¿el reino de la
neo melancolía?
"La vida es
un peso muerto, pesa la vida'' (`Neo melancolías', de Massimo Recalcatti).
POR JUAN ALBERTO
YARÍA
La Prensa,
17.07.2022
Son tiempos de neo
melancolías, que es una forma de melancolía en donde no se puede percibir un
futuro por la muerte del deseo. Deseo que sea proyecto, misión, vocación. Esto
parece muerto en muchos adolescentes e incluso en adultos.
Rechazo de la
vida; "vida que rechaza a la vida'' (Massimo Recalcatti autor del concepto
`neo melancolía'). Vuelta al claustro, al encierro en las drogas, el boliche,
el cuarto, etc. Todo esto se manifiesta de diversas maneras en la vida del niño
y de la propia familia.
Esta neo
melancolía se asocia a una caída de la función paterna, es decir, de un
intermediario que actúa para incluir niño en el mundo y que lo marca
positivamente en relación a la ley. Padre que no es solo un varón, puede ser
también una madre. Esto parece fallar hoy. No podemos entender en este momento
los traumas infantiles (abuso, incesto, violencia, etc.) sin esta caída de la
función paterna.
Esto se asocia a
múltiples patologías de la adolescencia y de la vida familiar, la `vida muerta'
entonces busca `elíxires mágicos' para sentir algo. Los psiquiatras americanos
hablan de niños que vivieron años en un estrés tóxico con soledades, falta de
encuentros, violencia, ausencias de sus figuras significativas, etc.
Así se va
manifestando una crisis de salud mental adolescente que tiene distintas
variantes: consumo precoz de drogas como alcohol, marihuana de alta potencia
adictiva y luego siguen la ketamina, la cocaína con consecuencias de tipo
psiquiátrico (delirios alucinaciones, etc.), intentos de suicidios, ideas de
muerte, autolesiones, cuadros de depresión, trastornos de la conducta
alimentaria.
La demanda en los
centros sube y los daños se ven en niños de 10 u 11 años que consultan. La
pandemia incrementó la desconexión con los medios sociales y la enfermedad en
el seno de la propia familia. Pero no podemos solo hablar de la pandemia, hay
sociedades rotas en la vida familiar con peculiares abandonos, abusos, duelos
no resueltos e incluso carencia de encuentros gratificantes entre padres e
hijos.
La Fundación Ineco
en su estudio de 2020 en conjunto con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires
muestra que el 60 a 70 por ciento muestra signos de ansiedad, soledad y baja
satisfacción con la vida. Unicef en un estudio en nueve países de América del
Sur encontró que el 73 por ciento de los adolescentes sintió la necesidad de
pedir ayuda en relación con su bienestar físico y mental.
El Hospital
Garrahan relevó que entre 2019 y 2021 se triplicaron las internaciones por
intento de suicidio (Servicio de Salud Mental). La edad prevalente era entre 13
y 16 años.
El Hospital
Italiano, a través del Servicio de Salud Mental Pediátrica, muestra que creció
el 47 por ciento la demanda en la central de emergencias de psiquiatría
infantil y juvenil (sobre ingesta de sustancias, autolesiones, intento de
suicidio).
Es común hoy el
consumo de marihuana y alcohol como un intento de regulación de las emociones
dañadas ya desde la primera infancia. La Universidad de Harvard descubrió
que el riesgo de padecer un trastorno psicótico es cinco veces mayor en
consumidores de cannabis de alta potencia que entre los que nunca lo habían
consumido.
EJEMPLO CLINICO
Jorge va a la
escuela en los límites entre CABA y el conurbano; sus padres no están
implicados en lo que le sucede, están lejos de sus avatares puberales y de las
angustias del inicio de la adolescencia. Ellos entre sí están también
distantes. Es la típica familia llamada hoy nominal. Están juntos, pero solo
formalmente, no hay vínculo entre ellos. La mesa familiar, cuando existe, es
solo un encuentro entre aparatos de imágenes televisivas, de chats e Instagram.
No hay lenguaje y entre la irritación existente por la preferencia de este
mundo de imágenes en un soliloquio autista cada palabra que se pronuncia es
contestada con la violencia de aquel que es interrumpido en su monólogo
virtual. El grito suplanta a la escucha.
La familia como
continente normativo no funciona. Ley, límite, palabra, transmisión amorosa y
vínculos que son la base de la cultura están ausentes. Todo es meramente
nominal y la heladera, llena o vacía, es el único punto de encuentro. Jorge va
a la escuela, pero esta no significa nada y no aprende en su mutismo rodeado de
aparatos. Mientras tanto en esa escuela no hay normas y el vacío reina.
Cervezas a la entrada, porros por doquier, alguna `pasta' que se reparte. Los
profesores, pobres profesores son también víctimas y victimarios de este
sistema. Todos están nominalmente.
Las instituciones
en esas zonas desérticas vegetan, están, pero son solo edificios, ya que nada
vive y se transmite en ellas. Límites, normas, exámenes, creencias, ¿qué es
esto?
La familia no
participa de la vida escolar. Para ellos es la escuela la que debe educar
cuando en realidad la escuela instruye y la familia debe educar. Todo
transcurre mientras Jorge se aburre y se va de-socializando e incluso se va
transformando en antisocial.
El gran José
Ortega y Gasset enseñaba que "solo la cultura nos salva del naufragio; el
vivir es estar en una continua zozobra de naufragar, pero la virtud salvífica
de los náufragos es la cultura''. Pero Ortega y Gasset es del siglo XX, ya es
viejo y representa de alguna manera a un sistema que hay que erradicar, piensan
los intelectuales del pensamiento libertario en donde las drogas incluso pueden
ser un instrumento más hacia la liberación.
Pier Paolo
Passolini, intelectual y cineasta comunista con una sólida formación humanista,
decía a principios de los '70 que el vacío de la cultura era lo que generaba el
deseo de muerte que hoy se expresa en las drogas, el alcohol, la violencia, la
dependencia a internet, el aislamiento aburrido, la anorexia. La cultura del
vacío es lo que se promueve y precisamente la primera función de la escuela
como herramienta cultural es el deseo de vida y no de muerte.
¿DONDE ESTAMOS LOS
ADULTOS?
A veces me pregunto:
¿dónde estamos los adultos? Sin adultos no hay adolescentes, decía el analista
R. Erickson. También decía: "Sin confrontación del adolescente con el
adulto no hay crecimiento sano''. No hay confrontación porque el lugar adulto
quedó como un hueco.
H. Giddens,
sociólogo y filósofo inglés enseñó: "Cuando cae la tradición aparece la
adicción -y todos los comportamientos violentos-''. Tradición que es,
etimológicamente hablando, la transmisión de notas de vida ¿pero hay adultos
que transmiten?
Se ha roto lo que
Freud describía como el matrimonio espiritual entre la escuela y la familia que
son los ejes de la humanización. Deberes denostados, los límites cuando los hay
son atacados. O sea, devaluación de la autoridad. Promoción de la transgresión.
PADRES
SINDICALISTAS
Los padres se
transforman en `sindicalistas' de sus propios hijos al decir Massimo
Recalcatti, psicoanalista italiano, que ve en la posmodernidad un maridaje
entre las pedagogías libertarias y la anomia. El diálogo generacional -base de
la cultura- entre padres y maestros se ha roto y ha surgido un híbrido de
`anemia' de valores con un divorcio de este pacto generacional y, entonces,
padres y profesores ya no trabajan juntos, sino que de alguna manera los
docentes son humillados cuando tratan de sortear los patrones de la decadencia
de la pedagogía libertaria.
"El maestro
está cada vez más solo y humillado'', dice Recalcatti, cuando él tendría que
estar animado y valorado porque es el que despierta la pasión por el
conocimiento, elemento salvífico en esta cultura del vacío.
Juan Alberto Yaría
* Director general
de Gradiva - Rehabilitación en adicciones
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