Padre Jordi Rivero
Responsabilidad
social
Los católicos debemos
participar en la política como ciudadanos responsables, por el bien de todos.
La solución a la corrupción no es abandonar la
política sino participar en ella con principios cristianos. Jesús nos
dijo que somos sal y luz del mundo. Esto debe aplicar primero a nuestra vida
pero, si esta es auténtica, se manifiesta también en la política. La sal
preserva de la corrupción, la luz permite que se vea la verdad.
Es necesario formarse
en la fe y la doctrina social de la
Iglesia para discernir sin dejarse seducir por las pasiones y
las mentiras que se presentan en las campañas electorales. (Cf. Gaudium es
Spes, 43). Es sorprendente como la propaganda de los medios engaña a la gente,
como creemos las cosas solo porque se repiten. Debemos examinar objetivamente
como los candidatos han actuado en el pasado.
Hay una jerarquía de
valores. El valor principal es el respeto a la vida humana. Si un candidato
favorece el aborto o la eutanasia, no respeta al ser humano y no se debe votar
por él aunque en otros aspectos parezca bueno. Los derechos humanos forman
parte de la ley natural, la cual es accesible a la razón cuando se busca con sincero
corazón. Toda autoridad legítima
procede de Dios y debe someterse totalmente a Dios. Cuidado que no sea solo de
palabra sino que en efecto demuestre coherencia con la moral.
Ningún gobierno,
partido o político se puede confundir con el Reino de Dios. Cuidado con los
mesianismos políticos, que se presentan como salvadores de la humanidad. "Ningún partido representa a la Iglesia y los católicos
pueden militar o dar su voto libremente al partido o al candidato que mejor
responda a sus convicciones personales, con tal de que sean compatibles con la
ley moral natural y que sirvan sinceramente al bien común de la sociedad.
Nuestra misión, en cambio, ha de ser la de orientar con los principios éticos
de la doctrina social cristiana sobre los derechos y deberes políticos de los
fieles laicos, ayudando a formar una conciencia social." (obispos mexicanos ¡Votemos con
Responsabilidad!)
Evitar:
1- Apasionarse o
preferir la afiliación política por encima de la razón y la moral.
2- Un concepto
teocrático de la política. Cardinal Ratzinger: «La justa profanidad de la
política excluye la teocracia»
La doctrina social de
la Iglesia expone las obligaciones de los gobernantes y
de los ciudadanos de promover y defender todos los derechos humanos (el mas
fundamental es el derecho a la vida) y buscar el bienestar de todos. Que nadie
esté por encima de la ley y nadie fuera de su amparo.
Examinar la verdad. Se deben estudiar las propuestas antes de apoyarlas. Hablar es fácil,
obrar en la verdad cuesta la vida. Hay que buscar la verdad con la mayor
objetividad posible. Más que basarse en lo que dicen los políticos, hay que
analizar lo que han hecho para ver si son coherentes, íntegros y honestos. El malvado siempre disfraza sus intenciones
con argumentos hermosos.
Evitar la demagogia.
Los políticos saben qué teclas tocar para encender las emociones, muchas veces
irresponsablemente. Cuidado con la manipulación de los sentimientos hacia la
patria, la raza, el sufrimiento de los pobres, la libertad, etc. Con frecuencia
se crea un mito en torno a un político o se destruye su reputación basado en la
repetición de falacias. El cristiano no se debe llevar por las emociones ni por
la fiebre que incita a las masas. No debe dejarse engañar por promesas. La
prosperidad de los pueblos requiere un largo proceso de construcción y
fortalecimiento de un sistema de gobierno, de educación, de trabajo, etc. bajo
un estado de derecho que proteja justamente a todos los ciudadanos. Esto no se
consigue con la demagogia. Hay que estar preparado para tomar opciones que no
sean populares pero que sean justas. Recordemos como Jesucristo fue condenado
por las masas porque matarlo "era conveniente".
El fin no justifica los medios. Nunca será aceptable utilizar un medio en sí mismo
perverso para lograr un bien. Por eso debemos condenar, por ejemplo, el
terrorismo, el aborto, el secuestro, la mentira y la difamación.
Ordenar las prioridades. El bien común debe estar por encima de intereses
personales. Al mismo tiempo no se deben violar los derechos naturales de
ninguna persona. No se debe votar por quien viola la ley natural aunque por
otra parte tenga buenas propuestas. Un católico no debe votar por candidatos
que favorecen la inmoralidad, tal como es, por ejemplo, el aborto. En casos, como ocurre con frecuencia, en que
todos los candidatos carecen de una clara posición moral que cubra todos los
campos, el votante debe decidirse por el que al menos promueva los valores
fundamentales.
Obligación de participar en la política. En una democracia los gobernantes son elegidos por
el voto popular. Por eso todo ciudadano tiene la responsabilidad de votar
habiendo seriamente estudiado los temas y conocido la posición de los
candidatos. Un católico no puede eludir su responsabilidad civil ya que eso
sería cederle el paso al mal. El hecho de que haya mucha corrupción en la
política no exonera al cristiano de su responsabilidad. Más bien le debe retar
a trabajar por un mundo mejor. El que no vota o vota sin atención a las leyes
de Dios es culpable de los resultantes males.
“Los fieles laicos de ningún modo pueden abdicar de la participación en
la política” (Vaticano II, Ch L 42).
La libertad.
La libertad es un don que conlleva una gran responsabilidad. Como católicos
estamos comprometidos a ejercer nuestra libertad siempre para hacer el bien y
nunca para violar los derechos ajenos.
« Hay que obedecer a
Dios antes que a los hombres » (Hch 5, 29)
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