ideas confusas en
el Vaticano
Riccardo Cascioli
Brújula cotidiana,
19-10-2022
Depuración de la
Junta Directiva de las personalidades vinculadas a las raíces de la Academia
Pontificia para la Vida (APV) e inserción entre los miembros ordinarios de
otras personalidades que nada tienen que ver con la defensa de la vida. Así, la
“nueva” Academia Pontificia para la Vida corta aún más los puentes con el
pasado y crea un curioso antagonismo con el Dicasterio para los Laicos, la
Familia y la Vida.
Los nuevos
nombramientos, anunciados el 15 de octubre, causaron ruido sobre todo por la
presencia entre los miembros ordinarios de la economista ítalo-estadounidense
Mariana Mazzucato, definida como atea, proaborto y vinculada al Foro Económico
de Davos. Pero los
nombramientos más graves para el futuro de la APV son otros. Cierto, el
escándalo por el nombramiento de Mazzucato es comprensible, dado el currículum
de la economista; pero desde que monseñor Vincenzo Paglia asumió la dirección
de la PAV, ser contrario al aborto, la a anticoncepción, a la fecundación
artificial, a la eutanasia, ya no es un requisito para sentarse en el organismo
creado por Juan Pablo II para defender la vida.
Si bien en esta
nueva concepción la defensa de la vida ha ampliado los confines para abrazar
ahora todo lo que tiene que ver con la vida humana -desde las migraciones hasta
la defensa del medio ambiente-, prácticamente ha desaparecido el vínculo
profundo que existe entre la defensa de la vida desde la concepción hasta la
muerte natural y el respeto a la dignidad humana en todas las demás
circunstancias de la vida. De esta manera, se hace posible el nombramiento de
personalidades proaborto en la APV, en nombre de su competencia en algunos sectores
específicos.
Los primeros
nombramientos de la gestión Paglia, realizados en 2017, ya habían suscitado
fuertes reacciones; ahora, con el nombramiento de Mazzucato, seguimos por el
mismo camino. En este caso tenemos a una economista de renombre internacional,
que además fue asesora en economía del entonces primer ministro Giuseppe Conte,
muy cercana al presidente del Foro Económico de Davos (WEF, World Economic
Forum); por tanto, teórica del Gran Reset al igual que de la transición
ecológica (en un tuit reciente pedía un “bloqueo climático”). En sus libros y
ensayos defiende con fuerza la necesidad de un Estado empresarial.
Al Papa Francisco
le gusta por sus tesis a favor del llamado “capitalismo inclusivo” y de hecho
también fue protagonista en el reciente encuentro en Asís sobre la “Economía de
Francisco”, dirigiendo un seminario sobre finanzas. Pero lleva tiempo
circulando en el círculo católico, tanto que también fue invitada al “Meeting”
de Rímini en 2020. Por lo tanto, no es una sorpresa, dados los precedentes de
otros gurús laicos y ateos que dictan la ley en el Vaticano, que a un cierto
punto Mazzucato también fue enfilada en algún organismo dependiente de la Santa
Sede.
Pero ¿por qué
exactamente en la APV? ¿Qué tienen que ver una economista y los discursos sobre
el capitalismo con los temas relacionados con la vida? Mazzucato también está
entre los colaboradores de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas para el
desarrollo sostenible, y Monseñor Paglia evidentemente cree que sus principios
sobre la economía inclusiva sean útiles en la perspectiva de señalar el camino
para una redistribución de los recursos sanitarios a favor de los países
pobres.
Sin embargo, queda
la pregunta: ¿cómo es posible pensar que el derecho al aborto (un tuit de
Mazzucato rechazaba la decisión de la Corte Suprema de EE. UU. que revocó Roe
vs. Wade) sean compatible con políticas para la vida en sectores específicos,
incluida la salud?
Pregunta que
probablemente otros miembros de la PAV se han hecho en los últimos años, y es
así como las voces más críticas contra la gestión de Paglia han desaparecido de
la nueva Junta Directiva, mientras que entre los miembros ordinarios ha sido
cancelado monseñor Alberto Germán Bochatey, obispo auxiliar de La Plata
(Argentina). Bochatey es un gran experto en Bioética, discípulo del cardenal
Elio Sgreccia que durante 14 años estuvo al frente de la PAV. Tampoco fue
renovado como miembro ordinario Alain Lejeune, profesor de derecho
farmacéutico, que también es fiel al legado del cardenal Sgreccia.
Pero volviendo a
la Junta Directiva, el Papa Francisco recortó a las personalidades que en los
últimos años habían impugnado la “Línea Paglia”: el profesor Adriano Pessina,
director del Centro de Bioética de la Universidad Católica de Milán; y la Dra.
Mónica López Barahona, presidenta de la Delegación española de la Fundación
Jérôme Lejeune, además de directora de la Cátedra de Bioética en Madrid, Jérôme
Lejeune. Ambas quedan como meros miembros ordinarios. En cambio, una pequeña
polémica se refiere a la profesora Gabriella Gambino, profesora de Bioética en
la Universidad de Tor Vergata (Roma) y subsecretaria del Dicasterio para los
Laicos, la Familia y la Vida: desaparecida de la lista presentada, pero miembro
de derecho de la Junta Directiva, como delegada del Dicasterio. ¿Simple olvido
o hay otra cosa?
En todo caso, el
sentido de las exclusiones es claro: sobre Monseñor Paglia, se habían quejado
reiteradamente de la forma autoritaria de proceder, tomando iniciativas y
posiciones no compartidas por la Junta Directiva o que la Junta desconocía. Y
obviamente no compartían el nuevo rumbo y las aperturas en temas de bioética
-como los recientes sobre anticoncepción, FIV y eutanasia- que trastornan los
criterios de la teología moral.
Los nuevos
nombramientos marcan, por tanto, una nueva aceleración hacia una concepción
reducida de la vida y de su valor, que aleja a la Pontificia Academia para la
Vida también de la línea del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida
que, aun con todas sus limitaciones, mantiene un enfoque tradicional, como lo
muestra el reciente documento para preparar a las parejas de novios al
matrimonio. La enésima contradicción de este pontificado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario