viernes, 27 de marzo de 2015

Discurso de Mons. Gargnello, Arzobispo de Salta

 con motivo del Inicio del Ciclo Académico de la Universidad Católica de Salta
(19 de marzo de 2015)

Queridos amigos:

I. Pocos nos hemos reunido, pero estamos los que tenemos que estar y que son los grandes responsables –gracias por ello– de la obra de la universidad. Esto me ofrece un clima fraternal para compartir reflexiones personales.

Somos parte de esta sociedad que recibe, entre otras denominaciones, la de “sociedad del conocimiento”. El lugar que el mismo ocupa en la urdimbre misma de la vida humana aparece en el presente con mayor evidencia. El hombre crece y se desarrolla, y con él las comunidades, de la mano del conocimiento acompañado de la virtud y del ejercicio real de la solidaridad. La universidad es la institución responsable de la transmisión del conocimiento vigente, mediante la enseñanza, y de la ampliación de la frontera del conocimiento, mediante la investigación. Preservar los conocimientos adquiridos es cuestión de vital importancia para la humanidad, por ello podemos afirmar que la universidad es responsable, en importante medida, de la supervivencia de la especie humana en la faz de la tierra.

Hoy experimentamos amenazas a la vida del hombre, la aceleración de los cambios no sólo sociales y políticos sino en el equilibrio ecológico que afecta al clima comprometen el futuro. La universidad debe convertirse en una voz autorizada y escuchada que hable y actúe iluminando el camino de los habitantes de nuestra tierra a la hora de actuar con inteligencia y amor por una sociedad justa y solidaria con nuestra generación y con las que nos sucedan.

Por otra parte, vivimos en una época en la que cerca del 90% de los científicos que han habitado la tierra en la historia del hombre están vivos. Esto acelera vertiginosamente el desarrollo de la ciencia y la tecnología. La sociedad se enriquece con productos y servicios tecnológicos que están a su disposición y afectan su calidad de vida. En la base de este proceso de generación, de mantenimiento y de transmisión del conocimiento acumulado por las generaciones en el mundo está la Universidad que se convierte en el más noble y erudito lugar de la sociedad. ¡Cuánto perdería una comunidad si se perdieran nuestras universidades!

Desde su lugar en la historia que la convierte en guardiana del conocimiento humano; desde su responsabilidad en el presente que la proyecta como atalaya del hombre contemporáneo y desde la oportunidad de una hora que la desafía a servir a la calidad de vida de las sociedades, la universidad se sitúa en un puesto privilegiado. En ese lugar en la historia y en la vida de nuestra Salta, y más allá de ella, está, junto a la Universidad Nacional, nuestra Universidad Católica. Al contemplar a los jóvenes que confiados ingresan a nuestras aulas, a los profesores que responsablemente dan lo mejor de sí para generar el amor por la ciencia y la sabiduría no sólo en los alumnos sino en el clima existencial de la comunidad universitaria, al considerar el trabajo generoso de los directivos que dan su preocupación y dedican su tiempo a ocuparse en organizar, sostener y promover la vida y la calidad universitaria, al considerar el trabajo de los administrativos que cuidan la vida interna y la marcha de la institución y al personal que desde seguridad y limpieza acompañan a todos haciendo habitable y agradable nuestro mundo, doy gracias a Dios por el regalo de esta Universidad que empieza a transitar su 53° año de vida.

Con gratitud comienzo a reflexionar y a formularme algunas preguntas que quiero compartir con ustedes en este comienzo del año académico. Miro las oficinas, aulas, parques, bibliotecas, laboratorios como la reserva del conocimiento de nuestra Salta. Reserva que está guardada y viva en los libros, en las tesis, monografías, en las publicaciones, en los descubrimientos, quizás en hogares u oficinas que se beneficiaron de los mismos, pero sobre todo en la mente y en los corazones de ustedes. Son reflexiones y preguntas que, al pensar nuestra universidad como sostén responsable de humanidad me urgen a pedirles que no se cansen de hacer de la misma un laboratorio de humanización para que la ciencia y los científicos y líderes estén siempre al servicio del hombre y no sucumban a la tentación de usar al hombre en un desarrollo autista y destructor.

II. El inmenso horizonte que se dibuja frente a nuestra Universidad pone en evidencia que la misma es una tarea de todos. No podemos creer que la misma dependa de una sola persona o de un grupo. Todos somos responsables de nuestra Universidad.

Como consecuencia de esto me parece fundamental invitar, más aún, a pedirle a cada uno, que, por favor, asuma como propio el proyecto institucional de la Universidad Católica de Salta.

Durante la gestión rectoral del Dr. Alfredo Puig se recorrió un fecundo camino de diálogo que incluyó procesos de auto evaluación y evaluación externa y desembocó en la formulación de un plan estratégico preparado a lo largo del año 2009 y aprobado como “Lineamientos para el proyecto educativo universitario. Plan estratégico 2010-2015” en febrero de 2010.

En esa ocasión se presentaron las características que definen la identidad de nuestra comunidad, se propusieron los valores que nos movilizan y se precisó la visión y la misión que enmarcan e impulsan nuestra tarea. Instalado el motor que ha de dinamizar la tarea de todos en la docencia, la investigación y la extensión, diseñaron ocho ejes estratégicos que debían orientar la gestión universitaria. Los ejes propuestos fueron:
“Incrementar la eficiencia y eficacia de la gestión universitaria,
Desarrollar programas de mejora de la docencia universitaria,
Mejorar los procesos de formación de los estudiantes en busca de su excelencia académica,
Optimizar la vinculación con los graduados,
Consolidar los procesos de calidad en el diseño, desarrollo y evaluación curricular de las carreras de pregrado, grado y postgrado,
Fortalecer la investigación aplicada,
Potenciar las acciones de extensión, comunicación e imagen pública institucional,
Fomentar la internacionalización” (1).
En el transcurso de la actual gestión conducida por el Pbro. Lic. Jorge Manzaraz, se reflexionó sobre un “Plan de desarrollo institucional 2012-2016”. El mismo, redefine la visión y la misión de la universidad insistiendo en la identidad católica de la misma y propone cinco objetivos de desarrollo institucional que de algún modo sintetizan los ejes estratégicos del plan anterior y que han sido formulados del modo siguiente:
“Consolidar la identidad institucional a través de la formación,
Optimizar la calidad académica,
Mejorar las condiciones para la investigación,
Incrementar la presencia de la universidad en todos los ámbitos,
Gestionar los recursos en orden a las prioridades fijadas por la universidad”.
Considero que el discurso del P. Jorge, que acabamos de escuchar, profundiza la huella de este sendero. De este modo la comunidad va madurando la conciencia de su ser, de su misión y de su tarea. Me parece importante que la comunidad asuma los objetivos y procure crecer tratando de alcanzarlos. El ideal, en la medida en que es asumido por todos, potencia las fuerzas de cada uno, alimenta nuestro sentido de pertenencia y favorece un clima de libertad interior que facilita el compromiso con la fraternidad y sostiene la responsabilidad. Si conocemos la meta caminaremos con mayor agilidad y responsable empeño.

Este plan debe traducirse en un estilo de trabajo que comprometa a todos y que ilumine y sirva de referencia a nuestras siete facultades y seis escuelas en sus diferentes especializaciones, licenciaturas, maestrías y tecnicaturas, sea en el sistema presencial sea en el sistema de educación a distancia. No podemos dejar de intentar recorrer cada día el camino que nos traza esta tarea.

III. Nuestra universidad es católica. Hace a la definición de nuestra casa y la cualifica esta nota. Al respecto me parece oportuno recordar que el Plan Estratégico 2010-2015, al formular la identidad de nuestra comunidad nos advierte que “la Universidad Católica de Salta tiene como objetivo servir a la comunidad a través de la evangelización de la cultura por medio de la enseñanza superior, la investigación y el servicio al medio” y luego nos ofrece las características esenciales de nuestro ser y quehacer. Porque me parece que se ha logrado decir muy correctamente lo que queremos lo cito:
a. “Una impronta católica inculturizada en la región con una historia y característica bien definidas,
b. La reflexión a la luz de la razón y de la fe de cada saber respetando sus métodos específicos y definiendo el destino último tanto del hombre como de sus acciones,
c. La fidelidad al mensaje cristiano bajo la guía segura del Magisterio de la Iglesia, atendiendo a los signos de los tiempos,
d. El esfuerzo institucional al servicio de la vida y la dignidad de todo hombre y de todos los hombres,
e. La búsqueda de la verdad en toda la realidad hasta el reconocimiento de la Verdad que es Cristo. Él es quien da consistencia a todas las cosas y es Camino y Vida para los hombres de todos los tiempos,
f. El desarrollo de una personalidad en Cristo, haciendo de cada miembro de la comunidad universitaria y de la sociedad, un testigo del Misterio, apasionado por la Verdad, comprometido con el bien común en todas sus formas, capaces de aportar a los problemas soluciones plenamente humanas.
g. La aplicación de la interdisciplinariedad a las disciplinas específicas de cada carrera, fomentando el diálogo entre saberes y su enriquecimiento mutuo (2)”.

De este modo, caminando por estos derroteros, perseguimos nuestros objetivos esforzándonos por formar una comunidad auténticamente humana, animada por el espíritu de Cristo, conscientes que la unidad que buscamos y servimos, deriva de la común consagración a la verdad, de la idéntica visión de la dignidad humana y, en último análisis, de la persona y del mensaje de Cristo. El Plan de desarrollo institucional 2012-2016 nos ayuda en este camino precisando aspectos que hacen a la identidad católica de nuestra universidad.

Amigos: que nuestra comunidad universitaria esté animada por un espíritu de libertad y de caridad, esté caracterizada por el respeto recíproco, por el diálogo sincero y por la tutela de los derechos de cada uno. Ayudémonos a alcanzar nuestra plenitud como personas, promovamos la unidad (3).

IV. Resumiendo lo hasta aquí compartido podríamos preguntarnos. ¿Cuál debería ser nuestra actitud frente a la vida de nuestra universidad? Hace un tiempo falleció Mons. José Pittau sj . La noticia se publicó en L’Osservatore Romano. Al conocerla recordé su visita a nuestra universidad en diciembre de 2003 con ocasión de realizarse el Encuentro de Rectores de las Universidades Católicas de Argentina organizado por la Comisión de Pastoral Universitaria de la Conferencia Episcopal Argentina. Recordé la actitud humilde y las palabras sapientísimas de quien venía como Secretario de la Congregación para la Educación Católica. Había presentado su renuncia por razones de edad y se disponía a trasladarse a Japón para servir durante sus últimos años en una parroquia en Tokio. Recordé que su actitud impresionó a algunos jóvenes de nuestra pastoral universitaria y tengo grabada la imagen de todo el auditorio de pie para aplaudir su breve y sabio discurso cuando le otorgaron el doctorado “honoris causa”.

En aquella ocasión nos dirigió dos discursos. Citaré algunos párrafos tomados de ambas alocuciones. Las hago mías: “Muchas veces hablamos de los grandes objetivos para el futuro de las universidades y nos olvidamos que la universidad es para los estudiantes...Tengamos siempre presente el motivo de nuestra vida universitaria. Hemos dedicado la vida para ser profesores, profesores quiere decir que tenemos una profesión, como los religiosos, nos entregamos a Dios... La profesión que tenemos es de trabajar para mejorar, para crear nuevamente este mundo a través de los estudiantes. Y, para que los estudiantes puedan crear este nuevo mundo, tenemos que darle algo sólido, intelectual, vital, espiritual, social... tenemos una responsabilidad enorme... Nosotros, los profesores, tenemos en mano el futuro de nuestra nación, el futuro de América Latina... Si pudiéramos formar estos estudiantes, serán quizás unos 10.000 hombres y mujeres intelectualmente sólidos, moralmente rectos, dispuestos a servir con creatividad y fidelidad, el mundo sería diferente, 10.000 creadores, 10.000 que han recibido el don del Señor y lo han recibido para darlo a los demás... (Esto desafía sobre todo a los docentes y directivos)... Todos los días tendremos que buscar algo nuevo, todos los días tendríamos que ser un poco mejores. Si no tenemos este deseo de mejorar, de cambiar, de crear algo nuevo, no somos profesores de universidad ni administradores de una universidad... Si repetimos siempre lo mismo, si mostramos siempre lo mismo, esto no es universidad... Tengamos el coraje de decirle a nuestros alumnos: “Tú tienes que ser diferente, tú tienes que dar algo nuevo, algo limpio, algo creativo para la nación” y mostrémosle con nuestra actitudes que esto es posible y cómo hacerlo” (4).

V. Hasta aquí las reflexiones. Termino compartiendo las preguntas que me formulé a partir de lo meditado:

¿Nos desafía saber que nuestra tarea universitaria se ubica entre las más importantes en la comunidad humana y en la Iglesia?

¿Queremos construir un mundo mejor humanizando el proceso de globalización con la promoción de un saber que busca la verdad y sirve a los demás?

¿Estamos dispuestos a asumir nuestra vocación de profesionales de la educación comprometiéndonos en la tarea de formar a nuestros alumnos con solidez intelectual, rectitud moral y disposición para la creatividad y la fidelidad?

Cada uno de ustedes se formulará sus propias preguntas. Quiero decirles, de corazón, en el comienzo de un nuevo año académico, que intentaré, desde mi lugar, acompañarlos en el intento. El lema de nuestra universidad nos está desafiando. Que el proceso de auto evaluación que nos ha de empeñar en este tiempo como parte del crecimiento permanente de nuestra institución sea asumido como una oportunidad de reafirmar nuestro compromiso de superación permanente. Que el Señor y la Virgen del Milagro los acompañe a todos. Muchas gracias.

Mons. Mario Antonio Cargnello, arzobispo de Salta

Notas
(1) UCASAL, Plan estratégico 2010-2015, pág 11
(2) Ibid.
(3) Constitución Apostólica “Ex Corde Ecclesiae”, 21

(4) Publicado en Comisión Episcopal De Pastoral Universitaria, Las Universidades Católicas hoy en Argentina, identidad y compromiso en este mundo globalizado. Páginas 23 y siguientes. Ed. Virtudes

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