Por Carlos Esteban
Infovaticana, | 09 junio, 2018
En su 90 cumpleaños, el sacerdote y teólogo Gustavo
Gutiérrez ha recibido una cariñosa felicitación del Papa en la que Francisco le
agradece su “contribución a la Iglesia y a la humanidad”. ¿Cuál?
Que Su Santidad mande una cariñosa carta de
felicitación a un sacerdote por su 90 cumpleaños es noticia, aunque solo sea
porque no es algo que haga habitualmente con todos los sacerdotes longevos,
pero una noticia menor. Más significativo, en cambio, es cuando este sacerdote
especialmente elegido es Gustavo Gutiérrez, ‘padre’ de la Teología de la
Liberación.
La carta es esta:
“Estimado hermano:
Con motivo de tu 90 cumpleaños, te escribo para
felicitarte y pasa asegurarte mi oración en este momento significativo de tu
vida.
Me uno a tu acodo de gracias a Dios, y también a ti te
agradezco por cuanto has contribuido a la Iglesia y a la humanidad, a través de
tu servido teológico y de tu amor preferencial por los pobres y los descartados
de la sociedad. Gracias por todos tus esfuerzos y por tu forma de interpelar la
conciencia de cada uno, para que nadie quede indiferente ante el drama de la
pobreza y la exclusión.
Con estos sentimientos, te animo a que sigas con tu
oración y tu servicio a los demás, dando testimonio de la alegría del
Evangelio.
Y, por favor, te pido que reces por mi.
Que Jesús te bendiga y la Virgen Santa te cuide”.
..............
No es que sea el primer detalle de Francisco con
Gutiérrez, con quien Su Santidad se reunió en la Nunciatura Apostólica de Lima
durante su último viaje a Perú, donde vive el nonagenario teólogo.
Tampoco es que le hayan faltado buenos amigos en la
Curia de Francisco, presentes o pasados. En febrero de 2015, por ejemplo, nada
menos que el entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y
hoy cada vez más distante de este pontificado, el Cardenal Gerhard Müller,
invitó a Gutiérrez -con quien es coautor de un libro- a hablar en el Vaticano.
Müller hizo en su momento un ‘lavado de imagen’ de
este curioso movimiento teológico que dominó la acción eclesial en
Latinoamérica durante décadas, asegurando que “está basada en una teología de
la palabra y no es una ideología humana”.
En esto hay que decir que el cardenal alemán disiente
de San Juan Pablo II, que aprovechó diversas ocasiones para señalar que la
teoría marxista había tenido una influencia decisiva -y nefasta- en la obra de
Gutiérrez y sus seguidores.
Según el propio Gutierrez, Ratzinger sí “entendía” la
Teología de la Liberación, y se la intentó explicar al entonces Papa Juan
Pablo.
Y es cierto que Benedicto, como indicó en su momento
Gutiérrez, contribuyó a organizar un encuentro de obispos lationoamericanos
para discutir la cuestión en Aparecida, Brasil, en 2007, donde el actual Papa
fue ponente.
Pero esa interpretación de Gutiérrez se compadece mal
con la instrucción que Joseph Ratzinger, en su condición de prefecto de la
Congregación para la Doctrina de la Fe, hizo pública en 1984 sobre los peligros
de este movimiento. En ella, el que luego fuera Papa Benedicto XVI advierte:
“Conceptos adaptados acríticamente de la ideología marxista y el recurso a tesis
de una hermenéutica bíblica marcadas por el racionalismo constituyen la base de
la nueva interpretación que está corrompiendo lo que pudiera haber de auténitoc
en el generoso compromiso inicial a favor de los pobres”.
El texto sigue explicando la “desastrosa confusión”
del ‘pobre’ de que habla la Escritura con el ‘proletariado’ de acepción
marxista, pervirtiendo el significado cristiano y transformando la lucha por
los derechos del pobre en lucha de clases. “Para ellos, la ‘Iglesia de los
pobres’ significa la Iglesia de la clase que ha tomado consciencia de los
requisitos de la lucha revolucionaria como paso hacia la liberación y la cual
celebra esta liberación en su liturgia”.
Después de leer las palabras del predecesor de
Francisco uno entiende que el actual pontífice se complazca en ser llamado
“revolucionario”, aunque la referencia, para otros sectores de la Iglesia,
puede resultar más ominosa.
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