viernes, 16 de diciembre de 2016

Dos grandes intelectuales piden al Papa que condene ocho errores derivados de Amoris Laetitia

  

Gabriel Ariza, 10 diciembre, 2016
InfoVaticana

“No hay nada oculto que no se descubra algún día, ni nada secreto que no deba ser conocido y divulgado.” (Lucas 8, 17)

A Francisco se le acumula la correspondencia: Los prestigiosos profesores John Finnis y Germain Grisez piden a Francisco que aclare y condene las interpretaciones incorrectas de Amoris Laetitia que no son conforme al magisterio de la Iglesia, y piden a los obispos que se adhieran a su petición.

A continuación, la nota en la que los profesores explican la carta enviada a Francisco y que no ha obtenido respuesta:
Nosotros llamamos la atención de los lectores hacia El abuso de Amoris laetitia para apoyar errores contra la fe católica, la carta que hemos dirigido “al Sumo Pontífice Francisco, a todos los obispos en comunión con él y al resto de los fieles cristianos”. La carta fue enviada el 21 de noviembre para ser entregada al Papa Francisco.

En esta carta le solicitamos al Papa Francisco que condene ocho posiciones contrarias a la fe católica que están recibiendo apoyo, o probablemente lo recibirán, mediante el abuso de su Exhortación Apostólica Amoris laetitia. Les pedimos a todos los obispos que se adhieran a esta solicitud y que pronuncien sus propias condenaciones de las posiciones erróneas que identificamos, reafirmando a la vez las enseñanzas católicas que estas posiciones contradicen.

Las siguientes consideraciones muestran con claridad por qué apelar a Amoris laetitia para apoyar estas posiciones es algo que correctamente describimos como un abuso del documento del Papa.

Cuando un obispo actúa in persona Christi, cumpliendo su deber de enseñar en materias de fe y moral mediante la identificación de proposiciones a las cuales exige que los fieles presten su asentimiento, cabe presumir que intenta exponer verdades que pertenecen a un único e idéntico conjunto de verdades: primariamente, aquellas confiadas por Jesús a su Iglesia, y, secundariamente, aquellas necesarias para preservar las verdades primarias como inviolables y/o para exponerlas con fidelidad. Puesto que las verdades de este tipo no pueden sustituirse o anularse entre sí, debe presumirse que las expresiones del Papa o de otros obispos proferidas al enseñar in persona Christi son coherentes entre sí cuando se las interpreta cuidadosamente. En consecuencia, es un abuso de una expresión magisterial de tal tipo pretender apoyarse en ella sin haber procurado interpretarla antes de esta manera.

Además, si emerge una aparente incoherencia después de una interpretación cuidadosa, una expresión magisterial que no es definitiva es usada incorrectamente a menos que se la entienda con salvedades y delimitaciones suficientes para hacerla coherente con la Sagrada Escritura y con las enseñanzas que definitivamente pertenecen a la Tradición, interpretada cada una a la luz de la otra.

En nuestra carta nos ocupamos solamente del abuso de Amoris laetitia para apoyar posiciones sostenidas por teólogos y pastores que no enseñan in persona Christi. Nosotros no afirmamos ni negamos que Amoris laetitia contenga enseñanzas que requieran salvedades o delimitación, ni tampoco hacemos sugerencias sobre cómo hacerlo, en el supuesto de que fuese necesario.

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La carta explica de qué manera quienes proponen las ocho posiciones que nosotros identificamos pueden hallar apoyo en expresiones o en omisiones de la Exhortación Apostólica, y explica cómo estas posiciones son o incluyen errores contra la fe católica. En cada caso explicamos brevemente cómo ha emergido esa posición entre los pastores o teólogos católicos y mostramos cómo ciertas expresiones u omisiones de Amoris Laetitia están siendo usadas, o probablemente serán usadas, para apoyarla. Luego exponemos los argumentos para juzgar que la posición es contraria a la fe católica, esto es, a la Sagrada Escritura y a las enseñanzas que pertenecen definitivamente a la Tradición, interpretadas cada una a la luz de la otra.

Las ocho posiciones son estas:

Posición A:    Un sacerdote que administra el Sacramento de la Reconciliación puede a veces absolver a un penitente que carece de propósito de enmienda respecto de un pecado en materia grave que pertenece a su forma de vivir continua o que es habitualmente repetitivo.

Posición B:    Algunos de los fieles son demasiado débiles para cumplir los mandamientos de Dios; aunque estén resignados a cometer pecados en materia grave continuos y habituales, pueden vivir en gracia.

Posición C:    No existe ninguna regla moral general que no admita excepciones. Incluso los mandamientos divinos que prohíben clases específicas de actos están sometidos a excepciones en algunas situaciones.

Posición D:    Aun cuando algunos de los preceptos o mandamientos de Dios parecen exigir que uno nunca elija un acto de una de las clases a los que ellos se refieren, en realidad esos preceptos y mandamientos son reglas que expresan ideales y que identifican bienes que uno siempre debiera servir y esforzarse por realizar lo mejor que pueda, atendidas las propias debilidades y la situación concreta, compleja, de cada uno, que puede exigirle a uno elegir un acto en contraste con la letra de la ley.

Posición E:    Si uno tiene en cuenta su situación concreta y sus limitaciones personales, su conciencia puede a veces discernir que realizar un acto de cierta clase incluso contraria al mandamiento divino será hacer lo mejor de que uno es capaz para responder a Dios, que es todo lo que Él reclama, y entonces uno debe elegir realizar ese acto, pero también estar dispuesto a conformarse plenamente al mandamiento divino, si y cuando uno sea capaz de hacerlo.

Posición F:     Elegir provocar la excitación o la satisfacción sexual de uno o de otro u otros es moralmente aceptable a condición solamente de que (1) ningún adulto tenga contacto corporal con un niño; (2) no sea tocado el cuerpo de ningún participante sin su consentimiento claro y libre tanto respecto del modo como de la extensión del contacto; (3) no se haga conscientemente nada que provoque o cree un riesgo excesivo de daño físico significativo, transmisión de alguna enfermedad o embarazo no deseado; y (4) no se transgreda ninguna norma que rija la conducta en general.

Posición G:    Un matrimonio sacramental consumado es indisoluble en el sentido de que los esposos deben siempre fomentar el amor matrimonial y no deben nunca elegir disolver su matrimonio. Pero por causas fuera del control de los esposos y/o por faltas graves de al menos uno de ellos, su relación humana como pareja casada a veces se deteriora hasta que deja de existir. Cuando la relación matrimonial de una pareja ya no existe, su matrimonio se ha disuelto, y al menos una de las partes puede legítimamente obtener un divorcio y casarse de nuevo.

Posición H:    Un católico no necesita creer que muchos seres humanos terminarán en el Infierno.

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Nuestra carta concluye indicando cómo los pastores y los teólogos que enseñan y ponen en práctica cualquiera de estas ocho posiciones pueden de esa manera causar un perjuicio grave a muchas almas, y señalando algunas formas en que esto puede suceder. También llama la atención sobre el daño que estos errores infligen al matrimonio y a los jóvenes que en otro caso podrían haber participado en una vida matrimonial auténtica con corazones buenos y que podrían haber sido signos del amor esponsal de Cristo por su Iglesia.

Muchos teólogos y pastores que defienden posiciones contrarias a la fe suponen que están tratando de forma realista con los católicos influidos por la cultura secularizada que están rompiendo con la Iglesia o apartándose de ella. Pero su estrategia deja de lado la tradición de la Iglesia y su misión primaria: predicar el Evangelio en todas partes y siempre, y enseñar a los creyentes todo lo que Jesús ha mandado.

La experiencia de las comunidades eclesiales cristianas que han adoptado estrategias similares en los dos siglos pasados sugiere fuertemente que aquellos que hicieron concesiones sobre su identidad cristiana en una generación fueron de poco interés para las generaciones sucesivas. Aquellos a quienes se les ha ordenado actuar en la persona de Jesús hacen bien en enseñar la verdad tal como Él lo hizo y continuó haciendo incluso cuando muchos de sus discípulos dijeron que su palabra les parecía demasiado dura y se alejaron de Él.

John Finnis
Profesor Emérito de Derecho y Filosofía Jurídica, Universidad de Oxford
Miembro de la Academia Británica (secciones de Derecho y Filosofía)
Catedrático Biolchini Family, Universidad de Notre Dame, Indiana
Miembro de la Comisión Teológica Internacional de la Santa Sede 1986–91

Germain Grisez
Profesor Emérito de Ética Cristiana, Universidad Mount St. Mary
Profesor de Filosofía, Universidad de Georgetown 1957–72 y
Campion College, Universidad de Regina 1972–79
Profesor Emérito de Ética Cristiana Most Rev. Harry J. Flynn
Universidad Mount St. Mary 1979–2009


Publicado originalmente en First Things. Traducción para InfoVaticana

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