concedida a la periodista
Franca Giansoldati del diario italiano Il Messaggero.
AICA, 30-6-14
Texto de la
entrevista de Giansoldati
La cita es en Santa
Marta, por la tarde. Una rápida comprobación y un guardia suizo me hace
acomodar en una pequeña salita. Seis butacas verdes de terciopelo un poco liso,
una mesita de madera, un televisor de esos antiguos, con la barriga. Todo en
perfecto orden, el mármol enlucido, algún cuadro. Podría ser una sala de
aspecto parroquial, una adonde se va para pedir un consejo o para hacer los
documentos matrimoniales.
Francisco entra
sonriendo: “¡Finalmente! Yo la leo y ahora la conozco”. Me pongo colorada. “Yo
en cambio le conozco y ahora lo escucho”. Se ríe. Se ríe a gusto el Papa, como
hará otras veces en esa hora y pico de conversación sin tapujos.
- Es hora del partido
Italia-Uruguay. Santo Padre, ¿usted a quien apoya?
Ah, yo por nadie, de
verdad. Prometí a la presidenta del Brasil (Dilma Roussef) permanecer neutral.
- ¿Empezamos por
Roma?
Pero ¿sabe que yo no
conozco Roma? Piense que la
Capilla Sixtina la vi por primera vez cuando tomé parte en el
conclave que eligió a Benedicto XVI (2005 ndr). Ni siquiera he estado en los
museos. El hecho es que como cardenal no venía mucho. Conozco Santa María la Mayor porque iba siempre
allí. Y después a San Lorenzo Extramuros adonde fui para las confirmaciones
cuando estaba don Giacomo Tantardini. Obviamente conozco la Piazza Navona porque
siempre me alojaba en via della Scrofa, allí detrás.
- ¿Hay algo de romano
en el argentino Bergoglio?
Poco y nada. Yo soy
más piamontés, esas son las raíces originales de mi familia. Pero estoy
empezando a sentirme romano. Quiero ir a visitar el territorio, las parroquias.
Estoy descubriendo poco a poco esta ciudad. Es una metrópolis bellísima, única,
con los problemas de las grandes metrópolis. Una ciudad pequeña posee una
estructura casi unívoca, una metrópolis, en cambio, comprende siete u ocho
ciudades imaginarias superpuestas, a varios niveles. También a nivel cultural.
Pienso por ejemplo en las tribus urbanas de los jóvenes. Es así en todas las
metrópolis. En noviembre haremos en Barcelona un congreso dedicado precisamente
a la pastoral de las metrópolis. En la Argentina se han promovido intercambios con
México. Se descubren muchas culturas entrecruzadas, pero no tanto a causa de
las migraciones, sino porque se trata de territorios culturales transversales,
hechos de pertenencias propias. Ciudades en la ciudad. La Iglesia debe saber
responder también a este fenómeno.
- ¿Por qué usted,
desde el principio, ha querido subrayar tanto la función del Obispo de Roma?
El primer servicio de
Francisco es este: ejercer de obispo de Roma. Todos los títulos del Papa,
Pastor universal, Vicario de Cristo, etc, los tiene precisamente porque es
Obispo de Roma. Es la elección primaria. La consecuencia del primado de Pedro.
Si mañana el Papa quisiera ser obispo de Tivoli, está claro que me echarían.
- Hace cuarenta años,
con Pablo VI, el Vicariato promovió el congreso sobre los problemas de Roma.
Surgió el cuadro de una ciudad en la que quien tenía mucho, tenía lo mejor, y
quien tenía poco, lo peor. Hoy, en su opinión, ¿cuáles son los males de esta
ciudad?
Son los de las
metrópolis, como Buenos Aires. Quien aumenta los beneficios, y quien es cada
vez más pobre. No sabía de ese congreso sobre los problemas de Roma. Son
cuestiones muy romanas, y yo entonces tenía 38 años. Soy el primer Papa que no
ha tomado parte en el Concilio y el primero que ha estudiado la teología
después del Concilio y, en ese tiempo, para nosotros la gran luz era Pablo VI.
Para mi la
Evangelii Nuntiandi sigue siendo un documento pastoral nunca
superado.
- ¿Existe una
jerarquía de valores que respetar en la gestión de la cosa pública?
Cierto. Tutelar
siempre el bien común. La vocación para cualquier político es esta. Un concepto
amplio que incluye, por ejemplo, la custodia de la vida humana, su dignidad. Pablo VI solía decir que la misión de la
política es una de las formas más altas de caridad. Hoy el problema de la
política – no hablo solo de Italia sino de todos los países, el problema es
mundial – es que se ha desvalorizado, arruinada por la corrupción, por el
fenómeno de las comisiones. Me viene a la mente un documento que publicaron los
obispos franceses hace 15 años. Era una carta pastoral que se titulaba:
Rehabilitar la política, y afrontaba precisamente este tema. Si no hay servicio
en la base, tampoco se puede entender la identidad de la política.
- Usted ha dicho que
la corrupción huele a podrido. Ha dicho que la corrupción social es fruto de un
corazón enfermo y no sólo de condiciones externas. No habría corrupción sin
corazones corrompidos. El corrupto no tiene amigos sino idiotas útiles. ¿Nos lo
explica mejor?
Hablé dos días
seguidos de este tema porque comentaba la lectura de la Viña de Nabot. A mí me gusta
hablar de las lecturas del día. El primer día afronté la fenomenología de la
corrupción, el segundo día de cómo acaban los corruptos. El corrupto, en todo
caso, no tiene amigos, sólo tiene cómplices.
- Según usted ¿se
habla tanto de la corrupción porque los mass media insisten demasiado en el
tema, o porque de hecho se trata efectivamente de un mal endémico y grave?
No, por desgracia es
un fenómeno mundial. Hay jefes de Estado en la cárcel precisamente por eso. Me
he preguntado mucho, y he llegado a la conclusión de que muchos males aumentan
sobre todo durante los cambios de época. Estamos viviendo no tanto en una época
de cambios, sino en un cambio de época. Y por tanto se trata de un cambio de
cultura; precisamente en esta fase surgen cosas de este tipo. El cambio de
época alimenta la decadencia moral, no solo en la política, sino en la vida
financiera o social.
- Tampoco los cristianos parecen brillar por su
testimonio...
Es el ambiente el que facilita la corrupción. No digo
que todos sean corruptos, pero creo que es difícil permanecer honrado en la
política. Hablo de todo el mundo, no de Italia. Pienso también en otros casos.
A veces hay personas que querrían hacer las cosas claras, pero se encuentran en
dificultad y es como si fueran fagocitadas por un fenómeno endémico, a varios
niveles, transversal. No porque sea la naturaleza de la política, sino porque
en un cambio de época las presiones hacia una cierta deriva moral se hacen más
fuertes.
- ¿A usted le asusta
más la pobreza moral o material de una ciudad?
Me asustan ambas. A
un hambriento, por ejemplo, puedo ayudarlo a que no tenga más hambre, pero si
ha perdido el trabajo y no encuentra ocupación, tiene que ver con otra pobreza.
Ya no tiene dignidad. Quizás pueda ir a Caritas y traerse a casa un paquete de
comida, pero experimenta una pobreza gravísima que arruina el corazón. Un
obispo auxiliar de Roma me ha contado que muchas personas van a los comedores y
a escondidas, llenos de vergüenza, se llevan a casa comida. Su dignidad se ve
progresivamente depauperada, viven en un estado de postración.
- Por las calles
consulares de Roma se ven chicas de apenas 14 años a menudo obligadas a
prostituirse ante la indiferencia general, mientras que en el subte se asiste a
la mendicidad de los niños. ¿La
Iglesia es aún levadura? ¿Se siente impotente, como obispo, a
esta degradación moral?
Siento dolor. Siento
enorme dolor. La explotación de los niños me hace sufrir. También en la Argentina es lo mismo.
Para algunos trabajos manuales se usan niños porque tienen las manos más
pequeñas. Pero los niños son también explotados sexualmente, en hoteles. Una
vez me advirtieron que en una calle de Buenos Aires había niñas prostitutas de
12 años. Me informé y efectivamente era así. Me hizo daño. Pero aún más daño me
causaba el ver que se paraban autos de gran cilindrada conducidos por ancianos.
Podían ser sus abuelos. Hacían subir a la niña y le pagaban 15 pesos que
después servían para comprar los deshechos de la droga, el “paco". Para mí
estas personas que hacen esto a las niñas son pedófilos. Sucede también en
Roma. La Ciudad Eterna
que debería ser un faro en el mundo es espejo de la degradación moral de la
sociedad. Pienso que son problemas que se resuelven con una buena política
social.
- ¿Qué puede hacer la política?
Responder de forma clara. Por ejemplo con servicios
sociales que sigan a las familias para entender, acompañándolas para salir de
situaciones duras. El fenómeno indica una deficiencia de servicio social en la
sociedad.
- Pero la Iglesia está trabajando
muchísimo...
Y debe seguir
haciéndolo. Hay que ayudar a las familias en dificultad, un trabajo en aumento
que impone el esfuerzo común.
-En Roma cada vez más
jóvenes no van a la Iglesia ,
no bautizan a los hijos, no saben siquiera hacer la señal de la cruz. ¿Qué
estrategia hace falta para invertir esta tendencia?
- Y los párrocos no
deben poner ruleros a las ovejas...
(Ríe) Obviamente.
Estamos en un momento de misión desde hace una decena de años. Debemos
insistir.
- ¿Le preocupa la
cultura de la natalidad en Italia?
Pienso que hay que
trabajar más por el bien común de la infancia. Formar una familia es una tarea
grande, a veces no es suficiente el sueldo, no se llega a fin de mes. Se tiene
miedo a perder el trabajo o a no poder pagar el alquiler. La política social no
ayuda. Italia tiene una tasa bajísima de natalidad, España lo mismo. Francia va
un poco mejor pero la tasa también es baja. Es como si Europa se hubiera
cansado de ser mamá, prefiriendo ser abuela. Mucho depende de la crisis
económica y no solo de una deriva cultural marcada por el egoísmo y el
hedonismo. El otro día leía una estadística sobre los criterios de gasto de la
población mundial. Después de la alimentación, vestidos y medicinas, tres
elementos necesarios, siguen la cosmética y los gastos para los animales
domésticos.
- ¿Cuentan más los
animales que los niños?
Se trata de otro
fenómeno de degradación cultural. Esto porque la relación afectiva con los
animales es más fácil, más programable. Un animal no es libre, mientras que
tener un hijo es algo complicado.
- ¿El Evangelio habla más a los pobres o a los ricos
para que se conviertan?
La pobreza está en el centro del Evangelio. No se
puede entender el Evangelio sin entender la pobreza real, teniendo en cuenta
que existe también una pobreza bellísima del espíritu: ser pobre ante Dios
porque Dios te llena. El Evangelio se dirige indistintamente a los pobres y a
los ricos. Y habla tanto de pobreza como de riqueza. No condena de hecho a los
ricos, sí acaso a las riquezas cuando son idolatradas. El dios dinero, el
becerro de oro.
- Usted pasa por ser
un Papa comunista, pauperista, populista. The Economist, que le ha dedicado una
portada, afirma que habla como Lenín. ¿Se reconoce en estos modelos?
Yo solo digo que los
comunistas nos han robado la bandera. La bandera de los pobres es cristiana. La
pobreza está en el centro del Evangelio. Los pobres están en el centro del
Evangelio. Tomemos Mateo 25, el protocolo sobre el que seremos juzgados: tuve
hambre, tuve sed, estuve en la cárcel, estaba enfermo, desnudo. O miremos a las
Bienaventuranzas, otra bandera. Los comunistas dicen que todo esto es
comunista. Sí, como no, veinte siglos después. Así que cuando hablan, se les
podría decir: pero ustedes son cristianos (se ríe).
- Si me permite una
crítica…
Dele...
- Usted quizás habla
poco de las mujeres, y cuando habla de ellas afronta el tema sólo desde el
punto de vista de la maternidad, la mujer esposa, la mujer madre, etc. Y sin
embargo, las mujeres hoy presiden Estados, multinacionales, ejércitos. En la Iglesia , según usted, ¿las
mujeres qué puesto ocupan?
Las mujeres son lo
más bello que Dios hizo. La
Iglesia es mujer. Iglesia es una palabra femenina. No se
puede hacer teología sin esta femineidad. De esto, usted tiene razón, no se
habla bastante. Estoy de acuerdo en que se debe trabajar más sobre la teología
de la mujer. Lo he dicho y se está trabajando en este sentido.
- ¿No entrevé una
cierta misoginia de fondo?
El hecho es que la
mujer fue tomada de una costilla… (se ríe con ganas). Bromeo, lo mío es una
broma. Estoy de acuerdo en que se debe profundizar más en la cuestión femenina,
de lo contrario no se puede entender a la misma Iglesia.
- ¿Podemos esperar de
usted decisiones históricas, como una mujer presidiendo un dicasterio?, no digo
el del clero...
(Se ríe) Bueno,
muchas veces los curas acaban bajo la autoridad de las perpetuas...
- En agosto usted irá
a Corea. ¿Es la puerta a China? ¿Está usted apuntando a Asia?
A Asia iré dos veces
en seis meses. A Corea en agosto para encontrar a los jóvenes asiáticos. En
enero a Sri Lanka y Filipinas. La
Iglesia en Asia es una promesa. Corea representa mucho, tiene
a las espaldas una historia bellísima, durante dos siglos no tuvo sacerdotes y
el catolicismo avanzó gracias a los laicos. Hubo también mártires. En cuanto a
China, se trata de un desafío cultural grande. Grandísimo. Y está el ejemplo de
Matteo Ricci que hizo mucho bien...
- ¿A dónde va la Iglesia de Bergoglio?
Gracias a Dios no
tengo ninguna Iglesia, sigo a Cristo. No he fundado nada. Desde el punto de
vista del estilo, no he cambiado de cómo era en Buenos Aires. Sí, quizás alguna
cosilla, porque se debe, pero cambiar a mi edad habría sido ridículo. Sobre el
programa, en cambio, sigo lo que los cardenales han pedido durante las
congregaciones generales antes del conclave. Voy en esa dirección. El Consejo
de los ocho cardenales, un organismo externo, nace de allí. Había sido pedido
para que ayudara a reformar la curia. Cosa por otro lado nada fácil, porque se
da un paso, pero luego surge que hay que hacer esto o aquello, y si antes había
un dicasterio después se hacen cuatro. Mis decisiones son el fruto de las
reuniones preconclave. No he hecho nada solo.
- Una aproximación
democrática...
Han sido decisiones
de los cardenales. No sé si es una aproximación democrática, diría más bien
sinodal, aunque la palabra para los cardenales no es apropiada.
- ¿Qué desea a los
romanos para el día de los patronos San Pedro y San Pablo?
Que sigan siendo
buenos. Son muy simpáticos. Lo veo en las audiencias y cuando voy a las
parroquias. Les deseo que no pierdan la alegría, la esperanza, la confianza a
pesar de las dificultades. También el dialecto romano es hermoso.
- Wojtyla aprendió a
decir, volemose bene, damose da fa' (‘Amémonos los unos a los otros,
ofrezcámonos a los demás’). ¿Usted aprendió alguna frase en dialecto romano?
Por ahora poco. Campa
e fa' campa' (Vive y deja vivir). (Naturalmente, se ríe).+
No hay comentarios:
Publicar un comentario