martes, 18 de agosto de 2015

Es tiempo de poda



Editorial de monseñor José Vicente Conejero Gallego, obispo de Formosa para el suplemento diocesano “Peregrinamos”, órgano de difusión de la diócesis (Agosto de 2015)

Aica, 18-8-15

La vida es una realidad que, mientras existe, está siempre en movimiento: nace, fluye, crece, alcanza su esplendor, fructifica… pero, también, declina, se debilita, se agota y termina.

No así la vida humana que, por ser “imagen y semejanza” de la Vida divina y por su participación con el “Dios de vivos y no de muertos”, tiene sed de eternidad y está llamada, por su propia naturaleza, porque así lo quiso quien la creó, a la inmortalidad.

Quien conoce y cree en Jesucristo tiene Vida eterna y Él lo resucitará en el último día (cf. Jn 6, 40). Elegidos, por tanto, y destinados a dar fruto abundante y duradero para gloria de Dios; es necesario, sin embargo, para ello, permanecer unidos a Jesús, la Vid verdadera, porque separados de Él nada podemos hacer (cf. Jn 15, 5). En la alegoría de “La Vid y los sarmientos” (Jn 15, 1-11), el mismo Jesús nos habla de la poda, para que “podamos” dar más y mejores frutos todavía.

Y nos preguntamos: En este tiempo de poda, ¿qué deberíamos cortar en nuestra vida, personal y comunitaria; qué deberíamos “podarnos” para dar fruto abundante y duradero? Deberíamos comenzar por erradicar de lo más profundo del corazón la soberbia, la arrogancia, la altanería y la prepotencia que llevan al dominio de los demás, sin respetar sus derechos; en definitiva, revestirse de humildad, madre de todas las virtudes. San Pablo, con frecuencia, nos exhorta a “estar despiertos”, y a proceder y obrar como personas sensatas y responsables, no abusando del vino, que lleva al libertinaje, a llevar una vida nueva, sin nada de obscenidades, bromas groseras, lujuria, impureza, avaricia y demás obras de la carne: supersticiones, enemistades, peleas, rivalidades y violencias, disensiones y envidias, instándonos a hacer morir en nosotros el hombre viejo, crucificando la carne con sus pasiones y sus malos deseos, puesto que ya pertenecemos a Cristo Jesús (cf. Gál 5, 16-25; Ef 5, 1-18; Col 3, 1-10).

La poda debe alcanzar los ámbitos de la vida social, política y económica: menos mentiras y promesas engañosas, erradicando la corrupción y el afán de lucro desmedido e injusto; así como también, debería abarcar al medio ambiente y al cuidado de la creación, tal como nos aconseja el Papa Francisco en su encíclica Laudato Si, y cuyo mensaje no es sólo para que nos concienticemos de las situaciones negativas y las actitudes humanas que las provocan, sino para que cambiemos el rumbo de nuestra manera de vivir, y nos empeñemos en obrar conformes al designio de Dios. Nuestro Padre Dios quiere que todos, formando una sola familia humana, vivamos con justicia, igualdad, libertad, fraternidad y alegría, como corresponde a la dignidad de ser sus hijos y hermanos de todos los hombres.

La fiesta de San Cayetano, patrono del pan y el trabajo; y sobre todo, la solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María y su fiesta como Reina y Señora de todo lo creado, en “El Puerto” de Boca Riacho Pilagá, precedida por el Encuentro Diocesano de los Catequistas, en Pirané y juntamente con la alegría y el entusiasmo de la Infancia y Adolescencia Misioneras, celebraciones y eventos que realizaremos, Dios mediante, en este mes de Agosto, nos ayuden a purificarnos y a “podar” las ramas secas de nuestra vida y de nuestra convivencia, para que unidos a Jesucristo, el Señor, demos cada día más y mejores frutos de Vida eterna.


Mons. José Vicente Conejero Gallego, obispo de Formosa

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