Infocatólica, 20/12/16
El sacerdote jesuita, en un artículo
publicado en Religión Digital, niega la historicidad de «la anunciación a María
y la anunciación a José», asegurando que «no son ni una clase de biología, ni
una sesión de sexología, ni una crónica histórica de un matrimonio excepcional,
ni siquiera de un nacimiento sobrenatural. Estas narraciones son poesía y
teología, mejor dicho, simbólicas y de fe».
Igualmente opina que «Los antiguos catecismos decían
inapropiadamente "virgen antes del parto, en el parto y después del
parto". Pensaban que, antes del parto, la penetración sexual rompe la
virginidad; pensaban también que la criatura que nace, al romper y herir esa
puerta, mancha a la madre, que tendría que purificarse; pensaban también que si
María y José engendraban otros hijos e hijas, hermanos y hermanas de Jesús,
María dejaba de ser virgen. Pero hay que decir que ni la unión por amor mancha,
ni la sangre contamina, ni el dar a luz produce impureza».
Y por último, tras despreciar burlonamente la doctrina
católica asegurado que «hoy no podemos pensar así. Quien insista en seguir
usando imágenes medievales, podrá decir que hay que cuidar esa puerta del
castillo. Bien, pero... según quien vaya a entrar y salir, se abrirá o se
cerrará», niega expresamente el dogma sobre la virginidad de María:
Concebir y dar a luz es la consumación de la
virginidad. No se pierde, se realiza. No rompe la virginidad de María, ni la
mancha, sino que la realiza, el hecho de que José entre con amor por esa
puerta. No hace impura ni mancha a María el nacimiento de Jesús hiriendo
físicamente y causando dolor en esa puerta de María. La paternidad y maternidad
carnal, biológica y humana de José y María no es incompatible con que ambos
sean vírgenes que realizan y consuman su virginidad al engendrar a Jesús con el
soplo del Espíritu de Vida que actúa desde dentro de José y María».
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