(InfoCatólica) 14-12-16
En junio de este año, se aprobó en Canadá una
legislación federal que legalizaba el suicidio asistido. La nueva ley
canadiense permite que los médicos y enfermeras o bien causen directamente la
muerte del paciente (eutanasia) o le receten medicinas para provocar su muerte
(suicidio asistido).
En ese contexto, los obispos canadienses de la región
del atlántico publicaron el pasado 27 de noviembre la carta titulada «Una
reflexión pastoral sobre la asistencia médica para morir». En ella, se dan los
criterios pastorales apropiados, a juicio de los obispos, para que los
sacerdotes traten con las personas que han decidido suicidarse aprovechando las
facilidades que les confiere la nueva ley.
En la carta, se indica que la nueva legislación
«plantea muchas preguntas y preocupaciones para los enfermos, sufrientes y sus
familias y amigos», además de «plantearnos el reto como Iglesia y como
Católicos individuales de crecer en nuestra comprensión de la enseñanza moral
de la Iglesia sobre este tema». Los obispos recuerdan que la eutanasia y el
suicidio asistido «no reflejan nuestra visión cristiana de la vida, el
sufrimiento y la muerte», aunque en ningún momento se denuncia la ley como
gravemente inmoral e injusta.
Monseñor Claude Champagne, obispo de Edmunston y
Presidente de la Conferencia Episcopal del Atlántico, explicó al Catholic
Register que el documento pone más énfasis en el cuidado pastoral que en la doctrina,
para asegurarse de que los católicos se sientan acogidos. «Intentamos no
condenar ni juzgar, sino que tratamos de acercarnos a la gente para expresar la
visión católica, a la vez que acompañamos a la gente». De esa forma, quieren
seguir lo expresado en Amoris Laetitia, sobre reconocer que «hay gente que
todavía no ha llegado» a aceptar la visión católica. «Los acogeremos,
intentaremos comprenderlos y los acompañaremos». La carta afirma que el Santo
Padre «nos recuerda que quien acompaña a otros debe darse cuenta de que la
situación de cada persona ante Dios y su vida de gracia son misterios que nadie
puede conocer plenamente desde fuera. Por lo tanto, no debemos juzgar la
responsabilidad y culpabilidad de la gente».
Los obispos señalan que, «en el cuidado pastoral de
aquellos que están contemplando la posibilidad de recurrir a la asistencia
médica para morir, debemos recordar que la finalidad del cuidado pastoral es
comunicar la compasión de Cristo, su amor que sana y su misericordia».
Asimismo, indican que las personas «que estén considerando la posibilidad de
acudir a la eutanasia o al suicidio asistido y que pidan el ministerio de la
Iglesia deberán ser acompañadas con diálogo y apoyo compasivo y orante».
El documento de los obispos indica que aquellos que
estén «considerando recurrir a la eutanasia o al suicidio asistido» podrán
recibir la Comunión, la Confesión y la Unción de Enfermos además de tener un
funeral católico después de suicidarse. Para concederles estos sacramentos, los
sacerdotes deberán tener en cuenta su «contexto emocional, familiar y de fe».
Es el «encuentro pastoral» el que «arrojará luz sobre situaciones pastorales
complejas e indicará la acción más apropiada a tomar, incluida la decisión de
si la celebración de los sacramentos es adecuada». La decisión de si se va a
celebrar un funeral católico deberá tomarse en «diálogo con las personas
involucradas de forma compasiva, sensible y abierta», aunque parecen indicar
que siempre deberá celebrarse ese funeral, porque «como personas de fe y
ministros de la gracia de Dios, estamos llamados a confiar a todos, sin
importar sus decisiones, a la misericordia de Dios».
Con estas directrices pastorales, los obispos del
Atlántico se separan por completo de lo que determinaron en septiembre los
obispos canadienses de Alberta y los Territorios del Noroeste. Los obispos de
esta otra región publicaron un Vademécum en el que se indicaba que las personas
que rechazaran de forma «obstinada» la doctrina de la Iglesia sobre el suicidio
asistido no podían recibir la Unción de Enfermos. Sí que admitían, en cambio,
la posibilidad de un funeral católico en algunas situaciones. Monseñor
Champagne resaltó que la postura de los obispos de Alberta y el Noroeste no
expresa la visión de todos los obispos católicos del Canadá.
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