Catolicos-on-line, 4-5-16
El presidente de la CEE, y el obispo responsable de la
subcomisión Familia y Vida hablan sobre la exhortación postsinodal Amoris
laetitia en las X Jornadas Católicos y Vida Pública del País Vasco. «Si
Jesucristo dijo que el matrimonio era indisoluble, ningún Papa tiene autoridad
para decir que puede ser disuelto. La novedad es con qué espíritu nos acercamos
a esas situaciones», dijo el cardenal Blázquez.
Los cambios que se han producido en la familia y el
matrimonio son «un desafío» para la Iglesia, subrayó el cardenal Ricardo
Blázquez, lamentó que exista «una inmensa cantidad de divorcios». El arzobispo
de Valladolid destacó igualmente «el cambio de talante, la actitud y las formas
de acercarse a los problemas de las familias» por parte de la Iglesia.
Blázquez dijo estas palabras el sábado en las X
Jornadas Católicos y Vida Pública del País Vasco, celebradas en Bilbao, donde
coincidió con monseñor Mario Iceta, presidente de la Subcomisión episcopal de
Familia y Vida.
El presidente de la Conferencia Episcopal considera
que no fue solo «un acierto pastoral, sino que fue providencial» que el Papa
convocara dos sínodos consecutivos dedicados a la familia. «Muchos elementos
han cambiado y a todos nos interrogan con preocupación», dijo. «La salud de la
familia es la salud de la sociedad y de la Iglesia».
En cuanto a la doctrina católica sobre los divorciados
en nuevas uniones, «no ha cambiado»; lo que ha cambiado es la «actitud, la
forma de acercarnos a estas situaciones», aclaró el cardenal Blázquez. «Cuando
se hacían elucubraciones de cambios eran eso, elucubraciones. Ha cambiado el
talante, la actitud y la forma de acercarnos a los problemas de las familias,
los esposos, del noviazgo y los valores y quiebras de la familia».
«Si Jesucristo dijo que el matrimonio era indisoluble,
ningún Papa tiene autoridad para decir que puede ser disuelto. La novedad es
con qué espíritu nos acercamos a esas situaciones», dijo Blázquez, que al mismo
tiempo aplaudió esa «actitud nueva» a la hora de tratar los problemas e
incertidumbres en las familias.
En esa misma línea, monseñor Mario Iceta, obispo de
Bilbao y sucesor de Blázquez en esta diócesis, subrayó que el Papa quiere
«ensanchar horizontes», ya que muchos separados pueden «no sentir a la Iglesia
como una madre que les acompaña». «Ese divorciado vuelto a casar le interesa a
Cristo y, por lo tanto, a mí, a mi parroquia. Es una forma nueva para la que
hará falta pedagogía», dijo.
Al Papa, abundó el presidente de la Subcomisión
Familia y Vida, le interesan «todas las ovejas, y nos dice que tenemos que
saber acercarnos a situaciones nuevas», ha indicado en referencia a cuestiones
como las parejas de hecho.
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