“Cavernario”,
“crasa ignorancia”, “barbarie”, “troglodita”, “exabruptos homófonos”,
“atrasados e incultos”, “sandeces”, son las palabras con las que el señor mario
Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura, en su artículo Para salir de la barbarie, del 21 de abril, se ha referido quienes
se oponen a un proyecto de ley de unión civil entre personas del mismo sexo en
Perú, en especial contra un comunicado de la Conferencia Episcopal
Peruana y el “inefable” arzobispo primado de Lima, el cardenal Cipriani.
No
obstante calificarse como “no creyente” y “agnóstico”, el autor expresa su
esperanza de posibles “reformas profundas” sobre este tema “en el seno de la Iglesia , sobre la base de
los primeros gestos, declaraciones e iniciativas del nuevo pontífice”.
Vargas
Llosa no puede ignorar que la ley de la Iglesia no puede cambiar con los tiempos, no es
de la época de las cavernas, ni de los trogloditas, sino eterna, inmutable e
infinitamente perfecta, como infinitamente perfecto, eterno e inmutable es su
autor, inculcada en los corazones de los hombres y luego revelada en el Antiguo
y el Nuevo Testamento y la tradición apostólica. Por ello, los obispos del
Perú, como sucesores de los apóstoles, no han tenido otra alternativa que
cumplir con el mandato de nuestro Señor Jesucristo. Según enseña la Sagrada Escritura ,
ent4re otros innumerables pasajes: “No te echarás con varón como con mujer, es
abominación” (Lev 18-22).
Félix
Esteban Dufourq
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