martes, 12 de abril de 2016

Declaración

 DEL INSTITUTO DE FILOSOFÍA PRÁCTICA: 
LA PEDOFILIA OTRA VEZ

I.-
Hace casi seis años, emitimos una declaración titulada "Acerca de la libertad sexual, la pedofilia y la hipocresía". Nos vemos obligados a volver al tema porque La Nación (diario), dedica casi una página de su edición del 10 del corriente al tema, en un artículo de Jorgre Riani: "El dolor de una de las víctimas del cura acusado de pedofilia". El texto es ilustrado con una enorme foto del seminario de Paraná, lugar donde habrían ocurrido los abusos. Además, el tema se anuncia en la primera página.

II-
En primer lugar, recordaremos algunas consideraciones de la declaración del 18 de mayo de 2010, titulada: “Acerca de la libertad sexual, la pedofilia y la hipocresía”, avisando desde ya, que pronto publicaremos todas las declaraciones desde el año 2005 hasta la presente inclusive, con buenos índices que permitirán ubicar temas y personas. Apenas salga el libro, se enterarán.
En la misma, después de citar a un pornógrafo vernáculo, destacado profesor de derecho administrativo, Agustín Gordillo, quien identifica el placer con el bien, aludíamos al partido pedófilo holandés Caridad, Libertad y Diversidad, cuyo programa es muy claro: bajar el límite del consenso para los actos sexuales con menores a los doce años, introducir la zoofilia, reclamar la libertad del nudismo, legalizar la pornografía infantil, exigir la educación sexual para los niños, promover las proyecciones diurnas de películas pornográficas, demandar la liberación de las drogas duras y blandas.

También recordábamos que la pedofilia o pederastia existió siempre, señalando los casos de Rousseau, Cohn-Bendit y Mario Mieli, quien considera una obra "redentora" el sexo con menores; y un manifiesto publicado en 1977 en Francia, que exigía la derogación de leyes anacrónicas que no tenían en cuenta la libertad y la maduración sexual de los chiquilines, firmado entre otros por Sartre, Foucault, Glucksman, Simone de Beauvoir.

También destacábamos los vínculos de la pedofilia con el comportamiento homosexual, con estadísticas norteamericanas, y las propuestas desde 1970, de una "sexualidad intergeneracional".
Los casos de pedofilia son muy graves, pero las estadísticas hablan: en Italia, sobre 36.000 sacerdotes en medio siglo han sido condenados por pedofilia 17 sacerdotes y 10 están en juicio; para poner en la dimensión debida este número de casos, cabe señalar que los casos de pedofilia en dicho país, por año suman 21.000. En los Estados Unidos en cincuenta años solo el 0,2% ha estado implicado por abusos.

III.-
El matutino citado se ensaña con los sacerdotes católicos. ¿Por qué no analiza el tema entre los pastores protestantes, entre los predicadores de las sectas, entre budistas e hinduistas, entre los rabinos judíos? O ¿las costumbres de los musulmanes? ¿Por qué no dedica una nota al rabino Marshal Meyer, denunciado por el periódico La Luz, de la misma comunidad judía y condenado judicialmente por practicar la pederastia con jóvenes bajo su guarda en la comunidad Bet-El? Porque, la verdad no le interesa, sino solo el escándalo y el ataque artero a la Iglesia Católica.

IV.-
Los hechos imputados aludidos por el matutino ocurrieron entre 1989 y 1992, y en Paraná los conocen hasta las piedras; ahora, gracias a la "tribuna de doctrina", el escándalo será comidilla de centenares de miles de lectores.
Y sucedieron en el Seminario de la Arquidiócesis; para clarificar el asunto, no contribuir a la confusión, defender a dicho centro de estudios en sus tiempos fundacionales, y ubicarnos en el tiempo, consignaremos algunas fechas.
Dicho Seminario, fue una de las magnas obras del gran Arzobispo Adolfo Servando Tortolo, un santo sacerdote y gran amigo, que nos invitó hace muchos años a exponer ante innumerables seminaristas, y nos alojó con gran generosidad en su casa, junto a Horacio Payá y Fernando Azcoaga. Gobernó la Arquidiócesis desde 1962 hasta 1983, o sea seis años antes del escándalo.

El Seminario, que hoy agoniza, estaba entonces en su primavera, en
su edad de oro; tenía excelentes profesores como fray Marcos González, O.P., Alfredo Sáenz, S. J., Benedicto Hanko, S.J., P. Emilio Senger, P. Alberto Ezcurra, P. Dr. Luis Melchiori... y publicaba la revista Mikael, un lujo cultural para la Argentina, de la cual salieron 33 números entre los años 1973 y 1983, o sea deja de publicarse, seis años antes del escándalo.

En esa revista, dirigida por el sacerdote Silvestre Paul, colaboraron, entre otros, Michele F. Siacca, Julio Meinvielle, el Cardenal Antonio Caggiano, Alberto García Vieyra O. P., Josef Pieper, el Cardenal Joseph Hoffner, el Cardenal Joseph Ratzinger, Juan Alfredo Casaubon, Victorino Rodríguez O. P., Tomás Casares, Marcelino Zalba, S. J., Juan Vallet de Goytisolo, Rafael Gambra, Thomas Molnar, Enrique Díaz Araujo, Alberto Caturelli, Benito Raffo Magnasco, Rubén Calderón Bouchet, Denis Cardozo Biritos, Hugo Esteva, Mario Petit de Murat, O.P., Carlos Sacheri, Mario Sacchi, el Cardenal Luigi Ciappi, Guillermo Gallardo, Guillermo Furlong, S.J., Mons. Luigi Carli, Juan Oscar Ponferrada, Héctor Llambías, Jesús Muñoz, S.J., Alberto y Carlos Buela, Guillermo Gueydan de Roussel, Mons. Juan R. Laise, Patricio Randle, Juan Carlos P. Ballesteros, Héctor Padrón, Jorge Siles Salinas, Mons. Rudolf Graber, Arístides Garro, Jorge Ferro, Cayetano Bruno, Rafael Breide Obeid, Ignacio Anzoátegui, Francisco Ruiz Sánchez, Carlos Sáenz, Juan Carlos García Santillán, Juan Carlos Goyeneche, Alfredo y Ramiro Sáenz, Abelardo Pithod... y hasta Bernardino Montejano. La muerte de Mikael coincide con la finalización del gobierno pastoral de monseñor Tortolo.

V.-
En el reportaje, un denunciante, Luis Schunk, sostiene que las autoridades de la Iglesia entrerriana, cuando se descubren los hechos “nos callaron mediante una parodia de juicio diocesano interno”.
Se afirma también, que el sacerdote acusado, Justo José Ilarraz, “hizo carrera dentro de la Iglesia. Llegó al seminario de Paraná por la buena relación con el actual Cardenal Estanislao Karlic. Cuando el purpurado supo de las acusaciones apresuró su salida; lo envió becado a Roma para estudiar una licenciatura en misionología. Se le prohibió celebrar misa en Paraná y recaló en Tucumán”.
Es mentira que Ilarraz “llegó al seminario”, porque nace en Paraná en 1958, cursa sus restudios secundarios en el Seminario Menor de Paraná y los de Filosofía y Teología en el Seminario Mayor de la misma Arquidiócesis. Recibe el diaconado el 8 de diciembre de 1982 (Mikael, nª31, Paraná, 1983, p. 84), y es ordenado sacerdote el 8 de diciembre de 1983. El haber estudiado en dicho lugar, y en uno de sus mejores momentos, hace que este sujeto, sea doblemente responsable por sus entuertos. Los hechos muestran que Ilarraz fue secretario y chofer personal del Arzobispoo Karlic y que “hizo carrera”.
Es verdad que, en 1993, Ilarraz fue mandado a Roma a estudiar en la Pontificia Universidad Urbaniana, y que recién en 1995 se designa al P. Silvio Fariña Vaccareza para realizar una “investigación cautelosa” de los hechos.
También, según el denunciante, "hay testimonios que afirman que el actual arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari sabía de casos de abusos en 1989", y que entonces era “el superior directo de Ilarraz”. Esto es cirerto, porque fue designado rector del seminario en 1992, cuando se destapan los entuertos, y según el diario local El Heraldo, fue a través de él que le llega la información a Karlic (Paraná, 3/4/2013); Puiggari fue nombrado después obispo auxiliar de Paraná el 20 de febrero de 1998 y permaneció en ese cargo hasta el 7 de junio de 2003 cuando fue trasladado a Mar del Plata. Sería saludable que, por el bien de la Iglesia, el Cardenal y el Arzobispo aclararan estas cuestiones.

VI.-
Todo esto nos conduce a dos breves reflexiones.
La primera, que la Iglesia es madre de las víctimas y de los victimarios; pero sus cúpulas en primer lugar, y todos sus miembros vivos, debemos buscar la verdad y la justicia, la verdad que libera; y la justicia que restaura el orden violado por el entuerto. Lo que jamás debemos hacer es guardar un silencio cómplice mientras miramos para otro lado.
La segunda se refiere con la actuación de cierto periodismo, que desde hace años busca el desprestigio de la Iglesia Católica, a la cual ataca sin cesar, con o sin razón; nadie niega el derecho de informar, pero éste debe ejercerse con conocimiento cierto de las cosas, con veracidad y con responsabilidad, sin segundas intenciones destructivas. No se puede poner en duda a toda una institución dos veces milenaria, fuente de moralidad y cultura, por hechos condenables y lamentables de alguno de sus miembros.

El propio Evangelio nos enseña que el que esté libre de culpa que tire la primera piedra…
Finalmente, unas palabras de Juan XXIII que parecen destinadas a La Nación (diario): “El derecho a la verdad… es superior a todo otro derecho. La libertad de prensa debe encuadrarse en el respeto a las leyes divinas… no puede ser lícito a la prensa atentar sistemáticamente contra la salud religiosa y moral de la humanidad… Una conciencia clara exige limitaciones obligatorias que deben mantener los derechos de la prensa en el respeto, en el orden… Tales limitaciones se imponen a la morbosidad en el decir y en el tratar; al estímulo de lo sensacional y de lo ilícito; se imponen al halago de la ganancia… y a la ligereza” (Siamo particolarmente, 8/12/1959).

Buenos Aires, abril 12 de 2016.

Juan Vergara del Carril -Secretario
Bernardino Montejano - Presidente

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