CONSEJO PONTIFICIO DE
LA CULTURA
CONSEJO PONTIFICIO
PARA EL DIALOGO INTERRELIGIOSO
JESUCRISTO
PORTADOR DEL AGUA DE LA VIDA
Una reflexión
cristiana
sobre la “Nueva Era”
PREFACIO
Este estudio se ocupa
del complejo fenómeno de la
Nueva Era (New Age), que influye en numerosos aspectos de la
cultura contemporánea.
El estudio es un
informe provisional. Es el fruto de la reflexión común del Grupo de Trabajo
sobre Nuevos Movimientos Religiosos, compuesto por miembros de diferentes
dicasterios de la Santa
Sede : los Consejos Pontificios de la Cultura y para el Diálogo
Interreligioso, que son los redactores principales de este proyecto; la Congregación para la Evangelización de
los Pueblos y el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.
Estas reflexiones van
dirigidas principalmente a los encargados de la labor pastoral a fin de que
puedan explicar en qué difiere el movimiento Nueva Era de la fe cristiana. El
estudio invita a los lectores a tener en cuenta la sed espiritual de muchas
personas de nuestro tiempo, que la espiritualidad de la Nueva Era trata de
colmar. Es preciso reconocer que el atractivo que ejerce la religiosidad de la Nueva Era sobre algunos
cristianos puede deberse en parte a una falta de atención seria por parte de
las propias comunidades cristianas respecto a temas que, en realidad, son
elementos integrantes de la síntesis católica. Tales son, por ejemplo, la
importancia de la dimensión espiritual del hombre, integrada en el conjunto de
su existencia, la búsqueda del sentido de la vida, la vinculación entre los
seres humanos y el resto de la creación, el deseo de una transformación
personal y social, y el rechazo de una visión racionalista y materialista de la
humanidad.
La presente
publicación subraya la importancia de comprender la Nueva Era como corriente
cultural, así como la necesidad de que los católicos comprendan la auténtica
doctrina y espiritualidad católicas para valorar adecuadamente los temas de la Nueva Era. Los dos primeros
capítulos presentan la Nueva
Era como una tendencia cultural multifacética y proponen un
análisis de los fundamentos básicos de las ideas transmitidas en dicho
contexto. A partir del tercer capítulo se ofrecen algunas indicaciones para el
estudio de la Nueva Era ,
comparándola con el mensaje cristiano. Asimismo, se ofrecen también algunas
sugerencias de carácter pastoral.
Quienes deseen
profundizar en el estudio de la
Nueva Era encontrarán referencias útiles en los apéndices. Es
de esperar que esta obra proporcione un estímulo para ulteriores estudios,
adaptados a los diferentes contextos culturales. Su objetivo consiste en
fomentar el discernimiento de quienes buscan puntos de referencia sólidos para
una vida más plena. Estamos convencidos de que en la búsqueda de muchos de
nuestros contemporáneos se puede descubrir una auténtica sed de Dios. Como dijo
el Papa Juan Pablo II a un grupo de obispos de Estados Unidos: « Los pastores
deben preguntarse sinceramente si han prestado suficiente atención a la sed del
corazón humano en busca del “agua viva” que solo puede dar Cristo nuestro
Redentor (cf. Jn 3, 7-13) ». Lo mismo que él, queremos apoyarnos « en la
novedad perenne del mensaje evangélico y en su capacidad para transformar y
renovar a quienes lo aceptan » (AAS 864, 330).
1 ¿QUÉ TIPO DE
REFLEXIÓN?
Las siguientes
reflexiones tienen por objeto orientar a los encargados de la predicación del
Evangelio y de la enseñanza en la
Iglesia , en todos los niveles. Este documento no pretende
proporcionar un conjunto exhaustivo de respuestas a las múltiples cuestiones
suscitadas por la Nueva Era
o por otros indicios contemporáneos de la perenne búsqueda humana de felicidad,
sentido y salvación. Es una invitación a comprender la Nueva Era y a entablar
un diálogo con quienes se ven influidos por sus ideas. El documento ayuda a los
agentes de pastoral a comprender la espiritualidad de la Nueva Era y a responder
a la misma, ilustrando los puntos donde dicha espiritualidad contrasta con la
fe católica y refutando las posturas propugnadas por los pensadores de la Nueva Era en oposición a
la fe cristiana. En realidad, lo que se exige a los cristianos es, ante todo y
sobre todo, estar fundamentados firmemente en su fe. Sobre esta sólida base,
pueden construir una vida que responda positivamente a la invitación de la
primera carta de san Pedro: « Si alguien os pide explicaciones de vuestra
esperanza, estad dispuestos a defenderla, pero con modestia y respeto, con
buena conciencia » (1 Pt 3, 15s).
1.1. ¿Por qué
ahora?
El comienzo del
tercer milenio no sólo llega dos mil años después del nacimiento de Cristo,
sino también en una época en que los astrólogos creen que la Era de Piscis –conocida para
ellos como la era cristiana– está tocando a su fin. Estas reflexiones se
refieren a la Nueva Era ,
que recibe su nombre de la inminente Era astrológica de Acuario. La Nueva Era es uno de los
muchos intentos de dar sentido a este momento histórico con que la cultura
(especialmente la occidental) se ve bombardeada. Resulta difícil ver con
claridad qué hay de compatible e incompatible respecto al mensaje cristiano.
Por eso parece que es este el momento oportuno para ofrecer una valoración cristiana
del pensamiento de la Nueva
Era y del movimiento de la Nueva Era como conjunto.
Se ha dicho, y con
razón, que en estos días muchas personas vacilan entre la certeza y la
incertidumbre, especialmente en lo que se refiere a su identidad.1 Algunos dicen
que la religión cristiana es patriarcal y autoritaria, que las instituciones
políticas son incapaces de mejorar el mundo y que la medicina tradicional
(alopática) es sencillamente incapaz de curar eficazmente a las personas. El
hecho de que lo que en otros tiempos eran elementos centrales de la sociedad se
perciban actualmente como indignos de confianza o carentes de verdadera
autoridad, ha creado un clima en el que las personas dirigen su mirada hacia el
interior, hacía sí mismas, en busca de sentido y de fuerza. Hay también una
búsqueda de instituciones alternativas que se espera puedan responder a sus
necesidades más profundas. La vida caótica y desestructurada de las comunidades
alternativas de los años setenta ha ido dando paso a una búsqueda de disciplina
y de estructuras, que son claramente los elementos clave de los movimientos «
místicos » inmensamente populares. La Nueva Era resulta atractiva sobre todo porque
mucho de lo que ofrece sacia el hambre que con frecuencia las instituciones
oficiales dejan insatisfecha.
Aunque gran parte de la Nueva Era es una
reacción frente a la cultura contemporánea, en muchos aspectos se revela hija
de esa misma cultura. El Renacimiento y la Reforma han configurado el individuo occidental
moderno, que no se siente agobiado por cargas externas, como la autoridad
meramente extrínseca y la tradición. Hay muchos que sienten cada vez menos la
necesidad de « pertenecer » a las instituciones (pese a lo cual, la soledad
sigue siendo en gran medida un azote de la vida moderna), y no se inclinan a
dar a las opiniones « oficiales » mayor valor que a las suyas propias. Con este
culto a la humanidad, la religión se interioriza, de manera que se va
preparando el terreno para una celebración de la sacralidad del yo. Por eso la Nueva Era comparte
muchos de los valores que propugnan la cultura de la empresa y el « evangelio
de la prosperidad » (de los que se hablará más adelante: sección 2.4), así como
la cultura del consumidor, cuyo influjo puede verse claramente en el número
cada vez mayor de personas que afirman que es posible conciliar el cristianismo
y la Nueva Era ,
aceptando lo que les parece mejor de uno y otra.2 Merece la pena recordar que
las desviaciones en el seno del cristianismo también han superado el teísmo
tradicional, al aceptar una vuelta unilateral al Yo, lo cual favorecería esta
fusión de enfoques diferentes. Lo que importa señalar es que, en ciertas
prácticas de la Nueva Era ,
Dios queda reducido a una prolongación del progreso del individuo.
1.2. En la era de las
comunicaciones
La revolución
tecnológica de las comunicaciones en los últimos años ha provocado una situación
completamente nueva. La facilidad y la velocidad con que hoy podemos
comunicarnos es una de las razones por las que la Nueva Era ha atraído la
atención de personas de todas las edades y ambientes. Muchos cristianos, sin
embargo, no están seguros de qué es en realidad. Internet, en particular, ha
adquirido un enorme influjo, especialmente en los jóvenes, que lo consideran un
medio agradable y fascinante para obtener información. Pero sobre numerosos
aspectos de la religión es un vehículo superficial de desinformación: no todo
lo que se presenta con la etiqueta de « cristiano » o « católico » es de fiar,
ni refleja la doctrina de la Iglesia Católica. Al mismo tiempo, hay una
notable expansión de las fuentes de la Nueva Era que van desde cosas serias a lo
ridículo. Las personas necesitan, más aún, tienen derecho a una información
fidedigna sobre las diferencias entre el cristianismo y la Nueva Era.
1.3. Contexto
cultural
Cuando se examinan
muchas de las tradiciones de la
Nueva Era , en seguida aparece claro que, en realidad, es poco
que hay de lo nuevo en la
Nueva Era. El nombre parece haberse difundido a través de los
rosacruces y la francmasonería, en tiempos de las revoluciones francesa y
americana. Sin embargo, la realidad que denota es una variante contemporánea
del esoterismo occidental, que se remonta a los grupos gnósticos surgidos en
los primeros tiempos del cristianismo y que se afianzaron en época de la Reforma en Europa. Este
gnosticismo se fue desarrollando junto con las nuevas visiones científicas del
mundo y adquirió una justificación racional a lo largo de los siglos XVIII y
XIX. Implicaba un progresivo rechazo del Dios personal y se fue centrando en
otras entidades que en el cristianismo tradicional figuraban como
intermediarias entre Dios y la humanidad, con adaptaciones cada vez más
originales de las mismas, e incluso añadiendo otras. Una poderosa corriente de
la cultura occidental moderna que ha contribuido a difundir las ideas de la Nueva Era es la
aceptación general de la teoría evolucionista de Darwin. Esto, junto con una
atención centrada en los poderes o fuerzas espirituales ocultas de la
naturaleza, ha sido la columna vertebral de lo que hoy se conoce como teoría de
la Nueva Era.
En realidad, si la Nueva Era
ha alcanzado un notable grado de aceptación ha sido porque la cosmovisión en
que se basa ya estaba ampliamente aceptada. El terreno estaba bien preparado
por el crecimiento y la difusión del relativismo, junto con una antipatía o
indiferencia hacia la fe cristiana. Ha habido, además, un vivo debate acerca de
si, y en qué medida, se puede calificar la Nueva Era como un fenómeno posmoderno. La
existencia misma del pensamiento y la práctica de la Nueva Era , así como su
vitalidad, dan testimonio del insaciable anhelo del espíritu humano en pos de
la trascendencia y del sentido religioso, algo que no es sólo un fenómeno
cultural contemporáneo, sino que ya se manifestaba en el mundo antiguo, tanto
cristiano como pagano.
1.4. La Nueva Era y la fe
católica
Aun cuando se pueda
admitir que la religiosidad de la
Nueva Era en cierto modo responde al legítimo anhelo
espiritual de la naturaleza humana, es preciso reconocer que tales intentos se
oponen a la revelación cristiana. En la cultura occidental en particular, es
muy fuerte el atractivo de los enfoques « alternativos » a la espiritualidad.
Por otra parte, entre los católicos mismos, incluso en casas de retiro,
seminarios y centros de formación para religiosos, se han popularizado nuevas
formas de afirmación psicológica del individuo. Al mismo tiempo, hay una
nostalgia y una curiosidad crecientes por la sabiduría y los rituales de
antaño, lo cual explica en parte el notable aumento de la popularidad del
esoterismo y del gnosticismo. Muchos se sienten especialmente atraídos por lo
que se conoce –correctamente o no– como « espiritualidad » celta,5 o por las
religiones de los pueblos antiguos. Los libros y cursos sobre espiritualidad o
sobre religiones antiguas u orientales son un negocio floreciente y con frecuencia
reciben el apelativo de « Nueva Era » por razones de carácter comercial. Pero
los vínculos con dichas religiones no siempre están claros. De hecho, con
frecuencia se niegan.
Un discernimiento
cristiano adecuado del pensamiento y de la práctica de la Nueva Era no puede dejar
de reconocer que, como el gnosticismo de los siglos II y III, ésta representa
una especie de compendio de posturas que la Iglesia ha identificado como heterodoxas. Juan
Pablo II ha alertado respecto al « renacimiento de las antiguas ideas gnósticas
en la forma de la llamada New Age. No debemos engañarnos pensando que ese
movimiento pueda llevar a una renovación de la religión. Es solamente un nuevo
modo de practicar la gnosis, es decir, esa postura del espíritu que, en nombre
de un profundo conocimiento de Dios, acaba por tergiversar Su Palabra
sustituyéndola por palabras que son solamente humanas. La gnosis no ha
desaparecido nunca del ámbito del cristianismo, sino que ha convivido siempre
con él, a veces bajo la forma de corrientes filosóficas, más a menudo con
modalidades religiosas o pararreligiosas, con una decidida aunque a veces no
declarada divergencia con lo que es esencialmente cristiano ».6 Un ejemplo de
esto puede verse en el eneagrama, –un instrumento para el análisis caracterial
según nueve tipos– que, cuando se utiliza como medio de desarrollo personal,
introduce ambigüedad en la doctrina y en la vivencia de la fe cristiana.
1.5. Un desafío
positivo
No debe subestimarse
el atractivo de la religiosidad de la Nueva Era. Cuando falta un conocimiento profundo
de los contenidos de la fe cristiana, algunos, pensando erróneamente que la
religión cristiana no es capaz de inspirar una espiritualidad profunda, la
buscan en otros lugares. A decir verdad, algunos dicen que la Nueva Era se está
quedando anticuada y hablan ya de la « próxima » era.7 Hablan de una crisis que
comenzó a manifestarse en Estados Unidos a comienzos de los años 1990, pero
admiten que, especialmente fuera del mundo de habla inglesa, tal « crisis » puede
llegar más tarde. Sin embargo, las librerías y las emisoras de radio, así como
la multitud de grupos de auto-ayuda en numerosas ciudades y capitales
occidentales, todos ellos parecen desmentir tal crisis. Parece que, al menos
por el momento, la Nueva Era
sigue estando bien viva como parte del actual panorama cultural.
El éxito de la Nueva Era presenta un
desafío a la Iglesia.
Muchos piensan que la religión cristiana ya no les ofrece –o
tal vez nunca les proporcionó– algo que necesitaran realmente. La búsqueda que
con frecuencia conduce a una persona a la Nueva Era es un anhelo auténtico: de una
espiritualidad más profunda, de algo que les toque el corazón, de un modo de
hallar sentido a un mundo confuso y a menudo alienante. Hay algo de positivo en
las críticas que la Nueva
Era dirige al « materialismo de la vida cotidiana, de la
filosofía e incluso de la medicina y de la psiquiatría; al reduccionismo, que
se niega a tener en cuenta las experiencias religiosas y sobrenaturales; a la
cultura industrial de un individualismo desenfrenado, que inculca el egoísmo y
se despreocupa de los demás, del futuro y del medio ambiente ».8 Los problemas
que plantea la Nueva Era
nacen más bien de lo que propone como respuestas alternativas a las cuestiones
vitales. Si no queremos que la
Iglesia sea acusada de permanecer sorda a los anhelos de los
hombres, sus miembros deben hacer dos cosas: afianzarse con mayor firmeza aún
en los fundamentos de su fe y escuchar el clamor, con frecuencia silencioso,
del corazón de los hombres, que les lleva a alejarse de la Iglesia cuando no
encuentran en ella respuestas satisfactorias. En todo ello hay también una
llamada a acercarse a Jesucristo y a estar dispuestos a seguirle, ya que Él es
el verdadero camino hacia la felicidad, la verdad sobre Dios y la plenitud de
vida para cuantos estén dispuestos a responder a su amor.
2 LA ESPIRITUALIDAD DE
LA NUEVA ERA
VISIÓN GENERAL
En muchas sociedades
occidentales, y de manera creciente también en otras partes del mundo, los
cristianos con frecuencia entran en contacto con diversos aspectos del fenómeno
conocido como Nueva Era. Muchos de ellos sienten la necesidad de entender cómo
pueden aproximarse de la mejor manera posible a algo tan seductor y, al mismo
tiempo, complejo, esquivo y en ocasiones perturbador. Estas reflexiones
intentan ayudar a los cristianos a hacer dos cosas:
– identificar los
elementos del desarrollo de la tradición de la Nueva Era ;
– señalar los
elementos incompatibles con la revelación cristiana.
Ésta es una respuesta
pastoral a un desafío actual. No pretende proporcionar una lista exhaustiva de
los fenómenos de la Nueva
Era , ya que eso requeriría un voluminoso tratado, aparte de
que dicha información está disponible en otros lugares. Es esencial intentar comprender
la Nueva Era
correctamente para evaluarla con imparcialidad y evitar crear una caricatura de
la misma. Sería insensato, además de falso, decir que todo lo relacionado con
este movimiento es bueno, o que es malo todo lo que se refiere a él. No obstante,
dada la visión subyacente a la religiosidad de la Nueva Era , en términos
generales es difícil reconciliarla con la doctrina y la espiritualidad
cristianas.
La expresión «
religión de la Nueva Era
» es más controvertida, por lo que conviene evitarla, a pesar de que la Nueva Era es con
frecuencia una respuesta a preguntas y necesidades religiosas, que ejerce su
atracción sobre personas que tratan de descubrir o redescubrir una dimensión
religiosa en su vida. Evitar el término « religión de la Nueva Era » no significa
en modo alguno poner en cuestión el carácter genuino de la búsqueda de
significado y del sentido de la vida por parte de esas personas. Respeta el
hecho de que muchos de quienes están dentro del movimiento Nueva Era distinguen
cuidadosamente entre « religión » y « espiritualidad ». Muchos han rechazado la
religión organizada, porque a su juicio no ha logrado responder a sus
necesidades y por ello se han dirigido a otros lugares para encontrar « espiritualidad
». Más aún, en el corazón de la
Nueva Era está la creencia de que la época de las religiones
particulares ha pasado, por lo que referirse a ella como a una religión sería
contradecir su propia autocomprensión. No obstante, se puede situar la Nueva Era en el contexto
más amplio de la religiosidad esotérica, cuyo atractivo sigue creciendo.13
Hay un problema
implícito en el presente texto. Tratando de entender y evaluar algo que es
esencialmente una exaltación de la riqueza de la experiencia humana,
inevitablemente se le objetará que jamás podrá hacer justicia a un movimiento
cultural cuya esencia es precisamente romper con lo que se consideran los
límites restrictivos del discurso racional. En realidad, tiene por objeto
invitar a los cristianos a tomar en serio la Nueva Era y, como tal,
pide a quienes lo lean entrar en un diálogo crítico con quienes se aproximan al
mismo mundo desde perspectivas muy diferentes.
La eficacia pastoral
de la Iglesia
en el tercer milenio depende en gran medida de la preparación de comunicadores
eficaces del mensaje evangélico. Lo que sigue es una respuesta a las
dificultades expresadas por muchos de quienes están en contacto con ese
fenómeno tan complejo y escurridizo conocido como la Nueva Era. Es un
intento de comprender qué es la
Nueva Era y de identificar las preguntas a las que ésta
pretende ofrecer respuestas y soluciones. Hay ya excelentes libros y otros
materiales que analizan el fenómeno en su conjunto o que explican aspectos
particulares con gran detalle. Nos referiremos a algunos de ellos en el
apéndice. No obstante, no siempre realizan el necesario discernimiento a la luz
de la fe cristiana. El propósito del presente texto es ayudar a los católicos a
encontrar una clave para entender los principios básicos que hay tras el
pensamiento de la Nueva Era ,
de modo que puedan valorar cristianamente los elementos de la Nueva Era que
encuentren. Conviene recordar que muchas personas rechazan el término « Nueva
Era » y sugieren la expresión « espiritualidad alternativa » como más correcta
y menos restrictiva. También es verdad que muchos de los fenómenos mencionados
en este documento probablemente no lleven ninguna etiqueta particular, pero se
presupone, en aras de la brevedad, que los lectores identificarán el fenómeno o
conjunto de fenómenos que pueden estar razonablemente vinculados con el
movimiento cultural general conocido habitualmente como Nueva Era.
2.1. ¿Qué hay de
nuevo en la Nueva Era ?
Para muchos, el
término « Nueva Era » se refiere a un momento decisivo de la historia. Según
los astrólogos, vivimos en la Era
de Piscis, que ha estado dominada por el cristianismo y que será reemplazada
por la nueva era de Acuario a comienzos del tercer milenio.14 La Era de Acuario adquiere una
enorme importancia en el movimiento de la Nueva Era , en gran medida a causa del influjo de
la teosofía, el espiritismo y la antroposofía, así como de sus antecedentes
esotéricos. Quienes subrayan el inminente cambio del mundo expresan a menudo el
deseo de dicho cambio, no tanto en el mundo mismo cuanto en nuestra cultura, en
nuestro modo de relacionarnos con el mundo. Esto es especialmente manifiesto en
quienes acentúan la idea de un Nuevo Paradigma de vida. Es un enfoque
atractivo, puesto que en algunas de sus manifestaciones, los hombres no son
espectadores pasivos, sino que desempeñan un papel activo en la transformación
de la cultura y en la creación de una nueva conciencia espiritual. En otras
manifestaciones, se atribuye un mayor poder a la progresión inevitable de los ciclos
naturales. En cualquier caso, la
Era de Acuario es una visión, no una teoría. Pero la Nueva Era es una
tradición amplia, que incorpora muchas ideas sin vinculación explícita con el
cambio de la Era
de Piscis a la Era
de Acuario. Entre ellas hay visiones moderadas, pero muy generalizadas, de un
futuro en el que habrá una espiritualidad planetaria junto a las religiones
individuales, instituciones políticas planetarias que complementarán las
locales, entidades económicas globales más participativas y democráticas, una
mayor importancia de las comunicaciones y la educación, un enfoque mixto de la
salud que combinará la medicina profesional y la auto-curación, una comprensión
del yo más andrógina, y formas de integrar la ciencia, la mística, la tecnología
y la ecología. Una vez más, esto demuestra el profundo deseo de una existencia
satisfactoria y saludable para la raza humana y para el planeta. Entre las
tradiciones que confluyen en la
Nueva Era pueden contarse: las antiguas prácticas ocultas de
Egipto, la cábala, el gnosticismo cristiano primitivo, el sufismo, las
tradiciones de los druidas, el cristianismo celta, la alquimia medieval, el
hermetismo renacentista, el budismo zen, el yoga, etc.15
En esto consiste lo «
nuevo » de la Nueva Era.
Es un « sincretismo de elementos esotéricos y seculares ».16 Se vincula a la
percepción, ampliamente difundida, de que el tiempo está maduro para un cambio
fundamental de los individuos, la sociedad y el mundo. Hay varias expresiones
de la necesidad de cambio:
– de la física
mecanicista de Newton a la física cuántica;
– de la exaltación de
la razón de la modernidad a una valoración del sentimiento, la emoción y la
experiencia (descrita a menudo como un desplazamiento del pensamiento racional
del « cerebro izquierdo » al pensamiento intuitivo del « cerebro derecho »);
– de un dominio de la
masculinidad y el patriarcado, a una celebración de la feminidad en los
individuos y en la sociedad.
En este contexto, se
usa con frecuencia el término « cambio de paradigma » (paradigm shift). A
veces, claramente se presupone que tal cambio no sólo es deseable, sino
inevitable. El rechazo a la modernidad, subyacente a este deseo de cambio, no
es nuevo. Más bien puede describirse como « un restablecimiento o “revival”
moderno de las religiones paganas con una mezcla de influjos tanto de las
religiones orientales como de la psicología, la filosofía, la ciencia y la
contracultura modernas, desarrolladas en los años cincuenta y sesenta ».17 La Nueva Era no es sino un
testigo de una revolución cultural, una reacción compleja frente a las ideas y
valores dominantes en la cultura occidental, a pesar de lo cual su crítica
idealista es, paradójicamente, típica de la cultura que critica.
Es preciso decir una
palabra sobre la idea de cambio de paradigma. La popularizó Thomas Kuhn,
historiador americano de la ciencia, que concibió el paradigma como « la
constelación entera de creencias, valores, técnicas, etc., compartidos por los
miembros de una comunidad dada ».18 Cuando se produce un desplazamiento de un
paradigma a otro, se trata de una transformación en bloque de la perspectiva
más que de un desarrollo gradual: en realidad, es una revolución. Kuhn puso de
relieve que los paradigmas rivales son inconmensurables y no pueden coexistir.
Por eso, afirmar que un cambio de paradigma en el ámbito de la religión y de la
espiritualidad es simplemente una manera nueva de formular las creencias
tradicionales, constituye un error. Lo que sucede en realidad es un cambio
radical de cosmovisión, que pone en entredicho no sólo el contenido, sino
también la interpretación fundamental de la visión anterior. Tal vez el ejemplo
más claro de todo esto, por lo que se refiere a la relación entre la Nueva Era y el
cristianismo, sea la reelaboración de la vida y el significado de Jesucristo.
Es imposible reconciliar estas dos visiones.19
Está claro que la
ciencia y la tecnología han sido incapaces de cumplir sus promesas de antaño,
por lo que los hombres se han vuelto hacia el ámbito espiritual en búsqueda de
significado y de liberación. Tal como ahora la conocemos, la Nueva Era procedía de la
búsqueda de algo más humano y más bello frente a la experiencia opresora y
alienante de la vida en la sociedad occidental. Sus primeros exponentes,
dispuestos a extender su mirada en esta búsqueda, hicieron de ella un enfoque
muy ecléctico. Podría ser uno de los signos de la « vuelta a la religión »,
pero desde luego no es una vuelta a las doctrinas y credos cristianos
ortodoxos. Los primeros símbolos de este « movimiento » que se introdujeron en
la cultura occidental fueron el conocido festival de Woodstock, en el estado de
Nueva York, en 1969, y el musical Hair, que expuso los principales temas de la Nueva Era en su canción
emblemática « Aquarius ».20 Pero esto era tan sólo la punta de un iceberg cuyas
verdaderas dimensiones se han podido percibir sólo en una época relativamente
reciente. El idealismo de los años 1960 y 1970 todavía sobrevive en algunos
sectores. Pero ahora ya no son los adolescentes quienes están implicados
principalmente. Los vínculos con la ideología política de izquierdas se han
desvanecido y las drogas psicodélicas no tienen ya la importancia de entonces.
Han sucedido tantas cosas desde entonces que todo esto ya no resulta
revolucionario. Las tendencias « espirituales » y « místicas » que antes se
limitaban a la contracultura, hoy día forman parte arraigada de la cultura
dominante y afectan a facetas tan distintas de la vida como la medicina, la
ciencia, el arte y la religión. La cultura occidental está ahora imbuida de una
conciencia política y ecológica más generalizada y todo este desplazamiento
cultural ha ejercido un enorme impacto en los estilos de vida de las personas.
Algunos han sugerido que el « movimiento » Nueva Era es precisamente ese gran cambio
hacia lo que se considera « un género de vida notablemente mejor ».21
2.2. ¿Qué pretende
ofrecer la Nueva Era ?
2.2.1. Encantamiento:
tiene que haber un ángel
Uno de los elementos
más comunes de la espiritualidad de la Nueva Era es la fascinación por las
manifestaciones extraordinarias y en particular por los seres paranormales. Las
personas reconocidas como médiums aseguran que su personalidad es poseída por
otra entidad durante el trance, un fenómeno de la Nueva Era conocido como
« channeling » (canalización), en el
cual el médium puede perder el control de su cuerpo y de sus facultades.
Algunas personas que han sido testigos de estos acontecimientos no dudarían en
admitir que las manifestaciones son efectivamente espirituales, pero no
proceden de Dios, a pesar del lenguaje de amor y luz que suele usarse casi
siempre... Probablemente sea más correcto referirse a ello como a una forma
contemporánea de espiritismo, más que a una espiritualidad en sentido estricto.
Otros amigos y consejeros del mundo del espíritu son los ángeles (que se han
convertido en centro de un nuevo negocio de libros e imágenes). Cuando en la Nueva Era se habla de
ángeles, se hace de manera poco sistemática, pues las distinciones en este
ámbito no siempre se consideran útiles, sobre todo si son demasiado precisas,
ya que « hay muchos niveles de guías, entidades, energías y seres en cada
octava del universo... Están allí para que los escojas y elijas según tus propios
mecanismos de atracción-repulsión ».22 Estos seres espirituales a veces son
invocados de manera « no religiosa » como una ayuda para la relajación, con
vistas a mejorar la toma de decisiones y el control de la propia vida personal
y profesional. Otra experiencia de la Nueva Era , que aseguran poseer algunos que se
autodefinen como « místicos », consiste en la fusión con algunos espíritus que
enseñan a través de personas concretas. Algunos espíritus de la naturaleza son
descritos como energías potentes que existen en el mundo natural y también en
los « niveles interiores »: es decir, aquellos a los que se accede mediante el
uso de rituales, drogas y otras técnicas para alcanzar estados de conciencia
alterados. Está claro que, al menos en teoría, la Nueva Era a menudo no
reconoce ninguna autoridad espiritual más allá de la experiencia personal
interior.
2.2.2. Armonía y
comprensión: buenas vibraciones
Fenómenos tan
diversos como el Jardín de Findhorn y Feng Shui23 representan una diversidad de
estilos que ilustran la importancia de estar en sintonía con la naturaleza y el
cosmos. En la Nueva Era
no existe distinción entre el bien y el mal. Las acciones humanas son fruto de
la iluminación o de la ignorancia. De aquí que no podamos condenar a nadie, y que
nadie tenga necesidad de perdón. Creer en la existencia del mal sólo puede
crear negatividad y temor. La respuesta a la negatividad es el amor. Pero no
del tipo que tiene que traducirse en acciones; es más una cuestión de actitudes
de la mente. El amor es energía, una vibración de alta frecuencia; el secreto
de la felicidad y de la salud consiste en sintonizar con la gran cadena del
ser, de encontrar el propio puesto en ella. Los maestros y las terapias de la Nueva Era afirman
ofrecer la clave para encontrar las correspondencias entre todos los elementos
del universo, de modo que uno pueda modular la tonalidad de su vida y estar en
armonía absoluta con los demás y con cuanto lo rodea, si bien el trasfondo
teórico varía de uno a otro.24
2.2.3. Salud: una
vida dorada
La medicina formal
(alopática) tiende en la actualidad a limitarse a curar dolencias aisladas,
concretas, y no logra una visión de conjunto de la salud de la persona: esto ha
provocado frecuentemente una comprensible insatisfacción. La popularidad de las
terapias alternativas ha aumentado enormemente porque aseguran abarcar a la
persona en su totalidad y se dedican a sanar más que a curar. Como es sabido,
la sanidad holística se centra en el importante papel que desempeña la mente en
la curación física. Se dice que la conexión entre los aspectos espirituales y
físicos de la persona se encuentra en el sistema inmunológico o en el sistema
chakra hindú. Desde la perspectiva de la Nueva Era , la enfermedad y el sufrimiento
proceden de una actuación contra la naturaleza. Cuando se está en sintonía con
la naturaleza, cabe esperar una vida más saludable e incluso una prosperidad
material. Según algunos sanadores de la Nueva Era , en realidad no tendríamos por qué
morir. El desarrollo de nuestro potencial humano nos pondrá en contacto con
nuestra divinidad interior y con aquellas partes de nuestro yo alienadas o
suprimidas. Esto se revela sobre todo en los Estados de Conciencia Alterados
(Alterated States of Consciuousness, ASCs), inducidos por las drogas o por
diversas técnicas de expansión de la mente, particularmente en el contexto de
la « psicología transpersonal ». Se suele considerar al chamán como el
especialista de los estados de conciencia alterados, como aquel que es capaz de
mediar entre los reinos transpersonales de los dioses y los espíritus y el
mundo de los humanos.
Hay una notable
variedad de enfoques que promueven la salud holística, derivados unos de
antiguas tradiciones culturales, conectados otros con las teorías psicológicas
desarrolladas en Esalen durante los años 1960-1970. La publicidad relacionada
con la Nueva Era
cubre un amplio espectro de prácticas, tales como la acupuntura, el
biofeedback, la quiropráctica, la kinesiología, la homeopatía, la iridología,
el masaje y varios tipos de « bodywork » (tales como ergonomía, Feldenkrais,
reflexología, Rolfing, masaje de polaridad, tacto terapéutico, etc.), la
meditación y la visualización, las terapias nutricionales, sanación psíquica,
varios tipos de medicina a base de hierbas, la sanación mediante cristales
(cristaloterapia), metales (metaloterapia), música (musicoterapia) o colores
(cromoterapia), las terapias de reencarnación y, por último los programas en
doce pasos y los grupos de auto-ayuda.25 Se dice que la fuente de la sanación
está dentro de nosotros mismos, que la podemos alcanzar cuando estamos en
contacto con nuestra energía interior o con la energía cósmica.
En cuanto la salud
incluye una prolongación de la vida, la Nueva Era ofrece una fórmula oriental en términos
occidentales. Originariamente, la reencarnación formaba parte del pensamiento
cíclico hindú, basada en el atman o núcleo divino de la personalidad (más
tarde, el concepto de jiva), que se trasladaba de cuerpo a cuerpo en un ciclo
de sufrimiento (samsara), determinado por la ley del karma, vinculado al
comportamiento en las vidas pasadas. La esperanza estriba en la posibilidad de
nacer en un estado mejor o, definitivamente, en la liberación de la necesidad
de volver a nacer. A diferencia de la mayoría de las tradiciones budistas, lo
que vaga de cuerpo en cuerpo no es un alma, sino un contínuum de conciencia. En
ambas tradiciones, la vida presente está encerrada en un proceso cósmico
potencialmente infinito, sin fin, que incluye incluso a los dioses. En occidente,
después de Lessing, la reencarnación se ha entendido de manera mucho más
optimista, como un proceso de aprendizaje y de realización individual
progresiva. El espiritismo, la teosofía, la antroposofía y la Nueva Era ven la
reencarnación como una participación en la evolución cósmica. Este enfoque
postcristiano de la escatología se considera como la respuesta a las cuestiones
no resueltas por la teodicea y prescinde del concepto de infierno. Cuando el
alma se separa del cuerpo, los individuos pueden volver la mirada hacia toda su
vida hasta ese instante y cuando el alma se une a su nuevo cuerpo se obtiene
una visión anticipada de la siguiente fase de la vida. Uno puede acceder a sus
vidas anteriores mediante los sueños y las técnicas de meditación.26
2.2.4. Totalidad: un
viaje mágico al misterio
Una de las
preocupaciones centrales del movimiento Nueva Era es la búsqueda de « totalidad
». Invita a superar todas las formas de « dualismo », ya que dichas divisiones
son un producto insalubre de un pasado menos iluminado. Las divisiones que
según los promotores de la
Nueva Era se deben superar, incluyen la diferencia real entre
el Creador y la creación, la distinción real entre el hombre y la naturaleza o
entre el espíritu y la materia, todas las cuales son consideradas erróneamente
como formas de dualismo. Se da por supuesto que estas tendencias dualistas
están basadas en definitiva en las raíces judeocristianas de la civilización
occidental, cuando en realidad sería más acertado vincularlas al gnosticismo, y
en particular al maniqueísmo. A la revolución científica y al espíritu del
racionalismo moderno se los considera culpables especialmente de la tendencia a
la fragmentación que considera las unidades orgánicas como mecanismos
reducibles a sus componentes más pequeños, que pueden explicarse a continuación
en función de estos últimos, así como de la tendencia a reducir el espíritu a
la materia, de manera que la realidad espiritual –incluyendo el alma– se
convierte en mero « epifenómeno » contingente de procesos esencialmente
materiales. En todas estas áreas, las alternativas de la Nueva Era reciben el
apelativo de « holísticas ». El holismo impregna todo el movimiento Nueva Era,
desde su interés por la salud holística hasta la búsqueda de la conciencia unitiva,
y desde la sensibilidad ecológica hasta la idea de un « entramado » global.
2.3. Principios
fundamentales del pensamiento de la Nueva Era
2.3.1. Una respuesta
global en tiempos de crisis
« Tanto la tradición
cristiana como la fe laica en el progreso ilimitado de la ciencia tuvieron que
hacer frente a una grave ruptura manifestada por primera vez en las revueltas
estudiantiles del 1968 ».27 La sabiduría de las viejas generaciones de repente
se quedó sin significado y sin respeto, mientras se desvanecía la omnipotencia
de la ciencia, de manera que la
Iglesia ahora « tiene que enfrentarse a una grave crisis en
la transmisión de su fe a las generaciones jóvenes ».28 La pérdida generalizada
de confianza en estos antiguos pilares de la conciencia y de la cohesión social
ha ido acompañada por un retorno inesperado de la religiosidad cósmica, de
rituales y creencias que muchos pensaban habían sido suplantados por el
cristianismo. Sólo que esta perenne corriente esotérica subterránea en realidad
nunca se había extinguido. En cambio, resultaba nuevo en el contexto occidental
el auge de la popularidad de la religión asiática, bajo la influencia del
movimiento teosófico de finales del siglo XIX que « refleja la creciente conciencia
de una espiritualidad global que incorpora todas las tradiciones religiosas
existentes ».29
La eterna cuestión
filosófica de la unidad y la multiplicidad tiene su forma moderna y
contemporánea en la tentación no sólo de superar una división indebida, sino
incluso también la diferencia y la distinción reales. Su expresión más común es
el holismo, ingrediente esencial de la Nueva Era y uno de los principales signos de los
tiempos en el último cuarto del siglo XX. Se han invertido grandes energías en
el esfuerzo por superar la división en compartimentos estancos característica
de la ideología mecanicista, pero esto ha provocado el sometimiento a un
entramado global que adquiere una autoridad cuasi-trascendental. Sus
implicaciones más obvias son el proceso de transformación consciente y el
desarrollo de la ecología.30 La nueva visión, meta de la transformación
consciente, ha tardado en formularse y su puesta en práctica se ve
obstaculizada por formas de pensamiento más antiguas, a las que se considera
atrincheradas en el statu quo. En cambio, ha tenido un enorme éxito la
generalización de la ecología como fascinación por la naturaleza y
resacralización de la tierra, la Madre Tierra o Gaia, gracias al celo misionero
característico de los « verdes ». La raza humana como conjunto es el agente
ejecutivo de la Tierra
y la armonía y comprensión que se requieren para un gobierno responsable se va
entendiendo de manera progresiva como un gobierno global, con una estructura
ética global. Se considera que el calor de la Madre Tierra , cuya
divinidad penetra toda la creación, colma el vacío entre la creación y el
Padre-Dios trascendente del judaísmo y del cristianismo, eliminando la
posibilidad de ser juzgado por este último.
En esta visión de un
universo cerrado, que contiene a « Dios » y a otros seres espirituales junto
con nosotros, se descubre un panteísmo implícito. Es éste un punto fundamental
que impregna todo el pensamiento y la actuación de la Nueva Era y que
condiciona de antemano cualquier otra valoración positiva de tal o cual aspecto
de su espiritualidad. Como cristianos creemos, por el contrario, que « el
hombre es esencialmente una criatura y como tal permanece para siempre, de tal
forma que nunca será posible una absorción del yo humano en el Yo divino
».31
2.3.2. La matriz
principal del pensamiento de la
Nueva Era
La matriz esencial
del pensamiento de la Nueva
Era ha de buscarse en la tradición esotérico-teosófica que
gozó de gran aceptación en los círculos intelectuales europeos de los siglos
XVIII y XIX. En particular, tuvo vigencia en la francmasonería, el espiritismo,
el ocultismo y la teosofía, que compartían una especie de cultura esotérica. En
esta cosmovisión, el universo visible y el invisible están vinculados por una
serie de correspondencias, analogías e influencias entre el microcosmos y el
macrocosmos, entre los metales y los planetas, entre los planetas y las
diversas partes del cuerpo humano, entre el cosmos visible y los ámbitos
invisibles de la realidad. La naturaleza es un ser vivo, atravesado por una red
de simpatías y antipatías, animado por una luz y un fuego secreto que los seres
humanos tratan de controlar. Las personas pueden conectar con los mundos
superior o inferior mediante su imaginación (órgano del alma o espíritu), o
bien recurriendo a mediadores (ángeles, espíritus, demonios) o rituales.
Las personas pueden
ser iniciadas en los misterios del cosmos, Dios, o el yo, por medio de un
itinerario espiritual de transformación. La meta última es la gnosis, la forma
superior de conocimiento, equivalente a la salvación. Implica una búsqueda de
la más antigua y elevada tradición de la filosofía (lo que se llama, de modo
inapropiado, philosophia perennis) y de la religión (teología primordial),
doctrina secreta (esotérica) que es la clave de todas las tradiciones «
exotéricas » accesibles a todos. Las enseñanzas esotéricas se transmiten de
maestro a discípulo en un programa gradual de iniciación.
Algunos ven el
esoterismo del siglo XIX como algo totalmente secularizado. La alquimia, la
magia, la astrología y otros elementos del esoterismo tradicional se habían
integrado completamente con aspectos de la cultura moderna, incluyendo la
búsqueda de las leyes causales, el evolucionismo, la psicología y el estudio de
las religiones. Alcanzó su forma más clara en las ideas de Helena Blavatsky,
una médium rusa que, junto con Henry Olcott, fundó la Theosophical Society
en Nueva York en 1875. Esta sociedad tenía por objeto fundir elementos de las
tradiciones orientales y occidentales en una forma de espiritismo
evolucionista. Tenía tres objetivos principales:
1. « Formar un núcleo
de la
Fraternidad Universal de la Humanidad , sin
distinción de raza, credo o color ».
2. « Promover el
estudio comparativo de la religión, la filosofía y la ciencia ».
3. « Investigar las
leyes desconocidas de la
Naturaleza y los poderes latentes del hombre ».
« El significado de
estos objetivos... debería estar claro. El primer objetivo rechaza
implícitamente el “fanatismo irracional” y el “sectarismo” del cristianismo
tradicional tal como lo conciben los espiritistas y los teósofos... Lo que no
es inmediatamente evidente en estos objetivos es que para los teósofos la
“ciencia” significaba las ciencias ocultas, y la filosofía, la occulta philosophia.
O que para ellos, las leyes de la naturaleza eran de índole oculta o psíquica y
esperaban que la religión comparativa desvelase una “tradición primordial”
modelada, en último término, a partir de una philosophia perennis hermética
».32
Un componente
destacado de los escritos de Madame Blavatsky era la emancipación de la mujer,
lo cual implicaba un ataque contra el Dios « masculino » del judaísmo, del
cristianismo y del Islam. Invitaba a volver a la diosa madre del hinduismo y a
la práctica de las virtudes femeninas. Esta ideas continuaron bajo la guía de
Annie Besant, que se hallaba en la vanguardia del movimiento feminista. En la
actualidad, la Wicca
(Véase el término en el glosario del apartado n. 7) y la « espiritualidad de
las mujeres » continúan esta lucha contra el cristianismo « patriarcal ».
En su obra The
Aquarian Conspiracy, « La conspiración del Acuario », Marilyn Ferguson dedicó
un capítulo a los precursores de la
Era de Acuario, aquellos que habían tejido una visión
transformadora basada en la expansión de la conciencia y en la experiencia de
la autotrascendencia. Dos de los mencionados son el psicólogo americano William
James y el psiquiatra suizo Carl Gustav Jung. James definió la religión como
experiencia, no como dogma y enseñó que los seres humanos pueden cambiar sus
actitudes mentales a fin de convertirse en arquitectos de su propio destino.
Jung puso de relieve el carácter trascendente de la conciencia e introdujo la
idea del inconsciente colectivo, una especie de depósito de símbolos y
recuerdos compartidos con personas de diversas épocas y culturas diferentes.
Según Wouter Hanegraaff, ambos personajes contribuyeron a la « sacralización de
la psicología », que se ha convertido en un elemento fundamental del
pensamiento y de la práctica de la Nueva Era. En efecto, Jung « no sólo psicologizó
el esoterismo, sino que también sacralizó la psicología, llenándola de los
contenidos de la especulación esotérica. El resultado fue un corpus de teorías
que permite hablar de Dios cuando en realidad se quiere decir la propia psique,
y hablar de la propia psique cuando en realidad se quiere decir lo divino. Si
la psique es “mente”, y Dios también es “mente”, entonces hablar de una cosa
significa hablar de la otra ».33 A la acusación de haber « psicologizado » el
cristianismo responde que « la psicología es el mito moderno y sólo podemos
entender la fe en estos términos ».34 Ciertamente, la psicología de Jung arroja
luz sobre muchos aspectos de la fe cristiana, especialmente sobre la necesidad
de enfrentarse a la realidad del mal. Pero sus convicciones religiosas son tan
diferentes a lo largo de las diversas etapas de su vida, que la imagen de Dios
que se desprende es sumamente confusa. Un elemento central de su pensamiento es
el culto al sol, donde Dios es la energía vital (libido) del interior de la
persona.35 Según afirmó él mismo « esta comparación no es un mero juego de
palabras ».36 Este es « el dios interior » al que se refiere Jung, la divinidad
esencial que creía existía en todo ser humano. El camino hasta el universo
interior pasa a través del inconsciente y la correspondencia del mundo interior
con el exterior reside en el inconsciente colectivo.
La tendencia a
intercambiar la psicología y la espiritualidad fue retomada por el Movimiento
del Potencial Humano cuando éste se desarrolló a finales de los años sesenta en
el Instituto Esalen de California. La psicología transpersonal, fuertemente
influida por las religiones orientales y por Jung, ofrece un camino
contemplativo donde la ciencia se encuentra con la mística. El énfasis que se
pone en la corporeidad, la búsqueda de métodos para expandir la conciencia y el
cultivo de los mitos del inconsciente colectivo eran todos acicates para buscar
al « Dios interior » dentro de uno mismo. Para realizar el propio potencial
había que ir más allá del ego individual a fin de convertirse en el dios que
uno es en lo más hondo de sí mismo. Esto se podía llevar a cabo escogiendo la
terapia adecuada: la meditación, las experiencias parapsicológicas, el uso de
drogas alucinógenas. Todos estos eran los caminos para lograr « experiencias
cumbre », experiencias « místicas » de fusión con Dios y con el cosmos.
El símbolo de
Acuario, tomado de la mitología astrológica, llegó a convertirse en la
expresión del deseo de un mundo radicalmente nuevo. Los dos centros que
constituían el centro propulsor inicial de la Nueva Era (y que siguen
siéndolo hasta cierto punto) eran la Comunidad-Jardín
de Findhorn, en el nordeste de Escocia, y el Centro para el Desarrollo del Potencial
Humano de Esalen, en Big Sur, California, en los Estados Unidos. Sin embargo,
lo que más alimenta la difusión de la Nueva Era es el desarrollo de una progresiva
conciencia global y la percepción creciente de una crisis ecológica inminente.
2.3.3. Temas
centrales de la Nueva Era
– el cosmos se ve como
un todo orgánico;
– está animado por
una Energía, que también se identifica con el Alma divina o Espíritu;
– se cree en la
mediación de varias entidades espirituales: los seres humanos son capaces de
ascender a esferas superiores invisibles y de controlar sus propias vidas más
allá de la muerte;
– se defiende la
existencia de un « conocimiento perenne » que es previo y superior a todas las
religiones y culturas;
– las personas siguen
a maestros iluminados...
2.3.4. ¿Qué dice la Nueva Era sobre...
2.3.4.1. ...la
persona humana?
Resulta útil
distinguir entre el esoterismo, o búsqueda de conocimiento, y la magia, u
ocultismo: esta última es un medio para obtener poder. Algunos grupos son a la
vez esotéricos y ocultistas. En el centro del ocultismo hay una voluntad de
poder basada en el sueño de volverse divino. Las técnicas de expansión de la
mente tienen por objeto revelar a las personas su poder divino. Utilizando ese
poder, preparan el camino para la
Era de la Iluminación. Esta exaltación de la humanidad,
cuya forma extrema es el satanismo, subvierte la correcta relación entre el
Creador y la criatura. Satán se convierte en el símbolo de una rebelión contra
las convenciones y las reglas, símbolo que con frecuencia adopta formas
agresivas, egoístas y violentas. Algunos grupos evangélicos han manifestado su
preocupación por la presencia subliminal de lo que consideran simbolismo
satánico en algunas variedades de música rock, que ejercen una profunda influencia
en los jóvenes. En cualquier caso, dista mucho del mensaje de paz y armonía que
se encuentra en el Nuevo Testamento y con frecuencia es una de las
consecuencias de la exaltación de la humanidad cuando implica la negación de un
Dios trascendente.
Pero no se trata
solamente de algo que afecte a los jóvenes. Los temas básicos de la cultura
esotérica también están presentes en los ámbitos de la política, la educación y
la legislación.37 Esto se aplica especialmente a la ecología. Su fuerte
acentuación del biocentrismo niega la visión antropológica de la Biblia , según la cual el
hombre es el centro del mundo por ser cualitativamente superior a las demás
formas de vida natural. El ecologismo desempeña hoy un papel destacado en la
legislación y en la educación, a pesar de que de este modo infravalora al ser
humano. La misma matriz cultural esotérica puede hallarse en la teoría
ideológica subyacente a la política de control de la natalidad y los
experimentos de ingeniería genética, que parecen expresar el sueño humano de
re-crearse a sí mismos. Se espera lograr este sueño descifrando el código
genético, alterando las reglas naturales de la sexualidad y desafiando los
límites de la muerte.
En lo que podría
llamarse un relato típico de la
Nueva Era , las personas nacen con una chispa divina, en un
sentido que recuerda el gnosticismo antiguo. Esta chispa las vincula a la
unidad del Todo, por lo que son esencialmente divinas, si bien participan de la
divinidad cósmica según distintos niveles de conciencia. Somos co-creadores y
creamos nuestra propia realidad. Muchos autores de la Nueva Era sostienen que
somos nosotros quienes elegimos las circunstancias de nuestra vidas (incluso
nuestra propia enfermedad y nuestra propia salud). En esta visión, cada
individuo es considerado fuente creadora del universo. Pero necesitamos hacer
un viaje para comprender plenamente dónde encajamos dentro de la unidad del
cosmos. El viaje es la psicoterapia y el reconocimiento de la conciencia
universal, la salvación. No existe el pecado; sólo hay conocimiento imperfecto.
La identidad de cada ser humano se diluye en el ser universal y en el proceso
de sucesivas encarnaciones. Los hombres están sometidos al influjo determinante
de las estrellas, pero pueden abrirse a la divinidad que vive en su interior,
en una búsqueda continua (mediante las técnicas apropiadas) de una armonía cada
vez mayor entre el yo y la energía cósmica divina. No se necesita Revelación o
Salvación alguna que lleguen a las personas desde fuera de ellas mismas, sino
sencillamente experimentar la salvación escondida en el propio interior
(auto-salvación), dominando las técnicas psicofísicas que conducen a la
iluminación definitiva.
Algunas etapas del
camino hasta la auto-redención son preparatorias (la meditación, la armonía
corporal, la liberación de energías de auto-sanación). Son el punto de partida
para procesos de espiritualización, perfección e iluminación que ayudan a las
personas a adquirir mayor autocontrol y una concentración psíquica en la «
transformación » del yo individual en « conciencia cósmica ». El destino de la
persona humana es una serie de encarnaciones sucesivas del alma en cuerpos
distintos. Esto se entiende no como el ciclo de samsara, en el sentido de
purificación como castigo, sino como una ascensión gradual hacia el desarrollo
perfecto del propio potencial.
La psicología se
utiliza para explicar la expansión de la mente como experiencia « mística ». El
yoga, el zen, la meditación trascendental y los ejercicios tántricos conducen a
una experiencia de plenitud del yo o iluminación. Se cree que las «
experiencias cumbre » (volver a vivir el propio nacimiento, viajar hasta las
puertas de la muerte, el biofeedback, la danza e incluso las drogas, cualquier
cosa que pueda provocar un estado de conciencia alterado) conducen a la unidad
y a la iluminación. Como sólo hay una Mente, algunas personas pueden ser
canales, cauces para los seres superiores. Cada parte de este único ser
universal está en contacto con todas las demás partes. El enfoque clásico de la Nueva Era es la
psicología transpersonal, cuyos conceptos básicos son la Mente Universal ,
el Yo Superior, el inconsciente colectivo y personal y el ego individual. El
Ser Superior es nuestra identidad real, un puente entre Dios como Mente divina
y la humanidad. El desarrollo espiritual consiste en el contacto con el Ser
Superior, que supera todas las formas de dualismo entre el sujeto y el objeto,
la vida y la muerte, la psique y el soma, el yo y los aspectos fragmentarios de
ese mismo yo. Nuestra personalidad limitada es como una sombra o un sueño
creados por el yo real. El Ser Superior contiene los recuerdos de las
(re-)encarnaciones anteriores.
2.3.4.2.
...Dios?
La « energía divina
», cuando es recibida conscientemente por los seres humanos, suele describirse
como « energía crística ». También se habla de Cristo, pero con ello no se
alude a Jesús de Nazaret. « Cristo » es un título aplicado a alguien que ha
llegado a un estado de conciencia donde el individuo se percibe como divino y
puede, por tanto, pretender ser « Maestro universal ». Jesús de Nazaret no fue
el Cristo, sino sencillamente una de las muchas figuras históricas en las que
se reveló esa naturaleza « crística », al igual que Buda y otros. Cada
realización histórica del Cristo muestra claramente que todos los seres humanos
son celestes y divinos y los conduce hacia esa realización.
El nivel más íntimo y
personal (« psíquico ») en el que los seres humanos « oyen » esta « energía
cósmica divina » se llama también « Espíritu Santo ».
2.3.4.3. ...el
mundo?
El paso del modelo
mecanicista de la física clásica al « holístico » de la moderna física atómica
y subatómica, basado en la concepción de la materia como ondas o quantos de
energía en lugar de partículas, es central para el pensamiento de la Nueva Era. El universo
es un océano de energía que constituye un todo único o entramado de vínculos.
La energía que anima al organismo único del universo es el « espíritu ». No hay
alteridad entre Dios y el mundo. El mundo mismo es divino y está sometido a un
proceso evolutivo que lleva de la materia inerte a una « conciencia superior y
perfecta ». El mundo es increado, eterno y autosuficiente. El futuro del mundo
se basa en un dinamismo interno, necesariamente positivo, que conduce a la
unidad reconciliada (divina) de todo cuanto existe. Dios y mundo, alma y
cuerpo, inteligencia y sentimiento, cielo y tierra son una única e inmensa
vibración de energía.
El libro de James
Lovelock sobre la hipótesis Gaia afirma que « todo el ámbito de la materia viva
de la tierra, desde las ballenas hasta los virus y desde los robles hasta las
algas, podría considerarse como una única entidad viviente, capaz de manipular
la atmósfera de la tierra para adaptarla a sus necesidades generales y dotada
de facultades y poderes que superan con mucho los de sus partes constitutivas
».38 Para algunos, la hipótesis Gaia es « una extraña síntesis de
individualismo y colectivismo. Parece como si la Nueva Era , tras haber
arrancado a las personas de la política fragmentaria, estuviera deseando
arrojarlas a la gran marmita de la mente global ». El cerebro global necesita
instituciones con las cuales gobernar, en otras palabras, un gobierno mundial.
« Para afrontar los problemas de hoy día, la Nueva Era sueña con una
aristocracia espiritual al estilo de la República de Platón, dirigida por sociedades
secretas... ».39 Acaso sea un modo exagerado de plantear la cuestión, pero hay
numerosas pruebas de que el elitismo gnóstico y el gobierno global coinciden en
muchos temas de la política internacional.
Todo cuanto hay en el
universo esta interrelacionado. En efecto, cada parte es en sí misma una imagen
de la totalidad. El todo está en cada cosa y cada cosa en el todo. En la « gran
cadena del ser », todos los seres están íntimamente vinculados y forman una
sola familia con diferentes grados de evolución. Toda persona humana es un
holograma, una imagen de la creación entera, en la cual cada cosa vibra con su
propia frecuencia. Cada ser humano es una neurona del sistema nervioso central
y todas las entidades individuales se hallan en relación de complementariedad
unas con otras. En realidad, hay una complementariedad o androginia interna en
toda la creación.40
Uno de los temas
recurrentes en los escritos y en el pensamiento de la Nueva Era es el « nuevo
paradigma » que ha puesto de manifiesto la ciencia contemporánea. « La ciencia
nos ha permitido una visión de la totalidad y de los sistemas, nos ha dado
estímulo y transformación. Estamos aprendiendo a comprender las tendencias, a
reconocer los signos iniciales de un paradigma más prometedor. Creamos
panoramas alternativos del futuro. Comunicamos los fallos de los viejos
sistemas y forzamos nuevos contextos para resolver problemas en todas las áreas
».41 Hasta aquí, el « cambio de paradigma » es un cambio radical de
perspectiva, pero nada más. La cuestión es saber si pensamiento y cambio real
serán proporcionados y si puede demostrarse la eficacia que tendría una
transformación interior sobre el mundo exterior. Es obligado preguntarse, aun
sin expresar un juicio negativo, hasta qué punto puede considerarse científico
un proceso mental que incluye afirmaciones como ésta: « La guerra es
inconcebible en una sociedad de personas autónomas que han descubierto la
interconexión de toda la humanidad, que no temen ideas extrañas ni culturas
extranjeras, que saben que todas las revoluciones comienzan en el interior y
que no se puede imponer el propio tipo de iluminación a nadie ».42 No es lógico
deducir que, puesto que algo es inconcebible, no podrá suceder. Este es el tipo
de razonamiento típicamente gnóstico, en el sentido de que confiere demasiado
peso al conocimiento y a la conciencia. Y esto no significa negar el papel
fundamental y crucial del desarrollo de la conciencia en los descubrimientos
científicos y en el proceso creativo, sino sencillamente alertar contra la
posibilidad de imponer sobre la realidad exterior lo que hasta el momento sólo
está en la mente.
La Nueva Era se ha hecho sumamente popular como un vago conjunto
de creencias, terapias y prácticas, elegidas y combinadas con frecuencia según
el propio gusto, independientemente de las incompatibilidades o incongruencias
que implique. Por lo demás, es lo que cabe esperar de una cosmovisión
conscientemente basada en el pensamiento intuitivo del « lado derecho del
cerebro ». Precisamente por eso es tan importante descubrir y reconocer las
características fundamentales de las ideas de la Nueva Era. Lo que ésta
ofrece suele describirse sencillamente como algo « espiritual », más que como
perteneciente a una religión concreta. Sin embargo, los vínculos con algunas
religiones orientales concretas son mucho más estrechos de lo que imaginan
algunos « consumidores ». Naturalmente, esto es importante para los grupos de «
oración » en los que uno decide integrarse, pero es también un problema real en
la gestión de un número creciente de empresas, a cuyos empleados se les exige
hacer meditación y adoptar técnicas de expansión mental como parte de la vida
laboral.50
La Nueva Era que ahora está amaneciendo estará poblada por seres
perfectos, andróginos, que estén al mando total de las leyes cósmicas de la
naturaleza. En este escenario, el cristianismo tiene que ser eliminado y dejar
paso a una religión global y a un nuevo orden mundial.
2.4. « ¿Habitantes
del mito o de la historia? »:43 La
Nueva Era y la cultura
« En realidad, el
atractivo de la Nueva Era
tiene que ver con el interés por el yo, su valor, sus capacidades y problemas,
que la cultura actual fomenta. Mientras que la religiosidad tradicional, con su
organización jerárquica se adapta bien a la comunidad, la espiritualidad no
tradicional se adapta bien al individuo. La Nueva Era es “del” yo en
la medida en que fomenta la celebración de lo que ha de ser y devenir; y es
“para” el yo en la medida en que, al diferenciarse de lo establecido, está en
una situación capaz de afrontar los problemas generados por las formas de vida
convencionales ».44
El rechazo a la
tradición en su forma patriarcal, jerárquica, tanto social como eclesial,
conlleva la búsqueda de una forma alternativa de sociedad, inspirada claramente
en el concepto moderno del yo. Muchos escritos de la Nueva Era defienden que
no se puede hacer nada (directamente) para cambiar el mundo y en cambio se ha
de hacer todo para cambiarse a sí mismo. Cambiar la conciencia individual se
entiende como la manera (indirecta) de cambiar el mundo. El instrumento más
importante para el cambio social es el ejemplo individual. El reconocimiento
universal de tales ejemplos personales llevará paulatinamente a la
transformación de la mente colectiva, transformación que será el logro más
importante de nuestro tiempo. Esto forma parte, claramente, del paradigma
holístico y constituye una nueva formulación de la clásico problema filosófico
de la unidad y la pluralidad. También está relacionada con el planteamiento
jungiano de la correspondencia y el rechazo de la causalidad. Los individuos son
representaciones fragmentarias del holograma planetario; mirando al propio
interior, no sólo se conoce el universo, sino que también es posible cambiarlo.
Sólo que cuanto más se mira al interior, más pequeño se torna el escenario
político. Es difícil saber si este planteamiento puede encajar con la retórica
de la participación democrática en un nuevo orden planetario, o si por el
contrario se trata de una manera inconsciente y sutil de privar de poder a las
personas, dejándolas a merced de la manipulación. La actual preocupación por
los problemas planetarios (los temas ecológicos, el agotamiento de los recursos
naturales, el exceso de población, la diferencia económica entre norte y sur,
el enorme arsenal nuclear, la inestabilidad política) ¿favorecen o impiden el
compromiso con otras cuestiones políticas y sociales igualmente acuciantes? El
antiguo adagio « la caridad bien entendida empieza por uno mismo » puede
proporcionar un sano equilibrio a la manera de abordar dichos temas. Algunos
observadores de la Nueva Era
detectan un autoritarismo siniestro detrás de la aparente indiferencia respecto
a la política. El mismo David Spangler señala que una de las sombras de la Nueva Era es « una
capitulación sutil frente a la impotencia y la irresponsabilidad esperando que
llegue la Nueva Era
en vez de ser creadores activos de plenitud en la propia vida ».45
Sería ciertamente
exagerado afirmar que el quietismo es general en las actitudes de la Nueva Era. Con todo,
una de las principales críticas al movimiento Nueva Era es que la búsqueda
individualista de la propia realización en el fondo puede actuar en contra de
una sólida cultura religiosa. A este propósito, conviene destacar tres
puntos:
– Cabe preguntarse si
la Nueva Era
posee coherencia intelectual para proporcionar una imagen completa del mundo a
partir de una cosmovisión que pretende integrar la naturaleza y la realidad
espiritual. La Nueva Era
ve el universo occidental escindido a causa de las categorías de monoteísmo,
trascendencia, alteridad y separación. Descubre un dualismo fundamental en
divisiones como las que hay entre real e ideal, relativo y absoluto, finito e
infinito, humano y divino, sacro y profano, pasado y presente, que remiten
todas a la « conciencia infeliz » de Hegel y son responsables de una situación
considerada trágica. La respuesta de la Nueva Era es la unidad mediante la fusión:
pretende reconciliar alma y cuerpo, femenino y masculino, espíritu y materia,
humano y divino, tierra y cosmos, trascendente e inmanente, religión y ciencia,
las diferencias entre las religiones, el Yin y el Yang. Ya no hay, pues,
alteridad. Lo que queda, en términos humanos, es la transpersonalidad. El mundo
de la Nueva Era
no es problemático: no queda nada por alcanzar. Pero la cuestión metafísica de
la unidad y la pluralidad sigue sin respuesta, tal vez sin plantearse siquiera;
se lamentan los efectos de la desunión y de la división, pero la respuesta es
una descripción de cómo aparecerían las cosas en otra óptica.
– La Nueva Era importa
fragmentariamente prácticas religiosas orientales y las reinterpreta para
adaptarlas a los occidentales. Esto implica un rechazo del lenguaje del pecado
y de la salvación, sustituido con el lenguaje moralmente neutro de la
dependencia y la recuperación. Las referencias a las influencias extraeuropeas
son a veces una mera « pseudo-orientalización » de la cultura occidental.
Además, difícilmente se trata de un diálogo auténtico. En un ambiente donde las
influencias grecorromanas y judeocristianas resultan sospechosos, las orientales
se utilizan precisamente porque son una alternativa a la cultura occidental. La
ciencia y la medicina tradicionales son consideradas inferiores a los enfoques
holísticos, e igual sucede con las estructuras patriarcales y particulares en
la política y en la religión. Todas estas cosas serán obstáculos para la venida
de la Era de
Acuario. Una vez más, está claro que, en realidad, optar por las alternativas
de la Nueva Era
implica una ruptura total con la tradición de origen. Habría que preguntarse si
realmente es una actitud tan madura y tan liberada como se suele pensar.
– Las tradiciones
religiosas auténticas promueven la disciplina con el objetivo último de
adquirir sabiduría, ecuanimidad y compasión. La Nueva Era refleja el
anhelo profundo e inextinguible que hay en la sociedad de una cultura religiosa
íntegra, de una visión más general e iluminadora de lo que los políticos suelen
ofrecer. Pero no está claro si los beneficios de una visión basada en la
permanente expansión del yo son para los individuos o para las sociedades. Los
cursos de formación de la
Nueva Era (lo que solía llamarse « Cursos de Formación Erhard
» Erhard Seminar Trainings [EST], etc.) conjugan los valores contraculturales
con la necesidad de triunfar, la satisfacción interior con el éxito externo. El
curso de retiro « Espíritu de los Negocios » de Findhorn transforma la
experiencia del trabajo con el fin de aumentar la productividad. Algunos
adeptos de la Nueva Era
se adhieren a ella no sólo para ser más auténticos y espontáneos, sino también
para enriquecerse (mediante la magia, etc.). « Los cursos de formación la Nueva Era tienen también
resonancias de ideas en cierto modo más humanistas que las extendidas en el
mundo de los negocios, lo que hace que al hombre de negocios con mentalidad
empresarial le resulten más atractivos. Las ideas tienen que ver con el lugar
de trabajo, como “un entorno de aprendizaje”, que “humaniza el trabajo”,
“humaniza al jefe”, donde “las personas son lo primero” o “se libera el
potencial”. Tal como las presentan los formadores de la Nueva Era , es probable
que atraigan a los hombres de negocios que ya han participado en otros cursos
de formación de corte humanista (laico) y que quieren dar un paso más:
interesados en su crecimiento personal, su felicidad y su entusiasmo y al mismo
tiempo en su productividad económica ».46 Así, está claro que las personas
involucradas buscan realmente sabiduría y ecuanimidad en beneficio propio, pero
¿en qué medida las actividades en que participan les capacitan para trabajar
por el bien común? Aparte de la cuestión de la motivación, todos estos
fenómenos deben ser juzgados por sus frutos, y la pregunta que hay que
plantearse es si promueven el yo o promueven la solidaridad, no sólo con las
ballenas, los árboles o personas de mentalidad similar, sino con el conjunto de
la creación: incluyendo a la humanidad entera. Las peores consecuencias de toda
filosofía del egoísmo, tanto si es adoptada por las instituciones como por
amplios sectores sociales, son lo que el Cardenal Joseph Ratzinger define un
conjunto de « estrategias para reducir el número de los que se sienten a comer
a la mesa de la humanidad ».47 Este es un criterio clave con el que se debe
evaluar el impacto de cualquier filosofía o teoría. El cristianismo busca
siempre medir los esfuerzos humanos por su apertura al Creador y a las demás
criaturas, un respeto firmemente basado en el amor.
2.5. ¿Por qué ha
crecido la Nueva Era
con tanta rapidez y se ha difundido de manera tan eficaz?
Por muchas objeciones
y críticas que suscite, la
Nueva Era es un intento de llevar calor a un mundo que muchos
experimentan como desabrido y despiadado. Como reacción frente a la modernidad,
opera casi siempre en el nivel de los sentimientos, instintos y emociones. La
angustia ante un futuro apocalíptico de inestabilidad económica, incertidumbre
política y cambios climáticos desempeña un papel importante en la búsqueda de
una relación alternativa y decididamente optimista con el cosmos. Hay una
búsqueda de plenitud y felicidad, con frecuencia en un nivel explícitamente
espiritual. Pero es significativo que la Nueva Era haya gozado de un éxito enorme en una
era que puede caracterizarse por la exaltación casi universal de la diversidad.
La cultura occidental ha dado un paso más allá de la tolerancia –en el sentido
de aceptar a regañadientes o soportar la idiosincrasia de personas o grupos
minoritarios– a la erosión consciente del respeto a la normalidad. La
normalidad se presenta como un concepto con connotaciones moralistas, vinculado
necesariamente a normas absolutas. Para un número creciente de personas, las
creencias o normas absolutas indican sólo la incapacidad de tolerar las ideas y
convicciones de los demás. En este ambiente, se han puesto de moda los estilos
de vida alternativos: ser diferente no sólo es aceptable, sino positivamente
bueno.48
Es esencial tener en
cuenta que las personas se relacionan con la Nueva Era de maneras muy
distintas y en grados diversos. En la mayoría de los casos no se trata
realmente de una « pertenencia » a un grupo o movimiento. Tampoco hay una
conciencia muy clara de los principios sobre los que se basa la Nueva Era.
Aparentemente, la mayoría de la gente se siente atraída por terapias o
prácticas concretas, sin conocimiento de los planteamientos de fondo que éstas
conllevan; otros no son más que consumidores ocasionales de productos que
llevan la etiqueta « Nueva Era ». Quienes utilizan la aromatoterapia o escuchan
música New Age, por ejemplo, suelen estar interesados por el efecto que tienen
en su salud o bienestar. Tan sólo una minoría profundiza en estos temas y trata
de entender su significado teórico (o « místico »). Lo cual encaja
perfectamente con los esquemas de las sociedades de consumo en las que el ocio
y el entretenimiento desempeñan un papel fundamental. El « movimiento » se ha
adaptado perfectamente a las leyes del mercado y el hecho de que la Nueva Era se haya
difundido tanto se debe en parte a que resulta una propuesta económica muy
atractiva. La Nueva Era ,
al menos en algunas culturas, se presenta como una etiqueta para un producto
creado, aplicando los principios de la mercadotecnia a un fenómeno religioso.49
Siempre habrá un modo de aprovecharse de las necesidades espirituales de la
gente. Como muchos otros elementos de la economía contemporánea, la Nueva Era es un fenómeno
global que se mantiene unido y se alimenta gracias a la información de los
medios de comunicación de masas. Se puede discutir si fueron los medios de
comunicación quienes crearon este fenómeno o no; lo que está claro es que la
literatura popular y las comunicaciones de masas garantizan una rápida
difusión, a escala universal, de las nociones comunes defendidas por los «
creyentes » y simpatizantes. Sin embargo, no es posible saber si esta difusión
tan rápida de las ideas obedece al azar o bien a un proyecto deliberado, ya que
se trata de comunidades muy poco rígidas. Al igual que sucede en las «
cibercomunidades » creadas por Internet, éste es un ámbito en el que las
relaciones entre las personas pueden ser o muy impersonales o interpersonales
sólo en un sentido muy selectivo.
Valdría la pena
añadir aún unas breves palabras sobre la promoción organizada de la Nueva Era como
ideología, pero se trata de un asunto sumamente complejo. Frente a la Nueva Era , algunos
grupos han reaccionado con acusaciones generalizadas de « conspiración ». Se
les suele responder que estamos asistiendo a un cambio cultural espontáneo cuya
trayectoria está en gran parte determinada por influjos que escapan al control
humano. No obstante, basta señalar que la Nueva Era comparte con un buen número de grupos
internacionalmente influyentes el objetivo de sustituir o trascender las
religiones particulares para dejar espacio a una religión universal que
unifique a la humanidad. Estrechamente relacionado con esto, hay un esfuerzo
concertado por parte de muchas instituciones para inventar una Ética Global, un
esquema ético que reflejaría la naturaleza global de la cultura, la economía y
la política contemporáneas. Aún más, la politización de las cuestiones
ecológicas influye en todo el tema de la hipótesis Gaia o culto de la madre
tierra.
3 LA NUEVA ERA
Y LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA
3.1. La Nueva Era como
espiritualidad
Los promotores de la Nueva Era la definen
como una « nueva espiritualidad ». Parece irónico llamarla « nueva » cuando
tantas ideas están tomadas de las religiones y culturas antiguas. Lo realmente
nuevo en la Nueva Era
es la búsqueda consciente de una alternativa a la cultura occidental y a sus
raíces religiosas judeocristianas. « Espiritualidad », en este sentido, indica
la experiencia interior de armonía y unidad con la totalidad de la realidad,
que sana los sentimientos de imperfección y finitud de toda persona humana. Las
personas descubren su profunda conexión con la fuerza o energía universal
sagrada que constituye el núcleo de toda vida. Cuando han llevado a cabo este
descubrimiento, pueden emprender el camino hacia la perfección que les
permitirá ordenar sus vidas y su relación con el mundo, y ocupar su propio
puesto en el proceso universal del devenir y en la Nueva Génesis de un
mundo en constante evolución. El resultado es una mística cósmica51 basada en
la toma de conciencia de un universo rebosante de energías dinámicas. Así, la
energía cósmica, la vibración, la luz, dios, el amor –incluso el Ser supremo–
todo se refiere a la misma y única realidad, la fuente primaria presente en
todo ser.
Esta espiritualidad
consta de dos elementos distintos: uno metafísico, otro psicológico. El
componente metafísico procede de las raíces esotéricas y teosóficas de la Nueva Era y es
básicamente una forma nueva de gnosis. El acceso a lo divino se produce por
medio del conocimiento de los misterios escondidos, en la búsqueda individual
de « lo real que hay detrás de lo que es sólo aparente, el origen más allá del
tiempo, lo trascendente más allá de lo meramente fugaz, la tradición primordial
detrás de la tradición meramente efímera, lo otro detrás del yo, la divinidad
cósmica detrás del individuo encarnado ». La espiritualidad esotérica « es una
investigación del Ser más allá de la separación de los seres, una especie de
nostalgia de la unidad perdida ».52
« Puede verse aquí la
matriz gnóstica de la espiritualidad esotérica. Ésta es palpable cuando los
hijos de Acuario buscan la Unidad Transcendente de las religiones. Tienden a
escoger de las religiones históricas sólo el núcleo esotérico, del cual
pretenden ser guardianes. En cierto modo niegan la historia y no aceptan que la
espiritualidad pueda tener sus raíces en el tiempo o en ninguna institución.
Jesús de Nazaret no es Dios, sino una de las muchas manifestaciones del Cristo
cósmico y universal ».53
El componente
psicológico de este tipo de espiritualidad procede del encuentro entre la
cultura esotérica y la psicología (cf. 2.3.2). La Nueva Era se convierte
así en una experiencia de trasformación psico-espiritual personal, que se
contempla como algo análogo a la experiencia religiosa, después de una crisis
personal o una larga búsqueda espiritual. Para otros procede del uso de la
meditación o de algún tipo de terapia, o de experiencias paranormales que
alteran los estados de conciencia y proporcionan una penetración en la unidad
de la realidad.54
3.2. ¿Narcisismo
espiritual?
Diversos autores ven
la espiritualidad de la
Nueva Era como una especie de narcisismo espiritual o
pseudo-misticismo. Es interesante notar que esta crítica ha sido formulada
incluso por David Spangler, un importante exponente de la Nueva Era , que en sus
últimas obras se distanció de los aspectos más esotéricos de esta corriente de
pensamiento.
Spangler escribió que
en las formas más populares de la
Nueva Era « los individuos y los grupos viven sus propias
fantasías de aventura y poder, generalmente de forma ocultista o milenarista...
La característica principal de este nivel es la adhesión a un mundo privado de
satisfacción del ego y el consecuente alejamiento (aunque no siempre sea
evidente) del mundo. En este nivel, la Nueva Era se ha visto poblada por seres extraños
y exóticos, maestros, adeptos, extraterrestres. Es un lugar de poderes
psíquicos y misterios ocultos, de conspiraciones y enseñanzas escondidas ».55
En una obra
posterior, David Spangler enumera lo que considera elementos negativos o «
sombras » de la Nueva Era :
« alienación del pasado en nombre del futuro; adhesión a la novedad por la
novedad...; indiscriminación y falta de discernimiento en nombre de la
totalidad y de la comunión, de donde la incapacidad para entender o respetar el
papel de los límites...; confusión de los fenómenos psíquicos con la sabiduría,
de la “canalización” (cfr. Glosario) con la espiritualidad, de la perspectiva
de la Nueva Era
con la verdad última ».56 Pero, al cabo, Spangler está convencido de que el
narcisismo egoísta e irracional se limita solamente a unos pocos miembros. Los
aspectos positivos que subraya son la función de la Nueva Era como imagen
del cambio y como encarnación de lo sagrado, movimiento en el que la mayoría de
las personas son « grandes buscadores de la verdad », que trabajan en beneficio
de la vida y del crecimiento interior.
David Toolan, un
jesuita americano que pasó varios años en el ambiente de la Nueva Era , analiza el
aspecto comercial de muchos productos y terapias que llevan la etiqueta Nueva
Era (New Age). Observa que los seguidores de la Nueva Era han
descubierto la vida interior y se sienten fascinados por la perspectiva de ser
responsables del mundo, pero que también se dejan vencer fácilmente por una
tendencia al individualismo y a enfocarlo todo como objeto de consumo. En este
sentido, aunque no sea cristiana, la espiritualidad de la Nueva Era tampoco es
budista, por cuanto no implica la negación de sí mismo. El sueño de una unión
mística parece conducir, en la práctica, a una unión meramente virtual que, al
cabo, deja a las personas aún más solas e insatisfechas.
3.3. El Cristo
cósmico
En los días primeros
del cristianismo, los creyentes en Jesucristo se vieron forzados a hacer frente
a las religiones gnósticas. No las ignoraron, sino que aceptaron el reto
positivamente y aplicaron a Cristo mismo los términos utilizados para con las
divinidades cósmicas. El ejemplo más claro es el famoso himno a Cristo en la
carta de san Pablo a los cristianos de Colosas:
« Él [Cristo] es
imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura;
porque por medio de
él fueron creadas todas las cosas:
celestes y
terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones,
Principados, Potestades;
todo fue creado por
él y para él.
Él es anterior a
todo, y todo se mantiene en él.
Él es también cabeza
del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio,
el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero
en todo.
Porque en él quiso
Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso
reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los
de la tierra,
haciendo la paz por
la sangre de su cruz » (Col 1, 15-20).
Aquellos primeros
cristianos no esperaban la llegada de ninguna edad nueva cósmica. Lo que
celebraban con este himno era que la Plenitud de todas las cosas había comenzado en
Cristo. « En realidad el tiempo se ha cumplido por el hecho mismo de que Dios,
con la encarnación, se ha introducido en la historia del hombre. La eternidad
ha entrado en el tiempo: ¿qué « cumplimiento » es mayor que éste? ¿Qué otro «
cumplimiento » sería posible? ».57 La creencia gnóstica en fuerzas cósmicas y
en una especie de oscuro destino elimina la posibilidad de una relación con el
Dios personal revelado en Cristo. Para los cristianos, el verdadero Cristo
cósmico es el que está presente activamente en los diversos miembros de su
cuerpo, que es la Iglesia.
No dirigen su mirada a fuerzas cósmicas impersonales, sino al
amor afectuoso de un Dios personal. Para ellos el bio-centrismo cósmico tiene
que ser transferido a un conjunto de relaciones sociales (en la Iglesia ). Y no se
encierran en un esquema cíclico de acontecimientos cósmicos, sino que se
centran en el Jesús histórico, especialmente en su crucifixión y en su
resurrección. En la Carta
a los Colosenses y en el Nuevo Testamento hallamos una doctrina de Dios
distinta de la que está implícita en el pensamiento de la Nueva Era : la concepción
cristiana de Dios es la de una Trinidad de Personas que ha creado la raza
humana deseando compartir la comunión de la vida trinitaria con las personas
creadas. Entendido adecuadamente, esto significa que la auténtica
espiritualidad no consiste tanto en nuestra búsqueda de Dios, sino en que Dios
nos busca a nosotros.
En los círculos de la Nueva Era se ha hecho
popular otra visión, completamente distinta, del significado cósmico de Cristo.
« El Cristo Cósmico es el modelo divino que se conecta en la persona de
Jesucristo (pero no se limita en modo alguno a tal persona). El modelo divino
de conectividad se hizo carne y acampó entre nosotros (Jn 1, 14)... El Cristo
Cósmico es el guía de un nuevo éxodo de la servidumbre y de las ideas
pesimistas de un universo mecanicista, newtoniano, lleno de competitividad,
ganadores y perdedores, dualismos, antropocentrismo, y del aburrimiento que
sobreviene cuando nuestro maravilloso universo se describe como una máquina
privada de misterio y misticismo. El Cristo Cósmico es local e histórico,
indudablemente íntimo a la historia humana. El Cristo Cósmico podría vivir en
la casa de al lado o incluso en el interior más profundo y auténtico del propio
yo ».58 Aunque posiblemente no todos los que están relacionados con la Nueva Era estén de
acuerdo con esta afirmación, sin embargo da en el clavo y muestra con absoluta
claridad dónde estriban las diferencias entre estas dos visiones de Cristo.
Para la Nueva Era ,
el Cristo Cósmico aparece como un modelo que puede repetirse en muchas
personas, lugares o épocas. Es el portador de un enorme cambio de paradigma.
Es, en definitiva, un potencial dentro de nosotros.
Según la doctrina
cristiana, Jesucristo no es un simple modelo. Es una persona divina cuya figura
humano-divina revela el misterio del amor del Padre hacia cada persona a lo
largo de la historia (Jn 3, 16). Vive en nosotros porque comparte su vida con
nosotros, pero ésta ni se nos impone ni es automática. Todos los seres humanos
están invitados a compartir su vida, a vivir « en Cristo ».
3.4. Mística
cristiana y mística Nueva Era
Para los cristianos,
la vida espiritual consiste en una relación con Dios que se va haciendo cada
vez más profunda con la ayuda de la gracia, en un proceso que ilumina también
la relación con nuestros hermanos. La espiritualidad, para la Nueva Era , significa
experimentar estados de conciencia dominados por un sentido de armonía y fusión
con el Todo. Así, « mística » no se refiere a un encuentro con el Dios
trascendente en la plenitud del amor, sino a la experiencia provocada por un
volverse sobre sí mismo, un sentimiento exaltante de estar en comunión con el
universo, de dejar que la propia individualidad se hunda en el gran océano del
Ser.59
Esta distinción
fundamental es evidente en todos los niveles de comparación entre la mística
cristiana y la mística de la
Nueva Era. El método de purificación de la Nueva Era se basa en la
conciencia del malestar o de la alienación, que ha de ser vencido mediante la
inmersión en el Todo. Para convertirse, una persona necesita hacer uso de
técnicas que conducen a la experiencia de la iluminación. Esto transforma la
conciencia de la persona y la abre al contacto con la divinidad, que se
entiende como la esencia más profunda de la realidad.
Las técnicas y
métodos que se ofrecen en este sistema religioso inmanentista, que carece del
concepto de Dios como persona, proceden « desde abajo ». Aunque implican un
descenso hasta las profundidades del propio corazón o de la propia alma,
constituyen una empresa esencialmente humana por parte de la persona que busca
elevarse hasta la divinidad mediante sus esfuerzos. Con frecuencia es un «
ascenso » del nivel de conciencia hasta lo que se entiende como una percepción
liberadora del « dios interior ». No todos tienen acceso a tales técnicas,
cuyos beneficios quedan restringidos a una « aristocracia » espiritual
privilegiada.
Por el contrario, el
elemento esencial de la fe cristiana es que Dios se abaja hacia sus criaturas,
particularmente a los más humildes, a los más débiles y menos agraciados según
los criterios del « mundo ». Hay algunas técnicas espirituales que conviene
aprender, pero Dios es capaz de soslayarlas e incluso de prescindir de ellas.
Para un cristiano « su modo de acercarse a Dios no se fundamenta en una
técnica, en el sentido estricto de la palabra. Eso iría en contra del espíritu
de infancia exigido por el Evangelio. La auténtica mística cristiana nada tiene
que ver con la técnica: es siempre un don de Dios, cuyo beneficiario se siente
indigno ».60
Para los cristianos,
la conversión consiste en volverse al Padre, por medio del Hijo, dóciles al
poder del Espíritu Santo. Cuanto más se avanza en la relación con Dios –que es
siempre y en todos los casos un don gratuito–, más aguda es la necesidad de
convertirse del pecado, de la miopía espiritual y de la autocomplacencia, cosas
todas que impiden un abandono confiado de sí en Dios y una apertura a los
demás.
Todas las técnicas de
meditación necesitan purificarse de la presunción y de la ostentación. La
oración cristiana no es un ejercicio de contemplación de sí mismo, quietud y
vaciamiento de sí, sino un diálogo de amor, que « implica una actitud de
conversión, un éxodo del yo del hombre hacia el Tú de Dios ».61 Conduce a un
sometimiento cada vez más completo a la voluntad de Dios, mediante el cual se
nos invita a una solidaridad profunda y auténtica con nuestros hermanos y
hermanas.62
3.5. El « dios
interior » y la « theosis »
Este es un punto de
contraste entre la Nueva Era
y el cristianismo. En la literatura New Age abunda la convicción de que no
existe un ser divino « ahí afuera » o que sea de alguna manera distinto del
resto de la realidad. Desde Jung en adelante, ha habido toda una corriente que
profesaba una creencia en « el dios interior ». Desde la perspectiva de la Nueva Era , nuestro
problema consiste en la incapacidad de reconocer nuestra propia divinidad, una
incapacidad que puede superarse con ayuda de un guía y usando toda una serie de
técnicas para liberar nuestro potencial (divino) escondido. La idea fundamental
es que « Dios » se encuentra en el fondo de nuestro interior. Somos dioses y
descubrimos el poder ilimitado que hay dentro de nosotros despojándonos de las
capas de inautenticidad.63 Cuanto más se reconoce este potencial, más se
realiza. En este sentido la
Nueva Era tiene su propia idea de la theosis: transformarnos
en dioses o, más exactamente, reconocer y aceptar que somos divinos. Algunos
dicen que estamos viviendo en « una época en que nuestra comprensión de Dios
tiene que ser interiorizada: de un Dios omnipotente y externo a un Dios, fuerza
dinámica y creativa que se halla en el centro mismo de todo ser: Dios como
Espíritu.64
En el Prefacio al
Libro V de Adversus Haereses, san Ireneo se refiere a « Jesucristo, que, por
medio de su amor trascendente, se convirtió en lo que somos, para poder
llevarnos a ser lo que él mismo es ». Aquí la theosis, el modo cristiano de
entender la divinización, no se realiza solamente en virtud de nuestros
esfuerzos, sino con el auxilio de la gracia de Dios, que actúa en y por medio
de nosotros. Naturalmente, esto implica una conciencia inicial de nuestra
imperfección, incluso de nuestra condición pecadora, todo lo contrario de la
exaltación del yo. Además, se despliega como una introducción a la vida de la Trinidad , un caso
perfecto de distinción en el corazón mismo de la unidad: sinergia y no fusión.
Todo esto acontece como resultado de un encuentro personal, del ofrecimiento de
un nuevo género de vida. La vida en Cristo no es algo tan personal y privado
que quede restringido al ámbito de la conciencia. Ni es tampoco un nivel nuevo
de conciencia. Implica una transformación de nuestro cuerpo y nuestra alma
mediante la participación en la vida sacramental de la Iglesia.
4 NUEVA ERA Y FE
CRISTIANA FRENTE A FRENTE
Resulta difícil
separar los elementos individuales de la religiosidad de la Nueva Era , por inocentes
que puedan parecer, de la estructura general que penetra todo el mundo
conceptual del movimiento Nueva Era. La naturaleza gnóstica de este movimiento
exige que se lo juzgue en su totalidad. Desde el punto de vista de la fe
cristiana, no es posible aislar algunos elementos de la religiosidad de la Nueva Era como
aceptables por parte de los cristianos y rechazar otros. Puesto que el
movimiento de la Nueva Era
insiste tanto en la comunicación con la naturaleza, en el conocimiento cósmico
de un bien universal –negando así los contenidos revelados de la fe cristiana–,
no puede ser considerado como algo positivo o inocuo. En un ambiente cultural
marcado por el relativismo religioso, es necesario alertar contra los intentos
de situar la religiosidad de la
Nueva Era al mismo nivel que la fe cristiana, haciendo que la
diferencia entre fe y creencia parezca relativa y creando mayor confusión entre
los desprevenidos. En este sentido, resulta útil a exhortación de San Pablo: «
avisar a algunos que no enseñen doctrinas extrañas, ni se dediquen a fábulas y
genealogías interminables, que son más a propósito para promover disputas que
para realizar el plan de Dios, fundado en la fe » (1 Tim 1, 3-4). Algunas
prácticas llevan erróneamente el marchamo Nueva Era, simplemente como
estrategia de mercado para venderse mejor, sin que estén realmente asociadas a
su cosmovisión. Lo cual únicamente crea mayor confusión. Es por ello necesario
identificar con precisión los elementos que pertenecen al movimiento Nueva Era,
que no pueden ser aceptados por quienes son fieles a Cristo y a su Iglesia.
Las siguientes
preguntas pueden ser el modo más simple para evaluar algunos de los elementos
centrales del pensamiento y de la práctica de la Nueva Era desde una
perspectiva cristiana. El término Nueva Era se refiere a las ideas que circulan
acerca de Dios, el hombre y el mundo, las personas con quienes pueden dialogar
los cristianos en torno a temas religiosos, el material publicitario para
grupos de meditación, terapias y demás, las declaraciones explícitas sobre la
religión, etcétera. Algunas de estas preguntas aplicadas a personas e ideas que
no lleven explícitamente la etiqueta Nueva Era pondrían de manifiesto otros
vínculos, implícitos o inconscientes, con todo el ambiente Nueva Era.
• ¿Dios es un ser con
quien mantenemos una relación, algo que se puede utilizar, o una fuerza que hay
que dominar?
El concepto de Dios
propio de la Nueva Era
es un tanto vago, mientras que el concepto cristiano es muy claro. El Dios de la Nueva Era es una energía
impersonal, en realidad una extensión o componente particular del cosmos; Dios
en este sentido es la fuerza vital o alma del mundo. La divinidad se encuentra
en cada ser, en una gradación que va « desde el cristal inferior del mundo
mineral hasta e incluso más allá del mismo Dios Galáctico, del cual no podemos
decir absolutamente nada, salvo que no es un hombre, sino una Gran Conciencia
».65 En algunos escritos « clásicos » de la Nueva Era , está claro
que los seres humanos deben considerarse a sí mismos como dioses, lo cual se
desarrolla en unas personas más plenamente que en otras. Ya no hay que buscar a
Dios más allá del mundo, sino en lo hondo de mi yo.66 Incluso cuando « Dios »
es algo exterior a mí, está ahí para ser manipulado.
Esto es muy diferente
de la concepción cristiana de Dios, Creador del cielo y de la tierra y fuente
de toda vida personal. Dios es en sí mismo personal, Padre, Hijo y Espíritu
Santo, y ha creado el universo a fin de compartir la comunión de su vida con
las personas creadas. « Dios, que “habita una luz inaccesible”, quiere
comunicar su propia vida divina a los hombres libremente creados por él, para
hacer de ellos, en su Hijo único, hijos adoptivos. Al revelarse a sí mismo,
Dios quiere hacer a los hombres capaces de responderle, de conocerle y de
amarle más allá de lo que ellos serían capaces por sus propias fuerzas ».67Dios
no se identifica con el principio vital entendido como el « Espíritu » o «
energía básica » del cosmos, sino que es ese amor, absolutamente diferente del
mundo, que está sin embargo presente en todo y conduce a los seres humanos a la
salvación.
•¿Hay un único
Jesucristo o existen miles de Cristos?
En la literatura de la Nueva Era Cristo es
presentado con frecuencia como un sabio, un iniciado o un avatar entre muchos,
mientras que en la tradición cristiana es el Hijo de Dios. He aquí algunos puntos
comunes de los enfoques New Age:
– El Jesús histórico,
personal e individual, es distinto del Cristo universal, eterno, impersonal;
– Jesús no es
considerado el único Cristo;
– La muerte de Jesús
en la Cruz , o
bien se niega, o bien se reinterpreta para excluir la idea de que pudiera haber
sufrido como Cristo;
– Los documentos
extrabíblicos (como los evangelios neo gnósticos) son considerados fuentes
auténticas para el conocimiento de aspectos de la vida de Cristo que no se
hallan en el canon de la
Escritura. Otras revelaciones en torno a Cristo,
proporcionadas por entidades, guías espirituales y maestros venerables o
incluso por las Crónicas Akasha, son básicas para la cristología de la Nueva Era ;
– Se aplica un tipo
de exégesis esotérica a los textos bíblicos para purificar al cristianismo de
la religión formal que impide el acceso a su esencia esotérica.68
En la tradición
cristiana Jesucristo es el Jesús de Nazaret del que hablan los Evangelios, el
hijo de María y Unigénito de Dios, verdadero Dios y verdadero hombre,
revelación plena de la Verdad
divina, único Salvador del mundo: « por nuestra causa fue crucificado en
tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día,
según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre
».69
• El ser humano:
¿existe un único ser universal o hay muchos individuos?
« El objetivo de las
técnicas de la Nueva Era
es reproducir los estados místicos a voluntad, como si fueran un asunto de
material de laboratorio. El renacer, el biofeedback, el aislamiento sensorial,
los mantras, el ayuno, la privación de sueño y la meditación trascendental, son
intentos para controlar esos estados y experimentarlos continuamente ».70 Todas
estas prácticas crean una atmósfera de debilidad (y vulnerabilidad) psíquica.
Cuando el objeto del ejercicio consiste en reinventarnos a nosotros mismos, se
plantea realmente la pregunta acerca de quién soy « yo ». El « Dios interior »
y la unión holística con todo el cosmos subrayan esta pregunta. Las
personalidades individuales aisladas serían patológicas para la Nueva Era (según su
particular psicología transpersonal). Pero « el verdadero peligro es el
paradigma holístico. La
Nueva Era es un pensamiento basado sobre una unidad
totalitaria y precisamente por eso es un peligro... ».71 Con un tono más suave:
« Somos auténticos cuando nos “hacemos cargo” de nosotros mismos, cuando
nuestra opción y nuestras reacciones fluyen espontáneamente de nuestras
necesidades más profundas, cuando nuestro comportamiento y nuestros
sentimientos manifiestos reflejan nuestra plenitud personal ».72 El Movimiento
por el Potencial Humano es el ejemplo más claro de la convicción de que los
seres humanos son divinos, o contienen una chispa divina dentro de sí mismos.
El enfoque cristiano
procede de las enseñanzas de la
Escritura respecto a la naturaleza humana. Hombres y mujeres
han sido creados a imagen y semejanza de Dios (Gen 1, 27) y Dios los trata con
gran consideración, para sorpresa del salmista (cf. Ps 8). La persona humana es
un misterio plenamente revelado sólo en Jesucristo (cf. GS 22), y de hecho se
hace auténtica y adecuadamente humana en su relación con Cristo por medio del
don del Espíritu.73 Esto está muy lejos de la caricatura del antropocentrismo
atribuido al Cristianismo y rechazado por muchos autores y seguidores de la Nueva Era.
• ¿Nos salvamos a
nosotros mismos o la salvación es un don gratuito de Dios?
La clave estriba en
descubrir qué o quién creemos que nos salva. ¿Nos salvamos a nosotros mismos
por nuestras propias acciones, como suele ser el caso en las explicaciones de la Nueva Era , o nos salva
el amor de Dios? Las palabras claves son realización de uno mismo, plenitud del
yo y auto-redención. La
Nueva Era es esencialmente pelagiana en su manera de entender
la naturaleza humana.74
Para los cristianos,
la salvación depende de la participación en la pasión, muerte y resurrección de
Cristo, y de una relación personal directa con Dios, más que de una técnica
cualquiera. La condición humana, afectada como está por el pecado original y
por el pecado personal, sólo puede ser rectificada por la acción de Dios: el
pecado es una ofensa contra Dios, y sólo Dios puede reconciliarnos consigo. En
el plan salvífico divino, los seres humanos han sido salvados por Jesucristo,
quien, como Dios y hombre, es el único mediador de la redención. En el
cristianismo, la salvación no es una experiencia del yo, una inmersión
meditativa e intuitiva dentro de uno mismo, sino mucho más: el perdón del
pecado, el ser levantado desde las profundas ambivalencias del propio ser, el
apaciguamiento de la naturaleza mediante el don de la comunión con un Dios
amoroso. El camino hacia la salvación no se halla sencillamente en una
transformación autoprovocada de la conciencia, sino en la liberación del pecado
y de sus consecuencias, que conduce a luchar contra el pecado que hay en
nosotros mismos y en la sociedad que nos rodea. Esto nos conduce necesariamente
hacia una solidaridad amorosa con nuestros hermanos necesitados.
•¿Inventamos la
verdad o la abrazamos?
La verdad para la Nueva Era tiene que ver
con buenas vibraciones, correspondencias cósmicas, armonía y éxtasis,
experiencias placenteras en general. Se trata de encontrar la propia verdad en
función del bienestar. La valoración de la religión y de las cuestiones éticas
obviamente está relacionada con las propias sensaciones y experiencias.
En la doctrina
cristiana, Jesucristo se presenta como « el Camino, la Verdad y la Vida » (Jn 14, 6). A sus
seguidores se les pide que abran su vida entera a él y a sus valores, en otras
palabras, a un conjunto objetivo de exigencias que forman parte de una realidad
objetiva asequible en definitiva por todos.
•La oración y la
meditación: ¿hablamos con nosotros o con Dios?
La tendencia a
confundir la psicología y la espiritualidad aconseja recalcar que muchas de las
técnicas de meditación ahora en uso no son oración. A menudo son una buena
preparación para la oración, y nada más, aun cuando conduzcan a un estado de
placidez mental o de bienestar corporal. Las experiencias que se obtienen son
realmente intensas, pero quedarse en ese plano es quedarse solo, sin estar
todavía en presencia del Otro. Alcanzar el silencio puede enfrentarnos al vacío
más que al silencio contemplativo del amado. También es cierto que las técnicas
para profundizar en la propia alma son, en definitiva, una llamada a nuestra
propia capacidad de alcanzar lo divino, o incluso a llegar a ser divinos. Si
descuidan que es Dios quien va en búsqueda del corazón humano, no son oración
cristiana. Aun cuando se considera como un vínculo con la Energía Universal ,
« esta “relación” fácil con Dios, donde la función de Dios se concibe como la
satisfacción de todas nuestras necesidades, revela el egoísmo que hay en el
corazón de la Nueva Era
».75
Las prácticas de la Nueva Era no son
realmente oración, pues suelen tratarse de introspección o de fusión con la
energía cósmica, en contraste con la doble orientación de la oración cristiana,
que comprende la introspección pero que es, sobre todo, un encuentro con Dios.
La mística cristiana, más que un mero esfuerzo humano, es esencialmente un
diálogo que « implica una actitud de conversión, un éxodo del yo del hombre
hacia el Tú de Dios ».76 « El cristiano, también cuando está solo y ora en
secreto, tiene la convicción de rezar siempre en unión con Cristo, en el
Espíritu Santo, junto con todos los santos para el bien de la Iglesia ».77
• ¿Nos sentimos
tentados a negar el pecado o aceptamos que exista tal cosa?
En la Nueva Era no existe un
verdadero concepto de pecado, sino más bien el de conocimiento imperfecto. Lo
que se necesita es iluminación, que puede alcanzarse mediante particulares técnicas
psicofísicas. A quienes participan en actividades de la Nueva Era no les dirán
qué tienen que creer, qué tienen que hacer o no hacer, sino: « Hay mil maneras
de explorar la realidad interior. Ve adonde te conduzcan tu inteligencia y tu
intuición. Confía en ti ».78 La autoridad se ha trasladado de Dios al interior
del yo. Para la Nueva Era ,
el problema más serio es la alienación respecto a la totalidad del cosmos, en
lugar de un fracaso personal o pecado. El remedio consiste en lograr estar cada
vez más inmerso en la totalidad del ser. En algunos escritos y prácticas de la Nueva Era , está claro
que una sola vida no basta, por lo que tiene que haber reencarnaciones que
permitan a las personas realizar su potencial pleno.
En la perspectiva
cristiana, « la realidad del pecado, y más particularmente del pecado de los
orígenes, sólo se esclarece a la luz de la Revelación divina. Sin
el conocimiento que ésta nos da de Dios no se puede reconocer claramente el
pecado, y se siente la tentación de explicarlo únicamente como un defecto de
crecimiento, como una debilidad psicológica, un error, la consecuencia
necesaria de una estructura social inadecuada, etc. Sólo en el conocimiento del
designio de Dios sobre el hombre se comprende que el pecado es un abuso de la
libertad que Dios da a las personas creadas para que puedan amarle y amarse
mutualmente ».79 « El pecado es una falta contra la razón, la verdad, la
conciencia recta; es faltar al amor verdadero para con Dios y para con el
prójimo a causa de un apego perverso a ciertos bienes. Hiere la naturaleza del
hombre y atenta contra la solidaridad humana... ».80 « El pecado es una ofensa
a Dios... se levanta contra el amor que Dios nos tiene y aparta de Él nuestros
corazones... El pecado es así “amor de sí hasta el desprecio de Dios” ».81
• ¿Se nos anima a
rechazar o a aceptar el sufrimiento y la muerte?
Algunos autores de la Nueva Era ven el
sufrimiento como algo impuesto sobre el yo, como un mal karma (ver Glosario) o,
al menos, como un fallo del dominio de nuestros propios recursos. Otros se
centran en los métodos para alcanzar el éxito y la riqueza (e.g. Deepak Chopra,
José Silva et al.). En la
Nueva Era , la reencarnación se ve con frecuencia como un
elemento necesario para el crecimiento espiritual, una etapa de la evolución
espiritual progresiva que comenzó antes de que naciéramos y continuará después
de que muramos. En nuestra vida presente, la experiencia de la muerte de otras
personas provoca una crisis saludable.
Tanto la unidad
cósmica como la reencarnación son irreconciliables con la creencia cristiana de
que la persona humana es un ser único, que vive una sola vida de la que es
plenamente responsable: este modo de entender la persona pone en cuestión tanto
la responsabilidad personal como la libertad. Los cristianos saben que « en la
cruz de Cristo no sólo se ha cumplido la redención mediante el sufrimiento,
sino que el mismo sufrimiento humano ha quedado redimido. Cristo –sin culpa
alguna propia– cargó sobre sí “el mal total del pecado”. La experiencia de este
mal determinó la medida incomparable de sufrimiento de Cristo que se convirtió
en el precio de la redención... El Redentor ha sufrido en vez del hombre y por
el hombre. Todo hombre tiene su participación en la redención. Cada uno está
llamado también a participar en ese sufrimiento mediante el cual se ha llevado
a cabo la redención. Está llamado a participar en ese sufrimiento por medio del
cual todo sufrimiento humano ha sido también redimido. Llevando a efecto la
redención mediante el sufrimiento, Cristo ha elevado juntamente el sufrimiento
humano a nivel de redención. Consiguientemente, todo hombre, en su sufrimiento,
puede hacerse también partícipe del sufrimiento redentor de Cristo ».82
• ¿Hay que eludir el
compromiso social o hay que buscarlo positivamente?
Buena parte de lo que
hay en la Nueva Era
es una descarada autopromoción, pero algunas figuras relevantes del movimiento
defienden que es injusto juzgar todo el movimiento por una minoría de personas
egoístas, irracionales y narcisistas, o dejarse deslumbrar por algunas de sus
prácticas más extravagantes, que son un obstáculo para ver en la Nueva Era una búsqueda
espiritual y una espiritualidad auténticas.83 La fusión de los individuos en el
yo cósmico, la relativización o abolición de la diferencia y de la oposición en
una armonía cósmica es inaceptable para el cristianismo.
Donde hay verdadero
amor, tiene que haber un « otro », una persona, diferente. Un verdadero
cristiano busca la unidad en la capacidad y en la libertad del otro para decir
« sí » o « no » al don del amor. En el cristianismo, la unión se ve como comunión
y la unidad como comunidad.
•Nuestro futuro,
¿está en las estrellas o hemos de ayudar a construirlo?
Los cristianos están
en un estado de vigilancia constante, preparados para los últimos días, cuando
vuelva Cristo. La Nueva Era
de los cristianos comenzó hace dos mil años con Cristo, que no es otro que «
Jesús de Nazaret; él es la
Palabra de Dios hecha hombre para la salvación de todos ». Su
Espíritu Santo está presente y activo en los corazones de los individuos, en «
la sociedad y en la historia, en los pueblos, las culturas y las religiones ».
En realidad, « el Espíritu del Padre, derramado abundantemente por el Hijo, es
quien todo lo anima ».84 Vivimos ya en los últimos tiempos.
Por un lado, está
claro que muchas prácticas de la
Nueva Era no plantean problemas doctrinales a quienes las
realizan; pero, al mismo tiempo, es innegable que estas prácticas, aunque sólo
sea indirectamente, comunican una mentalidad que puede influir en el
pensamiento e inspirar una visión particular de la realidad. Ciertamente, la Nueva Era crea su propia
atmósfera y puede resultar difícil distinguir entre cosas inocuas y cosas
realmente objetables. Sin embargo, conviene darse cuenta de que la doctrina
acerca de Cristo difundida en los círculos de la Nueva Era se inspira en
las doctrinas teosóficas de Helena Blavatsky, la antroposofía de Rudolf Steiner
y la « Escuela Arcana » de Alice Bailey. Sus seguidores contemporáneos no sólo
promueven hoy las ideas de estos pensadores, sino que también trabajan con los
adeptos de la Nueva Era
para desarrollar una comprensión completamente nueva de la realidad, una
doctrina conocida como « la verdad de la Nueva Era ».85
5 JESUCRISTO OFRECE
EL AGUA DE LA VIDA
El único fundamento
de la Iglesia
es Jesucristo, el Señor. Él está en el corazón de toda acción cristiana y de
todo mensaje cristiano. Por eso la
Iglesia regresa constantemente al encuentro de su Señor. Los
Evangelios nos narran muchos encuentros de Jesús: desde los pastores de Belén a
los dos ladrones crucificados con él, desde los doctores que lo escuchaban en
el Templo hasta los discípulos que caminaban apesadumbrados hacia Emaús. Pero
un episodio que indica con especial claridad lo que Él nos ofrece es el relato
de su encuentro con la samaritana junto al pozo de Jacob, en el capítulo cuarto
del evangelio de san Juan. Este encuentro ha sido descrito incluso como « un
paradigma de nuestro compromiso con la verdad ».86 La experiencia del encuentro
con un desconocido que nos ofrece el agua de la vida es una clave para entender
la manera en que podemos y debemos entablar el diálogo con quien no conoce a
Jesús.
Uno de los elementos
más atractivos del relato de Juan (Jn 4) es la demora de la mujer en captar qué
quiere decir Jesús con eso del « agua de la vida » o el agua « viva » (v. 11).
Aun así, se siente fascinada –no sólo por el desconocido mismo, sino también
por su mensaje–, y eso le hace escucharlo. Después del impacto inicial, al
darse cuenta de lo que Jesús sabe de ella (« tienes razón al decir que no
tienes marido; pues has tenido cinco hombres, y el de ahora tampoco es tu
marido. En eso has dicho la verdad », vv. 7-18), se abre completamente a su
palabra: « Señor, veo que eres profeta » (v. 19). Comienza el diálogo sobre la
adoración a Dios: « Vosotros dais culto a lo que desconocéis, nosotros damos
culto a lo que conocemos; pues la salvación procede de los judíos » (v. 22).
Jesús tocó su corazón y la preparó para escuchar lo que tenía que decir acerca
de sí mismo como Mesías: « Soy yo, el que habla contigo » (v. 26). La dispuso
para que abriese su corazón a la verdadera adoración en Espíritu y a la
manifestación de Jesús como Ungido de Dios.
La mujer « dejó el
cántaro, se fue a la aldea y contó a los vecinos » lo referente a aquel hombre
(v. 28). El extraordinario efecto sobre la mujer de este encuentro con el
desconocido provocó la curiosidad de aquéllos, de modo que también ellos «
acudieron a él » (v. 30). Pronto aceptaron la verdad de su identidad: « Ya no
creemos por lo que nos has contado, pues nosotros mismos hemos escuchado y
sabemos que éste es realmente el Salvador del mundo » (v. 42). Pasan de oír
hablar de Jesús a conocerle personalmente, comprendiendo entonces el
significado universal de su identidad. Y todo esto porque se han implicado con
la mente y con el corazón.
El hecho de que la
historia tenga lugar junto a un pozo es significativo. Jesús ofrece a la mujer
« un manantial que brota dando vida eterna » (v. 14). La delicadeza con que
Jesús trata a la mujer es un modelo de eficacia pastoral: ayudar a los otros
sincerarse sin sufrir en el doloroso proceso de reconocimiento propio (« me ha
contado todo lo que he hecho », v. 39). Este enfoque podría producir abundantes
frutos con quienes se sienten atraídos por el « aguador » (Acuario) y siguen
buscando sinceramente la verdad. Habría que invitarlos a escuchar a Jesús, que
no sólo ofrece agua para saciar nuestra sed, sino además las profundidades
espirituales ocultas del « agua viva ». Es importante reconocer la sinceridad
de las personas que buscan la verdad; no se trata de falsedad o de auto-engaño.
También es importante ser paciente, como todo buen educador sabe. Una persona
poseída por la verdad se ve repentinamente llena de una sensación de libertad
completamente nueva, especialmente frente a los errores y temores del pasado. «
Quien se esfuerza por conocerse a sí mismo, como la mujer junto al pozo,
infundirá a los demás un deseo de conocer la verdad que puede liberarlos
también a ellos ».87
La invitación a
seguir a Cristo, portador del agua de la vida, tendrá un peso mucho mayor si
quien la hace se ha visto profundamente afectado por su propio encuentro con
Jesús, porque no se trata de alguien que se haya limitado a oír hablar de él,
sino de quien está seguro de « que es realmente el Salvador del mundo » (v.
42). Se trata de dejar que las personas reaccionen a su manera, a su propio
ritmo, y dejar a Dios hacer el resto.
6 INDICACIONES
IMPORTANTES
6.1. Una necesidad:
acompañamiento y formación sólida
¿Cristo o Acuario?La Nueva Era casi siempre
tiene que ver con « alternativas »: una visión alternativa de la realidad, o
una manera alternativa de mejorar la propia situación presente (magia).88 Las
alternativas no ofrecen dos posibilidades, sino únicamente la posibilidad de
escoger una cosa frente a otra. En términos religiosos, la Nueva Era ofrece una
alternativa a la herencia judeocristiana. La Era de Acuario se concibe como la que sustituirá
a la Era de
Piscis, predominantemente cristiana. Los pensadores de la Nueva Era son plenamente
conscientes de esto. Algunos de ellos están convencidos de que es inevitable el
cambio que se avecina, mientras que otros están además activamente
comprometidos en su llegada. Quienes se preguntan si es posible creer al mismo
tiempo en Cristo y en Acuario conviene que sepan que se hallan ante una
alternativa excluyente, « aut-aut, o esto o aquello ». « Ningún criado puede
servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará
a uno y despreciará al otro » (Lc 16, 13). A los cristianos les basta pensar en
la diferencia entre los Magos de Oriente y el rey Herodes para darse cuenta de
los tremendos efectos que conlleva la opción a favor o en contra de Cristo. No
debemos olvidar nunca que muchos de los movimientos que han alimentado la Nueva Era son
explícitamente anticristianos. Su postura frente al cristianismo no es neutral,
sino neutralizadora: a pesar de lo que se suele decir sobre la apertura a todos
los puntos de vista religiosos, el cristianismo tradicional no es considerado
sinceramente una alternativa aceptable. De hecho, con frecuencia queda bien
claro que no « hay cabida tolerable para el cristianismo auténtico », incluso
con argumentos que justifican un comportamiento anticristiano.89 Esta
oposición, que inicialmente se limitaba a los ambientes enrarecidos de quienes
van más allá de una vinculación superficial con la Nueva Era , ha comenzado
recientemente a penetrar en todos los niveles de la cultura « alternativa »,
que ejerce una poderosa fascinación, sobre todo en las sofisticadas sociedades
occidentales.
¿Fusión o
confusión?Las tradiciones de la
Nueva Era consciente y deliberadamente difuminan las
diferencias reales: entre Creador y creación, entre humanidad y naturaleza,
entre religión y psicología, entre realidad subjetiva y objetiva. Idealmente,
la intención es siempre superar el escándalo de la división, pero para la
teoría de la Nueva Era
se trata de la fusión sistemática de elementos que normalmente han estado
claramente diferenciados en la cultura occidental. Quizá sea más justo llamarla
« confusión ». Decir que la
Nueva Era se alimenta de la confusión no es un mero juego de
palabras. La tradición cristiana siempre ha valorado el papel de la razón para
justificar la fe y comprender a Dios, al mundo y a la persona humana.90 La Nueva Era acierta cuando
sintoniza con un estado de ánimo que rechaza la razón fría, calculadora,
inhumana. Y si bien recuerda la necesidad de un equilibrio entre todas nuestras
facultades, ello no justifica la marginación de una facultad que es esencial
para una vida plenamente humana. La racionalidad tiene la ventaja de la
universalidad: está al alcance de todos, gratuitamente, a diferencia del
carácter misterioso y fascinante de la religión « mística », esotérica o
gnóstica. Todo aquello que alimenta la confusión conceptual o el secretismo ha
de ser examinado con sumo cuidado, pues en lugar de revelar la naturaleza
última de la realidad, la esconde. Corresponde a la pérdida de confianza en las
sólidas certezas de antaño propia de la posmodernidad, que con frecuencia lleva
a refugiarse en el irracionalismo. El gran desafío consiste en mostrar cómo una
sana colaboración entre la fe y la razón mejora la vida humana y promueve el
respeto a la creación.
Crea tu propia
realidad.La convicción generalizada en la Nueva Era de que cada uno crea su propia realidad
es atractiva pero ilusoria. Cristaliza en la teoría de Jung, según la cual el
ser humano es una vía de acceso desde el mundo exterior a un mundo interior de
infinitas dimensiones, donde cada persona es un Abraxas que da a luz su propio
mundo o lo devora. La estrella que brilla en este mundo interior infinito es el
dios y meta del hombre. La consecuencia más dolorosa y problemática de la
aceptación de la idea de que las personas crean su propia realidad es la
cuestión del sufrimiento y de la muerte: las personas con graves deficiencias o
enfermedades incurables se sienten engañadas y degradadas cuando se les sugiere
que son ellas quienes han hecho caer la desgracia sobre sí mismas, o que su
incapacidad para cambiar las cosas indica una debilidad en su manera de
afrontar la vida. Todo esto dista mucho de ser un tema puramente académico:
tiene profundas implicaciones en el enfoque pastoral de la Iglesia ante las difíciles
cuestiones existenciales que todo el mundo se plantea. Nuestras limitaciones
son parte de la vida, inherentes a la condición de criatura. La muerte y el
sufrimiento constituyen un desafío y una oportunidad, pues la tentación de
refugiarse en una reelaboración occidentalizada de la reencarnación es una
prueba clara del temor ante la muerte y del deseo de vivir para siempre.
¿Aprovechamos al máximo estas oportunidades para recordar lo que Dios nos
promete en la resurrección de Jesucristo? ¿Hasta qué punto es real la fe en la
resurrección de la carne que los cristianos proclaman cada domingo en el credo?
Aquí se plantea sobre todo la idea de la Nueva Era de que en cierto sentido también somos
dioses. Toda la cuestión depende, desde luego, de la propia definición de
realidad. Es preciso fortalecer de manera adecuada un enfoque sólido de la
epistemología y de la psicología en todos los niveles de educación, formación y
predicación católicas. Es importante concentrarse constantemente sobre los
modos más eficaces de hablar de la trascendencia. La dificultad fundamental de
todo el pensamiento de la
Nueva Era es que esa trascendencia es estrictamente una
auto-trascendencia que debe alcanzarse en un universo cerrado en sí mismo.
Recursos
pastorales.En el capítulo 8 se ofrecen indicaciones sobre los principales
documentos de la
Iglesia Católica , en los que se puede encontrar una
valoración de las ideas de la
Nueva Era. En primer lugar figura la alocución del papa Juan
Pablo II citada en el Prefacio. El papa reconoce en esta tendencia cultural
algunos aspectos positivos, tales como la « búsqueda de un nuevo significado de
la vida, una nueva sensibilidad ecológica y el deseo de superar una religiosidad
fría y racionalista ». Pero también llama atención de los fieles sobre ciertos
elementos ambiguos que son incompatibles con la fe cristiana: estos movimientos
« prestan poca atención a la
Revelación », « tienden a relativizar la doctrina religiosa a
favor de una cosmovisión difusa », « con frecuencia proponen un concepto
panteísta de Dios », « sustituyen la responsabilidad personal frente a Dios por
nuestras acciones con un sentido del deber respecto al cosmos, subvirtiendo así
el verdadero concepto del pecado y de la necesidad de la redención por medio de
Cristo ».91
6.2. Iniciativas
prácticas
En primer lugar,
conviene recordar una vez más que, dentro del vasto movimiento de la Nueva Era , no todas las
personas ni todas las cosas están vinculadas de la misma manera a las teorías
del movimiento. Igualmente, la etiqueta misma de « Nueva era » con frecuencia
se aplica mal o se extiende a fenómenos que pueden ser clasificados de otra
manera. Incluso se ha abusado del término Nueva Era para demonizar a ciertas
personas y prácticas. Es esencial examinar si los fenómenos vinculados a este
movimiento, aunque sea de manera tangencial, reflejan una visión cristiana de
Dios, la persona humana y el mundo o están en conflicto con ella. La mera
utilización del término « Nueva Era » de por sí no significa nada. Lo que
cuenta es la relación de la persona, el grupo, la práctica o el producto, con
los principios del cristianismo.
• La Iglesia católica dispone
de redes propias, muy eficaces, que aún podrían utilizarse mejor. Por ejemplo,
el gran número de centros pastorales, culturales y de espiritualidad. Además de
servir a las necesidades de la
Iglesia , estos mismos podrían emplearse para abordar de forma
creativa la confusión respecto a la religiosidad de la Nueva Era , por ejemplo,
con foros de discusión y estudio. Desgraciadamente, hay que admitir que en
muchos casos algunos centros de espiritualidad específicamente católicos están
comprometidos activamente en la difusión de la religiosidad de la Nueva Era dentro de la Iglesia. Es necesario
corregir esta situación, no sólo para detener la propagación de la confusión y
del error, sino también para que se conviertan en promotores eficaces de la
verdadera espiritualidad cristiana. Los centros culturales católicos en
particular no son sólo instituciones doctrinales, sino espacios para el diálogo
sincero.92 Algunas instituciones especializadas abordan todas estas cuestiones
de modo excelente. Son recursos valiosísimos que deberían ser compartidos
generosamente con zonas más desfavorecidas.
• No pocos grupos de la Nueva Era aprovechan
cualquier oportunidad para exponer su filosofía y sus actividades. Convendría
abordar con cuidado los encuentros con este tipo de grupos, incluyendo siempre
personas capaces tanto de explicar la fe y la espiritualidad católicas, como de
reflexionar críticamente sobre el pensamiento y las prácticas de la Nueva Era. Es sumamente
importante comprobar las credenciales de las personas, grupos e instituciones
que pretenden ofrecer orientación e información sobre la Nueva Era. En algunos
casos, lo que había comenzado como una investigación imparcial acaba
convirtiéndose en una promoción activa o en una defensa de las « religiones
alternativas ». Algunas instituciones internacionales están realizando
activamente campañas de promoción del respeto a la « diversidad religiosa » y
reclaman el carácter religioso para algunas organizaciones más que dudosas.
Esto concuerda con la visión de la
Nueva Era , de pasar a una época en que la limitación de las
religiones particulares ceda el paso a la universalidad de una nueva religión o
espiritualidad. Por el contrario, el diálogo sincero debe respetar siempre la
diversidad desde el principio y nunca intentará desdibujar las distinciones
fundiendo en una todas las tradiciones religiosas.
• Algunos grupos
locales de la Nueva Era
califican sus encuentros como « grupos de oración ». Quienes sean invitados a
dichos grupos deben buscar los signos de una espiritualidad auténticamente
cristiana y comprobar que no haya ceremonias de iniciación de ningún tipo.
Tales grupos se aprovechan de la falta de preparación teológica o espiritual de
las personas para atraerlas gradualmente a lo que en realidad puede ser una
forma de culto falso. Hay que educar a los cristianos respecto al verdadero
objeto y contenido de la oración –dirigida al Padre, por medio de Jesucristo,
en el Espíritu Santo–, para juzgar rectamente la intención de un « grupo de
oración ». La oración cristiana y el Dios de Jesucristo son fácilmente reconocibles.93
Muchas personas están convencidas de que no hay peligro alguno en « tomar
prestados » elementos de la sabiduría oriental. Sin embargo, el caso de la Meditación Trascendental
(MT) debería invitar a los cristianos a ser más cautos ante la posibilidad de
afiliarse sin saberlo a otra religión (en este caso, el Hinduismo), pese a que
los promotores de la MT
insistan en su neutralidad religiosa. El aprendizaje de la meditación en sí
mismo no plantea problema alguno, pero el objeto o el contenido del ejercicio
determinan claramente si se establece una relación con el Dios revelado por
Jesucristo, o bien con alguna otra revelación, o simplemente con las
profundidades ocultas del yo.
• También hay que
prestar el debido reconocimiento a los grupos cristianos que promueven el
cuidado de la tierra como creación de Dios. El respeto a la creación también
debe abordarse creativamente en las escuelas católicas. Con todo, gran parte de
lo que proponen los elementos más radicales del movimiento ecológico es
difícilmente conciliable con la fe católica. El cuidado del medio ambiente, en
general, es una señal oportuna de una renovada preocupación por lo que Dios nos
ha dado, quizá incluso una señal del necesario cuidado cristiano de la
creación. La « ecología profunda », sin embargo, se basa con frecuencia en
principios panteístas y, en ocasiones, gnósticos.94
• El comienzo del
Tercer Milenio ofrece un auténtico kairós para la evangelización. Las mentes y
los corazones están abiertos como nunca antes a recibir información seria sobre
la visión cristiana del tiempo y de la historia de la salvación. La prioridad
no debería consistir tanto en poner de relieve las carencias de otros enfoques,
sino más bien regresar constantemente a las fuentes de nuestra propia fe, para
poder ofrecer una presentación adecuada y sólida del mensaje cristiano. Podemos
estar orgullosos de lo que se nos ha confiado y por eso hemos de resistir a las
presiones de la cultura dominante y no enterrar esos dones (cf. Mt 25, 24-30).
Uno de los instrumentos más útiles de que disponemos es el Catecismo de la Iglesia Católica.
Tenemos también una inmensa herencia de caminos de santidad en las vidas de los
cristianos del pasado y del presente. Allí donde el rico simbolismo cristiano,
sus tradiciones artísticas, estéticas y musicales es desconocido o ignorado,
los cristianos han de realizar una enorme labor en beneficio propio y, en
definitiva, de todos aquellos que buscan una experiencia o una mayor conciencia
de la presencia de Dios. El diálogo entre los cristianos y las personas
seducidas por la Nueva Era ,
tendrá mayores garantías de éxito si tiene en cuenta la atracción que ejercen
el mundo de las emociones y el lenguaje simbólico. Si nuestra tarea consiste en
conocer, amar y servir a Jesucristo, tiene una importancia capital comenzar con
un buen conocimiento de la Sagrada Escritura. Pero, sobre todo, salir al
encuentro del Señor Jesús en la oración y en los sacramentos, que son
precisamente los momentos de santificación de nuestra vida ordinaria, y el
camino más seguro para encontrar el sentido de todo el mensaje cristiano.
• Tal vez la medida
más sencilla, la más obvia y urgente que hay que tomar, y acaso también la más
eficaz, sea aprovechar al máximo las riquezas de la herencia espiritual
cristiana. Las grandes órdenes religiosas son depositarias de ricas tradiciones
de meditación y espiritualidad, que podrían hacerse más asequibles mediante
cursos o periodos de permanencia en sus casas, ofrecidos a personas con
auténtico espíritu de búsqueda. Esto ya se está llevando a cabo, pero hace
falta ir más allá. Ayudar a las personas en su búsqueda espiritual
ofreciéndoles técnicas ya aprobadas y experiencias de auténtica oración podría
abrir un diálogo que revelaría las riquezas de la tradición cristiana y tal vez
clarificaría en ese mismo proceso muchas de las cuestiones planteadas por la Nueva Era.
Con una imagen
sugerente y directa, uno de los mismos exponentes del movimiento de la Nueva Era ha comparado
las religiones tradicionales con las catedrales, y la Nueva Era con una feria
mundial. El Movimiento Nueva Era es una invitación a los cristianos para que
lleven el mensaje de las catedrales a la feria que ahora ocupa el mundo entero.
Esta imagen plantea a los cristianos un desafío positivo, pues cualquier
momento es bueno para llevar el mensaje de las catedrales a la gente de la
feria. Los cristianos, en efecto, no deben aguardar una invitación para llevar la Buena Noticia de
Jesucristo a quienes andan buscando respuestas a sus preguntas, un alimento
espiritual que les satisfaga, el agua viva. Siguiendo la imagen propuesta, los
cristianos deben salir de la catedral, alimentados por la palabra y los
sacramentos, para llevar el Evangelio a todos los ámbitos de la vida cotidiana.
« Ite, Missa est, Id, la misa ha terminado ». En la carta apostólica Novo
Millennio Ineunte el Padre Santo destaca el gran interés por la espiritualidad
que se descubre en el mundo de hoy día, y cómo las demás religiones están
respondiendo a esta demanda de modo atrayente. A continuación lanza un reto a
los cristianos: « Nosotros, que tenemos la gracia de creer en Cristo, revelador
del Padre y Salvador del mundo, debemos enseñar a qué grado de interiorización nos
puede llevar la relación con él » (n. 33). Para quienes hacen sus compras en la
feria mundial de propuestas religiosas, la llamada del cristianismo se
manifestará, en primer lugar, a través del testimonio de los miembros de la Iglesia , de su confianza,
su calma, su paciencia y su optimismo, y de su amor concreto al prójimo. Todo
ello, fruto de una fe alimentada en la oración personal auténtica.
7 APÉNDICE
7.1. Algunas
formulaciones breves de ideas de la Nueva Era
Formulación de la Nueva Era segúnWilliam
Bloom,1992, citada en Heelas,p. 225s.:
• Toda vida, –toda
existencia– es la manifestación del Espíritu, del Incognoscible, la Conciencia suprema
conocida con diferentes nombres en tantas culturas distintas.
• El propósito y la
dinámica de toda existencia es llevar el Amor, la Sabiduría , la Iluminación.. .a su
plena manifestación.
• Todas las
religiones son expresión de esta misma realidad interior.
• Toda vida, tal como
la percibimos con los cinco sentidos humanos o con los instrumentos
científicos, no es sino el velo externo de una realidad invisible, interior y
causal.
• Igualmente, los
seres humanos son criaturas dobles con: (i) una personalidad exterior temporal,
y (ii) un ser interior multidimensional (alma o yo superior).
• La personalidad
exterior es limitada y tiende hacia el amor.
• El propósito de la
encarnación del ser interior es atraer las vibraciones de la personalidad
exterior hacia una resonancia de amor.
• Todas las almas
encarnadas son libres de escoger su propia senda espiritual.
• Nuestros maestros
espirituales son aquellos que, liberada su alma de la necesidad de encarnarse,
expresan amor incondicional, sabiduría e iluminación. Algunos de estos grandes
seres son bien conocidos y han inspirado las religiones del mundo. Otros son
desconocidos y operan invisiblemente.
• Toda vida, en sus
diferentes formas y estados, es energía interrelacionada, e incluye nuestras
acciones, sentimientos y pensamientos. Por tanto, colaboramos con el Espíritu y
con estas energías en la creación de nuestra realidad.
• Aunque sostenidos
por la dinámica del amor cósmico, somos conjuntamente responsables del estado
de nuestro propio yo, de nuestro entorno y de toda vida.
• Durante este
periodo de tiempo, la evolución del planeta y de la humanidad ha alcanzado un
punto en que estamos experimentando un profundo cambio espiritual en nuestra
conciencia individual y colectiva. Por eso hablamos de una Nueva Era. Esta
nueva conciencia es resultado de una encarnación cada vez más lograda de lo que
algunos llaman energías del amor cósmico. Esta nueva conciencia se manifiesta
en una comprensión instintiva de la sacralidad de toda existencia y, en
particular, de su interrelación.
• Esta nueva
conciencia y esta nueva comprensión de la interdependencia de toda vida son el
signo de que actualmente está gestación una nueva cultura planetaria.
Heelas cita (p. 226)
la « formulación complementaria » de Jeremy Tarcher:
1. El mundo,
incluyendo la raza humana, es expresión de una naturaleza divina superior, más
completa.
2. Oculto en el
interior de cada ser humano, existe un Yo divino superior, que es la
manifestación de esta naturaleza divina superior y más completa.
3. Esta naturaleza
superior puede ser despertada y convertirse en el centro de la vida cotidiana
del individuo.
4. Este despertar es
la razón de ser de cada vida individual.
David Spangler citado
en Actualité des religions n. 8, septiembre 1999, p. 43, sobre las principales
características de la visión de la
Nueva Era , que es:
• holística
(globalizadora, porque sólo hay una energía-realidad)
• ecológica (la Tierra , Gaia, es nuestra
madre, cada uno de nosotros es una neurona del sistema nervioso central de la
tierra)
• andrógina (el arco
iris y el Yin Yang son símbolos NE, que tienen que ver con la complementariedad
de los contarios, especialmente lo masculino y lo femenino)
• mística (que
encuentra lo sacro en todas las cosas, en las más ordinarias)
• planetaria (las
personas deben estar, a la vez, enraizadas en su propia cultura y abiertas a la
cultura universal, buscando amor, compasión, paz, y el establecimiento de un gobierno
mundial).
7.2. Glosario
selecto
Androginia: no es
hermafroditismo, es decir, la presencia de características físicas de los dos
sexos en una persona, sino una conciencia de la presencia de los elementos
masculinos y femeninos en cada persona. Se describe como un estado equilibrado
de armonía interior del animus y el anima. En la Nueva Era , es un estado
resultante de una nueva conciencia de este modo doble de ser y existir
característico de todo hombre y de toda mujer. Cuanto más se difunda, más
ayudará a transformar la conducta interpersonal.
Antroposofía:
doctrina teosófica popularizada originalmente por el croata Rudolf
Steiner(1861-1925), que abandonó la Sociedad Teosófica
después de ser el dirigente de su rama alemana desde 1902 hasta 1913. Es una
doctrina esotérica que tiene por objeto iniciar a las personas en el «
conocimiento objetivo » en la esfera divino-espiritual. Steiner estaba
convencido de que ésta le había ayudado a explorar las leyes de la evolución
del cosmos y de la humanidad. Cada ser físico tiene un ser espiritual
correspondiente, y la vida terrena está influida por las energías astrales y
las esencias espirituales. Se dice que la Crónica Akasha es
una « memoria cósmica » accesible a los iniciados.95
Canalización (v.
Channeling)
Chamanismo: prácticas
y creencias vinculadas a la comunicación con los espíritus de la naturaleza y
con los espíritus de los muertos mediante la posesión ritual del chamán (por
parte de los espíritus), a los que éste sirve de médium. El atractivo de estas
prácticas en los círculos de la
Nueva Era se debe a que ponen el acento en la armonía con las
fuerzas de la naturaleza y en la sanación. A ello se añade también una imagen «
romántica » de las religiones indígenas y de su cercanía a la tierra y a la
naturaleza.
Channeling
(canalización): los mediums psíquicos sostienen que actúan como canales de
información de otros yoes, normalmente entidades incorpóreas que viven en otro
plano. Pone en relación a seres tan diversos como maestros excelsos, ángeles,
dioses, entidades colectivas, espíritus de la naturaleza y el Yo Superior.
Conciencia
planetaria: esta cosmovisión se desarrolló en los años 1980 para promover el
sentimiento de lealtad a la comunidad humana en lugar de a las naciones, tribus
u otros grupos tradicionales. Puede considerarse heredera de movimientos de
comienzos del siglo XX que promovían un gobierno mundial. La conciencia de la
unidad de la humanidad encaja perfectamente con la hipótesis Gaia.
Cristales: se considera
que vibran con frecuencias particulares. De aquí que sean útiles para la
autotransformación. Se utilizan en varias terapias, así como en la meditación,
visualización, el « viaje astral » o como amuletos de la suerte. Vistos desde
el exterior, no tienen poder intrínseco, sino que son sencillamente
bellos.
Cristo: en la Nueva Era , la figura
histórica de Jesús no es más que una encarnación de una idea, una energía o un
conjunto de vibraciones. Para Alice Bailey, hace falta una gran jornada de
súplica, en la que todos los creyentes logren crear una concentración de
energía espiritual tal que se produzca una nueva encarnación que revelará a los
hombres el modo de salvarse... Para muchos, Jesús no es más que un maestro
espiritual que, como Buda, Moisés y Mahoma, u otros, ha sido penetrado por el
Cristo cósmico. Al Cristo cósmico también se le conoce como la energía crística
presente en cada ser y en el ser total. Los individuos necesitan ser iniciados
gradualmente en la conciencia de las características crísticas que tienen.
Cristo representa –para la
Nueva Era – el estado más elevado de perfección del yo.96
Eneagrama: (del
griego ennéa = nueve + gramma = signo) el nombre designa un diagrama compuesto
por un círculo con nueve puntos en su circunferencia, unidos entre sí por un
triángulo y un hexágono circunscritos. Originariamente se utilizó para la
adivinación, pero recientemente se ha popularizado como símbolo de un sistema
de tipología de la personalidad que consta de nueve tipos caracterológicos básicos.
Se hizo popular tras la publicación del libro The Enneagram de Helen Palmer,97
pero la autora reconoce su deuda con el médico y pensador esotérico ruso G. I.
Gurdjieff, el psicólogo chileno Claudio Naranjo, y el autor Óscar Icazo,
fundador de Arica. El origen del eneagrama permanece envuelto en el misterio,
si bien algunos sostienen que procede de la mística sufí.
Era de Acuario: cada
era astrológica, de unos 2146 años, recibe el nombre de uno de los signos del
zodiaco, pero los « días grandes » siguen un orden inverso, de modo que la
actual Era de Piscis está a punto de acabar y se instaurará la Era de Acuario. Cada Era tiene
sus propias energías cósmicas. La energía de Piscis ha hecho de ella una era de
guerras y conflictos. Pero Acuario está destinada a ser una era de armonía,
justicia, paz, unidad, etc. En este sentido, la Nueva Era acepta el
carácter inevitable de la historia. Algunos ven en la era de Aries la época de
la religión judía, en Piscis la del cristianismo y en Acuario la era de una religión
universal.
Esoterismo (del
griego esotéros = lo que hay en el interior): designa generalmente un conjunto
de conocimientos antiguos y ocultos accesible sólo a grupos de iniciados, que
se describen a sí mismos como guardianes de las verdades ocultas a la mayoría
de la humanidad. El proceso de iniciación conduce desde un conocimiento de la
realidad meramente externo, superficial, hasta la verdad interior y, mediante
ese proceso, despierta la conciencia a un nivel más profundo. Las personas son
invitadas a emprender este « viaje interior » para descubrir la « chispa divina
» que hay dentro de ellas. En este contexto, la salvación coincide con el
descubrimiento del yo.
Espiritismo: si bien
siempre ha habido intentos de establecer contacto con los espíritus de los
muertos, se considera que el espiritismo del siglo XIX es una de las corrientes
que desembocan en la Nueva
Era. Se desarrolló en el ambiente de las ideas de Swedenborg
y Mesmer, y llegó a convertirse en una nueva religión. Madame Blavatsky era una
médium, por lo que el espiritismo ejerció gran influjo en la Sociedad Teosófica ,
aunque en este caso el acento recaía en el contacto con entidades del pasado
remoto más que con personas que habían muerto recientemente. Allan Kardec
influyó en la difusión del espiritismo en las religiones afro-brasileñas. En
algunos nuevos movimientos religiosos de Japón se dan también elementos
espiritistas.
Evolución: en la Nueva Era va mucho más
allá de la evolución de los seres hacia formas de vida superiores. El modelo
físico se proyecta sobre el ámbito espiritual, de modo que una fuerza inmanente
del interior de los seres humanos los impulsa hacia formas superiores de vida
espiritual. Se dice que los seres humanos no tienen control sobre esta fuerza,
pero sus buenas o malas acciones pueden acelerar o retrasar el proceso. Se
piensa que la creación entera, incluyendo la humanidad, avanza inexorablemente
hacia una fusión con lo divino. La reencarnación, naturalmente, ocupa un lugar
importante en esta visión de una evolución espiritual progresiva que, según se
dice, comienza antes del nacimiento y continúa después de la muerte.98
Expansión de la
conciencia: si el cosmos se concibe como una cadena continua de ser, todos los
niveles de la existencia –minerales, vegetales, animales, humanos, seres
cósmicos y divinos– son interdependientes. Se dice que los seres humanos se
hacen conscientes de su puesto en esta visión holística de la realidad global
expandiendo su conciencia más allá de sus límites normales. La Nueva Era ofrece una
enorme variedad de técnicas para ayudar a la gente a alcanzar un nivel de
percepción de la realidad más elevado, una manera de superar la separación
entre los sujetos y entre los objetos en el proceso cognoscitivo, concluyendo
en una fusión total de lo que la conciencia normal, inferior, ve como
realidades separadas o distintas.
Feng-shui: forma de
geomancia, en este caso un método oculto chino de descifrar la presencia
escondida de corrientes positivas y negativas en los edificios y otros lugares,
basada en el conocimiento de las fuerzas terráqueas y atmosféricas. « Lo mismo
que en el cuerpo humano o el cosmos, en cada lugar se atraviesan influjos cuyo
equilibrio correcto es fuente de salud y de vida ».99
Gnosis: en sentido
amplio, una forma de conocimiento no intelectual, sino visionaria o mística,
que se cree revelada y capaz de unir al ser humano con el misterio divino. En
los primeros siglos del cristianismo, los Padres de la Iglesia lucharon contra el
gnosticismo, por cuanto se oponía a la fe. Algunos ven un renacer de las ideas
gnósticas en gran parte del pensamiento de la Nueva Era , algunos de
cuyos autores de hecho citan el gnosticismo primitivo. Sin embargo, la
acentuación del monismo e incluso del panteísmo o panenteísmo típica de la Nueva Era lleva a
algunos a utilizar el término neo-gnosticismo para distinguir la gnosis de la Nueva Era del
gnosticismo antiguo.
Gran Hermandad
Blanca: Madame Blavatsky afirmaba mantener contactos con los mahatmas o
maestros, seres excelsos que, conjuntamente, constituyen la Gran Hermandad
Blanca. Según ella, eran éstos quienes dirigían la evolución de la raza humana
y orientaban la labor de la Sociedad Teosófica.
Hermetismo: prácticas
y especulaciones filosóficas y religiosas vinculadas a los escritos del Corpus
Hermeticum y a los textos alejandrinos atribuidos al mítico Hermes
Trismegistos. Cuando se conocieron por primera vez durante el Renacimiento se
pensó que revelaban doctrinas pre-cristianas, sin embargo estudios posteriores
han demostrado que datan del primer siglo de la era cristiana. 100 El
hermetismo alejandrino es una fuente fundamental del esoterismo moderno, con el
que tienen mucho en común: el eclecticismo, la refutación del dualismo
ontológico, la afirmación del carácter positivo y simbólico del universo, la
idea de la caída y posterior restauración de la humanidad. La especulación
hermética ha reforzado la creencia en una antigua tradición fundamental, la
llamada philosophia perennis, falsamente considerada común a todas las
tradiciones religiosas. Las formas elevadas y rituales de la magia se
desarrollaron a partir del hermetismo renacentista.
Holismo: concepto
clave del « nuevo paradigma », que pretende ofrecer una estructura teórica que
integra toda la cosmovisión del hombre moderno. En contraste con la experiencia
de una fragmentación creciente en la ciencia y en la vida cotidiana, se acentúa
el « holismo », el « totalismo », como concepto metodológico y ontológico
central. La humanidad se integra en el universo como parte de un único
organismo vivo, un entramado armonioso de relaciones dinámicas. Diversos
científicos que tienden un puente entre la ciencia y la religión rechazan la
distinción clásica entre sujeto y objeto, de la que se suele culpar a Descartes
y a Newton. La humanidad forma parte del entramado universal (el ecosistema, la
familia), de la naturaleza y del mundo y debe buscar la armonía con todos los
elementos de esta autoridad cuasi-transcendente. Cuando se comprende cuál es el
propio lugar en la naturaleza, también se entiende que la « totalidad » y la «
santidad » son una misma y sola cosa. La articulación más clara de este
concepto se halla en la hipótesis « Gaia ». 101
Iniciación: en
etnología religiosa es el viaje cognitivo yo experimental, mediante el cual una
persona es admitida, individualmente o como miembro de un grupo, a través de
rituales particulares, a formar parte de una comunidad religiosa, una sociedad
secreta (p.e. la
Francmasonería ) o una asociación mistérica (mágica,
esotérico-oculta, gnóstica, teosófica, etc.).
Karma: (de la raíz
sánscrita Kri = acción, obra) noción clave en el hinduismo, jainismo y budismo,
cuyo significado no ha sido siempre el mismo. En el antiguo periodo védico se
refería a la acción ritual, especialmente el sacrificio, mediante la cual una
persona obtenía acceso a la felicidad o a la bienaventuranza en la otra vida.
Cuando aparecieron el jainismo y el budismo (aproximadamente seis siglos antes
de Cristo), Karma perdió su sentido salvífico: el camino hacia la liberación
era el conocimiento del Atman o « yo ». En la doctrina del samsara, se entendía
como el ciclo incesante del nacimiento y la muerte humanas (hinduismo) o del
renacer (budismo). 102 En los ambientes de la Nueva Era la « ley del
karma » se concibe con frecuencia como el equivalente moral de la evolución
cósmica. El Karma no tiene ya que ver con el mal o el sufrimiento –ilusiones
que hay que experimentar como parte de un « juego cósmico »– sino que es la ley
universal de la causa y el efecto, y forma parte de la tendencia de un universo
interrelacionado hacia el equilibrio moral. 103
Mística: la mística
de la Nueva Era
consiste en volverse hacia el interior del propio yo más que en una comunión
con Dios, que es el « totalmente otro ». Es una fusión con el universo, la
aniquilación definitiva del individuo en la unidad del todo. La experiencia del
Yo se toma como experiencia de la divinidad, por lo que se debe mirar hacia
dentro para descubrir la auténtica sabiduría, creatividad y fuerza.
Monismo: doctrina
metafísica según la cual las diferencias entre las cosas son ilusorias. Sólo
hay un ser universal único, del cual cada cosa y cada persona son sólo una
parte. En la medida en que el monismo de la Nueva Era incluye la
idea de que la realidad es fundamentalmente espiritual, es una forma
contemporánea del panteísmo (que rechaza a veces explícitamente el
materialismo, en especial el marxismo). Su pretensión de resolver todo dualismo
no deja lugar a un Dios transcendente, de manera que todo es Dios. Para el
cristianismo se plantea un problema ulterior cuando se suscita la cuestión del
origen del mal. C. G. Jung vio el mal como el « lado sombrío » de Dios, que, en
el teísmo clásico, es todo bondad.
Movimiento del
Potencial Humano: desde sus comienzos (Esalen, California, en los años 1960),
se ha convertido en una red de grupos que promueven la liberación de la
capacidad humana innata de creatividad mediante la realización del yo. Cada vez
son más las empresas que utilizan diversas técnicas de transformación personal
en programas de formación de dirigentes, en definitiva por puras razones
económicas. Si bien las Tecnologías Transpersonales, el Movimiento por una
Conciencia Espiritual Interior, el Desarrollo Organizativo, y la Transformación
Organizativa , se presentan como no-religiosos, en realidad
los empleados de las empresas pueden encontrarse sometidos a una «
espiritualidad » extraña en una situación que plantea conflictos con su
libertad personal. Hay vínculos evidentes entre la espiritualidad oriental y la
psicoterapia, mientras que la psicología jungiana y el Movimiento del Potencial
Humano han ejercido su influjo sobre el chamanismo y formas « reconstruidas »
del paganismo, como el druidismo y la wicca. En sentido amplio, el «
crecimiento personal » puede entenderse como la forma que adopta la « salvación
religiosa » en el movimiento de la
Nueva Era : se afirma que la liberación del sufrimiento y de
la debilidad humanas se alcanzará desarrollando nuestro potencial humano, lo
cual da como resultado el que nos encontremos cada vez más en contacto con
nuestra divinidad interior. 104
Música New Age: se
trata de una industria floreciente. Este tipo de música suele promocionarse
como un medio para alcanzar la armonía consigo mismo y con el mundo. En parte
suele ser música « celta » o druídica. Algunos compositores New Age sostienen
que su música tiene como objeto tender puentes entre lo consciente y lo
inconsciente, lo cual es especialmente cierto cuando además de melodías hay una
repetición meditativa y rítmica de estribillos clave. Al igual que otros muchos
fenómenos de la Nueva Era ,
algunas de estas músicas se proponen como una introducción a este movimiento,
pero la mayoría tiene sencillamente una finalidad comercial o artística.
Neopaganismo: término
rechazado con frecuencia por aquellos a quienes se aplica. Se refiere a una
corriente que sigue un trayecto paralelo al de la Nueva Era y con el cual
suele relacionarse. En la oleada de reacción contra las religiones
tradicionales, especialmente la herencia judeocristiana de occidente, son
muchos los que han vuelto la mirada a las antiguas religiones indígenas,
tradicionales, paganas. Se considera que cuanto precedió al cristianismo era
más conforme al espíritu de la tierra y de la nación, o que era una forma pura
de la religión natural, en contacto con las fuerzas de la naturaleza, a menudo
matriarcal, mágica o chamánica. Según dicen, la humanidad será más sana si retorna
al ciclo natural de las fiestas (agrícolas) y a la afirmación general de la
vida. Algunas religiones « neopaganas » son reconstrucciones recientes cuya
verdadera relación con las formas originales puede ser discutible,
particularmente en los casos en que están dominadas por componentes ideológicos
modernos como la ecología, el feminismo o, en casos raros, por los mitos de
pureza racial. 105
Ocultismo: el
conocimiento oculto (escondido) y las fuerzas de la mente y la naturaleza se
hallan en la base de las creencias y prácticas vinculadas a una supuesta «
filosofía perenne » oculta, derivada, por una parte, de la magia y la alquimia
griega antigua, y de la mística judía por otra. Se conservan ocultas mediante
un código secreto impuesto a los iniciados en los grupos y sociedades que
conservan el conocimiento y las técnicas que implican. En el siglo XIX, el
espiritismo y la
Sociedad Teosófica introdujeron nuevas formas de ocultismo
que, a su vez, han influido en varias corrientes de la Nueva Era.
Panteísmo: (en griego
pan = todo y theós = Dios) la creencia de que todo es Dios o, en ocasiones, que
todo está en dios y dios está en todo (panenteísmo). Todo elemento del universo
es divino, y la divinidad está presente por igual en todo. En esta visión no tiene
cabida Dios como un ser distinto en el sentido del teísmo clásico.
Parapsicología: trata
de cosas como la percepción extrasensorial, la telepatía mental, la
telequinesia, la sanación psíquica y la comunicación con espíritus mediante
médiums o el channeling. A pesar de las duras críticas de los científicos, la
parapsicología ha ido creciendo y encaja perfectamente en la mentalidad popular
de ciertos sectores de la
Nueva Era , según la cual los seres humanos tienen habilidades
psíquicas extraordinarias, aunque con frecuencia en un estadio poco
desarrollado.
Pensamiento Nuevo:
movimiento religioso del siglo XIX fundado en los Estados Unidos de América.
Tuvo su origen en el idealismo, del cual era una forma popularizada. Se decía
que Dios era completamente bueno y el mal una mera ilusión; la realidad básica
era la mente. Puesto que es la mente la que causa los acontecimientos de la
propia vida, el individuo debe asumir la responsabilidad última sobre cada uno
de los aspectos de su situación.
Pensamiento Positivo:
convicción de que las personas pueden cambiar la realidad física o las
circunstancias externas alterando su actitud mental, pensando de manera
positiva y constructiva. A veces es un modo de percibir conscientemente
creencias inconscientes que determinan nuestra situación vital. A los adeptos
del Pensamiento Positivo se les promete salud, integridad e incluso
inmortalidad.
Psicología profunda:
la escuela de psicología fundada por C. G. Jung, antiguo discípulo de Freud.
Jung reconocía que la religión y los temas espirituales eran importantes para
la integridad y la salud. La interpretación de los sueños y el análisis de los
arquetipos fueron elementos clave de su método. Los arquetipos son formas que
pertenecen a la estructura heredada de la psique humana. Aparecen en los temas
o imágenes recurrentes de los sueños, fantasías, mitos y cuentos de hadas.
Rebirthing: (v.
Renacer)
Reencarnación: en el
contexto de la Nueva Era ,
la reencarnación está vinculada al concepto de la evolución ascendente hasta
convertirse en un ser divino. A diferencia de religiones de la India , o derivadas de ellas,
la Nueva Era
concibe la reencarnación como el progreso del alma individual hacia un estado
más perfecto. Lo que se reencarna es esencialmente algo inmaterial o
espiritual; más exactamente, es la conciencia, la chispa de energía que en la
persona comparte la energía cósmica o « crística ». La muerte no es sino el
paso del alma de un cuerpo a otro.
Renacer: a comienzos
de los años 1970, Leonard Orr describió el renacer (rebirthing) como un proceso
mediante el cual a una persona puede identificar y aislar áreas de su
conciencia sin resolver y que son origen de sus problemas actuales.
Rosacruces: son
grupos ocultos occidentales relacionados con la alquimia, la astrología, la
teosofía y las interpretaciones cabalísticas de la Sagrada Escritura.
La
Fraternidad Rosacruciana contribuyó al renacimiento de la
astrología en el siglo XX, mientras que la Antigua y Mística Orden de la Rosae Crucis (AMORC)
vinculó el éxito con una supuesta capacidad para materializar las imágenes
mentales de salud, riqueza y felicidad.
Teosofía: término
antiguo, que se refería originalmente a una especie de mística. Se la ha
relacionado con los gnósticos y los neoplatónicos griegos, con el Maestro
Eckhart, Nicolás de Cusa y Jacob Boehme. La Sociedad Teosófica ,
fundada por Helena Petrovna Blavatsky y otros en 1875 confirió gran importancia
al término. La mística teosófica tiende al monismo, acentúa la unidad esencial
de los componentes espirituales y materiales del universo. Busca también las
fuerzas ocultas responsables de la interacción entre la materia y el espíritu,
de modo que la mente humana y la divina acaben por encontrarse. Es aquí donde
la teosofía ofrece la redención mística o la iluminación.
Trascendentalismo:
movimiento de escritores y pensadores del siglo XIX de Nueva Inglaterra, que
compartían un conjunto idealista de creencias en la unidad esencial de la
creación, la bondad innata de la persona humana, y la superioridad de la
intuición frente a la lógica y la experiencia para descubrir las verdades más
profundas. La figura principal es Ralph Waldo Emerson, que se apartó del
cristianismo ortodoxo, y a través de los Unitarios pasó a un nuevo misticismo
natural que integraba conceptos del hinduismo con otros de carácter popular
americano, tales como el individualismo, la responsabilidad personal y la
necesidad de triunfar.
Wicca: antiguo
término inglés para designar a las brujas, aplicado a un resurgir neopagano de
algunos elementos de la magia ritual. Acuñado en 1939 por Gerhard Gardner en
Inglaterra: se basaba en algunos textos eruditos, según los cuales la brujería
europea medieval era una antigua religión natural perseguida por los cristianos.
Con el nombre « the Craft », se extendió rápidamente en Estados Unidos durante
los años 1960, donde se vinculó con la « espiritualidad de las mujeres».
7.3. Lugares clave de
la Nueva Era
Esalen: comunidad
fundada en Big Sur, California, en 1962, por Michael Murphy y Richard Price,
cuyo objetivo fundamental era llegar a la auto-realización del ser mediante el
nudismo, las visiones y la « medicina suave ». Se ha convertido en uno de los
centros más importantes del Movimiento del Potencial Humano, y ha difundido sus
ideas respecto a la medicina holística en el mundo de la educación, la política
y la economía. Lleva a cabo esta tarea mediante cursos sobre religión
comparada, mitología, misticismo, meditación, psicoterapia, expansión de la
conciencia, etc. Junto con Findhorn, se le considera el punto clave del
crecimiento de la conciencia de Acuario. El Instituto Soviético-Americano de
Esalen cooperó con funcionarios soviéticos en el Proyecto de promoción de la Salud.
Findhorn: esta
comunidad agrícola holística iniciada por Peter y Eileen Caddy logró el
crecimiento de plantas enormes mediante métodos no convencionales. La fundación
de la comunidad Findhorn en Escocia en 1965 constituyó un importante hito en el
movimiento que lleva la etiqueta de Nueva Era. De hecho « se consideró que
Findhorn encarnaba sus principales ideas de transformación ». La búsqueda de
una conciencia universal, el ideal de la armonía con la naturaleza, la visión
de un mundo transformado, y la práctica del channeling, todo lo cual son
elementos clave del Movimiento de la Nueva Era , se hallaron presentes en Findhorn
desde su fundación. El éxito de esta comunidad la llevó a convertirse en modelo
e inspiración de otros grupos, tales como las Alternativas de Londres, Esalen
en Big Sur, California, y el Centro Abierto y el Instituto Omega de Nueva York
». 106
Monte Verità:
comunidad utópica cerca de Ascona, Suiza. Desde finales del siglo XIX fue punto
de encuentro de los exponentes europeos y americanos de la contracultura en
ámbitos tales como la política, la psicología y la ecología. Las conferencias
Eranos se vienen celebrando allí todos los años desde 1933, reuniendo a grandes
luminarias de la Nueva Era.
Sus anuarios manifiestan claramente la intención de crear una religión mundial
integrada. 107 Resulta fascinante ver la lista de quienes se han reunido en
Monte Verità a lo largo de los años.
8 RECURSOS
8.1. Documentos del
Magisterio de la
Iglesia Católica
Juan Pablo II,
Alocución a los Obispos Norteamericanos de Kansas, Missouri y Nebraska en su
visita “ad limina”, 28 de mayo de 1993.
Congregación para la Doctrina de la Fe , Carta a los Obispos de la Iglesia Católica
sobre algunos aspectos de la meditación cristiana (Orationis Formas), Ciudad
del Vaticano (Libreria Editrice Vaticana) 1989.
Comisión Teológica
Internacional, Algunas cuestiones actuales de escatología,1992, n. 9-10 (sobre
la reincarnación).
Comisión Teológica
Internacional, Algunas cuestiones sobre la teología de la Redención ,1995, I29 y
II35-36.
Comité para la Cultura de la Conferencia Episcopal
Argentina, Frente a una Nueva Era. Desafío a la pastoral en el horizonte de la Nueva Evangelización ,1993.
Comisión Teológica Irlandesa, A New Age of the Spirit? A Catholic
Response to the New Age Phenomenon, Dublín 1994.
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Au-delà de la mort: réincarnation et resurrection, Carta Pastoral, Pascua de
1991.
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nel Mondo 1996/2.
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di fronte alla fede cristiana, Turín (LDC) 1994.
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1992.
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Situación actual de la fe y la teología, Guadalajara, mayo de 1996, en
L'Osservatore Romano (edición española) 1 de noviembre de 1996.
Norberto Rivera
Carrera, Instrucción Pastoral sobre el New Age, 7 de enero de 1996.
Christoph von Schönborn, Risurrezione e reincarnazione, Casale Monferrato
(Piemme) 1990.
J. Francis
Stafford,Il movimento « New Age », en L'Osservatore Romano (edición italiana),
30 de octubre de 1992.
Grupo de Trabajo
sobre Nuevos Movimientos Religiosos, Ciudad del Vaticano (ed.), Sectas y Nuevos
Movimientos Religiosos. Antología de documentos de la Iglesia Católica ,
Santafé de Bogotá (CELAM) 1996.
8.2. Estudios
cristianos
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Nouvel Age et Foi Chrétienne, Paris (Centurion) 1992. Trad. esp. Nueva Era y fe
cristiana, Madrid 1994.
Raúl Berzosa
Martínez, Nueva Era y Cristianismo. Entre el diálogo y la ruptura, Madrid (BAC)
1995.
André Fortin, Les
Galeries du Nouvel Age: un chrétien s'y promène, Ottawa (Novalis) 1993.
Grupo de Trabajo
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christlicher Sicht, Freiburg (Paulusverlag) 1987.
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religion américaine. Pistes de discernement chrétien sur les courants
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Jean Vernette, Jésus
dans la nouvelle religiosité, Paris (Desclée) 1987.
Jean Vernette, Le New
Age, Paris (P.U.F.) 1992.
9 BIBLIOGRAFÍA
GENERAL
9.1. Algunos libros
de la Nueva Era
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(Rider) 1991.
Fritjof Capra, The Tao of Physics: An Exploration of the Parallels
between Modern Physics and Eastern Mysticism, Berkeley (Shambhala) 1975.
Fritjof Capra, The Turning Point: Science, Society and the Rising
Culture, Toronto (Bantam) 1983.
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London (Tara Press) 1979.
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estructura de las revoluciones científicas, México (FCE) .
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David Spangler, Revelation: The Birth of a New Age, San Francisco
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David Spangler, Towards a Planetary Vision, Forres (Findhorn
Publications) 1977.
David Spangler, The New Age, Issaquah (The Morningtown Press) 1988.
David Spangler, The Rebirth of the Sacred, London (Gateway Books) 1988. Trad. esp. Emergencia. El renacimiento de lo sagrado,
Barcelona 1991.
9.2. Obras
históricas, descriptivas y analíticas
Christoph Bochinger, « New Age » und moderne Religion:
Religionswissenschaftliche Untersuchungen, Gütersloh (Kaiser) 1994.
Bernard Franck, Lexique du Nouvel-Age, Limoges (Droguet-Ardant) 1993.
Trad. Esp.: Diccionario de la
Nueva Era , Estella (Verbo Divino) 1994.
Hans Gasper, Joachim Müllerand Friederike Valentin, Lexikon der Sekten,
Sondergruppen und Weltanschauungen. Fakten, Hintergründe, Klärungen, edición
actualizada, Freiburg-Basel-Vienna (Herder) 2000. Véase, entre otros, los
artículos « New Age » por Christoph Schorsch,Karl R. Essmanny Medard Kehl,y «
Reinkarnation » por Reinhard Hümmel.
Manuel Guerra Gomez,
Diccionario enciclopédico de las Sectas, s.v. « Nueva Era », Madrid 1998,
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bibliografía.
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Notas
(1) Paul Heelas, The New Age Movement. The Celebration of the Self and
the Sacralization of Modernity. Oxford (Blackwell) 1966, p. 137.
(2) Cf. P. Heelas, op. cit., p. 164s.
(3) Cf. P. Heelas, op. cit., p. 173.
(4) Cf. Juan PabloII,
Carta Encíclica Dominum et vivificantem (18 de mayo de 1986), 53.
(5) Cf. Gilbert
Markuso.p., « Celtic Schmeltic » (1), en Spirituality, vol. 4,
noviembre-diciembre de 1998, no 21, pp. 379-383; y (2) en Spirituality, vol. 5,
enero-febrero de 1999, n. 22, pp. 57-61.
(6) Juan PabloII,
Cruzando el umbral de la esperanza, Barcelona (Plaza & Janés) 1994, pp.
103-104.
(7) Cf. especialmente Massimo Introvigne, New Age & Next Age, Casale
Monferrato (Piemme) 2000.
(8) M. Introvigne, op. cit., p. 267.
(9) Cf. Michel Lacroix, L'Ideologia della New Age, Milano (il Saggiatore)
1998, p. 86. La palabra « secta » se usa
aquí no en sentido peyorativo, sino más bien para denotar un fenómeno
sociológico.
(10) Cf. Wouter J. Hanegraaff, New Age Religion and Western Culture. Esotericism
in the Mirror of Secular Thought, Leiden-New York-Köln (Brill) 1996, p. 377 et
passim.
(11) Cf. Rodney Starkand William Sims Brainbridge, The Future of
Religion. Secularisation, Revival and Cult Formation, Berkeley (University of
California Press) 1985.
(12) Cf. M. Lacroix, op. cit., p. 8.
(13) El curso suizo «
Theologie für Laien » titulado Faszination Esoterik lo plantea con claridad.
Cf. « Kursmappe 1 – New Age und Esoterik », texto acompañado de diapositivas,
p. 9.
(14) El término ya aparece
en el título de The New Age Magazine,publicado por el Antiguo Rito Masónico
Escocés Aceptado en la jurisdicción meridional de los Estados Unidos de
América, remontándose a 1900. Cf. M. York,« The New Age Movement in Great Britain »,
en Syzygy. Journal of Alternative Religion and Culture, 1:2-3 (1992), Stanford
CA, p. 156, nota 6. La datación exacta y
la naturaleza del cambio a la
Nueva Era son interpretadas de maneras distintas según los
diferentes autores. Las estimaciones para tal fecha oscilan entre 1967 y 2376.
(15) A finales de
1977, Marilyn Fergusonenvió un cuestionario a 210 « personas comprometidas en
la transformación social », a los que también llama « Conspiradores de Acuario
». Es interesante lo que sigue: « Cuando se pedía a los encuestados que dieran
el nombre de los individuos cuyas ideas les habían influido, bien a través del
contacto personal, bien por medio de sus escritos, los más nombrados, por orden
de frecuencia, fueron: Pierre Teilhard de Chardin, C. G. Jung, Abraham Maslow, Carl
Rogers, Aldous Huxley, Roberto Assagioli y J. Krishnamurti. También aparecen
mencionados frecuentemente: Paul Tillich, Hermann Hesse, Alfred North
Whitehead, Martin Buber, Ruth Benedict, Margaret Mead, Gregory Bateson,
Tarthang Tulku, Alan Watts, Sri Aurobindo, Swami Muktananda, D. T. Suzuki,
Thomas Merton, Willis Harman, Kenneth Boulding, Elise Boulding, Erich Fromm,
Marshall McLuhan, Buckminster Fuller, Frederic Spiegelberg, Alfred Korzybski,
Heinz von Foerster, John Lilly, Werner Erhard, Oscar Ichazo, Maharishi Mahesh
Yoghi, Joseph Chilion Pearce, Karl Pribram, Gardner Murphy, y Albert Einstein
»: The Aquarian Conspiracy. Personal and Social Transformation in Our Time, Los
Angeles, (Tarcher) 1980, p. 50 (nota 1) y p. 434. (Trad. esp. La conspiración de Acuario.
Transformaciones personales y sociales en este fin de siglo, Barcelona [Kairós]
1985).
(16) W.J. Hanegraaff , op. cit., p. 520.
(17) Comisión Teológica Irlandesa, A New Age of Spirit? A Catholic
Response to the New Age Phenomenon, Dublín 1994, capítulo 3.
(18) Cf. La
estructura de las revoluciones científicas, México, FCE, 1995.
(19) Cf. Alessandro Olivieri Pennesi, Il Cristo del New Age. Indagine critica, Ciudad del Vaticano (Librería
Editrice Vaticana) 1999, passim, pero especialmente las pp. 11-34. Véase
también la sección 4 más abajo.
(20) Merece la pena
recordar la letra de esta canción, que se grabó inmediatamente en las mentes de
toda una generación, tanto en Norteamérica como en Europa occidental: « When
the Moon is in the Seventh House, and Jupiter aligns with Mars, then Peace will
guide the Planets, and Love will steer the Stars. This is the dawning of the
Age of Aquarius... Harmony and understanding, sympathy and trust abounding; No
more falsehoods or derision –golden living, dreams of visions, mystic crystal
revelation, and the mind's true liberation. Aquarius... ».
(« Cuando la Luna esté en la Séptima Casa , y
Júpiter se alinee con Marte, entonces la
Paz guiará a los Planetas, y el Amor conducirá a las
Estrellas. Es el amanecer de la
Era de Acuario... Abundarán la armonía y la comprensión, la
simpatía y la confianza, no habrá más engaños ni más burlas: una vida dorada,
sueños de visiones, una revelación mística cristalina, y la auténtica
liberación de la mente. Acuario... »).
(21) Paul Heelas, op.
cit., p. 1 y s. La publicación de agosto de 1978 de la Coalición Cristiana
de Berkeley lo expresa de este modo: « Hace exactamente diez años la
espiritualidad “funky” a base de drogas de los hippies y la mística de los
yogis occidentales se limitaban a la contracultura. Hoy día, ambas se han
abierto camino en la corriente fundamental de nuestra mentalidad cultural. La
ciencia, las profesiones de la salud, las artes, por no mencionar la psicología
y la religión, están todas comprometidas en una reconstrucción fundamental de
sus premisas básicas ». Citado en Marilyn Ferguson, The Aquarian Conspiracy.
Personal and Social Transformation in Our Time, Los Angeles (Tarchner) 1980, p.
370 y ss.
(22) Cf. Chris Griscom, Ecstasy is a New Frequency: Teachings of the
Light Institute, New York, (Simon & Schuster) 1987, p. 82.
(23) Véase el
Glosario de términos, § 7.2 Glosario selecto.
(24) Cf. W.J. Hanegraaff, op. cit. capítulo 15 (« The Mirror of Secular
Thought »). El sistema de
correspondencias está heredado claramente del esoterismo tradicional, pero
tiene un significado nuevo para quienes siguen (conscientemente o no) a
Swedenborg. Mientras que para la doctrina esotérica tradicional cada elemento
natural poseía en su interior la vida divina, para Swedenborg la naturaleza es
un reflejo muerto del mundo espiritual vivo. Esta idea está muy metida en el
corazón de la visión posmoderna de un mundo desencantado y en los diversos
intentos por « re-encantarlo ». Blavatsky rechazó las correspondencias y Jung
relativizó fuertemente la causalidad a favor de la cosmovisión esotérica de las
correspondencias.
(25) W.J. Hanegraaff, op. cit., pp. 54-55.
(26) Cf. Reinhard Hümmel,« Reinkarnation », en Hans Gasper,Joachim
Müller, Friederike Valentin(eds.), Lexikon der Sekten, Sondergruppen und
Weltanschauungen. Fakten, Hintergründe, Klärungen, Freiburg-Basel-Wien (Herder)
2000, pp. 886-893.
(27) Michael Fuss,« New Age and Europe. A Challenge for Theology », en
Mission Studies Vol. VIII-2, 16, 1991,
p. 192.
(28) Ibid., loc. cit.
(29) Ibid., p. 193.
(30) Ibid., p. 199.
(31) Congregación
para la Doctrina
de la Fe , Carta a
los Obispos de la Iglesia
católica sobre algunos aspectos de la meditación cristiana (Orationis Formas),
1989, 14. Cf. Gaudium et Spes, 19; Fides et Ratio, 22.
(32) W.J. Hanegraaff, op. cit., p. 448s. Los objetivos están citados según la versión definitiva (1896); las
versiones anteriores subrayaban la irracionalidad del « fanatismo » y la
urgencia de promover una educación no sectaria. Hanegraaff cita la descripción
que hace J. Gordon Meltonde la religión de la Nueva Era como enraizada
en la tradición « oculto-metafísica » (ibid., p. 455).
(33) W.J. Hanegraaff, op. cit., p. 513.
(34) Thomas M. KingSJ, « Jung and Catholic Spirituality », en America, 3
de abril de 1999, p. 14. El autor señala
que los devotos de la Nueva
Era « citan pasajes que tratan del I Ching, la astrología y
el Zen, mientras que los católicos citan pasajes que tratan de los místicos
cristianos, la liturgia y el valor psicológico del sacramento de la
reconciliación » (p. 12). También incluye una lista de personalidades e
instituciones espirituales claramente inspiradas y guiadas por la psicología de
Jung.
(35) Cf. W.J. Hanegraaff, op. cit., p. 501s.
(36) C. J. Jung, Wandlungen und Symbole der Libido, citado en
Hanegraaff, op. cit., p. 503.
(37) Sobre este punto, cf. Michael Schooyans, L'Évangile face au
désordre mondial, con un prefacio del Cardenal Joseph Ratzinger,París (Fayard)
1997.
(38) Citado en The True and the False New Age. Introductory Ecumenical Notes, de la Comunidad Maranatha ,
Manchester (Maranatha) 1933, 8.10; no se especifica la numeración original de
las páginas.
(39) Michel Lacroix, L'Ideologia della New Age, Milán (il Saggiatore) 1998,
pp. 84ss.
(40) Cf. el apartado
sobre las ideas de David Spangleren Actualité des religions n. 8, septembre
1999, p. 43.
(41) M. Ferguson,
op.cit., p. 407.
(42) Ibid., p. 411.
(43) « Ser americano...
es precisamente imaginar un destino más que heredarlo. Siempre hemos sido
habitantes del mito más que de la historia »: Leslie Fiedler,citado en M.
Ferguson, op. cit., p. 142.
(44) Cf. P. Heelas, op. cit., p. 173s.
(45) David Spangler, The New Age, Issaquah (Morningtown Press) 1988, p.
14.
(46) P. Heelas, op.
cit., p. 168.
(47) Véase el
prefacio al libro de Michel Schooyans, L'Évangile face au désordre mondial,
escrito por el Cardenal Joseph Ratzinger, París (Fayard) 1997. La cita está traducida
del italiano, Il nuovo disordine mondiale, Cinisello Balsamo (San Paolo) 2000,
p. 6.
(48) Cf. Our Creative Diversity. Report of the World Commission on Culture
and Development, París (UNESCO) 1995, que ilustra la importancia que se
confiere a la celebración y promoción de la diversidad.
(49) Cf. Christoph Bochinger, «New Age » und moderne Religion:
Religionswissenschaftliche Untersuchungen, Güttersloh (Kaiser) 1994,
especialmente el capítulo 3.
(50) Las limitaciones
de estas técnicas que, sin embargo, no son oración se discuten más adelante, §
3.4. Mística
cristiana y mística Nueva Era.
(51) Cf. Carlo Maccari, « La ‘mistica cosmica' del New Age » ,en Religioni
e Sette nel Mondo 19962.
(52) Jean Vernette, « L'avventura spirituale dei figli dell'Acquario », en
Religioni e Sette nel Mondo 19962, p. 42s.
(53) J. Vernette, loc. cit.
(54) Cf. J. Gordon Melton, New Age Encyclopedia, Detroit (Gale Research)
1990, pp. xiii-xiv.
(55) David Spangler, The Rebirth of the Sacred, Londres (Gateway Books)
1984, p. 78s.
(56) David Spangler, The New Age, Issaquah (Morningtown Press) 1988, p.
13s.
(57) Juan PabloII,
Carta apostólica Tertio Millenio Adveniente (10 de noviembre de 1994), 9.
(58) Matthew Fox, The Coming of the Cosmic Christ. The Healing of Mother
Earth and the Birth of a Global Renaissance, San Francisco (Harper & Row)
1988, p. 135.
(59) Cf. el documento
publicado por el Comité para la
Cultura de la Conferencia Episcopal
Argentina Frente a una Nueva Era. Desafío a la pastoral en el horizonte de la Nueva Evangelización ,
1993.
(60) Congregación
para la Doctrina
de la Fe ,
Orationis Formas, 23.
(61) Ibid., 3. Véanse
las secciones sobre la meditación y la oración contemplativa en Catecismo de la Fe Cristiana ,
2705-2719.
(62) Cf. Orationis Formas, 13.
(63) Cf. Brendan Pelphrey, «I said, You are Gods. Orthodox Christian
Theosis and Deification in the New Religious Movements» en Spirituality East
and West, Pascua 2000 (N. 13).
(64) Adrian Smith, God and the Aquarian Age. The new era of the Kingdom,
Great Wakering (Mc Crimmons) 1990, p. 49.
(65) Cf. Benjamín Creme, The Reappearance of Christ and the Masters of
Wisdom, Londres (Tara Press) 1979, p. 116.
(66) Cf. Jean Vernette, Le New Age, París, (P.U.F.) 1992 (Collection
Encyclopédique Que sais-je?), p. 14.
(67) Catecismo de la
Iglesia Católica , 52.
(68) Cf. Alessandro Olivieri Pennesi,Il Cristo del New Age. Indagine Critica, Ciudad del Vaticano (Librería
Editrice Vaticana) 1999, especialmente las páginas 13-34. La lista de puntos
comunes está en la p. 33.
(69) Credo de
Nicea-Constantinopla.
(70) Michel Lacroix, L'Ideologia della New Age, Milán (Il Saggiatore) 1998,
p. 74.
(71) Ibid., p. 68.
(72) Edwin Schur, The Awareness Trap. Self-Absorption instead of Social
Change, Nueva York (McGraw Hill) 1977, p. 68.
(73) Cf. Catecismo de
la Iglesia Católica ,
355-383.
(74) Cf. Paul Heelas, The New Age Movement. The Celebration of the Self
and the Sacralization of Modernity, Oxford (Blackwell) 1996, p. 161.
(75) A Catholic
Response to the New Age Phenomenon, Comisión Teológica Irlandesa 1994, capítulo
3.
(76) Congregación
para la Doctrina
de la Fe ,
Orationis Formas, 3.
(77) Ibid., 7.
(78) William Bloom, The New Age. An Anthology of Essential Writings,
Londres (Rider) 1991, p. xvi.
(79) Catecismo de la Iglesia Católica ,
387.
(80) Ibid., 1849.
(81) Ibid., 1850.
(82) Juan PabloII,
Carta Apostólica Salvifici doloris sobre el sufrimiento humano (11 de febrero
de 1984), 19.
(83) Cf. David Spangler, The New Age, op. cit., p. 28.
(84) Cf. Juan
PabloII, Carta Encíclica Redemptoris Missio (7 de diciembre de 1990) 6, 28, y la Declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe Dominus Jesus (6 de
agosto de 2000), 12.
(85) Cf. R. Rhodes, The Counterfeit Christ of the New Age Movement,
Grand Rapids (Baker) 1990, p. 129.
(86) Helen Bergino.p., «Living One's Truth», en The Furrow, Enero 2000,
p. 12.
(87) Ibid., p. 15.
(88) Cf. Paul Heelas, op. cit., p. 138.
(89) Elliot Miller, A Crash Course in the New Age. Eastbourne (Monarch)
1989, p. 122. Para una documentación sobre la postura vehementemente
anticristiana del espiritismo, cf. R. Laurence Moore, « Spiritualism », en
Edwin S. Gaustad(ed.), The Rise of Adventism: Religion and Society in
Mid-Nineteenth-Century America, Nueva York 1974, pp. 79-103, y también R. Laurence
Moore, In Search of White Crows: Spiritualism, Parapsychology, and American
Culture, Nueva York (Oxford University Press) 1977.
(90) Cf. Juan
PabloII, Carta encíclica Fides et Ratio (14 de septiembre de 1998), 36-48.
(91) Cf. Juan
PabloII, Alocución a los Obispos Norteamericanos de Iowa, Kansas, Missouri y
Nebraska en su visita «ad limina», 28 de mayo de 1993.
(92) Cf. Juan
PabloII, Exhortación Apostólica Post-Sinodal Ecclesia in Africa, 103. El
Consejo Pontificio para la
Cultura ha publicado un guía que contiene una lista de estos
centros en todo el mundo: Centros Culturales Católicos (3a edición, Ciudad del
Vaticano, 2001).
(93) Cf. Congregación
para la Doctrina
de la Fe ,
Orationis Formas, y § 3 supra.
(94) Ésta es un campo
donde la falta de información puede desorientar a los responsables de la
educación a causa de los grupos cuya verdadero programa es contrario al mensaje
del Evangelio. Es el caso particularmente de los colegios y escuelas, donde los
jóvenes, llenos de curiosidad y obligados a escuchar constituyen una presa
fácil y un objetivo ideal para el comercio ideológico. Cf. la llamada de
atención en Massimo Introvigne, New Age & Next Age, Casale Monferrato
(Piemme) 2000, p. 277s.
(95) Cf. J. Badewien,Antroposofia, en H. Waldenfels(ed.) Nuovo Dizionario
delle Religioni, Cinisello Balsamo (san Paolo) 1993, p. 41.
(96) Cf. Raúl Berzosa
Martínez,Nueva Era y Cristianismo, Madrid (BAC) 1995, p. 214.
(97) Helen Palmer,
The Enneagram, Nueva York (Harper-Row) 1989.
(98) Cf. el documento
del Comité para la Cultura
de la
Conferencia Episcopal Argentina, op. cit.
(99) 2 J. Gernet, en J.-P. Vernantet al., Divination et
Rationalité,París (Seuil) 1974, p. 55.
(100) Cf. Susan Greenwood, « Gender and Power in Magical Practices, en
Steven Sutcliffey Marion Bowman(eds.), Beyond New Age. Exploring Alternative
Spirituality, Edinburgo (Edinburgh University Press) 2000, p. 139.
(101) Cf. M. Fuss, op. cit., pp. 198-199.
(102) Cf. C. Maccari, La “New Age” di fronte alla fede cristiana,
LeumannTorino (LDC) 1994, p.168.
(103) Cf. W.J. Hanegraaff, op. cit., pp. 283-290.
(104) Para un estudio breve pero esclarecedor del Movimiento del
Potencial Humano, véase Elizabeth Puttik,« Personal Development: the Spiritualisation
and Secularisation of the Human Potential Movement », en Steven Sutcliffey
Marion Bowman(eds.), Beyond New Age. Exploring Alternative Spirituality,
Edinburgo (Edinburgh University Press) 2000, pp. 201-219.
(105) Sobre este último punto, sumamente delicado, véase el artículo «
Neonazismus » de Eckhard Türken Hans Gasper, Joachim Müller, Friederike
Valentin(eds.), Lexikon der Sekten, Sondergruppen und Weltanschauungen. Fakten,
Hintergründe, Klärungen, Freiburg-Basel-Wien (Herder) 2000, p. 726.
(106) Cf. John Saliba, Christian Responses to the New Age Movement. A
Critical Assessment, London (Geoffrey Chapman) 1999, p. 1.
(107) Cf. M. Fuss, op. cit., pp. 195-196.
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