Infocatólica, 11/07/17
Con la Carta Apostólica en forma de Motu Proprio
«Maiorem hac dilectionem», que empieza con las palabras de Jesús: «No hay amor
más grande que dar la vida por los amigos» (Jn 15, 13) el Papa Francisco abrió
el camino a la beatificación y canonización de los cristianos que, con la
intención de seguir al Señor, impulsados por la caridad, han ofrecido
heroicamente su propia vida por el prójimo, aceptando libre y voluntariamente
una muerte cierta y prematura.
En el Artículo 1, el Santo Padre establece que el
ofrecimiento de la vida es un nuevo camino, una nueva circunstancia en el
proceso de beatificación y de canonización, distinta de las del martirio y la
heroicidad de las virtudes.
Este cuarto camino establecido por el Papa Francisco
enriquece y se suma a los tres previstos a lo largo de los siglos por la
Iglesia católica, que prevén que se puede proceder a la beatificación de un
Siervo de Dios afianzados en el camino del martirio; el camino de las virtudes
heroicas y el equivalente que confirma el culto antiguo.
«Son dignos de especial consideración y honor aquellos
cristianos que, siguiendo más de cerca las huellas y las enseñanzas del Señor
Jesús, han ofrecido voluntaria y libremente su vida por los demás y han
perseverado hasta la muerte en este propósito», leemos en el documento que
Francisco firmado el 11 de julio, en el quinto año de su Pontificado.
«Es cierto que el heroico ofrecimiento de la vida,
sugerido y sostenido por la caridad, expresa una verdadera, plena y ejemplar
imitación de Cristo y, por lo tanto, es merecedor de aquella admiración que la
comunidad de los fieles suele reservar a aquellos que voluntariamente han aceptado
el martirio de sangre o han ejercido en grado heroico las virtudes cristianas»,
reitera el Papa al comenzar su Carta Apostólica.
E introduciendo las nuevas normas señala que las
establece con el parecer favorable expresado por la Congregación para las
Causas de los Santos, que en la Sesión Plenaria del 27 de septiembre de 2016,
estudió atentamente si estos cristianos merecen la beatificación.
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