Homilía del papa
Francisco en la basílica de San Pedro en la misa e imposición del papalio a los
arzobispos metropolitanos en el día de la festividad de san Pedro y san Pablo
Señores cardenales,
venerados hermanos en el episcopado y el sacerdocio, queridos hermanos y
hermanas.
Celebramos la
solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, patronos principales de la Iglesia de Roma: una
fiesta que adquiere un tono de mayor alegría por la presencia de obispos de
todo el mundo. Es una gran riqueza que, en cierto modo, nos permite revivir el
acontecimiento de pentecostés: hoy, como entonces, la fe de la Iglesia habla en todas las
lenguas y quiere unir a los pueblos en una única familia.
Saludo cordialmente y
con gratitud a la delegación del patriarcado de Constantinopla, guiada por el
Metropolita Ioannis. Agradezco al patriarca ecuménico Bartolomé I por este
Nuevo gesto de fraternidad. Saludo a los señores embajadores y a las autoridades
civiles. Un gracias especial al Thomanerchor, el coro de la Thomaskirche , de
Lipsia, la iglesia de Bach, que anima la liturgia y que constituye una ulterior
presencia ecuménica.
Tres ideas sobre el
ministerio petrino, guiadas por el verbo «confirmar». ¿Qué está llamado a
confirmar el Obispo de Roma.
Ante todo, confirmar
en la fe. El Evangelio habla de la confesión de Pedro: «Tú eres el Cristo, el
Hijo del Dios vivo», una confesión que no viene de él, sino del Padre
celestial. Y, con esta confesión, Jesús le dice: «Tú eres Pedro, y sobre esta
piedra edificaré mi Iglesia». El papel, el servicio eclesial de Pedro tiene su
en la confesión de fe en Jesús, el Hijo de Dios vivo, en virtud de una gracia
donada de lo alto. En la segunda parte del Evangelio de hoy vemos el peligro de
pensar de manera mundana.
Cuando Jesús habla de
su muerte y resurrección, del camino de Dios, que no se corresponde con el
camino humano del poder, afloran en Pedro la carne y la sangre: «Se puso a
increparlo el Señor: "¡Lejos de ti tal cosa, Señor!"» (16,22). Y
Jesús tiene palabras duras con él: «Aléjate de mí, Satanás. Eres para mí piedra
de tropiezo». Cuando dejamos que prevalezcan nuestras Ideas, nuestros
sentimientos, la lógica del poder humano, y no nos dejamos instruir y guiar por
la fe, por Dios, nos convertimos en piedras de tropiezo. La fe en Cristo es la
luz de nuestra vida de cristianos y de ministros de la Iglesia.
Confirmar en el amor:
En la Segunda Lectura
hemos escuchado las palabras conmovedoras de san Pablo: «He luchado el noble
combate, he acabado la carrera, he conservado la fe». ¿De qué combate se trata?
No el de las armas humanas, que por desgracia todavía ensangrientan el mundo;
sino el combate del martirio. San Pablo sólo tiene un arma: el mensaje de
Cristo y la entrega de toda su vida por Cristo y por los demás. Y es
precisamente su exponerse en primera persona, su dejarse consumar por el
evangelio, el hacerse todo para todos, sin reservas, lo que lo ha hecho creíble
y ha edificado la Iglesia.
El obispo de Roma está llamado a vivir y a confirmar en este
amor a Cristo y a todos sin distinción, límites o barreras.
No solamente el
obispo de Roma pero todos ustedes, arzobispos y obispos tienen esta tarea de
dejarse consumir por el evangelio, darse a todo y todos, la tarea de no
ahorrase, de salir de si en el servicio para el santo pueblo fiel de Dios.
Confirmar en la
unidad. Aquí me refiero al gesto que hemos realizado. El palio es símbolo de
comunión con el Sucesor de Pedro, «principio y fundamento, perpetuo y visible,
de la unidad de la fe y de la comunión» . Y vuestra presencia hoy, queridos
hermanos, es el signo de que la comunión de la Iglesia no significa
uniformidad. El Vaticano II, refiriéndose a la estructura jerárquica de la Iglesia , afirma que el
Señor «con estos apóstoles constituyó una especie de Colegio o grupo estable, y
eligiendo de entre ellos a Pedro lo puso al frente de él» .
Confirmar en la
unidad, el sínodo de los obispos en armonía con el primado, tenemos que ir por
este camino de la sinodalidad, crecer en armonía con el servicio del primado.
Y prosigue: «Este
Colegio, en cuanto compuesto de muchos, expresa la diversidad y la
universalidad del Pueblo de Dios». La variedad en la Iglesia , que es una gran
riqueza, se funde siempre en la armonía de la unidad, como un gran mosaico en
el que las piezas se juntan para formar el único gran diseño de Dios. Y esto
debe impulsar a superar siempre todo conflicto que hiere el cuerpo de la Iglesia. Unidos en
las diferencias:
No hay otra camino
católico para unirse, este es el espíritu católico, el espíritu cristiano,
unirse en las diferencias. Éste es el camino de Jesús. El palio se centra come
unión con el obispo de Roma, con la
Iglesia universal, con el sínodo de los obispos y supone
también para cada uno de ustedes el compromiso de ser instrumentos de comunión.
Confesar al Señor
dejándose instruir por Dios; consumarse por amor de Cristo y de su evangelio;
ser servidores de la unidad. Estos, queridos hermanos en el episcopado, son las
consignas que los santos apóstoles Pedro y Pablo confían a cada uno de
nosotros, para que sean vividas por todo cristiano. Nos guíe y acompañe siempre
con su intercesión la santa Madre de Dios, Reina de los apóstoles, reza por
nosotros. Amén.
Zenith, (29 de junio
de 2013)
No hay comentarios:
Publicar un comentario