para el 6º domingo de
Pascua el año (25 de mayo 2014)
Agencia Informativa
Católica Argentina, 2 Jun 2014
Los obispos
argentinos el pasado 8 de mayo, solemnidad de Nuestra Señora de Lujan, junto a
las reflexiones que presentamos “Felices los que trabajan por la paz”,
invitamos a que en este 25 de mayo en las diócesis de todo el País, en las
Catedrales y santuarios, en las parroquias, capillas y en los hogares se ore
por la convivencia pacífica de los argentinos, utilizando la oración por la paz
de San Francisco de Asís. Hoy pedimos por nuestra Patria para que todos podamos
ser instrumentos de la paz, de la justicia, la vida, la verdad… y por lo tanto
generadores de la Esperanza.
Hace algunos domingos
reflexionamos sobre las vocaciones especialmente a la vida consagrada y el
sacerdocio ministerial. En este domingo queremos ahondar en la vocación del
laico, dimensión misionera y especialmente la evangelización de la cultura y es
oportuno hacerlo en este 25 de mayo. La vocación del laico se especifica
fundamentalmente en la transformación de las realidades del mundo. Son los
cristianos que viven en nuestras ciudades o en el campo, llamados a construir
una familia, a comprometerse en sus trabajos, como docentes, políticos, como
comunicadores sociales o bien en el trabajo silencioso y fecundo de la
chacra…Sobre todo desde esta vocación deberemos acentuar la misión en la
cotidianidad donde deberemos generar valores evangélicos, mayor sentido ético y
compromiso por el bien común.
Hace décadas que
venimos señalando en la Iglesia la importancia que nuestros laicos comprendan
su propia vocación y misión, pero también debemos reconocer que probablemente
en la práctica eclesial nos cuesta a los pastores acompañar al laicado a
santificarse en su realidad cotidiana. A veces los entendemos solamente como
ligados a actividades intraeclesiales, y muchos o muchísimos laicos no asumen
una dimensión misionera en sus ambientes, trabajos y familias.
En el acontecimiento
y documento de Aparecida se trató este tema que considero importante lo
incorporemos a nuestra reflexión y examen de conciencia sobre el compromiso con
esta vocación y misión. Aparecida señala sobre los fieles laicos. El ámbito
propio de su actividad evangelizadora es el mismo mundo vasto y complejo de la
política, de la realidad social y de la economía, como también el de la
cultura, de las ciencias y de las artes, de la vida internacional, de los “mas
media”, y otras realidades abiertas a la evangelización, como son el amor, la
familia, la educación de los niños y adolescentes, el trabajo profesional y el
sufrimiento. Además, tienen el deber de hacer creíble la fe que profesan,
mostrando autenticidad y coherencia en su conducta” (210).
El documento sigue
señalando también la importancia del laicado en la acción pastoral de la
Iglesia en sus distintas expresiones, así como en diversas formas de
ministerialidad laical. En nuestra Diócesis contamos, como gracia de Dios, con
distintas sedes de la escuela de ministerios laicales que son realmente
significativas en el servicio que prestan a nuestras comunidades.
En esta reflexión
quiero subrayar la importancia que adquiere en nuestro tiempo el
fortalecimiento de varias asociaciones laicales, movimientos apostólicos
eclesiales, y comunidades eclesiales y nuevas comunidades que señala Aparecida
que deben ser apoyadas y acompañadas por los pastores: “En las últimas décadas,
varias asociaciones y movimientos apostólicos laicales han desarrollado un
fuerte protagonismo. Por ello, un adecuado discernimiento, animación,
coordinación y conducción pastoral, sobre todo de parte de los sucesores de los
Apóstoles, contribuirá a ordenar este don para la edificación de la única
Iglesia” (214).
Cuando señalamos que
hay una cierta ausencia de laicos católicos comprometidos en las estructuras y
dirigencia social, consideramos como una de las causas la falta de formación.
En este tiempo tendremos que potenciar, y así lo señalan nuestras
“Orientaciones pastorales” del Sínodo, la necesidad de acentuar la formación
del laicado en general, y especialmente en temas de ciudadanía, doctrina social
de la Iglesia y ética social y pública. Desde ya que no se trata solo de
una formación intelectual. Solo cuando ponemos en práctica lo que creemos
podemos comprender más profundamente las enseñanzas de Jesucristo y ser
constructores en nuestra Patria y Provincia de una cultura marcada por la
esperanza.
Jesucristo, en el
Evangelio que leemos este domingo (Jn.14, 15-21), termina diciéndonos con
claridad esta exigencia de poner en práctica lo que creemos: “El que recibe mis
mandamientos y los cumple, ese es el que me ama, y el que me ama será amado de
mi Padre” (21). En la comprensión y puesta en práctica de la vocación y misión
de los laicos en nuestro tiempo, recae uno de los grandes desafíos de este
inicio de siglo.
¡Un saludo cercano y
hasta el próximo domingo!
Mons. Juan Rubén
Martínez, obispo de Posadas
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