Último Emperador del
Sacro Imperio Romano,
¡Ora pro nobis!
Carlos I de
Habsburgo, Beato Laico
Carlos de Austria
nació el 17 de agosto de 1887 en el Castillo de Persenbeug, en la región del
Austria Inferior. Sus padres eran el archiduque Otto y la Princesa María
Josefina de Sajonia, hija del último rey de Sajonia. El emperador José I era el
tío abuelo de Carlos.
Carlos recibió una
educación expresamente católica y desde su niñez fue acompañado con la oración
por un grupo de personas, porque una religiosa estigmatizada le había
profetizado grandes sufrimientos y ataques contra él. De aquí surgió, tras la
muerte de Carlos, la “Liga de oración del emperador Carlos por la paz de los
pueblos”, que en 1963 se convertirá en una comunidad de oración reconocida en
la Iglesia.
Muy pronto creció en
Carlos un gran amor por la Santa Eucaristía y por el Corazón de Jesús. Todas
las decisiones importantes provenían de la oración.
El 21 de octubre de
1911 se casó con la princesa Zita de Borbón-Parma. Durante los diez años de
vida matrimonial feliz y ejemplar la pareja recibió el don de ocho hijos. En el
lecho de muerte, Carlos decía aún a Zita: “!Te quiero sin fin”!
El 28 de junio de
1914, tras el asesinato del archiduque Francisco Fernando, heredero al trono,
en un atentado, Carlos se convierte en el heredero al trono del Imperio
Austro-Húngaro.
Mientras se
encarnizaba la primera Guerra Mundial, con la muerte del emperador Francisco
José, el 21 de noviembre de 1916, Carlos se convierte en emperador de Austria.
El 30 de diciembre es coronado Rey apostólico de Hungría.
Este deber Carlos lo
concibe, también, como un camino para seguir a Cristo: en el amor por los
pueblos a él confiados, en el cuidado por su bien y en la donación de su vida
por ellos.
El deber más sagrado
de un rey -el compromiso por la paz - Carlos lo puso al centro de sus
preocupaciones a lo largo de la terrible guerra. Fue el único, entre los
responsables políticos, que apoyó los esfuerzos por la paz de Benedicto XV.
Por lo que respecta a
la política interior, incluso en tiempos extremadamente difíciles, abordó una
amplia y ejemplar legislación social, inspirada en la enseñanza social
cristiana.
Su comportamiento
hizo posible al final del conflicto una transición a un nuevo orden sin guerra
civil. A pesar de ello fue desterrado de su patria.
Por deseo del Papa,
que temía el establecimiento del poder comunista en Centroeuropa, Carlos
intentó restablecer su autoridad de gobierno en Hungría. Pero dos intentos
fracasaron, porque él quería en cualquier caso evitar el estallido de una
guerra civil.
Carlos fue enviado al
exilio en la Isla de Madeira (Portugal). Como él consideraba su misión como un
mandato de Dios, no pudo abdicar de su cargo.
Sumergido en la
pobreza, vivió con su familia en una casa bastante húmeda. A causa de ello se
enfermó de muerte y aceptó la enfermedad como un sacrificio por la paz y la
unidad de sus pueblos.
Carlos soportó su
sufrimiento sin lamento, perdonó a todos los que no le habían ayudado y murió
el 1 de abril de 1922 con la mirada dirigida al Santísimo Sacramento. Como él
mismo recordó todavía en el lecho de muerte, el lema de su vida fue: “Todo mi
compromiso es siempre, en todas las cosas, conocer lo más claramente posible y
seguir la voluntad de Dios, y esto en el modo más perfecto”.
Fue beatificado el 3
de octubre de 2004.
Reproducido con
autorización deVatican.va
ACTUALIZACIÓN
El beato Carlos de
Habsburgo, último emperador del Imperio Austro-Húngaro, podría ser canonizado
por un supuesto milagro obrado por su intercesión. Una mujer bautista de
Florida afirma haber sido curada del cáncer de mama que padecía.
La mujer, de la
localidad de Kissimmee en Florida, recibió de una amiga una estampa del beato,
cuya vida conoció durante un viaje a Europa.
Según informó el
periódico Orlando Sentinel, los médicos y el tribunal de la Diócesis de Orlando
están de acuerdo en que aparentemente no hay explicación médica para la
recuperación de la mujer, cuya identidad se mantienen en reserva.
Para el Obispo de
Orlando, Mons. Thomas Wenski, "es un honor para nuestra diócesis ser parte
de algo que es más grande que nosotros".
Beatriz Reyes Oribe
de Castaño
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