Comunicado del
Observatorio:
Está próximo a
concluir el proceso parlamentario de la llamada ley "sobre la
homofobia". Esta ley llegará el 22 de julio a Montecitorio, y aquí se
corre el riesgo de que, entre las emergencias económicas y las polémicas
políticas, se apruebe en el silencio general. Silencio que lamentablemente ha
marcado también al mundo católico. Sin embargo, afortunadamente en estos días
se han despertado algunos grupos y organizaciones que han empezado a recoger
firmas en contra de la ley. Nuestro Observatorio se adhiere a estas
iniciativas.
Las noticias
procedentes de Europa, donde leyes similares ya están en vigor, son alarmantes.
Decir que la familia es sólo aquella entre un hombre y una mujer puede ser
calificado como homofobia y ser causa de persecución. La lectura en público del
libro del Génesis sobre la creación del hombre y la mujer, o los pasajes de San
Pablo sobre la inmoralidad del acto homosexual podrían ser considerados un
delito. Enseñar en la escuela que la familia es una sola podría ser declarado
discriminatorio por promover el odio homofóbico. Esta ley, interpretando
ideológicamente los derechos, obliga al reconocimiento público de algo que no
necesita reconocimiento público y, al hacerlo, restringe la libertad. Y esta
libertad de opinión y de religión también forma parte de los derechos a los que
la ley misma apela.
Nos enfrentamos así a
un panorama de presión cuando no de persecución. Se ven obligados a negar las
evidencias y las diferencias y las conciencias están llamadas a tomar una
decisión, pagando probablemente un costo cada vez más pesado, entre la verdad y
la ley del Estado. Nunca había sucedido que los regímenes democráticos se
convirtieran en expresión de una ideología opresiva y violenta como en este
caso.
Este problema afecta
a todos, porque es una cuestión de libertad, de conciencia y de razón.
Demasiado obvia la estrategia de apoyarse en la lucha contra la discriminación
para aplicar una discriminación mayor. Demasiado evidentes los enormes recursos
puestos en juego, la convergencia de los poderes fuertes en esta política de
negación de la libertad, la convergencia sinérgica y programada de grandes
medios de comunicación y grupos de presión político sociales y culturales.
El escenario, con
todos sus peligros, está delante de todos. Los católicos, sin embargo, lo toman
en cuenta de manera particular, porque están apoyados y guiados, además que por
la razón, por la Palabra
de Dios, y por las repetidas enseñanzas de la Iglesia y las afirmaciones
del Catecismo. Nada de todo esto ha cambiado desde el 2007 cuando los obispos
italianos, y antes que ellos, los dicasterios pontificios, aclararon este tema
de manera doctrinal y ética.
Osservatorio
Internazionale Cardinale Van Thuân, 17-7-13
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