Catholic.net, 3-3-15
3 Lecciones que no
pueden faltar en la educación de los hijos
Estas lecciones
deberán ir acompañadas de tiempo, dedicación, autoridad y por supuesto mucho
amor.
En general, lo que
todo padre busca es que sus hijos sean hombres y mujeres con calidad humana,
personas íntegras, que hagan el bien; tanto a ellos mismos, como a la sociedad.
A nuestro criterio, para lograr dicho objetivo, se necesitan tres enseñanzas principales,
que necesariamente deberán ir acompañadas de muchas otras; sin embargo, este
artículo pretende dar "señales” que servirán a los padres de guía para
tomar el camino correcto en la educación.
Primera enseñanza:
Educar la voluntad
Es la base de la
autodisciplina y la autorregulación, en primer grado; la obediencia, la
reciedumbre, el esfuerzo y otras, en segundo grado. La voluntad combate la
pereza, la negligencia y la flojera; por eso es un eficaz antídoto contra los
vicios.
Gracias a la voluntad,
el ser humano asume el control de sí mismo, pues desarrolla la capacidad para
postergar deseos y para afrontar con una actitud acertada las situaciones que
se salen de la zona de confort.
Otra gran maravilla
de la educación de la voluntad, radica en que los padres evitan caer en una
conducta sobre protectora que tanto daño hace en los hijos -inmadurez,
inseguridad, dependencia, debilidad, nerviosismo, timidez, poca tolerancia al
fracaso, escasa capacidad de adaptación-.
Es pues la voluntad,
un elemento fundamental en el proyecto educativo de los hijos, el cual debe
comenzar en los primeros años de vida, desde que los padres no ceden al llanto
de su pequeño ante un capricho y más adelante cuando deben cumplir sus deberes
escolares, organizar su habitación, etc.
Pautas a seguir:
Dosificar los
regalos.
Exigirles de acuerdo
a la edad.
No permitir que dejen
las cosas sin concluir.
No hacerles las cosas
que ellos mismos están en capacidad de realizar.
Realizar actividades
que supongan esfuerzo y perseverancia.
Invitarlos a que se
tracen proyectos a mediano y largo plazo.
En adolescentes y
jóvenes, dejarlos asumir responsabilidades.
Darles las
herramientas para superar los obstáculos, no hacer las cosas por ellos.
Dejarles que tomen
cierto tipo de decisiones, les ayuda a formar su criterio.
Segunda enseñanza:
Valorar a los otros, tanto como a sí mismos
Dos conceptos que
deben ir de la mano: auto-estima y estima por los demás. Estimar a los demás es
salir del egocentrismo, egoísmo y todo lo que parte del "ego”, para así
valorar y darse a los demás. Esta enseñanza cobija los valores fundamentales de
la interacción social: empatía, generosidad, comprensión, prudencia, respeto,
amabilidad, honestidad, servicio, solidaridad y tolerancia.
Ahora, para tener una
buena relación con los demás, hay que tener una buena relación consigo mismo.
La autoestima brinda seguridad, firmeza, positivismo y determinación. Además,
proporciona la capacidad de resolver problemas graves porque se afrontan con
optimismo, lo que certifica una mayor tolerancia al fracaso.
Tercera enseñanza:
Ser buenos y hacer el bien
Reúne las dos
enseñanzas anteriores. La rectitud sólo se logra si se ha educado la voluntad,
igualmente si se tiene estima por uno mismo y por los demás.
El valor que mejor
representa la rectitud es la bondad, la cual se define como: "Inclinación
natural a hacer el bien. Desea y practica el bien con las personas, como
resultado de poseer un corazón limpio y lleno de amor. Dulzura, suavidad y
amabilidad de carácter.” *Definiciones de valores por Regino Navarro Ribera.
"Este valor se
vive este cuando en las palabras e intenciones hay amor, cuando no se guardan
resentimientos ni deseos de venganza, cuando no se queja de lo que le falta,
sino que agradece cada cosa que Dios le da y acepta a quienes son diferentes. Y
no se vive cuando… Se siente envidia por los logros de los demás, se es ajeno a
las necesidades del otro, cuando se es poco comprensivo, y finalmente cuando
primero estoy yo que el otro." *Valores en práctica por Regino Navarro
Ribera.
Las anteriores
enseñanzas deberán ir acompañadas de tiempo, dedicación, autoridad asertiva y
por supuesto mucho amor. El éxito de las anteriores, sólo se logra si se ha
creado un lazo paternal de confianza y cercanía. Se necesita tiempo para
dialogar con los hijos, conectarse con ellos y poder conocerlos a fondo. Todo
esto es fundamental para lograr los objetivos educativos para los hijos.
"El porvenir de
un hombre no está en las estrellas, sino en su voluntad y en el dominio de sí
mismo” William Shakespeare
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