Reflexión de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La
Plata
en el programa "Claves para un Mundo Mejor"
(15 de julio de 2017)
Aica
El Presidente de la República acaba de enviar al
Congreso Nacional un proyecto de ley de “Libertad Religiosa” que ha sido
elaborado sigilosamente en la Secretaría de Culto del Ministerio de Relaciones
Exteriores y Culto. Y digo sigilosamente porque yo me enteré por casualidad, llamé
al Director Nacional de Culto Católico, el Dr. Luis Saguier Fonrouge, que me
dijo que él ignoraba que existiese este proyecto, dato que después me confirmó
personalmente además.
También me enteré de que la Comisión Permanente del
Episcopado lo había considerado y habría dado su aprobación o por lo menos su
“nihil obstat”. Yo pienso que un proyecto de ley de “Libertad Religiosa”
debería ser conocido por todos los obispos y debatido en la Asamblea Plenaria
para finalmente requerir el voto libre de todos. Así se procede en las
cuestiones importantes, y esta lo es.
¿Por qué digo estas cosas?: porque, en primer lugar,
esta ley es innecesaria ya que existen disposiciones que tutelan
suficientemente la libertad religiosa en la Argentina; además podría ser reprochada
de inconstitucional, porque tiende a una igualación de los cultos que contraría
el artículo 2° de la Constitución Nacional que dice que el Estado Nacional
sostiene al Culto Católico Apostólico Romano. Sostiene no significa que el
gobierno le tira unos mangos a los curas sino que quiere decir que apoya,
favorece, que privilegia al Culto Católico Apostólico Romano. Históricamente se
sabe que los constituyentes, en 1853, eligieron una vía media entre el estado
confesional católico y el estado laico, ateo. Por eso esta ley sería
inconstitucional y, por otra parte permitiría que pulule una cantidad de sectas
incontrolables. También está este proyecto en contradicción con las
constituciones de varias provincias.
Yo sospecho que esto se debe a la presión de esa
numerosa cantidad de “pastores” que no constituyen una iglesia específica. Hay
otra cuestión pastoral que nos corresponde a nosotros, obispos, examinar con
detenimiento: tendríamos que computar, cuántos bautizados en la Iglesia
Católica se han hecho evangélicos en los últimos años, y por qué. Se me ocurre
una causa: porque los evangélicos les hablan de Jesús a la gente, les hablan de
la oración, de la penitencia, de la vida eterna y nosotros estamos demasiado
preocupados por asegurar el bienestar temporal de la sociedad argentina. ¿Qué
podemos hacer en ese campo por otra parte? ¿Qué apunte nos llevan los que
deciden? Sería necesario, de nuestra parte, un examen de conciencia, y
probablemente, como conclusión, un mea culpa.
Este proyecto de ley de libertad religiosa tiene sus
antecedentes; en el Año 2001, ¡ya en el Año 2001!, yo le escribí al Secretario
de Culto de entonces porque se proponía un proyecto semejante. O sea que hace
20 o 30 años que hay un grupo de gente, un grupúsculo de católicos además, que
intentan impulsar una ley de libertad religiosa que perjudica a la Iglesia
Católica y por consiguiente será dañina también para la sociedad argentina.
Estas cosas habría que ventilarlas claramente y en
público, no con trámites casi secretos. No hay nada que ocultar, no habría nada
que ocultar. Por otra parte, sabemos cómo se aprueban las leyes en la
Argentina, se aprueban a veces inconsultamente, en “paquete”. Y muchas veces
los legisladores votan y ni saben lo que votan. Ha ocurrido muchas veces.
Como obispo, tengo la obligación de decir que las
cosas son así y me parece muy bien que ustedes, amigos televidentes, se enteren
que las cosas son así y que también piensen lo que significa para la sociedad
argentina el hecho de que la Iglesia Católica ocupe el lugar que históricamente
ha venido ocupando. Los fieles católicos tienen derecho a estar debidamente
informados acerca de cuestiones fundamentales que hacen a la vida de la
Iglesia. El Papa Francisco se ha referido, en diversas ocasiones, a la importancia
de oír qué piensa el pueblo de Dios. Las minorías ilustradas no deben dejarlo
en ayunas.
Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata
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