P. Fernando Pascual
Centro Pieper, 28 DE
SEPTIEMBRE DE 2014
Pocos conocen su
historia, pero llegó a ser Presidente de Ecuador y fue asesinado el 6 de agosto
de 1875 por ser consecuente con sus ideas cristianas. Su muerte sirve de
testimonio de fidelidad a Cristo y a la Iglesia y es un ejemplo para todos los Políticos
Católicos.
Para muchos son dos conceptos
que se excluyen mutuamente: uno no puede ser a la vez un buen político y un
buen católico. Porque, dicen, o deja de pensar como católico si quiere ser
político, o deja de actuar como político si busca vivir como católico.
La realidad es otra,
y lo prueban vidas concretas de políticos que supieron vivir y actuar desde su
fe y para el bien de sus pueblos. Uno de esos políticos se llamaba Gabriel
García Moreno (1821-1875).
Gabriel había nacido
en Guayaquil, Ecuador. Pronto se distingue por su mente despierta y su corazón
anhelante de nuevas conquistas. A los 15 años empieza a estudiar, en la Universidad de Quito,
filosofía y leyes. Termina el doctorado con 25 años y se dedica a escribir y
actuar como político católico. Viaja a Europa, vuelve a Ecuador. Empieza a ser
perseguido por sus ideas políticas, por lo que sufre el exilio. Lee y estudia
una cantidad enorme de libros de historia, filosofía, ciencias: su deseo de
saber parece inagotable. Regresa nuevamente a su patria. Pasa, sin embargo, por
un periodo de cierto apartamiento religioso, pues no acude ni a Misa ni a la Confesión , aunque
públicamente defiende a la
Iglesia Católica.
Un día, un ateo con
el que discute le hace ver su incoherencia: ¿cómo alguien que promueve ideas
católicas luego no practica lo que dice creer? Para Gabriel García esas
palabras son la ocasión para dejarse tocar por la gracia y dar el paso hacia
una profunda conversión. Se confiesa y desde entonces acude a Misa cada día.
Su carrera política
lo lleva primero a ser Alcalde de Quito (1857), luego Senador y, finalmente,
presidente de la República
de Ecuador (desde 1861).
Llega al poder en
momentos difíciles para su patria, herida por luchas continuas y por
gobernantes que han buscado, de un modo o de otro, eliminar de la vida pública
cualquier huella de la Fe
Católica.
Desde su puesto de
estadista, Gabriel García Moreno emprende una labor inmensa de reconstrucción,
al mismo tiempo que reduce el gasto público. No olvida los valores católicos de
su pueblo, por lo que busca promover la presencia de la Fe también en la vida pública.
En 1865 deja el
cargo, pero a los 4 años vuelve a ser reelegido como presidente de Ecuador
(1869-1875). En ese segundo periodo lanza el proyecto de Consagrar su Patria al
Sagrado Corazón de Jesús. La idea es propuesta primero a los Obispos, que la
aprueban. Luego obtiene el voto favorable en el Congreso. Ecuador será el
primer país del mundo en Consagrarse al Corazón de Cristo, en el año 1873.
Los enemigos y
críticos no faltan, y Gabriel García vislumbra que la muerte puede llegarle en
cualquier momento. No por ello deja de cumplir su deber. Mantiene una oración
frecuente y participa siempre que puede a la Misa y a otros actos de culto.
Su vida espiritual
queda reflejada en unas notas personales que puso en las últimas páginas de una
copia de la «Imitación de Cristo», el famoso libro de Tomás de Kempis que
García Moreno llevaba siempre consigo. En esas notas leemos lo siguiente:
“Oración cada mañana,
y pedir particularmente la humildad. En las dudas y tentaciones, pensar cómo
pensaré en la hora de la muerte. ¿Qué pensaré sobre esto en mi agonía? Hacer
actos de humildad, como besar el suelo en secreto. No hablar de mí. Alegrarme
de que censuren mis actos y mi persona. Contenerme viendo a Dios y a la Virgen , y hacer lo
contrario de lo que me incline. Todas las mañanas, escribir lo que debo hacer
antes de ocuparme. Trabajo útil y perseverante, y distribuir el tiempo.
Observar escrupulosamente las leyes. Todo ad majorem Dei gloriam
exclusivamente. Examen antes de comer y dormir. Confesión semanal al menos”.
Durante el año 1875
la situación de su país se hace cada vez más tensa. Grupos de opositores, sobre
todo entre los liberales, lanzan continuos ataques contra García Moreno. No
faltan quienes hipotizan que pueda cometerse un magnicidio.
A pesar del ambiente
hostil, la mayoría de las fuerzas políticas deciden reelegirlo por tercera vez
para ocupar la Presidencia
de Ecuador. Pero algunos ya han decidido asesinarlo.
García Moreno sabe
que sus días están contados. En julio de 1875, después de ser reelegido,
escribe una carta al Papa Pío IX:
“Ahora que las logias
de los países vecinos, instigadas por las de Alemania, vomitan contra mí toda
especie de injurias atroces y calumnias horribles, procurando sigilosamente los
medios de asesinarme, necesito más que nunca la protección divina para vivir y
morir en defensa de nuestra religión santa y de esta pequeña república... ¡Qué
fortuna para mí, Santísimo Padre, la de ser aborrecido y calumniado por causa
de Nuestro Divino Redentor, y qué felicidad tan inmensa para mí, si vuestra
bendición me alcanzara del cielo el derramar mi sangre por el que, siendo Dios,
quiso derramar la suya en la Cruz
por nosotros!”.
A los pocos días, el
4 de agosto, dirige unas líneas a un amigo: “Voy a ser asesinado. Soy dichoso
de morir por la santa fe. Nos veremos en el cielo”. El día fatal llega dos días
después. El 6 de agosto de 1875, Gabriel García Moreno va a Misa a las 6 de la
mañana. Los asesinos ven mucha gente en la iglesia y deciden esperar.
Un poco más tarde, el
Presidente se dirige a la
Catedral. Le dicen que alguien le espera fuera. Sale, y el
grupo de asesinos se abalanza sobre él. Lo hieren a muerte con golpes de machete
y armas de fuego. A los pocos minutos, después de recibir los Sacramentos,
fallece.
Pocos conocen la
historia de este Político Católico. Gabriel García Moreno supo simplemente
acoger el Evangelio en su vida, y desde la Fe intentó servir a su Patria.
Su muerte se
convierte en un testimonio de fidelidad a Cristo y a la Iglesia , y en un ejemplo
para que otros hombres y mujeres, dispuestos a servir generosamente a sus
pueblos como Políticos Católicos, estén preparados para la gracia suprema del
Martirio.
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