INFOVATICANA les ofrece la Encíclica Laudato Si’ tres
dias antes de su publicación oficial por el Vaticano.
Sandro Magister, colaborador de INFOVATICANA ha tenido
acceso a Laudato Sii, la Encíclica del Papa sobre ecología, tres días antes de
su publicación oficial, y ha decidido hacerla pública, lo que le ha costado la
acreditación a la Sala Stampa.
Esta misma mañana la sala de prensa de la Santa Sede
daba unas indicaciones sobre de qué manera se haría público el documento. Todo
tipo de cautelas que incluían acreditaciones al Aula del Sínodo para evitar
filtraciones antes de las 12 de la mañana. Sin embargo, nada de esto ha sido
suficiente para evitar que Sandro Magister publique el texto en su blog
personal.
La encíclica, de 246 puntos y firmada el domingo de
pentecostés, da comienzo con el cántico de las criaturas de San Francisco de
Asís, para a continuación lamentar el daño que con nuestros pecados hacemos en
la “hermana agua, hermana tierra”.
En la introducción, Francisco hace un repaso a las
palabras de sus predecesores, desde Pablo VI hasta Benedicto XVI, sobre el
cuidado de la naturaleza. Decía este último que “el libro de la naturaleza es
uno e indivisible” y que “el daño a la naturaleza está estrechamente unido a la
cultura que modela la convivencia humana”. A continuación, prosigue su
introducción Francisco citando textos de líderes no católicos que también
lamentan el daño a la creación por parte del hombre, como el caso del Patriarca
Bartolomé. La introducción termina con la cita de S. Francisco de Asís, para el
Papa “el ejemplo por excelencia del cuidado de lo débil”, que nos invita a
“reconocer en la naturaleza un libro espléndido en el que Dios nos habla de su
belleza”.
El capítulo primero de la encíclica se titula “Lo que
está ocurriendo en nuestra casa”, y en él analiza Francisco “los cambios
climáticos”, que afectan especialmente a los países subdesarrollados, la
cuestión del agua, la pérdida de biodiversidad, el deterioro de la calidad de
vida y las desigualdades planetarias, concluyendo con la diversidad de
opiniones al respecto. En este sentido, señala el Papa en el punto 61 que
“sobre muchas cuestiones la Iglesia no tiene una voz definitiva, sino que debe
promover debates científicos honestos”, aunque sostiene que “basta mirar la realidad
con sinceridad para ver que existe un grave deterioro de nuestra casa común”.
El segundo capítulo se titula “El Evangelio de la
Creación”, y versa sobre la luz de la fe y la sabiduría del relato bíblico,
alrededor del destino universal de los bienes. Para el Papa “creyentes y no
creyentes estamos hoy de acuerdo en que la tierra es una heredad común cuyos
frutos deben ir en beneficio de todos”. Recuerda el Papa que si bien la Iglesia
reconoce un derecho a la propiedad, sobre éste “pesa una hipoteca social,
porque los bienes sirven para el fin que Dios les ha dado”. En ese sentido, el
medio ambiente es “un bien colectivo, patrimonio de toda la humanidad y
responsabilidad de todos”.
El Papa dedica el tercer capítulo de Laudato Sii a
analizar “la raíz humana de la crisis ecológica”, por la “globalización del
paradigma tecnocrático”. Denuncia el Papa que “la inmensa crecida tecnológica
no ha estado acompañada de un desarrollo del ser humano en lo que respecta a la
responsabilidad, los valores y la conciencia”.
El cuarto capítulo trata de construir una ecología
integral, diferenciando entre ecología ambiental, económica, social, cultural y
de la vida cotidiana, remarcando en todo caso la justicia con las generaciones
venideras y el principio del Bien común: “El Bien común presupone el respeto de
la persona humana como tal, con derechos fundamentales e inalienables ordenados
a su desarrollo integral.”
El quinto capítulo propone algunas líneas de
orientación y acción, en los que propone el diálogo entre política, economía y
el dialogo entre fe y ciencia. En ese punto (170) critica el Papa que el
sistema de cuotas de emisión establecido por Kyoto tiene el peligro de imponer
a los países pobres condiciones similares a las de los países ricos,
penalizando así a los países más desfavorecidos. Máxime cuando esos derechos de
emisión son objeto de negociación en mercados secundarios, generando una
especulación que no colabora con la reducción de la contaminación. Asegura el
Papa, en ese sentido, que para los países pobres la prioridad política debe ser
la erradicación de la miseria y el desarrollo de sus habitantes, mientras que
la reducción de contaminaciones debe ser siempre promovida con el apoyo de los
países ricos.
El sexto capítulo y último de la encíclica, titulado
“Educación y espiritualidad ecológica”, propone apuntar hacia otro estilo de
vida, educando en la alianza entre la humanidad y el ambiente.
En los puntos 15 y 16 de la encíclica, últimos de la
introducción, el Papa resume lo que es su intención y la estructura del
documento:
15. “Espero que esta encíclica, que se suma a la
doctrina social de la Iglesia, nos ayude a reconocer la magnitud, la urgencia y
la belleza del reto al que nos enfrentamos. En primer lugar, voy a hacer un
breve recorrido por diversos aspectos de la crisis ecológica actual con el fin
de tomar los mejores frutos de la investigación científica ya está disponible.
A partir de esta visión general, me ocuparé de algunos de los argumentos que
nacen de la tradición judeo-cristiana, con el fin de dar mayor coherencia a
nuestro compromiso con el medio ambiente. Después voy a tratar de llegar a las
raíces de situación actual, con el fin de no
entender solamente los síntomas, sino también las causas profundas. Así
podremos proponer una ecología que, en sus diversas dimensiones, integran el
lugar específico
que el ser humano ocupa en este mundo y sus relaciones
con el mundo que le rodea. A la luz de tales reflexiones quisiera dar un paso
al frente en algunas lineas de diálogo y de acción que involucran a cada uno de
nosotros o a la política internacional. Por último, ya que estoy convencido de
que cualquier cambio necesita de motivaciones y de un viaje educativo, voy a
proponer algunas líneas de desarrollo humano inspirado en el tesoro de la experiencia
espiritual cristiana.”
16. Cada capítulo, aunque tiene su propio tema y una
metodología específica, toma a su vez, desde una nueva perspectiva, los temas
importantes tratados en los capítulos anteriores. Esto se refiere especialmente
a algunos pilares que atraviesan toda la Encíclica. Por ejemplo: la relación
íntima entre los pobres y la fragilidad del planeta; la creencia de que todo en
el mundo está estrechamente relacionado; la crítica del nuevo paradigma y las
formas de poder que surgen de la tecnología; una invitación a buscar otras
formas de entender la economía y el progreso; el valor intrínseco de toda
criatura; el sentido humano de la ecología; la necesidad de debates sinceros y
honestos; la grave responsabilidad de la política local e internacional; la
cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida. Estos temas no
están cerrados o abandonados, sino que constantemente se toman y son
enriquecidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario