MONS. ENRIQUE SÁNCHEZ MARTÍNEZ
(Méjico)
La doctrina social de
la Iglesia
frecuentemente se pone a prueba con las urgencias de nuestra época. Ésta surge
del encuentro entre el Evangelio y los problemas siempre nuevos que la
humanidad debe enfrentar. La doctrina social de la Iglesia no es una teoría,
ni una ideología o una sabiduría humana, sino que expone las consecuencias del
encuentro con Cristo Salvador para la vida comunitaria, para la política, la
sociedad, la economía, la cultura, el trabajo (Seguiremos la conferencia de
Mons. Giampaolo Crepaldi, La actualidad de la Doctrina Social de
la Iglesia y
las urgencias de nuestra época).
La doctrina social de
la Iglesia
tiene su origen en el encuentro de la Iglesia con el mundo en vistas de la
evangelización, es decir, para el anuncio de Cristo; es anuncio de Cristo en
las realidades temporales. Es por esta razón que las urgencias que la humanidad
enfrenta en cada época le interesan directamente. Ya el Papa León XIII, en
1891, en la Rerum
Novarum , había hablado de los obreros en la nueva sociedad
industrial; Pablo VI, en la Populorum Progressio , habló del desarrollo;
Benedicto XVI, en la Caritas
in veritate, ha hablado del poder excesivo de la técnica.
Es necesario recordar
que la doctrina social de la
Iglesia no va detrás de las cuestiones de actualidad
solamente para estar actualizada, como podría hacer un periódico o un
noticiero. La actualidad surge del Evangelio, que es siempre nuevo. No hace una
crónica de novedades, sino que lee los acontecimientos humanos a la luz del
Evangelio. De esta manera fortalece las mentes y los corazones, ofreciendo
esperanza al hombre desorientado. Cada época tiene sus propias urgencias, ya
que la vida terrena no conoce la ausencia de preocupaciones. Todavía, la luz
del Evangelio ilumina y da fuerza a quien trabaja por la justicia y por la paz.
Uno de los grandes
retos para la doctrina social de la
Iglesia es la urgencia económica de carácter mundial, esto no
es nuevo. En la
Quadragesimo anno, Pio XI enfrentó la crisis financiera de
1929. La crisis que hoy se vive parece que es más grave que aquella. La
separación de la finanza de la economía real se ha hecho muy marcada porque las
finanzas se han convertido en una ideología, en un estilo de vida, en una
visión del mundo, perdiendo de vista sus legítimos fines.
La explosión de las
finanzas y su separación de la economía y de la vida real se justifican en una
filosofía: la del endeudamiento, del consumo antes que de la producción, de la
riqueza que hay que gastar, de la anticipación inmediata de beneficios que
deberían madurar solamente a futuro. Podríamos llamarla la "filosofía de
la carta de crédito". Yo consumo, me endeudo, voy a pagar a fin de mes o
el mes próximo, o el próximo año. Antes se decía: trabajo, gano, ahorro, gasto.
Hoy ya no es así, hay una manía de tener ya hoy el mañana. Unos lo llaman
"consumismo", es decir, la exaltación del consumo por encima de otras
fases del ciclo productivo.
Como se puede ver, no
se trata solamente de finanzas o de economía, sino de una visión de la vida. A
esta forma de ver la vida la doctrina social de la Iglesia contrapone la
responsabilidad hacia las generaciones futuras, la solidaridad hacia las
personas que no pueden mantener el ritmo de este consumismo, la subsidiariedad
de las finanzas, que es sólo uno de los instrumentos de la economía real, y la
subsidiariedad de la economía real en referencia a la dignidad de la persona humana,
la justicia, la tutela de la familia.
La crisis económica y
financiera es, una falta de confianza y de esperanza en el futuro. Se pretende
consumir ya hoy lo que se piensa en producir mañana. Así se hipoteca el futuro
de nuestros hijos y de nuestras familias, cargándoles nuestras deudas,
prefiriendo una especulación que genera valor, pero no un valor real.
Esta es la gran fuente de espiritualidad para nuestra sociedad, y por
esto decimos que la doctrina social de la Iglesia es también un modo de animar la sociedad
humana. Ella demuestra cómo las relaciones humanas pueden volverse áridas y
cómo el futuro puede perder su significado si se prescinde de Dios.
El Siglo, 6-10-13
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