Noticelam, 25 de Marzo, 2015
ENTREVISTA al arzobispo de Salta, monseñor Mario
Cargnello.
A fines de febrero de este año, se conoció que el
sacerdote católico Jorge Crespo se postuló como pre candidato a diputado por el
Frente Salteño que va en las mismas listas que el Partido Justicialista
Renovador para la Victoria.
Según consignan algunos medios locales, el padre
Crespo habría dejado de ejercer el ministerio sacerdotal temporalmente y
entregado las llaves de la parroquia a su cargo a un secretario de arzobispado
del Salta.
Ante esta situación, el arzobispado de Salta emitió el
siguiente comunicado:
“La Arquidiócesis de Salta informa que el Sr. Pbro.
Jorge Crespo unilateralmente ha decidido presentarse a las próximas elecciones
provinciales como candidato a diputado, careciendo de la correspondiente
autorización canónica.
Se informa que, siguiendo las normas de la Iglesia, el
Sr. Arzobispo le ha urgido a renunciar a dicha candidatura y a reintegrarse en
el ejercicio del ministerio que ha abandonado”.
Desde NOTICELAM, conversamos con el arzobispo de
Salta, monseñor Mario Cargnello, y este es el fruto de esa charla.
En su arquidiócesis se ha vivido el caso de un
sacerdote que se presentó como candidato a diputado. ¿Qué situación se generó y
cómo lo fueron resolviendo?
El caso todavía lo tenemos; no está resuelto. Él se
presentó en una decisión unilateral ──porque no habíamos hablado nada
previamente sobre el tema── y nos enteramos porque él le había entregado una
carta a un párroco que no me la podía entregar y ya se había hecho pública la
noticia de su candidatura.
Después de consultar con los asesores en derecho, me
advierten que lo que yo tenía que hacer es invitarlo a renunciar a la
candidatura y pedirle que retomara el ministerio. Pero no lo hizo. Como la
noticia ya se conocía, tuve que informarle a la opinión pública mediante un
comunicado muy breve esto que acabo de decir: que al enterarnos de esta
decisión unilateral, le pedimos al padre Crespo que por favor renuncie a dicha
candidatura y se reintegre al ministerio.
¿Y qué sucedió?
No sucedió. A tal punto que él deja la capilla donde
estaba trabajando y se produce el descuido y la desatención del lugar de su
ministerio. Y estamos esperando su respuesta, porque según sea ésta, yo tengo
que proceder siguiendo los cánones.
¿Cómo seguiría el procedimiento?
Si él sigue en esto, hay que suspender el ejercicio
del ministerio, cosa que ha sucedido por buenos caminos en muchos otros casos.
Aun si acordara con el obispo que es conveniente por la situación del momento,
el sacerdote pide la suspensión del ministerio hasta tanto se reintegre, pero
lo hace de una manera civilizada.
En este caso estamos hablando de un cargo electivo.
¿Qué pasa cuando el sacerdote está en carrera a un cargo ejecutivo?
Fíjese lo que pasa con el padre [Juan Carlos] Molina
de la SEDRONAR (Secretaría de Programación para la Prevención de la
Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico): él pide apartarse del
ministerio mientras ejerza la función pública, porque se trata de una tarea que
le insume muchas horas del día; no puede cumplir con ambas cosas.
Y en un caso así, ¿se busca un consenso con el obispo
local, cómo es?
Más que consenso, hay que pedir permiso para poder
hacer un trabajo. Porque el marco está en lo siguiente: la Iglesia ha ido
madurando a lo largo del tiempo y, sobre todo en la Gaudium et Spes que
establece muy claro que, si bien nosotros coincidimos en el servicio al ser
humano completo, sean cristianos o no, los ámbitos son distintos. Uno es el
Estado y otro es la Iglesia. Por eso esa autonomía y colaboración exige o postula
que distingamos los oficios y las tareas de los sacerdotes y pastores y, las
tareas y oficios de los laicos. Compete a los laicos la transformación de
mundo, según el proyecto de Dios. Eso es
fruto del mejor desarrollo de la doctrina de la Iglesia siempre en fidelidad a
los grandes principios.
En otras épocas al sacerdote le correspondía actuar en
el mundo político. Ahora vamos a celebrar el Bicentenario y más de un tercio
del aquel Congreso de Tucumán de 1816 eran religiosos. Pero los tiempos han
cambiado. El laicado ha crecido. Después de 30 años de democracia, pensar que
no van a encontrar en el laicado candidatos para un cargo, a mí me revela un
cierto fracaso en la dirigencia política. Y de parte nuestra, es no terminar de
descubrir la fuerza transformadora del bien que hacemos cuando actuamos como
debemos actuar.
Por otra parte, no somos tantos en el ministerio como
para dejar el ejercicio y hacer tareas que pueden hacer los laicos. Además
están más preparados los laicos. Apelar a que un cura sea llamado para juntar
votos, de algún modo es decir que hemos fracasado con todas nuestras escuelas
católicas, las universidades católicas, los movimientos, las instituciones…
¿Qué hemos formado? Aun en los pueblos más humildes uno encuentra gente de
sentido común que puede ser un buen gobernante y no necesitan a un sacerdote.
¿Usted volvió a hablar con el padre Crespo?
No he podido hablar todavía.
¿Le gustaría?
No tengo ningún problema. Imagínese que nosotros somos
una diócesis con no tantos curas y nos conocemos demasiado bien. No es que no
nos podamos ver. De mi parte no hay una actitud de fastidio. Me parece a mí que
no se ha obrado de modo correcto. La Iglesia tiene sus reglas de juego para
preservar el derecho de los sacerdotes y el derecho de los fieles. No hay que
verlo como un problema de animosidad mutua. Hay que tratar de madurar para
actuar según la Iglesia, en su sabiduría, nos va enseñando.
VIRGINIA BONARD
(Agradecemos la cooperación de Rosa Aramayo,
responsable de Prensa de la Universidad Católica de Salta)
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