Catolicos-on-line, 23-2-16
El Arzobispo de Ottawa, Canadá, Mons. Terrence
Prendergast, realizó una advertencia a los católicos que podrían llegar a
considerar solicitar el suicidio asistido de acuerdo con la nueva legislación
canadiense: una persona que pide que se ponga fin a su vida «carece de la
adecuada disposición para la Unción de los Enfermos», por cuanto no contarían
con los auxilios de la Iglesia para una buena muerte. El prelado recordó que el
suicidio es un pecado grave y que los sacerdotes no podrían cooperar o
acompañar este procedimiento.
El Sacramento de la Unción de los Enfermos requiere
una preparación espiritual y no puede perdonar pecados que están por cometerse
como sería el caso del suicidio asistido. «Pedir que su sacerdote esté presente
en algo que está en directa contradicción con nuestros valores católicos no es
justo con el pastor», afirmó el Arzobispo, según informó The Catholic Register.
«Por supuesto que un párroco intentará disuadir a un paciente de solicitar el
suicidio y orará por él y su familia, pero pedirle que esté presente es en efecto
pedirle que condone un pecado serio».
Además, el sacramento de la Unción de Enfermos exige,
como los demás sacramentos, una preparación espiritual que no está presente en
quien busca el suicidio. «Pedir ser asesinado es gravemente desordenado y es un
rechazo a la esperanza que el rito pide y busca traer en medio de la
situación». Los Obispos de Alberta ya habían aclarado la inmoralidad de la
práctica y el hecho de que ningún católico –no sólo los sacerdotes– puede
cooperar en forma alguna con el procedimiento.
«El rito es para las personas que están gravemente
enfermas o que luchan bajo el peso de los años y contiene el perdón de los
pecados como parte del rito», agregó Mons. Prendergast. «Pero no podemos ser
perdonados con anticipación por algo que vamos a hacer, como pedir el suicidio
asistido cuando el suicidio es un pecado grave».
También otros obispos de Canadá
El Arzobispo de Montreal, Mons. Christian Lépine,
anticipó que la legislación plantea desafíos especiales a los capellanes de los
hospitales. «Cuando alguien pide la presencia de un sacerdote, cualquiera que
sea la situación, uno dice siempre que sí», pero comparó la situación con la
persona que encuentra a alguien a punto de saltar de un puente y debe hacer
todo lo posible por evitar que salte: «Es lo mismo con los enfermos
terminales». El enfoque de la visita del sacerdote sería entonces la promoción
«del carácter sagrado de la vida desde la concepción hasta la muerte natural».
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