miércoles, 9 de diciembre de 2015

La Igelsia no está contra los gay


”Reflexión de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, en el programa "Claves para un Mundo Mejor" (5 de diciembre de 2015) 

El pasado sábado 28 de noviembre fue profanada la Catedral de La Plata. Se desarrolló en la Ciudad una marcha llamada del “Orgullo Gay” que culminó en la explanada de nuestra Catedral. Serían unas ciento cincuenta a doscientas personas, que escribieron allí unas leyendas a favor del aborto legal, y una avanzada penetró en el templo, provocó destrozos, arrojó basura y complicó mucho las cosas porque había un casamiento allí enseguida. 

“A mí lo que me llama la atención es esto del “orgullo gay” porque no existe un “orgullo heterosexual” y si las personas de aquella condición consideran que está bien, que es normal, etc., no tienen por qué estar orgullosos, lo viven y se acabó. Más que orgullo me parece que hay algo de resentimiento y ese resentimiento se vuelca contra la Iglesia Católica. La Iglesia no está contra los gay. Por eso quiero esclarecer cuál es la doctrina, la enseñanza de la Iglesia acerca de la homosexualidad”. 

El Papa Francisco, regresando de uno de sus viajes, dijo en el avión una cosa muy linda: “Si una persona es gay y busca al Señor, y tiene buena voluntad ¿quién soy yo para juzgarlo? El Catecismo de la Iglesia Católica lo explica de una forma muy bella y es que no se debe marginar a estas personas por eso, hay que integrarlas en la sociedad. El problema no es tener esa tendencia, debemos ser hermanos. El problema es hacer un lobby de esta tendencia, como el lobby de los avaros, de los políticos, de los masones. Tantos lobbys, y éste es el problema más grave”. 

Pero el Papa Francisco remite al Catecismo, por eso quiero leerles lo que enseña el Catecismo acerca de este tema en el N° 2357 y en el siguiente: 
“La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves, la Tradición ha declarado siempre que “los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados”. Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso. 

Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición”. 

Y en el párrafo posterior, el N° 2359, dice: “Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana”. 

Esta es la posición oficial de la Iglesia y a ella nos remitía el Santo Padre Francisco. No es una ocurrencia mía. 

A propósito de este tema encontré, en una revista titulada “Familia y Vida” algo muy interesante, un número entero dedicado a la cuestión de “Hijos Gay, Padres Heterosexuales”. El autor es un psiquiatra norteamericano, el Dr. Richard Cohen, que habla de su propia experiencia, pues era homosexual; se define como que era “homosexual practicante” y él superó esa condición, se casó, tiene hijos y ahora se dedica expresamente a tratar a las personas que tienen esta inclinación que llama AMS es decir “Atracción por el mismo sexo”. 

Quiere decir que estas no son cosas fatales, y entonces no tienen por qué ser objeto de un orgullo especial, simplemente son cuestiones que hay que asumir en la vida, sobre todo si se es cristiano. Me interesó mucho la historia y la propuesta del Dr. Cohen: hay un camino distinto, es posible revertir esa atracción que lleva a actos desordenados, de los que habla el Catecismo. 

Estas son cuestiones sobre las cuales hay que hablar con toda objetividad, con toda delicadeza, con todo respeto, sin ofender a nadie. Recordemos las palabras del Papa Francisco, que lo ha dicho con toda claridad: es muy distinta la situación de un gay que busca sinceramente a Dios del que arma un lobby o se incorpora a él. Ahí está la cuestión y, claro, ha sido un lobby el que ha profanado la Catedral de La Plata y por eso me he visto en la ocasión de aclarar esto con ustedes. Espero que les sirva. En todo casi debemos remitirnos siempre a la enseñanza de la Iglesia. 

Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata

5 comentarios:

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    1. Andrea García:
      Dios creó al ser humano como un ser dotado de libertad, por lo tanto cada persona está facultada para pensar de acuerdo a su criterio, y para elegir su destino eterno. No obstante, resulta obvio que este blog, al denominarse Juan Pablo Magno, está encuadrado en la religión Católica, Apostólica y Romana. Usted tiene razón: la homosexualidad no es una enfermedad, su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Pero para nuestra religión los actos homosexuales son depravaciones, e intrínsecamente desordenados, por ser contrarios a la ley natural. Así lo establece el Catecismo, en el párrafo 2357.

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    2. Andrea García:
      Dios creó al ser humano como un ser dotado de libertad, por lo tanto cada persona está facultada para pensar de acuerdo a su criterio, y para elegir su destino eterno. No obstante, resulta obvio que este blog, al denominarse Juan Pablo Magno, está encuadrado en la religión Católica, Apostólica y Romana. Usted tiene razón: la homosexualidad no es una enfermedad, su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Pero para nuestra religión los actos homosexuales son depravaciones, e intrínsecamente desordenados, por ser contrarios a la ley natural. Así lo establece el Catecismo, en el párrafo 2357.

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  3. Sé perfectamente como se llama el blog. De hecho entré en él porque, aún siendo atea, siento cierta admiración por la figura conciliadora de Juan Pablo II, a pesar de las obvias diferencias ideológicas. Pero quería expresar mi opinión sobre el tema, aún siendo esta contraria.

    Asímismo, tengo muy claro que esas son las ideas oficiales de la iglesia católica. Pero que argumenten, por ejemplo, que "cierran el acto sexual al don de la vida" me parece ridículo, puesto que hay parejas heterosexuales que tampoco pueden concebir, como ya expresé en el primer comentario que, mire usted, ya ha sido eliminado. Supongo que pasará lo mismo con este, así que me despido.

    Agradezco, a pesar de todo, el tono educado de la respuesta, e incluso del propio artículo. Normalmente aquellos que no comparten mi forma de pensar caen en la descalificación personal.

    Disculpen si de algún modo les he ofendido pero creo firmemente que a veces viene bien escuchar opiniones opuestas. En ocasiones, ayudan a replantearse ciertas cosas.

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