Santiago
MARTÍN, sacerdote
catolicos-on-line, 23-10-15
Stalin, tan sanguinario y que sembró Rusia de
cadáveres, incluidos algunos de sus antiguos camaradas comunistas, decía que el
asesinato no era la primera arma a emplear. Primero, afirmaba, había que
intentar comprar al que podía ser una molestia. Si eso no funcionaba, había que
anularlo y para ello había que rebuscar en su pasado a ver si se encontraba
algo vergonzoso; si era así, se aireaba y, si era de poca importancia, se
exageraba; pero si no se encontraba nada, se inventaba; para Stalin, era mejor
un zombi, un muerto en vida, que un cadáver. Sólo si esos dos pasos no
funcionaban, se recurría al asesinato, generalmente previa tortura.
Los métodos de Stalin no se han olvidado y algunos
creen que ahora van a utilizarse por parte de los que han perdido la batalla
del Sínodo, sin llegar -confiemos- al extremo de sembrarlo todo de cadáveres.
Aún no sabemos el contenido del documento final del Sínodo de los obispos, pero
todo parece indicar que no sólo no se va a tocar la doctrina, sino que los
cambios en la pastoral no pasarán de ser un acompañamiento misericordioso a los
divorciados vueltos a casar, convivientes y homosexuales, que es por otro lado
lo que la Iglesia siempre ha hecho. La decepción y el enfado de los que han
promovido el cambio es inmensa y buscan a los responsables de su derrota para
hacerles pagar un alto precio por ello.
Me consta que ha empezado la caza para decapitar a los
que han defendido a Cristo y a su Iglesia del asalto de los relativistas. Un
nuncio en un país latino decía esta semana que a los que se han opuesto al
cambio les iban a estallar "bombas morales" entre las manos y esto ha
empezado ya. Se está difundiendo vía email la acusación de violación contra un
importante cardenal latinoamericano. Circula por Roma un escrito procedente de
un nuncio de un país africano denigrando al cardenal Saráh. Al cardenal Pell le
reabrirán una vieja acusación por un supuesto apoyo a un sacerdote pederasta
hace muchos años. Los durísimos ataques al cardenal Cañizares por lo que dijo
sobre los emigrantes no son una mera casualidad, sino que responden a un
propósito muy concreto. Y esto no ha hecho más que empezar. Pero también los
periodistas están siendo objeto de ataques, bien quitándoles la acreditación
para acceder a la Sala de Prensa, bien hurgando en su pasado.
A pesar de sus cadáveres amontonados, Stalin no logró
sus objetivos. Tampoco estos lo conseguirán. Podrán desacreditar a los que han
estado en primera línea del combate, pero otros vendrán. La sangre de los
mártires, siempre es semilla de cristianos.
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