martes, 13 de diciembre de 2016

No dejar que nos roben la Navidad


Reflexión de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, en el programa "Claves para un Mundo Mejor"
 (10 de diciembre de 2016) 

Queridos amigos: hoy es el tercer sábado de Adviento. Este tiempo que la Iglesia nos ofrece para que preparemos bien la celebración de Navidad. Acá se juega algo que es importantísimo porque esta es una fiesta central del año cristiano así como la Semana Santa y sobre todo el Triduo Pascual que es el otro polo del año cristiano. 

La cuestión es: ¿cómo se celebra bien la Navidad? Una celebración no implica solamente la misa aunque ojalá todos los bautizados fueran a misa el Día de Navidad, ojalá todos los bautizados, acá en la Argentina, supieran que pasó en Navidad y porqué celebramos Navidad, porqué se brinda en la Nochebuena. Hace poco le preguntaba a una persona que no tiene mucha formación si iba a festejar la Navidad, me dijo que sí, y le pregunté si sabía lo que se festejaba y me dijo “no sé bien, fin de año”. Así es y esa es la cuestión. 

Notemos que los cambios culturales han hecho evaporar la cultura cristiana de la Navidad. Antes todo el mundo sabía que en Navidad había nacido Jesucristo y que era eso lo que se festejaba y que el signo era el pesebre. Permítanme un recuerdo de mi infancia: en casa, con mamá y una tía comenzábamos a preparar el pesebre como quince días antes porque era una cosa fantástica, ocupaba todo el rincón del vestíbulo, con montañas y un montón de figuras y después estaban los 3 Reyes que aparecían e iban caminando poco a poco hasta llegar el 6 de enero. Todo eso hoy día se ha perdido desgraciadamente. 

Antes en público aparecían figuras de la Navidad y eso también se ha perdido. ¿Cuál es la figura cultural, hoy, de la Navidad? Es ese gordo vestido de colorado, barbudo, que parece que sale del invierno porque, efectivamente, viene de otros horizontes, de otro hemisferio. La Coca Cola nos ha birlado la Navidad porque este señor, el gordo Papá Noel, ha sido la imagen de esa gaseosa. Cuando decimos Papá Noel, si sabemos algo de francés, sabemos que Noel significa Navidad pero detrás está Santa Claus aunque ahora ya nadie lo llama Santa Claus que es San Nicolás y, en realidad, es verdad que es una tradición cristiana que viene de los países del norte de Europa pero pasó a Estados Unidos y lo agarró la Coca Cola y allí se acabó el pesebre, se acabó Jesús y queda Papá Noel. 

Por otra parte, antes, los regalos, nosotros, los chicos, los esperábamos el 6 de enero. Como les decía, iban caminando los Reyes Magos por el pesebre hasta ese día. Y también nosotros la noche del 5 de enero poníamos los zapatos, hasta poníamos pastito y agua para los camellos. Todo eso desapareció. Los regalos, en todo caso, aparecen en Navidad, a fin del año y algunos en Reyes, aunque no tanto. 

La cuestión es esta: nos han birlado la cultura de la Navidad. Y eso es algo que, nosotros, con delicadeza pero también con claridad tenemos que restaurar, tenemos que recordar y hacer recordar que en Navidad se celebra el Nacimiento de Jesús Nuestro Salvador, que nació en el parto virginal de la Virgen María, que lo concibió virginalmente por obra del Espíritu Santo. Hace un par de días, el 8 de diciembre, hemos celebrado la Inmaculada Concepción de la Virgen, es decir que Ella era totalmente pura. 

El Pesebre de Navidad, la Gruta de Navidad, está iluminado por la presencia del Niño Dios y de su Madre. Hay pinturas preciosas, clásicos de grandes autores de los siglos XVI y XVII, que han pintado la escena de la Navidad y lo que llama la atención es que la luz sale del Niño y de su Madre. Los bordes son oscuros pero el que ilumina es el Señor, la pequeña figura del Señor. Esa es la verdad y a través de estos signos es cómo vamos comprendiendo las cosas. 

Por eso la cuestión que yo digo acerca de la Coca Cola y Papá Noel no hay que tomarla a la ligera porque van a ver ustedes que la propaganda es esa: un arbolito con globitos y el gordo muchas veces sin el trineo. Por eso lo importante es volver al Pesebre y mostrar que allí está figurada la escena central de la historia humana que es el Nacimiento del Redentor. 

Esta es una dimensión importante de nuestra preparación para la Navidad. Por supuesto que esta preparación es sobre todo la interior. En lo posible vamos a hacer una buena confesión de Navidad, vamos a comulgar en la Misa de Nochebuena o en la Misa del Día de Navidad. Pero los aspectos exteriores, sobre todo para la gente sencilla y para aquellos que no son practicantes, son valiosos. 

Si tienen un pesebre en su casa y entra un vecino cualquiera ustedes pueden explicarle allí estas verdades fundamentales de la fe cristiana. Y es así como la Iglesia conserva su vigencia en la cultura de lo contrario nosotros nos recluimos en nosotros mismos y dejamos que el vasto campo del mundo quede para el Diablo, al cual Jesús llamaba el Príncipe de este mundo. Por favor que no sea así. 

Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata

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