jueves, 19 de diciembre de 2013

Nican Mopohua



Relato de la aparición de la Virgen de Guadalupe

(www.reinadelcielo.org )

La aparición de la Virgen de Guadalupe es una maravillosa obra de evangelización de la Madre de Dios, hecha poco tiempo después del desembarco de los españoles en América. Y si bien los primeros años de colonización fueron traumáticos  para los nativos de América, también sabemos que Dios saca el bien de los dolores del hombre. María se mezcló con la llegada de los europeos a México para impulsar el conocimiento de Su Hijo entre indios y futuros habitantes de las Américas.

Conocemos bien la esencia del Milagro de Guadalupe. La aparición se inició el 9 de diciembre de 1531 en las cercanías de la Ciudad de México, entonces ciudad capital del imperio Azteca: la Virgen se aparece al indio Juan Diego, y le pide que transmita al obispo del lugar su voluntad de que se construya un templo dedicado a Ella en el cerro Tepeyac. El obispo, al escuchar el relato del indio, le pide una prueba de la Presencia de la Madre de Dios allí. María hace crecer entonces un jardín de rosas en un cerro inhóspito y semidesértico, y se las hace recoger en su tilma (especie de poncho o manta) a Juan Diego. Luego le pide se las presente como prueba de Su Presencia al obispo. Cuando el indio abre su tilma frente al obispo, caen las flores al piso y aparece milagrosamente retratada la imagen de la Virgen María en la rústica tela. El templo dedicado a la Virgen de Guadalupe fue construido en el cerro Tepeyac, lugar de las apariciones, donde se exhibe la tilma original de Juan Diego, impresa con la mundialmente conocida imagen de la Virgen de Guadalupe.

Para entender lo ocurrido allí en su más fresca y maravillosa expresión, les ofrecemos un relato escrito en idioma indio pocos años después de los hechos (pleno siglo XVI), por un sabio indígena (Don Antonio Valeriano): el documento es conocido como el Nican Mopohua (“aquí se narra”).  El autor recoge allí el testimonio del propio indio Juan Diego, pocos años después de los hechos acontecidos en el cerro Tepeyac. La naturalidad y belleza de la narración dan una impresión vívida de los diálogos entre el indio vidente y la Virgen María, así como de la realidad de la época en que todo ocurrió. Si bien el escrito en lengua Náhuatl fue traducido al español, conserva la inocencia del indio y su entorno, en sus giros y expresiones.

Nican Mopohua/”aquí se narra”
Traducido del Náhuatl al castellano por el Presbítero Mario Rojas

(Comentario de www.reinadelcielo.org: los títulos subrayados no pertenecen al texto original, sino que fueron agregados para mejor comprensión del lector)

Párrafo de introducción que da nombre al documento: (“aquí se narra”)

Aquí se narra, se ordena, cómo hace poco, milagrosamente se apareció la perfecta Virgen Santa María Madre de Dios, nuestra Reina, allá en el Tepeyac, de renombre Guadalupe.

El Indio Juan Diego en camino a la ciudad de México:

Primero se hizo ver de un indito, su nombre Juan Diego; y después se apareció su Preciosa Imagen delante del reciente obispo don fray Juan de Zumárraga. Diez años después de conquistada la ciudad de México, cuando ya estaban depuestas las flechas, los escudos, cuando por todas partes había paz en los pueblos, así como brotó, ya verdece, ya abre su corola la fe, el conocimiento de Aquél por quien se vive: el verdadero Dios. En aquella sazón, el año 1531, a los pocos días del mes de diciembre, sucedió que había un indito, un pobre hombre del pueblo. Su nombre era Juan Diego, según se dice, vecino de Cuauhtitlan, y en las cosas de Dios, en todo pertenecía a Tlatilolco. Era sábado, muy de madrugada, venía en pos de Dios y de sus mandatos. Y al llegar cerca del cerrito llamado Tepeyac ya amanecía. Oyó cantar sobre el cerrito, como el canto de muchos pájaros finos; al cesar sus voces, como que les respondía el cerro, sobremanera suaves, deleitosos, sus cantos sobrepujaban al del coyoltototl y del tzinitzcan y al de otros pájaros finos. Se detuvo a ver Juan Diego. Se dijo: ¿Por ventura soy digno, soy merecedor de lo que oigo? ¿Quizá nomás lo estoy soñando? ¿Quizá solamente lo veo como entre sueños?. ¿Dónde estoy? ¿Dónde me veo? ¿Acaso allá donde dejaron dicho los antiguos nuestros antepasados, nuestros abuelos: en la tierra de las flores, en la tierra del maíz, de nuestra carne, de nuestro sustento; acaso en la tierra celestial?. Hacia allá estaba viendo, arriba del cerrillo, del lado de donde sale el sol, de donde procedía el precioso canto celestial.
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Texto completo (11 págs.) en:


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