para formularse tras la decisión del Episcopado sobre los aporte del Estado
Aica, 14 Nov 2018
El
obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, difundió la carta
pastoral “Una Iglesia misionera, pobre y solidaria”, en la que plantea algunos
interrogantes que debería formularse la comunidad católica diocesana tras la
decisión de la Conferencia Episcopal Argentina de ir reemplazando en forma
gradual el aporte del Estado nacional.
El
prelado destaca que el reciente plenario episcopal hizo una “mirada evangélica”
sobre este tema, pero sobre todo tuvo que discernir “qué quiere el Señor de su
Iglesia, aquí en la Argentina con nuestra historia, logros, defectos y
dificultades”.
“Esto
ha sido realmente muy consolador: hemos escuchado al Señor que nos invita a la
confianza, audacia y valentía del Evangelio. Nos sentimos gozosamente llamados
a ser una Iglesia misionera, pobre y para los pobres”, sostiene, y agrega: “Nos
hemos visto cálidamente urgidos a vivir a fondo la solidaridad, el compartir
bienes, talentos, carismas”.
Asimismo,
puntualiza tres decisiones importantes tomadas por el plenario de obispos.
“1.
Ante todo, dar nuestra aprobación para que prosigan los diálogos con el
Gobierno en orden a una progresiva disminución – hasta su desaparición – de
este aporte del Estado a la Iglesia (el Presupuesto de Culto). El Gobierno
nacional, por su parte se ha comprometido a desarrollar algunos instrumentos
para facilitar que los fieles católicos puedan seguir aportando al
sostenimiento de la Iglesia.
“2.
Crear una Comisión Episcopal para pensar mejor, y de manera más integral, el
sostenimiento de la obra evangelizadora de la Iglesia en la Argentina, atenta,
especialmente, a desarrollar los instrumentos aptos para reemplazar el aporte
del Estado que irá disminuyendo.
“3. En
orden a esto, crear ya mismo un Fondo Solidario que vaya recogiendo el aporte
de todos para suplir los recursos que hasta ahora han ido viniendo del
Presupuesto de Culto. Algunas diócesis ya han declarado estar en condiciones de
iniciar la formación de este Fondo. Otras nos iremos sumando en breve. Cada una
según sus posibilidades”.
Monseñor
Buenanueva hace algunas precisiones sobre las decisiones adoptadas, y formula
algunas preguntas que considera “importantes”.
“El
Estado dejará esta forma – bastante anacrónica, por cierto – de aportar a la
misión de la Iglesia. Podemos, sin embargo, preguntarnos: el Estado, en
cualquiera de sus niveles, ¿puede desentenderse sin más de las actividades
religiosas de los ciudadanos? La respuesta es clara: no, no puede”, asevera.
“Es su
deber interesarse activa y concretamente de todo lo que es un interés legítimo
de los ciudadanos, sea en áreas culturales, artísticas, solidarias o
deportivas. También en las religiosas. El Estado debe cuidar y promover los
valores espirituales y éticos de los ciudadanos, pues, por sí mismo, no los
puede generar, menos aún imponer”, afirma.
Por
esto, el obispo explica que no se habla de “renuncia”, y justifica el porqué:
“Esta podría ser un gesto clamoroso pero, a la larga, injusto y nocivo. Los
ciudadanos tenemos que ayudar al Estado a cumplir su misión de servicio a la
sociedad y ciudadanos reales del país”.
Monseñor
Buenanueva considera que la segunda pregunta deberían formulársela los
católicos de las comunidades cristianas de esta zona “próspera de Córdoba y de
la Argentina”: ¿No tendríamos que intensificar nuestra solidaridad,
compartiendo con más generosidad lo que Dios nos ha regalado: recursos,
carismas, tiempo y talentos?
“El
Estado podrá seguir ayudando o no, lo cierto es que nuestra Iglesia seguirá
dando lo mejor de sí al servicio del Evangelio y, de manera especial, de los
más pobres. Como la viuda pobre y sus dos moneditas de cobre del Evangelio de
este domingo”, ejemplifica.
Monseñor
Buenanueva reconoce que los católicos no pueden desentenderse de los “hermanos
necesitados” y profundiza: “No podemos encerrarnos en nuestro bienestar”.
“La
vida de las Iglesias hermanas es también nuestra preocupación. Ya tenemos la
formidable experiencia de “Más por Menos”. ¿No tendríamos que potenciarla?
¿Cómo contribuirá nuestra Iglesia diocesana al Fondo Solidario de la CEA?”,
pregunta.
“La
motivación que tenemos los cristianos para compartir nuestras vidas y bienes es
la más alta: el amor de Cristo. Así lo hemos expresado también en nuestro Plan
de Pastoral. Hemos aprendido a dar pasos en comunión y participación. Este
capítulo reclama también un camino común de discernimiento y acción”,
concluye.+
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