jueves, 25 de febrero de 2016

Pablo VI y las religiosas violadas en el Congo



Sandro MAGISTER, periodista
catolicos-on-line, 25-2-16

En la efervescente rueda de prensa del vuelo de vuelta de México a Roma, el Papa Francisco, entre otras cosas, ha vuelto a sacar la historia de que "Pablo VI, el grande, en una situación difícil en África permitió a las monjas usar anticonceptivos para casos de violencia".

Y ha añadido que "evitar el embarazo no es un mal absoluto. En ciertos casos, como en este que he mencionado de Pablo VI, era claro".

Dos días después, también el padre Federico Lombardi ha vuelto a sacar la misma historia en una entrevista en la Radio Vaticana, hecha con la intención de enderezar lo que se había torcido en las declaraciones del Papa de las que se habían hecho eco los medios de comunicación, que ya habían cantado victoria dando por supuesta la autorización al uso de los anticonceptivos:

"El anticonceptivo o el preservativo, en casos de particular emergencia y gravedad, pueden también ser objeto de discernimiento serio de la conciencia. Esto es lo que dice el Papa. […] El ejemplo que [Francisco] ha planteado de Pablo VI y de la autorización del uso de la píldora para unas religiosas que estaban en riesgo gravísimo y continuo de violencia por parte de los rebeldes del Congo, en los tiempos de las tragedias causadas por la guerra en ese país, hace entender que la situación en la que se tomaba esto en consideración no era una situación normal".

Ahora bien, en ninguna parte resulta que Pablo VI haya concedido explícitamente ese permiso. Nadie ha podido citar nunca una sola palabra suya a este respecto.

Y sin embargo, esta leyenda metropolitana sigue en pie desde hace decenios y han caído en ella también Francisco y su portavoz.

Para reconstruir como nació esta historia hay que volver, no al pontificado de Pablo VI, sino al de su predecesor Juan XXIII.

Corría el año 1961 y la cuestión sobre si era lícito que unas religiosas en peligro de ser violadas recurrieran a los anticonceptivos, en  una situación de guerra como la que asolaba entonces en Congo, fue sometida a tres competentes teólogos moralistas:

- Pietro Palazzini, en esa época secretario de la sagrada congregación del concilio y sucesivamente hecho cardenal

- Francesco Hürth, jesuita, profesor de la Pontificia Universidad Gregoriana

- Ferdinando Lambruschini, profesor en la Pontificia Universidad del Laterano, después arzobispo de Perugia.

Los tres formularon juntos los correspondientes pareceres en la revista del Opus Dei, "Studi Cattolici", número 27, 1961, pp. 62-72, con el título: "Una donna domanda: come negarsi alla violenza? Morale esemplificata. Un dibattito" ("Una mujer pregunta: ¿cómo negarse a la violencia? Moral ejemplificada. Un debate").

Los tres eran favorables a admitir la licitud de este acto, aunque con argumentos distintos. Y este parecer favorable no sólo pasó indemne el examen para nada sumiso del Santo Oficio, sino que se convirtió en doctrina común entre los moralistas católicos de cada escuela.

En 1968 Pablo VI publicó la encíclica "Humanae vitae" que condenó como intrínsecamente mala "toda acción que, o en previsión del acto conyugal, o en su realización, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga, como fin o como medio, hacer imposible la procreación".

Y esta condena entró posteriormente, en 1997 y con las mismas palabras, en el Catecismo de la Iglesia católica.

Pero también después de la "Humanae vitae" la licitud del comportamiento de las hermanas congoleñas siguió siendo pacíficamente admitida, sin que Pablo VI y sus sucesores se pronunciaran en mérito.

Más bien al contrario: en 1993, siendo Papa Juan Pablo II, la cuestión volvió a plantearse, esta vez con motivo de la guerra en Bosnia, no en el Congo.

El teólogo moralista que ese año se hizo portavoz competente de la doctrina común favorable a la licitud fue el jesuita Giacomo Perico con un artículo en la revista "La Civiltà Cattolica", impresa con el visto bueno de las autoridades vaticanas y que llevaba el título: "Violación, aborto y anticonceptivos".

En realidad, la controversia entre los moralistas, desde entonces hasta nuestros días, no tiene que ver con la licitud del acto en cuestión, sino con los fundamentos de dicha licitud.

Hay quien considera la licitud de este acto una "excepción" a la que, por consiguiente, se podrían añadir otras, valoradas caso por caso, lo que invalidaría el atributo de "intrínsecamente malo" – y, por lo tanto, ya no habría ninguna excepción – aplicado por la "Humanae vitae" a la anticoncepción.

Y hay en cambio quien considera el acto de las hermanas congoleñas o bosnias un acto de legítima defensa de los efectos de un acto de violencia que nada tiene que ver con el acto conyugal libre y voluntario del que se quiere excluir la procreación, sobre el cual, y sólo sobre éste, cae la condena – sin excepción de ningún tipo – de la "Humanae vitae".

El estudioso que de manera más clara ha reconstruido el choque entre estas dos corrientes es Martin Rhonheimer, profesor de ética y filosofía en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, en el volumen "Ethics of Procreation and the Defense of Human Life" ("La ética de la procreación y la defensa de la vida humana"), The Catholic University of America Press, Washington, 2010, en las páginas 133-150, que a su vez reproducen un ensayo suyo precedente publicado en 1995 en "La Scuola Cattolica", la revista de la facultad teológica de Milán, con el título: "Minaccia di stupro e prevenzione. Un'eccezione?" ("Amenaza de violación y prevención. ¿Una excepción?").

Según Rhonheimer, la segunda tesis es la más fiel al magisterio de la Iglesia, mientras que la primera, típicamente casuística y "proporcionalista", se ofrece a las críticas de la "Veritatis splendor", la encíclica de Juan Pablo II sobre la teología moral.

Pero curiosamente, es precisamente hacia esta primera tesis que parece que tienden – con el presunto apoyo de Pablo VI – tanto el Papa Francisco en la rueda de prensa del 17 de febrero en el avión como, aún más, el padre Lombardi en la entrevista del 19 en la Radio Vaticana.

Ambos, de hecho, distinguen entre el aborto, mal absoluto que no admite excepción alguna, y la anticoncepción que – dicen –  "no es  un mal absoluto" sino"un mal menor" y, por lo tanto, puede ser permitida en "casos de emergencia o situaciones particulares".

El padre Lombardi cita como otro de estos casos admitidos el uso del preservativo en situaciones de riesgo de contagio, considerado por Benedicto XVI en su libro-entrevista "Luz del mundo", del 2010.

Pero, de hecho, reduce también éste a un caso de excepción. E ignora la nota aclaratoria – de índole completamente distinta – que la congregación para la doctrina de la fe, dando voz al Papa Benedicto, difundió el 22 de diciembre de 2010 respecto a las polémicas surgidas tras la publicación de ese libro.

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