domingo, 10 de junio de 2018

El Papa agradece a Gutierrez




Por Carlos Esteban
Infovaticana, | 09 junio, 2018

En su 90 cumpleaños, el sacerdote y teólogo Gustavo Gutiérrez ha recibido una cariñosa felicitación del Papa en la que Francisco le agradece su “contribución a la Iglesia y a la humanidad”. ¿Cuál?

Que Su Santidad mande una cariñosa carta de felicitación a un sacerdote por su 90 cumpleaños es noticia, aunque solo sea porque no es algo que haga habitualmente con todos los sacerdotes longevos, pero una noticia menor. Más significativo, en cambio, es cuando este sacerdote especialmente elegido es Gustavo Gutiérrez, ‘padre’ de la Teología de la Liberación.

La carta es esta:

“Estimado hermano:

Con motivo de tu 90 cumpleaños, te escribo para felicitarte y pasa asegurarte mi oración en este momento significativo de tu vida.

Me uno a tu acodo de gracias a Dios, y también a ti te agradezco por cuanto has contribuido a la Iglesia y a la humanidad, a través de tu servido teológico y de tu amor preferencial por los pobres y los descartados de la sociedad. Gracias por todos tus esfuerzos y por tu forma de interpelar la conciencia de cada uno, para que nadie quede indiferente ante el drama de la pobreza y la exclusión.

Con estos sentimientos, te animo a que sigas con tu oración y tu servicio a los demás, dando testimonio de la alegría del Evangelio.

Y, por favor, te pido que reces por mi.

Que Jesús te bendiga y la Virgen Santa te cuide”.
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No es que sea el primer detalle de Francisco con Gutiérrez, con quien Su Santidad se reunió en la Nunciatura Apostólica de Lima durante su último viaje a Perú, donde vive el nonagenario teólogo.

Tampoco es que le hayan faltado buenos amigos en la Curia de Francisco, presentes o pasados. En febrero de 2015, por ejemplo, nada menos que el entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y hoy cada vez más distante de este pontificado, el Cardenal Gerhard Müller, invitó a Gutiérrez -con quien es coautor de un libro- a hablar en el Vaticano.

Müller hizo en su momento un ‘lavado de imagen’ de este curioso movimiento teológico que dominó la acción eclesial en Latinoamérica durante décadas, asegurando que “está basada en una teología de la palabra y no es una ideología humana”.

En esto hay que decir que el cardenal alemán disiente de San Juan Pablo II, que aprovechó diversas ocasiones para señalar que la teoría marxista había tenido una influencia decisiva -y nefasta- en la obra de Gutiérrez y sus seguidores.

Según el propio Gutierrez, Ratzinger sí “entendía” la Teología de la Liberación, y se la intentó explicar al entonces Papa Juan Pablo.

Y es cierto que Benedicto, como indicó en su momento Gutiérrez, contribuyó a organizar un encuentro de obispos lationoamericanos para discutir la cuestión en Aparecida, Brasil, en 2007, donde el actual Papa fue ponente.

Pero esa interpretación de Gutiérrez se compadece mal con la instrucción que Joseph Ratzinger, en su condición de prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, hizo pública en 1984 sobre los peligros de este movimiento. En ella, el que luego fuera Papa Benedicto XVI advierte: “Conceptos adaptados acríticamente de la ideología marxista y el recurso a tesis de una hermenéutica bíblica marcadas por el racionalismo constituyen la base de la nueva interpretación que está corrompiendo lo que pudiera haber de auténitoc en el generoso compromiso inicial a favor de los pobres”.

El texto sigue explicando la “desastrosa confusión” del ‘pobre’ de que habla la Escritura con el ‘proletariado’ de acepción marxista, pervirtiendo el significado cristiano y transformando la lucha por los derechos del pobre en lucha de clases. “Para ellos, la ‘Iglesia de los pobres’ significa la Iglesia de la clase que ha tomado consciencia de los requisitos de la lucha revolucionaria como paso hacia la liberación y la cual celebra esta liberación en su liturgia”.

Después de leer las palabras del predecesor de Francisco uno entiende que el actual pontífice se complazca en ser llamado “revolucionario”, aunque la referencia, para otros sectores de la Iglesia, puede resultar más ominosa.

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