recuerda que los divorciados
vueltos a casar no pueden comulgar
catolicos-on-line, 18-3-16
Según revela Actuall en exclusiva, el cardenal Gerhard
Müller, prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe, ha vuelto a
salir al paso de la polémica que rodeó al pasado Sínodo de la Familia,
destacando que la doctrina de la Iglesia nunca podrá cambiar al respecto.
El cardenal confirma la fe de la Iglesia en el
libro-entrevista Informe sobre la Esperanza, que recoge en 150 páginas el
diálogo que el purpurado ha mantenido con el sacerdote español y director de la
BAC, Carlos Granados. El volumen está a punto de llegar a las librerías, días
antes de que el Papa Francisco publique su esperada exhortación apostólica
sobre la familia.
¿La razón de por qué no es posible dar la comunión a
divorciados vueltos a casar? Es «debido al carácter de derecho divino de la
indisolubilidad del matrimonio». El cardenal Müller explica que esta es
«doctrina teológica y espiritual» como quedó claro con la constitución Gaudium
et Spes del Vaticano II.
Es cierto que en los meses anteriores al Sínodo de
2015 se propuso resolver el problema de los divorciados vueltos a casar «con
una propuesta cercana a las Iglesias ortodoxas a partir de una nueva praxis
penitencial en base al principio de misericordia de Dios, aplicada a ciertos
casos por medio de la ‘discretio’ o discernimiento espiritual caso por caso de
los pastores».
Pero el cardenal deja claro que en los trabajos
sinodales se insistió en que no era posible darles la comunión. Porque «todo el
orden sacramental es obra de la santidad, la justicia divina y la misericordia
y que esta (…) no es nunca una dispensa de los mandamientos de Dios y de la
Iglesia o una justificación para suspenderlos o invalidarlos: ‘Ve y no peques
más’ (Jn 8,11) le dice Jesús a la adúltera, una vez la ha tratado con gran
misericordia».
El purpurado alemán deja claro en el libro-entrevista
que, de acuerdo con el Sínodo, «los pastores se deberán esforzar en acoger (a
los divorciados vueltos a casar) con delicadeza y cordialidad para acompañarles
e integrarles en la vida ordinaria de la Iglesia».
Ante quienes dicen que la postura de la Iglesia en
moral sexual no es realista y que es mejor ajustarla a los tiempos presentes,
el cardenal Müller señala: «Todos sabemos que somos pecadores y que es en el
campo de la sexualidad donde precisamente se manifiesta de un modo patente la
fragilidad humana. Pero esto no significa que la moral sexual que enseña la
Iglesia sea un ideal inalcanzable. El mayor escándalo que puede dar la Iglesia
no es que en ella haya pecadores, sino que deje de llamar por su nombre a la
diferencia entre el bien y el mal y que relativice esta, que deje de explicar
lo que es pecado o que pretenda justificarlo por una supuestamente mayor
cercanía y misericordia hacia el pecador».
El prefecto de la Doctrina de la Fe también aborda en
la larga entrevista el drama de las rupturas matrimoniales, pero precisa que
«hay algo en el matrimonio que no fracasa: puede fracasar la convivencia,
pueden fracasar las expectativas humanas, pero nunca fracasa en él, la acción
de Dios (…) El sacramento en cuanto tal no fracasa».
No es un ideal. Es una realidad dada por Dios
Explica que el matrimonio no se puede entender como un
acto social o como un ideal –dos errores comunes de esta época–. «No es un
ideal que los hombres han imaginado. Un ideal es un reflejo de un deseo mío,
como el niño que quiere ser astronauta… Un ideal, de hecho, suele ser inalcanzable».
Pero el matrimonio no es un ideal, sino «una realidad
dada por Dios». «Es El –explica el cardenal Müller- quien, de forma inaudita,
ha creado por amor al varón y a la mujer, abiertos los dos a la relación y a la
fecundidad: esto no es una idea, es una realidad y, a la vez, una promesa de
plenitud».
Siguiendo la doctrina del propio Jesucristo, centra la
cuestión al recordar que «el matrimonio no consiste solo en la decisión de
convivir con otra persona, sino en el firme propósito de ser ‘una sola carne’…
‘por eso dejará el hombre a su padre y a su madre para unirse con su esposa y
serán los dos una sola carne» (Mc 10,8).
Y añade que «el fin del matrimonio no es sólo natural
sino también sobrenatural: la santificación de los esposos y de la vida, para
poder alcanzar la plena comunión con Dios».
La amenaza de la ideología de género
A preguntas de Carlos Granados, el prefecto para la
Doctrina de la Fe también aborda la amenaza que para la familia representa la
Ideología de Género. Subraya las palabras del actual pontífice: «El Papa
Francisco ha desenmascarado que tal pretensión es una auténtica ‘colonización
ideológica’: ‘la colonización ideológica se realiza a través de los niños’».
Y añade que esta ideología –como otras– tiene una
pretensión totalitaria «Un ídolo: hemos hecho de nuestra propia libertad, de
nuestro propio deseo, un ídolo, pretendiendo ser nosotros quienes determinemos
lo que es bueno o malo. ¿No fue esta la sustancia de la primera tentación de
Adán y Eva? ¿Se puede construir una sociedad sin respetar la diferencia
fundamental de hombre y mujer?
El Informe sobre la Esperanza, dedica a la familia uno
de los cuatro capítulos en que se divide. Ya que la familia según el cardenal
Müller –siguiendo al Papa Francisco– es «sujeto de la nueva evangelización».
Los otros capítulos son ¿Qué podemos esperar de
Cristo?; ¿Qué podemos esperar de la Iglesia?; y ¿Qué podemos esperar de la
sociedad? Las tres sirven para expresar las preocupaciones, «los gozos y las
esperanzas» del hombre contemporáneo y buscar respuestas en el Magisterio de la
Iglesia, según explica Granados en el prólogo.
Las respuestas del prefecto para la Doctrina de la Fe
son interesantes reflexiones, de gran calado teológico, con alusiones a papas
(Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI, Francisco), a teólogos (San Hillario,
Santo Tomás, De Lubac), pero también a personajes de la cultura (Nietzsche,
Dostoyewski, Chesterton). Y todo ello con un estilo directo y un lenguaje
asequible.
Si el Informe sobre la Fe (1985) –la larga entrevista
concedida por Ratzinger a Vittorio Messori– era un diagnóstico sobre la
situación eclesial, proponiendo vías de solución, el Informe sobre la Esperanza
pone el centro ahora en un tema nuevo, ya que vivimos hoy una gran crisis de
esperanza. La respuesta, en el Evangelio.
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