.


Son las reinterpretaciones decididas por presuntos consensos, por ejemplo, el acceso universal a la anticoncepción debe ser la prioridad del desarrollo; la maternidad es un estereotipo a desconstruir; cierta manipulación genética justifica el sacrificio de embriones; el aborto y la eutanasia debe ser liberalizados; las uniones homosexuales deben gozar de los mismos derechos de matrimonio. Este mismo gobierno global ejerce una fuerte presión sobre los estados para alinearlos con sus prioridades ideológicas, locuras flagrantes y escandalosas, que hacen caso omiso del bienestar de los países pobres y las culturas no occidentales.


“¿Los pobres no tienen derechos? ¡Son ellos y su desarrollo humano lo que debería ser el foco de la cooperación internacional! En contraste, la frase los "derechos de los homosexuales son derechos humanos y los derechos humanos son derechos de los homosexuales", [Hillary Clinton], parece haberse convertido en el leitmotiv del discurso actual de la gobernabilidad global y, como consecuencia, se quiere cambiar la cultura de los pueblos a favor de la libre elección de la "orientación sexual". Peor aún, en el mismo momento en que se utilizan los derechos humanos para imponer este tipo de proyecto ideológico, el secretario de la ONU, de una manera sorprendente, declara que "ninguna costumbre o tradición, ninguna creencia cultural o religiosa puede justificar el hecho de que un ser humano se le prive de sus derechos humanos", [Ban Ki-moon].

¿Con qué derecho se sacrifican las culturas y la fe de los pobres en nombre de la homosexualidad, en nombre de los ídolos de la decadencia moral de Occidente? Se hace necesario, hoy, luchar con urgencia para conciliar el derecho con el matrimonio y la familia, que es un bien común de la humanidad. El matrimonio y la familia son anteriores al poder político, que éste tiene la obligación de respetarlos en su estructura humana universal.

En nombre de la ideología de género, reemplazan el matrimonio con las uniones civiles; redefinen las parejas, el matrimonio, la familia y la descendencia, para favorecer la homosexualidad y la transexualidad. Están perdiendo la humanidad, el sentido de la realidad y la razón de las cosas, y contribuyen a la creación de una cultura suicida. Es semánticamente incorrecto asignar a las parejas homosexuales la palabra "matrimonio" y "familia", que implican siempre el respeto de la diferencia sexual y la apertura a la procreación. La homosexualidad altera la vida conyugal y familiar. No puede ser una referencia educativa para los niños; les arruina profunda e irreversiblemente. Privar a un niño de un padre y una madre es una violencia inaceptable. (…) La homosexualidad, confrontándola con la vida conyugal y familiar, no tiene sentido. Recomendarla en nombre de los derechos del hombre es, cuando menos, nocivo. Imponerla es un crimen contra la humanidad.

Es inaceptable que los países occidentales y los organismos de las Naciones Unidas impongan a los países no occidentales la homosexualidad y toda su desviación moral, utilizando argumentos económicos para que revisen su legislación y que condicionen su asistencia al desarrollo a la aplicación de normas absurdas, subversivas, inhumanas y contrarias a la razón, al sentido de la realidad. ¡Promover la diversidad de la "orientación sexual" por África, Asia, Oceanía, América del Sur significa llevar al mundo a una deriva total de decadencia antropológica y moral. Vamos hacia la destrucción de la humanidad!

Los países occidentales se han acostumbrado a la inestabilidad de sus ideas y a la construcción de ideologías alienantes y fugaces como el marxismo y el nazismo. La exportación de sus ideologías a largo de la historia siempre ha causado un gran daño a la humanidad. El pensamiento africano no puede dejarse colonizar de nuevo. Después de la esclavitud y la colonización están tratando una vez más de humillar y destruir a África mediante la imposición de género. Es fundamental que los africanos no se priven de su sabiduría y de su perspectiva antropológica: el matrimonio y la familia, basados exclusivamente en la relación entre un hombre y una mujer. La filosofía africana proclama: el hombre no es nada sin la mujer, la mujer no es nada sin el hombre, y ambos son nada sin un tercer elemento que es un niño. Un niño es el regalo más grande y lo más precioso de Dios. Es la expresión más sublime del amor y la generosa fecundidad del don recíproco de los cónyuges.

Una gran batalla ha comenzado con poderosos medios subversivos (…). El efecto corrosivo del género, dice Marguerite A. Peeters, es tan eficaz en la consecución de sus objetivos que podría dar origen a un sentimiento de impotencia; incluso se sucumbe a la tentación de adoptar una actitud derrotista y a decir: en cualquier caso, la catástrofe está asegurada, dejemos que las cosas vayan como van. Pero Peeters nos dice: nosotros queremos participar en favor de la eterna vocación al amor del hombre y la mujer, a la comunión y a su complementariedad, no nos debemos dar por vencidos. (…)

El discernimiento es decisivo. Comienza con el realismo. Veamos las cosas a la distancia, pongamos la realidad actual en una perspectiva lo más amplia posible. Por un lado, hay que ser capaz de abrir los ojos a las realidades difíciles de nuestro tiempo y, por otro, mantengamos nuestros ojos fijos en el misterio de Dios. En lugar de encerrarnos en actitudes superficiales de la aceptación o el rechazo, despertemos y abrámonos a la luz trascendente de la gracia. Hay que "volver a la fuente, volver a la casa del Padre" y mantener la confianza en la presencia efectiva de Dios en la historia, una presencia que pasa por nuestra cooperación activa y el despertar de las conciencias (...)”.
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*El Cardenal Robert Sarah, es de Guinea, arzobispo emérito de Conakri, fue nombrado, el pasado 24 de noviembre, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos

domingo, 8 de febrero de 2015

Entre un Sínodo y otro, la batalla continúa



 Sandro Magister

"Informador Público", 8-2-15

 Tal como fue anticipado por el secretario general del sínodo de los obispos, Lorenzo Baldisseri (en la foto), se hizo público el primer lote de los participantes a la reunión del próximo octubre, elegidos por las respectivas conferencias episcopales.

De la delegación de Estados Unidos ya se sabía. Los cuatro nominados son todos contrarios a la admisión a la comunión de los divorciados que se han vuelto a casar –punto crucial del conflicto actual–, mientras que no fue elegido el pupilo del papa Francisco, el progresista Blase Cupich, promovido hace muy poco a la importante arquidiócesis de Chicago.

Más equilibrada aparece la delegación de Francia, en la que el progresista Jean-Luc Brunin, presidente de la Comisión Episcopal Francesa para la Familia, hace de contrapeso del cardenal André Vingt-Trois, arzobispo de París.

Entre los delegados de España, el más votado fue el arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal, el neo-cardenal Ricardo Blázquez Pérez, gran partidario desde hace años del Camino neo-catecumenal, el movimiento católico más comprometido en defender el modelo tradicional de familia. Mientras que el predilecto del Papa, el neo-arzobispo de Madrid, Carlos Osoro Sierra, ingresó en el grupo por muy poco, superando apenas por un voto al conservador Juan Antonio Reig Plá, obispo de Alcalá de Henares.

Decididamente orientado en sentido conservador es el único representante de Holanda, en la persona del cardenal Willem Jacobus Eijk.

Lo mismo resulta para gran parte de los delegados africanos.

Sorprendente es el caso de Nueva Zelanda, donde al neo-cardenal John Atcherley Dew, defensor entusiasta de las tesis progresistas en el sínodo del pasado mes de octubre, le faltaron los votos necesarios para retornar a Roma como delegado de su país.

Así tampoco fue elegido, en Uruguay, ni siquiera el otro neo-cardenal Daniel Fernando Sturla Berthouet, arzobispo de Montevideo, también él progresista. Al sínodo irá el obispo de Minas, Jaime Fuentes Martín, miembro del Opus Dei y testigo directo, hace tres lustros cuando era capellán de las monjas adscriptas a la nunciatura, del escandaloso "ménage" entre el entonces consejero diplomático Battista Ricca –hoy agraciado por el papa Francisco, quien lo promovió a prelado del IOR– y su amante llevado a allí desde Suiza. También el predecesor de Fuentes en la diócesis de Minas, el obispo emérito Francisco Domingo Barbosa Da Silveira, estuvo en las crónicas por acciones análogas, que lo obligaron a dimitir en el 2009.

De este primer lote de delegados se puede prever entonces que en el sínodo de octubre los partidarios de audaces cambios de la doctrina y de la praxis de la Iglesia en materia de matrimonio y de homosexualidad no encontrarán allanado el camino.

Esto no quita que algunos de ellos estén dando prueba de un particular activismo, para apoyar su causa.

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En Estados Unidos, por ejemplo, el neo-arzobispo de Chicago, Blase Cupich, no oculta que tiene como su faro al cardenal Walter Kasper, el líder de los innovadores, y actúa en consecuencia.

Como ya había hecho en su anterior diócesis de Spokane, Cupich anunció en una entrevista concedida a "Commonweal" que regalará a todos sus sacerdotes una copia de la exposición de Kasper en el consistorio de febrero del 2014, en apoyo de la admisión a la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar, y organizará seminarios para que los mismos sacerdotes asimilen al máximo los contenidos:

> A Listening Church. An Interview with Archbishop Blase Cupich

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En Alemania, el arzobispo de Munich, Reinhard Marx, quien es también uno de los nueve cardenales de consulta del Papa, va todavía más lejos.

En una extensa entrevista publicada en el semanario "America", de los jesuitas de Nueva York, dijo que la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar es sólo un primer paso, porque es sobre la doctrina del matrimonio que es necesario intervenir, actualizándola, y lo mismo vale para las relaciones homosexuales:

> Cardinal Marx on Francis, the Synod, Women in the Church and Gay Relationships

Y entre tanto, la Conferencia Episcopal alemana tomó medidas para hacer pública su propia contribución al sínodo del pasado mes de octubre: un documento para apoyar la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar, suscrito por la gran mayoría de los obispos y de hecho ya puesto en práctica a gran escala:

> Theologisch verantwortbare und pastoral angemessene Wege zur Begleitung wiederverheirateter Geschiedener

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En Bélgica, el obispo de Anversa, Johan Bonny, ex colaborador del cardenal Walter Kasper en el Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos y aspirante número uno a la sucesión del actual arzobispo de Bruselas, el conservador André-Joseph Léonard, ha enriquecido la carga, ya muy pesada, de sus propuestas innovadoras que reclaman de la Iglesia la plena aprobación de la "relación" entre homosexuales, en una entrevista concedida al diario "De Morgen":

> Bonny wil kerkelijke erkenning holebi's

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Al pasar de los obispos a los teólogos, uno de éstos, el italiano Giovanni Cereti, citado por el cardenal Kasper como su primer autor de referencia en la reconstrucción de la praxis de la Iglesia antigua respecto a los divorciados que se han vuelto a casar, ha vuelto no sólo a confirmar las propias tesis rechazando en bloque toda crítica, sino que las ha aumentado, amonestando a quien niega la Eucaristía a los divorciados que se han vuelto a casar de colocarse con esto mismo "fuera de la comunión de la gran Iglesia".

De hecho, esto es lo que él escribe en el prefacio a la reciente reimpresión de un libro suyo sobre el argumento, "Divorziati risposati. Un nuovo inizio è possibile?" [Divorciados vueltos a casar. ¿Es posible un nuevo comienzo?], editado por la Cittadella de Asís:

"Quien no reconoce la posibilidad que se pueda conceder a estas personas la reconciliación sacramental, negando a la Iglesia el poder de ejercitar la misericordia en nombre de Cristo y de perdonar todos los pecados, recae en el error de los novacianos. Ellos excluían de la reconciliación y de la comunión hasta en el lecho de muerte a los responsables de los pecados de apostasía, de homicidio y de adulterio, entendiendo con éste último a las personas señaladas de este modo en el evangelio (jamás los viudos que se han vuelto a casar). La gran Iglesia tomó conciencia muy rápidamente de haber recibido del Señor el poder de absolver cualquier pecado y, por lo tanto, los admitía a la penitencia, y concluido el tiempo de penitencia los readmitía en la comunión eclesial y en la Eucaristía. ¡Que el Señor no permita que los que en nombre de la defensa de la fe se oponen hoy a la reconciliación de los fieles que se encuentran en tal situación vayan a caer en el error novaciano, corriendo el riesgo de ponerse fuera de la comunión de la gran Iglesia!"

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Desde Japón, un jesuita español, Juan Masiá, va mucho más allá, en una fluida entrevista en el portal católico progresista "Religión Digital", que lo presenta como "uno de los mayores expertos de bioética del mundo":

> Juan Masiá, S.J.: "Hace años que tendría que ser posible que se ordenen tanto hombres como mujeres, tanto célibes como casados"

No sólo él quiere el sacerdocio para todos, incluidas las mujeres, como pone en evidencia el título de su entrevista. Sobre el punto específico del matrimonio y del divorcio reclama que no nos detengamos en innovaciones sólo prácticas, como las sugeridas por el demasiado prudente Kasper, sino que finalmente se haga lo que ni siquiera el Concilio Vaticano II jamás se atrevió: cambiar la doctrina, incluso el dogma de la indisolubilidad del matrimonio. En cuanto a la "Humanae vitae", tan apreciada por el papa Francisco, Masiá la corta en seco. Dice que es inútil tomarla en consideración, simplemente hay "que olvidarla".

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Menos llameante en el tono, pero no menos radical en la sustancia es también la línea adoptada por el monasterio de Bose, cuyo fundador y prior Enzo Bianchi tiene un largo ascendiente sobre amplios sectores del catolicismo no sólo italiano, todavía más desde el momento que el papa Francisco lo promovió a consultor del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos.

El vice prior de Bose, Luciano Manicardi, en una erudita entrevista en el Observatorio de la libertad y de las instituciones religiosas, invoca que también la Iglesia Católica, como antes las Iglesias Ortodoxas, admite la disolución de un matrimonio y en consecuencia la posibilidad de las segundas nupcias, no sólo por la muerte de uno de los cónyuges sino simplemente por la "muerte del amor":

> Chiesa e famiglia dopo il sinodo straordinario: un cantiere in divenire

Aquí presentamos lo que el vice de Enzo Bianchi dice sobre este punto:

"En la 'Relatio synodi' se hace referencia a la 'diversidad de la disciplina matrimonial de las Iglesias Ortodoxas' que prevé la posibilidad de nuevas nupcias, no sólo en caso de viudez sino también de divorcio, acompañadas por un recorrido penitencial y, en todo caso, no más allá de la tercera vez (cf. también la 'Relatio ante-disceptationem', parágrafo 3). Si al momento parece difícil la importación en la Iglesia Católica del modelo ortodoxo que prevé también el reconocimiento de causas justas de divorcio (en el mundo ortodoxo, en efecto, desde el canon 9 de Basilio de Cesarea retomado por el Concilio, en Trullo en los años 691-692, se toma como verdadera excepción la excepción mateana explicitada en la indisolubilidad matrimonial que encontramos en Mt 5, 32 y 19, 19), sin embargo, desde el momento que la Iglesia Católica ya prevé la posibilidad de nuevas nupcias sacramentales en caso de muerte de un cónyuge, reconociendo así una quiebra irreversible del primer matrimonio que no infringe el principio de la indisolubilidad, se puede pensar que ella puede llegar a acoger la posibilidad de nuevas nupcias frente a la evidencia de fracasos irreversibles a causa de la muerte del amor, de la muerte de la relación, de la transformación de la vida juntos en un infierno cotidiano. Esto ciertamente, unido a una disposición penitencial y a la voluntad de un reinicio serio en una nueva unión. Y esto como medida pastoral y 'oikonómica' que narra la misericordia de Dios, su amor más fuerte que la muerte, y va en su ayuda compadeciéndose de la fragilidad humana. Ciertamente que esta solución, proyectada por un teólogo como Basilio Petrà, que sorprende no haberlo visto entre los expertos del sínodo del 2014, tendría consecuencias en el plano ecuménico en cuanto representaría un indudable acercamiento de posiciones con la praxis de otras Iglesias".

* * * *

Frente a este denso despliegue de fuerzas, los defensores del matrimonio indisoluble resultan menos ruidosos y menos llamativos.

A su favor se puede citar el artículo en "Die Tagespost" del 22 de enero del vicario general de la diócesis de Coira, Martin Grichting, una de las raras voces disonantes respecto al coro pro-Kasper dominante en Alemania y Suiza:

> Eine pastorale Wende

Grichting exhorta a afrontar el problema de los divorciados que se han vuelto a casar, con el mismo estilo del apóstol san Pablo, rico de comprensión pero inequívoco hasta el martirio al dar testimonio de la verdad. Además de en alemán, su artículo puede ser leído en su traducción italiana, en esta otra página de www.chiesa:

> Una svolta pastorale

Contra la "sutil herejía" de separar la doctrina de la práctica pastoral, modificando ésta última hasta desmoronar la primera, aunque dando muestras de defenderla de palabra, se ha expresado muchas veces el cardenal Gerhard Ludwig Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Y lo mismo ha hecho, refiriéndose directamente a la indisolubilidad del matrimonio, el obispo de Alcalá de Henares Juan Antonio Reig Pla el 5 de febrero en la universidad Francisco de Vitoria de Madrid:

> La relación entre doctrina cristiana y pastoral

Por último, se puede señalar la "súplica filial" dirigida al papa Francisco por 100 personalidades católicas y por más de 30 asociaciones pro-vida y familia para que pronuncie "una palabra clarificadora" contra la "generalizada desorientación causada por la eventualidad que en el seno de la Iglesia se abra una brecha tal que permita el adulterio –con el acceso posterior a la Eucaristía por parte de parejas divorciadas y vueltas a casar civilmente– e incluso una virtual aceptación de las uniones homosexuales. Todas estas prácticas están condenadas categóricamente por la Iglesia, como opuestas a la ley divina y natural":

> Filial Appeal to His Holiness Pope Francis on the Future of the Family

Entre los que suscriben esta súplica figuran los cardenales Raymond Leo Burke, Walter Brandmüller y Jorge Arturo Medina Estévez; los obispos Wolfgang Haas (de Vaduz, Liechtenstein) y Athanasius Schneider (de Astana, Kazajistán); los profesores Josef Seifert, Wolfgang Waldstein y Luke Gormally, de la Pontificia Academia para la Vida; Robert Royal, presidente del Faith and Reason Institute, los italianos Roberto de Mattei y Pietro De Marco, y el exiliado cubano Armando Valladares, ex embajador de Estados Unidos en la comisión de la ONU para los Derechos Humanos.

El cardenal Camillo Ruini, en una entrevista concedida al "Corriere della Sera", el pasado 22 de octubre, dijo que el poder mediático de los críticos católicos de Francisco es más débil que el de las publicaciones laicas que ponen al Papa de su lado y se apropian de él: "Unos tienen los fusiles de carga, los otros tienen la aviación".

En la intersección entre los dos sínodos sobre la familia parece que sucede algo similar. Los innovadores tienen la aviación y los defensores de la doctrina y de la praxis tradicional tienen los fusiles de carga.

Pero como ya aconteció en la reunión del pasado mes de octubre, también en el próximo sínodo se podrá cambiar el rumbo.

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Los documentos del doble sínodo sobre la familia:
> Sínodo de los Obispos

El listado completo del primer lote de los miembros del sínodo del próximo mes de octubre, elegidos por las respectivas conferencias episcopales:

> Membri e sostituti eletti

Y un análisis de las orientaciones de buena parte de ellos, compilada por John Allen del "Boston Globe":

> Forecast: 2015 Synod of Bishops will be just as stormy as last time

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Traducción en español de José Arturo Quarracino, Buenos Aires, Argentina.

Sandro Magister

L'Espresso



viernes, 6 de febrero de 2015

Aleccionados por la Palabra Viva de Dios, optemos libremente por seguir en nuestras vidas lo que Él nos pide




En el libro del Deuteronomio (18,15-20) o segunda ley nos encontramos con un hecho novedoso. Dios  acepta el pedido de Moisés y constituye la figura del profeta, comunicándose de esa manera  con su pueblo, además de hacerlo mediante la Ley y la Sabiduría, que  forman parte del Antiguo Testamento, además de los otros escritos inspirados. El texto proclamado nos muestra cuál es el perfil del profeta, señalando que es elegido por Dios de entre los miembros del pueblo; que le pondrá en sus labios su Palabra para que comunique lo que se le inspira. Además se recuerda que el profeta que no transmita lo que se le encomienda, dando a conocer su propio pensamiento, o haciéndose eco de otros dioses, morirá y, quien se rehúsa a escucharlo –por tratarse de un desprecio de Dios mismo-, deberá dar cuentas de su actitud.
Queda patente así la misión del profeta, que no consiste meramente en anunciar calamidades, sino de dar a conocer la voluntad del Dios Providente.

Como sucede siempre con los hechos y misiones del Antiguo Testamento, esa figura emblemática apunta al profeta máximo que es el mismo Jesús, que venido a este mundo nos permite conocer el pensamiento y el misterio divino, y que como nuevo Moisés, nos conduce a la tierra prometida del cielo.
Pero además, se nos da a conocer, que por el sacramento del bautismo, también nosotros participamos del profetismo de Cristo y de la Iglesia, de allí que se nos convoca a dirigir nuestros pasos al hombre de hoy para transmitir el plan salvador de la Providencia divina, siendo fieles en la comunicación del designio eterno, sin caer en interpretaciones u opiniones personales, sin buscar aguar la Palabra de Dios para hacerla más digerible a las mentes modernas que tienden cada vez más a vivir en el relativismo de la verdad.
Siguiendo los pasos de Jesús, lo encontramos en la sinagoga de Cafarnaúm (Mc. 1, 21-28), con la intención de llevar a cabo lo que ya había prometido, el anunciar la Buena Noticia, el evangelio, invitando a ingresar en el Reino, es decir, a una amistad más plena con Él mismo.

Ya san Juan en el prólogo del evangelio, decía que el Hijo de Dios, haciéndose hombre, plantó su tienda entre nosotros para encontrarse con cada uno.
O sea, no sólo ingresó a la historia humana, sino que también quiere hacerlo en el corazón de cada uno, de allí su presencia en la sinagoga para introducir a los oyentes en la verdad misma procedente de Dios.
La gente presente advierte enseguida que la enseñanza que imparte Jesús es muy diferente a la que recibían de los escribas, posiblemente siguiendo éstos el mandato que había recogido Moisés de no hablar más que de la palabra que Dios había puesto en la boca de los profetas. Cristo, en cambio, enseña de una manera totalmente nueva, no solamente respecto a la palabra proclamada, sino también en cuanto al modo, ya que lo hace con autoridad, con convicción.
Una cosa es dar a conocer una doctrina sin que ésta transforme realmente al comunicador, y otra situación diferente se suscita cuando el evangelizador vive personalmente en profundidad lo que da a conocer.

En el caso del texto que nos ocupa, habla Jesús con autoridad, porque como prolongación de lo que enseña, actúa en bien de los oyentes, como en este caso en el que expulsa a un espíritu demoniaco del cuerpo de uno de los oyentes.
En efecto, la palabra de Jesús está siempre acompañada por signos, ya sea milagros, curaciones, expulsión de demonios, que revelan la realidad del Reino vencedor de las fuerzas del mal y de la esclavitud que este provoca.
En el escenario que está presente ante nosotros, el demonio intenta superar al mismo Cristo manifestando quién es Él, aunque no pueda decir cosa alguna sobre lo que verdaderamente importa, es decir, que Jesús quiere comunicar su santidad a la humanidad  lacerada y dominada por fuerzas alienantes.

El espíritu del mal, -y hago aquí un paréntesis-, aunque reconozca que Jesús es el Santo de Dios, no lo hace por fe sino por la fuerza de la evidencia que está ante sus ojos. No olvidemos que aunque el diablo conocía el poder de su Creador divino, decidió no servirlo y apartarse para siempre de su sumisión.
De igual manera acontece en el plano humano, ya que aunque muchas personas con su inteligencia aceptan la existencia de Dios y la divinidad de Cristo, han decidido sin embargo no servirlos y bloquearse en su mala voluntad de pecado.
La indiferencia ante Cristo, por lo tanto, no necesariamente implica una falta de fe, sino que aún aceptando la divinidad del Señor, acontece que el ser humano no quiere seguir al salvador y actuar en consecuencia.
Lo mismo sucede con el demonio, que también “cree” en la divinidad de Jesús, pero no como obsequio de la inteligencia a la verdad revelada, sino por la fuerza de la evidencia, como enseña Tomás de Aquino en la Suma Teológica, y sin embargo ha optado por no servir a su Creador.

O sea, el ser humano puede llegar a creer en Dios, pero decide no servirle, reeditando el pecado de los orígenes en el que ambicionaba la dignidad divina.
No es inusual que la creatura, deseosa de una engañosa y absoluta libertad, quiera sólo seguir sus caprichos, hacer su voluntad, despreciando al Creador.
Nosotros, conociendo esto, hemos de pedir a Jesús nos libre de estos males, ya que así como el endemoniado está presente en la sinagoga, puede también acontecer que aún estando nosotros en el templo de Dios, estemos lejos de Él.
Purificados así de nuestros esquemas mentales y formas de vida, hemos de conocer más a Jesús, imitarlo en su vida y enseñanza para alcanzar la perfección cristiana.
Conociendo la verdad revelada, por lo tanto, y participando de la misión profética de la Iglesia, estamos llamados a darla a conocer sin interpretaciones personales en las que no pocas veces buscamos lo que nos agrada.
San Pablo, por ejemplo, nos deja una muestra de lo que es la fidelidad a la Palabra, no obstante sus criterios personales (I Cor. 7, 32-35).

En el texto que hemos proclamado hoy, el apóstol hace referencia a la vida del célibe y de la virgen por motivo de una mayor entrega a Dios, alabando ambas formas ya que desea que el cristiano viva sin inquietudes.
Sin duda alguna, el simpatiza con este estado de vida sin dejar de considerar la vida matrimonial como estado de vida importante.
¿En qué se distinguen ambas formas de vivir? En que mientras el célibe o la virgen por causa del evangelio, se ocupan de las cosas de Dios y cómo agradarle con un corazón indiviso, el casado está repartido entre la atención de su cónyuge  a quien debe agradar y de las cosas referentes al matrimonio.
Es decir, el casado agrada a Dios mediante su compromiso conyugal y familiar, estando su corazón dividido, sin que esto menoscabe su entrega al Creador, pero sí la hace diferente al de quien sólo se dedica al servicio divino.

El apóstol  se refiere a un ideal de vida a conseguir, sin que ignore, por cierto, que muchas veces tanto los consagrados por el celibato y virginidad, como los casados, dejamos mucho que desear en nuestra vocación cristiana.
Concluye san Pablo, en su fidelidad a la Palabra recibida, enseñando que cada uno haga libremente lo que es más conveniente a su vocación, conformándose a lo que en su corazón piensa que Dios le pide, entregándose totalmente a Él.
Concluyendo hermanos, pidamos a Jesús que nos ayude a ser dóciles a su Palabra, y nos dé la fuerza para llevar íntegra la misma a todos los que desean descubrir la Verdad plena y adherirse a ella.




Padre Ricardo B. Mazza. Cura párroco de la parroquia “San Juan Bautista”, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. 

lunes, 2 de febrero de 2015

Fraternidades sacerdotales: fidelidad indestructible




Del 5 al 9 de enero se reunió, en Roma, la segunda conferencia internacional de las Confraternidades del Clero Católico, grupos de sacerdotes anglófonos que proceden de diversas diócesis del mundo. Participaron en la reunión los cardenales George Pell, Angelo Amato, Raymond Burke y el arzobispo  Agustine Di Noia.

Defensa del matrimonio

Con la mirada puesta en el sínodo de octubre, la declaración final remarca que la “indestructible fidelidad” a la enseñanza tradicional acerca del matrimonio y el verdadero significado de la sexualidad humana “como ha sido proclamado en la palabra de Dios” y “recogido claramente en el Magisterio Ordinario y Universal de la Iglesia”.

“Las Confraternidades sacerdotales procedentes de Australia, Gran Bretaña, Irlanda y Estados Unidos (...) afirman la importancia de mantener la disciplina tradicional de la Iglesia sobre la recepción de los sacramentos, y que la doctrina y la pastoral deben permanecer inseparablemente unidas, en armonía”.

El Cardenal Angelo Amato habló de la importancia de que los sacerdotes se sepan identificar como hijos de la Iglesia; el Cardenal George Pell subrayó el papel de la misión, en relación con la necesidad de un claro e inequívoco testimonio de Cristo, mientras que el Arzobispo Augustine Di Noia insistió en la naturaleza y la misión específica del sacerdocio. El Cardenal Raymond Burke, en la homilía de la Santa Misa celebrada en San Pedro, subrayó que “hace falta luchar cada día” vistos los tiempos “terriblemente difíciles en que vivimos”. La fuerza para afrontar los muchos desafíos, dijo el cardenal patrón de la Orden de Malta, “proviene exclusivamente de la Santa Eucaristía, de nuestra unión con Cristo en el sacrificio eucarístico”.

NOTICIAS GLOBALES,  31 enero 2015