Infocatólica, 8/12/16
Declaración del Arzobispo de La Plata, Mons. Héctor
Aguer
En los últimos días la comunidad católica y la
sociedad toda se han visto conmovidas por el descubrimiento de varios casos de
abuso de niños perpetrados por sacerdotes. Este delito abominable manifiesta la
violación de los juramentos pronunciados por los clérigos al elegir libremente
la castidad perpetua por el Reino de los Cielos y para el servicio de los
hombres, pero además constituye una gravísima injusticia contra aquellos a
quienes deberían proteger y educar; contra los niños que han sido víctimas de
su perversión, contra sus familias, contra la Iglesia y contra la comunidad
civil.
Muchas de esas víctimas, a consecuencia de semejante contradicción, han
perdido la fe; a muchas otras se les ha arruinado la vida. No podemos menos que
deplorar, con vergüenza y súplicas de perdón, el mal que se ha inferido a
menores inocentes, que luego han debido cargar con aquella situación traumática
a la que han sido sometidos.
La disciplina de la Iglesia incluye un protocolo
severísimo para investigar y eventualmente condenar los casos denunciados. A
partir de los indicios es posible llegar a las pruebas y al consiguiente
ejercicio de la justicia según el Derecho Canónico. Pero es preciso proceder
con objetividad, y no dejarse llevar por un clima de sospecha generalizada, de
desconfianza e intranquilidad.
La nota publicada en EL DIA el lunes 5 de diciembre
bajo el título “Denuncian que curas abusadores también estuvieron en La Plata”,
contiene varias inexactitudes que deseo aclarar.
1. Sobre el caso del Padre Héctor Ricardo Giménez.
Cuando llegué a La Plata como Arzobispo Coadjutor, el 8 de septiembre de 1998,
el Padre Giménez cumplía prisión preventiva mientras se sustanciaba un proceso
penal en su contra, por hechos cometidos cuando era párroco de Santa María
Magdalena, en la ciudad de Magdalena.
Fue absuelto por insuficiencia de la
prueba y puesto en libertad. Sin embargo, yo inicié un proceso canónico en
nuestro Tribunal Eclesiástico Interdiocesano, al cabo del cual se lo halló
culpable y se le impuso la pena justa.
Mientras se sustanciaba el proceso actuó
temporalmente como capellán de las religiosas del Hospital San Juan de Dios.
Comunicada a la Santa Sede la pena impuesta al Pbro. Giménez y cumplimentadas
las instancias canónicas previstas, se procedió a ejecutar la sentencia. El
Padre Giménez está recluido en una institución en la que puede ser atendido y
no tiene licencias para ejercer el ministerio sacerdotal, salvo para
concelebrar la Misa con el capellán del lugar donde reside. Tiene actualmente
83 años.
En el archivo de este Arzobispado no se encuentran
denuncias de abusos perpetrados por él en Gonnet y City Bell en los años 80.
2. Sobre el Instituto Próvolo. Está a cargo de la
Compañía de María para la educación de niños sordos, congregación religiosa de
Derecho Pontificio. El Padre Nicolás Hugo Corradi no ha prestado servicios en
La Plata durante mi gestión. No existen en nuestro archivo denuncias en su
contra.
El Padre Horacio Corbacho cumplió funciones en La
Plata desde 2007 hasta 2015 entre dos períodos transcurridos en Mendoza, donde
recibió su ordenación sacerdotal. A comienzos de este año volvió allá. Tampoco
en su caso existen testimonios que lo inculpen en esta Sede; sin embargo, ante
las noticias que se han divulgado, estamos colaborando con el Arzobispado de
Mendoza y el Tribunal de la Arquidiócesis en las instancias canónicas previstas
por la ley eclesiástica para estos casos.
Ante versiones aparecidas en algunos medios, ruego a
quienes tengan noticia fehaciente de abusos de menores cometidos en el
Instituto Próvolo de La Plata, se acerquen a realizar las denuncias pertinentes
ante el Vicario Judicial de este Arzobispado, Pbro. Dr. Javier Fronza, a fin de
proceder a las instancias canónicas.
El delito horrendo del abuso sexual de los niños exige
que se aplique todo el rigor de la justicia a los culpables. Es lógico que
cuando el autor es un sacerdote se manifieste en la sociedad sorpresa e
indignación.
Ofrezco mi sincera colaboración a las instituciones
que agrupan a los Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico. Quedo a disposición de
sus miembros. La Iglesia está integrada por santos y pecadores, pero todos los
fieles, debemos hacer lo que esté a nuestro alcance por la conversión de los
descarriados y vigilar para que éstos no mancillen la santidad esencial de esa
misma Iglesia.
Deseo hacer notar, sin búsqueda de indebidas e
imposibles disculpas, que algunos sectores aprovechan esas tristes
circunstancias para fines subalternos y para denigrar a la institución
eclesial. Es sabido que la inmensa mayoría de los casos de abuso sucede dentro
de la propia familia de las víctimas. Es probable que esta monstruosidad haya
existido siempre, pero no me parece exagerado pensar que la multiplicación
actual del fenómeno está vinculada a la viralización de la pornografía y de la
pedofilia, la banalización de la sexualidad, el desprecio de una educación en
la continencia y a otros males propios de la cultura vigente.
+Héctor Aguer
Arzobispo de La Plata
La Plata, 7 de diciembre de 2016, memoria litúrgica de
San Ambrosio, Obispo y Doctor de la Iglesia.
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