nos asegura la victoria de la gracia sobre el pecado
Padre Ricardo B. Mazza.
Nos hemos congregado en este día para
celebrar a la madre de Jesús en esta
fiesta, la de su Inmaculada Concepción,
cuando Ella es engendrada sin la culpa del pecado original, porque había sido
elegida como Madre del Salvador.
María es el instrumento apto para la entrada de Jesús en la vida cotidiana del
hombre, y por su acción de Mediador, recuperamos la vida divina perdida por el
pecado de los orígenes, del que nos habla el libro del Génesis (3, 9-15.20).
San Pablo (Ef. 1,3-6.11-12) nos da la
clave de todo esto diciendo que Dios Padre “nos
ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales en el cielo, y nos
ha elegido en Él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e
irreprochables en su presencia, por el amor”. De esta manera queda claro
que nuestra vocación mira a vivir en santidad, como hijos adoptivos de Dios que
somos, estamos llamados a vivir la grandeza propia de las criaturas más
perfectas del Creador.
El pecado nos lleva siempre a la lejanía
de Dios, a la denigración de la misma persona humana, mientras que la gracia de
Dios eleva al ser humano y le permite
entrar de lleno en esta vida de amor que
siempre Dios ofrece.
En el día de hoy en Roma el papa
Francisco comenzó el Año de la Misericordia, abriendo la llamada puerta
santa, signo a través del cual el creyente es llamado en todo el mundo,
a animarse a ingresar en este camino misericordioso que el Padre nos ha
mostrado por medio de su Hijo.
Precisamente la fiesta que hoy
celebramos es todo un indicio de lo que celebraremos en el Año de la
misericordia, ya que la Inmaculada Concepción de María es la victoria de la
gracia sobre el pecado.
Es un anuncio de que Dios quiere otorgarnos
su gracia, es decir, desbordar en el ser humano su favor para hacernos agradables ante su presencia.
El papa Francisco al entrar por la
puerta santa nos invita a encaminarnos a la misericordia divina ofrecida, con
la seguridad de obtenerla, si arrepentidos estamos de habernos separado del
Amor misericordioso.
Precisamente al elegir a María como
morada digna del Hijo de Dios hecho hombre, se manifiesta de manera elocuente
que en Ella estamos llamados a ingresar a la misericordia divina ofrecida por
el Salvador del mundo, sustraídos de esa manera de las miserias del pecado,
para vivir en la grandeza de los hijos de Dios.
Estamos celebrando esta Eucaristía
parroquial durante la cual un grupo de niños de la catequesis recibirán por vez
primera a Jesús el Buen Pastor.
Para estos niños, es un modo concreto
de ingresar a la misericordia del Padre traída por Jesús, porque ¿quién puede
invocar que es digno de recibir a Cristo como alimento y bebida de salvación?
Nosotros los adultos, ¿podemos decir
que somos tan santos que merecemos la Eucaristía, el Pan vivo bajado del cielo?
Es posible que nos hayamos
acostumbrado tanto a comulgar cada domingo, que no prestemos atención para
considerar si realmente estamos preparados, es decir, sin pecado grave, para
recibir dignamente al Señor.
Recibir a Jesús en el pan y vino
consagrados, supone abrir el corazón de cada uno para decirle “yo quiero estar contigo, deseo comprometerme
con tu Persona y tus enseñanzas, quiero vivir según la verdad y el bien”.
Ingresar en el campo de la
misericordia divina debiera expresar
siempre nuestra decisión de entrar en comunión con Dios Hijo.
Queridos niños: Jesús entrará en el
corazón de ustedes por primera vez hoy, que esto signifique no meramente la
realización de una etapa más en el
itinerario de fe, sino el inicio de un
compromiso más profundo con Jesús.
Que este encuentro signifique el
ingreso de la misericordia divina en la vida de ustedes con la abundancia de
los dones divinos que Él quiere entregar siempre al hombre de buena voluntad.
Queridos niños: a medida que pase el
tiempo, ustedes irán creciendo y madurando como varones y mujeres, en los
distintos ámbitos de la vida.
No olviden crecer también en la fe que
los lleve a unirse más a Cristo, en la vivencia de la esperanza por la que
deseen siempre el encuentro definitivo con quien nos quita los pecados y nos
introduce en el mundo nuevo del favor divino, no olviden crecer en la
experiencia de una caridad cada vez más comprometida con Dios
y con los demás.
Todos nosotros, niños, jóvenes y
adultos, estamos llamados en este Año de la Misericordia, a trabajar para
alejarnos de todo lo que impida una entrega mayor con Dios y a nuestros
hermanos, creyentes o no.
Descubramos que Dios no se deja ganar
en generosidad, de modo que cuanto más nos entreguemos a Él, más recibiremos de
su bondad.
Si por el contrario cerramos nuestro
corazón a Cristo, o no consideramos importante el tenerlo en primer lugar en
nuestra vida, iremos perdiendo la felicidad propia de los hijos de Dios hasta llegar
a no verle sentido alguno a la existencia humana.
Pero como el hombre no puede vivir sin
orientarse a la felicidad que todos apetecemos, se buscan otros bienes y
realidades que sustituyan al Dios verdadero, agudizándose así más y más el vacío interior, situación
frecuente en nuestros días, aunque se pretenda vivir en la ilusión de una
plenitud que nunca llega realmente.
Hermanos: aprovechemos el tiempo de
Adviento para descubrir la misericordia de Dios anunciada y alcanzada por
nosotros el día del nacimiento de Jesús. Caminemos en esperanza por este mundo
sediento de la ternura de Dios, hasta que lo encontremos en su segunda venida.
Aprovecho la ocasión para pedirles a
los padres de estos niños, que no descuiden la transmisión de la fe a sus
hijos, que se dispongan en este Año de la Misericordia a dejar entrar en sus
vidas a Jesús, y también en la familia, de modo que por la docilidad al llamado
de Dios, seamos plenos de los favores divinos, como lo fue María Santísima, a
la que se le concedió la gracia
particular de nacer sin la mancha del pecado original.
Padre Ricardo B. Mazza.
Cura párroco de la parroquia “San Juan Bautista”, en Santa Fe de la Vera
Cruz. Argentina. Homilía en el Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María
Santísima. 08 de diciembre de 2015. http://ricardomazza.blogspot.com;
ribamazza@gmail.com.-
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